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Capítulo 33: No debimos casarnos (Parte II)

SHEILA BICHÉ

Sus fuertes brazos me alzaron y me pegaron contra la pared, envolví mis piernas alrededor de sus caderas mientras me embestía sin parar y yo no paraba de gemir pidiendo más,

—¡SON LAS 3 DE LA MAÑANA CUERDA DE SINGADORES! —se escuchó que gritaron desde otra habitación.

Dixon y yo nos reímos pero no nos importó solo me cubrí la boca para dejar de gritar mientras él seguía empujando contra mí sin piedad alguna.

Este hombre era todo lo que yo quería y necesitaba, no podíamos dejar de follar como conejos por toda la habitación.

Nos tumbamos en la cama para recuperar el aliento, ya hoy era la última noche juntos, mañana en la tarde tomaríamos nuestro vuelo a casa a miles de kilometros de distancia.

No me sentía lista.

—Ya se acabó el viaje. —murmuró Dixon acariciando mi espalda desnuda y algo sudorosa.

—Sí. —susurré pasando mi mano por su abdomen.

—¿Qué haremos ahora? —preguntó.

Volver a la realidad se sentía como un tormento.

—Tienes familia, yo tengo la mía —dije.

Él me miró y susurró:

—No regreses, quédate conmigo.

Me reí un poco.

—¿Cómo me voy a quedar contigo? —repetí incrédula.

—Te conseguiré un buen puesto en mi empresa —propuso.

Oh, ¿su propuesta era en serio?

—¿Y después qué? —pregunté— ¿Seguiré siendo tu amante hasta morirme?

Eso no sonaba nada bien para mí.

Él acarició mi mejilla.

—Me divorciaré —dijo— por favor, déjame hacerte feliz.

Apreté los labios.

—Tengo que decirte algo, Dixon.

—¿Qué? —preguntó.

Relamí mis labios y admití:

—Estoy recién casada.

No se lo había dicho y era algo que me atormentaba la moral.

Él no se inmutó.

—Lo sé. —dijo—, vi tu anillo antes de que lo guardaras el día que nos conocimos.

Sentí mis mejillas sonrojarse de la vergüenza.

—¿Lo sabías todo este tiempo? —pregunté.

—Sí, al igual que tu sabías mi vida —dijo—, yo me sabía la tuya.

Tomé una profunda respiración.

—¿Entonces por qué me pides que lo abandone todo si sabes en el aprieto en el que estoy metida? —pregunté.

Estaba recién casada con Ian, se suponía que al volver iríamos de luna de miel y de hecho también estaba Noemí, quería pasar tiempo con ella antes de que se fuera.

Todo mal. Muy mal.

—¿Realmente sientes que esta semana fue solo una aventura? —preguntó Dixon.

—No. —murmuré, se sentía más que eso.

Él sonrió un poco.

—Yo también siento lo mismo —dijo—, le diste el gusto a mi vida que necesitaba, hagamos esta locura.

¿Divorciarme?

La idea de alejarme de Ian... es decir, me acostumbré a tenerlo en mi vida y todo este tiempo intenté serle fiel, sin embargo a unos días que conocí a este hombre no dudé ni un poco a estar con él y ni siquiera me arrepentía.

—Tus hijas estás chiquitas. —susurré, no era justo para ellas, bueno, no tan chiquitas, estaban por ir a la Universidad.

—No las voy a abandonar —aseguró—, solo voy a divorciarme, mi matrimonio hace mucho que no funciona.

Eso sonaba muy tentador, pero... ¿romperle el corazón a Ian?

—Ven conmigo, seamos felices. —insistió y me dio un ligero beso en los labios mientras su mano se deslizaba a mis labios inferiores y empezaba a tocarme.

Empecé realmente a pensar en divorciarme e irme con él.

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Esto se ve muy complicado, ¿que creen que hará la mamá de Noe? ¿se divorciará? descubranlo el proximo Martes en Ian está prohibidooo chan chan chaaaaaaaan jajajajja recuerda votar o te montarán cachos :D

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Nos leemos el martes.