Capitulo 8

La puerta secreta se cerró detrás de ellos con un suave clic, y Lizzy sintió cómo el aire se volvía denso, casi palpable. El pasillo ante ella era oscuro, solo iluminado por unas luces tenues que se filtraban desde el fondo. A su lado, Fred caminaba en silencio, su presencia protectora más cercana que nunca. Lizzy podía sentirlo: cada paso que daban, cada suspiro que se escapaba de él, decía más de lo que las palabras podían expresar.

Scooby y Shaggy iban detrás, siempre algo inseguros, mirando a su alrededor como si esperaran que el suelo se abriera bajo sus pies. Lizzy sabía que ellos sentían lo mismo que ella, una mezcla de excitación y ansiedad, pero, al mismo tiempo, no podía evitar sonreír con cariño al ver a los dos amigos tan nerviosos. No es que ella no estuviera también preocupada, pero sentía la necesidad de seguir adelante, de encontrar la respuesta a todo lo que estaba pasando.

Fred se acercó un poco más a Lizzy, su brazo rozando el de ella en un gesto que, aunque no había sido intencional, hizo que Lizzy se detuviera por un momento.

—Lizzy, espera —dijo él en voz baja, haciendo que ella girara hacia él. La mirada de Fred estaba llena de preocupación, algo que Lizzy había llegado a conocer bien. Fred siempre se preocupaba por todos, pero en ese instante, sus ojos solo parecían fijos en ella.

—¿Qué pasa, Fred? —preguntó ella suavemente, dándole un leve toque en el brazo para asegurarse de que todo estaba bien.

Fred no podía ocultar la incomodidad en su rostro. Se dio cuenta de lo cerca que estaba de Lizzy, tan cerca que casi podía oler su perfume suave y fresco. Algo en su pecho se apretó al pensar que tal vez algo podría pasarles, que el peligro que acechaba en la biblioteca podría separarlos.

—Lizzy, no quiero que te hagas daño —dijo finalmente, su voz un poco más profunda de lo habitual. Lizzy pudo ver el temor en sus ojos, un temor que no solía mostrar, pero que en ese momento era muy real—. No sé qué encontraremos aquí, pero te prometo que voy a protegerte, a cuidarte como siempre lo hago.

Lizzy lo miró, sus ojos brillando con una mezcla de sorpresa y ternura. No esperaba que Fred dijera algo tan sincero, pero, al mismo tiempo, sabía que no había nadie más en quien confiar tanto como en él.

—Fred, yo... —dijo ella, tomando su mano con suavidad—. Sé que siempre estás aquí para mí, y eso significa el mundo para mí. No tienes que preocuparte, porque yo también estaré para ti, pase lo que pase.

Fred sintió un escalofrío recorrer su cuerpo al escuchar esas palabras. No podía evitar sonrojarse, pero a la vez, un sentimiento cálido y reconfortante lo invadió. Verla tan firme, tan segura de sí misma, solo lo hacía querer protegerla más. Su corazón latía más rápido al pensar que tal vez lo que sentía por ella era mucho más que una simple amistad.

—Lizzy... —Fred susurró, su voz más suave ahora. Se inclinó ligeramente hacia ella, el espacio entre sus cuerpos tan pequeño que podía sentir la calidez de su respiración—. No sé qué haría sin ti. Desde que te conocí, todo ha cambiado, y... te necesito más de lo que puedo explicar.

Lizzy se quedó en silencio por un momento, su mano apretada suavemente alrededor de la de Fred. Lo miró a los ojos, esos ojos azules llenos de emociones que no podía ocultar.

—Fred... yo también te necesito —respondió ella, con una voz tan suave y sincera que hizo que el corazón de Fred latiera con más fuerza—. Tú me haces sentir segura, me haces sentir como si todo fuera posible. Y, aunque todo esto sea aterrador, sé que mientras estemos juntos, nada nos detendrá.

Fred cerró los ojos por un segundo, sintiendo que cada palabra de Lizzy llegaba directo a su corazón. No le importaba lo que pudiera pasar, ni los peligros que aún estaban por delante. Si estaba con Lizzy, sabía que todo estaría bien.

