Una constante 2/2
Cuando Seokjin postuló a trabajar a un crucero no pensaba del todo la enorme carga que sería. Sabía que estar en una cocina era sinónimo de exigencia, de hacer trabajo en equipo y moverse rápido. Su profesor le había dicho que era eficiente, que se necesitaban a cocineros como él y el pecho del alfa se inflaba de orgullo, luego agregó que se abrirían postulaciones para un crucero y ahí estaba nuevamente agarrando cuanto pudiera.
Y cuando menos lo esperaba, elegido entre cientos de otros, ya estaba embarcando, asombrado de lo inmenso y lujoso que lucía todo a su alrededor. Sonreía iluso creyendo que tendría tiempo para recorrerlo todo en algún momento. Después se fue dando cuenta que el tiempo libre era más para descansar como un bulto desparramado sobre el colchón que en recorrer el crucero. A eso le sumaba jefes de cocina altamente perfeccionistas que tenían a todo su personal con los nervios de punta.
Una de sus compañeras lo animaba y le decía que no todos los jefes de cocina de los barcos eran así de sobreexplotadores, además del peso que tendría esta experiencia en su currículum. Era por lo mismo en que se empeñaba a hacerlo bien y se forzaba a superar la frustración cuando le llegaba más de un reto, que de a poco fueron cambiando por pequeñas sonrisas aprobatoria y un corto "bien".
Al final del día, lo que podía ser un concepto amplio porque a veces terminaba su turno a media tarde o en la madrugada siempre tras extensas horas sin parar, su principal panorama era echarse en la cama de la habitación que compartía con un agradable joven beta —otro detalle que no le informaron—. Para su pesar debía admitir que el sujeto en cuestión contaba buenos chistes y resultaba muy fácil tener conversaciones ligeras con él. Le causaba gracia como casi cada día le mostraba fotos o le hablaba completamente enamorado de su novia y lo triste que estaba de no poder ir a su graduación.
Se tentó a presumir una foto de Jungkook, para decir "es adorable, ¿cierto? Pues bien, solo somos amigos" simplemente para recordar un poco el resultado de sus decisiones.
La verdad era que su decisión le traía grandes satisfacciones en algunos aspectos de su vida en igual proporción a la soledad que varias veces pesaba en su pecho.
Le habían advertido que estaba tomando un camino solitario que aún rodeado de muchos compañeros y trabajo en equipo cada día, al final de la jornada se daría cuenta que aquellas personas eran pasajeras en su vida y aquellos que adoraba estaban demasiado lejos.
Y en paralelo a la soledad se cimentaba el temor a ser olvidado. A ser dejado atrás, justo como él lo hizo persiguiendo su norte.
Por ello era que se aferraba como podía a su círculo cercanos a quienes dejaba mensajes cada vez que podía.
Luego dejaba de sentirse tan solo y se percataba que eran sus propios fantasmas, porque sus madres sagradamente le escribían un saludo cada día y sus amigos no ignoraban sus mensajes, aunque a veces tardaran en contestarse mutuamente, pero había jornadas de trabajo extenso cuando algún compañero enfermaba o algún imprevisto obligaba a tener más personal que olvidaba tomar su celular y mucho menos escribir de vuelta.
Intentaba ser optimista, sus amigos seguían escribiéndole y la relación era buena con la mayoría de sus compañeros, incluso con alguno de ellos escapaban por unos tragos si tenían algún día libre y fingían ser un pasajero más.
Dentro del estrés y lo novedoso había encontrado personas con quienes era fácil reír. Además de posibles amigos y futuros puntos de residencia cuando quisiera viajar. Él por su parte entre copas había ofrecido estadía en Corea por si alguno visitaba sus tierras a futuro.
Extrañaba su hogar, las tardes de televisión y la comida que le preparaban sus madres cuando él no se adueñaba de la cocina.
Extrañaba la voz tranquila de Namjoon hablándole de curiosidades interesantes que desconocía.
Extrañaba a Yoongi y sus quejas consigo mismo y el mundo entero —salvo Jimin, guardaba mucho amor para él—.
Extrañaba a Joohyun y sus palabras cariñosas.
Pero extrañaba por montones a Jungkook.
Lo miraba a través de las fotos, a veces comparaba algunas imágenes viejas que guardaba en alguna de las tantas carpetas en su teléfono y se convencía que sus rasgos fueron adquiriendo cierta madurez, pero sin dejar de lucir tan jovial, sus hombros se habían ensanchado seguramente por el ejercicio, estaba fantaseando con abrazarlo y medir qué tan diferente se sentía.
La última vez que hablaron por videollamada antes de su viaje, nostálgico le señaló que había crecido —las fotos que subió con sus compañeros de de relevo le hizo pensar en qué momento su dongsaeng, un delgado muchachito con mirada de Bambi, había cambiado, se veía bastante más alto y mayor musculatura—. Le mencionó que su rostro lucía menos infantil y el crío tuvo la osadía de llamarlo abuelo.
Otra cosa que había llamado su atención era un chico que aparecía repetidamente a su lado. La incertidumbre lo carcomía, había deseado que la franqueza de Yoongi pusiera explícito que su oportunidad ya fue, que Jungkook estaba interesado en alguien más, así podría terminar de hundirse y refugiarse en su trabajo, pero el omega no le decía nada e intentar preguntarle sutilmente no funcionaría, porque Min era demasiado perspicaz como para no notar sus intenciones.
Lo intentó sutilmente con Jimin, pero tampoco hubo una respuesta que saciara sus dudas.
¿Preguntarle a Jungkook? Descartado. Estaba esperando que quizá su menor le dijera algo al respecto, aunque a la vez sabía que tenía una especie de pacto nunca conversado sobre no hablar de otras personas.
Estaba bien, si su dongsaeng conoció a alguien que llenara su corazón estaba muy bien, no tenía porque esperarle. Nunca hablaron de ello.
Le dolía pensarlo, pero no estaba en posición de exigir ni esperar. Ninguno de los dos.
Seokjin también se dejó llevar por un par de aventuras casuales. Un par de encuentros con una camarera beta que constantemente le hacía ojitos. Y un enorme error en forma de alfa, profundos ojos azules y un fuerte aroma a té. Él era un compañero de cocina, no solían coincidir en las mismas labores, se evitaban deliberadamente porque juntos explotaban. Tanta tensión que terminó en besos y sábanas, ambos los suficientemente orgullosos para no ceder.
