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Era una nueva mañana, pero su ceño se frunció de mala manera cuando el típico olor a café de todos los días no llegó a sus fosas nasales.
Él ya no está, Hoseok y tienes que aceptarlo.
Se levantó después de lanzar un profundo suspiro que mostró la gran perplejidad que le llenaba el pecho, cubrió su torso bastante ejercitado con una camiseta gris y salió a la sala soltando un nuevo suspiro ante el horrible silencio y quietud de su hogar.
Hoy llegará el nuevo inquilino, así que al menos ya no estarás solo.
Sin embargo no lo haces porque odias estar solo, lo haces por el dinero.
Sí, por eso lo hacía.
Entró al baño y lo primero que hizo fue lavar y cuidar de su rostro; tomó la toalla pequeña sacándolo, se vio al espejo meticuloso de cada imperfección y usó las mil y un cremas que solía aplicarse diario, duró varios minutos más antes de ocupar el inodoro y salió luego de un rato.
En la cocina jugó a hacer su desayuno, se día se animó a preparar huevos revueltos y su batido saludable diario compuesto de varias frutas, más huevo y yogurt dietetico; con plato en mano se sentó en el sillón frente a la televisión, mientras la luz matutina que entraba por el ventanal izquierdo abarcaba gran parte del espacio, iluminanolo y dandole un toque cálido y acogedor.
Esperanzado en encontrar algo que lo animara comenzó a cambiar canales. Películas pasadas de moda, documentales aburridos, programas de variedades sin sentido, pasó un sin fin de canales uno a uno hasta que encontró con las noticias; estuvo atento a la situación del país, y maldijo cuando se dio cuenta que la noticia no había durado más de un minuto y medio antes de que pasaran al la sesión de espectáculos.
— En otras noticias; El famoso y aclamado nuevo artista DJ H.ONE, perteneciente al grupo Monsta X, se encuentra de nuevo en el ojo de la tormenta ...
Apagó la televisión supremamente aburrido porque odiaba tener que estar pendiente sobre noticias del espectáculo o cualquier cosa igual, era sencillo como que le parecía una atrevida falta de respeto las acciones de esas personas alardeando siempre perfección como si aquello fuera realmente posible de alcanzar; ellos nunca sabrían lo que realmente era sufrir, ellos simplemente no entendían e ignoraban lo que eran verdaderos problemas de simples mortales.
Ellos siempre tienen lo que quieren.
Terminó su desayuno, se levantó y dejó limpia la cocina mucho antes de hacer su sesión diaria de ejercicio; tres horas más pasaron antes de tomar un baño y cambiarse por una camiseta blanca, un pantalón corto de negro y zapatillas blancas. Se observó en el gran espejo de la sala por un largo tiempo, midió los músculos de sus brazos, espalda, pecs y abdomen, revisó que sus pantalones estuviesen ajustados en las partes necesarias y asintió con la cabeza un tanto satisfecho.
Quizá pueda reducir una talla, no lo sé.
Se retiró hacia su habitación pensando en ello, acomodó la cama y el escritorio que estaba lleno de un montón de libros los cuales puso de nuevo en su pequeña biblioteca, dejó los que necesitaría fuera guardandolos en su morral negro y terminado todo salió de su habitación y casa escuchado el típico click que aseguraba la misma.
Atravesó el pasillo apurado porque ahora todo era más difícil.
Desde que Donghwa no está todo lo es.
Estudiaba danza contemporánea en la Universidad Nacional de Artes de Corea, había escogido esa carrera en contra de lo que siempre quisieron sus padres que era algo relacionado con administración de dineros; bien, no le importaba aprender cómo dirigir la empresa de su padre o nada parecido. Al final lo sacaron de casa y lo enviaron a vivir solo, dándole lo necesario para sobrevivir y pagar la cerrara.
No te hace falta después de todo ¿no?
No faltaría nada de no ser que compraste esa nueva máquina especial para ejercitar los bíceps.
Soltó un suspiro cansado al recordarlo.
Podía ser que estuviera un poco obsesionado con el ejercicio físico, todo lo saludable y la belleza, pero eso no significaba absolutamente nada; simplemente amaba lo que era su cuerpo.
Ahora.