—Te amo, Lizzy —dijo finalmente, sus palabras suaves pero cargadas de una emoción pura que no podía esconder más—. No sé cuándo pasó, pero... te amo. Más de lo que te imaginas.

Lizzy lo miró, completamente sorprendida. Los latidos de su corazón se aceleraron al escuchar esas palabras, y por un momento, el mundo exterior desapareció. Solo existían ellos dos en ese pasillo oscuro, rodeados de libros antiguos y secretos por descubrir.

—Fred... —susurró ella, su voz temblando ligeramente—. Yo también te amo. No sabía cómo decírtelo, pero... te amo con todo mi corazón. Siempre has estado a mi lado, y no puedo imaginar mi vida sin ti.

Fred dio un paso más cerca de ella, dejando que la proximidad entre ellos hablara más que las palabras. El aire entre ellos parecía volverse más denso, como si todo estuviera listo para estallar. Lizzy pudo ver la intensidad en sus ojos, esa mirada que le decía que lo que sentían no era solo una chispa pasajera, sino algo mucho más profundo.

—No voy a dejar que nada nos separe —dijo Fred, su voz firme. Luego, con una suavidad que solo él podía tener, levantó una mano y acarició el rostro de Lizzy con ternura—. No importa lo que venga, siempre te cuidaré. Siempre te amaré.

Lizzy cerró los ojos, dejando que las palabras de Fred la envolvieran. Se sentía más segura que nunca, más amada de lo que había creído posible. Con una sonrisa, tomó la mano de Fred y la apretó con fuerza, como si sellara una promesa.

—Lo sé, Fred. Y yo siempre estaré a tu lado. Lo prometo.

Un ruido proveniente del pasillo interrumpió el momento perfecto que compartían. Shaggy y Scooby, con cara de confusión, aparecieron a la vuelta de la esquina, mirando a Fred y Lizzy con un aire extraño.

—¿Qué está pasando aquí? —preguntó Shaggy, con una ceja levantada, mientras Scooby miraba a Fred y luego a Lizzy, un poco desconcertado.

Fred y Lizzy se separaron rápidamente, sonrojándose. Lizzy no pudo evitar reír suavemente mientras Fred, con una pequeña sonrisa, le guiñaba el ojo.

—Nada, chicos, solo... un pequeño momento de descanso —dijo Fred, mientras Lizzy asentía, aún sonriendo.

—Sí, claro —respondió Shaggy con una mirada sospechosa—. Bueno, mejor sigamos adelante. Este lugar sigue dándonos escalofríos, y si vamos a resolver este misterio, necesitamos estar más unidos que nunca.

Lizzy asintió, y mientras se ponían en marcha, Fred y ella caminaron un poco más cerca, sabiendo que, aunque los misterios oscuros de la biblioteca los rodearan, el amor y la protección que sentían el uno por el otro era lo más importante. La promesa que se habían hecho de cuidarse mutuamente resonaba en sus corazones, y aunque el camino aún era incierto, sabían que lo caminarían juntos.

La biblioteca oscura y polvorienta parecía interminable, un laberinto de pasillos y estanterías repletas de libros antiguos. Cada rincón estaba impregnado con un aire de misterio, pero para Fred y Lizzy, caminar juntos en la oscuridad se sentía como una segunda naturaleza. Su vínculo era más fuerte que cualquier obstáculo, más brillante que cualquier sombra. Mientras avanzaban por el pasillo, las manos de ambos se entrelazaron, sus dedos se ajustaron perfectamente como si fueran parte del mismo todo.

—Cuidado con ese escalón —dijo Fred, con una sonrisa protectora, mientras guiaba a Lizzy a través de una zona particularmente oscura. Él no podía evitar mirarla con ternura, la suavidad con la que se movía, la forma en que enfrentaba cada desafío con la cabeza erguida. La amaba profundamente, y cada pequeña acción que hacía para cuidarla solo aumentaba su admiración.

