heart cake

Especial de San Valentín
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—¿Su cumpleaños, eh? No creo que sea difícil planearle algo —dijo Hugo dando una calada a su cigarrillo.

Faltaban poco más de diez días para San Valentín, o como yo lo veía desde hace dos años, el cumpleaños de Archie. Aunque él siempre decía que no se sentía cómodo celebrándolo ya que una de las desventajas de haber nacido en ese día era que todos los lugares subían el precio de sus productos o servicios a niveles realmente ridículos; por ello, en el primer cumpleaños que pasamos juntos, insistió demasiado en no querer algo especial. Aunque terminé por regalarle una cajita con chocolates y un arreglo floral con girasoles y tulipanes, sus favoritas. Fue un obsequio sencillo, pero el brillo en sus ojos y sus mejillas coloradas junto con su tímida voz susurrando un «Gracias» expresaron todo.

—¿Y si repites lo mismo de hace un año? Regalarle sus chocolates favoritos.

Su comentario provocó un fuerte rubor en mi mejillas al recordar el destino que tuvieron aquellos dulces.

—Tal vez quiera regalarle algo diferente este año... —murmuré.

—Bueno, sea lo que sea que vayas a obsequiarle deberías darte prisa. No falta mucho para que todo suba de precio —dijo él, extinguiendo el cigarrillo en el cenicero y volviendo al interior de la tienda.

El frío del invierno aún podía sentirse. Recargué mi cuerpo contra el muro, exhalé y percibí la diferencia de mi temperatura con la del ambiente. Perdiéndome en el pálido azul del cielo y en las diferentes nubes que lo acompañaban. Preguntándome mil y un veces sobre qué podría regalarle a mi pequeño castaño.

Archie me gusta demasiado. Me gustó desde la primera vez que ví su bonito rostro pecoso y su suave cabellera castaña a juego con los ojos más bonitos y la sonrisa más adorable del mundo. El hecho de saber que alguien tan increíble e interesante como él correspondía los sentimientos de alguien como yo hacía que mi corazón latiera desenfrenado.

—Algo se me ocurrirá.

Despegué la vista del cielo y volví al interior de la tienda departamental.

🍰

El año pasado Archie terminó su carrera, por lo que ahora trabajaba a tiempo completo en la heladería. Sus padres no asistieron a la ceremonia ni a la fiesta de graduación. A pesar de que él decía que sólo le importaba que estuviera junto a él, sus ojos decían otra cosa. Quería ver a sus padres, pero ellos no querían verlo.

La noche comenzaba a caer. Pasaban de las ocho y media por lo que la heladería ya estaba cerrada. Marqué mi hora de salida, me coloqué la chaqueta y salí del centro comercial, siendo recibido por un par de mejillas sonrosadas al llegar a mi auto.

—No tenías porqué esperar afuera, hace frío —dije, besando brevemente sus labios y quitándome la chaqueta—. Póntela.

Puse la prenda sobre sus hombros, soltando una leve risa al notar la diferencia de tallas que había entre nosotros.

—¿Quieres ir a algún lado? —dijo él. Tomó mis manos y pude sentir un poco de su calor.

—¿Tienes algo en mente?

—Tengo muchas cosas en mente —respondió con voz sugerente y esa mirada lasciva que me erizaba la piel. «Este mocoso cree que por ya no ser un estudiante puede volverme loco y salirse con la suya.»

—¿Ah, sí? —contraataqué. Lo tomé por la cintura acercándolo a mí, tenía el rostro completamente colorado y todo rastro de aquella diminuta perversión se transformó en timidez—. Vayamos a cenar, yo invito.

Besé su mejilla, le abrí la puerta del auto y conduje al restaurant de hamburguesas favorito de Archie, donde nos comportamos como un par de adolescentes; él me daba pequeños besos, algo traviesos, y yo hacía lo mismo. Archie siempre terminaba sonrojado y eso me hacía enamorarme cada vez más del pequeño castaño de mejillas pecosas.

—Tienes algo en el rostro —dijo con una mirada inocente.

—¿Qué tengo...?

Él colocó un poco de crema batida en la punta de mi nariz, cambiando su expresión de inocencia a una risa tímida.

—Lo siento —se disculpó entre risas—. Déjame limpiarlo.

Antes de que acercara la servilleta a mi rostro vi la oportunidad perfecta de vengarme, ahora era él quien tenía crema batida en la mejilla. Ahora era yo quien reía ante su adorable puchero.

—Fue justo —dijo con una sonrisa.

—Perdona, tenía que equilibrar las cosas.

Reí nuevamente, nos limpiamos y terminamos la bebida para posteriormente pagar y retirarnos del restaurant.

El camino a casa de Archie fue ambientado con una charla trivial sobre programas de televisión, teorías sobre seres de otros mundos y su posible participación en la historia; con las voces de The Doors de fondo. Al llegar a su edificio, lo noté un poco ansioso.

—¿Archie? —dije con voz suave— ¿Sucede algo?

Guardó silencio unos segundos, virándose hacia mí con los ojos cristalizados y las mejillas de un tierno tono rosado.

—¿Amor?

—Nathan, yo... —Su voz comenzaba a entrecortarse. Negó ligeramente y cambió el semblante a una pequeña sonrisa—. No es nada. Te escribo después, ¿de acuerdo? Te amo.

—También te amo.

Besé su mejilla, sonrió y bajó del auto para entrar al edificio.

Aquello no hizo mas que preocuparme. No se veía bien y parecía que iba a decirme algo importante. Mil ideas comenzaron a rondar en mi cabeza, pero tampoco quería presionarlo para que me dijera qué le sucede.

