6. Algo llamado intuición
[🐇]
El corazón de Hanni latía sin parar, el retumbar del mismo que sentía en sus oídos era tan fuerte que temía que alguien más lo escuchara.
La puerta no hizo ningún ruido, y sin más, se abrió. La vietnamita simplemente cerró los ojos al sentir como alguien la jalaba sin poder percibir muy bien en qué dirección. Pero, más o menos se imaginaba lo que sucedería.
Claro, una figura negra la estaba persiguiendo, y la persecución no se notaba amigable por ningún ángulo. Además de tener en mente lo que horas antes había experimentado en cuanto vio esas fotos.
—¡Por favor, no! —Pham aún tenía los ojos cerrados, por eso, cuando escuchó a la puerta azotarse con fuerza al momento que "ese alguien" la tiró al piso, decidió tener como últimas palabras aunque sea un intento de suplica.
No se atrevía a abrir la vista, pero pudo darse cuenta que estaba dentro de su habitación. Se escuchó un golpeteo fuerte, seguido de un gran ruido blanco. Silencio.
—Mierda, debes checar bien lo de tu sistema de seguridad. Llamar a un intendente para que lo arregle —¿Qué? —. Sabes que tenemos puertas con códigos y alarmas por algo ¿no?
Abrió los ojos lentamente al reconocer la voz un tanto rasposa y grave. Y ahora mismo no sabía si las cosas habían mejorado, o simplemente empeorado. Hanni estaba tirada justo en medio de las dos camas en la habitación, había caído encima de la alfombra del centro. Por otro lado, su parcial "salvadora", estaba en la puerta con la oreja pegada a la misma, atenta a lo que ocurría del otro lado.
—¿Qué... qué haces aquí? —la vietnamita no pudo evitar tartamudear. Ver a Kim Minji había cambiado de ser un tanto molesto, a atemotizarla. Más que nada cuando no tenía idea de cómo rayos se había metido a su habitación.
—Los teclados deben tener alarmas en cuanto las puertas abren o cierren —la coreana siguió explicando en susurro, con naturalidad, como si no hubiese escuchado las palabras de Pham —... Y también ¡no dejes tu tarjeta por donde sea!
De ahí, siguió otro enunciado largo sobre las precauciones y responsabilidades de los dormitorios. Pero a Hanni no le interesaba, lo único que quería oír ahora era una explicación. Y no nada mas del por qué Minji estaba ahí.
—¿Cómo entraste aquí? —cuestionó la extranjera de nuevo —. ¡Minji, por qué estás en mi habitación y cómo mierda te metiste!
Ahí estaban, las emociones de hace unos segundos estallando contra un tercero. Aunque claro, ese tercero era la causante de todo el alboroto. Kim silenció al instante, mirándola con un poco de arrepentimiento. La voz de la extranjera tenia ese temblor que indicaba su vulnerabilidad.
—¿Sabes bien que aparecer adentro de una vivienda ajena no es para nada normal? Mucho menos cuando alguien venía persiguiendome —dijo Hanni, señalando la puerta. Eso le recordó el peligro en el que estaba hacía unos segundos.
—Shh —la calló de repente Minji, pegando su oreja más fuerte a la puerta —. No podemos salir ahora, será más seguro esperar unas horas.
—Oh, hell no. I'm not going out —la de menor estatura negó con la cabeza —. Es mi habitación, así que agradecería que te fueras. Pero antes necesito explicaciones, bastantes.
Hanni aún estaba asustada, no iba a negarlo. Por eso mismo es que se estaba comportando tan defensiva, además de no confiar para nada en la pelinegra. En su mente se repetía la vivida imagen del sobre con fotos. Estaba dudando en mostrárselo a la chica, porque, teniendo aquello en cuenta; era probable que en este momento tuviese a una asesina en serie en su habitación.
—¿Acabo de salvarte el pellejo, y ahora quieres que yo salga de aquí? —repuso con incredulidad la más alta, poniéndose la mano buena en el pecho —. Vaya forma de darme las gracias —rodó los ojos —. Además, me evitaste en la tarde, te dije que quería hablar contigo pero simplemente me dejaste hablando como tonta.
Parecía que aquello de la cafetería si había afectado a Kim.
