03

[🦌]

Lo hizo, si. Ahora estaba en el pasillo principal y ningún alma se encontraba por ahí. Se preguntó a dónde habría ido Hyein, pues no se escuchaba ni un solo ruido en el lugar.

Caminó un tanto nerviosa por los pasillos, y sacó su teléfono para verificar su horario y las aulas a las que tenía que ir. Suspiró un tanto frustrada, eso iba a ser difícil.

Según el pequeño mapa que estaba colocado en la pared, se encontraba en el piso 00, su horario indicaba números y letras extras, y estaba confundida, ya que los viejos y elegantes señalamientos indicaban que arriba se encontraba el piso 03.

Iba a necesitar ayuda.

Rendida ante la señalética confusa, se dispuso a caminar por el lugar para soltar a la suerte su destino, esperando llegar de casualidad a un salón que su horario indicara.

—¿Quien rayos creyó que estos salones serían fáciles de ubicar de esta manera? —se detuvo a verificar las placas de un aula, tenían números y letras que no entendía para nada.

Iba a seguir quejándose, pero escucho unas voces provenientes de la vuelta del pasillo.

Se mantuvo quieta, no parecían ser maestros, parecían más que nada voces jóvenes. Hanni se escondió recargándose lo más que pudo a los casilleros de la pared, y se asomó un poco por la esquina para ver quien andaba ahí. No podía negar que el corazón le latía al mil, en el sentido de que estaba nerviosa por encontrarse con alguien que pudiera meterle un buen regaño.

De espaldas, entonces, visualizo a dos chicas, parecían tener una conversación calmada, pero se mantenían un poco lejos una de la otra.

—Te he dicho que dejes de insistir —esa era la voz de Danielle, o parecida, por lo menos. La chica se encontraba de espaldas, por ende Hanni no lograba ver su rostro, pero comparando su morfología, era similar.

—Necesito que hablemos, no podemos seguir así —la otra, que se encontraba encarándola, la sostenía del brazo. De ella pudo ver el rostro, tenía una mirada seria, con ojos que se asemejaban a los de un gato. Se mantenía observándola, y el tono de su voz parecía un poco molesto.

—¿Quieres hablarlo ahora? —Danielle soltó una risa incrédula, que sonó algo sarcástica. Hanni no entendía bien lo que sucedía, pero parecía que estaban manteniendo una clase de conflicto— Haerin, te dije que ya no quería saber nada más de ti. Si esto pasó, fue por tu culpa, así que mejor lárgate a buscar a tu estúpido novio y déjame en paz.

Danielle se soltó del agarre, y en ese momento, Hanni visualizó como la otra chica despegaba los ojos de Danielle por un segundo, pareciendo que la había visto a lo lejos, pues su expresión cambió a una sorprendida, abriendo los ojos un poco más de lo normal. Hanni se escondió rápidamente en la pared, dejando de asomarse unos segundos, y asomó su cabeza un poco menos, para continuar de espectadora.

—Hablemos en otro lugar —trató de tomarla de nuevo por la mano, pero la de chonguitos dio un paso atrás, evitando el agarre—. Danielle, por favor.

You're an idiot —vio a la australiana negar con la cabeza, y retroceder poco a poco de la chica. Su voz sonaba igual de molesta que la de la tal Haerin, y su lenguaje corporal, parecía indicar un poco de ansiedad.

—Esto no es culpa mía. —fue lo último que dijo la joven, antes de dar media vuelta y retirarse por el pasillo.

Hanni, entonces no supo que hacer. Era malo que escuchara conversaciones ajenas y lo sabía a la perfección, pero no pudo ignorar los repentinos sollozos provenientes de Danielle, y la necesidad de hacer algo al respecto, junto con la repentina compasión en su ser, le decían que no podía dejarla así.

Esperó unos minutos, para después caminar por el pasillo con tranquilidad, disimulando encontrase de casualidad a la joven.

—Oh, Dani —se le acercó por detrás, y eso pareció sorprender a la otra—. Are you okay?

