09.5 Problemas en el paraíso
[🐈]
Las mañanas de Danielle eran pesadas, sin duda ser popular tenía más desventajas que ventajas. Ir caminando por los pasillos, recibiendo saludos de todos los adolescentes en búsqueda de un poco de su atención, la hacía sentir rodeada. No era por resultar egocéntrica ni nada, pero a veces sentía que esas personas la buscaban y querían más que a otras cosas, y le molestaba un poco. Ser el centro de atención.
Tanto era así, que cuando llegaba a sus clases de la primera hora, la oportunidad de quedarse sola un tiempo, observando la ventana y escuchando música con los audífonos puestos, se había desvanecido conforme los años.
—Fiesta, viernes a las seis, en los salones del club de pintura—Danielle no había terminado de colocar sus cosas en el pupitre cuando Giselle se le acercó entregándole un pequeño sobre–. Les dije que estarías ocupada, pero insistieron en que te lo dijera.
La australiana tomó sin ganas la invitación y suspiró al leerla. No valía la pena.
—Dicen que compraron alcohol en la última salida de fin de semana, y que lograron esconderlo entre sus aerosoles, ya sabes, esas cosas... —la nipona se encontraba comiendo goma de mascar, revisando su celular sin darle mucha importancia a la información —. Solo iría por el alcohol.
Giselle susurró eso último, tomando asiento en la banca compartida con Marsh, causándole una risa a la de ojos grandes.
—Don't be mean —repuso Danielle, sonriendo mientras ojeaba por última vez el pedazo de papel —. Honestamente, no tengo ganas de ir a fiestas, pero agradezco que nos tomaran en cuenta.
—Si, bueno, todo sea para evitar a Soobin ¿no? —Danielle no pudo contener rodar los ojos ante la repentina mención. Giselle sabía a la perfección su historia con el muchacho y lo que le incomodaba—. Don't look at me like that! Todos saben que él quiere algo contigo desde el año pasado y opinan que serían buena pareja.
—Todos deberían saber entonces que él no me interesa —molesta, Marsh se dispuso a sacar su lapicera y libreta, preparando su área de estudio. No le interesaba hablar de ese chico, mucho menos por la razón de resultar siempre la misma historia.
—Se atrevió a publicar en el foro estudiantil su confesión hacia ti—señaló la japonesa —, debes admitir que tuvo valor.
Si, lo tuvo, pero recordar el rostro de Haerin mientras todas las chicas de su circulo social se lo mostraban no la hacía sentir compasión por él, al contrario.
—Lo que hizo fue tonto —la respuesta suena insegura, pero a Dani le pareció una buena manera de demostrar que quiere dejar el tema—. Ahora que lo mencionas, si; es seguro que no iré a la reunión.
—Party pooper —exclamó Giselle con un tono cantado en forma de burla. Si, era una aguafiestas, pero seguiría indignándose a ir aunque la llamara así.
—Shut up.
Su pelea amistosa terminó al momento que el docente entró al aula. Tenían clase de física, lo que hacía un poco pesado el día. El hombre se dispuso a hablar sobre las leyes de Newton, fórmulas de la caída libre y toda esa parte teórica-matemática que Danielle no recibía muy bien, pero se esforzaba por tratar de comprender. El señor Han había llenado ya los dos pizarrones que tenía a su alcance con varias fórmulas. números y letras, y a pesar de eso paraecía que el problema no estaba para nada cerca de terminar.
Su cerebro estaba en un colapso mental, no sabía si era por la gran cantidad de información, o porque necesitaba un respiro.
—Disculpe, maestro Han —no había prestado mucho atención a quien llamó a la puerta, pero esa voz le resultaba más que familiar—¿podría permitirme a Danielle un momento? La solicitan para una reunión.
—Oh, señorita Kang, claro —el docente paró por un segundo las anotaciones y volteó en dirección a sus estudiantes, buscando el rostro de Marsh, el cual se encontraba hundido en su libreta tratando de ponerse al corriente con los números que apenas habían aparecido—. Señorita Marsh, puede retirarse.
Cuando Danielle escuchó su nombre, no sabía si sentirse aliviada o maldecir a la persona que la había citado. Vamos, se encontraba en medio de algo importante ¿no pudieron molestarla en clase de filosofía?