La tensión se enfrió, pero aumentó la incomodidad y la distancia entre ambos. Aquel alfa le había dejado en claro haber estado arrepentido y Jin mantenía la frente en alto, procurando no dejar que le afectara a su ego ser el "error" de alguien.
Era mutuo de todos modos.
Además la fecha de término de su experiencia se acortaba y eso llenaba de mariposas su estómago. Volvería. Buscaría todos esos abrazos que extrañaba con locura.
Envolvería fuerte a Jungkook y sentiría su cuerpo más grueso. Sonreía, incluso ante la incertidumbre de no saber que encontraría al volver.
Sería el abrazo de cumpleaños que le debía.
Quiso hacer de su llegada una sorpresa, lo máximo que informó era el rango estimado de su fecha de regreso. No el día ni la hora.
Su madre alfa llegó a brincar al abrir la puerta y encontrar a su hijo y un par de maletas a sus costados. Su madre omega abrió la boca por el asombro y antes de decir "bienvenido a casa" lo regañó por no avisar.
Hubo besos en la frente y caricias en el pelo. Comentarios de preocupación señalando que estaba más delgado y ojeroso. Seokjin pasó todo el almuerzo contando largo y tendido su agotadora experiencia. Desde lo mucho que aprendió, anécdotas divertidas hasta los momentos en que experimentó la desesperación de estar lejos de la tierra firme y acerca de los tiranos regentes de la cocina que tenían a todos el personal viviendo al límite del colapso.
Sintió que recibía toneladas de cariño no solo de su familia, sino también de varios de sus amigos que saturaron su bandeja de mensaje apenas subió una selca en su habitación, sentado sobre su cama y al costado sus peluches esponjosos de RJ y RK, escribiendo un escueto "por fin en casa~".
Desempacó sus maletas, separó y ordenó la ropa que fue metiendo a su clóset. También sacó los regalos e hizo recuento en su memoria para quién era cada cosa.
Las vibraciones de su teléfono continuaban y se dio una pausa para reorganizarse. No estaría demasiado tiempo, todavía había un par de cursos y experiencias más que quería atravesar antes de buscar establecerse de nuevo.
Lo seguro era que si vería a sus amigos más cercanos que insistían que les destinara una parte de sus cortas vacaciones.
Dos semanas que se escurrían entre sus dedos.
Jungkook todavía no escribía y mordía su labio nervioso pensando en llamarlo.
Y casi cae de la cama cuando su mamá omega desde el marco de la puerta de su cuarto le decía un alegre: -tienes visitas.
Estaba seguro que su corazón dejó de latir una fracción de tiempo, que sus pulmones de secaron y su vientre se contrajo en respuesta. Parpadeó confundido y boca abierta, su dongsaeng favorito estaba de pie con la frente húmeda y ojitos felices entrecerrados, pronunciado un "sorpresa" suavecito.
Seokjin solo logró responder con un pequeño sonido ahogado cuando recuperó el aire y la vida le volvió al cuerpo.
—¿Cómo no me avisaste que vendrías? —Preguntó en tono de reclamo Jungkook antes dejarse caer brusco al colchón— ¡Habría ido por ti al aeropuerto!
—Quería que fuera una sorpresa.
—Claro que lo fue, apenas vi la foto que subiste salí del apartamento para llegar lo antes posible.
El mayor de los alfa tragó saliva y extendió los brazos. Una llamada que Jungkook entendió a la perfección, envolviendo la cintura de su amigo, apretándolo. Seokjin cerró los ojos y buscó el espacio entre su hombro y cuello para esconder su rostro. Inspiró profundo, llenándose del aroma que extrañaba, solo percibía la tierra mojada en su nariz y no sabía si decir si aquello le aliviaba o no.
Lo había extrañado tanto y todo volvía a sentirse como años atrás encerrados en su habitación que seguía sin cambios notorios tras el ir y venir constante.
Lo que era diferente era la forma en que sentía a Jungkook en sus brazos. Ciertamente sus hombros estaban más anchos y su cuerpo era más como una muralla tibia y dura. Músculos y entrenamiento. No quiso propasarse y se guardó las ganas de recorrer sus muslos firmes que estiraban la tela del pantalón.
Jungkook con pucheros de por medio sujetaba su mano e insistía que tenía que dedicarle algunos días de su tiempo, que los merecía. Seokjin asentía con cosquillas llenando su organismo cuando el otro alfa delineaba su piel y se detenía preguntando "qué pasó aquí" por cada cicatriz de cortes o quemaduras en camino a sanar.
—Estábamos a contratiempo, me distraje con un grito de uno de los cocineros, luego envolví mi mano, aislé la herida y continué...
Contaba bajito la historia de cada una de sus heridas de batalla, Jungkook lo miraba atento con sus grandes ojos de ciervo, presionando con suavidad las yemas de sus dedos sobre la piel. Una caricia ligera que estremecía a Seokjin.
Conversaron por horas y Jungkook apenas soltaba su mano solo para acomodar el agarre. Sus dedos largos eran tacto febril y quizá Jin sudaba, notando el ardor en la palma como si sujetara comida recién sacada del horno.
Todo en ese alfa era aroma fuerte y calor. Tuvo que morderse la lengua para decirle que debería quedarse, cuánto había pasado desde aquellas noches de desvelo viendo maratones de películas o luchando por darse vuelta algún juego.
Aunque antes de terminar de decidir, fue Jungkook quien mencionó lo tarde que era tras fijarse en la hora y que mañana tenía que estar temprano en la universidad, no sin antes insistir que deberían salir el viernes por la noche.
—Merezco una cita con mi hyung —dijo con entonación juguetona.
Aquel límite poco claro que no le permitía distinguir cuánto de aquello era broma.
Luego de acompañarlo a la puerta y entrar a su habitación notó como el aroma a tierra mojada del menor permanecía fuerte como si hubiera marcado territorio. Definitivamente necesitaba escribirle que era un alfa primitivo.
Y no podría engañar a nadie diciendo que no el gustaba. La esencia flotando en el aire lo llenaba de calidez y sentía que combinaba muy bien con la suya.
Fuera broma o no, se arregló para su cita del viernes. Día que llegó sin que se diera cuenta hasta que era jueves por la noche y se despedía de Namjoon después de pasar una tarde entera con su amigo omega.
Era tan evidente la ansiedad que brotaba por los poros que sus madres podían olerla. Joohyun también lo notó mientras almorzaban juntos y engullía con más rapidez de la usual, se excusaba con la joven beta diciendo que cocinaba muy bien y por eso comía con ganas, pero ella entrecerrando los ojos fue directa al preguntar si acaso saldría con "aquel chico alfa que tanto le gustaba". Seokjin había asentido derrotado y agregaba que los años lo volvían cada vez más atractivo, pero no alteraban su naturaleza de cachorro que tanto le encantaba.