—Uhm, si —se secó las lagrimas con rapidez—. Hanni ¿qué haces aquí? La asamblea sigue en curso.

Obviamente parecía que iba a evadir el tema de por qué estaba llorando, y Hanni lo comprendía. Al fin y al cabo eran extrañas, y sus problemas, personales.

—Estaba algo aburrida, vi a una chica salir —Hanni alzó los hombros, restándole importancia al asunto—, me pareció buen momento para buscar mis salones.

—¡Oh, entonces eres una chica rebelde! —le sorprendió el rápido cambio en el semblante de la joven, pasar de estar triste, a una felicidad que parecía esconder todos esos sentimientos...

—No diría que lo soy por completo —respondió Hanni, sonriente—. Pero hay que aceptar que esa mujer habla muy lento...

Yeah, I know —Danielle asentía con la cabeza, pero parecía querer esconder su rostro de Hanni. Volteaba de vez en cuando, evitando el contacto visual con la de fleco—. Bueno, si quieres puedo explicarte cómo es que esto funciona.

Dani, se ofreció con sinceridad.

—Es un poco confuso al inicio —continuó—. Pero cuando te lo explique lo entenderás rápido.

—¿De verdad? —Hanni suspiró aliviada—. Muchas gracias, ya van dos veces que me salvas...

Danielle asintió, y sonriente se acercó un poco a ella—¿Tienes tu horario? Lo necesitamos para ver el número de piso, y el salón.

Hanni confirmó eso sacando su celular y mostrándole a Dani el extenso horario de colores.

—Por ejemplo, este —señaló la primera clase del horario; 03-A9-P2—. La primera cifra, es el número de tu piso; en total el edificio tiene cinco.

Levantó los dedos de su mano como acompañamiento visual a la información.

—Pero...—Hanni aún seguía confundida.

—No te preocupes, dos pisos se encuentran subterráneos. El 00, donde estamos ahora, no tiene número, pero arriba siguen las numeraciones; 03 y 04.

Hanni asintió, comprendiendo ahora el extraño orden.

—Y bueno —Danielle terminó con su explicación—. El segundo número es el número del aula, y el último el número de pasillo. Esos están indicados al final de cada corredor.—Danielle señaló como ejemplo el letrero que colgaba cerca de ellas.

Hanni chasqueó sus dedos en señal de entendimiento—Got it.

Es un poco complicado al inicio, pero te acostumbrarás. —la australiana asintió, devolviéndole el celular a la de flequillo.

—Genial —cuando Hanni tomó su teléfono de vuelta, el silencio permaneció. No había mucho que decir, juntándolo con el hecho de que posiblemente la australiana estuviese conteniendo sus lágrimas.

—¿Necesitas ayuda en alguna otra cosa? —se ofreció amablemente la de cabello recogido.

Hanni negó, pero trató de continuar esa interacción. Sentía que no debía dejar a la chica sola, vamos, estaba llorando... se sentía mal por ella.

—En realidad no —Hanni negó inclinando un poco su cabeza, pensando en cómo mantener a Danielle con ella—, pero, ¿crees que puedas acompañarme a buscar el salón?... solo para verificar que haya entendido por completo.

La de sonrisa brillante accedió sin pensarlo, parecía que eso la había hecho llenarse de energía de nuevo.

—¡Claro! Será como una aventura, y así también podré conocerte mejor —exclamó, juntando sus manos en un sonoro aplauso, este hizo eco por todo el pasillo en el que se encontraban.

Su caminata por el alargado corredor se convirtió en una especie de entrevista mutua.

—Y... ¿que clase tienes tú después de esto? —preguntó la más baja, un tanto insegura con sus palabras. Al fin de cuentas solo se conocían por un día, y Hanni no era del todo sociable—. Tal vez podríamos compartir alguna y no lo sabemos.

—Oh... eso sería genial, pero lo dudo un poco —Danielle caminó un poco hacia el frente y se situó cara a cara, viendo a Hanni mientras caminaba de espaldas—. Estamos en áreas diferentes, pero supongo que podríamos compartir alguna que otra actividad extracurricular.