Entonces, por fin Danielle vio hacia la puerta, encontrándose con los ojos felinos de su compañera de habitación; Kang Haerin. Estaba a punto de negarse a asistir a lo que sea que la habían citado, pero el simple hecho de ver a la coreana parada afuera, fue suficiente como para que Marsh guardara sus cosas a la velocidad de un rayo y estuviera al otro lado de la puerta, despidiéndose del señor Han con una reverencia en menos de dos segundos.
También, no le importaron las súplicas de Giselle para que la llevara con ella.
—Traitor! —le susurró antes de desaparecer caminando por el pasillo.
Haerin lucía igual que siempre, mantenía su mirada y perfil serio, con el uniforme muy pulcro y aferrándose al diseño original, sin tantas modificaciones como los de las demás chicas de su círculo. La menor, para muchos era una especie de oveja negra dentro de las amistades de Danielle, a muchos les sorprendía el hecho de que esas dos fueran cercanas; más que nada porque algunas pensaban que Haerin podía resultar nefasta y hasta un poco odiosa, pero para Dani esas cosas eran sino invisibles, poco importantes para quererla, porque Marsh era tal vez la única excepción en todo el mundo con la que Haerin se había abierto.
Para Kang la habilidad de hacer amigos no era muy fácil que digamos, las pocas relaciones que tenía se debían a la personalidad y fama de Danielle, y gracias a que pasaba la mayoría del tiempo pegada a ella, muchos la usaban como medio para acercarse a la extranjera, cosa que Hae reconocía a la perfección.
—¿No se supone que deberías estar en clase? —susurró la australiana, tomando las correas de su mochila y jugando con ellas.
—Si, sólo que... —Haerin tragó un poco de saliva, se le notaba nerviosa, tanto que se aflojó un poco el nudo de la corbata —quería hablar contigo.
Danielle se sorprendió ¿entonces no tenían que ir a ninguna reunión? Eso la molestó un poco, se iba a perder la mitad de lo que el hombre seguiría anotando en la pizarra, y después tendría que ponerse al corriente.
—Oh... —sus palabras tal vez no reflejaron la misma decepción que su rostro, pero era evidente que sacarla de clases para hablar justo en ese momento no le había resultado muy grato.
—Es importante —exclamó Haerin, frenando de repente su caminata por el pasillo, mirando a los ojos a Marsh—¿si?
Su mirada parecía insistente, casi un poco suplicante. Y si era así, entonces Danielle no tuvo de otra más que ceder, tal vez sólo lo hacía porque se trataba de Haerin, pero accedió.
—Bien —Danielle asintió, esperando a que la otra continuara su dirección.
Haerin, contenta con la respuesta se dispuso a tomarla de la mano para guiarla hasta la azotea, a pesar de que no había muchas personas, sabía que podrían meterse en problemas si las encontraban deambulando por ahí.
El cielo estaba igual de despejado que otros días, la mañana resultaba linda para la vista. Desde los edificios del ala norte, se podía ver la amplitud del bosque que rodeaba la institución, los pájaros en los árboles y una que otra ardilla haciendo sus asuntos. Era agradable, el aire purificaba los pulmones.
Se quedaron ahí por unos instantes, apreciando la vista sin decir palabra alguna. No resultaba incómodo para ninguna de las dos, pues a pesar de sus personalidades contrastantes, se complementaban bien.
—No iras a la fiesta del club de Soobin, ¿verdad? —una de las cosas que más le gustaba a Danielle de Kang, era su sinceridad. Cualquier cosa que tenía por decir, la soltaba directa cuál bala, sin darle tantas vueltas al asunto. Por eso, cuando escuchó la pregunta supo de inmediato la preocupación que la misma tenía y el problema que quería evitar.
Danielle ya tenía asegurado su "No" ante la invitación, pero le gustaba jugar de vez en cuando con los celos de Haerin.
—Uhm, aún no me decido —repuso, manteniendo su mirada en el horizonte. Sabía que esa no era la respuesta que la de mirada gatuna esperaba, con esa razón, a pesar de no verla, pudo imaginar su reacción ante la contestación—. Giselle quiere ir, tal vez me ruegue que la acompañe.
