Prólogo

Retiré mi maleta de entre el montón de personas que estaban aglomeradas, apenas pude luchar para salir de la gente que se amontonaba a mi alrededor y por fin pude respirar... cuando de repente alguien se cruzó en mi camino ocasionando que tropezaramos torpemente y se le cayera el teléfono al piso.

Lo que me faltaba.

—Perdón —murmuré realmente apenada y sintiendo pena ajena por su teléfono.

El sujeto con el que tropecé tomó su teléfono del piso frunciendo el ceño con mala cara.

—¿Pero es que eres imbécil que no ves por donde caminas? —replicó evidentemente enojado.

Joder pero que humor de perros.

—¿Acaso tú no ves por donde caminas? —repliqué pero entonces observé como él miró su celular y volví a sentir pena ajena— ¿Le sucedió algo?

Él miró la pantalla y lo encendió negando con la cabeza.

—No —dijo.

Al menos.

Fue en ese preciso momento cuando alzó la vista y que sus ojos verdes se cruzaron con los míos que lo reconocí y me quedé impactada.

No podia ser verdad.

—¿Ian? —murmuré.

La puta cereza del pastel.

Él me miró como si no comprendiera cómo era que me sabía su nombre hasta que entrecerró los ojos y la comprensión llenó su rostro.

—¿Noemí? —dijo incrédulo, sus ojos verdes recorriendo mi rostro con detenimiento reconociéndome.

¿Que tan raro era encontrarse a tu ex en medio de un aeropuerto? Muy raro e incómodo.

Ácido.

Repugnate.

—Sí —dije aclarando mi garganta sintiendo mis mejillas sonrojarse un poco ante el impacto.

—¿Estas tan desesperada que tuviste que llamar mi atención de esta forma?  —dijo Ian arrogantemente.

No podia ser verdad que Ian seguiera siendo tan hijo de puta.

—Ya claro, ¿Para qué iba a querer llamar la atención de una mierda mal oliente como tú? —repliqué.

Él frunció el ceño, aún teniamos mucho rencor. Demasiado.

Él dio un paso hacia mí recordandome que era casi medio metro más alto que yo, había cambiado físicamente, estaba más musculoso, más alto, muchos tatuajes adornaban su brazo derecho cubriéndolos, su cabello bien peinado como si fuera un cantante o actor de televisión, ya no tenía nada de acné en el rostro, lucía completamente más atractivo en esta etapa adulta, sin embargo yo estaba con las fachas de haber viajado casi 14 horas y ni me había retocado el maquillaje.

—Sigues siendo tan insoportable como antes —dijo Ian—. Nunca vas a madurar.

¿Madurar? ¿Yo? Por favor si él era el que estaba diciendo cosas estupidas. 

Bueno, yo también estaba replicandole de forma estúpida pero ese no era el tema aquí.

No tenia por qué aguantar esto.

—Como sea —dije girando los ojos dispuesta a irme de aquí para no seguir aguantando estos momentos desagradables e innesesario con mi ex.

Volví al pais para pasar una agradable navidad con mi mamá y mi padrastro, no con él.

Me voltee cuando de repente vi a alguien, venía corriendo hacia mí con los brazos extendidos.

—¡Hija! —dijo mi madre mostrandome una enorme sonrisa.

—¡Mamá! —sonreí correspondiéndole cuando me abrazó y nos fundimos en un abrazo de oso, duramos un largo rato de esa manera y luego de unos minutos nos separamos, limpié algunas lágrimas que escurrieron por los costados de mi rostro de la emoción.

De repente Ian aclaró su garganta llamando nuestra atención.

No entendía qué seguia haciendo aquí, su presencia me estorbaba mi momento de felicidad, pero todo lo entendí cuando de repente mi madre dijo:

—Oh, hija, no te había presentado a mi esposo —dijo mi mamá tomando la mano de Ian—, Noemí, él es tu padrastro Ian.





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