ice cream boy
No entiendo qué me sucede. Desde que esta heladería abrió, cada día he buscado, aunque sea, pasar por enfrente de ella.
No sé si deba al hecho de que quería incluir algo diferente en mi rutina diaria como guardia de seguridad en la tienda departamental, al hecho de que la decoración de la tienda es demasiado "hogareña" o, de lo que trato de convencerme es lo menos probable, tal vez sea por el adorable chico que ahí trabaja.
Recuerdo la primera vez que entré a la heladería. Fue en mi descanso y una compañera del trabajo me invitó bajo la excusa de que quería probarlos ya que varios clientes hablaban de lo delicioso que estaban.
Vaya sorpresa que me llevé cuando descubrí el verdadero motivo de su invitación...
Sólo quería ver al chico de los helados.
Y, bueno, siendo sinceros, es que el pequeño no era para nada feo. Al contrario, podría clasificarse como alguien adorable. Las pecas en su rostro hacían imposible el hecho de no verlo. Su cabello castaño oscuro que dejaba caer un pequeño mechón en su frente; además de sus ojos, no tenían un color especial pero, cuando se encontraban con los tuyos te hacían sentir tranquilo. Personalmente, cada que iba a comprar un helado, me perdía en aquellos ojos marrones acompañados de la sonrisa más dulce que he visto en mi vida.
Aún así...
¡Sigo sin creer que cada tiempo libre que tengo esté aquí! Incluso me ha apartado una mesa junto a la ventana del local. Es ridículo que esté aquí sólo porque el vendedor me parece adorable.
—¿Desea ordenar algo más?
Ahí está. Para terminar de hacerme perder la razón, su voz va perfectamente con su apariencia. Cuando renovaron los uniformes del personal agradecía a quien sea que estuviese por encima de mí por permitirme verlo con esa camisa blanca, jeans beige y un delantal color vino.
Le sentaban bien esos colores.
—Ah, no, gracias. Debo volver al trabajo. —desvié mi mirada para no encontrarme con la suya.
—Gracias por visitarnos, vuelva pronto.
¿Por qué tiene que sonreír así? ¿No es consciente de lo adorable que luce? O tal vez sí es consciente y saca provecho de ello.
Salí del local agradecido porque mis mejillas estaban en su tono natural. Sería vergonzoso soportar un interrogatorio por parte de mis compañeros. Creo que comienzan a sospechar el porqué visito continuamente la heladería.
🍨
Fue un día agotador. ¿Quién diría que algunas personas son demasiado obvias al momento de guardar ropa en sus bolsos? Si van a robar algo al menos róbenlo bien.
El momento del día en el cual este centro comercial me gusta mucho más es a la hora de cerrar. Todo es demasiado tranquilo y el único lugar que sigue abierto después de las 22:00 es el cine que está en la planta alta. Aunque, en cierto punto, me desanima un poco el hecho de que la heladería donde trabaja mi pequeño castaño está cerrada.
¿"Mi Pequeño Castaño"?
En serio, ¿qué me sucede?
Después de colocarme la chaqueta salgo por la puerta trasera de la tienda. Una corriente fría acaricia mi rostro. Saco un cigarrillo y al encenderlo me dejo llevar por la relajante sensación. Acompañado de la tenue iluminación que brindan las lámparas del estacionamiento comienzo a buscar mi auto. La noche se siente más tranquila de lo usual; el cielo cubierto de estrellas y la luna intentando ocultarse en las pequeñas nubes.
—No juegues conmigo. ¡Dame todo lo que traigas, mocoso!
Una voz amenazante se escucha en uno de los callejones aledaños a la puerta trasera de una tienda de CD's. Inmediatamente entré en alerta.
Comencé a acercarme lentamente al lugar.
—¡Ya te dije que no traigo nada! Lo juro. Sólo tengo cinco dólares. —esa voz.
Un golpe muy fuerte se escucha. Maldito. En pocos segundos me encuentro aplicándole una llave al asaltante. Entre luces y sombras veo a la víctima: El dulce chico de la heladería.
— Oye, tra-tranquilo... ¡Me romperás el brazo! —gritó fuertemente mientras torcía con mayor fuerza el brazo tras su espalda.
—Déjalo —espeté con frialdad.
— S-sí... lo dejaré.
—No volverás a venir aquí. Si lo haces no me contendré... ¿De acuerdo?
El hombre asiente con miedo. Lo arrojo lejos de nosotros y se va corriendo. Espero eso no haya asustado a quien yacía en el suelo. Sus ojos están cristalizados.
—Gra-gracias —su usual sonrisa ahora es reemplazada por un intento de contener el llanto.
Sentía mi corazón desmoronarse. Él era la persona más dulce del mundo y el hecho de que alguien pudiera hacerle algo que lo lastimara... me destroza. Extiendo mi mano esperando que acepte la ayuda para ponerse de pie. Un cosquilleo me recorrió al momento de que su mano acarició la mía.
—¿Te llevo a casa? —¿Qué acabo de decir? ¡Eso fue demasiado repentino!
Él asiente con un ligero rubor en sus mejillas.
Todo el trayecto hasta mi auto caminó un par de pasos por detrás de mí. De reojo podía ver cómo sus castaños cabellos eran removidos por las corrientes de aire, cómo sus pasos eran infantiles y a veces algo torpes.
Subimos al auto, pregunté la dirección de su casa y la introdujo en el GPS. Comencé a conducir. En la radio sonaban viejas canciones de los 80's; él sólo tarareaba y movía su dedo al ritmo de la música de Billy Ocean.
—Creo que no nos hemos presentado bien —nuestras miradas chocaron—. Soy Nathan, Nathan Ross.
Esbozo una sonrisa, la mejor que me es posible.
—Archie. Te conozco, sueles ir con frecuencia a comer un helado —dice aún con las mejillas coloreadas, una pequeña sonrisa se dibuja en su rostro mientras desvía la mirada a la ventana.
—¿Puedo... preguntarte algo? —emite un sonido a manera de aprobación— ¿Qué hacías tan tarde en el centro comercial? Creí que la heladería cerraba a las 20:30.
—Oh, eh... bu-bueno. E-Estaba haciendo algunas cosas y... bueno... estaba estudiando. Mañana tengo que presentar una prueba —contesta nervioso.
—¿Una prueba? ¿Vas en la Universidad? —pregunto con amabilidad. Tal vez eso haga que se sienta menos tenso o asustado.
—S-sí. Quiero ser veterinario —responde con un poco de timidez, ¿por qué tienes que ser así? — Estoy en mi penúltimo año.
—Eso es genial. ¿Cuántos años tienes? —Si llega a surgir algo al menos que sea algo legal.
—Veinticuatro, aunque algunos creen que soy menor de edad —una pequeña risa escapa de sus labios.
—Tienen razón —río por lo bajo—. Realmente no se te notan —¿Creerá que estoy coqueteando con él? Porque no es mi intención... o no del todo, creo.
—Aunque a veces es algo molesto. Cuando quiero entrar a clubs o a algún bar siempre me piden mi identificación. ¡Creen que soy un niño! —hace un pequeño puchero. Claro, así se ve como todo un adulto.
—¿Qué edad tienes tú, Nathan?
—Veintinueve —respondo sin apartar la vista del camino.
—¿De verdad? Creí que eras más joven... tampoco se te notan —de reojo puedo ver cómo juega con los cordones de su chaqueta azul pastel. Él cree que no lo noto, pero está sonrojado hasta las orejas.
🍧
—Muchas gracias por todo, Nathan —sonríe.
Nunca me había percatado de las pequeñas arrugas que se hacen cerca de sus ojos cuando sonríe, además del casi inexistente hoyuelo en su mejilla izquierda.
—Lamento las molestias —dice apenado.
—No, no, nada de eso —digo con ligero nerviosismo.
—¿Hay alguna forma en la que pueda agradecerte?
Pensamientos impuros aparecen en mi cabeza. No, no. Debo descartarlo. Es la primera vez que hablamos "bien" fuera de la heladería, no debo arruinarlo.
—No hay necesidad ello, Archie —¡¿Es enserio lo que acabo de decir?!