Cuando iba a la escuela solía ser muy delgado y débil, y sí, eso no habría sido problema si no fuera porque la escuela de elite a la que asistía solía ser peor que un infierno la mayor parte del tiempo. Sus compañeros constantemente se burlaban de él molestándolo y no tenía amigos, razón por la cual mantenía solo en todo momento; Hoseok siempre atribuyó los abusos a su apariencia, porque claro, nadie querría ser amigo de un chico débil, bajo, temeroso y poco agraciado.
Intentaba por todos los medios crecer y obtener algo de masa muscular, por lo cual comía cuando sentía hambre, porque lloraba, porque reía, porque ganaba un examen, porque se sentía fatigado y hasta porque respiraba; Hoseok simplemente comía todo el tiempo y más si era ramen, el ramen para él era lo mejor que existía en la vida.
No tuvo demasiados problemas por el par de años en que todo se mantuvo en simples burlas y comentarios despectivos, le bastaba con ignorar a las personas que le molestaban y seguía su vida como si esas mismas no existieran; pero todo cambió cuando conoció a Irene.
Ella era hermosa, qué decir hermosa ¡ella era una belleza increíble! Tenía un cabello castaño largo que brillaba, sus labios eran de un rojo que hacía evidente contraste con su piel blanca, sus ojos brillaban y su piel igual. De inmediato se enamoró, su corazón había latido fuertemente aunque en ese tiempo no supo si era por los gancitos o los panes dulces que había sabido comerse antes de comenzar clases, total, la hermosa niña fue presentada ante la clase y tuvo la furtuna de que ella escogiera sentarse a su lado.
Por supuesto que había sido maravilloso.
Irene era una diosa que hacía que valiera la pena levantarse cada mañana e ir a la escuela aunque odiara la misma algunas veces.
Los días pasaron y Hoseok cada vez estaba más y más enamorado de su compañera de clases, ella tenía una voz dulce que podía derretir a cualquiera y también solía ser muy amable; ella era la única que salía con él a los recesos, iba a su casa y compartían juntos gran parte del tiempo, era todo lo que podía haber soñado.
Una verdadera amiga, además de su primer amor.
Un día, cuando ya su corazón no pudo contener más el hecho, decidió que era el momento de confesarle todo; había sido un pálido día de primavera, Hoseok se encargó de comprar por sí mismo unos chocolates realmente caros — considerando claro que era lo mínimo que merecía ella — y fue por todo el camino a la escuela practicando en su mente las palabras que le diría; su padre lo despedio en la entrada de la escuela y entró decidido a hacerlo, respiró antes de ingresar al aula y miró por la pequeña abertura de la puerta hacia dentro notando como ella se encontraba ya sentada y lista para comenzar sus clases.
No lo pensó más y entró.
Parte de su confesión consistía en arrodillarse frente a ella mientras le extendía los chocolates y le decía todos sus sentimientos, Hoseok lo había planeado todo con el fin de que Irene pudiera ver su profunda sinceridad; y eso fue lo que hizo.
Existen situaciones en las que no vemos — o no queremos ver — más allá de nuestros propios ojos, momentos en los que ignoramos o confundimos los sentimientos y rechazos de los demás, sencillamente por qué elegimos no darle legítimo peso a esos detalles negativos y optamos mejor a aferrarnos a esas mínimas cosas a lo que llamamos afecto; así funciona en gran medida el amor. Hoseok esperaba todo, menos que su amiga le mirara como ella lo había hecho aquella vez, y en su mente aún se dibujaba a la perfección el profundo desagrado y consternación en su rostro fino. Aterrada, Irene había mirado a todos lados mientras él permanecía con una rodilla enterrada en el suelo y los chocolates en ambas manos extendiendoselos para que los tomara.
— «¿estás loco? ¿Acaso no te has visto en el espejo?»
Ella golpeó los chocolates con su mano lanzandolos lejos y salió a correr mientras los murmullos que hablaban de ella saliendo con el fueron reemplazados por un manotado de risas y burlas sin sentido. Irene por supuesto no volvió a sentarse a su lado, ni siquiera quiso volver a dirigirle la palabra y cuando se encontraban de frente ella rápidamente agachaba la cabeza yéndose en sentido contrario. Al ver que su inconsciencia la estaba afectando demasiado, Hoseok se decidió a diculpase sinceramente con ella, pero lo que encontró fue que estaba saliendo con uno de los peores chicos de la misma escuela; el tipo era famoso por hacer bullying a cualquiera y el no fue la excepción.
Ese día simplemente comenzó su infierno.