Esa noche Levi me hizo compañía; no pude cerrar los ojos hasta entrada la madrugada.

🍰

—¿Y si quiere que terminemos? —Hugo rodó los ojos. Llevaba toda la mañana nervioso y no podía rendir completamente en mi trabajo.

—Nathan, por enésima vez, no va a terminar contigo —espetó—. Lo tienes idiotizado desde hace dos años. Si se hubiera querido deshacer de ti ya lo hubiera hecho.

—Nunca lo había visto así...

—Dale tiempo, sólo han pasado tres días. Seguro busca la manera o el momento apropiado para decirte lo que sea que quiera decirte. Relájate, ¿sí? —Asentí con desgano.

Ese día salí un poco más temprano de lo usual. Archie saldría con unos amigos de la universidad, así que sólo éramos Levi y yo, como en los viejos tiempos. Decidí sacarlo a pasear. Nos encontrábamos en el parque que solíamos frecuentar, Levi se veía relajado y bastante divertido corriendo tras las ardillas y oliéndole el trasero a otros perros con los que después comenzaba a jugar. Me senté en una banca cercana, me coloqué los auriculares y cuidaba de mi perro. Una tarde tranquila.

—¿Nathan?

Escuché una voz por encima de la música. Busqué con la mirada hasta dar con un alguien de cabello castaño, barba de candado y amigable sonrisa.

—Diego —dije sonriente.

—Amigo, ha pasado mucho tiempo —dijo, acercándose y chocando los cinco—. ¿Cómo has estado?

—Si te refieres a la herida de bala, estoy fantástico. Hace años que me recuperé.

—¿En qué estás ahora? El capitán no nos mencionó nada sobre ti desde aquel día. —En la mano tiene una correa y una botella de agua. Se sentó a mi lado—. Algunos creían que habías muerto.

—Trabajo como guardia de seguridad —respondí con seriedad.

—¿Lo dices en serio?

—Hay mucha menos acción, pero la paga es buena y mi vida no corre peligro. Aunque es algo...

—Aburrido.

—Sí.

—Nathan, tu potencial se desperdicia en ese lugar. Desde que te fuiste las cosas ya no son iguales en la estación. Tú eres un gran líder y necesitamos uno.

—El capitán fue muy claro en ese entonces, no me dejará volver.

—¡Al diablo con eso! Se retiró hace unos meses, podrías intentarlo.

—No lo sé, Diego —murmuré—. Ahora estoy con alguien.

—Oh, no digas más. La preocupación marital de no saber si regresarás vivo para la cena. Me pasa. Alex solloza cada mañana cuando me voy, pero un beso y la promesa de regresar siempre la tranquilizan —respondió con algo de humor—. Si ese es el problema entonces habla con tu pareja. Sería genial tenerte de regreso.

—Supongo que puedo hacer eso.

—Si lo haces, llámame... ¿aún tienes mi número, cierto? —asentí. Se puso de pie y llamó a su perro, un labrador—. Entonces, piénsalo, pero no te demores demasiado. Hasta luego.

Se despidió con una sonrisa para comenzar a alejarse entre los caminos del parque y las personas que lo visitaban.

Lo que faltaba. Como si no tuviera suficiente con el tema de una posible ruptura con Archie, ahora llega esto. Aunque una parte de mí realmente desea ser un policía otra vez. Suspiré pesadamente y pasé las manos por mi cabello. Tenía muchas cosas en qué pensar.

—¡Levi! —silbé para llamar su atención, él corrió hacia mí moviendo la cola alegremente. Me puse a su altura para acariciarlo y colocarle la correa—. ¿Te divertiste? ¿Hiciste algún amigo o sólo jugaste con las ardillas? Vamos a casa, debes estar cansado.

El cielo se volvió de un color violeta con pinceladas azules; apenas se asomaban las primeras estrellas. Al llegar a casa Levi cayó dormido en su cama mientras yo me dirigía a tomar una ducha para intentar aclarar mis ideas.

Las palabras de Diego rebotaban una y otra vez. «Tú eres un gran líder y necesitamos uno... Tu potencial se desperdicia en ese lugar... Sería genial tenerte de regreso...»

¿Será que Diego tiene razón?

Al salir sequé mi cabello y me recosté en la cama. Perdiendo mi vista en el techo de la recámara.

Si regreso a la policía estaría recuperando una parte mí, algo que dejé a la fuerza hace mucho tiempo. Pero eso implicaría alejarme un poco de Archie... y a la larga puede hacer que terminemos.

—Mierda...

Tomé mi celular e intenté contactarlo, pero es en vano. Me extrañó un poco ya que él no es del tipo de persona que llega tarde a casa o lleva el celular sin batería.

Terminé por consultarlo con la almohada. Pensando en si sería bueno intentarlo nuevamente para la policía; no es como si hubiera perdido condición o habilidades. Aunque también prefiero ignorar el hecho de que mi novio ha estado evitándome desde aquella noche.

🍰

Han pasado cuatro días desde mi encuentro con Diego. Hugo me ha animado a intentarlo nuevamente, así que ahora estoy esperando a encontrarme con el nuevo capitán. Diego me ha dicho que él, junto con otros compañeros, le han hablado mucho de mí y parece convencido sobre mi reintegración, pero igual quiere ponerme a prueba.

¿Archie? No ha estado evitándome del todo, me envía un par de mensajes y fotos, pero ese sentimiento de que algo malo sucede no desaparece y me inquieta.

—¿Ross? —llamó un hombre calvo de voz profunda y traje beige. Me puse de pie al instante siguiendo los protocolos de presentación ante un superior. Diego está a su lado—. Soy el capitán Donald Cragen.