—Anda, déjame invitarte algo... hmm —hizo una mueca algo chistosa, reprimí una pequeña risa— ¡Ya sé! Permíteme invitarte al cine —esa hermosa sonrisa vuelve a aparecer.
—Estaría encantado —él se sonrosa al escuchar mi respuesta. Una expresión de ternura estaba en su pecoso y adorable rostro.
—Aunque, bueno, ¿cuándo podría ser? ¿Tienes días libres?
—Es una buena pregunta. ¿Qué te parece si intercambiamos números? Así podré avisarte.
Asiente con entusiasmo. En unos segundos ya tengo su número en mi celular.
—Gracias de nuevo, Nathan. Nos veremos después. —sale del auto y se dirige a la entrada de su edificio.
Una boba sonrisa invade mi rostro.
Comienzo a conducir con destino a mi hogar; otra de las cosas que más me gusta de la noche... lo solitario de las avenidas. Normalmente hago un trayecto de cuarenta minutos desde mi apartamento hasta el trabajo, pero al caer la noche sólo hago veinticinco. Tampoco es como si disfrutase mucho el hecho de llegar a casa. ¿Quién me esperaría? Sólo mi perro.
Aparco el auto en el estacionamiento subterráneo. Camino con tranquilidad todo el trayecto hasta que llego a la desgastada puerta blanca de madera. Segundos después, una bestia peluda lame cada parte de mi rostro provocándome cosquillas.
—Levi. Le-Levi. Basta. De-detente —digo entre risas.
Se hace un lado permitiendo que me ponga de pie. Cierro la puerta y dejo mi chaqueta en el perchero. Levi se dirige a la cocina, le sigo y me preparo un té. Antes de llegar a la sala de estar, acaricio un poco la cabeza de mi peludo amigo. Dejo que la suavidad del blanco sofá me arrulle; enciendo el televisor en un canal de música y dejo que la voz de Bill Withers invada mi hogar. Levi llega y recarga su cabeza en mi regazo, comienza a quedarse dormido.
A punto de ceder al sueño, mi celular vibra. Una suave sonrisa se dibuja en mi rostro al ver el nombre del emisor de este.
Archie ~ 🍦
en línea
Hola, sólo quería agradecerte de nuevo y desearte una linda noche. ☺️🌙
Disculpa si te desperté. Ya es algo tarde.
23:17
¿Por qué debe ser tan horriblemente adorable?
🍨
Pasaron meses y desde aquel día no había tenido mucho tiempo libre, pero las pocas veces que he podido visitar la heladería Archie me recibe con una sonrisa y a veces un color rosado colorea sus mejillas. Le he conocido mejor; me contó que él no es originario de Chicago, nació en Nueva York pero quería probar su vida como universitario aquí, eso explicaba mejor el hecho de que sólo lo viera en los turnos vespertinos. También es un gran fanático de la música setentera y ochentera, es amante de los animales y fotógrafo en sus tiempos libres.
Cada cosa que me platicaba me confirmaba que el castaño era alguien increíble, además de hacer que cayera más en esto que llaman amor, sí, me gustaba demasiado Archie.
—Por cierto —dejo de jugar con la cereza del Banana Split que ordené, Archie dirige su mirada marrón hacia mí. Uno de los pequeños "gustos", que podemos tener, son los momentos en el día cuando la heladería estaba vacía—. Tendré libre un par de días de la siguiente semana, ¿sigue en pie la invitación del cine? —digo "inconscientemente" con un tono juguetón.
Otra de las cosas que aprendí de Archie es que cuando utilizo ese tono de voz, sus mejillas se sonrojan y se pone nervioso. Lo cual me parece lindo y ésta vez no fue la excepción.
—Cla-Claro que sigue en pie. De hecho... —baja su mirada hacia la copa que está limpiando. Desde mi posición puedo ver que sus orejas esconden un par de pequeñas pecas— iba a decirte lo mismo—dice con una sonrisa—. Mis exámenes de la universidad son dentro de dos semanas así que los tiempos se ajustan perfectamente.
—Entonces está acordado —sonrío mientras acerco el plato con restos pequeños de salsa de chocolate—¿Te parece bien el jueves a las 18:30? En el cine del centro comercial —asiente mientras toma el plato.
—Me parece perfecto, Nathan —responde con las orejas coloradas.
Tras sacar la billetera del bolsillo de mi saco él me interrumpe rápidamente.
—No, esta vez yo invito —¡Deja de sonreír tanto!
—De acuerdo —suspiro derrotado—, pero yo invito todo lo demás el jueves, no es una negociable —le guiñé el ojo y salí del local.
Esperen... ¡¿de verdad acabo de guiñarle el ojo?!
🍧
—Hasta luego, Hugo. Nos vemos la siguiente semana —me despido de uno de mis compañeros quien, a la vez, es de mis pocos y mejores amigos.
—Espera ahí, Ross —dice con su voz gruesa mientras rodea mi hombro—, tengo que preguntarte algo.
No preguntes sobre la heladería. No preguntes sobre la heladería.
—¿Por qué frecuentas tanto la heladería nueva?
Mierda.
Por su tono de voz sé que cualquier cosa que responda la usará para burlarse de mí.
—Nada en especial —respondo serio.
—¿Tendrá que ver con una persona tal vez? —dice bromeando, ignorando mi respuesta.
—Nada. En. Especial.
—¿Tal vez será la chica que está en la mañana? No, no sueles ir a ésas horas.
—No es nada en especial, Hugo.
—O... —carajo— ¿Será el chico? —me sonrojé discretamente y ahí estaba esa mirada de "Te atrapé" acompañada de su estúpida sonrisa burlona.
—Te odio —dije por lo bajo.
—Lo sabía —dice triunfante—. Sabes que no me importan tus preferencias, Nathan. Sólo que, ¿no es algo joven para ti?
—Tiene más años de los que aparenta —quito su brazo pasando de él para llegar al estacionamiento exterior—. A diferencia tuya yo no ando detrás de alguien por quien podría ir a prisión.
—Vamos, Claire casi cumple los veintiún años, después de eso todo lo que hagamos será legal.
—Lo hacen de igual manera.
—Nathan, una aventura es más divertida si huele a peligro. Tampoco es como si la ONU fuese a venir por mí —dice entre risas—. Igual, tú vas más lento con las personas que pretendes. Eso lo admiro.
—¿Ah, sí? —digo sarcástico.
—Sí. A lo que dicen las chicas del Departamento de Perfumería, y a las fotografías que tienen, el chico de los helados está para morirse. Si estuviera en tu lugar tal vez ya lo hubiésemos hecho como conejos —se percata de la fría y asesina mirada que le dirijo. Él sólo vuelve a reír—. Tranquilo, Nathan. Yo no le voy a eso. En fin, espero tengas suerte con el pequeño.
Da un par de palmadas en mi espalda y comienza a caminar. No puedo enojarme con él aunque lo quisiera, es el único que soporta mi mal genio. Aunque, también espero tener suerte.
🍨
El comienzo de mis días libres fue en miércoles, decidí dejar todo el día para tener un tiempo para mí, relajarme, jugar y pasear con Levi. He de admitir que es algo interesante ver cómo los niños pequeños del parque se acercan curiosos a Levi, al principio son temerosos pero cinco segundos después están rogando a sus madres para adoptarlo.
Tras una larga caminata por Jackson Bark ahora me encontraba en el supermercado, acompañado de Levi, comprando algunas cosas. No muchos lugares permiten que tu perro te acompañe al interior pero Levi es diferente, es un perro calmado y educado cuando debía serlo pero también era protector y violento cuando la situación lo ameritaba.
Mi celular comenzó a vibrar. No hacía falta decir quién era, la sonrisa de estúpido me delataba.
Archie ~ 🍦
en línea
Tal vez parezca algo "raro", pero, hoy preparé unos conos de helado que han quedado muy lindos.
14:27
La pareja que los pidió no paraba de fotografiarlos, me sentí halagado. 😹
14:27
En verdad se ven deliciosos y quedaron muy lindos también. Tal vez pida uno la próxima vez que vaya. 😛
14:28
Entonces me esforzaré más la próxima vez. 😸
14:28
No pude evitar sonreír ante ello. ¿Desde cuándo utiliza los emoji de gatito? Tal vez porque se parecen a él. Levi tira sutilmente de la correa, me mira con ojos de reproche.