Lizzy sonrió, sintiendo una calidez en su pecho. No solo porque Fred la cuidara, sino porque su amor la hacía sentir invencible. —No te preocupes, estoy bien, Fred. Pero... gracias, de verdad —respondió con dulzura. Había algo en su voz, en la forma en que decía esas palabras, que hacía que Fred se sintiera como si no hubiera nada más importante en el mundo que ella.

A su alrededor, la pandilla observaba con una mezcla de afecto y asombro. Los chicos, como siempre, eran muy expresivos en sus reacciones, pero las chicas del grupo, Vilma y Daphne, no podían evitar sonreír al ver cómo Fred y Lizzy compartían miradas cómplices, cómo sus gestos suaves mostraban el profundo amor que se tenían. La forma en que Fred no solo cuidaba a Lizzy, sino que también respetaba su independencia, era algo que tanto Vilma como Daphne apreciaban profundamente.

—Es increíble cómo Fred siempre está ahí para ella —comentó Vilma en voz baja, observando cómo Fred aseguraba que Lizzy no tocara las estanterías llenas de polvo, manteniéndola alejada de las zonas peligrosas mientras ella exploraba con curiosidad.

—Sí, es como si tuviera un radar para ella —respondió Daphne con una sonrisa suave. —Y Lizzy... ella no es solo una princesa. Es increíblemente fuerte, pero también tiene un corazón enorme. Siempre se preocupa por todos nosotros, y lo que más admiro de ella es cómo nunca deja que nadie se sienta solo.

Vilma asintió, viendo a Lizzy darles una mirada cálida cuando ella se acercó al grupo. La empatía de Lizzy era algo que no podían evitar notar: siempre parecía estar conectada con las emociones de todos los que la rodeaban.

Lizzy, al percatarse de las palabras de sus amigas, se acercó a ellas. —Gracias, chicas. —Dijo con una sonrisa sincera. —A veces me parece que soy la que más necesita protección, pero de verdad que todos ustedes me hacen sentir segura. Es... es un sentimiento tan bonito, saber que estamos juntos en todo esto.

Daphne le sonrió, poniendo una mano sobre su hombro. —Lo sabemos, Lizzy. Todos necesitamos un poco de protección de vez en cuando. Y lo que es más importante, sabemos que podemos contar contigo siempre. No solo eres fuerte, sino también increíblemente bondadosa. No podríamos pedir una amiga mejor.

Lizzy miró a Daphne y Vilma, sintiendo la calidez de sus palabras. Aunque siempre había sido alguien que cuidaba de los demás, sus amigas la hacían sentir que no estaba sola. El amor que Fred le daba, el apoyo de su pandilla, todo eso la llenaba de fuerzas para enfrentar cualquier adversidad.

—¡Oye, chicos! —gritó Shaggy desde el pasillo, donde Scooby estaba tratando de alcanzar una de las estanterías más altas. —¿Han visto esta cosa? ¡Parece que algo se mueve en la esquina!

Fred frunció el ceño, pero Lizzy lo calmó con una sonrisa. —Vamos, Fred, no hay nada que temer. Si hay algo ahí, yo lo cuidaré.

—Eso mismo —dijo Fred con ternura, mirando a Lizzy. —No tengo duda de que lo harás. Pero siempre estoy aquí para ti, Lizzy. Siempre. —Sus palabras fueron sencillas, pero cargadas con todo el amor que sentía por ella. Era imposible no notar lo mucho que se preocupaba por ella, cómo su actitud protectora no era solo una cuestión de quererla, sino de respetar profundamente su fortaleza.

Lizzy le devolvió una sonrisa radiante, apretando su mano con cariño. —Lo sé, Fred. Y te prometo que siempre estaré a tu lado, pase lo que pase. Eres mi compañero, mi mejor amigo... y mi amor. —El tono en su voz dejó claro que no era solo una promesa, sino un compromiso profundo que se había forjado con el tiempo.