—Señor —respondo con firmeza. Estira su mano y estrecha la mía a manera de saludo.

—Muchos agentes, incluido el agente Reyes, no han dejado de hablar sobre usted desde que llegué aquí. Dicen que es alguien esencial para el equipo —dice, sin perder la seriedad, con un semblante un tanto amigable—. Veamos si eso es cierto. Acompáñeme.

Diego y yo le seguimos, encaminándonos al campo de pruebas. Esto me recuerdos.

—Supongo que le resulta familiar —dice Cragen—. Claro que le hemos hecho algunas modificaciones. Inspecciónelo, lo veré en la línea de salida en cinco minutos.

Se aleja y hago lo indicado. El circuito se mantiene igual, en su mayoría; agregaron pruebas que involucran escalada rápida y extendieron la longitud de la prueba de resistencia.

—¿Listo? —pregunta Diego. Asentí antes de encaminarme a los vestidores donde realicé los ejercicios de calentamiento apropiados.

Reviso por última vez mi celular. Envío un mensaje a Archie diciéndole directamente lo que iba a hacer, aunque me habría gustado decírselo en persona.

Archie ~ ❤️
última conexión a las 7:24

Haré la prueba para regresar a la policía. Me habría encantado decírtelo en persona, pero no encontré el momento adecuado y no quería dejar pasar esta oportunidad. Espero lo entiendas. Te lo explicaré después.
Te amo. ❤️
8:37

Ahora, hagamos esto.

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Mi pecho comenzó a arder en los últimos metros, pero logré terminar en tiempo récord la última prueba. El capitán Cragen se acercó con una sonrisa.

—Ya veo que no hablaban solo por hablar, Ross. Refréscate y cuando estés listo nos vemos en el campo de tiro.

Asentí y él se alejó. Diego y el agente Rollins se acercan con una bebida energética en mano, arrojándomela para hidratarme.

—¡Te estás luciendo, Nathan! —exclama Rollins.

—Si sigues así en la prueba de tiro tendrás un puesto asegurado en la policía, y quién sabe, hasta puede que te asignen como sargento o teniente.

Aún agotado pierdo el rastro de la palabrería que sueltan, siempre asintiendo y con media sonrisa en el rostro.

—Iré a ducharme —dije, alejándome.

Al terminar y tras ponerme un conjunto de ropa deportiva, sequé mi cabello mientras revisaba mi celular en espera de algún mensaje. Mi hermana me deseó buena suerte en la prueba, al igual que Hugo y Jacqueline; Archie me envío un mensaje de voz poco después de haber recibido mi mensaje.

«Quiero desearte mucha suerte en la prueba. Sé que últimamente he estado un poco ausente, pero créeme que no es con una mala intención. Amo estar contigo, amo verte por las tardes y en las noches, amo besarte y tu sentido del humor. Amo cada faceta de ti, incluso cuando despiertas con el cabello alborotado y con cara de odiar a la humanidad, esa es mi favorita —ríe ligeramente, haciéndome sonreír—. No quiero que tengas una idea errónea sobre lo que ocurrió la última vez. No quiero terminar contigo... Hugo me lo dijo. Nathan Ross, te amo como nunca he amado a nadie, eres lo mejor que me ha sucedido en la vida. Nunca olvidaré el día en que te conocí, la primera vez que hablamos, nuestro primer beso... Eres la persona con la que quiero estar por el resto de mi vida. Te amo, nunca lo olvides.»

Unos minutos después, envió otro mensaje: «¿Podemos vernos mañana?»

Escribí una respuesta afirmativa. Limpié mis lágrimas y guardé el celular en el casillero junto con el resto de mis cosas. Más tarde respondería al audio que me envió, el cual me dejó más calmado y con la mente más clara para la próxima prueba.

—Capitán —llamé. Cragen se vira, tiene una sonrisa desafiante en el rostro.

—Ross, no me decepciones —dice, entregándome el arma.

Me coloqué el equipo apropiado. Inhalo y exhalo con tranquilidad. Relajándome.

Fijo la mira en el objetivo. Preparo el arma. Suena la señal.

El muñeco de pruebas se llena de agujeros en pocos segundos dejando al descubierto el relleno de espuma.

Cragen sonríe satisfactoriamente.

🍰

Son casi las cinco y media cuando regreso a casa. Levi me recibe igual de cariñoso como de costumbre, por no decir que por poco tiene que cargarme hasta el dormitorio. Estoy agotado, lo único que deseo es echarme a dormir y no ser molestado. Me dirijo a la cocina a prepararme un té; Levi adopta el papel del perro servicial y acerca mis pantuflas a la cocina.

—Gracias, amigo. —Rasqué detrás de su oreja, haciéndole mover la cola.

Cambié mis zapatos y esperé a que el agua estuviera lo suficientemente caliente para terminar de preparar el té. Recordé el adorable audio de Archie; me he sentido intranquilo los últimos días, pero después de escucharlo decir que no tiene ni tendrá intenciones de dejarme me hizo feliz. Mi corazón recuperó su ritmo y ahora pienso sobre qué podría hacer para responderle. Su cumpleaños es en dos días, para entonces me enviarán el correo para decirme si fui aceptado o no.

Levi me mira atentamente, como si preguntara por mi estado de ánimo. Me pongo a su altura y hago contacto visual con sus ojitos oscuros. Hablándole con la esperanza de obtener una respuesta.

—¿Qué le darías si estuvieras en mi lugar? —Levi se quedó mirándome en silencio hasta que salió de la cocina.