—¿Qué? ¿Estás celoso? —río por mi comentario mientras Levi me hala lentamente para continuar con las compras.
Una vez terminamos, subo todas las bolsas al maletero del auto y nos dirigimos a casa. Al llegar, Levi va corriendo al pequeño balcón dispuesto a tomar una siesta bajo las rayos de sol dejándome el acomodo de los víveres a mí solo.
—Vaya flojo —acaricio su estómago y comienzo a guardar lo demás.
No dejo de pensar en la cita con Archie de mañana. ¿Sí podría llamarlo una "cita"? Bueno, hay citas de amigos... pero, realmente quisiera que Archie no me considerara sólo un amigo. Espero que no sea así.
Termino por guardar unas cuantas botellas de salsa y, con eso, el resto de víveres.
Me dejo caer en el suave sofá, a mi izquierda puedo tener una vista completa de Levi descansando; también estoy exhausto, pero no quiero dormir aún, pasarán un maratón de House Of Cards y no quisiera perdérmelo.
Mientras conducía recibí varios mensajes, me dispongo a leerlos y tras ver que la mayoría son de compañeros de trabajo, llego a la conversación de alguien con un helado en su nombre.
Archie ~ 🍦
última conexión a las 15:40
Encontré este pequeño perro en la lavandería. Estaba con una anciana que me prestó algo de suavizante.
15:34
Me pareció muy lindo, también me recordó un poco a ti. 😹
15:35
¿Eh, me comparas con un perro? 😧😂
Bueno, si ése es el caso...
16:12
Te pareces a éste.
16:13
Compararme con un perro. Eso ha sido lo más raro con lo que me han comparado. ¿Por qué no me sorprenderá viniendo de él?
No se parece a mí. Él es muy lindo. 🤔
16:20
Si tan sólo pudiera verse de la misma manera en la que yo lo hago.
🍧
Llegué a tiempo. Ahí estaba, enfrente del edificio donde vivía Archie. Dado que él no tenía aún un medio de transporte propio, me ofrecí a pasar por él a su departamento. Se excusó varias veces y mostrándose apenado por causarme molestias según él. Me envió un mensaje diciendo que podía subir, su apartamento era el número diecinueve. Tuve que subir un par de pisos hasta dar con él; una puerta de madera desgastada color verde oscuro tenía los números 1 y 9 grabados en metal de un color dorado. Toqué un par de veces; aquella imagen la guardaría en mi memoria para siempre. Archie usaba un suéter color tinto que, claramente, era muchas tallas más grande que él, tenía unos jeans negros que dejaban ver la torneada forma de sus piernas y unos calcetines azul marino con estampado de sushi.
—Lo lamento mucho, Nathan. Pasa por favor. ¿Te ofrezco algo? —estaba nervioso y demasiado agitado.
—No, gracias. Estoy bien —respondí sonriente, gesto que él imitó.
Su apartamento era más pequeño que el mío pero era mucho más alto. Muros sin ninguna capa de pintura dejaban ver los ladrillos rojos que lo formaban. Muebles y decoración en su mayoría con toques retro, hipster y algo frikis; la sala de estar y el comedor estaban en un mismo cuarto, mientras que la pequeña cocina estaba separada por un muro con un agujero que servía como barra. Había un pequeño pasillo que tenía una puerta al fondo, supuse que sería el baño. Lo que más llamó mi atención, fue una escalera de caracol negra, de metal, que guiaba a una diminuta planta alta asegurada a su alrededor con un barandal del mismo material. Y, junto a los sofás, una gran ventana que dejaba ver un hermoso paisaje citadino.
Su apartamento iba a la perfección con sus gustos. Si comparábamos ambos lugares, la decoración del suyo era más interesante que la decoración minimalista y "vintage" del mío.
El cielo comenzaba a tornarse de tonos anaranjados y rosados.
—Lamento muchísimo la demora. Debía terminar un trabajo, me llevó más tiempo de lo esperado.
Un sonrisa dejaba ver su minúsculo hoyuelo. El gran suéter tinto fue cambiado por una camisa a cuadros roja y un chaleco azul marino con un pequeño gorro gris. Los simpáticos calcetines eran cubiertos por unas botas marrón. Cualquier cosa que Archie vistiera lo hacía ver hermoso.
Salimos del apartamento y, al contrario de la última vez, el camino hacia el centro comercial fue tranquilo. Ameno. Acompañado por música de Johnny Nash.
Los cálidos tonos del atardecer hacían que los ojos marrones de Archie se vieran más claros. Me está volviendo loco.
Llegamos y, por mera costumbre, aparqué el auto en donde siempre lo hacía. Sin más, fuimos directamente al cine. Mientras subíamos las escaleras eléctricas, el pecoso rostro de Archie se iluminó al ver las hermosas decoraciones de Navidad que estaban colocando.
—Se acercan las fechas —dijo con una sonrisa—. Supongo que compraré algunas luces para el apartamento.
—Lo mismo digo. Aunque en estas fechas la tienda está a reventar de clientes y suele ser un poco problemático. Sobretodo los días cercanos a Navidad.
—La heladería suele añadir algunas cosas "nuevas" al menú. Además de los helados y demás, tenemos que vender diferentes tipos de bebidas calientes y panecillos —voltea a verme, las puntas de sus orejas están color rosa—S-Si tienes tiempo sería lindo invitarte alguna —dice con timidez.
Acaricio su cabello y le dedico una cálida sonrisa. Dado que estamos entre semana, el cine no está tan lleno como de costumbre. Tras pensarlo varios minutos, pronunciamos al mismo tiempo "Deberíamos ver La Bella y La Bestia". La sincronía hizo que soltáramos una pequeña risa. Compramos los boletos y mientras daba la hora decidimos ir a comer un poco, ya que ninguno había tenido tiempo de ello. Él por su trabajo de la Universidad y yo por los nervios de la "cita", aún no sé si deba llamarlo así.
Entramos a un pequeño restaurante campestre, él ordenó un pequeño filete de salmón ahumado con verduras y yo un corte de carne, algo sencillo.
—Nathan, ¿puedo preguntarte algo? —dijo sin dejar de jugar con el espárrago de su plato. Yo asentí.
—El día que... bueno, el día que me ayudaste con aquel ladrón, noté que tienes buena mano con eso del combate cuerpo a cuerpo y... desde entonces he querido preguntarte el porqué decidiste ser guardia en una tienda departamental —el tono de su voz me hizo notar que estaba temeroso por su pregunta.
—Bueno, —respondí con calma— si te soy sincero, yo no decidí serlo—dejó el espárrago de lado—. Antes era miembro de la policía, a pesar de ser un "novato" hacía bien mi trabajo. Según el Capitán, era de los mejores... —solté un gran suspiro—Pero resulté herido en una operación de narcóticos. Me dispararon en la pierna. Cuando me recuperé, mi rendimiento no era el mismo. El Capitán me obligó a retirarme y me colocaron aquí, querían un trabajo que no pusiera en "riesgo" mi salud.
Archie no sabía qué decir, su expresión lo reflejaba.
—Siento que pregunté algo que no debía... —dijo cabizbajo.
—Nada de eso. Igual, algún día terminaría por contártelo —intenté sonar relajado, no quería que pasara un mal rato.
Al parecer funcionó, ya que una tímida sonrisa de lado apareció.
🍨
Cuando salimos del cine eran casi las 22:15, íbamos de regreso al apartamento de Archie. Había descubierto otras adorables facetas de él mientras veíamos la película; cuando se enojaba, hacía un pequeño puchero, cuando lloraba, sus lágrimas caían de una delicada manera humedeciendo sus sonrosadas mejillas. Cada cosa nueva que descubría, me hacía quererlo más.
—Gracias por esto, Nathan, me divertí mucho —dijo sonriente una vez aparqué frente a su edificio.
—No-no agradezcas, gracias a ti... por la invitación. Hacía mucho que no salía —espero no haya notado el nerviosismo en mi hablar.
—Sería divertido volver a hacerlo. Tal vez en Navidad o en los días cercanos —sus dedos jugaban con los cordones de su chaleco.
—Eso me gustaría —respondo sintiendo las mejillas calientes.