Cuando se dio la vuelta, una Haerin muy cercana a su persona la tomó por sorpresa. La miraba con aquella expresión monótona que era característica de ella, con la misma seriedad que a veces la asustaba, pero le encantaba. Si, estaba muy cerca y debido a que se encontraba recargada en el barandal, no podía moverse mucho. Por ende, Hae la tenía acorralada.
—No —negó Kang, cada vez acortando más su distancia —. Sabes que no puedes ir. Me importa una mierda que la idiota de Giselle quiera, tú no irás —ambos de sus brazos estaban recargados en la baranda, impidiéndole escabullirse lejos de ella.
Danielle frunció un poco el ceño. Claro, esa reacción era la que esperaba, pero la parte de insultar a su amiga no la tenía prevista, por ende el ambiente se tensó un poco.
—¡Hey, no seas grosera! —exclamó Marsh, quería evitarse una pelea tonta entre ambas, su diplomacia le impedía querer continuar la discusión.
—Sabes que Soobin estará ahí, y si invitó a todo el cuartel de extranjeras significa que tiene algo planeado —espetó la contraria, tomando a la australiana de la mano —. ¡Es que incluso yo recibí la invitación Dani! No irás.
Su relación no era conocida ante el mundo por obvias razones. Todos las veían como amigas muy cercanas, y entre ambas nunca habían existido reglas que regularan sus amistades y actividades. Era verdad que habían compartido unos cuantos besos, pero siempre que sucedía, el tema quedaba al aire, olvidándose de aquello hasta que volvía a suceder.
No eran oficialmente novias, y eso le molestaba a Danielle. Más que nada porque siempre que quería tocar el tema, Haerin lo evadía nunca dándole una respuesta a la pregunta de "¿Qué somos?". Por ende, hacerle una escena de celos de ese grado, cuando no eran nada y teniendo ella que soportar también a idiotas como el tal Jisung, que siempre se aparecía a la hora del almuerzo para regalarle cosas Haerin, no se le hacia justo.
—¡Pues no haré lo que me ordenes solo por tratarse de ti! —las cosas se estaban calentando, pero el recuerdo de Jisung dándole una caja a Kang, que gustosa aceptó no podía retirarse de su mente.
—¡Dani, piensa volver a declararse! —aún tenía su mano aferrada a la australiana, y la acercó más a ella haciéndola mirarla a los ojos —¿Crees que no sé que lo aceptarás solo por la presión de todos ahí?
—Bueno, no creo que tú tengas el derecho a reclamarme por aceptar cosas —repuso la contraria, dejando a Kang casi sin palabras. Se soltó bruscamente de la menor, alejándose de ella—. O es acaso que soy la única con restricciones dentro de lo que sea que tengamos.
—Sabes que fue por cortesía —intervino Kang, tratando de alcanzar a la australiana que se movía a otra parte de la azotea —. Es diferente.
—¿Diferente? —Danielle soltó una risa incrédula, era el colmo —, no lo veo así, mucho menos si no hay nada serio entre nosotras. Vamos, es que ni siquiera entiendo cuál es la relación que tenemos y porqué me reclamas con tanta seguridad —Danielle se detuvo en la esquina contraria de donde antes estaban, cruzada de brazos.
—Dani...
—Nunca hemos salido oficialmente, no entiendo qué quieres de mi. Me quieres cerca, quieres exclusividad, pero siempre que trato de hablar contigo sobre nuestra relación, me evades, cambias el tema e incluso me callas besándom...
A eso se refería, siempre la besaba y la cosa es que también todas las veces que lo hacia, funcionaba.
Haerin se acercó para plantar un beso en los labios de la extranjera, acortando la distancia entre sus cuerpos y colocando sus manos en la cintura contraria. Danielle podría decir que sin duda eso resultaba un poco terapéutico, la suavidad con la que la tomaba y el sabor a menta que lograba percibir, Haerin tenía muchos puntos a su favor cuando se trataba de calmarla plantándole un tierno beso.
No era la primera vez que lo hacía, pero el sentimiento si que era diferente. Haerin le transmitía una desesperación un tanto incontrolada, y un sentimiento extraño entre las dos. Deseo.