—Te dije bien que no quería relacionarme contigo, y si no estas acostumbrada a ese tipo de cosas, bueno comienza a hacerlo —Hanni comenzó a buscar los analgésicos para el dolor qué le habían dado en la enfermería, el golpe de hace unos instantes le hizo regresar un poco el dolor en su espalda —. No tienes porqué acosarme o perseguirme en medio de la noche para hablar ¡eso es raro!
—¿No me escuchaste? Acabo de decirte que yo no fui, y que te acabo de salvar —Minji sonaba cada vez más frustrada —. En la tarde quería hablar contigo y justamente advertirte sobre hoy, es un alivio que no hayas ido a las canchas porque si fuera así las cosas hubieran estado...
Hanni detuvo la búsqueda de sus pastillas para mirar con extrañeza y un poco de juicio a la coreana. Estaba diciendo incoherencias.
—¿Advertirme? —Hanni frunció una ceja —¿Entonces tú sabes quién me estaba persiguiendo hace un momento? —sus emociones eran un fiasco. No sabía diferenciar lo que sentía, y tampoco sabía la razón por la cual su miedo a la chica que tenía en frente aparecía y desaparecía cual destello.
Le tenía miedo, si. Pero ¿se sentía insegura? No sabría responder del todo.
—Sé que no es seguro salir hoy. Tanto para ti, como para mi, o para las demás —eso último lo susurró, y también pareció prenderle un pequeño foco.
Minji parecía una loca del centro. Pero, esa persecución de hace unos minutos le decía a Hanni que la más alta no estaba del todo delirando.
—¿Y por qué? —dijo de repente Pham, ansiosa —¿Por qué venir conmigo, salvarme, meterte a mi habitación y decirme que llame al intendente para que cambie mi teclado?
Kim suspiró. Cruzó sus brazos, dejando el que tenía la férula arriba y se recargó en la puerta.
—Siempre digo esto, pero nunca.... —Minji sacudió la cabeza sin terminar esa frase-. Las cosas aquí son complicadas, y no es bueno que vayamos por nuestra cuenta nada más —negó.
Hanni quedó en silencio. Ver a la chica en ese estado si que la hacía cuestionarse las palabras, pero, no perdía nada con seguirle la corriente. Mucho menos cuando desconocía sus intenciones.
—¿A qué te refieres? —insistió la vietnamita. Tomando asiento en su cama y a la vez ingiriendo una de las pastillas qué le había medicado la Dra. Bae.
—La próxima vez que te diga que quiero hablar contigo, simplemente hazme caso ¿si? —habló rápidamente la contraria. Era un tono más suplicante que otra cosa.
Pham mordió su labio. Ahora estaba además de asustada, confundida. Miró de reojo su mochila, donde se encontraba aquel sobre. Aún no se decidía si era buena idea o no enseñárselo a Minji; mucho menos cuando la coreana le acababa de pedir que confiara en ella.
Después de unos segundos de silencio, el teléfono de la más alta sonó. Hanni la miró como curiosidad. Aún recargada en la puerta, Minji observó la pantalla de su dispositivo y frunció el ceño. Hanni pudo asumir que quien le llamaba era alguien inesperado.
—¿Quién es? —o alguien que no tenía registrado, pues en cuanto contestó cuestionó la identidad —¿Hola? —parecía que nadie hablaba, hasta que después de unos segundos, una voz grave se escuchó del otro lado de la línea.
El silencio de la madrugada hacia posible a Pham, escuchar la conversación y palabras provenientes del celular. Cosa que pareció preocupar a Minji, pues lo que salió de esas bocinas no fue nada lindo, y menos ayudaría a la situación en la que estaban.
—Ven al campus ahora mismo, o voy a hacer que Lee Hyein tome tu lugar hoy —una amenza. Una que solo Minji entendía por completo, pero que a Hanni le llamó la atención, pues pudo escuchar el nombre de su pequeña amiga salir de los labios de esa tétrica voz. Y correlacionando las cosas con lo que Minji le había contado hace tan solo unos instantes, no había que ser genio para entender que; lo que había sucedido allá afuera, venía de la mano con esto.