—Bueno, am... yo... eh... se-será mejor que entre. Se e-está haciendo algo tarde —se quitó el cinturón de seguridad y abrió con lentitud la puerta del auto.
No sé qué sucedió. No sé en qué momento lo hizo. No sé, simplemente no lo sé.
Nuestros labios se conectaron. Sus rosados y hermosos labios tocaron temerosos los míos; correspondí el beso de manera lenta. Sentía que mi corazón saldría de mi pecho.
En pocos segundos, nos separamos. Nuestras miradas chocaron. El rostro de Archie enrojeció a más no poder y salió rápidamente del auto.
Si muriese en este instante, moriría feliz.
La sonrisa más boba del mundo se dibujó en mi rostro. Conduje hasta mi hogar; ésta vez yo recibí con alegría a Levi, el cual, si fuese humano, me miraría con un rostro confuso.
—¡Levi, me siento el hombre más feliz del mundo!, —acerqué su peludo y confundido rostro a mi frente. Acariciaba sus orejas—. Lo besé, Levi, lo besé.
Ésa noche no pude dormir. Tenía las emociones a flor de piel, recordaba el tacto, la suavidad de sus labios, su perfume, todo. Definitivamente todo. No sabía si esto haría que nuestra "relación" evolucionase de alguna manera, pero, esperaba que así fuera.
🍧
Navidad estaba cerca. Mi apartamento ya estaba en Modo Navideño, al igual que todo el centro comercial. Me despedí de Levi, quien usaba un adorno en forma de cuernos de reno, y salí al trabajo.
Después de la cita, y el beso, con Archie, seguimos hablando como normalmente lo hacíamos... con una pequeña excepción. A veces, cuando iba a la heladería y ordenaba cualquier tipo de postre, siempre llegaba con una pequeña nota por parte del pequeño castaño. A veces con algo tan simple como un "Hola, espero tengas un lindo día. ♡" hasta mensajes como: "Me gusta tu corbata", "Hoy te ves muy bien", "Te sienta bien ese traje", etcétera.
También, eran raras las ocasiones cuando lo encontraba saliendo del centro comercial hasta altas horas de la noche. En ésas pequeñas ocasiones, le llevaba a casa, y la misma situación de la cita se repetía. A veces eran pequeños roces, tímidos e inocentes, otras sólo era un beso en la mejilla, y sólo hubo una pequeña vez en la que la situación amenazaba con avanzar más allá de un simple beso. Yo lo detenía. No quería avanzar las cosas tan rápido con Archie. Ni siquiera estaba seguro del tipo de relación que teníamos y eso me confundía.
No quería que él creyera que buscaba una simple aventura, o que yo estuviese siendo simplemente una nueva experiencia para él...
Los días en el trabajo comenzaron a volverse un poco más complicados; la tienda se llenaba casi por completo en los días cercanos a Navidad. Miraba el reloj en mi muñeca, hoy no podría ir a la heladería.
—Ross, tengo en la mira a una persona sospechosa en la puerta del ala este. Cerca del departamento de ropa para hombres —la voz de Hugo sonaba por el auricular en mi oído.
Con discreción, me acerqué por otro ángulo al lugar mencionado. Efectivamente. Un hombre escuálido, de ropas simples pero algo desaliñadas actuaba demasiado sospechoso. Me acerqué un poco más a él. Te tengo. Actúe con rapidez cuando el hombre guardó un par de suéteres en la bolsa que traía.
—Caballero —dije con firmeza mientras me acercaba a él. Salió corriendo—. Odio cuando se echan a correr —musité con fastidio.
Salí rápidamente tras de él. Las personas se hacían a un lado permitiéndome el paso.
—Hugo, necesito que cubras la entrada norte. Está huyendo —corto la transmisión. No escapará.
Logra evadir a los guardias, maldición, ahora está en el centro comercial.
—Hugo, ve llamando a la policía. Te veré en la entrada noroeste de la plaza.
El hombre corre tan rápido como sus delgadas piernas lo permiten. En pocos segundos ya estoy alcanzándolo, estamos en el estacionamiento exterior. En un abrir y cerrar de ojos, estoy encima de él. Recibí la mayoría de los raspones provocados por la tacleada. Mi radio sale volando y Hugo está con una patrulla esperándonos.
—Levántate —dije con firmeza mientras lo tomaba por los brazos cuidando de no lastimarle.
El hombre comenzó a llorar. Detesto cuando hacen eso.
—Buen trabajo, Ross —Hugo se acerca entregándome mi radio—. Regresa, yo me encargo de lo demás.
Asentí y, tras recibir comentarios positivos por parte de los demás policías, regresé a la tienda. A medio camino escucho unos pequeños pasos dirigiéndose hacia mí, después, un tímido agarre en mi saco. Volteo ligeramente y un lindo chico con pecas miraba hacia el suelo.
—Tu saco —dice casi en un susurro—, está roto.
Me giro por completo y le doy un abrazo. Su agarre se hace fuerte, esconde su rostro en mi cuello levantándose de puntillas.
—¿Te preocupaste? —susurro en su oído, siento cómo se estremece por la cercanía y asiente sin apartarse de mí— Tranquilo, estoy bien. Es parte del trabajo —digo intentando tranquilizarlo.
Se separa lentamente y puedo ver cómo sus ojos contienen las lágrimas. Una pequeña sonrisa aparece.
—Estuviste increíble —dice sonrojado—. Nunca tuve la oportunidad de verte "en acción" —deja escapar una pequeña risa que me provoca una sonrisa.
—¿Vas camino al trabajo? —asiente— ¿Puedo acompañarte? —baja la mirada hacia sus converse amarillas y asiente de manera tímida.
Me encanta cuando hace eso porque puedo ver cómo la luz del sol hace brillar su sedosa cabellera. Tomo del suelo su mochila de cuero marrón y la coloco en mi hombro. Creo que nunca sabré porqué tiene el afán de usar ropa más grande de su talla; aunque ese jersey rojo le hace ver completamente adorable.
Caminamos con rumbo a la heladería, él caminó hasta quedar a la par mía; de reojo veo una sonrisa en su rostro. Siento un roce en mi mano. Entrelazamos meñiques y sus orejas están del mismo tono de su jersey. Antes de despedirlo en la entrada trasera de la heladería, hala de mi corbata y deposita un travieso beso en mis labios. Al separarnos, dejó que una sonrisa juguetona lo estremezca y susurre un "adiós"; tal parece que también puedo volverlo loco.
🍨
—Chicos, chicos... Antes de irnos... —el Jefe había convocado a una pequeña reunión, llevaba dos años en este trabajo, ya sabía lo que sería— Como saben, cada año hacemos un pequeño intercambio navideño. Y este año, no será la excepción. El límite será de veinte dólares, para mañana en la noche. ¿De acuerdo?
Un intercambio. ¿Debería regalarle algo a Archie?, es veintidós de Diciembre, dado que no quiere volver a casa para las fiestas por problemas con sus padres, creo que sería lindo si la pasáramos juntos.
Archie ~ 🍦❤️
última vez a las 21:50
Hola, oye, estaba preguntándome. ¿Cuál es tu animal favorito? #PreguntaNadaSospechosa. 😅
22:30
¿En serio? No podría ser más obvio. ¿Cómo pasó todo esto? Hace unos meses era alguien que vivía sumergido en una rutina monótona y aburrida, y ahora, un niño pecoso aparece y da un giro a mi vida. Si me preguntaran a inicios del año si pensaba estar averiguando qué regalarle a alguien especial, tal vez ésa persona hubiera sido víctima de mi frialdad.
Bueno, me gustan mucho los zorros. 🦊
22:35
De hecho, yo quería preguntarte cuál era tu superhéroe favorito. #OtraPreguntaParaNadaSospechosa. 🙊
22:36
Bueno, eso es fácil. Soy un gran fanático de Batman. Espero eso responda a tu pregunta nada sospechosa. 😂
22:36
Definitivamente, ¿cómo lograr evitar sonreír cual idiota cuando hablas con la persona que te gusta?
Eran casi las once de la noche, debía conseguir un regalo para el intercambio del trabajo, y el único lugar al que podría ir para conseguir uno de último momento sería en una tienda no muy lejana del centro comercial, así que sólo conduje un par de minutos antes de toparme con la gris y luminosa fachada de la tienda.
