𝕮𝖆𝖕𝖎́𝖙𝖚𝖑𝖔 𝟏𝟓 ― 𝕷𝖎𝖒𝖎𝖙𝖊𝖘

Después de lo ocurrido el día anterior, y después de la reunión donde Kaufman acepto reunirse con la pelirroja para ponerla al día con las clases de magia, Navier tuvo que hacer las típicas audiencias con Sovieshu. Antes de terminar, no podía faltar el comentario sin sentido del pelinegro hacia las acciones de la rubia.

― ¿Ya acabaste de bromear con el gran duque? Mas tarde me di cuenta de que era un engaño.

― ¿De qué hablas?

―Del gran duque Kaufman. Se sonrojo por ti ¿No es así?

Navier tuvo una necesidad infantil de decirle que fue, en realidad, por su hermana, pero era más que claro que no lo haría, en primer lugar, por el gran aprecio y amor que le tenía a la media hermana del azabache.

―A mí me pareció que se sonrojo cuando te miro a los ojos, ¿No te parece, su majestad?

Y sin pensárselo un poco más, Navier se retiró con ganas de reírse por la cara de sorpresa e incomodidad que dejo en Sovieshu con esas palabras. Mientras la rubia se alejaba del salón donde se realizaban las audiencias, la pelirroja estaba fuera, en los jardines mirando el atardecer con una gran sonrisa, sentía un poco de calma después de toda la tormenta que habia surgido por el tema del hijo de Rashta y su hermano.

Mientras disfrutaba de las vistas escucho a Henley, al voltear, se encontró con el rubio hablando con Navier y una sonrisa suave apareció en sus labios. Se puso de pie y decidió alejarse, no quería ser mala compañía, más sabiendo que Henley estaba interesado en Navier de forma... más romántica de la que debería.

Pero ni bien estaba por caminar, el rubio la miro a la distancia y decidió llamarla, asi que, un poco desganada e incómoda se acercó a donde estaban ambos rubios, dedicándole una suave reverencia a la rubia que consideraba una hermana.

― ¿Por qué estaba sola, princesa?

―Quería un momento a solas, Henley. Además, no quisiera hacer "montón" aquí...

―Para nada, además, nos viene mejor que la princesa este aquí, asi el emperador no pensara mal de Reina.

Henley tomo la mano de Amelie, como hacía en la academia cuando entraban en confianza, la sonrisa de Amelie se volvió genuina mientras reia dulcemente. Navier sintió ternura en su corazón ante una imagen tan linda entre esos dos, a pesar de que Amelie era significativamente más joven que Henley, se veía a distancia lo mucho que se llevaban bien.

Mientras eso ocurría, cierto hombre se acercaba en silencio, el ambiente rápidamente se volvió algo pesado e incómodo. Navier dirigió su mirada a otro punto, encontrándose con el duque Kaufman, una sonrisa incomoda apareció en sus labios al saber que se trataba.

― ¿Salio a dar un paseo, Gran duque Kaufman?

―Si, quería tomar un poco de aire fresco para tranquilizarme. ― La mirada del Duque revisaba de arriba abajo a Henley junto a Amelie, deteniéndose unos segundos en sus manos aun sujetas, haciéndolo fruncir el ceño.

―Entonces disfrute de su caminata. Tenemos que hablar de otros asuntos.

Mientras Navier trataba de sacar de ahí a una nerviosa Amelie y a un recién malhumorado Kaufman, este reacciono de mala manera cuando Henley parecía empujar suavemente de la cadera a Amelie.

―No se acerque tanto a ella. ― fueron las palabras del gran duque, mientras se interponía de forma brusca entre Amelie y Henley.

― ¡Gran duque Kaufman! - Amelie estaba sorprendida y nerviosa, posicionada tras él mientras miraba a Navier desde atrás, con clara vergüenza.

― ¿Qué es lo que cree que hace?

―Estar celoso.

―Gran Duque, príncipe Henley, deténganse ambos.