Por más que le rogó a su madre y padre que lo cambiaran de escuela, que estaba cansado y que realmente no podría continuar con ello, estos sólo hicieron caso omiso diciendo que no podrían jamás buscar otro lugar diferente al de sus amigos, así que lo mantuvieron en esa cárcel hasta que lo impensable sucedió.
Sólo olvida eso, sólo olvidalo, olvidalo...
Llegó a la facultad sintiéndose afectado, entró al edificio con una gran pesadez en el pecho y sentimiento sólo se disipó un poco cuando entró a la amplia sala de ensayo donde estaban sus compañeros. Saludó a todos y cada uno hasta llegar a su compañero Changkyun.
— Whassup, bro. — El chico pelinegro de voz profunda como la noche dejó por un momento lo que estaba haciendo para darle la mano; se encontraba sentado en el suelo, sonrió y lo miró aún sosteniendo la libreta y el bolígrafo en una mano.
— ¿estas escribiendo algo nuevo?
— sí, estoy trabajando en una nueva letra, pero me encuentro un poco atascado. Quizá le pregunté a Jooheon ¿Y tú cómo estás hoy? ¿No deberías tener una sonrisa enorme? — Hoseok fue al suelo y se sentó a su lado tratando de ver si entendía algo de la letra que estaba escribiendo esta vez y cuando lo escuchó decir esas palabras curioso, lo único que hizo fue fruncir el ceño contrariado.
— ¿ah? ¿Por qué?
— pensé que hoy llegaría tu nuevo inquilino. Lo dijiste ayer durante el almuerzo ¿lograste comunicarte con él?
Es cierto, el nuevo inquilino...
— sí, anoche. Pero es un pedante y un raro. — dejó su morral a un lado comenzando a estirar pretendiendo restarle importancia al asunto.
— ¿pedante? ¿Raro? — el chico que de nuevo había clavado la vista en el cuaderno re leyendo lo que había escrito volteó a verlo, esta vez, con mucho más interés en su voz. Hoseok sólo se encogió de hombros mirándolo y estirando sus dedos.
— me pidió a última hora que el apartamento y la zona fuera completamente segura — soltó con algo de impresión — La verdad no lo entendí mucho porque su voz sonaba como si quisiera molerme a puños así que sólo le dije que sí para que se detuviera, eso pareció convencerlo porque dijo que se mudaría hoy en la tarde como habíamos acordado la primera vez. Aunque suene loco, esta mañana llegó un menaje a mi teléfono y había depositado todo el dinero que dijo que daría; pues bien, supongo que sí, debería estar feliz.
Pero sólo estabas pensando en tonterías. No eres diferente de él, seguro que no.
— eso es increíble, pensé que únicamente un loco bartardo podría pagar tanto dinero por una simple habitación, pero seguro es alguien con delirios de persecución; eso tú no lo sabes. O quizá lo busca su novia la psicópata y necesita huir con demasiada urgencia. — Changkyun soltó a reírse provocando su risa también, estaba está vez estirando su cuello y sus blancas piernas extendidas hacían un bello contraste con el suelo,
— por favor, él podría sólo cambiarse sin pedir cosas extrañas a los demás. Es ridículo. — se quejó e inclinó la cabeza hacia el lado contrario.
— a veces la gente sólo se comporta así, Hoseok — el pelinegro hizo un sonido con su boca y movió su mano para enfatizar lo dicho — tu sabes, no todos son como tú y yo que siempre decimos lo que pensamos de manera sencilla. Siempre hay quien complica todo, eso es seguro.
— peleaste de nuevo con Jooheon ¿no es así?
Hoseok escuchó una profunda queja provenir de su lado, su voz era demasiado gruesa como para un chico de 23 años y sus acciones tampoco eran exactamente como las de tal; Changkyun era un chico que le gustaba ir a fiestas, beber, salir con chicas y vivir su vida, pero había terminado por tomar la carrera de danza contemporánea porque no sabía qué otra cosa más hacer para que sus padres dejaran de estar presionandolo con él tema de estar viviendo de manera demasiado despreocupada.
Sabía que el menor de lo único que disfrutaba con genuina fuerza era de componer y de los video juegos; nada más. Basicamente vivía aún del dinero de sus padres porque sabía de ante mano que hereraria una enorme fortuna cuando fuese necesario. Vivía al margen.
Pero a ti te gusta lo que haces y eso es suficiente. El dinero no lo es todo.