El límite para el intercambio era de veinte dólares así que no sería muy problemático encontrar algo. Como caído del cielo, encontré una caja con los sellos de los siete sabios de The Legend of Zelda: Ocarina of Time. No se veían mal, además, a todos los que conozco en el trabajo les gustaba el videojuego. "Sí, será un buen regalo", pensé mientras una señora mayor envolvía el objeto. Pagué y salí de la tienda. Para entonces era casi medianoche y aún tenía que buscar el regalo de Archie.
Conduje hasta mi apartamento y, tras la típica bienvenida de Levi, me coloqué la pijama y me preparé una taza de café. Me senté en el sofá y Levi me siguió, recostándose a un lado de mis piernas. Encendí mi computadora y básicamente pasé casi toda la noche buscando un lindo regalo para Archie. Tuve que pagar un poco más para que llegara al día siguiente, pero lo valía. "Espero le guste" pensé mientras mis ojos se cerraban.
Siendo honesto, dormí sólo un par de horas, pero me sentía bastante bien. No sé si era por el hecho de que logré comprar algo lindo para el chico que amo o por el hecho de que le invité a pasar Nochebuena en mi apartamento y había aceptado, a pesar de que le envié el mensaje a las tres de la mañana y él debía presentar un último examen al día siguiente.
Tras mi típica rutina matutina, me despedí de Levi no sin antes decirle con una voz asquerosamente empalagosa "Archie vendrá mañana, pórtate bien con él ¿sí?"; no había duda alguna, incluso mi perro estaba extrañado de verme enamorado.
🍧
La noche siguiente fue el intercambio, tuve suerte de que me tocara regalarle a Jacqueline, era una gran amiga mía y por el mismo motivo me aproveché de que me debía un favor desde el Halloween pasado. Era tiempo de cobrarlo.
—Jacqueline —llegué y saludé a mi compañera, era la encargada de envolver para regalo lo que los clientes compraran.
—Nathan. Hola —saludó con una sonrisa, su cabello castaño y rizado estaba peinado en un moño—, hace mucho que no te das una vuelta por aquí, ¿en qué puedo ayudarte?
—¿Puedes envolver algo para mí? —le mostré lo que era el regalo de Archie.
—Nate, ¿es enserio? Es veinticuatro, todo mundo quiere que envuelva regalos —dijo con un poco de molestia.
—Lo sé, lo sé, entiendo tu estrés... pero al menos déjalo para el final ¿sí? Además, me debes un favor... —terminó accediendo.
—¿Al menos puedo saber para quién es? Oh, no, espera... creo que ya lo sé —una sonrisa pícara se dibujó en su rostro—. Ven diez minutos antes de la hora de cerrar, te prometo que quedará hermoso.
Le agradecí una última vez y continué con mi trabajo. De vez en cuando mensajeaba a Archie; los últimos días no pude pasarme por la heladería por lo que casi no lo había visto, pero él se encargaba de estar en mi mente a cada momento. Insistió en llegar por su cuenta a mi apartamento en la noche, todo estaba saliendo a la perfección ya que la tienda cerraría dos horas antes de lo habitual, eso me daba tiempo de llegar a casa y terminar de preparar todo.
Fui con Jacqueline a la hora acordada, hizo un trabajo increíble, el regalo quedó hermoso.
—Gracias, Jacqueline, te luciste —dije sin apartar la vista de la caja.
—No hay de qué, Nate —sonrió mostrando su blanca dentadura—. Oh, cierto, Hugo se pasó por aquí cuando lo envolvía e incluyó algo especial para ustedes dos —me guiñó el ojo y tras desearme una Feliz Navidad se fue.
Espero que Hugo no haya incluido alguna cosa que me haga quedar mal.
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—Listo. Ya está todo —desde que vivía solo jamás había hecho una cena de navidad.
Había rollos de pavo; eran sólo ocho piezas divididas según el relleno, de manzana, champiñones y maíz. También, unos bizcochos de miel y un chocolate caliente. Y, para terminar, una pequeña cacerola con papa, carne y pimiento, todo cubierto por una fina capa de queso.
—¿Qué opinas, Levi? Se ve bien, ¿no? —dió un fuerte ladrido y movió su cola alegremente— Bueno, mantendremos en secreto que mi hermana estuvo aquí y preparó algunas cosas, ¿de acuerdo?
Levi sólo me dió la patita. Era la manera en la que decía "trato".
Quedaban pocos minutos para que Archie llegara. Ya tenía todo; la cena, el obsequio, la decoración del apartamento era la adecuada y estaba limpio, Levi se veía adorable con sus pequeños cuernos de reno; sólo faltaba que me arreglara. A la mayor velocidad que pude me di una ducha y en tiempo récord pude arreglarme.
No vestía nada elegante; sólo un par de jeans, una camisa a cuadros marrón y uno de ésos típicos ugly sweaters marrón con líneas blancas.
—¿Cómo me veo, Levi? —mi peludo compañero ladró con emoción— Gracias —sonreí.
El timbre sonó. Sentía mi corazón acelerarse. Intentando controlar los temblores de mis piernas, abro la puerta y lo veo. Comúnmente se ve adorable con cualquier cosa que vista, pero esta vez... no tengo palabras para describir lo hermoso que luce.
—Hola —su sonrisa hace aparecer el diminuto hoyuelo de su mejilla, las pequeñas arrugas en sus ojos dan ese toque especial. Estaba ligeramente sonrosado.
Le invité a pasar y en cuanto puso un pie adentro del apartamento Levi ya estaba olfateándolo casi de pies a cabeza.
—Lo siento. No suelo recibir muchas visitas y... se pone así con todos —me excusé rascándome la barbilla.
—No hay problema —dijo sonriente—. Ah, traje algo —su voz era tímida—. N-No quería llegar con las manos vacías.
Me entrega un pequeño refractario de porcelana con un postre simple pero hermoso, justo como él...
—Tú... —se puso a la altura de los ojos de Levi, el can le miraba atentamente— debes ser Levi. Mucho gusto, mi nombre es Archie —le extendió la mano a mi compañero.
En un abrir y cerrar de ojos, Levi ya estaba encima de él lamiendo todo su rostro. Archie sólo comienza a reír y a suplicarle que se detenga debido a las cosquillas que le provocaba
—Levi, suficiente. Déjalo —halo levemente del rojo collar de mi perro y ayudo a Archie a ponerse de pie.
—Es adorable.
— Permíteme —tomo su simpático suéter rojo con pequeños renos y lo cuelgo en el perchero.
—Me tomé la libertad de cocinar algo —dije con timidez—. Bu-bueno, tal vez recibí un poco de ayuda —solté en un susurro.
—Se ve delicioso —sus ojos brillaban. Las luces de colores del apartamento sólo hacen que sus bellos orbes marrones se vean más hermosos de lo que ya eran—¿Qué esperamos? —dice con emoción.
Toma mi mano y nos dirigimos a la pequeña mesa blanca que tengo en el comedor. Archie se ve entusiasmado, elogia constantemente la cena y yo no hago más que apenarme. Demasiados cumplidos. Levi estaba acostado junto a Archie, tal parece que le aceptó completamente, eso es casi como darme su bendición.
Tras una cena pacífica, Archie se ofreció a lavar los platos y las copas. No quiero discutirle ya que funcionaría como excusa perfecta para ir por su regalo. Pocos minutos después, estábamos sentados en la suave y afelpada alfombra azul de la sala. Todas las demás luces del apartamento están apagadas. Un pequeño árbol de navidad blanco con esferas rojas y luces blancas frente a nosotros, música suave, luces multicolor adornando rincones estratégicos de mi hogar y la luz de la luna, temerosa, colándose por entre las cortinas del pequeño balcón. Todo está saliendo perfecto.
—Bueno, Nathan, sé que no te gusta mucho el recibir regalos, pero —extendió tímidamente una caja azul con un delicado lazo plateado—, E-es para ti. Espero te guste.
Deposito un beso en su mejilla provocando que esconda su rostro entre las rodillas. Abro con cuidado la caja y lo que está dentro es algo adorable, una chaqueta estilo universitario con el logo de Batman enfrente y por detrás está bordada la palabra Gotham; además de una figura POP! del Batman de Adam West.