Navier miraba a Kaufman como esperando que la escuchara, pero este parecía ignorarla, parecía que solo iba a escuchar a Amelie, asi que le dedico una mirada suave a la joven, quien trato de llamar su atención dando suaves tirones en la ropa del Duque. Henley empujo a Kaufman para asi poder posicionarse frente a Navier, mientras esta lo llamaba, más a forma de regaño.

―Pero este hombre interrumpe la despedida... Me-me disculpo ¿se enojó porque lo empujé?

―No estoy enojada, estoy...―Navier suspiro mientras sobaba su frente con la punta de sus dedos, con Henley alejando su atención de Amelie, el moreno se volvió a la pequeña pelirroja que solo mantenía la mirada gacha.

― ¿Princesa?

―No tenía por qué hacer eso, solo estábamos hab...

―Asociarse con el príncipe Henley no es apropiado para alguien como usted, princesa.

Esas palabras desconcertaron en gran medida a Henley y a Navier, Amelie solo dio una leve sonrisa de incomodidad mientras rápidamente se acercaba Mckenna hacia Henley.

―Su alteza, recibí noticias urgentes que requieren su atención inmediata.

― ¿Qué ocurre?

Navier intercepto la mirada de Mckenna quien casi suplicaba su ayuda, con suavidad, Navier le dio una palmadita en el hombro a Henley, diciéndole que debería retirarse para atender ese asunto.

Henley se inclinó ante Navier, Amelie noto que toda la atención de Kaufman estaba en ella, como si esperara una respuesta. La pelirroja solo suspiro.

―Lo sé, pero no olvide que Henley, además de mi rival, es mi amigo. Le tengo aprecio después de todo. ― Dijo de forma sincera mientras el rubio se iba corriendo junto Mckenna.

El duque no parecía tan convencido, pero solo cerro los ojos y se aclaró la garganta, tratando de regresar a su actitud serena y sería de antes. Navier reía por dentro al ver los cambios tan repentinos en el Moreno por la pelirroja.

Navier se acercó para aligerar un poco la incómoda aura entre Amelie y el duque, quien miro al cielo unos segundos y después hablo.

-¿Alguna vez ha sentido celos?

Ambas mujeres se miraron un momento. Navier ya tenía una respuesta, Amelie por su parte parecía perdida.

-Tal vez- contesto Navier.

-No puedo identificar si sentí celos o solo molestia- se encogió de hombros la más joven, Kaufman rio un poco por el aire inocente de las dos.

-Ya qué no han sentido los celos intensos, permitan me describirlo... Siento como si tuviera una voz invisible que grita desde lo profundo de mi corazón. Y me siento tentado por lo que me dice...

- ¿Qué es lo que le dice? - Navier arqueo suavemente una ceja ante los comentarios del duque, que parecía... un poco afligido. Estos comentarios dejaban en Navier una sensación mezclada de culpa y curiosidad... y también algo de preocupación por la pelirroja.

- No puedo decirlo...

- ¿Por qué no?

- Porque, en este momento, esa voz invisible me dice que no debo decirles como me siento en verdad.

Ambas mujeres se miraron con confusión, Navier parecía mucho más incomoda que Amelie, quien solo podía mirar al duque con algo de preocupación internalizada. La joven deseaba darle una palmadita en la espalda a manera de apoyo. Pero el duque la miro y con una sonrisita tímida desvió la mirada.

- Con todos estos sentimientos hacia usted, es que me siento realizado, pero a la vez algo incomodo...

- Debe ser un trago demasiado amargo para usted...- Navier sonreía suavemente, mientras Amelie suspiraba, prefería no hablar por ahora, pero cuando se disponía a decir algo más, un sonido de pasos acercándose por el pasto llamo su atención.

Este ruido detuvo la plática de los tres, en ese momento, la mirada de la pelirroja se afilo y torno más seria, al igual que la de Navier. Kaufman ya sabía que estaba pasando a este punto. El Emperador Sovieshu se acercaba.

- ¿A quién de los dos prefiere?

- ¿De que habla?

- Prefiere al duque Kaufman o al príncipe Henley - Amelie mostro un semblante más serio y frio ante las preguntas de Sovieshu, quien aparentemente habia decidido ignorar completamente a la pelirroja.

