El comienzo de todo.
Capítulo 1:
El comienzo de todo.
[Nick]
—¿Cuándo dejarás de ser un maldito cobarde? —pregunté, sabiendo cuanto podría doler aquella pregunta—. ¿Quieres seguir siendo algo que no eres? ¿De verdad? —dejaba que la rabia hablase por mí.
Parecía que en cualquier momento comenzaría a llorar y nadie podría evitarlo. Él me observó, quizá pensando bien sus siguientes palabras.
—No tengo otra opción, Nick —susurró—. Lo siento, pero no soy como tú. Yo no tengo el valor suficiente para enfrentar a mis padres y menos aún de perder todo —avisó, como si lo que vivimos juntos valiese una mierda. Maldición.
Solté una risa cargada de ironía —¿Por eso has aceptado un matrimonio arreglado? —mascullé—. ¿Por eso te casaras con mi hermana? ¿Para hacerle infeliz? ¿Para fingir amarle cuando no será así? ¡Eres un asqueroso cobarde Ian! —le espeto, dejando que la rabia volviese a adueñarse de mí.
—¡No tengo otra maldita opción! ¿Puedes entenderlo? —pregunta elevando su voz y repitiendo lo mismo.
Reí sin poder evitarlo y negué con demasiado frenesí —No lo entiendo, por supuesto que no —me sincero—. Sólo eres un puto cobarde, que no es capaz de gritarle al mundo que es gay. Eso es lo que veo y me entristece que no tengas los huevos para luchar por tu propia felicidad —zanje, dejando en claro mi aborrecimiento por su cobardía.
Yo también tenía miedo, porque no sabía cómo lo tomaría mi familia. Menos aún Eloise, mi madre. Quien había dejado claro en varias ocasiones su desagrado hacia la homosexualidad y supongo que mi padre pensara igual. Pero si debía enfrentarles y contar la verdad para ser feliz, lo haría. Claro que lo haría, no dudaría ni un segundo. Por eso me costaba entender la postura de Ian, sé que no es fácil. ¿Pero aceptar un matrimonio por conveniencia? ¡Se ha vuelto loco! No sólo será infeliz él, sino también mi hermana. Mi más grande tesoro, lo único bueno en mi vida de mierda.
—Nick, yo... —intentó decir, pero le corté de inmediato.
—Quizá cuando decidas a luchar por mí, sea demasiado tarde y me hayas perdido por completo —dije, sintiendo a mis lágrimas descender por mis mejillas—. Este es el adiós, Ian. Espero algún día recapacites —susurre, caminando hacia la salida de su departamento. Sentía como mi corazón terminaba por destrozarse y quizá nadie iba a poder repararle jamás.
Un año antes...
Comenzaba a creer que no fue tan buena idea aceptar trabajar en la empresa de mi padre, pasaba demasiado tiempo fuera de Londres y lejos de Liz. Le extrañaba horrores y deseaba tener nuestras charlas nocturnas en su habitación.
Caminé con rapidez, debía tomar un taxi con urgencia o llegaría tarde a esa bendita reunión. La cual era importante, demasiado importante. Hoy cerraría un trato que ayudaría en demasía a Collins and company y sabía cuán importante era esto para mi padre.
Subí en los asientos traseros, una vez que paré un taxi. Le indique al chofer el lugar al que deseaba llegar y agradecí que lo hiciera en tiempo récord.
Bajé rápidamente y caminé hacia dentro del edificio. Saludé a la recepcionista y ella me dio pasé para continuar mi camino al ascensor. Una vez en el pequeño espacio, presione el botón del piso al que deseaba ir. Pero antes de que siquiera se terminarán de cerrar las puertas, la mano tatuada de alguien evitó aquello.
Las puertas se volvieron a abrir, dejando ante mí al chico más guapo que había tenido el placer de ver. Entró en el pequeño espacio y se posicionó a mi lado.
—¿A que piso vas? —me atreví a preguntar.
—Al último —respondió, con bastante seriedad. Genial, me ha tocado un gruñón como compañero de ascensor.