Susurro un "gracias" en su oído haciéndolo estremecer.
—También tengo un regalo para ti —le entrego la caja envuelta en papel kraft con lunares dorados y un simple lazo— Espero te guste.
Mi sonrisa se ensancha al ver cómo con emoción y un poco de torpeza abre el regalo dejando ver el pequeño y suave muñeco de zorro rojo y una pequeña colección de CD's de sus artistas favoritos.
Él no dice nada.
—Eh, eh... —balbuceé, comencé a creer que no le había gustado— Bu-bueno, lo-los discos... noté que tenías un pequeño tocadiscos en tu apartamento y... y... el zorrito-
Unos suaves y juguetones labios se posaron sobre los míos interrumpiéndome. Correspondí al beso de inmediato e inconscientemente lo tomé de las caderas colocándolo en mi regazo atrayéndolo más hacia mí intensificando el beso. Nos separamos por falta de aire, nuestras respiraciones chocaban una con una, sus mejillas sonrojadas resaltaban de su pálida y pecosa piel.
—Me encantaron —dice en un suspiro, acerca su frente hacia la mía—. Ahora sé el porqué de ésas preguntas "Nada Sospechosas" —una pequeña risa se escapa por parte de ambos.
—Te amo —nuestras miradas siguen conectadas, expresaban mil emociones que no podrían ser dichas con palabras. Sus ojos brillaron mucho más cuando mencioné esas dos palabras.
Deposita un corto beso en mis labios. El sabor a vino blanco sigue ahí.
—También te amo —otro beso cae en la comisura de mis labios—. De hecho... me gustaste desde la primera vez que entraste a la heladería, en principio me daba vergüenza hablarte pero comenzaste a ir más seguido y yo... bueno, me armaba de valor cada que me acercaba a ti...
Ahora éramos dos con mejillas coloradas.
Nos quedamos ahí; abrazados, el calor de nuestros cuerpos era más que suficiente. Acompañados de los colores de las luces navideñas, la suave música arrullándonos poco a poco hasta caer dormidos encima de la alfombra. No quería que todo fuese un sueño, quería despertar y verlo ahí, junto a mí.
Y así fue...
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Hicimos una especie de "trato"; ya que celebramos Navidad en mi apartamento ahora haríamos lo mismo pero en el suyo y para Año Nuevo.
Insistió en que Levi también fuera, parece ser que se encariñaron bastante. Sólo que, Levi, debe recordar que Archie no tendría ojos para nadie más que no fuese yo. Eso me lo dijo la mañana del veinticinco de Diciembre.
Ahora nos encontrábamos afuera del apartamento del adorable niño con pecas; ya que era último día del año, aproveché también para ir con Archie a pasear al parque, junto con Levi, claro. Di un par de toques a la puerta. ¿Cómo hace para siempre verse lindo? ¿Acaso lo hace a propósito? Un abrigo beige, jeans claros, doblados de la parte inferior permitiendo que sus zapatos marrón lucieran, una simple playera blanca y un gorro de lana gris con pequeñas orejas de oso me hacían perder la razón.
—Te ves bien —digo con una sonrisa, él se sonroja y me devuelve el cumplido.
Acaricia a Levi, dejándose mimar completamente por el castaño. Sin más, salimos a un pequeño parque cercano a su domicilio. Durante el trayecto Archie me contaba con emoción cómo estaba a punto de terminar su carrera y de cómo, posiblemente, pueda graduarse con honores. Tenía planes de abrir una veterinaria, aún no sabía dónde, pero realmente esperaba que lo lograra. Me contó además del porqué tomó el empleo en la heladería; quería una fuente extra de ingresos, los cuales destinaría después para cumplir sus metas.
No pude evitar el desanimarme un poco tras pensar que Archie no estaría para siempre en la heladería. Él tenía metas, sueños por cumplir y yo... yo sólo era un intento de policía.
—¿Nathan? —detiene su paso y el de Levi al darse cuenta que no estoy a su lado— ¿Qué ocurre?
Su voz suena suave, comprensiva. No quiero que note las posibles lágrimas que brotan de mis ojos. Levi se acerca preocupado, poniéndose en dos patas en un vago intento por consolarme.
—¿Na-Nathan? —está notando mis lágrimas. Su voz comienza a cortarse.
No dice nada más. Siento cómo sus pequeños brazos me rodean con firmeza y cómo acaricia mi cabello.
—Hey, tranquilo —dice con voz calmada—. Puedes soltarlo...
En un segundo, mis lágrimas comienzan a humedecer su abrigo. Levi se mantiene a mi lado, creo que si él fuese humano, también me abrazaría. Pasan varios minutos y el agarre de Archie seguía. Separo con lentitud su brazos y veo cómo sus ojos están cristalizados, acaricio sus mejillas, le dedico una mirada llena de cariño; doy un corto, tímido y dulce beso en sus labios, el cual corresponde. Susurro un "lo siento" y seguimos caminando. Dejando atrás el triste momento.
No volvimos a tocar el tema en lo que restaba de la tarde. Ya que los colores del cielo se tornaban violetas, regresamos al apartamento de Archie. No queríamos tener un cena de Año Nuevo "tradicional", por lo que en el camino compramos una pizza. Una vez regresamos, Levi cayó profundamente dormido en la alfombra cercana a la cocina. Acaricié un poco su cabeza y lo dejé descansar. Cuando regresé a la sala, Archie había acomodado la pizza, un vino de mesa con sabor frutal y dos pequeñas copas con las típicas doce uvas.
—Está todo listo. Faltan quince minutos para que termine el año —dijo sin apartar la vista del reloj de pared y una bella sonrisa adornando su rostro.
—Brindemos entonces —serví un poco del vino de mesa en dos copas.
Tras beberlas, no podía dejar de ver a Archie, la atmósfera era la misma que la de Nochebuena en mi apartamento.
—Nathan, ¿pusiste algo más en la caja de mi regalo de Navidad? —negué extrañado. Caminó hasta un pequeño librero tomando la caja del regalo, lo que más me sorprendía era el pequeño paquete plateado que sostenía entre sus dedos— Entonces esto debió ser por parte de Santa, ¿no? —dijo en un tono atrevido y juguetón.
"Hugo", pensé de inmediato, "A eso se refería Jacqueline".
—Archie, yo, no creas que-
Igual que la vez anterior, me interrumpe con un beso. Un beso que comienza tímido pero que poco a poco se torna más intenso y violento. Tomo de su cintura atrayéndolo más a mí. Sus finos dedos juegan tímidamente con mi cabello.
De pronto se separa.
—Ya casi es hora —una sonrisa divertida se dibuja en su rostro, sus mejillas están coloreadas.
No, no dejaremos esto así. Tenía que hacerse responsable por lo que comenzó.
—Yo creo que... puede esperar —no sé qué me pasaba, mi voz jamás se había escuchado tan profunda.
Me acerqué por detrás de él y comencé a depositar suaves y cortos besos que iban desde su hombro hasta el lóbulo de su oreja haciendo que emitiera un pequeño gemido. Lo volteé atacando directamente a sus labios; no le dio tiempo de reaccionar. Sus dedos jugueteaban de nuevo por mi cabello y yo recorría todo su cuello con mis labios.
Tomé sus piernas y las coloqué en mis caderas, sin dejarlo caer, nos dirigimos con cuidado a la escalera que conducía a la pequeña planta alta que sólo tenía una gran cama blanca con un juego de edredones esponjosos del mismo color. Almohadas con variedad de estampados daban un toque de color y estaba también el pequeño zorro que le regalé en Navidad. Al lado izquierdo estaba junto al muro un armario, no muy grande, de madera con pequeños estantes llenos de libros. Además de una caja de madera que servía como mesa de noche, sosteniendo una simple lámpara y un reloj. Otra ventana permitía una preciosa vista nocturna de la ciudad.
Con cuidado, coloqué a Archie en la cama. Su respiración estaba irregular, sus mejillas de un color adorable y sus ojos con una expresión que recién comenzaba a conocer, pasión. Coloqué mis manos a un lado de su cabeza, aprisionándolo. Una pícara sonrisa apareció en su rostro.