— anoche discutimos. Es mi mejor amigo y he tratado de manejar el tema de que ahora es un Idol, pero es imposible que sólo rechace mis llamadas porque no encuentra el puto tiempo de hablar. No lo sé, terminé insultandolo porque no hacía más que hablar de su grupo y el escándalo de un tal H.ONE por el que no pudieron presentar el nuevo single.
— oh, lo siento.
— está bien, no hay problema. A veces pienso y creo que sólo estoy siendo un envidioso, es decir, a él lo aceptaron como a un prodigio en la empresa donde está y debutó; pero yo sigo componiendo tonterías aquí, en una carrera de mierda que realmente no sé si sea lo que quiero hacer realmente. — Hoseok abrió mucho los ojos y miró al suelo, luego sintió a su amigo golpear con suavidad un par de veces su hombro — Lo siento por lo de carrera de mierda, sólo estoy molesto.
— sé que esto no es lo tuyo, pero lo haces bien — buscó no verse muy afectado y la mano cálida de Changkyun lo ayudaba lo suficiente para lograrlo. Quería un abrazo en su lugar, hace mucho tiempo no tenía un abrazo. — Pensé que algún día te acostumbrarias, pero supongo que no será así.
Pensaste eso por ti solo.
— lo sé, lo intenté un par de veces y no he podido acostumbrarme, pero si justo ahora digo que quiero debutar como un Idol quizá mis papás me lancen a la calle porque no hay nada que odien más. Esa es mi situación.
Como te sucedió a ti. Oh, pobre.
— te entiendo... — La profesora de las próximas tres horas entró, por lo que Hoseok se levantó y corrió a cambiarse ya que se había distraído rotundamente con la charla de su amigo.
Changkyun tenía razón, no todos podían cumplir sus sueños o al menos alcanzar a ser lo que se deseaba ser, ya fuera como personas, la vida en general o lo que sea; Hoseok tenía muy en cuenta que en todos lados habían personas insatisfechas que se quejaban en silencio. Aceptaba que era muy feliz con él hecho de poder hacer lo que más amaba que era bailar y sus padres por supuesto se habían negado, razón por la cual había terminado por ser sacado de su casa, más sin embargo, ellos mantuvieron su apoyo y hasta le dieron su propio apartamento en un buen punto de la ciudad.
No obstante.
¿Qué habría sido de el sí hubiese sido diferente en aquel entonces? ¿Seguiría queriendo hacer su carrera actual si no hubiera sucedido todo lo que sucedió mientras iba a la escuela? ¿Sus padres lo comprenderian si sólo les explicara las verdaderas razones de no querer hacer lo que ellos querían? ¿Qué tenían los demás que el no y qué los hacía realmente felices?
No lo sabía.
Sí, Changkyun una vez más tenía la razón. La envidia era un profundo y horrible sentimiento que corroe y te hace sentir patético; recordó que una vez supo que Irene salía con el chico más popular de su escuela sintió verdadera envidia de aquel tipo que podía pasar tiempo con ella, la había sentido a través de los años mientras veía a las personas disfrutar de lo que tenían a la mano o de desperdiciar sus tiempos en cosas que no valían la pena; incluso sentía envidia de Changkyun en esos momentos, porque a pesar de odiar la carrera, era uno de los mejores bailarines que tenía la facultad.
Él menor de cabello negro era popular, ya lo había dicho, era atractivo por su sola forma de ser y expresarse, al punto que las chicas se acercaban a él sin necesidad de nada más que mostrar una sonrisa; sin embargo él...
Tú tuviste que cambiar drásticamente para lograrlo...
la envidia era mala y a veces se odiaba a sí mismo cuando se daba cuenta que, en comparación con los demás, su mente seguía estancada en aquel tiempo, recreando una y otra vez esas horribles escenas del pasado cuando aún era debil, tonto e inocente. Mientras que el fingía una alegría absoluta que no sentía, el resto de personas a su alrededor siempre sonreían y parecían realmente felices, seguras; anhelaba eso.
Hoseok no se consideraba especialmente atractivo, para nada, era todo lo contrario; por años había trabajado en mejorar su cuerpo por razones que ni él mismo tenía claras ya, porque siempre que se veía al espejo era alguien diferente queriendo ser un algo que no tenía idea. Amaba hacer ejercicio, se había acostumbrado por completo a ello, pero eso no lo hacía feliz, no del todo.