El agua estaba lista; la vertí con cuidado en una taza para después colocarle un sobre de té, era de cereza negra (tiene un sabor algo dulce, pero hace un par de años que me gustan las cosas así). Con bebida en mano me dirigí al dormitorio, encontré a Levi rebuscando entre las cajas del armario. Salió con una caja llena de viejos casetes, algunos de ellos vacíos. Me miró, esperando a que entendiera lo que me quería decir.

Eso me tomó un par de minutos.

—¿No son algo viejos? —pregunté, acariciando su cabeza.

Tomé la caja, ambos nos subimos a la cama y él apoya su cabeza sobre mi regazo. A Archie y a mí nos gustan las cosas viejas, después de todo crecimos con ellas.

Al ver a Levi supe que me había dado una idea para responderle al adorable chico de la heladería. Y una muy cursi.

—Nathan Ross —murmuré—, este niño te ha cambiado.

Al día siguiente, en la hora de descanso, Hugo me acompañó a la tienda de música del centro comercial. Allí nos ayudaron a grabar algunas canciones en los cassette, tal y como en los viejos tiempos; no fue sencillo, pero estuvieron listos después de las cinco de la tarde. Y claro, en todo el día Hugo no paraba de preguntar qué es lo que tengo pensado hacer con las cintas.

—Archie tiene un viejo reproductor que le regaló su abuelo antes de fallecer, pero las cintas que tenía se quedaron en casa de sus padres y no lo ha utilizado desde que llegó a la ciudad.

—¿Entonces sí le darás algo por su cumpleaños, no?

—Bu-bueno, yo diría que es más un regalo de San Valentín... creo.

—Entonces tu plan es regalarle algo por San Valentín que le traiga nostalgia, recuerdos de un pasado que prefiere se mantengan ahí por todo lo que ha sufrido —dijo con dramatismo—. No tiene relación alguna con su cumpleaños.

—Así es.

Se queda callado por unos segundos antes de decir algo.

—Es un plan algo cursi, lo sabes, ¿no? —dice con una pequeña sonrisa.

—Últimamente pasaron muchas cosas entre nosotros. He sido algo sobreprotector con él, cuando puede cuidarse solo. No es un niño pequeño que necesita vigilancia las veinticuatro horas del día, Hugo —suspiré—. Además, no pienso dejar que nuestra relación esté basada en solamente sexo.

—Eso no pareció importarles mucho cuando casi los atrapan en tu auto.

—Eso es otro tema —respondí en voz baja, desviando la mirada—. Sólo quiero responderle de una buena manera todo lo que no he sido capaz de expresarle con palabras. Por eso este obsequio es tan importante...

—Nathan Ross, este niño te ha cambiado —dice con voz suave—. Ya no eres el Nathan amargado, frío y serio que entró a trabajar aquí. Y estoy feliz por ti, hombre.

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Archie me escribió un mensaje diciendo que me esperaría cerca de la entrada principal del centro comercial. Me encanta esta época del año porque puedo ver a Archie vistiendo un abrigo tres tallas más grande a la suya, con una bufanda colorida y con las mejillas sonrojadas; es una de las vistas más tiernas que existen. Y más cuando me regala una sonrisa.

—¡Nathan! Me alegra que por fin tengamos tiempo para hablar.

—No nos hemos visto en algunos días...

—Y te he extrañado mucho.

Sus brazos rodean mi cuello; se pone de puntillas para mis labios. Me abraza, y me invade una sensación de nostalgia. No pasamos mucho tiempo separados, pero realmente extrañaba sentirlo cerca.

—Te amo, Nathan.

Sus palabras se sienten cálidas en mi corazón. «Me haces el hombre más feliz del mundo.»

—Te amo, Archie.

Él acuna mis mejillas; sus manos son delicadas y parecen hechas de porcelana. Me besa, es dulce. Así nos quedamos, envueltos en una manta cálida en medio del invierno.

Hay una cafetería cerca de su edificio; él pide un café frappé, con crema batida y caramelo, yo pedí un café americano. Archie me habla con emoción sobre lo que ha estado haciendo en los últimos días; uno de sus compañeros de la universidad se casará en tres meses, y le pidió a Archie que fuera su padrino.

—¿Mañana saldrás a la misma hora? —pregunta él.

—Saldré un poco más temprano, tal vez a las seis de la tarde esté libre.

—¿De verdad? —dijo entusiasmado— Entonces ¿te gustaría tener una cita? Después de todo es el día de San Valentín.

Sus ojos brillan, sus mejillas se vuelven de un suave color rosa. «¿Eres consciente de lo tierno que eres?»

—¿No tendrás problemas con tu trabajo?

—No, me dieron permiso de trabajar hasta el mediodía.

—Bueno, ¿a dónde te gustaría ir?

—Tal vez al planetario o al museo de historia natural, escuché que tienen una exhibición de tesoros egipcios bastante interesante.

—Me encanta la idea —dije con una sonrisa.

—¡Genial! Entonces es una cita —exclama emocionado.

—¿Quieres pedir algo más? Además de una servilleta para ese bigote de crema que tienes.

Archie hace una cara graciosa antes de limpiarse, ambos reímos. Algo llamó mi atención en la sección de postres del menú; es normal que en esta época del año los restaurantes tengan comidas especiales, pero por un momento me pareció linda la idea de compartir con mi pareja aquel pastel con forma de corazón. Archie se acerca al menú, y sus ojos parecen los de un niño pequeño al ver la fotografía del postre.

—¡Se ve delicioso! Me gustaría probarlo, pero ya he comido demasiado.

—Podemos pedirlo para llevar y comerlo en mi casa mañana por la noche, ¿qué te parece?