—Santa vió que te portaste bien este año, por eso dejó aquello —¿En serio dije eso?
Lo besé apasionada y deseosamente. Sus manos, sin dudar un segundo más, tomaron la parte inferior de mi suéter tinto para terminar por arrojarlo en algún lado de la minúscula habitación. Se fueron directamente a mi camisa, y yo, me fui directamente a su cuello, descubría mi nueva adicción.
Logré que soltara un par de gemidos casi imperceptibles y él le había dado el mismo destino, que mi suéter, a mi camisa. Poco a poco, nuestras prendas fueron hechas a un lado, hasta que quedábamos sólo en bóxers.
Fuegos artificiales de todos los colores se veían por la ventana. Cada estallido de color iluminaba la blanca piel de Archie, eso me encantaba.
Una carpa se formaba por debajo de la tela gris de su ropa interior; me senté detrás de él y comencé a besarle. Lentamente, mis manos acariciaban su torso desnudo. Podía sentir cómo su cuerpo temblaba. Dejé sus labios y un camino de cortos besos hasta sus hombros se hizo presente.
—Siete, ocho, nueve... —susurraba seductoramente en su oído mientras contaba las adorables pecas que cubrían su piel.
Una de mis manos comenzó a jugar con sus pezones, estaban duros, casi tanto como el miembro que pedía atención y comenzaba a humedecer la última prenda que quedaba. Mi mano libre se dirigió lentamente hasta el lugar, liberando poco a poco su erección.
Última prenda, desecha.
Comencé masajeando la punta, sentía cómo el líquido preseminal comenzaba a salir.
—Eres tan sensible —mordí levemente el lóbulo de su oreja haciéndole gemir por debajo.
Moví mi mano de arriba a abajo, primero lento y, gradualmente, fui aumentando la intensidad. Mi otra mano jugaba con los pezones del pequeño, incluso llevé un dedo a su boca, el cual lamió con gusto y después seguí jugando con aquellos botones rosados.
Los gemidos de Archie eran tímidos, adorables, pero aún así estaban logrando algo en mi amiguito. A medida que seguía, estos aumentaban. El cuerpo de Archie temblaba y sabía que estaba cerca.
—Ngh... Na-Nathan, yo... —gemía con su dulce voz. Estaba perdiendo el control y yo lo estaba provocando— Me-me vengo —dijo en un jadeo.
Dos vaivenes bastaron para que mi mano estuviese cubierta de un líquido blanquecino, claro, los espasmos en el cuerpo de Archie no se hicieron esperar. Ansioso, se dio la vuelta y me besó. Su traviesa lengua pedía permiso para chocar con la mía, comenzaron a un pequeño y sensual baile. Podía acariciar su suave piel logrando que se estremeciera.
Los fuegos artificiales del exterior, seguían. Aún podía apreciar sus colores iluminar la habitación.
Lentamente, Archie fue recostándome quedando encima mío. Sus caderas se movían de manera lenta y tortuosa por sobre la delgada tela negra de mi bóxer. Nuestros labios se unieron nuevamente, sólo que esta vez, dejé escapar un pequeño gemido. Archie sonrió en medio del beso, triunfante.
Se separó y, de la misma manera que yo lo hice, fue dejando pequeños besos que iban desde mi clavícula hasta la V que se formaba antes de llegar a mi entrepierna. Archie jugaba con la tela que estaba por encima de mi miembro escaso de atención. Estaba torturándome, podía notarlo en su mirada traviesa cómo disfrutaba el escuchar los sonidos que salían de mí. Sin dejar de masajear aquel lugar, se acercó a mi oído susurrando "Unas chicas suelen ir seguido a la heladería... Todo el tiempo hablan del sexy y moreno guardia de seguridad...", da una débil mordida al lóbulo de mi oreja haciéndome estremecer.
"Me puse celoso..."
Fue descendiendo hasta situar su boca por sobre la delgada tela. Depositaba cortos besos por encima de mi miembro, definitivamente estaba torturándome. Pasaba su lengua de abajo hacia arriba, tomando el elástico con sus dientes y bajándolo. Liberando aquello; Archie lo miraba deseoso. Repitió lo mismo que por encima de la tela, sólo que ahora cada toque me volvía loco.
—A-Archie... —me dirigió una mirada maliciosa. Él sabe lo que está haciéndome.
Su lengua se desliza desde la base hasta la punta de mi miembro, después, lo introduce lentamente en su boca. Por Dios... se siente tan jodidamente bien.
Mueve su cabeza de arriba a abajo, su lengua juguetona hace de las suyas en el interior. Mis gemidos no se hacen esperar.
—Archie, carajo... —maldigo en medio de uno de los tantos jadeos que me hace emitir.
Él me dirige una mirada traviesa. Me encanta esta nueva faceta suya. Su mano se mueve de arriba a abajo haciéndome desfallecer aún más. No deja de saborear mi miembro, lo chupa como si de un dulce se tratase. Pocos minutos después, pequeñas manchas de una sustancia cálida están en su rostro. Bien, eso fue algo vergonzoso. Rápidamente busco un pañuelo para limpiar su rostro; no creí que fuera venirme en él.
— No —responde lascivamente cuando intento limpiarlo.
Pasa sus dedos por la sustancia blanquecina y después los lleva a su boca. Saboreándolos uno a uno. No puedo más. Lo atraigo hacia mi regazo y comienzo a besarle de manera dulce pero pasional. Él rodea mi cuello con sus finas manos, deslizándolas hasta mi cabello para jugar con él. Suelto una pequeña risa en medio del beso, provocándole cosquillas.
—¿Qué haz hecho conmigo? —susurro con esa voz seductora que tanto lo hace sonrojarse, esta no fue la excepción.
Mis manos acarician cada centímetro de su blanca y manchada piel. Él suelta pequeños suspiros al momento de que mis labios se dirigen a su cuello, sus marcadas clavículas y su bello torso, dejando marcas en lugares específicos.
—Na-Nathan, por favor... —dice entre suspiros.
Desciendo mis manos lentamente hasta sus glúteos, masajeándolos un poco antes de dirigir uno de mis dedos a su entrada. Él gime ante el simple contacto.
—En verdad, eres muy sensible —le susurro al oído.
Esconde su rostro en mi cuello, sus manos acarician mi pecho a medida que mi pulgar lo hace en aquel lugar tan delicado. Puedo inhalar su dulce perfume, tan dulce como él.
Puedo sentir cómo su entrada comienza a dilatarse poco a poco y, de manera lenta, introduzco uno de mis dedos en su interior haciéndolo soltar un gemido más agudo de lo normal. Muevo mi dedo lentamente en su interior, siento cómo sus adentros son estrechos, no tardaré en encontrar su punto dulce. Otro dedo está ahora dentro de él; su agarre se vuelve más intenso. Su respiración más entrecortada, suelta pequeños y casi inaudibles gemidos cerca de mi oído.
Tomo su barbilla, quiero ver sus tiernos ojos. Su rostro está tan sonrojado, no paran de salir pequeños y adorables suspiros de se boca. Sin más, le beso. Un beso como el primero que nos dimos en el auto. Un beso tímido, suave, lento. Estoy seguro de que es su primera vez y quiero que se sienta tranquilo.
Aunque después de lo que hizo succionando mi miembro me hace creer que estuvo viendo algunos vídeos de cómo hacerlo.
Mis dedos salen de su interior, está preparado para lo que viene. Nos separamos un poco, dejando un pequeño hilo de saliva entre nosotros. Pequeñas gotas de sudor hacen que su sedoso cabello caiga en su frente.
Tomo el pequeño paquete plateado y hábilmente coloco el látex sobre mi miembro. Hasta el día siguiente me daría cuenta que en aquella curiosa cajita decía Ultrasensibles. Archie se recuesta en la cama, su redondo trasero está al aire y su adorable miembro sigue despierto.
—S-sé gentil... Po-por favor —habla entre suspiros, su rostro está completamente rojo hasta las orejas. Sus ojos dejan ver la excitación, el deseo que quiere ocultar.