- Debo admitir que no comprendo su pregunta, su majestad

Sovieshu dejo escapar una risita casi molesta, parecía más un bufido de disgusto. Volteo a darle una mirada al duque, quien solo desvió la mirada. Luego, el emperador miro a la pelirroja, era una mirada fría y hasta cierto punto desprovista de cualquier tipo de respeto. La mirada de Amelie no se quedaba detrás, era fría, sin un ápice de cariño.

- Ver a dos extranjeros armando un escándalo por la emperatriz fue todo un espectáculo.

- Fue un malentendido, su majestad.

- ¿Podría ser más cuidadosa con lo que hace en un momento como este?

- ¿Qué significa "un momento como este"? ¿Dice que debería controlar mi comportamiento por el bien de su primer bebe?

A Sovieshu se le rompió un poco la sonrisa con las palabras de Navier, torciendo sutilmente la boca mientras se cruzaba de brazos y fruncia el ceño.

- ¿Mi primer bebe? Es un bebe de la familia imperial, eso significa que también es su bebe.

Kaufman bajo la mirada, notando que la pelirroja parecía perdida en sus pensamientos, apretando su vestido y con los ojos perdidos, casi muertos. Estaba genuinamente preocupado, porque no podía leer su mente, saber que estaba pasando por su cabeza y eso le estaba atormentando.

- ¡Emperatriz! - El grito del emperador llamo la atención de Kaufman, levantando rápidamente la mirada.

- ... Además, la noticia de que su majestad espera a su primer bebe será fantástica para usted, pero no lo es para mí.

Y, aunque Navier deseaba morderse los labios y la lengua, no pudo contener su coraje a la situación, pero, de alguna manera logro detenerse.

-¿¡Qué!?

- Asi es, su majestad. A fin de cuentas, todos saben que él bebe que la señorita Rashta de a luz, jamás será parte de la realeza.

Todos voltearon, mirando con sorpresa Amelie, su mirada perdida y prácticamente nublada por la ira, estaba diciendo cosas que, hasta cierto punto, le dolían a ella porque era una realidad a la que se habia acoplado cuando niña.

- En 100... no, ni siquiera en 10 años, nadie recordara quien era ese bebé.

- Supongo que lo repite por los pensamientos compartidos por la emperatriz, que egocéntrica es usted... - Sovieshu no dudo en atacar a Navier, y eso, solo hacía que la ira en Amelie aumentara. - Comprendo que no les agrade Rashta, pero ¿Cómo pueden odiar a un bebe inocente que ni siquiera nació aun?

- ¿Qué tiene de malo? - Respondo Navier, cambiando el objetivo de la ira de Sovieshu a ella.

- Si me considerara su esposo, y usted me tuviera un poco de re-

Y Kaufman no soporto, justo cuando Sovieshu detuvo sus palabras, fue por la vista de Amelie, quien contenía nuevamente el llanto, mordiendo su labio inferior y casi rasgando la falda de su vestido.

Un puñetazo impacto de lleno en la cara del emperador, eso sorprendió a todos. Apenas Sovieshu se reincorporo, trato de golpear al duque de regreso. El moreno, sin inmutarse un poco, detuvo el puñetazo y fue cuando los gritos de Navier pidiendo que pararan lo hicieron reaccionar.

La mirada perdida de Amelie, casi como si todo se detuviera la hicieron medio colapsar. Trato de acercarse a Kaufman, el tambaleo en su caminar los alerto a los tres, más a Kaufman que no tardo en casi empujar al emperador y asi lanzarse para tomar dulcemente de la cadera y la mano a la pelirroja.

En ese momento Sir Artina y el resto de los guardias se acercaron, llamando la atención de los subordinados de la pelirroja, eso significaba, problemas. Asi que no tardaron en dirigirse a ver qué pasaba. Importándoles poco que Amelie estuviera en medio del caos y Kaufman tratara de mantenerla en pie, los caballeros le apuntaron al moreno con sus espadas.