—¿Y qué piensas hacer?
Seguía sin respuesta. No había mucho que hacer si pretendía seguir atrapando experiencias a muchos kilómetros.
Por su parte no se sentía capaz de decirle y si Jungkook tomara la iniciativa, aún así no se quedaría porque tenía otro plan prefijado. Sus únicas opciones a ofrecer sería un poco de distancia y paciencia, algo egoísta para un alfa tan joven como su amigo.
Se forzaba a aterrizar, no era una certeza que Jungkook sintiera algo por él a tales alturas y llenarse la cabezas de fantasías siempre era un riesgo.
Y pese a ello, se esmeró en verse tan atractivo frente al espejo que se sonreía y se convencía que de ver a semejante alfa en un bar le invitaría una copa.
Jungkook le envió la dirección de un sencillo restaurante, pero por las reseñas se hacía la idea que la comida sería buena. Su dongsaeng insistía que de seguro tanto tiempo fuera debía echar de menos la comida de sus tierras.
Tras verle entrar y caminar a la mesa cambió de idea, ya no querría invitarse una copa sí mismo, no cuando llegaba aquel alfa con aspecto de bad boy, chaqueta de cuero, camiseta holgada que mostraba las clavículas y el cabello ligeramente desordenado —apretaba los labios conteniendo las ganas de agarrar su pelo largo que le quedaba tan bien, jalar y exponer su cuello—.
También quería delinear aquellas clavículas con sus dedos y apretar los muslos cubiertos por la tela ceñida.
—Aunque te vistas como un chico malo no dejarás de ser un cachorro adorable —comentó Seokjin con una sonrisa amplia.
—La idea es que me digas que me veo bien —respondió tomando asiento, reacomodando el flequillo que picaba ligero en uno de sus ojos antes de mirar el menú sobre la superficie de madera.
—Te ves bien —dijo sin borrar la sonrisa altanera—, casi tanto como yo, pero no me superas, tendrás que esforzarte un poco más —bromeó con un guiño. Una pequeña mentira, porque Jin estaba acumulando suspiros, más cuando jugaba con su cabello.
Jungkook no respondió, solo hizo un movimiento negativo, pero miraba el rastro de diversión en su ojos.
Había olvidado la forma violenta en que podía estrujar su corazón hasta que lo tenía a poca distancia en una mesa pequeña, al frente y con sus ojos oscuros llenos de brillo. Empezaba a creer que era un sentencia a cadena perpetua y que hasta el fin de sus días lo tendría grabado a fuego.
El tiempo y distancia había dejado de funcionar. Ahí estaba cada vez más enamorado y en constantes batallas consigo mismo.
—Jin hyung, ¿qué vas a pedir?
Levantó la vista hacia su menor y a la chica que esperaba paciente con una libreta y lápiz en la mano. Pidió tteokbokki, entre tanta comida internacional, aquel platillo no figuraba en el menú y lo extrañaba. Jungkook pidió una botella de soju y Seokjin recordó que ya tenía edad legal para comprar alcohol. ¿Cómo no iba a sentir un pellizco de nostalgia cuando lo conoció en su primer año de instituto? Justo aquella tarde que le entregó una servilleta arrugada, haciendo muestra de un corazón lleno de empatía.
A veces pensaba que había pasado menos tiempo y no que llevaba tantos años con Jungkook metido en él.
Aprovechó de saciar su curiosidad y llenar de preguntas a Jungkook sobre las conversaciones que quedaron a medias en los chat y llamadas ocasionales. Saber si le gustaba lo que estudiaba, cómo le fue en las competencias contra otras universidades, qué tal le resultaba vivir sin sus padres y si había aprendido a cocinar sin quemar la comida; sobre lo último su dongsaeng riendo respondía que sabía preparar una sopa de fideos instantánea increíble y ni decir de la avanzada técnica de calentar platillos congelados, porque "no es tan fácil como parece".
La risa de Seokjin rompía la tranquilidad ambiental, atraía un par de miradas, pero el cocinero no podía contenerse, Jungkook aprovechaba la distracción para robar del plato ajeno una de las masitas de arroz ante la queja entre carcajadas del otro alfa que secaba las orillas de sus ojos.
Aunque las risa se fueron extinguiéndose lentamente, Jungkook volvió a llenar los pequeños vasos con más soju, un brindis, un trago que calentaba su garganta que luego se apretaba al percibir la tristeza encubierta en las palabras de su menor cuando le preguntaba cuál sería su siguiente destino.
Le contaba acerca de sus planes en Japón, agregando que era más cerca, intentaría venir más seguido y que si deseaba algo podría enviárselo o traerlo. El alfa universitario garantizaba que haría una lista de pedidos.
Compartieron sonrisas apagadas, terminaron el soju y Jungkook insistió en invitarlo esta vez. También mencionó que la noche era joven y le preguntaba cuándo fue la última vez que bailaron juntos. Seokjin mordiendo su labio caía en cuenta que fue hacía años, cuando todavía iban a la escuela y se juntaban a llenar de ocio sus tardes.
Dejó a su amigo planificar el resto, elegir el lugar, que sujetara su brazo y lo llevara a la barra antes de sumergirse en la pista de baile en medio de un mar de personas y música estridente. Ahora él insistió en invitar los tragos.
—En qué momento mi adorable dongsaeng creció tanto que decidió cambiar noches de videojuegos por beber y bailar.
—En qué momento mi hyung se convirtió en un anciano.
—¡Yah, eres terrible! —se quejó estirando la mano empuñada para golpear sin fuerzas su vientre firme.
—Como el vino, hyung, los años te han vuelto cada vez mejor —comentó sonriendo al llevar el vaso a sus labios—, es más, la omega a un par de puestos no deja de mirarte, siento su aroma llegar a nosotros.
Seokjin arrugó la nariz, no había estado pendiente de la cantidad de aromas que se mezclaban en el sitio, entre el dulzor potente de la omega y varios otros entre esencias, perfumes artificiales, alcohol y sudor. Prefirió ni siquiera hacer contacto visual como señal de no interés.
Todo su interés estaba justo en Jungkook y el único olor que quería saturando su olfato era el de la tierra mojada, mezclado con ese sutil perfume amaderado que estaba usando.