—¡Son unas hijas de... —Minji no pudo terminar de maldecir al teléfono, pues la llamada fue cortada. Ahora su rostro había cambiado a uno preocupado, más que el de Hanni. Inclusive pudo verla tornarse un tanto pálida.
—¿Acaso dijo el nombre de Hyein? —cuestionó Hanni, esperando haber escuchado mal —¿A qué se refiere con que "tomará tu lugar"? —Pham también se encontraba consternada. Estaban en una escuela ¿cómo era posible que pudieran hacer amenazas ahí adentro?y lo más importante ¿donde estaba Hyein, y porqué amenazaban con ella?
Minji intentó llamar de nuevo al número, pero ahora lo marcaba como fuera de servicio. -Maldita sea -exclamó pasándose las manos por la cabeza. Su estrés era notorio, y Hanni pudo percibir también un ligero temblor en sus manos.
—¿Minji, vas a explicarme qué pasa? —la más baja, la observaba con atención, un tanto preocupada.
Minji no hablaba de vuelta, parecía perdida en sus propios pensamientos. Ideando qué hacer o cómo arreglar ese fiasco. Sus nudillos estaban colocándose blancos por la fuerza con la que sostenía el móvil, y su respiración era rapida, mostrando sus intentos por reprimir lo que parecía una reacción más explosiva.
—No tengo mucho tiempo para esto —soltó de repente, empujandose de la puerta y caminando hacia la pequeña y única ventana de la habitación. Ahora parecía que estaba evadiendo las respuestas —. Y ahora mismo, creo que no es el momento indicado.
Minji levanto un poco la persiana para poder ver a través de ella. Hanni noto que después de eso, comenzó a revisar algo más en su teléfono. Pero eso ya no era suficiente para Hanni, las respuestas esquivas no iban a resolver sus dudas.
—No, dímelo ahora —soltó Pham haciendo un gesto insistente con su mano, señalando el piso. Se acercó a Minji, intentando mirar lo que la contraria por la ventana —. Conozco a Hyein, y si esto es una broma o alguna clase de iniciación rara, por favor te pido que pares.
El temblor en la voz de la vietnamita aún era notorio, estaba más ansiosa qué nada. Se arrepentía de no haber aceptado hablar con Minji por la tarde. Algo rendida, Kim levanto la mirada para encontrarse con los ojos de la más baja, y suspiró. No se veía miedo en su semblante, más bien, una especie de enojo: rabia.
—¿Hanni, no te das cuenta? —resopló la coreana —. Esto ya no se trata de simples bromas pesadas, o malos días -su voz contenía un toque de obviedad e impaciencia—. No es algo tan simple, las cosas son... diferentes —Minji tomaba aire entre cada frase, como si eligiera sus palabras cuidadosamente para evitar asustar más a la vietnamita.
En un momento, la más alta se colocó una chaqueta (qué Hanni supuso antes se había quitado), y comenzó a urgar entre su escritorio. La de flequillo ya no podía decir mucho, presentía que insistir no serviría de nada, y que cuestionar a la coreana no ayudaba mucho en esos momentos.
Después de algunos minutos de búsqueda, Minji levantó en el aire un pequeño cuter, en la parte inferior tenía un osito. Era de Hanni, pero nunca antes había visto ese objeto tan intimidante como ahora mismo.
—Quédate aquí —ordenó Minji, señalandola con el dedo índice y guardandose el cuter en el bolsillo derecho —. No le abras a nadie, no tienes porqué.
¿Iba a dejarla sola?
Hanni comenzó a titubear, insegura de aquello. Bueno, era un alivio que la posible asesina en serie se marchara, pero, también le tenía más confianza a esa asesina serial, que la salvo, a cualquier otra persona externa. Mucho más cuando le dijo que su sistema de seguridad estaba roto.
—¿Vas a dejarme aquí? —logró articular por fin Pham. Sintió el corazón acelerarce de nuevo, el bum de su retumbar haciendo eco en su propia cabeza —¿no puedo ir contigo?
Minji se detuvo en seco al escuchar la pregunta, y aún con su mano en la perilla de la puerta, se dio media vuelta para encararla. Abrió y cerró los labios, hasta que por fin dio con algo. Su semblante, con arrepentimiento y un tanto de preocupación.