El grupo, aunque consciente de la gravedad de la situación, no pudo evitar sentirse tocado por la cercanía de Fred y Lizzy. A lo largo de su aventura, habían visto muchos vínculos, pero el de ellos era diferente. No solo se protegían mutuamente, sino que se daban fuerza el uno al otro sin necesidad de palabras. Era un amor sencillo pero profundo, como una melodía que resonaba a través del tiempo.

En ese momento, Scooby, que estaba más atrás, se acercó a Lizzy con un ladrido bajo, como si quisiera llamarle la atención. Lizzy se agachó a su altura, acariciando su pelaje con suavidad. —¿Qué pasa, Scooby? ¿Algo te preocupa? —Preguntó, con esa calma y empatía que siempre la caracterizaba.

Scooby la miró con esos ojos grandes y llenos de confianza, antes de señalar con su pata hacia una estantería que parecía haber comenzado a moverse. Lizzy sonrió, acariciando su cabeza. —No te preocupes, Scooby. Lo descubriremos juntos.

Fred se acercó a ella, preocupado pero confiado. —¿Seguro que quieres encargarte de esto, Lizzy? —Su tono era suave, pero había una chispa de preocupación en sus ojos.

—Siempre, Fred. —Lizzy le respondió con una sonrisa tranquilizadora. —Sé que tú me cuidas, pero también quiero estar ahí para ti. Juntos podemos con todo.

La mirada de Fred se suavizó al escuchar esas palabras, y aunque él sabía que Lizzy tenía todo lo necesario para enfrentar cualquier desafío, no podía evitar sentirse agradecido por tenerla a su lado. Él también la amaba más de lo que las palabras podían expresar. Y en ese momento, al verla interactuar con los demás, con su empatía, su valentía y su amor por todos, Fred se dio cuenta de algo: no solo había encontrado a su alma gemela, sino que también había encontrado una persona que podía hacer que todos a su alrededor se sintieran como si todo estuviera bien. Su amor no solo los unía a ellos, sino que los unía a todos.

La puerta secreta de la biblioteca se abrió lentamente, revelando un pasillo aún más oscuro, pero el grupo estaba preparado. No importaba lo que encontraran allí, juntos lo enfrentarían, porque el amor y el respeto que se tenían mutuamente les daban el valor para cualquier desafío.

Fred miró a Lizzy una vez más, su corazón latiendo con fuerza. —Te amo, Lizzy. Y siempre lo haré. No importa lo que pase, siempre estaré a tu lado.

Lizzy, con los ojos brillando de amor y ternura, respondió sin dudar. —Y yo a ti, Fred. Juntos, siempre. No hay nada que nos pueda separar.

Con esa promesa, tomados de la mano, el grupo avanzó hacia lo desconocido, sabiendo que, al final, no importaba lo que encontrarían, porque siempre estarían juntos.

El suelo se desplomó bajo sus pies sin previo aviso. El ruido de las piedras rompiéndose y el aire moviéndose rápidamente les llegó con fuerza. Lizzy y Fred cayeron primero, con Lizzy aterrizando suavemente sobre Fred, quien, por instinto, la abrazó para evitar que se hiciera daño.

Lizzy, con la respiración algo acelerada, levantó la cabeza y sonrió nerviosa. —Vaya, parece que no pude evitar caer sobre ti —dijo entre risas suaves, su tono lleno de una complicidad que siempre había existido entre ellos.

Fred, mientras la miraba con ternura, levantó su brazo para apoyarse en el suelo y se ayudó a sí mismo a levantarse. —No me quejo. Al menos, caímos juntos —respondió, dándole un suave beso en la frente, con ese toque de dulzura que siempre demostraba. —Lo importante es que estás bien, Lizzy.

Lizzy lo miró, una sonrisa tierna formándose en su rostro mientras él la ayudaba a levantarse. —Sí, estoy bien, Fred. No te preocupes, ya sabes que no soy tan frágil —respondió con una leve risa, mientras se sacudía el polvo de la ropa.

El sonido de otras caídas resonó a su alrededor. Shaggy y Scooby aterrizaron en un lío desordenado, rodando y chocando el uno contra el otro, mientras que Vilma y Daphne se levantaron más graciosas, aunque visiblemente sorprendidas. Todos se encontraban en ese extraño, y aparentemente peligroso, lugar.