- ¡Bajen las espadas! - Navier ordeno, pero los caballeros dudaron, ante la negativa, la rubia volvió a hablar. - ¡Dije que las bajen!

Miraron tras de sí, dudando aun, Sovieshu no hablaba, frunció el ceño ante la vista de Kaufman sosteniendo a su hermana, quien parecía apenas estar recomponiéndose. Sus miradas se cruzaron, fría, sin emociones en ese momento. La ira en Sovieshu solo aumentaba, por lo que no respondió.

- ¡Caballeros! - Y Navier ya estaba poniéndose nerviosa, sobre todo por la pelirroja.

Kaufman, al notar la negativa de Sovieshu a ordenar; dulcemente coloco a la pelirroja tras de él, como si fuese su escudo y extendió la mano, a vista de todos, comenzó a manipular algo similar a los rayos de tormenta en su mano, de un color morado bastante llamativo.

- La magia es mi especialidad, puedo atacar incluso a esta distancia si se acercan.

Los caballeros se alistaron para saltar, pero en eso, a la altura de los ojos de todos; entre Kaufman y los soldados, de forma veloz paso una masa negra, haciendo un poderoso sonido de latigazo, atrayendo la mirada de todos los presentes. Al frente estaba Zuri, sosteniendo en su mano un látigo de color negro... pero no parecía material si no... magia, casi como un espeso humo negro.

- Suficiente, su majestad, no meterá a la princesa Amelie en este estúpido pleito de "hombres" ¿Verdad?

Sovieshu frunció el ceño, pero debía admitir que, si esto iba más lejos, la que acabaría herida seria la pelirroja. Suspiro con pesadez mientras se limpiaba suavemente la comisura de los labios.

- Bajen las espadas...

Solo asi, y viendo que se meterían con dos magos, los caballeros hicieron caso. Solo asi Kaufman bajo su mano y se relajó un poco.

- Por su reacción a querer pelear, parece que usted al menos, siente algo por la emperatriz.

- Simplemente la defiendo en nombre de la decencia. Pedirle a su esposa que acepte a un bebé nacido fuera del matrimonio, no me parece correcto. Menos que usted, empezara este alboroto con invitados al lado de la emperatriz.

-¿Fuera del matrimonio? Rashta es... una amante oficial. - Esas palabras... aunque Sovieshu sabía que era casi como tirarle una flecha al corazón a su hermana, debía hablar claro ahora. - Ah... Entonces, ¿El emperador de Luipt le es fiel a una mujer, aunque este atrapado en un matrimonio por conveniencia? Si es asi, atribuiré esto a nuestras diferencias culturales.

Cada maldita palabra que salía de su boca solo hacía que Amelie se molestara aún más, lo que Kaufman parecía notar. El cuerpo de la más joven temblaba y aparentemente estaba más... ¿caliente?

Luego de que Sovieshu dijera algo sobre pausar las negociaciones con Luipt, se fue, dejando un ambiente más incómodo y pesado que antes. Amelie respiro mientras Zuri se acercaba, le importo poco que el látigo siquiera extendido, lo tendría asi por si se pasaban de listos.

- Gran Duque, lo que ocurrió...

- No se disculpen, por favor. Esto ocurrió porque no fui capaz de controlar mis emociones.

Cuando el duque se retiró, Amelie se limitó a suspirar y sujetarse la cabeza, le dolía, solo ver este drama le decía que todo iría para largo, su vida habia entrado en este drama y parecía que iba agobiarla sin parar.

La noche cayó, Zuri habia llevado de regreso a la habitación a la heredera de Divalía, era evidente su cansancio mental, tantas cosas estaban pasando en tan poco tiempo, tan encima de la otra, que parecía que ya no podía ni con su propia vida.

-A este paso, vas a descompensarte y enfermar. Debería volver a Divalía y prepararse para la fiesta de cumpleaños que se acerca.

-Estoy bien, solo que últimamente... los dramas de Sovieshu y Navier me tienen en una situación de estrés enorme. Además, no creo que volver sea lo mejor, de seguro mi tío planea algo especial, como cada año desde que volví, me saca del palacio para hacer sus preparativos.