Hanni formó una pequeña "o" en sus labios, entendiendo y también enterándose de que la chica popular era un poco menor que ella.

—Pero, aún sigo viéndolo posible —continuó la australiana—. Hay muchas actividades extras, muchas son obligatorias, así que si escoges una en la que yo esté, tal vez exista la posibilidad de que estemos juntas.

Oh, that would be nice —Danielle asintió, y volvió a su posición al lado de Hanni, caminando brazo a brazo.

—Los lugares aquí son grandes, y aunque hay muchos salones, la mayoría se encuentran bloqueados con estas cosas... —explicó Dani, mientras señalaba la cerradura que tenía un teclado numérico, igual al de la puerta de su habitación—. Los códigos de las aulas sólo los tienen los maestros y personas de rango. En caso de necesitar un aula para algo en específico, tienes que llenar un formulario completo para obtener los permisos.

—¿De verdad? —la menor asintió. Cruzándose de brazos, mirando el picaporte—. Y las actividades fuera de clases ¿también requieren permisos?

—Claro, todos los líderes de clubes tienen sus propias aulas, para sus actividades... —Dani buscó algo en su mochila, para después mostrar una tarjeta, como la que le había dado el día de su llegada— Son llaves...

—¿Eres líder de algún club? —exclamó sorprendida Hanni.

—Algo así... —Danielle ladeó la cabeza, no muy segura de si debía comentar lo que tenía en mente.

Al momento, también Hanni se preguntó porqué la menor le comentaba todo eso... No era que no le gustara, pero, ¿qué tenía de relevante hablar sobre picaportes y las contraseñas de los salones?

—Subamos por aquí, las otras escaleras se encuentran en el otro pasillo —Hanni asintió, y después de unos tantos minutos, llegaron al salón que indicaba con un letrero en cursivas el número del aula y el nombre de la misma; "Historia del arte".

Bueno, Hanni no se molestó para nada al leer eso. Le gustaba la materia, le gustaba saber más sobre todos los movimientos artísticos, musicales, arquitectónicos... era lo suyo.

—De nuevo, muchas gracias Dani —exclamó la vietnamita, y justo en ese momento un timbre que parecía más música de ascensor comenzó a sonar.

—¡Justo a tiempo! —dijo Danielle. Cuando terminó la música, empezaron a escucharse voces y pasos en la planta baja, lo que le dio a entender a la mayor que empezaban a salir de la asamblea.

Vaya, entonces, Hanni sintió que el tiempo afuera de ese auditorio había pasado mucho más rápido. Tal vez se la había pasado bien con Dani, o la asamblea había durado menos de lo previsto.

—Fue bueno verte, Hanni —la australiana agitó su mano en el aire, y antes de que la otra pudiese responder, desapareció por las escaleras del pasillo.

Pham suspiró, sabía que esa clase de cosas nunca le habían importado, pero muy en el fondo se preguntaba si le agradaba a Danielle. Recordó entonces las palabras de Yunjin en la mañana.

"Te puso a prueba desde que comenzaste a hablar con ella"

Si eso era cierto, entonces no sabía qué calificación le habría dado la australiana hace unos momentos. Dani tenía esa típica aura de chica popular. Personalidad destacable, belleza envidiable, altas habilidades sociales...

Se preguntaba si su grupo de amistades era igual, y por un momento, le pareció interesante encajar con ellos, pero el pensamiento desapareció de su mente cuando una silueta a lo lejos del pasillo, la observaba.

Hanni forzó la vista, tratando de ver mejor de quien se trataba, pues estaba algo lejos.

Parecía una chica, la misma chica que estaba discutiendo con la menor en el pasillo. Pudo distinguir que era ella por el mismo chaleco que llevaba encima del uniforme, y aquellos ojos gatunos que la miraron con recelo y sorpresa.