Shaggy, viendo cómo Lizzy y Fred se mantenían cerca el uno del otro, no pudo evitar hacer una broma para aliviar el ambiente. —¡Oh, claro! ¡Hasta para caernos son los más románticos! —dijo, con su tono característico, mientras Scooby asentía a su lado, meneando la cola. —¡Vaya! Incluso el suelo parece celoso de ustedes dos, ¿no, Scoob?

Scooby, meneando la cabeza y con su cara de siempre, ladró suavemente. —Ruh... raggie... —y luego se tumbó sobre el suelo, agotado por la caída.

Vilma, observando a Fred y Lizzy, no pudo evitar sonreír. —Ya, ya, déjenlos en paz. —dijo mientras se acercaba al grupo. —Pero, la verdad es que me sorprende verlos siempre tan unidos, incluso en situaciones como esta.

Daphne, con su usual tono suave, agregó: —Es admirable cómo pueden estar tan conectados en todo momento. No importa lo que pase, ellos siempre están juntos. —Sus palabras eran sinceras, como si reconociera lo especial que era su relación.

Lizzy, sonrojada por los comentarios, no pudo evitar mirar a Fred, quien la tomaba de la mano con una suavidad reconfortante. —La verdad es que es fácil estar juntos cuando sabes que siempre tienes a alguien en quien confiar —dijo, mirando a Fred con cariño.

Fred, mirándola con una expresión llena de aprecio, le dio un apretón a su mano. —Siempre lo estaré, Lizzy. No importa qué, siempre te cuidaré, y estaré a tu lado en cada paso —respondió, su voz llena de ternura.

Vilma, como siempre la pragmática del grupo, observó el entorno con cautela. —Esto no tiene sentido. Un lugar tan antiguo, con estas inscripciones. Definitivamente no está en ningún mapa conocido. —murmuró mientras se acercaba a las paredes, inspeccionando las inscripciones con atención. —Parece que estamos en un lugar muy especial, quizás relacionado con algún tipo de magia antigua, aunque no puedo decir con certeza qué significa.

Daphne, también intrigada por el lugar, se acercó a las inscripciones. —Es fascinante. Hay algo en este lugar que no puedo identificar. Parece... energizante de alguna manera. Como si estuviera lleno de historia.

Lizzy, aunque sin poderes como los demás, observaba el lugar con la misma fascinación. Sentía una curiosidad profunda, aunque también una ligera incomodidad, como si el lugar tuviera algo que ofrecerles, pero no sabía qué. —Es increíble —comentó con suavidad. —¿Qué tipo de historia es esta? Parece que fue creado con un propósito muy grande, pero... no logro entenderlo.

Fred, quien había estado observando atentamente a Lizzy, tomó un paso más cerca de ella, sin dejar de mirar las inscripciones, pero también buscando su compañía en medio de la investigación. —No sé qué significa, Lizzy, pero sea lo que sea, lo resolveremos. Lo haremos juntos. —dijo, haciendo que su tono fuera aún más protector. —Sé que no podemos entenderlo todo ahora, pero yo siempre estaré aquí para ti, sea cual sea el misterio de este lugar.

Lizzy, emocionada por el compromiso y las palabras de Fred, le sonrió. Aunque no podía compartir esa conexión con la magia como los demás, sentía que estar allí, junto a él y el resto del grupo, era su propio tipo de magia. —Gracias, Fred. De verdad... eso significa mucho para mí. —respondió, mirándole con esa mirada llena de admiración.

Fred sonrió, apretando su mano un poco más. —Lo haría todo por ti, Lizzy. Siempre. Sabes que puedes contar conmigo para lo que sea. —Le dio un leve beso en la mano, con ese gesto lleno de cariño.

Shaggy, desde su lugar un poco más alejado, observaba la escena con una sonrisa burlona. —¡Vaya, hasta en este tipo de situaciones, Fred y Lizzy son los más tiernos! ¡Lo bueno es que el miedo ni siquiera puede separarlos! —bromeó, con su tono característico mientras Scooby asentía, como si entendiera.