—No será por mucho tiempo. Hanni, te pido que confíes en mi, por lo menos esta vez —dijo Kim, en un tono casi suplicante —. Por favor —la pelinegra hizo un ademán implorando que la comprendiera.
—¿Cómo se supone que lo haga? —exclamó Hanni, la frustración y el miedo se estaban apoderando de su cuerpo —. No me has dicho hasta ahora nada concreto, hablas como loquita del centro y me pides confianza cuando ni si quiera te conozco —enumeró con sus dedos.
Minji; para su sorpresa solo externó una risa amarga, como si esa clase de respuestas ya fueran algo habitual. —. Claro, no me conoces, sí —dio un paso hacia adelante, inclinándose un poco para mirar a Hanni a los ojos —. No tienes porqué confiar en mi -negó Minji con la cabeza —, pero aplica esa regla para todos. —Minji hizo girar su mano, haciéndole entender que era algo general.
Ese era un buen punto. Pero no podía culparla. Hasta ahora no había vivido algo como eso, y seguía disgustandole su persona un poco. Todo por el hecho de ser una chica despectiva y con muchos prejuicios, o por lo menos así se comporto con ella en la mañana. Lo raro era que, por más que se diera las de mantenerse parcialmente distanciada de la chica, por más que la atemorizara. No quería huir, o mas bien, las reacciones de su cuerpo no concordaban con su cerebro.
—Voy contigo —declaró Hanni, su voz en un susurró firme.
Minji ya estaba otra vez cerca de la salida. Se detuvo un tanto sorprendida, Hanni pudo notarlo por como sus hombros sobresaltaban.
—No es buena idea —repuso. Acto seguido ajustó la férula de su brazo. Intentó contener su expresión, pero aquello solo resultó en una mueca, una mueca de dolor.
—Dejarme aquí tampoco lo es -Hanni comenzó a buscar unos zapatos más cómodos que sus pantuflas —. Viste lo que sucedió hace un momento —su mandíbula se tensó ante el recuerdo, denotando su nerviosismo, pero Pham mantuvo el control. Al encontrar sus tenis, se dispuso a ponérselos —¿Qué te hace pensar que esa persona no va a volver?
Minji se pasó la mano por el rostro, notoriamente estresada. No se volvió completamente para ver a la vietnamita, solo inclinó un poco su cabeza, con la mano en manija. Su expresión era rara de traducir, Hanni ya no se preocupó por intentar descifrar si lo que había dicho había estado bien o mal, simplemente mantuvo la cabeza en alto, atando sus cordones.
—No voy a poder cuidarte, además... —se detuvo en seco, tragandose la frase antes de culminarla.
—Pues no lo hagas, no tienes que hacerlo —soltó Pham, levantando una ceja. Terminó de atar sus cordones y se puso de pie apoyándose en la cama —. No quiero quedarme aquí sola, Yunjin no pasará por aquí hasta la mañana —expresó, levantando ambas de sus palmas en un gesto de consternacion —. Y tampoco puedo quedarme sentada esperando a ver qué sucede con Hyein.
Esa última razón sonaba más real que las otras dos, aunque Hanni podría jurar y perjurar qué el simple hecho de pensar en alguien abriendo su puerta en la madrugada, la hacía querer orinarse encima. Por lo menos Minji sabía como defenderse ¿no?.
La sinceridad de la vietnamita dejo sin argumentos a Kim, pues después de unos segundos de duda, un tanto rendida asintió.
—Bien... —concedió entre dientes, sin muchas ganas. Minji abrió la puerta con lentitud, solo para echar un vistazo afuera. Antes de sacar su cabeza, miró a Pham —. Pero, si te ordeno que corras, corres, si te digo que nos vamos, nos vamos —decretó la pelinegra —. No preguntas, no piensas, solo obedeces ¿entendido?
Hanni asintió con lentitud, tomando su chamarra rosita.
—Entiendo.
Confiar en Minji, era difícil. Pero, era un hecho que esa chica tenía intenciones de protegerla... o algo así.
¿Confiar en Minji?
1. Si
2. No
Happy new year!
Newjeans never die.
Volví.
-dust
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top