Pudo sentirlo encima tras un par de tragos más, dedos alrededor de su muñeca y le dejó ser su timón navegando entre la gente en movimiento. Bailaba tan cerca y hacía selección de estímulos, concentrándose a más del noventa por ciento en el alfa que desinhibido se contoneaba a escasa distancia. Podría enloquecer, su aroma provocaba vibraciones intensas por dentro. Podría temblar y dejar que sus sentidos medianamente despejados le guiaran, sujetar su cintura estrecha, apegar su pelvis, recorrer su cuello caliente y besar el relieve duro que formaba la clavícula expuesta.
No logró reprimir el suspiro que mezclaba sorpresa y placer cuando Jungkook cambió la posición, pecho sobre su espalda y manos que se aferraban a sus caderas. Todo lleno de calor y cosquillas. Había algo de posesividad en la forma en que le agarraba y su aroma brotaba denso, de seguro ahuyentando a otros alfas y omegas que estuvieran cerca. Empujaba y la presión sobre su culo terminaría por generar efectos no deseados en espacios públicos. Al menos uno de los dos conservaba autocontrol y Seokjin batalló para liberarse de esos dedos que se enterraban fuerte, negándose a soltarle.
—Salgamos de aquí —insistía firme, sujetando su brazo mientras lo arrastraba fuera de la pista. Era eso o acabar con una erección y atención no deseada encima.
—Pero hyung, me gusta esa canción —se quejaba arrastrando las sílabas y entonación de niño caprichoso.
No le importó, siguió caminando con el chiquillo a rastras. Jungkook volvió a la barra directo a uno de los pocos asientos disponibles. Seokjin avisó que iría al baño, Jungkook asintió diciéndole que no le hiciera esperar. Mojó su cara con agua fría esperando que le ayudara a bajar la temperatura de su cuerpo, todavía percibía la sensación del peso de su amigo en la espalda y el tacto brusco de sus dedos.
Al regresar Jungkook buscaba su mirada y en su mano tenía un vaso con líquido transparente y hielo. A este paso no iba ni siquiera a poder coordinar sus pies para llegar a su piso, probablemente devolvería la cena. Tendrá la edad para consumo legal de alcohol, pero Jin pensaba que seguía siendo un crío con mentalidad de bebedor irresponsable.
Quiso quitarle el vaso, pero Jungkook le recordó a los perritos que cuando los descubres robando comida mastican más rápido.
—Déjame un poco —pidió y aquello pareció funcionar porque su dongsaeng se lo entregó voluntariamente—. ¿Qué? —preguntó seco al notar su mirada fija y una expresión traviesa que no lograba entender luego de beber el contenido que quedaba.
—Nada —dijo sonriendo extenso—. Solo que apoyé mis labios justo ahí —añadió juguetón y ojitos risueños.
—Nos vamos a casa.
—Espera, sospecho que levantarme será mala idea —decía batallando con las sílabas—. ¿Te ha pasado que bebes y todo va bien hasta que te levantas y sientes que el alcohol se va directo a tus pies? —comentaba intentando pararse, buscando a Jin como apoyo.
Seokjin pensó en pedir un taxi para Jungkook, desligarse de responsabilidades y volver a su casa, pero miraba a su dongsaeng torpe, aprovechándose de la circunstancia para aferrarse pasando un brazo por su hombro. Tan cerca y con sus ojitos de Bambi como si rogara que no le dejase a la deriva.
Se arrepintió al instante cuando se arrimó a su lado en el asiento de atrás y comenzó con una conversación que debía ser incómoda hasta para el taxista que manejaba silencioso y música a volumen moderado.
Era de los momentos en que se preguntaba cómo callar a alguien sin recurrir a la desesperada maniobra de taparle la boca.
—Cuéntame, Seokjin hyung, ¿te has enamorado? ¿Has tenido aventuras? Imagino que sí, vamos dime, ¿alfa o beta?
Seokjin tragaba saliva y se limitaba a desviar la vista hacia la ventana. Si algo era un pacto implícito de la relación era no hablar de lo que pasaba o no con otras personas.
"Por qué el repentino interés", pero reprimió su pregunta y solo aguardaba ansioso a llegar pronto.
Le hacía mal tener a Jungkook tan próximo con el calor de su respiración acariciándole la piel cuando le preguntó como si se tratara de un secreto, aunque el taxista de seguro ya se armaba una idea de la historia que se formaba en su vehículo: —Dime, cuéntame un poco, ¿la metes o te la meten?
Lo regañó con un "Jungkook, suficiente" que sonó duro y un corto codazo entre las costillas. Su amigo lo miró confundido y al instante se disculpó bajito.
Resopló resignado, pagó y le ayudó a Jungkook a salir del auto, cada tantos paso se disculpaba de nuevo por incomodarlo y le prometía no volver a tomar tanto en una cita. Después el silencio se prolongaba en el ascensor, excepto por un balbuceo vago: —si me hubieras dicho que lo hiciera.
"¿Hacer qué?"
¿Cuál de todas las cosas que había deseado pedirle a lo largo de los años?
—¿Cuál es tu apartamento?
—Izquierda, al fondo.
Lo observó digitar con torpeza la clave de la puerta, se equivocó dos veces, maldijo en voz alta y el tercer intento funcionó. Pensó en dejarle, ya estaba a salvo en su apartamento, hasta que notó que intentaba moverse a oscuras y tropezaba con sus pies afirmándose de una pared. Un desastre. Negó con la cabeza e hizo lo obvio: encender la luz, Jungkook rio bajito y avanzó a su habitación sin siquiera cerrar la puerta, lo hizo Seokjin, quien siguió los pasos ajenos.
Su dongsaeng sentado en la cama batallaba toscamente con sus botines negros, tirando y gruñendo. Jin creía que en cualquier momento iba a dislocarse el tobillo. Reuniendo toda su paciencia soltó los cordones y con cuidado quitó el calzado. Sonrió con ternura al ver calcetines de Iron Man. Cachorro, quiso decirle, pero recordaba su pijama favorito con caritas de oso.
Jungkook se debatía entre quitarse o no el pantalón, Jin lo ayudó tirando con cuidado de la prenda, preguntando dónde guardaba los pijamas.
—Jin hyung, es raro que me estés desvistiendo —susurró con repentina timidez, ocultándose bajo sus frazadas—. O sea, sé que me estás ayudando, pero... —Apretó los labios sin saber cómo proseguir.
Hacía minutos atrás desvergonzado soltaba una pregunta incómoda tras otra y ahora se escondía. Seokjin estuvo cerca de reclamar aún con la prenda en la mano, pero no pudo al verlo con sus mejillas rojas, hundiéndose bajo el cobertor.
