CHAPTER EIGHT

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Habían pasado un día desde que se habían llevado a Spider y Hera no había salido de su habitación. Los Sully la habían dejado en el laboratorio, en el cual estaban todos preocupados porque no habían vuelto los dos humanos, hasta habían llamado al grupo de guerreros para salir a buscarla. Cuando llegó al laboratorio, su cara estaba llena de sangre y tenía una mirada vacía. Se quedo mirando a los científicos y al grupo de guerreros en los cuales se encontraba Norm, Aleksander, Danny, entre otros. Se quedó mirandoles durante unos segundos y se metió a la habitación, aquellas cuatro paredes las cuales había estado las últimas 24 horas. Jake les había contado lo que había pasado. No quería comer y sus grandes manchas violetas debajo de sus ojos indicaban que tampoco había dormido. La rabia, la culpa y la desesperación estaban comiendo a Hera.

Se sentía muy culpable por no haber podido salvar a su hermano, por no poderse haberse defendido. Estaba mirando a la pared cuando una idea se le cruzó por la cabeza, esta se levantó y abrió la puerta de la habitación y se dirigió hacia el laboratorio, que no quedaba muy lejos de las habitaciones. Llamó la atención de muchos de los científicos pero ninguno le dijo nada. No encontró a Norm en los laboratorios así que salió afuera. Se dirigió a la parte de atrás donde había encontrado a aquel grupo de personas entrenando, y estya vez no fue diferente. Ahora entrenaban en parejas en toda la explanada, y Aleksander, el líder se paseaba alrededor de ellos corrigiendo posturas y acciones. Se quedó en el lugar viendo como luchaban, copiando cada movimiento en su cabeza. Notó una presencia a su lado, Aleksander había llegado a su lado.

―¿Te crees que eres bienvenida aquí después de como me trataste?― le preguntó el hombre con voz neutra, otra vez, esa pregunta habría hecho que los pelos de Hera se pusieran de punta, pero ahora no.

―Te lo merecías, eres un capullo― le dijo Hera mirandole de reojo.―Pero lamento haberte hecho quedar mal delante de tus pupilos― siguió hablando Hera haciendo que el mayor resoplase.

―¿Que haces aquí muchacha?― le preguntó por fin Aleksander.

―Quiero aprender, eres un capullo, pero eres bueno en esto. Quiero que me enseñes a luchar como ellos, a ser una guerrera― dijo Hera.

―¿Después de ver la pelea del otro día te inspiraste en ser una guerrera? Esto es serio, no es un pequeño juego que te puedes unir y dejarlo cuando quieras― le contestó serio Aleksander. Estaba siendo duro con la muchacha, pero quería hacerla saber que eso no era ninguna tontería.

―He perdido a alguien que quiero por no ser suficiente, quiero aprender a luchar y ver a todos pedir clemencia por su vida― dijo esto último con rabia. Esa frase sorprendió al hombre, y no pudo evitar recordarle a él.

―Vale. Te entrenare junto a los demás. Quiero que seas puntual y no voy a sobrepasar ningún fallo. Te advierto que esto es duro, no es ninguna tontería.― le contestó Aleksander.

―Si señor― dijo Hera con un tonto burlesco, esta sabía que no habían empezado con un buen pie, pero si ahora el la iba a entrenar no quería tener malos rollos.

―Mañana a las 8 empieza el entrenamiento, no llegues tarde― dijo Aleksander dando por terminada la conversación. A lo lejos se encontraba Danny que no había dejado ni un momento de mirar cada reacción de cada uno. La mirada de Hera conectó con la del chico. Este levantó ambos pulgares dando entender si estaba todo bien, haciendo que Hera también los levantase con una sonrisa.

Estaba contenta, ya tenía un plan, aquellas 24 horas que estuvo encerrada en su habitación no pudo evitar buscar un plan para salvar a Spider. Alistarse a aquel grupo ya lo había hecho, ahora le falta aprender a defenderse y a pelear y junto a estos podría ir a salvarle. Ella pensaba que era un buen plan. Salió corriendo hacia el clan de los Omaticaya para contarle a la familia Sully aquel plan, para poder rescatar a su hermano.

Llegó al clan y se dirigió hacia la tienda de los Sully, a lo lejos pudo ver como Lo'ak y Kiri salían de esta con una cara triste, Hera pensó que los habían regañado por lo del otro día.

―¡Loak! ¡Kiri!― gritó Hera llamando la atención de estos. Cuando llegó a estos sin descansar un segundo siguió diciendo.―No sabéis lo que pensé el otro día. Voy a aprender a pelear chicos, y juntos podremos ir a salvar a Spider― dijo Hera emocionada pero vió como la cara de estos no estaban para nada emocionados. Ambos na'vi bajaron la cabeza.

―Hera...― dijo con voz débil Lo'ak. Hera se asustó, no entendía porque estaban así.