Cuando pensaba en las otras personas que lo rodeaban siempre podía ver en ellas algo genuino que los hacía ser ellos mismos, y sin embargo, por más que lo había intentado no había logrado saber qué era ese algo. Bueno, aunque no se consideraba suficiente para nadie, habían momentos en los que podía disfrutar de una u otra cita con alguna chica, pero usualmente estas mismas sólo estaban ahí para disfrutar de tener sexo y luego de un par de encuentros pretender que no existía más.
No comprendía.
¿No sabía escojer bien a sus novias? ¿Tenía mala suerte? ¿Qué hacía que nadie se fijará realmente en el? sabía perfectamente la respuesta a eso.
Eres feo y un iluso.
Se enamoraba con la misma rapidez con la que saltaba de un lado a otro en medio de una presentación, él simplemente no podía evitar que su corazón revoloteara emocionado ante la belleza de alguna mujer y era casi imposible de detener su creciente fascinación e interés; solía entregarse tan fácilmente que terminaba siendo herido de maneras impensables.
Y aún no aprendes, por nada del mundo aprendes, Hoseok.
Su última ex había roto la relación diciendo que era un aniñado y un tonto, que lo que ella buscaba era un hombre que la hiciera sentir mujer en todos los aspectos y no sólo tener buen sexo un par de horas para luego tener que cuidar de un bebé. Dolió, en algún punto pensó que no era necesaria tanta crueldad, pero lo aceptó porque creyó que había sido responsable de su gran inconformidad en muchos puntos.
Tendido en el suelo, mientras sus piernas estaban abiertas hacia los lados y se estiraba de lado para alcanzar la punta de su pie izquierdo, sintió crecer la inoportuna soledad cuando recordó que su amigo y compañero de piso era el único que lo había comprendido hasta el el final; Donghwa lo sabía escuchar atentamente, a diario se reunían para la cena, y hablaban de sus problemas y situaciones que los acongojaban, se sentía realmente agradecido con él porque siempre lo animó con palabras cálidas.
Lo extrañas demasiado y ese es el problema.
Ya casi era un año desde que Donghwa había partido a Busan porque se había cansado de la vida agitada de Seúl; esta bien, lo aceptaba, la ciudad era un dolor de cabeza de vez en vez, pero eso no era razón suficiente para aceptar que dejara el apartamento... Y a el, hasta que le confesó que había dejado su carrera y que debía volver a Busan junto a sus padres cuánto antes, eso, mientras conseguía un trabajo y una forma de seguir viviendo por su cuenta.
No quiso obligarlo a nada, lo quería y conocía muy bien como para decirle de manera ciega que se haría cargo de todo lo que él necesitara sin ningún problema, pero sabía que eso sólo heriría el orgullo de su amigo y no quería hacerle eso a Donghwa; por eso sólo lo acepto y siguió adelante con su vida. Por supuesto que sintió el peso de no obtener el dinero extra que recibía mensual de él y más cuando de repente parecía que todo se había duplicado, no quería recurrir a sus padres por ayuda y lo único que se le ocurrió fue tener un nuevo inquilino; debía poner en renta la tercera habitación que había quedado vacía, la de Donghwa.
La clase terminó luego de un par de recesos, eran las 2:30 cuando se cambió y comenzó a salir de la facultad a prisa.
— ¿te vas ya? — le había preguntado Changkyun con curiosidad.
— sí, voy tarde. Tengo que estar en el apartamento antes de las cuatro para recibir al nuevo inquilino. — le explicó mientras acomodaba los cordones de sus zapatillas.
— está bien, ten buena suerte entonces. Tienes que contarme cómo te va.
— lo haré. Buena suerte con esa nueva canción. — sacudió su mano brindándole una sonrisa y recibió una cálida en cambio. Se sintió feliz, aunque aún necesitara un abrazo.
— Claro.
atravesó la facultad de artes casi corriendo, y mientras aumentaba el ritmo del paso miró su reloj, se detuvo y abrió los ojos de manera cómica — no puede ser... — se lo dijo a sí mismo dando un paso más con la intención de echarse correr, cosa que sólo provocó un tonto accidente donde, desprevenido, pisó un largo y grueso cable que acomodaban los estadiantes de teatro a las afueras del edificio de danza.
¡Hoseok cayó de bruces!