Me acercó hacia él y, con cuidado, coloco mi miembro de manera que roza su entrada; él esconde su rostro en la almohada, no dudo que esté mordiéndola. Mientras rozo aquel sitio, me inclino sobre su espalda dejando un camino de besos que va desde su cuello hasta sus caderas. Con delicadeza, introduzco lentamente la punta de mi erecto miembro en él. Un gemido ahogado se escucha en la almohada.
Así voy introduciéndome poco a poco en él, sus delgadas piernas comienzan a temblar, su miembro palpita por atención. Dirijo mi mano hacia éste y lo masajeo un poco, eso distraerá su atención de lo que ocurre en su entrada. Una vez estoy dentro completamente, Archie me deja ver un poco de su rostro. Pequeñas lágrimas se asoman.
—E-eres muy grande —gime haciéndome sonrojar casi tanto como él.
Espero unos segundos a que Archie se acostumbre a mi presencia, mueve sus caderas un poco y de esa manera me muevo también. Al principio son movimientos lentos, después van subiendo cada vez más su intensidad. El interior de Archie apretaba mi miembro, su interior se sentía muy bien.
—Archie... —digo en su oído— quiero ver tu rostro... Por favor —niega sin apartarse de la almohada— Cielo, por favor. Déjame verte —pido con ternura.
Se separa un poco de la almohada, su cabellera está revuelta. Con cuidado, lo acomodo de manera que quede completamente frente a mí. Las estocadas aumentan gradualmente. Quiero guardar la imagen de su rostro sonrojado, sudoroso, con los labios entre abiertos pronunciando débilmente mi nombre entre suspiros y gemidos. Sus ojos llenos de amor. Estira débilmente sus brazos para tomar la almohada en la que recarga su cabeza. Una dulce sinfonía inunda el apartamento con nuestros gemidos combinados.
—Archie —me inclino para besarle, él corresponde de inmediato. Introduzco mi lengua para que juegue un poco con la suya. En medio de aquello, muerde débilmente mi labio inferior haciéndome soltar un pequeño quejido.
Sus manos intentan acercarse a su miembro para brindarle un poco de atención pero yo lo evito. Sin despegar nuestros labios, dirijo una mano hasta su erección. Con el simple tacto, Archie suelta un gemido en medio del beso así que aprovecho para morder de igual manera su labio inferior.
En pocos segundos, Archie termina con el torso lleno de sí. Con mi lengua recorro cada centímetro de él, haciendo paradas ocasionales en su ombligo y en sus pezones. Aumento la velocidad de las embestidas, sus brazos me envuelven en un abrazo y siento cómo sus uñas dejan marcas en mi espalda.
—M-más. Por-por favor. Más —musita entre suspiros.
Lo penetro con mayor velocidad hasta que llego a mi propio orgasmo. Salgo con lentitud del interior de Archie volviendo a juntar deseosos nuestros labios. Retiro la funda de látex de mi miembro, la amarro y la deposito en un cesto de basura cercano a las escaleras. Archie está de rodillas sobre la cama.
Por la luz proveniente del exterior, veo su pálida piel con pecas brillar. Aquellas marcas que dejé en él tardarán días en desaparecer. Me acerco a él y tomo sus sonrojadas mejillas para besarle, él rodea mi cuello acercándonos mucho más.
—Quiero intentar algo —dice una vez nos separamos.
Toma de nuevo la cajita y saca otro empaque plateado. De manera hábil, y sin yo saber cómo, está colocándome con sus labios una nueva capa de látex sobre mi miembro. Me mira de forma juguetona una vez termina. Tomo de nuevo su rostro y le beso, desesperado, lujurioso.
Lo acuesto debajo de mí, nuestros miembros rozan entre sí provocando que soltemos un par de gemidos. En un movimiento rápido, Archie está ahora encima de mí.
—Di-Dicen que a-así se s-siente mejor —dice temeroso pero con cierto tono de excitación.
Me da un fugaz beso y comienza a acomodar mi erección en su entrada. Una vez entra la punta, Archie deja escapar otro agudo gemido. Yo siento como una onda de placer se extiende por todo mi cuerpo al sentir su estrecho interior. Termina de introducir mi miembro y su rostro tiene esa misma expresión mezcla de excitación y ternura.
Tomo sus caderas y comienzo a moverme lentamente. Tenía razón. Una sola estocada hizo que tocara aún más su interior. Sigo moviéndome, una estocada a la vez, hasta que percibo su mirada pidiéndome más. Con mi pulgar, acaricio sus preciosas mejillas y comienzo a moverme de una manera más rápida. Nuestros gemidos vuelven a invadir su apartamento.
Por la ventana luces multicolores vuelven a aparecer. Ésas luces iluminando la pálida piel de Archie me hacen adorarlo aún más.
Una especie de "corriente eléctrica" me recorre, estoy cerca. Los interiores de Archie se contraen, una vez toco su punto dulce, haciéndome sentir aún más placer.
—A-Archie. E-Estoy cerca —jadeo.
—Y-yo también. Oh por Dios... Nathan... m-más rápido —nuestras miradas se conectan, una adorable sonrisa aparece en su rostro carmesí. Es tan hermoso.
Aumenté el ritmo de las penetraciones y segundos más tarde un orgasmo se hizo presente en ambos. Yo terminé dentro del látex y Archie terminó entre nuestros abdómenes. Con cuidado salí de él, me deshice del látex sucio, y posiciono a mi hermoso castaño a un lado mío, sus labios ligeramente hinchados, su rostro sonrojado y sus ojos. Una sonrisa aparece nuevamente y nuestros labios conectan una vez más.
—Feliz Año Nuevo, amor —susurra.
—Feliz Año Nuevo —comienzo a repartir diminutos y fugaces besos por todo su rostro haciéndole sentir cosquillas.
Con las estrellas cubriendo al cielo, y la luz de la luna sobre nosotros, caímos dormidos con una sonrisa en el rostro.
🍧
Nos duchamos juntos la mañana siguiente, desayunamos la pizza que no tocamos la noche anterior. Toda la mañana estuvimos sentados en el sofá viendo viejas películas de los 80's. Me sentía agradecido porque Levi, al amanecer, seguía profundamente dormido, ahora su cabeza descansaba en el regazo de Archie.
—¿Te imaginas tener un auto poseído y que cometa homicidios? Es algo muy loco —dice acariciando la cabeza de Levi.
Mi brazo rodea su cuello, estamos cubiertos con una cálida y gran manta tejida que Archie encontró por ahí.
—Preferiría tener sólo el auto, los Plymouth Fury son autos hermosos —volteo a ver al adorable chico a mi lado dejando escapar una sonrisita—. Pero tú eres más hermoso.
Dicho esto, él se sonroja a más no poder y desvía su rostro hacia Levi.
—Nathan —dice con voz suave luego de unos segundos—, ayer, cuando estábamos en el parque, ¿por qué...? —voltea a verme preocupado.
Suelto un gran suspiro y soy honesto.
—Supongo que me puse a pensar demasiado. Sé que probablemente en cuanto termines tu carrera de Médico Veterinario dejarás el empleo en la heladería y... no podré verte tan seguido —su rostro se enternece al escuchar mis palabras—. Tienes sueños y metas por cumplir, eres joven y quiero que tengas éxito. No lo sé, siento que, a la larga, el tener a un intento de policía a tu lado sólo te retrasará...
—Nathan, ¿por qué dices eso? —toma levemente mi barbilla haciéndome verlo— No soy un niño. Sé lo que quiero en mi vida y quiero que estés conmigo —siento mis mejillas acalorarse ¿Escuché bien?—. No quiero irme de tu lado y tampoco quiero que te vayas del mío. Nathan —acarició mi mejilla dedicándome una mirada cariñosa—, yo te amo; y sé qué tal vez seamos diferentes en algunas cosas pero quiero estés ahí conmigo... porque yo estaré contigo en las buenas y en las malas.
Intento contener las lágrimas que amenazan con salir. Sus labios tocan los míos en un pequeño beso.
—No te dejaré solo, Nathan —dice con una sonrisa.
Le rodeo con mis brazos, él hunde su rostro en mi cuello, el olor de su shampoo me encanta.
—Te amo.
Él trajo color a mi vida. Aquel adorable chico con pecas de la heladería.
~ 🍨🍦🍧 ~
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