—Quédate, ten el honor de compartir la cama conmigo —propuso apenas con los ojos asomados entre la ropa.
Rio bajito, todavía recordaba esa frase, cuando insistía en trepar a su cama y Seokjin bromeaba diciendo que algún día le concedería el honor de dormir en ella antes de empujarlo de vuelta al colchón en el piso.
—Qué gran honor, pero declinaré —respondió aún con la sonrisa, acariciando con delicadeza sus cabellos castaños.
—Quédate, no haré nada —pedía con entonación inocente— que no quieras que te haga —agregó.
—Buenas noches, Jungkook-ah —intentó cortar el rumbo de la conversación, acercándose a besar su coronilla.
—No respondiste ninguna de mis preguntas —insistió asomando su brazo, sujetando la tela de la camisa de Seokjin para impedir que se alejara.
—Elige una, solo responderé una.
—Un alfa —dijo sin pensar— ¿has estado con un alfa?
Seokjin hizo un movimiento afirmativo y notó que la expresión de Jungkook se contraía un poco como si batallara consigo mismo.
—Sí, al día siguiente y con una resaca del demonio me miró como si fuera el peor error de su vida —contó en voz baja—. No querría que me miraras así —se atrevió a confesar tomando la mano que se aferraba a su ropa entre las suyas.
—¿Por quién me tomas? —Alegó con el ceño que se fruncía en desaprobación—. Si despertara a tu lado no te dejaría salir de la cama.
Quiso reír, su corazón latía brusco, sentía unas ganas enormes de abrazar a Jungkook y llegar directo a su boca, sonreír en medio del beso y continuar.
—¿No quieres comprobarlo? —sugería aferrándose a su mano, mirándolo suplicante.
Claro que quería comprobarlo. Quería despertar a su lado y abrazarlo para insistir que durmieran un poco más, pero no así, no con Jungkook a media consciencia con enormes cantidades de azúcar en la sangre y sentidos embotados.
No cuando iba a partir nuevamente y seguían dejando cosas inconclusas de las que ninguno tomaba la iniciativa de hablar.
—Si recuerdas con exactitud lo que me acabas de proponer entonces te cobraré la palabra —respondió besando sus dedos—. Buenas noches, Jungkook-ah —repitió antes de alejarse paso a paso.
Jungkook sonreía conforme, acomodándose hacia uno de los costados, susurrando un "buenas noches" y que la próxima vez despertarían juntos.
A Seokjin le hubiese encantado aferrarse a sus palabras, pero a la vez se forzaba a no ilusionarse demás. Al día siguiente le respondió con una sonrisa resignada cuando su dongsaeng le preguntaba qué tantas cosas vergonzosas hizo y dijo, disculpándose nuevamente abochornado y prometiendo "nunca más".
Sabía que no recordaría y si era una petición que no surgía con todos sus sentidos despejados entonces no valía.
🌿
Jungkook buscaba con desesperación aquella información escondidas en alguna parte a la que conscientemente no podía acceder, lo intentaba reproduciendo las escenas. Era como las noches en que intentaba dormir y pensaba en sus deberes pendientes, entonces se le ocurría justo ese argumento necesario para su ensayo, la pieza clave que había buscado con obstinación, pero al día siguiente de forma vaga se acordaba de la idea central sin lograr transcribir aquellas frases magistrales que le habrían sumado varios puntos a su presentación.
Recordaba fragmentos, escenas sin palabras, frases dispersas; la mayor parte de todo muy vergonzoso y seguramente había hecho y dicho cosas peores, no culpaba a su hyung por sentirse incómodo.
Solo quería saber hasta qué punto había arruinado las cosas. Si era o no reversible. Al menos su amigo no parecía notoriamente afectado y eso le permitía descartar opciones terribles.
—Tranquilo, no metiste mano por ninguna parte, solo te pegaste como plasta a bailar torpemente encima.
Se quería morir abochornado y sintiendo que rozaba los límites de entrar en combustión espontánea cuando su hyung reía casi perverso contando un par de detalles más, pero sentía que seguía faltando información. Jodida vergüenza, cubría su cara y recordaba un par de algunas preguntas que hizo.
—Anoche cuando te fui a ver si seguías vivo reías y decías que estabas feliz porque "Seokjin hyung te llevó a la cama" —le había comentado su compañero de apartamento.
Yugyeom no contuvo aquellas sonrisa maliciosa y llena de burla cuando se lo dijo apenas despertó con un dolor de cabeza infernal y emprendía con torpeza un viaje a la cocina en busca de agua.
El tema quedó parcialmente en el olvido, de vez en cuando su hyung hacía bromas sobre lo mal bebedor que era y Jungkook solo se hundía en su arrepentimiento. Ciertamente encontró un impulso y la desinhibición suficiente luego de algunos shots para sacar al su amigo a bailar, sin importarle nada, ni siquiera las miradas de otros alfas y omegas. Luego el exceso hizo lo suyo y su filtro se averió.
Recordaba como su hyung le ayudó a desvestirse antes de meterse a la cama, pero no recordaba una maldita palabras, un vacío de información.
Sabía que le dijo algo.
—No pongas esa cara de angustia, sé que me quedaron hermosos y da pena comerlos —bromeaba Seokjin con una bandeja de cupcakes. Le había dicho que era en honor a su cumpleaños. Un regalo atrasado.
Cómo no iba a sentir que un conjunto de emociones terminaron canalizándose en angustia cuando Jin acababa de cocinar algo dulce pensando en él, llenando sus labios de crema al probar uno, sonriendo. Cuando tenía la noción de estar olvidando algo importante. Cuando en pocos días más volvería a irse.
Su pecho estaba apretado y no podía disfrutar de su regalo cuando tragar resultaba doloroso.
Si Jungkook pudiera resumirlo sería extender sus manos e intentar aferrarse a algo que se escapa una y otra vez.
Su último fracaso fue exclusivamente culpa de su torpeza, sabiendo que su hyung estaba estudiando un año en Japón quiso sorprenderlo. Junto a Yugyeom y su novio planificaron un viaje de vacaciones juntando dinero, buscando pasajes en ofertas y arrendando un lugar económico pero seguro en Tokio, Taehyung se le unió a en último minuto y emprendieron la aventura.
La sorpresa terminó siendo suya, entre pucheros y risas resignadas cuando Seokjin le enviaba un audio explicando que había viajado a Corea, acompañado de muchos emoticones llorando.