Era un contacto exasperado, Haerin se aferraba con fuerza a la cintura de Marsh, pareciendo no tener intenciones de dejarla ir. Trataba de acercarla más de lo físicamente posible y no la dejaba separarse para tomar aire, recorría su torso sin pudor alguno. Una de las manos que estaba en la cintura de Danielle, rápidamente pasó a tomar su cuello con delicadeza, trazando su mandíbula, repasando sus facciones suavemente.
Ante la falta de aire, Danielle trato de inhalar por la boca, abriéndola un poco, situación perfecta en la que Kang aprovechó para introducir su lengua en la cavidad. Las cosas se estaban calentando de una manera nueva, y aunque les estaba gustando; Danielle tuvo que recobrar la conciencia cuando sintió una mordida en su labio inferior.
—¡Auch! —se quejó la australiana, haciendo fuerza para alejarse de la situación. Le alivio un poco, pues lo aprovecho para respirar y suspirar. Pero, cuando se tocó la parte que dolió y vio su mano, se dio cuenta que la pequeña mordida había resultado en un labio sangrante.
—¡Lo siento! —exclamó Haerin, aún con falta de aliento por el extenso beso— ¿estás bien?
—Si... solo es una pequeña herida.
Se quedaron mirando directamente a los ojos otro par de segundos, procesando lo que había pasado. Sus besos anteriores no se comparaban para nada con el actual, es más, parecían un juego de niños. Normalmente, lo único que hacían era darse unos cuantos roces. Las cosas nunca se habían sentido así de... intensas.
—Salgamos —soltó de repente Haerin, volviendo a tomar su mano—. Sé que he estado evadiendo el tema, pero ya no más ¿bien? Solo tú y yo.
—¿Qué? —aquello tomó por sorpresa a Danielle, no sabía si la otra estaba bromeando o solo se dejó llevar por el calor de momento.
—Se mi novia, Dani —el calor entonces se concentró enteramente en las mejillas de Marsh, causándole un sonrojo muy tierno. Mentiría si decía que no había esperado esa pregunta en todo el tiempo que llevaban juntas, y también mentiría si decía que lo pensó dos veces antes de responder.
—Hae ¿de verdad?... yo —estaba sin palabras, pero no necesitaba muchas para contestar—. Si.
La extranjera se abalanzó sobre Kang, abrazándola por el cuello. Estaba feliz, y no había cosa alguna que pudiera quitarle ese estado de ánimo, no mientras Haerin y ella estuvieran juntas.
Eso sólo significaba que eran completamente la una de la otra ¿no?
Danielle no había asistido a la fiesta; a pesar de las súplicas de Aeri se mantuvo firme a su decisión y aunque la otra quiso, no fue. Prefirió quedarse el fin de semana en su habitación con Haerin, pero los demás no se enteraron de eso.
Los martes eran especiales, pues era los días que practicaba el equipo femenino de rugby.
Danielle, acostumbraba a salir mucho antes de sus lecciones de piano para ver un poco del partido desde las gradas techadas, las que se encontraban en la salida del edificio que daba hacia las canchas. Cuando iba hacia allá compraba siempre alguna bebida para la menor y un bocadillo que le recuperara las energías.
Estaba feliz, las cosas entre ella y Haerin se habían vuelto oficialmente formales (entre ellas dos), significando que podía decirse a sí misma que Haerin era su novia, y viceversa. Era sin duda el cambio que había estado esperando, y los meses transcurridos lo habían reflejado bien. A pesar de que Jisung seguía apareciendo unas cuantas veces, en su vista, Haerin siempre lo corría de manera educada, causando que la australiana dejara de preocuparse por el muchacho.
Esa tarde, cuando llegó al lugar habitual de entrenamiento le pareció raro no encontrar por ninguna parte dentro de la cancha a la menor.
Se extrañó un poco, pues contando a las jugadoras, estaban todas excepto a la que buscaba.
Al momento que tomó asiento, esperando que apareciera de alguna parte Haerin; escuchó a todas las chicas del equipo anunciar su descanso intermedio. La capitana, Minji, una chica con la cual no hablaba mucho entonces se aproximó.
Danielle sabía que ella y su novia no se llevaban bien, especialmente porque la entrenadora había preferido darle el liderato del equipo a la mayor, en vez de a Haerin. Desde ahí las cosas no iban muy bien entre ambas deportistas.