Daphne sonrió y se acercó a Lizzy, admirando la forma en que ella y Fred se cuidaban mutuamente. —Es realmente bonito ver cómo te cuida, Lizzy. Ambos se entienden tan bien. —dijo con cariño, mientras miraba a Fred. —Eso es lo que hace a una pareja especial, ¿no? El saber que siempre puedes contar con la otra persona.

Lizzy, aún sonrojada por las palabras de Daphne, miró a Fred. —Sí, lo creo... Pero no solo es él quien me cuida. Yo también lo hago por él, siempre. —respondió con dulzura, mientras Fred la miraba con una sonrisa que parecía decirlo todo.

Fred asintió con firmeza, mirando a Lizzy con una expresión de absoluta devoción. —Te protejo porque te amo, Lizzy. Y lo haré siempre. —dijo, sus ojos reflejando la seriedad de su compromiso.

Lizzy, sintiendo una oleada de afecto por Fred, respondió en voz baja, pero clara. —Te amo, Fred. Gracias por estar siempre a mi lado. No importa qué pase, me siento más fuerte contigo cerca.

Con esos simples pero poderosos intercambios de palabras, ambos compartían en silencio lo que no se podía decir con más de una frase, el sentimiento palpable entre ellos, mientras el resto del grupo seguía explorando, sabiendo que no importaba lo que viniera, el vínculo entre Lizzy y Fred seguiría siendo su mayor fortaleza.

Después de caer al extraño y misterioso santuario subterráneo, el grupo se levantó con calma, aunque el desconcierto seguía en el aire. A pesar de lo desconocido del lugar, Lizzy se sentía tranquila, en especial por la cercanía de Fred, que no la había soltado ni un segundo.

Shaggy, que se había caído torpemente con Scooby, estaba más preocupado por algo mucho más urgente que las inscripciones del santuario. Se frotó el estómago con una mueca de incomodidad y miró al grupo con cara de desesperación.

— ¡Ay, no! ¡Ahora sí que estoy muerto de hambre! —exclamó con un tono exagerado, echando un vistazo alrededor como si fuera a encontrar algo para comer en ese extraño lugar. —Esto de investigar misterios siempre me deja con el estómago vacío. ¿Alguien tiene algo para comer?

Scooby, mirando a su dueño, también comenzó a menea la cola con ansiedad. —Ruh... Ruu! —ladró en un tono bajo, lo que fue claramente una petición de algo para picar.

Vilma, mientras revisaba una antigua inscripción en la pared, levantó la vista y, con una sonrisa socarrona, le respondió: —¿A ti te preocupa el hambre justo ahora, Shaggy? ¡Deberías preocuparte más por este sitio!

Daphne, igualmente observando el lugar, se unió a la broma. —Es verdad, hay cosas mucho más grandes en las que pensar, como este santuario misterioso. Pero bueno, si los dos necesitan un tentempié... —se encogió de hombros, como si ya los conociera de sobra.

Lizzy, que estaba observando la escena con una ligera sonrisa, soltó una pequeña risa, como si ya supiera lo que iba a hacer. Era como si, por alguna razón, siempre tuviera la solución a las pequeñas crisis de su grupo.

— No os preocupéis, chicos, yo tengo algo. —dijo con una sonrisa en el rostro mientras sacaba su mochila. Todos la miraron con curiosidad mientras comenzaba a sacar cosas de ella. Con una habilidad que parecía casi sobrenatural, comenzó a extraer galletas para Scooby y un sándwich para Shaggy, seguido de más bocados para el resto del grupo. —Siempre llevo algo, ya que nunca se sabe cuándo aparecerá la necesidad.

Shaggy, con los ojos brillando de felicidad, no pudo evitar sonreír como un niño. —¡Vaya, Lizzy, eres como un ángel! —dijo, mientras tomaba el sándwich de sus manos. —¡Y siempre tan preparada! ¿Cómo lo haces? ¡Es como si pudieras leer nuestras mentes!