Jungkook quería llorar, convencido que buscar a Seokjin era perseguir aquello que no podía atrapar por más que lo intentaba. Justo como esos pececillos dorados que intentó capturar en uno de los populares juegos del festival que visitaron el quinto día, prefirió perder la paciencia a seguir pagando por fracasar ante las risas de sus amigos.
Procuró divertirse, era su primer viaje y pretendía llenarse de buenos recuerdos. Se ayudaron del itinerario que le envió Seokjin sobre cada sitio que debieran visitar y los mejores restaurantes económicos. Al menos se tomó varias fotos y las compartía con Jin junto a sus impresiones.
Las dos semanas se fueron volando y el último día gastó el resto de dinero en presentes, figuras exclusivas para su colección y comida. Compró muchos Kitkat de diferentes sabores y junto a Yugyeom trajeron exceso de snacks para llenar la alacena.
No podía afirmar que descansó en vacaciones, pero sí que las disfrutó y pasaron muy rápido, no alcanzó a darse cuenta hasta que el ritmo universitario lo devoraba en su último año.
Ahora que ya no tenían horas tan dispares era más fácil hablar un poco más seguido con Seokjin. Su hyung en paralelo al curso le comentaba que estaba incursionando en el rubro de la comida callejera.
Su hyung le prometía prepararle un ramen cinco estrellas cuando volviera y Jungkook sentía su pecho cálido.
Le gustaba haber recobrado el contacto frecuente con su amigo alfa. Volver a compartir videollamadas algunas noches, conversando por horas, riéndose a la espera que el otro cortara primero.
Si pensaba que los años pasarían y atenuarían los sentimientos por Seokjin estaba por completo equivocado. No dejaba de quererle tanto que seguía doliendo. Aunque eso último sí lo fue mediando el tiempo: la tolerancia al dolor.
La rutina ayudaba con los momentos en que la nostalgia dolía. Ciclos de trabajos y exámenes, sumado a la coordinación de la práctica profesional lo tenían absorto y poco espacio le daba para pensar en algo más.
Su vida se había vuelto un más hacer y menos pensar.
Hablaba más con Jin de lo que llamaba a sus padres y a su hermano. Aún así le echaba de menos.
Echaba de menos también participar con frecuencias en las prácticas del club, pero el entrenador sonriendo conciliador le decía que entendía, que la frecuencia de sus mejores corredores el último año de carrera siempre era más baja.
Tristeza de corta duración que se apagaba frente a las siguientes entregas y proyectos.
Dejaba la tableta a un lado y masajeaba su muñeca acalambrada, enviando un audio a su amigo alfa para quejarse de sus dolencias y lo poco considerados que eran los profesores que no pensaban en hábitos de sueño sanos para sus estudiantes.
Su hyung enviaba un emoticon riendo y escribía un escueto "bienvenido a la etapa universitaria final", seguido de un "lo siento, trabajo, después hablamos".
Llegó a rastras al sábado con sus últimas cuotas de energía. Se sentía extraño e irritable, pero lo asociaba al estrés y la falta de sueño. Incluso Yugyeom riendo le decía: —vaya, mal despertar, ¿eh? —Y le arrojaba un paquete de frituras envasadas mientras servía café en dos tazas.
No supo que era sintomatología de celo hasta que el calor quemaba en su vientre y hasta las más mínimas cosas le molestaban, sintiendo un inusual impulso de estrellar su tableta contra la pared, pero recordando a tiempo que la necesitaba. Lo supo cuando el aroma al perfume que le gustaba usar a Yugyeom lo percibía empalagoso. Cuando el aroma dulce de la vecina omega lo notaba sutil a la distancia.
Por lo general cuando se aproximaba su celo solía leer con antelación las pequeñas señales que enviaba su cuerpo, un poco más de calor, un poco de irritabilidad adicional, deseo y pensar en Seokjin. Aún cuando sentía con mayor intensidad cada aroma dulce y delicioso de los omegas, su elección no cambiaba. Entonces sabía que supresores y, a veces, una pequeña ayuda manual terminaban por nivelar el caos hormonal que armaba su organismo ansioso por encontrar a alguien con quien follar y dejar esa descendencia que ahora tanto deseaban sus padres.
Por lo general los celos nunca habían sido un problema cuando una pequeña cápsula podía regular el desorden químico cada seis meses. Tener supresores a la mano y recordar comprarlos con antelación era tan fundamental como tener comida.
Excepto esta vez. Su cabeza había estado en muchas otras preocupaciones que olvidó que debía pasar a una farmacia por ellos.
Si hiciera una disección de sus pensamientos grandes porcentajes lo usaba el estrés universitario de cierre de año y su amigo alfa. Los supresores...relegados a totalidad.
Tocó la puerta de la habitación de Yugyeom, quien apartó la vista de la pantalla del computador para preguntar un vago "¿qué?" en medio de un bostezo, restregando sus ojos cansados.
Le pidió a su amigo que fuera a comprar supresores. El tiempo pasaba y se preguntaba por qué mierda tenía que tardar tanto, ¿acaso fue a otro país a comprarlos? Debió pedirle que mejor fuera por Seokjin.
El calor quemaba en su vientre. Estaba empezando a maldecir, considerando la idea de ir él mismo por sus jodidos supresores.
Quizá podría buscar a alguien.
Podrían haber aromas tentadores. Quizá algún omega sentiría el llamado de su alfa, pero no sería suficiente.
¿Qué omegas y aromas dulces ni nada? A quien necesitaba era a Seokjin embriagándolo con su intenso aroma a menta, metiendo la mano dentro del pantalón y haciéndole recitar su nombre en gemidos.
—Jungkook hyung, aquí los tengo —decía su amigo al otro lado de la puerta.
Habría deseado que fuera Seokjin a quien trajera consigo y que aquel alfa sonriendo le dijera "¿te ayudo?".
—Tardaste.
—Ese humor, tan complejos que son ustedes los alfas y omegas —respondió con una pequeña sonrisa burlesca—. Soy tan bueno que hasta te traje un vaso con agua.
Jungkook dio un rápido vistazo al espejo y se encontró con un desastre de cabello desordenado, rostro brillando por el sudor y la expresión contraída por la molestia.
No podía descargar su enojo con su amigo que solo por buena voluntad fue a comprarle supresores.
—Gracias —dijo un poco más suave, extendiendo la mano hacia el vaso con agua.