—Suena bien —suspiró.

Sus mejillas se sonrojan; no importa cuántas citas hemos tenido hasta ahora, siempre se siente como si fuera la primera.

🍰

Catorce de Febrero. Día de San Valentín.

Es el cumpleaños de Archie.

Levi me despertó lamiéndome la cara.

—¡Levi, basta! ¡Detente! —dije entre risas hasta que logró calmarse—. ¿Qué quieres desayunar?

Bajó de la cama y corrió hasta la cocina, me levanté en el momento en que cruzó el umbral de la puerta. El reloj marca las seis de la mañana con veintitrés minutos. Al llegar a la cocina, lo encontré sentado como un perro educado; acercó su tazón de comida con el hocico y me miraba con ojos de cachorro. «Me pregunto de quién aprendiste eso.»

Antes de estar en una relación con Archie, Levi siempre era el consentido en este día, y eso no nunca cambiará. Levi es muy importante para mí, es mi familia, lo quiero mucho. Además, a él no le molesta ser consentido o mimado por las personas. Últimamente Archie es quién más lo consiente, tal vez demasiado.

—Sabes que hoy es un día especial, ¿no es así, amigo?

Levi me observó mientras preparaba su desayuno especial, aunque sólo era atún mezclado con comida para perros. Cuando no estaba en dos patas sobre la encimera de la cocina se podía escuchar el golpeteo de su cola contra el piso; lo serví en un tazón y él lo comió con gusto.

—Feliz día, amigo —susurré, acariciando detrás de sus orejas.

Me aseguré de llevar una chaqueta extra al salir de casa. Levi se quedó comiendo en la cocina, probablemente se quedará dormido sobre el sofá. Tengo el presentimiento de que será un buen día; podré darle a Archie su regalo de cumpleaños después de nuestra cita.

Las calles estaban llenas de globos de colores rosados y rojos; hay montones de vendedores de flores en parques y afuera de sus locales, y las pastelerías y tiendas de dulces están a reventar de clientes. Suspiré al recordar que el ambiente romántico no sería diferente en mi trabajo por lo que comencé a prepararme mentalmente para poder sobrellevar todo lo que me espera. Al llegar, veo que algunas tiendas del centro comercial ya están abiertas al público. Y lo que me temía, muchos compradores de último momento esperando ansiosos porque la tienda departamental abra sus puertas.

—Nunca aprenden —dije con desgano al llegar a la sala de empleados.

—No todos somos tan prevenidos o detallistas como tú, Nathan —dice Jacqueline con una sonrisa—. ¿Quieres un café?

—Sin azúcar, por favor —suspiré—. ¿Tienes planes con tu esposo, Jackie?

—Iremos a cenar a un restaurante en las afueras de la ciudad, después iremos a pasear por el centro. Será como cuando nos conocimos —dijo con las mejillas sonrojadas—. Es nuestra primera cita en dos años. Lo extrañé mucho mientras estaba en su servicio militar. No tienes idea de lo difícil que es ver a la persona que amas arriesgando su vida todos los días por el bienestar de los demás; irte a la cama sin tener la certeza de que podrás hablar nuevamente con él o siquiera tener noticias sobre cómo está.

Me sentí algo incómodo, y ella se dio cuenta.

—Lo siento. Hablé de más.

—No te preocupes. Supongo que es algo inevitable después de todo.

—¿Ya te dieron los resultados de la prueba?

—Estoy preocupado, Jackie. Realmente espero ser aceptado, pero me siento mal ante la posibilidad de provocarle a Archie tantas preocupaciones.

—Nathan, no seas dramático —dijo con voz suave—. Cuando Archie se enteró, lo primero que hizo fue venir a hablar con Hugo y conmigo. ¡Claro que se va a preocupar, él te ama! Pero sabe que mientras seas feliz, serás cuidadoso.

Jacqueline se ofrece a lavar las tazas; antes de irse toma una galleta y me dice:

—Y por favor, que no te maten... o te disparen de nuevo.

🍰

Eran casi las seis cuando salí del trabajo. Archie me había enviado un mensaje pidiéndome que nos viéramos en el Planetario Adler. Al llegar, lo encontré recargado en la barandilla a las afueras del edificio; escuchaba música por los audífonos y tenía la vista fijada en el océano. Me acerqué sigiloso por detrás; dejé al descubierto parte de la piel de su cuello y deposité un beso que le erizó al instante la piel. Él se viró rápidamente con el rostro completamente sonrojado y haciendo un mohín. Reí por la bajo y retiré los audífonos de sus orejas.

—Un pervertido pudo haberte hecho algo peor. No deberías estar distraído en la calle.

—¡N-no estaba di-distraído! —replicó con un puchero.

Besé su mejilla y él sólo se limitó a esconderse en su abrigo. Tomé su mentón con delicadeza haciendo que nuestras miradas conectaran; sus ojos brillaban.

—¿Nos vamos? —pregunté, él asintió con timidez.

Una vez dentro del planetario, Archie iba de una exhibición a otra. Daba la apariencia de un niño pequeño en una dulcería.

—¡Mira, Nathan! —llamó emocionado, caminé hacia él y fijé mi vista en la exhibición sobre constelaciones y estrellas.

Era un fondo oscuro con cientos de luces pequeñas de color blanco que imitaban al cielo nocturno; pude reconocer un par de constelaciones.