No había nadie en el pasillo de arriba, pues la mayoría de estudiantes apenas estaba preparándose para las primeras horas de clase. El estar sola, en la planta de arriba, con una chica mirándola fijamente que se notaba furiosa, no era muy lindo que digamos.

—¿Hola? —trató de entablar una conversación con la misma, pero ante eso, la otra simplemente dio la vuelta entrando en uno de los salones— Weird...

Las personas comenzaron a subir por las distintas escaleras que llevaban al segundo piso, y al mismo modo, los corredores de la planta 03 comenzaron a llenarse de adolescentes energéticos.

La puerta del salón se desbloqueó, como por arte de magia, y Hanni, siendo la primera en entrar escogió el lugar que más cómodo se le hizo; tercer asiento junto a la ventana.

Pham siempre había sido de las mejores de su clase, pero no le gustaba hacer notar su esfuerzo. Claro, participaba en actividades que le parecían interesantes en la escuela, estudiaba para sus exámenes e incluso daba algunas tutorías. Pero nunca le gustó seguir el estereotipo de chica nerd.

Por eso mismo, siempre trataba de mezclarse entre sus compañeros para ser "una más del montón".

Los estudiantes comenzaron a entrar detrás de ella, uno por uno, y muchos parecieron sorprenderse por ver una cara nueva. Los susurros se hacían cada vez más fuertes, hasta que una maestra hizo aparición, causando que todos guardaran silencio con rapidez.

Hanni no dudó en sentirse incómoda, muy fuera de lugar. La mayoría de los alumnos se conocían entre sí probablemente desde hace años, y ella hasta ahora no sabía si tenía alguna amistad fija...

—Buenos días chicos, como algunos ya me conocen, soy la maestra Jung... —la mujer comenzó a presentarse y dar unos cuantos datos sobre lo que se vería a lo largo del semestre.

Algo que le agradó es que no hubo necesidad de presentarse frente a todo el salón.

Pasaron los minutos, y cuando la clase ya iba por más de la mitad, una chica alta, con cabello negro y labios peculiares; tocó la puerta del salón.

—Señorita Minji, estamos a punto de terminar —la joven sin decir nada, entró al salón y tomó asiento en el primer pupitre al lado de la puerta, que por alguna razón estaba libre.

—Lo sé maestra, lo lamento —Hanni se limitó a analizarla. Su uniforme se veía igual de elegante que ella, traía consigo un gafete con una de esas tarjetas que Danielle le había comentado, y en su saco colgaba un pequeño Pin dorado que tenía la forma de un venado—. Tuve que quedarme después de la asamblea para organizar algunas cosas. Si gusta puedo mostrarle el permiso.

—No, no hace falta, está bien —la clase continuó con normalidad, y a Hanni le extraño con grandeza la falta de regaño hacia la joven. En su anterior escuela, si alguien hacía eso, terminaba directamente en detención.

Bueno, tal vez tenía que ver con parámetros de ricos, pensó.

El resto de la clase, Pham pudo sentir una mirada fuerte. Se sorprendió más cuando se dio cuenta que era la de aquella joven de cabello lacio. El hecho de que no estuviese ocultado o disimulado para nada mirarla, pues técnicamente estaba dándose la vuelta para poder observarla; le causó escalofríos.

¿Es que acaso todos ahí tenían la costumbre de mirar mal a los nuevos?

Tan pronto el timbre sonó, Pham guardó sus cosas esperando salir del lugar lo más rápido posible, huyendo de cualesquiera fueran las intenciones de la bruneta mirándola.

—¿Eres nueva? —cuando estuvo en el pasillo, a punto de bajar las escaleras, una voz la detuvo. Se dio la vuelta lentamente, para encontrase con aquellos ojos—. No te había visto por aquí.

—Si. —repuso, sin muchas ganas de conversar.

—Bien. —y sin más que decir, como si la otra no hubiera sido la que inició la conversación; se marchó chocando con su hombro, bajando las escaleras.

Bueno, ahora tenía dudas grandes sobre qué mierda le pasaba a todos ahí.

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