—Estás de suerte, yo también me dirijo al último —respondo, para luego quedarme en silencio.
Le observé intentando de no ser descubierto, su cabello negro estaba perfectamente peinado. Largo arriba y rapado a cero en los lados. Era lo bastante alto, además de que se notaba que pasaba tiempo en el gimnasio. Podía notar los tatuajes que sobresalían en su manos y los que se veían en su cuello por encima de su camisa. Vestía de traje, supongo que debe trabajar aquí. O quizá sea algún socio de los Weasley, aunque es lo bastante joven como para ser uno. Aparentaba unos veinticinco como máximo. ¡Madre mía! ¿Qué sucede contigo Nick? Nunca eres así y menos de quedarte observando embobado a alguien.
Estaba claro que mi inclinación sexual no era el ser un joven heterosexual, era fácil descubrir que me iban los tíos y no las tías. Pero vamos, que importaba eso ahora. Él ni siquiera se ha dado cuenta que le llevó observando desde que entró al pequeño y reducido espacio. Al contrario, me ha ignorado por completo. Joder. Que descortes de su parte.
Las puertas se abren y me sacan de mi ensimismamiento. Salgo fuera del ascensor y caminó hacia la sala de juntas. Donde me esperan y donde cerrare dicho trato. Mi padre había confiado en mí para esto y no pensaba defraudarle. Aunque siempre me ponía de los putos nervios y no podía evitarlo. Ya había hecho esto antes, pero aún así mis nervios no me daban tregua. Maldición. Tranquilo Nicholas, tranquilo.
« —Puedes con Robert Weasley y con cualquier otro socio de tu padre. Este es tu mundo, tu trabajo y hoy vas a cerrar ese trato. Vas a demostrar de lo que eres capaz y te amaran. —me aliento mentalmente. »
Mierda. Ya me estoy acobardando, demonios. Respiro con profundidad y entró en la sala de juntas. Allí se encuentra Robert y juntó a él, el desconocido del ascensor.
El Señor gruñón.
Sonreí ante eso y no pude evitarlo.
—Nicholas —me saludó Robert.
—Señor Weasley —salude de manera formal.
Le vi negar con la cabeza y para luego decir:
—¿Cuántas veces debo decírtelo? Llámame Robert y no Señor Weasley —me regaña—. Me haces sentir un anciano —bromea y río ante el cometario.
—Lo siento —me disculpe—. Es la costumbre —expliqué.
—Intenta acostumbrarte a llamarme por mi nombre de pila —pide—. Por cierto, te presento a mi hijo Ian —dice y señala al gruñón del ascensor. Genial.
—Mucho gusto —digo y extiendo mi mano para estrecharla con la suya.
—El gusto es mío —responde y estrechamos nuestras manos. Una corriente me recorrió entero, en cuanto entramos en contacto.
Joder.
—Entonces comencemos —propone Robert y ambos asentimos.
Y así dio comienzo al cierre de aquel contrato.
(...)
—¿Cuándo regresas? —pregunta y siento ansiedad en su voz.
Suelto un suspiro —En unos días renacuaja —respondo—. Me haces mucha falta —admito.
—Tú me haces falta —dice y la siento sorber por la nariz. Esta llorando y no hace nada por ocultarlo.
—Hey, tranquila pequeña —susurró—. Verás que cuando te des cuenta, ya estoy de regreso. Y prometo llevarte a ver la película que quieras —prometo.
—¿La que quiera? —pregunta y no puedo evitar reír. Ya se sentía mejor.
—La que tú quieras —afirmó y sé que con ello logró sacarle una sonrisa.
Hablar por teléfono con mi hermana hacía que la extrañase aún más y comprendía que mi madre la estaba volviendo loca. Eloise estaba en contra de que Liz estudiase medicina y se oponía a ello. Quería o intentaba crear una clase de princesa con ella. Y eso me molestaba, había algo que mi madre se traía entre manos y pensaba descubrir que. No dejaría que dañase a mi pequeña, no si podía evitarlo.