—¡Ahí está! La constelación Cygnus —dijo Archie con la mirada fija en un punto exacto, su expresión se suavizó—. ¿Sabes? Cuando era niño e iba a la granja de mis abuelos, siempre veíamos las estrellas al anochecer. Mi abuela preparaba chocolate caliente y mi abuelo me dejaba ver a través de su viejo telescopio. Aún recuerdo la primera constelación que me mostró: representaba a Leda, una reina espartana que dió a luz a gemelos, Castor y Pollux. Zeus tomó la forma de un cisne cuando sedujo a Leda para después hacerse cargo de los gemelos. Cygnus tiene la forma de un cisne. —Levantó su mirada cristalizada y con voz quebradiza dijo:— Mis abuelos te hubieran amado.

Rodeé su pequeño cuerpo en un abrazo, sentí cómo sus lágrimas humedecían mi chaqueta. Acaricié su cabello intentando calmarlo; su rostro estaba rojo y con un camino de lágrimas en las mejillas. Las sequé con cuidado y le dirigí una sonrisa cálida.

—Me habría encantado conocerlos.

Después de que me explicara más acerca de las estrellas, y al percatarnos del aumento de visitantes, salimos del planetario y caminamos hacia el museo de historia natural (se encontraba a pocos pasos por la misma dirección). El cielo era color púrpura y el océano de un color azul oscuro, su olor salado seguía presente y las corrientes frías de aire abrazaban a los peatones.

Caminamos por la sección de tesoros del antiguo Egipto, visitamos la exhibición de minerales y rocas preciosas, y Archie se tomó fotos graciosas con los esqueletos de los dinosaurios. También dejé al descubierto mi lado nerd al llegar a la exhibición de historia mundial. En el pabellón de los animales llamó mi atención una exhibición sobre el Conejo de los Volcanes; la decoración consistía de densos pastizales altos y un bosque de pinos, pero no veía la figura del pequeño animal que mostraba la fotografía. Archie se puso a mi lado y rió al ver los gestos que hacía.

—Se te va a quedar esa expresión para siempre si no la quitas —dijo con humor.

—No encuentro al conejo.

Archie lo buscó con la mirada; lo encontró dentro de uno de los pastizales. Era muy pequeño y pasaba completamente desapercibido.

—Es tan pequeño —dije, asombrado—. ¿Cómo diste tan rápido con él?

—Leímos sobre él en la escuela y una profesora llevó a uno que tenía de mascota para que pudiéramos conocerlos mejor. Miden alrededor de treinta centímetros y tienen orejitas cortas y redondeadas, también tienen una colita diminuta que apenas es posible distinguirla. Son criaturas muy delicadas.

—Me gusta, es adorable y suave. Tal vez es más lindo que tú.

—¡Oye! Cambiado por un conejo —susurró, indignado.

Besé su mejilla y me miró de soslayo.

—Cambié de idea, me gusta más este conejito.

Seguimos caminando por los pasillos del museo hasta que anunciaron que era casi la hora de cerrar, nos dirigimos a la entrada principal. La temperatura había descendido un par de grados. Miré mi reloj de muñeca y me sobresalté al ver que eran casi las diez de la noche.

—Archie, ¿quieres que vayamos a mi casa? Aún es tu cumpleaños y tenemos el pastel que compramos ayer.

Él asintió con una sonrisa en el rostro.

Si no lo conociera me parecería imposible creer que este niño cumplía veintiséis años.

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En cuanto Archie puso un pie en el apartamento Levi se le dejó ir encima, ahora lamía su rostro mientras él sólo reía e intentaba apartar a mi perro.

—Te está dando un regalo de cumpleaños —dije, tomándolo del collar—. Anda, deja que se levante o harás que me pongo celoso.

Archie dejó su abrigo el perchero de la entrada y caminó al baño para lavarse la cara mientras yo acomodaba la mesa; el pastel de veía delicioso. Archie salió del baño secándose con una pequeña toalla blanca que tenía bordadas sus iniciales en el borde con una delicada caligrafía dorada, fueron un obsequio de mi hermana.

—¿Estás mejor?

—Levi es igual de cariñoso que tú —dijo con una risita—. ¿Qué buscas?

—Creo que tengo una caja con velas por aquí...

—El pastel se llenará de cera.

—¡Aquí están! Tranquilo, no se incendiará el apartamento, lo juro.

Apagué las luces y por unos segundos sólo se colaba tímidamente la luz de la luna por entre las cortinas. Tomé un encendedor; un as de luz iluminó la mesa y el pastel; Archie sonrío y me dirigió una mirada tierna. Le canté una canción de cumpleaños, y después de unos segundos apagó la diminuta flama que dejó aquella luz. Me acerqué a sus labios y susurré «Feliz cumpleaños, Collins.» Él juntó nuestros labios en un beso dulce y lento.

—Gracias, Ross.

Serví el vino en nuestras copas y comenzamos a comer; el pastel estaba delicioso y sabía bien con el vino.

—Está delicioso —dijo Archie con una sonrisa. Me volteó a ver y depositó un beso rápido en mis labios, tomándome completamente por sorpresa—. Pero sabe mejor así.

Después de comer nos recostamos en el sofá de la sala mientras Levi dormía en la alfombra; la calefacción funcionaba perfectamente, pero Archie se abrazaba de mí como si fuera un pequeño koala.

—Nathan, quiero hablarte de algo.

—¿Qué sucede?

—Ve-Verás... y-yo... Quiero hablarte sobre lo que sucedió en los últimos días... Me siento muy mal, te estuve ignorando, pero necesitaba hacerlo... quería que fuera una sorpresa.

—¿Una sorpresa?

—Abriré mi propia veterinaria.

Su rostro estaba completamente iluminado y el hoyuelo de su mejilla resaltaba por su gran sonrisa. Él ha soñado con eso desde hace mucho tiempo y ha trabajado muy duro para lograrlo.