-En eso tiene razón, princesa...

Rodo la mirada, mientras la maga de cabello azul reia sin pena, los demás miraban en silencio, Shiro, parecía bastante molesta. Si no le habia reventado la cara a Sovieshu, fue por la mera cortesía de no avergonzar al medio hermano de su mejor amiga y "hermanita".

Mientras seguían hablando, un par de toques sonaron en la puerta, llamando la atención de todos, al abrir, se encontraron con Mckenna y Henley. La mirada de los trillizos y el primo de Amelie fue de sorpresa pura, mientras Shiro y Zuri solo levantaban una ceja con curiosidad.

-Ame...

-¿Qué sucede, príncipe Henley?

-Necesito pedirte un favor...

La voz seria y casi un hilo suave llamo la atención de la joven, que volteo rápidamente, encontrándose con un rubio cabizbajo y apretando una de sus manos, se veía... muy preocupado.

...

Al amanecer, el palacio estaba algo agitado, Navier no entendía porque habia tanto movimiento. Miraba a Mckenna ir de un lado a otro, lo mismo con lo subordinados de Amelie, sobre todo Lirius. Amelie, por su parte, habia salido temprano a comprar un par de cosas junto a Shiro, quien solo caminaba a su lado, cruzada de brazos y con los ojos cerrados.

-¿Está segura de todo esto?

-Si, quiero ayudar a Henley, aunque sea en esto y mínimamente pueda hacer algo.

-No creo que sea buena idea.

-No hay mucho que pueda hacer, aunque se vea sospechoso, es lo único que puedo hacer.

...

Navier por su parte, habia salido de la habitación de Sovieshu, derrotada y cansada por sus estúpidas actitudes... Ella estaba llevando el acuerdo comercial, era su trabajo, no de él, que tomara la decisión de "reconsiderarlo" solo para fastidiarla ya era demasiado. Además de insinuar una relación entre ella y el gran duque...

-(Que ciego es el emperador)- pensó - (aunque bueno, la poción hace que todo parezca que se dirige a mí, es mejor asi. Si es asi conmigo, alguien a quien no ama... ¿Cómo se pondría cuando vea que está interesado en Amelie?)

Mientras se dirigía a su despacho, miro pasar correr a Rashta y entrar en la habitación del Duque Ergy. Suspiro, esto era valioso, pero sabía que abrir la boca era darse un flechazo al pie, la tacharían de celosa e infantil, igual, no era su problema.

-Reina...- Henley estaba frente a la rubia, el semblante afligido llamo su atención rápidamente, acercándose y mirándolo con preocupación. - iba camino a verla

-¿Hay algo que quiera decirme?

-Bueno...

Salieron a los jardines a caminar, mientras el rubio se armaba de valor para hablar, admiraba como la emperatriz disfrutaba del aire fresco y miraba el cielo y las flores de los árboles cercanos caer. Estaba realmente enamorado de ella, sonrió con melancolía y después de dejarle en brazos su capa, hablo.

-Tal vez ya lo haya adivinado, pero me temo que debo volver al imperio de occidente

-ya veo...- Navier sintió su corazón encogerse y ¿doler?

- ¿me seguirá escribiendo?

-Claro que sí.

-Me alivia oírlo, sin embargo, Reina estará muy ocupado.

-¿Y porque estará ocupado?

-Cumple varios papeles simbólicos en nuestro Imperio. En su lugar le enviare al ave azul que vio la otra vez.

-Supongo que es una despedida, por ahora.

-Hay algo más, quería...

[...]

-¿Regresará a su reino?

-Sí, su majestad.

La mirada de Sovieshu pareció afilarse y relajarse casi al momento mientras murmuraba suavemente algo que Henley alcanzo a escuchar, pero fingió no oírlo.

-Cada vez parece más probable que sea el Gran Duque... Ya veo, le deseo un buen viaje a su hogar.