Parecía que Minji no tenía intenciones de ir a hablar con ella, sólo de buscar algo en su mochila que se encontraba en las bancas de la misma zona. Y a pesar de aquella rivalidad entre Haerin y la más alta, Danielle sabía que no perdía nada preguntándole si sabía el paradero de la coreana.
—¿Minji, verdad? —sabía que se trataba de ella por el número 9 resaltando en grande sobre su playera. Haerin la mayoría de tiempo, trataba de explicarle a la extranjera las reglas del juego y las posiciones de cada número; en ese caso el 9, se trataba del Medio Scrum, la persona con mayor habilidad para memorizar e improvisar jugadas, la lider del equipo.
Le afligía un poco no ver a Hae con ese número, pero sabía que las cosas dentro del mundo del deporte no le incumbían. Además la chica se veía atlética, por algo tenía el liderato.
De igual manera, no dudaba que Kang pudiera hacer un buen trabajo, creía que sería excelente lider.
—Si, esa soy yo —asintió Minji, tomando un sorbo de su botella de agua —, Danielle.
No le sorprendió que supiera su nombre, todos en la escuela la conocían. Le sorprendió la media sonrisa que le dio y el aspecto sudoroso, un tanto fuerte que emanaba en ese momento, siempre veía a la joven deambulando sola por la escuela, con su uniforme intacto por completo. Desde lejos, nunca parecía dar el porte de alguien a quien le gustaran los deportes rudos.
—Uh si, quería preguntarte si sabes dónde está Haerin. No la vi jugando —asintió sonriente Danielle.
—Haerin... —Minji dio media vuelta para examinar a las chicas del equipo, quienes estaban haciendo sus respectivas actividades de descanso— mi número 11, me falta una Wing. No vino a prácticas hoy —repuso aún con la botella en mano, a punto de dar otro trago.
—¿No vino? —era raro, pues la menor nunca se perdía ningún entrenamiento ya que le apasionaba el deporte —. ¿Sabes por qué?
Estaba preocupada, la había visto en la mañana, si. Pero en su mente solo se reproducían escenarios en el qué tal vez se sintiera mal, o hubiese ocurrido una emergencia.
Era raro que no se lo notificara.
—Me pidió el permiso quince minutos antes de comenzar el entrenamiento, se quedó afuera de los vestidores; hablando con un chico —comentó Minji, un tanto disgustada por recordarlo, odiaba que las personas cancelaran las cosas a última hora—. Parecía que peleaban, honestamente iba a regañarla por no decírmelo una hora antes por lo menos, pero no me gusta estar entre parejas en conflictos, y ellos parecían tener un argumento de pareja.
¿Pareja? El corazón de Danielle se detuvo unos segundos.
El sonido de una alarma proveniente del reloj deportivo en la muñeca de la mayor interrumpió el momento, causando que la más alta se despidiera y regresara a reunir el resto del equipo, continuando con las prácticas.
Danielle no podía quedarse así, tal vez era solo un malentendido. Tenía que comprobarlo.
Con el corazón algo destrozado, retumbando a más no poder como si de un tambor en de tratara, Danielle se apresuró hasta los vestidores no muy lejanos a las canchas. Estaban al otro lado del edificio, así que tardó unos cinco u ocho minutos en llegar.
Parecía no haber nadie, pues el silencio del lugar era sepulcral, tanto que le causó un poco de miedo, pero pronto unas voces que salían del vestidor de chicas se hicieron presentes.
—¡Tienes que decírselo! —exclamó en voz baja una voz masculina—. No podemos esconder esto 24/7 ¿entiendes?
—¡No lo haré! —esa era la voz que temía escuchar, la voz de Kang. Sonaba segura de si misma, parecía desesperada—¿crees que lo comprenderá, crees que nos felicitará? ¡Obviamente no, no puedo arriesgarme de esta manera!
—Eso díselo a mi padre, quiere que vayas a casa estas vacaciones.
Haerin había tomado una pistola y disparado justamente en su estómago, perforando cada órgano en su interior. Sentía la sangre brotar por su cuerpo,
su boca,
sus ojos,
su corazón.