— diablos... — se sentó con el rostro fruncido del dolor, varios estudiantes que armaban un pequeño escenario y organizaban el sonido se acercaron preocupados queriendo ver los daños, pero el sólo sonrió y los alejó diciendo que se encontraba bien; miró su dolorida rodilla que sangraba, suspiró porque no era la primera vez que se lastimaba de esa manera, sólo que en ese entonces no habría sido nada como una caída involuntaria. Se limpió como mejor pudo, siempre con la cabeza dándole vueltas en el tiempo en que era débil y lo molestaban por lo mismo, se perdió por varios minutos hasta que recordó la razón antes de la caída.— el nuevo inquilino. Diablos, diablos ¡diablos! — Se levantó sacudiendo la cabeza y corrió, esta vez con más cuidado por todo el campus hasta salir y esperar por su bus.
Mientras recorría la ciudad se permitió imaginar con más ánimo la clase de nuevo compañero que tendría de ese momento en adelante; cuando habló por teléfono con él la noche anterior le pareció una persona algo sombría, un gruñón de quinta porra, pero muy correcta al fin y al cabo, ya que al poner en alquiler la habitación disponible en su apartamento pidió una cantidad de dinero y él había ofrecido incluso más del doble de lo requerido con tal de que la casa y la misma zona fuese completamente segura.
Bueno, no entendía del todo la necesidad del sujeto de ser receloso con el asunto de la seguridad y tampoco sabía con exactitud si realmente era así, pero con tal de tener ese dinero extra dijo lo que sea. Miró su reloj, luego a través de la venta del autobús fijándose en los alrededores y supo que pronto sería su turno de bajar, por lo que tomó su morral acomodandolo en su ancho hombro, se levantó yendo a la salida y timbró cuando fue necesario; animado bajó casi saltando deteniéndose para ver el nuevo anuncio que decoraba el paradero y que invitaba a asistir a algún próximo festival de música electrónica donde el invitado especial era un tal H.ONE, lo saltó casi de inmediato creyendolo información sin utilidad y siguió corriendo calle arriba.
llegó al edificio en el que se encontraba ubicado su apartamento con una espléndida sonrisa dibujada en el rostro por sentirse cada vez más emocionado, empujó la puerta de cristal entrando como un rayo, atravesó el lobby y tomó las escaleras en dirección al cuarto piso; ni siquiera le importó esperar por el ascensor, ya que se dijo a sí mismo de tener poco tiempo antes de que su nuevo inquilino llegara. Subía dos escalones por paso.
Al llegar a su piso recorrió el pasillo recobrando el aire, sacudió desde el cuello su camiseta blanca buscando aire y limpió con el dorso de su mano el sudor que corría por su frente; ya en la puerta introdujo la contraseña, entró quitando sus zapatos sin ver dónde estos mismos caían y cruzó el pequeño pasillo que daba a un gran salón que estaba amoblado con lo necesario.
Buscando su habitación caminó a paso más ligero, abrió la puerta y lanzó su morral en la cama con la esperanza de tomar un baño antes de que llegara el sujeto que había tomado la habitación contigua, más cuando sujetó el borde de la camiseta para quitarla, el timbre sonó haciendolo deternese al instante.
— maldita, sea ¿Por qué?
Dejó de intentar y sólo se dispuso a salir cerrando la puerta de su habitación, se acomodó la camiseta y se detuvo frente al gran espejo que decoraba la pared que daba al pasillo; detallandose en el acomodó uno que otro mechón de su cabello púrpura que era un desastre y escuchó de nuevo el timbre, no una, no dos, ni tres, sino como quinientas veces en menos de un segundo.
¿por qué es tan impaciente?
— ¡Ya voy!
Pegó un gritó hacia el pasillo esperando que el ruido infernal cesara de alguna forma, más tuvo que rendirse en el intento y echarse a correr de nuevo antes de que el poco tolerante ser quemara el timbre de tanta insistidera; y una vez frente a la puerta la abrió de golpe, puesto que se encontraba a lo sumo fastidiado.
— ¡Dije que 'Ya voy' si digo que ya voy es... — enfatizaba el hecho poniendo especial fuerza en cada palabra, con una de sus manos golpeaba la palma de la otra impaciente y como si hubiese recibido un fuerte impacto se detuvo a medio hablar, se quedó en silencio pensando en palabras que pudieran describir lo que veía y al cabo de varios segundos más fue consciente de que la persona en frente lo miraba directamente en silencio también; abrumado dio varios pasos atrás buscando más distancia entre el y ese otro hombre porque realmente no sabía qué era lo que sucedía, no lo comprendía y se sentía mareado, casi poseído y temeroso.