—Te dejó, debo seguir estudiando —avisa y me saca de mi ensimismamiento.
—Vale —respondo—. Te cuidas —pido y la oigo reír.
—Tú debes cuidarte —advierte y es mi turno de reír.
—Eso hago, hablamos luego —me despido y cuelgo.
Tenía suerte que el trato había acabado bien y que Robert estaba encantado con el proyecto. Pero Ian —su hijo— no parecía muy convencido que digamos y se mostraba reacio a todo. Imbécil.
No sólo fue descortes en el ascensor, sino también mientras cerrabamos el trato, sino me agrado en aquel momento; ahora no pasaría.
Niego ante eso, es mejor salir a disfrutar de esta hermosa ciudad. Había un bar gay al que deseaba ir y no pensaba negarme a ello. Quizá tenía suerte de conocer a alguien agradable.
Me levanté de un salto y caminé al baño para darme una ducha.
(...)
La música retumba en el lugar y podía ver a muchos bailando en la pista de baile. Me acerqué a la barra por un trago y mientras esperaba por el, observé el lugar. Había que admitirlo, había tíos guapos por donde miraras. Quizá no había alguno que fuese de mi tipo.
Una vez que me entregaron mi trago, di un largo sorbo y el sabor amargo refresco mo garganta. Me limité a observar y disfrutar de la música. No era del tipo que salía a cazar —si queréis llamarle de aquel modo—, más bien era del tipo que se sentaba a beber y disfrutaba como otros se divertían.
A mi llegaron los recuerdos de mi primer amor y de como le conocí. Y sí, fue en un bar como este. Quedé flechado en cuanto me sonrío, pero supongo que la diferencia de edad y el que ninguno aún no estaba dispuesto a salir del closet, fue lo que nos jugó en contra. Para cuando quise ver, le había perdido y no había vuelta atrás. La única persona que sabía de él, era Margareth. Mi nana, en ella podía confiar y sabía aconsejar muy bien.
—¿También vienes a acompañar? —la voz de alguien me saca de mi ensimismamiento.
Giro mi rostro, encontrandome a un hombre de aproximadamente mi edad. Cabello castaño, no le llega a los hombros. Ojos azules como el océano, de mi altura. Bebía, mientras observaba el lugar. Sentía que le conocía de algún lado, pero no podía darme cuenta de donde.
—Algo así —respondo.
Más bien sólo venía a estos lugares, porque el ambiente era agradable y siempre tenía suerte de conocer personas geniales. Claro que con ninguna de ellas, había tenido alguna clase de relación.
Le veo sonreír —Yo he sido obligado —comenta—. Mi mejor amigo me ha pedido que le acompañé —explica.
Asiento —Es bueno que tenga un amigo como tú.
Suspira —Supongo que si o más bien yo soy el afortunado —Se sincera.
—¿No eres gay, cierto? —afirmó, más que preguntar.
Asiente —No.
—Se nota —reí—. Estas demasiado nervioso, pero no temas. La mayoría de ellos no muerde, supongo —bromeo.
Me mira y veo una expresión de horror en su rostro. No puedo evitar reír a carcajadas ante eso, era muy gracioso.
—Soy Nicholas, por cierto —me presento.
—Ethan —dice y estrecha su mano con la mía.
—Tu amigo te ha dejado sólo, por lo que veo.
—Ha ido al servicio, se pone nervioso cuando viene aquí. Digamos que aún le cuesta aceptar su sexualidad.
—Entiendo, me paso la primera vez que fui a un bar gay.
—Entonces esto no es nuevo para ti.
—No, se podría decir que soy un experto.
Le veo sonreír y me contagió de aquel gesto.
—Ahí viene mi amigo.
Observo hacia donde Ethan señala y me quedo de piedra en cuanto le veo. Esto tiene que ser una puta broma.
(...)
Así estáis vosotros xD Perdonen la demora, pero aquí tenéis el primer capítulo. Espero os guste <3 Pronto subiré un apartado con el reparto de historia :3
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Os amo y los estamos leyendo
—Vicky—
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