—¡Archie, eso es increíble! ¡Es tu sueño! Estoy tan orgulloso de ti. ¿Dónde la abrirás?

—En un local cerca del centro. No es muy grande, pero es perfecto para comenzar. Una amiga me ayudó a encontrarlo y estuvimos insistiendo mucho hasta que decidieron venderlo por poco menos de lo que pedían —decía, emocionado—. Mis amigos me han ayudado a decorarlo y a instalar algunas cosas... Por eso me desaparecía hasta tarde, lo siento...

—No te disculpes por nada —dije—. Si hay algo en lo que pueda ayudarles, cualquier cosa, estaré encantado. ¿Ya pensaste en el nombre?

ACE Animal Hospital.

—¿Ace, como el perro de Batman? —pregunté con humor, él asintió con una sonrisa—. Es lindo, me gusta.

Se acercó a mis labios y los besó con ternura, acariciando mis mejillas mientras yo lo tomaba de la cintura para acercarlo. Separándonos después de unos segundos.

—¿Sabes? Mis amigas no paran de decirme lo bueno que está mi novio desde que te conocieron en esa fiesta de Halloween —me susurró al oído—. Deben estar celosas de que seas sólo para mí.

Me atrajo nuevamente hacia él en un beso corto.

—Espera, aún no te he dado algo.

Me mira confundido mientras me pongo de pie; caminé hasta el lugar donde guardé la caja con los casetes. Archie enarcó una ceja al ver la caja.

—¿Eso es...?

—Ábrela.

Al levantar la tapa su mirada examina los casetes, cada uno tiene escrito el nombre de una canción. Sus ojos brillan al leer la nota que venía dentro de la caja, y de sus ojos nacen pequeñas lágrimas.

—Quería darte algo especial... y sé que la relación que tenías con tu abuelo era especial y que lo querías mucho...

El rostro de Archie se vuelve lloroso. Deja la caja sobre la alfombra y me abraza, escondiendo su rostro en mi cuello; se quedó así hasta que dejó de llorar.

—Gracias... —dijo con voz suave, secándose las mejillas.

Nos quedamos dormidos en el sofá; él con su cabeza sobre mi pecho, cubiertos con una manta vieja y cálida.

🍰

Los primeros rayos del día comenzaron a iluminar el apartamento. Abrí mis ojos con pereza y sonreí al ver que Archie seguía abrazado de mí, durmiendo plácidamente. Su respiración era tranquila y tenía el cabello revuelto; yo no podía sentir mis brazos.

Pude ver el color de sus ojos bajo la luz del sol; el brillo de su cabello.

—Buenos días —dijo con voz perezosa.

—Buenos días —dije. Él sonrió al escuchar mi voz, decía que le gustaba porque era profunda y cálida.

La mañana era fría; preparamos café y terminamos de comer el pastel mientras veíamos una película de Star Wars. Levi dormía en su cama, acurrucado. «Estás aprendiendo muchas cosas de Archie, ¿no es así?»

—Cierto, ¿te dieron los resultados de la prueba?

Lo había olvidado por completo. Se supone que ayer me enviarían un correo con los resultados; tomé mi celular. Me quedé sin palabras por un segundo.

—Me aceptaron... ¡Me aceptaron! —exclamé, abrazando a mi novio.

Él reía mientras daba pequeños besos en sus mejillas.

—Estoy tan feliz por ti, amor. Me encanta verte feliz. Sabía que lo lograrías —dijo, rodeando mi cuello con sus brazos y poniéndose de puntillas para besarme lentamente—. Ahora podré presumir a mi novio el policía.

—Creí que ya presumías de mí con tus amigos.

—Me volveré alguien presumido entonces.

El resto de la mañana se nos fue en cocinar el desayuno, ver películas, hablar sobre la veterinaria y algunas charlas triviales.

Respondí algunos mensajes de Diego y del resto de mis compañeros de la estación, también envié un correo de agradecimiento al capitán Cragen; le di la gran noticia a mi hermana y a mis amigos. Hugo me envió un mensaje diciéndome que él también estaba pensando en dejar el trabajo de guardia de seguridad para poder buscar un trabajo donde pudiera ejercer su carrera de marketing. Me sentí bastante feliz por él y lo alenté a hacerlo.

Eran casi las tres de la tarde. Habíamos pedido pizza y la comíamos mientras veíamos una de las tantas películas de comedia romántica que pasaban por esta época del año.

Hubo un momento del día en el que Archie se quedó callado, parecía estar pensando en algo.

—¿Estás bien? —pregunté.

—Nathan, he estado pensando mucho en esto... Y creo que con todo lo que está pasando tal vez sea lo mejor.

—¿A qué te refieres?

—¿Quieres que vivamos juntos?

Mi corazón casi se detiene.

—¿Dónde te gustaría vivir? —Acaricié el dorso de su mano, notando cómo su mirada se suavizaba.

—Esta zona es muy linda, y queda bastante cerca del centro, de la estación de policía y del parque favorito de Levi.

—Encontraremos un lugar bonito, y será nuestro hogar.

Mi corazón comenzó a latir rápidamente.

No cabe duda de que enamorarme del adorable chico con pecas de la heladería fue lo mejor que pude haber hecho en la vida.

🍰

Un año después...

—Archie, ¿quieres salir a cenar hoy?

—¿A ese restaurante de comida francesa que mencionaste? —preguntó, acomodándose la camisa. Asentí—. Me gustaría, después de todo hoy es mi cumpleaños, teniente Ross.

Lo tomé de la cintura juntando nuestros labios en un beso lento que fue convirtiéndose en uno húmedo.