Cabello rubio platino largo hasta cubrir sus orejas, labios rojos gruesos, ojos rodondos grandes y expresivos, además de alto y delgado; vestía una chaqueta de cuero negra, bajo esta una camiseta sencilla de igual color, jeans negros rasgados en las rodillas y converse clásicas. La mirada del tipo pasó escanenadolo de arriba a abajo con atento cuidado y luego lo hizo de nuevo pero en sentido contrario, sintió que estaba siendo juzgado por algo ¿o quizá le era desagradable? Total, un pesado suspiro salió de su boca...
uno frío y contundente.
— Haz algo con esa herida, podría infectarse — el tipo que traía una caja entre sus manos soltó una orden de la nada, dio un paso dentro luego de decir esas palabras que no entendió al principio, sino hasta que su rodilla escocio y la miró notando que tenía la misma hecha un terrible desastre de sangre fresca y seca. Levantando la vista de nuevo lo buscó encontrando al tipo quitándose las converse con una calma inquebrantable y ese solo hecho lo trajo de vuelta en cuestión de nada.
— espera ¿tú quién eres?
— Soy con quien hablaste por teléfono anoche, te dije que me mudaria hoy. Por favor, hazlo bien de ahora en adelante. Odio tener que discutir. — Y con eso se fue por el pasillo. Hoseok se quedó mirando a un punto fijo tratando de entender al menos, pero escuchó de nuevo esa voz lenta y profunda en un tono más alto y demandante.— ¿podrías dejar de perder el maldito tiempo y venir a decirme dónde demonios está mi habitación? — él refunfuñó algo y Hoseok miró hacia dentro pensando en que definitivamente no podía dejar que se quedara
Ese tipo será un completo dolor de cabeza, Hoseok, sacalo ya.
Volviendo de golpe saltó al pasillo recorriendolo en cuestión de segundos, lo buscó una vez entró a la sala y lo encontró mirándose al espejo con atención, luego lo miró con pleno fastidio.
— perdón, pero pregunté ¿quién es usted? Además no recuerdo haberle dicho que siguiera a mi casa ¿no debería sólo esperar a que la persona encargada le dé permiso para seguir? Oh, mi amigo, y no he contando con el hecho de que casi quema el timbre, así que tome sus cosas y simplemente ¡larguese de aquí! — el pecho de Hoseok subía y bajaba con alegoría, su brazo musculoso se elevó y su dedo índice señaló hacia la salida, más sin embargo el alto rubio lo miró con una expresión dura; él tomó aire mientras cerraba los ojos y echaba la cabeza hacia atrás, con ese gesto dejó caer la caja creando un terrible ruido de impacto que lo asustó lo suficiente como para hacerlo bajar su brazo y retroceder poniéndose a la defensiva.
— cierra la maldita boca... — sus labios gruesos se abrieron para decir esas palabras en una clara amenaza, soltó un gruñido y frotó ambas sien con sus ridículamente largos dedos — tu voz me irrita, es exactamente el timbre de voz que más odio, maldita sea. Y haz algo con tu estúpida pierna antes de que yo mismo la parta en dos y la desaparezca. Deposite una gran cantidad de dinero para una habitación en una casa segura y no veo mi habitación ¿¡dónde está mi habitación!?
Parece un maldito niño malcriado, oh por dios.
— tú ¿acabas de insultarme? — el rostro de Hoseok era un desastre debido a la consternación, quiso saltar en mil maniobras de la ira, su boca se abrió grande y titubeó antes de dar un paso adelante — ¿¡pero quién te enseño modales, maldito idiota!? ¡Toma tu caja y largate de mi apartamento! haré lo que quiera con mi estúpida pierna, es mía, solo mia, y estoy en mi casa así que hago lo que se me viene en gana ¡eres tú quien está invadiendo, no mandas aquí!
— ¿tienes tres años? ¿Acaso no fuiste tú quien me envió ese puto contrato de mierda que casi no logro leer? — su rostro se deformó y parecía un meme; un muy atractivo meme de desagrado — no voy a irme a ninguna parte, mis cosas están en camino, pagué y el contrato está firmado ¿no es así? Seis meses, ese es el tiempo que me llevará trasladarme a otra parte, así que ¿Dónde está mi puta habitación? ¡Muéstramela, ahora!