—Bien, alfa, tengo una cita con mi novio y no regreso hasta mañana, así que podrías traer a alguien o poner una porno a todo volumen —avisó con una sonrisa traviesa y un guiño que hizo a Jungkook bufar por lo bajo.
Su amigo canturreaba alegre al salir de su habitación, Jungkook ni se molestó en cerrar la puerta, solo regresó a cama, tendido de espaldas, secando el sudor con el dorso de la mano.
¿Cuánto tardaría el supresor en actuar? Se tocó por encima del holgado pantalón, solo una exploración vaga que le permitió encontrarse con una semi erección. Agradecía que Yugyeom no hubiera mirado hacia abajo o si lo hizo no comentara nada al respecto.
Cerró los ojos meditando si poner una porno a moderado volumen, había encontrado a un actor de labios llenos y hombros anchos —aunque nadie le hiciera justicia a Seokjin—, pero le ayudaba a darle mayor forma a sus fantasías.
Volvió a recorrer el bulto rígido, soltando pequeños suspiros al apretar. No quería abrir los ojos, pero la molesta vibración y melodía del celular le hizo estirar la otra mano para coger el aparato. Fue una especie de telepatía de lo inconveniente. Seokjin lo invitaba a una videollamada y sus dedos se quitaron de un movimiento brusco de su entrepierna como si esta quemara. Tembloroso y sintiendo que podría hiperventilar, desplazó la yema del índice por la pantalla para aceptar.
—Jungkook-ah —pronunció su nombre como si cantara alegre—. ¿Estás bien? —Su entonación comenzaba a tomar matices de preocupación.
¿Tan mal se veía? Seguramente con su aspecto desordenado, ojeras, mirada cansada y piel sudorosa debía dar la impresión que estaba enfermo más que lidiando con la llegada de un celo.
—Sí, solo que he dormido poco estos días y tomé un poco tarde los supresores.
—Oh, si estás incómodo puedo llamar en otro momento...
"¡No!".
Estaba disfrutando de observarlo. Debía batallar para no quedarse pegado en su boca tan rosada y mullida.
—Jin hyung, está bien, podemos conversar —dijo intentando mantener aquel encuentro. Las videollamadas era lo más cercano que podía aspirar a tener con Seokjin la mayor parte del tiempo—. Me ayudaría bastante mientras espero que esto se calme, cuéntame qué has hecho, va más de cuatro días que no sé de ti.
—Lo sabrías si me llamaras —respondió con un guiño que a Jungkook le provocó un agradable cosquilleo.
Le gustaba imaginar que su hyung le coqueteaba deliberadamente.
—Lo hice, te llamé en dos ocasiones, el resto del tiempo estoy batallando con la universidad.
—Verdad que mi dongsaeng es todo un chico universitario, todavía recuerdo al crío con uniforme.
—También te recuerdo con uniforme —comentó con una pequeña sonrisa de labios cerrados, queriendo decirle que todavía conservaba el botón en su pequeña caja de tesoros.
Seokjin riendo suave —en contraste a esa risa estridente que también le gustaba mucho— mencionaba algo sobre el paso del tiempo tan rápido como un suspiro.
"O como un orgasmo", pensaba Jungkook con el calor acumulado en su vientre y más abajo. Se reservó el comentario, perdido en el movimiento de sus labios mientras hablaba rápido y entusiasmado de todas las cosas que había hecho y de los puestos de comida callejera en los que estaba trabajando y las técnicas que estaba aprendiendo.
—De esas que no te enseñan en la academia— mencionaba riendo y haciendo movimientos con las manos imitando los procedimientos rápidos.
De todos modos terminó devorando su boca a la distancia con la atención dividida y esperando que su mayor no se diera cuenta de su descaro.
"Lo siento, Seokjin, hyung" dijo en su cabeza en tanto su mano descendía y envolvía su erección. Latía contra su palma, sentía la piel febril. Hizo un poco más de fuerza en el agarre y un cosquilleo intenso fue como un latigazo a su cuerpo que ardía en necesidad. Tenía que apretar sus labios para reprimir los suspiros.
—¿Me estás mirando la boca? —preguntó con una sonrisa ladina.
Jungkook brincó ligero y el celular casi resbaló de su mano —la otra iba a medio camino a un viaje bajo el pantalón holgado—. La risa de Seokjin se escuchó más fuerte.
—Es que te miraba mientras hablabas y...—intentó pensar rápido en alguna excusa, notando que se acababa de delatar.
—Está bien, hace tiempo me di cuenta que lo hacías —declaró sonando despreocupado.
Jungkook sintiéndose expuesto y avergonzado deseaba saber si tras ese tono ocultaba más.
—¿N-no te sientes incómodo?
—¿No crees que si lo estuviera te lo habría dicho?
Le encuentra razón en ese punto, su hyung era bastante directo si algo no le gustaba. Entonces ¿podía tomarlo como una de las señales anheladas? Los labios continuaban cerrados y curvos en una sonrisa.
Tal vez sí sería incómodo que supiera dónde estaba su mano derecha ahora, no la movía, pero sus dedos seguían ciñendo el tronco rígido.
"Lo siento, hyung".
Se percató de la profunda mirada oscura de Seokjin escrutando su expresión. ¿Había sido tan evidente? ¿Acaso se había dado cuenta? ¿Fue porque tembló ligero o por la forma que juntó los labios para tragarse el gemido?
—¿Cómo estás, Kookie?
"Duro, fantaseando contigo, con tu boca, lo siento".
Un escalofrío bajaba por su espalda de saber que el otro alfa lo sabía.
Jodida vergüenza masturbarse con su amigo presente por videollamada. ¿Acaso no tenía autocontrol? No lo tenía, por algo se emborrachó patéticamente el día que quiso hacer las cosas bien. Y por más que se regañaba, continuaba lento con subidas y bajadas, enviando cosquillas que nacían desde la base pélvica y ascendían por su vientre.
—Bien, hyung —trató de sonar normal y no nervioso como si acabara de ser descubierto, recordando las veces que escupió al cielo jactándose que nunca en su familia lo habían sorprendido en una sesión de trabajo manual.
Seokjin suspiró bajito, apenas lo captó por la forma en que abría un poco su boca como si exhalara alivio.
Había algo en su expresión tan...
Jungkook se encogió leve en respuesta a los círculos que realizaba con el pulgar sobre su glande mojado, imaginando que eran los dedos de Seokjin con la mirada intensa que tenía sobre él en este momento.
Tal vez eran ideas suyas, pero notaba algo distinto en el otro alfa. Como si hubiera desbloqueado el acceso a una nueva expresión que desconocía de Seokjin y le tenía en pleno estremecimiento de pensar que se la dedicaba.