—Feliz cumpleaños —susurré cerca de sus labios; él se puso de puntillas y besó la punta de mi nariz.

—Cuídate mucho, ¿sí?

—Te lo prometo, cariño —dije con voz suave—. ¿Te llevarás a Levi?

—Sí, descubrí que a los niños les agrada y también les relaja acariciar animalitos cuando están nerviosos mientras esperan por sus mascotas... tal vez pueda tomar eso en cuenta para la remodelación de la veterinaria.

Inconscientemente se llevó la mano a la barbilla, cuando pensaba en algo relacionado al trabajo hacía un pequeño mohín.

—Te ves adorable —dije, haciéndolo sonrojar—. Me voy, se hace tarde.

Levi se paró en sus patas traseras al verme entrar en la cocina. No pude evitar sonreír al ver que reclamaba atención. Me puse de cuclillas y acaricié su cabecita y detrás de sus orejas, él movía la cola

—Los perros de la estación no son nada comparados contigo, amigo, claro que no. Nadie es igual a ti —le hablé, él lamió mi cara y le seguí acariciando—. Quiero que cuides a Archie, ¿de acuerdo? Si alguien intenta lastimarlo tienes permiso de morderlo.

Levi ladró, su cola golpetea contra el piso.

Archie me dio un pequeño beso de despedida, seguido de un «Te amo.» Ese tipo de detalles hacían que una sonrisa estuviera en mi rostro casi todo el día. Cada mañana, mientras hacía el recorrido a la estación, me recordaba a mí mismo que la felicidad que sentía era real, y que ahora comenzaba a tener a mi propia familia. Archie me cambió, ahora era alguien mejor.

En el último año Hugo consiguió un mejor trabajo, era parte del equipo de marketing de una empresa que había llegado a Chicago hace poco tiempo; decía que el presidente de Orinson era un hombre agradable a la vista, pero siempre tenía la mirada distante. «Nunca cambiarás, amigo –le dije aquella vez–. Siempre eres el primero en meterte en la vida de los demás.» Jacqueline también había renunciado; su cuñada le consiguió trabajo en una revista de moda, como editora. Eso la hizo muy feliz ya que ella amaba escribir, y ahora se mantenía informada de aquellos diseñadores que prometían bastante. Últimamente ha hablado mucho de una chica británica, Cady, decía que sus diseños eran una pincelada fresca en el mundo de la moda. No sé muy bien qué significa, pero me hace feliz saber que mis amigos están felices.

En la estación había personas que caminaban de un lugar a otro con papeles y carpetas en mano, otros trabajaban en sus casos asignados o se preparaban para un interrogatorio, y algunos civiles llegaban a dar testimonio o a presentar cargos. Este es el tipo de lugar en el que siempre está pasando algo.

—Buenos días, muchachos —dije, recibiendo un «buenos días» por parte de mis compañeros.

Entré a mi oficina y me quité el abrigo. Diego y otros cadetes entraron con documentos en mano.

—Muy bien, avances. ¿Hay avances en la investigación del doble homicidio?

—Estamos investigando a los recién detenidos ahora. El testigo ya los identificó y esperamos los resultados del laboratorio para corroborar que fueron ellos —habló Jefferson, serio.

—Perfecto. Reyes, ¿qué hay del sujeto del club de golf?

—La información brindada por los agentes encubierto está dando frutos, señor. Parece que su estructura interna se debilitó mucho después de la detención de Münch.

—Sigue con ellos, quiero que estemos seguros de que no es otros de sus juegos. Manténgame informado, y que los agentes de campo no hagan nada estúpido... lo mismo para los pasantes, no queremos que se repita lo de los cafés y la fotocopiadora. —Los agentes asintieron y salieron de la oficina, a excepción de Diego—. ¿Qué sucede?

—¿Ya se lo diste? —preguntó emocionado. Su sonrisa se desvaneció cuando negué. Él resopló—. Nathan, ¿cuándo vas a dárselo? ¡Ya han pasado tres semanas!

Abrí el cajón que tenía bajo llave en mi escritorio, observé la pequeña caja y suspiré.

—Tranquilo, le va a gustar. Y creo que después de todo lo que ha pasado es imposible que te diga que no —dijo con una sonrisa, cruzándose de brazos.

—Lo sé...

«Será esta noche...»

🍰 ❤️ 🍰

¡Hola!

💕

He visto que esta historia ha recibido una cantidad de amor increíble, más de la que esperaba, y de verdad que me hacen infinitamente feliz con eso. También ¿para qué mentirles? ¡Me encantan estos dos! Los amo demasiado y quiero darles un poco más de amor, ¿ustedes qué opinan? ¿Les gustaría leer más de Nathan y Archie? a mí sí jsjsjs xd

Sé que es un especial de San Valentín pero no aguantaba las ganas de compartirlo con ustedes xd.
Tampoco incluí "hard", sorry. pero ese será para otra cosita. wink wink. 😚

También, si siguen una de mis historias "El Chico de Ojos Azules" y su segunda parte "El Chico de Ojos Verdes" /lmao no es promoción, bueno poquito/ tal vez se hayan dado cuenta del pequeño cameo que incluí en este especial. xdxd

Anyway, gracias infinitas por leer hasta aquí y por favor, no olvides dejar una estrellita si te gustó o un comentario, son un pedacito de felicidad irremplazable.

💖 💖 💖

¡Muchísimas gracias por todo!

/perdón por las faltas de ortografía, tengo la pésima costumbre de actualizar a altas horas de la madrugada. Las corregiré. xd/

Pórtense bien. ✌︎('ω'✌︎ )

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