Dolía más que cualquier otra cosa en el mundo.
Las lágrimas comenzaron a escurrir sin parar, en ese punto no le interesaba que la menor se enterara de su presencia, sólo quería huir y ver la cara del tipo con el que estaba.
—¿Quién está ahí?
Escuchó como los pasos se aproximaban a su dirección, escondida detrás del muro en la entrada, desplomada en el piso; hecha un mar de lágrimas.
—¡Dani! —la coreana trató de ayudarle a levantarse, aproximándose notoriamente preocupada a su persona, pero cuando esta llegó a su lado, Danielle le dio un empujón, impidiéndole a Haerin tan siquiera tocarla.
—¡Don't you dare to touch me ever again! —exclamó levantando las manos alejando a Haerin, con una ira acumulada dentro de ella.
Kang, atónita y confundida por la situación, se puso de pie con los ojos vidriosos; parecía que estaba a punto llorar.
—Dani, no es lo que crees, cálmate un poco y...
La australiana no estaba para chistes, observó en dirección al chico quien también tenía una expresión preocupada en el rostro y soltó una risa, incrédula por la situación. Era Jisung.
Incrédula, claro; eso era. Fue una tonta por confiar en Kang, eso fue.
Su respiración estaba desequilibrada por la impresión. El dolor en su pecho le impedía ponerse de pie, pero lo logró.
—Te traeré un poco de agua, por favor no te muevas te puedes... —los intentos de la coreana por mantener a Marsh en donde estaba, fuera de cualquier peligro o desmayo inminente no funcionaban, y eso la hacía sentir más y más ese nudo en la garganta—¡Jisung, trae una botella de agua, no te quedes ahí como tonto! —exclamó con fuerza la menor, haciendo que el joven acatara la orden al instante.
Cuando este se fue, Haerin por fin, a pesar de que la otra no quería; tomó del brazo a la extranjera, volteándola en su dirección obligándola a mirarla.
—De verdad Danielle, hablemos. Te explicaré lo qué pasa ¿si?
—¿Por qué simplemente no me dijiste que querías estar con él? ¡me hubieras ahorrado una perdida de tiempo! —Danielle se sentía dolida, por obvias razones. Se sentía traicionada, y tenía el corazón roto.
Su pasaje del amor al odio había tomado nada más y nada menos que unos cuantos minutos.
—¡Porque no quiero estar con él! —repuso elevando el tono de voz de la misma manera—. Porque tú me gustas, ¿es que no te lo he demostrado?
—Don't be kidding me, you bastard —no se atrevía a insultarla en su idioma natal, porque hasta para eso debía tener cierta decencia. Aunque Haerin era fuerte, no mantenía el brazo de Danielle asegurado con tanto agarre, por ende la misma pudo zafarse de la retención simplemente jalando su extremidad —. No me busques otra vez ¿entiendes Haerin?
—Dani no hagamos esto, por favor —las lágrimas de la otra no pudieron retenerse y comenzó a llorar. Era cierto que ver a Kang de esa manera era nuevo e impactante para Marsh; pero no le importaba. No podía pensar siempre en mantener los sentimientos de los demás bien, menos cuando Haerin no había sido cuidadosa con los de ella.
Dio media vuelta, dejando a la coreana llorando, suplicándole e incluso tratando de detenerla. Pero no funcionó, y no iba a ceder como otras veces.
Les dije que habría actualizaciones más seguido :>
Gracias por leer, votar y comentar, disculpen los errores si hay alguno por ahí.
Este capítulo tenía dos versiones, pero me decidí por la segunda cuando ya llevaba más de la mitad en la otra. Igual, estoy contenta a pesar del doble trabajo, me gusta más como quedó esta variante.
Tenia pensado hacer una votación antes de publicarlo, pero sentí que tardaría más en contar los votos que en decidir. Igual, luego vendrá otra votación, así que estén atentos porque tal vez la deje solo por un par de horas.
Bueno, sé que a algunos les intriga lo que pasó el capítulo anterior, así que me gustaría saber sus teorías jasjjsa los leeré. Honestamente, me sorprende que uno de ustedes adivinó parcialmente lo que sucedió antes de que lo publicara.
Eso sería todo, nos leemos después<3
-dust
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