Henley salio del despacho del emperador y se dirigió a ver a su amigo, pero cuando estaba fuera de la puerta, logro alcanzar a distinguir la voz de Rashta, por lo que se detuvo y retrocedió, para esconderse un momento en lo que ambos terminaban sus cosas. Una vez Rashta se fue, el castaño volteo a donde creía que estaba Henley, sonriendo de forma burlona.

-Estaba esperando que salieras. Siempre estás escondido en algún sitio ¿Viniste a decirme que partirás?

-... Hablemos adentro.

...

Amelie por su lado, estaba tocando suavemente la puerta del despacho de Sovieshu. Cuando le permitio pasar, la miro fijamente, la tensión entre ambos era palpable y agónica. Amelie hizo una reverencia suave y entro en silencio, una vez frente a su hermano...

-Voy a ir con Henley al Imperio

-¿¡Qué!? ¿Por qué planeas hacer eso? Nadie te ha dado permiso de-

-Cállate, no te estoy pidiendo permiso, no tienes poder sobre mí. Ni como emperador, ni como hermano, porque no te estoy preguntando, te estoy avisando por mera cortesía.

Sovieshu quedo congelado ante las palabras de su hermana, quien se cruzo de brazos y desviaba la mirada con molestia. Algo dentro del Emperador ardía en colera, pero no entendía porque lo odiaba tanto ahora.

-Supongo que crees que seguir a Henley alejara a Navier...

-El mundo no gira a tu alrededor, estas pecando de egocéntrico.

-¡Amelie, estas empezando a ser insolente y grosera!

-¡Y eso a ti que! No estás en posición de reclamarme nada, si quieres que alguien sea obediente, habla con tu estúpida amante.

Los ojos de Sovieshu parecieron hervir, se levanto de forma que intimidaría a cualquiera. Esquivo su escritorio casi de un salto y se coloco frente a su hermana. Recordaba cuando se peleaban de niños, Navier era su mediadora, pero con solo plantársele frente a la pelirroja de una manera mas agresiva, esta se encogía y comenzaba a llorar... esta vez, no titubeo.

-Amelie

-No creas que me vas a doblegar ahora, asi que cálmate de una buena vez, porque no estoy preguntando. Me voy en la mañana.

Iba a replicar, pero la menor se dio la vuelta y salio, azotando la puerta con ferocidad. Sovieshu suspiro con pesadez, pasando su mano por su flequillo. Afuera, una albina mirada como cierta pelirroja salía hecha una fiera del despacho de Sovieshu, sintió un poco de ansiedad al ver aquella escena, sus ojos grises se tiñeron de pánico y algo similar a la envidia o el coraje.

-¿acaso ya esta intentando seducirlo? - Fue el primer pensamiento que le llego a la mente, mordiéndose el labio inferior y comenzando a apretar su vestido.

Al amanecer, Navier despertó con que Henley y Amelie habían partido, lo que le dejo bastante sorprendida, pero recordó vagamente que ella conocía al hermano del rubio, tal vez, solo tal vez, querían que la joven se despidiera; sin embargo, todo pareció empeorar para ella, la duquesa de Tuania termino partiendo también, siguiendo al vizconde Landre, al menos, le quedo la calma de que su amiga seria feliz.

Miro por la ventana con cierta nostalgia, ahora estaría algo sola y eso la entristecía en gran medida. Conforme pasaban los minutos, Navier analizaba la partida de Amelie.

-Majestad, la señorita Zuri y la señorita Shiro han venido a verla. - Dijo Laura con una sonrisa suave, mientras dejaba entrar a las dos mencionadas.

-¿No partieron con Amelie?

-No, se llevo solamente a Edén y Lirius, Ethan y su primo se quedarán por si usted requiere algo, lo mismo nosotras. - Dijo Zuri con calma y sonriéndole con calidez a la rubia, que pareció agradecer el gesto.

-No es momento para dejarla sola, Amelie lo sabe bien, además, queremos tener precauciones respecto a la concubina. - Dijo Shiro, siendo un poco más honesta, también en un intento de demostrar que no era la única que estaba en contra de esa mujer con razones.

Navier ladeo sutilmente la cabeza, pero ante su preocupación genuina, solo atino a sonreír muy suavemente.

-Gracias...

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