Lizzy sonrió con simpatía, mientras pasaba las galletas a Scooby, quien las recibió con entusiasmo. —Siempre es bueno estar preparada. Además, nunca se sabe cuándo un pequeño bocadillo puede ser la diferencia entre seguir o rendirse. —respondió, mirando a Fred con una sonrisa cómplice, sabiendo que él apreciaba su forma de ser tan organizada.

Fred, observando cómo Lizzy le daba a todos un pedazo de su bondad con una sonrisa, sintió su corazón latir más rápido. No solo porque Lizzy era increíblemente práctica y empática, sino porque cada gesto suyo lo hacía admirarla más y más. Su capacidad de estar siempre atenta a las necesidades de los demás le parecía admirable.

— Eres impresionante, Lizzy. —comentó Fred en voz baja, mirándola mientras tomaba un trozo de su sándwich. —No solo eres hermosa, sino que siempre sabes lo que los demás necesitan. Es... increíble.

Lizzy lo miró a los ojos, sonriendo con una mezcla de ternura y orgullo. —Gracias, Fred. Pero... no soy nada sin ti. —respondió, su tono lleno de cariño y gratitud. Mientras hablaba, Fred no pudo evitar acercarse un poco más, disfrutando del momento tranquilo entre ambos.

Mientras tanto, Daphne y Vilma, que se habían quedado en silencio observando la escena, intercambiaron una mirada entre ellas, sonriendo con complicidad.

— Son tan... perfectos el uno para el otro. —dijo Daphne en voz baja, refiriéndose a la química innegable entre Fred y Lizzy.

Vilma asintió, sin apartar la vista de ellos. —Sí, parece que Fred y Lizzy se entienden más que nadie. Es fascinante cómo se cuidan mutuamente, incluso en los momentos más difíciles.

Shaggy, sin darse cuenta de la mirada de las chicas, mordió su sándwich con entusiasmo y luego se levantó, aclamando con exageración. —¡Ahora sí! ¡Esto es lo que necesitaba! —dijo mientras Scooby, a su lado, también disfrutaba las galletas con gusto.

Lizzy, sin perder su toque empático, se acercó a él con una sonrisa, pasando una bebida a todos. —De nada, chicos. Deberíamos tomar un pequeño descanso antes de seguir investigando. Todos necesitamos reponer energías.

Fred, observando cómo Lizzy trataba a todos con esa ternura y disposición, la miró con admiración. —Siempre pensando en los demás, ¿verdad? —comentó con una sonrisa traviesa mientras la tomaba de la mano.

Lizzy, sintiendo la calidez de su toque, le devolvió una mirada cariñosa. —Lo hago porque me importa cada uno de ustedes. —respondió, su voz suave pero llena de sinceridad. —Y más aún tú, Fred. Sabes cuánto te valoro.

Fred la miró directamente a los ojos, el brillo en su mirada más intenso que nunca. —Te quiero, Lizzy. Cada día más. —dijo, y en su tono había una certeza que solo podía expresar alguien profundamente enamorado.

Lizzy, sonrojándose levemente pero sintiéndose abrumada por la sinceridad de sus palabras, apretó su mano. —Yo también te quiero, Fred. Más de lo que las palabras pueden decir. —respondió, casi en un susurro, mientras él la acercaba a él con ternura, sin importarle el entorno ni el misterio que los rodeaba. En ese momento, solo existían ellos dos.

El resto del grupo, aunque no quería interrumpir, no pudo evitar sonreír al ver la conexión tan fuerte entre Lizzy y Fred. La empatía, la admiración y el amor que se reflejaba en sus gestos y palabras era algo que todos apreciaban, incluso en medio de lo desconocido.

Mientras el grupo se relajaba, comiendo y descansando brevemente, Lizzy y Fred compartían una mirada cómplice. Sabían que lo que viniera a continuación sería un desafío, pero con el apoyo del otro, nada parecía imposible. La magia de su relación estaba en el simple hecho de saber que siempre estarían juntos.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top