— pero...
— ¿vas a hacer algo con esa pierna o no? — gruñó de nuevo antes de barrer su cabello hacia atrás con la mano, se agachachó a sacar cosas de la caja, tomó un botiquín y suspiró lleno de impaciencia. — perfecto. Ven... — quiso retroceder y no permitir que lo tocará, estaba tan enojado por la manera en que lo había tratado, pero el idiota alto sólo lo tomó de la muñeca y lo llevó hasta el sillón lanzandolo, se agachó frente a él y abrió el botiquín hablando. — estás horribles cosas dejan cicatrices, es imposible que no sepas esto a tu edad ¿qué si no la curas? Eres un niño tonto, bulloso y estresante. — lo dijo como si el mismo hubiese sido muy maduro, abrió su boca para alegarle que era un conchudo, pero sólo logró emitir un sonido de dolor.
— ouch, eso dolió.
— bien, es lo mínimo que te mereces por no tratar bien una herida, irresponsable. — comentó centrado en su pierna. Desde su posición podía ver su cuello largo color caramelo, un rostro muy definido, sus labios gruesos húmedos y unos ojos redondos que miraban el trabajo hecho; sus movimientos eran seguros, pasó su cabello por detrás de la oreja casi como en una película descubriendo con algo de dicha que él era demasiado expresivo, su cuerpo entero lo era.
Es hermoso y lo sabe...
— ¿cómo fue que terminaste así? —
— ¿ah? — el seguía limpiando su pierna y dejó la acción una vez respondió de manera despistada; el tipo rubio le analizó el rostro con intensidad y se sintió terriblemente avergonzado porque seguro no se le comparaba en belleza, era nada al lado de él.
— ¿acaso tienes fiebre? — como si no le costara nada llevó su mano a la frente de Hoseok mientras que con la otra comprobaba su propia temperatura, esperó varios segundos como si realmente fuera a conseguir algo y cuando se dio cuenta que era inutil se levantó de golpe tomando su teléfono celular, marcó algunos números y esperó; Hoseok lo vio voltear para verlo y luego a su rodilla, para finalmente darle la espalda en cuanto respondieron.
— Kihyun, hay un niño que está herido en su rodilla y creo tiene fiebre ¿qué debería hacer? ¿Debería llevarlo al hospital? — pasos de corrida y una voz se escucharon provenir desde el pasillo y giró a ver hacia atrás, de ahí vio salir a un bajo y delgado hombre de cabello negro.
— ¿dónde está el niño? ¿Es muy grave? Se veía agitado y buscaba por todos lados. — Tu debes quedarte, Hyungwon, por nada del mundo debes salir si quieres quedarte por un buen tiempo aquí; sólo muéstramelo y yo me haré cargo.
— aquí, es él. — Hoseok volvió la vista al rubio sin entender nada, su largo dedo lo señalaba y parpadeo varias veces. El bajó de cabello negro caminó hasta hacerse en frente, cerró los ojos y se dirigió al más alto ignorandolo por completo.
— Won, esto no es un niño, si quisiera él podría ser tu hermano mayor o tu tio; casi muero de un maldito susto, por favor. Mejor ve a descansar, tu agenda está llena y tienes que salir temprano en la mañana ¿dónde está tu habitación?
— el idiota no me dice dónde es aún.
— ey, tú ¿dónde está su habitación?
La voz del tipo sonó dura y cubría al rubio alto como si fuera una porcela a punto de ser rota; se molestó porque ahora no sólo era tratado mal por el invasor de hogares, sino que también tenía que soportar el maltrato de su amigo sobre protector.
¡Váyanse a la mierda, esto no lo permitiré!
— ya le dije a su amigo que podía tomar sus cosas e irse, no permitiré que viva aquí un imbecil que me trata como a un idiota ¡Fuera lo dos!
— Bueno, entonces contacte a su abogado, haga una acusación legal y envíenos la carta, hasta ese entonces ¿dónde está la habitación de Hyungwon?
— ¿qué?
— te lo dije idiota, contrato es contrato. Eres un niño estúpido después de todo.
¡Hoseok se quería morir!
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Wiiii
Este es el primer capítulo de esta historia, espero que les guste y que pueda llenar sus expectativas. El Hyungwon que muestro aquí es diferente, así que no lo odien demasiado 😂✨
Las aprecio y les agradezco mucho.
Espero sus lindos comentarios ^^~❤️
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