11. Final

—¡Qué no!— Minatozaki había tirado su jugo de manzana al piso, furiosa y por supuesto, traicionada—. ¿Cómo te atreves? ¡Llevamos tres años de relación y tú me haces esto, no lo puedo creer, Chou Tzuyu!

Por su lado, Chou ni siquiera se dignó a mirarle a la cara, simplemente no podía.

—Sanashine, cariño—

—¡"Sanashine, cariño" mi trasero!— le interrumpió, furiosa—. ¡No te atrevas a decirme Sanashine, luego de esto!— totalmente indignada, se sentía traicionada—. ¡Sabes lo que hiciste, no lo niegues, Chou!

—Sí, pero—

—¡No!— volvió a interrumpirle—. Te creí mejor, Tzuyu— le decía enojada y con rabia—. ¡Un toma cuatro! Me quedaba una carta. ¡Una!

Tzuyu rodó sus ojos, a veces su novia le hacía competencia en dramas.

—Ya, suficiente, ven aquí.

Tzuyu se levantó y dejó las cartas de lado, Minatozaki no quería que la tocará luego de aquello, estaba totalmente decepcionada de su novia y no quería si quiera que la tocará, estaba sensible luego de esa jugada que estaba a punto de ganar.

Trataba de soltarse de su agarre, pero poco a poco comenzaba a endulzarse con ella y pues, era difícil no hacerlo con el tacto de Tzuyu, sabía cómo abrazarla con cariño y poco a poco, Sana cedió.

Aún dolida comenzó a abrazar a Tzuyu, pues, ¿cómo no hacerlo? Seguía siendo un simple juego.

—No te enojes, bebé— le decía dulce, Tzuyu era tan buena en eso—. Pero no podía dejar que me ganaras.

Un golpe fue proporcionado en el fuerte abdomen de la mayor, dándole como resultado, una risa de parte de la más alta. Su novia a veces era bastante infantil.

—Son bromas, amor, no te enojes— entre pequeñas risas, y el abrazo, habló.

Sana mantenía un lindo pucherito en sus labios, el cual rápidamente Tzuyu besó, dándole piquitos continuos haciendo sonrojar a Minatozaki, y con ellos, olvidando lo del juego.

El "Uno" destruía amistades, relaciones, pero Tzuyu no dejaría que eso pasara con ellas.

—Te tenía una propuesta, Sanita.

—¿Qué?— decía la menor, aún con la cabeza enterrada en su pecho, avergonzada por las antiguas acciones de su novia.

—¡Tengamos un hijo!

Esas palabras no le cupieron a Minatozaki en la cabeza, estuvo a punto de desmayarse por lo que anteriormente acababa de escuchar.

¿Un hijo? Si apenas estaban entrando en la universidad nuevamente y ya ella quería un bebé.

Casi escupe un pulmón por toser debido a tan repentina noticia.

—¡¿Qué!?— gritó—. Unnie pero ni siquiera, ya sabes, ha pasado.

—Espera, espera, ¿qué estás pensando? Yo decía tener un perrito.

Las ganas de llorar de vergüenza comenzaron a aparecer en Sana, había confundido todo, quería desaparecer ahora.

Que la tierra se la tragara comenzaba a ser una excelente opción.

—Pensé que hablabas de un bebé humano, específica la próxima, gracias.

Tzuyu rió levemente, se le hizo tierno pensar aquello de parte de la menor, amaba cuando se ponía así de tímida cuando ni siquiera habían podido compartir intimidad mutua.

—No, hablaba de un perrito, pero si quieres—

—¡No, no!— negó rápidamente—. Un perrito está bien.

Tzuyu aún reía, pero era por lo hermosa que se veía su niña así, estaba perdidamente enamorada de ella y la amaba casi más que su vida.

Por su parte Sana, ya tenía planeado tantas cosas, y por supuesto un perrito formaba parte de ello.

Tzuyu es su todo y viceversa, la amaba completamente.

—Unnie— le llamó.

—Dime, amor.

—Te amo, Tzuyu— la mencionada río levemente mientras se ponía nerviosa poco a poco.

—Te amo más, Sana— finalizó para dejar un lento y cálido beso en sus labios, mientras sonreía de por medio.

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