―¿Que os pasa? ¿Por qué estáis así? Me estáis empezando a preocupar― dijo Hera con una presión en el pecho.

―Nos vamos Hera― hablo por fin Lo'ak con voz temblorosa.

―Oh vale, ¿a donde nos vamos? ¿Vais a cazar al río? Os acompaño― dijo Hera con una sonrisa intentando que ambos chicos también sonrieran pero no lo hicieron.

―No es eso... nos vamos del clan― dijo Lo'ak.

―¿Qué? ¿Te refieres a que nos vamos del bosque?― preguntó Hera.

―Nos vamos al clan Metkayina― dijo Jake mientras que el resto de los Sully salían de la tienda. Tuk tenía el rostro lleno de lágrimas mientras que Neytiri tenía los ojos acuosos.

―Pero no me habeis dicho nada― dijo Hera negando la cabeza.―Decirme que ahora mismo ibais al laboratorio a decirmelo― siguió diciendo con voz temblorosa mientras que los ojos se le aguaban.

―Lo siento Hera― intentó acercarse Jake pero Hera dio un paso atrás.

―Dime que es mentira Jake, no me podeis dejar aquí sola, tenemos que salvar a Spider― dijo Hera mientras que empezaba a sollozar y lágrimas caían de sus ojos.

―Te tienes que quedar con Mo'at y...― empezó a decir Jake pero Hera le interrumpió.

―Y una humana no sería bienvenida en ningún clan― dijo Hera con voz seca,

―No es eso Hera― intentó convencerla Neytiri.

―¡Claro que es eso! ¡He estado toda mi vida siendo la burla de todos los omaticayas! ¡Y lo he aguantado por vosotros, por todos vosotros! ¡Por mí supuesta familia!― gritó Hera hacía los Sully mientras que daba pasos hacia atrás y llamando la atención de varios na'vi. Lo'ak tenía la atención de ir con ella y abrazarla pero en el momento que puso un pie delante, Neytiri le paró negando con la cabeza.

―No me puedes hacer esto Jake― sollozó Hera.―Si os vais no os lo voy a perdonar nunca Jake, lo prometo, ya no seréis mi familia si os vais.

―¡Somos tu familia!― exclamó Jake dando pasos hacia ella.

―No, yo no quiero pertenecer a una familia que está llena de cobardes y traidores. Ya no más― dijo Hera con voz dura y con ninguna expresión en su cara. Hera había explotado. Dando finalizada la conversación se marchó. Se marchó hacía el laboratorio enfadada, pero una parte de ella esperaba que de verdad no se fueran. Aquello le rompería el corazón a la muchacha. Llegó a la finca y en vez de dirigirse al laboratorio, se dirigió a la zona de entrenamiento. Estaba vacía ya que era por la tarde y los entrenamientos eran por la mañana.

En la zona de entrenamiento había en el centro la plataforma que había visto el primer día, alrededor de ella estaba lleno de cesped el cual se solía entrenar en parejas. A lo lejos había unas mesas en las cuales había armas, entre ellas arcos, pistola, fusiles... y aún más lejos había unos muñecos en diferentes lados de la explanada. En la parte de la izquierda le llamó la atención una mesa donde había una espada, se acercó a ella y la tocó pero no la cogió. Al lado había unos sacos que se utilizaban para aprender a golpear. Hera se acercó a estos. Se posicionó en frente de ellos y empezó a golpearlos. Las lágrimas salían de sus ojos y con cada puñetazo que daba, más rabia acumulaba.

―Si sigues así te vas a romper la mano― dijo una voz detrás suyo, haciendo que Hera se asutara y se diese la vuelta. Era Aleksander, y llevaba la espada de la mesa en la mano. Rapidamente Hera se limpió las lágrimas para que el hombre no pensase que era débil. El hombre se acercó y agarró las manos de Hera y las cerró en un puño.

―El dedo tiene que ir hacia dentro y tu posición tiene que ser lateral― empezó a explicarle el pelinegro. Y así se pasaron toda la tarde, este no preguntó el porque estaba llorando y a cambio le enseñó toda la zona de entrenamiento, le enseño como se utilizaba cada cosa para que si ella quería podía ir a entrenar cuando le apeteciese.

―Gracias― dijo Hera antes de marcharse. ―Gracias por ayudarme esta tarde―

―No hay de que. Querías que te entrenase, te he ayudado para que los próximos meses no seas una verguenza― dijo el pelinegro. Este se esperaba una contestación por parte de la pelirroja pero esta solo soltó una risa y se marchó.

Muchas personas que se pasaba por ahí estaban asombradas del cambio de actitud de ambos, como antes se parecían odiar y ahora se trataban bien. La razón era porque ambos estaban rotos y no tenían a nadie que los entendiera. Los dos eran iguales y por eso se entendían.

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