Quería pedirle que no dejará de observarle así.
Hasta tenía la impresión que se tocaba también por la forma en que su facciones se contraían un poco, los labios que juntaba con mayor fuerza y sus hombros que se agitaban ligero como si no lograra contener un espasmo.
Realmente quería creer que era así. Que su hyung lo miraba con deseo y que se estaba acariciando también.
—Dime cómo estás.
No sabía si era por su expresión o por la entonación demandante, pero fue un tironcito placentero entre las piernas. Tenía que intentarlo, tenía comprobar que no estaba delirando porque Yugyeom compró el medicamento equivocado. Si resultaba mal diría que el calor del celo se le fue a la cabeza o cualquier excusa de mierda.
—Duro, jodidamente duro y caliente.
Quizá fue su imaginación ese bajito y un par de octavas más grave "no aún" que pronunció su amigo. Era probable que fuera solo su cabeza elaborando una escena, porque parecía sacada de una de sus fantasía bien escondidas.
Su hyung se tocaba también, oía uno que otro suspiro y si acaso le quedaban dudas cuando su exquisita voz le atravesó la cordura con una sugerencia: —podrías subir el volumen. —Sonreía travieso antes de humedecer su mano.
El palpitar de su corazón era una cosa violenta, un galope que retumbaba en sus oídos y con el dedo tembloroso aumentó al máximo el volumen. No reprimió el ruido de sorpresa cuando el sonido mojado de su hyung tocándose terminó por derrumbarlo. Podría correrse con la imagen que se armaba en su mente de aquello que no veía, ansiando sin decirlo que enfocara más abajo con la cámara.
—¿Qué me pedirías si estuviera a tu lado? —Jin preguntaba tras relamer sus labios.
Jungkook agonizaba en deseo imaginando esa boca mojada encima de la suya, resbalando sobre sus labios. Ardía afiebrado y percibía las pequeñas gotitas de sudor bajando desde su frente. Resoplaba y alzaba las caderas buscando el contacto con su mano que seguía aferrada a su erección hinchada.
Había hecho cortocircuito, entre el calor que llegó directo a fundir sus fusibles cuando procesaba a qué nivel llegó la conversación. Toda esa intimidad que anhelaba se estaba dando a tantos kilómetros de distancia y a través de la pequeña pantalla de su móvil.
—Juega un poco conmigo, Kookie, cuéntale a tu hyung qué le pedirías.
Jugar.
Eso era. Relajarse, dejarse llevar, aprovechar lo lúdico y espontáneo de aquel tipo de situación que no sabía si se repetiría.
¿Acaso podría decirle "juguemos de nuevo"?
Si Seokjin quería jugar así, Jungkook gritaría "¡sí!" y sería el primero en la línea. Le diría que podrían jugar a lo que quisiera y como quisiera, porque el hambre acumulada por tanto tiempo le forzaba a estirar las manos y agarrar todo cuanto pudiera antes que volviera a escapar.
—Tu boca —logró balbucear con la respiración agitada, sentía que llenaba sus pulmones de aire caliente.
Estaba sofocándose, mareado, imaginando.
—Dónde —preguntó con la voz que sonaba profunda.
Jungkook fantaseaba con estar a su lado, intoxicado con su aroma menta queriendo que se impregnara en su piel, apoyando los labios en su cuello para sentir la vibración de las cuerdas como un ronroneo.
"Por favor, hyung". No sabía que suplicaba exactamente. Cuál de todos sus deseos.
—Sobre la mía —jadeó con temblores cuando el vaivén de su mano aumentaba y frenaba en seco para no correrse. Hasta percibía una sensación fantasma y cosquillas en los labios de solo imaginarse un beso. Gimió. Quería todos los besos con los que llevaba años fantaseando y no era suficiente, quería que Seokjin probara cada parte de su cuerpo. Al menos en su mente todo podía ocurrir—. Por todas parte, tu boca por todas partes.
Quería ser su maldito platillo favorito, que lo devorara sin culpa. Que lo prepara con esmero e hiciera lo que se le diera en gana y variara las recetas porque a tales alturas de su vida era materia dispuesta a los caprichosos de las manos de su mayor.
—Dónde —insistió con una pequeña risa bajita y tan seductora.
Justo esa risa. Ese sonido hizo un camino en su memoria desempolvando recuerdos.
Esa risa...
La misma melodía exquisita que su hyung emitió aquella tarde que envolvía el cuello de su compañero beta en el salón el día que encendió la mecha de la dinamita que guardaba dentro de su cuerpo.
Por fin le dedicaba una de esas carcajadas que lo tenían al borde de llorar y eyacular. Pero no quería aún, no cuando Jin seguía con los movimientos que sonaban lascivos y húmedos.
"Por favor, déjame mirar".
—Aquí —pronunció ronco sin rastro de vergüenza, enfocando la cámara un poco más abajo. Estaba sofocado y con la cabeza nublada, vapor intenso que cubría de neblina cualquier pensamiento lógico como "te das cuenta que le estás mostrando tu erección a tu amigo alfa". ¿Cómo iba a escuchar esa vocecita cuando Seokjin acababa de gemir fuerte y claro?
El alfa lo devoraba con la vista y el nombre en los labios. Lo musitaba como un rezo a la par que notaba la sacudida de su hombros y el ruido obsceno de la piel mojada en fricción.
"Quiero mirar, hyung".
Seokjin brincó en un espasmo, echó el cuello hacia atrás, sus ojos estaban fuertemente cerrados al igual que sus labios apretados, aún así escuchaba un bajito y rasposo "hmm". El único alimento a su morbo fue que le enseñó su mano manchada y la sonrisa ladina.
Su hyung era cruel.
—¿Te arriesgarías a probarlo? —preguntó con aquella mirada tan oscura, profunda como el deseo que lo consumía desde adentro. Tenía los dedos mojados cerca de sus labios sin llegar a rozarlos.
Un insinuación, como la de los besos que no llegaban.
Como si lo tentara y Jungkook percibía la saliva concentrarse en su boca.
Aturdido y consumiéndose decidió arriesgarse. Poner todas las fichas en la mesa le daba adrenalina al juego.
—Compruébalo algún día —respondió claro y pretendiendo exponer todo—. Devuelvo la pregunta hacia ti, hyung —agregó separando las piernas—, ¿lo harías?
Seokjin emitió un ruido ahogado, intentando decir su nombre y fallando en el intento. Jungkook sonrió satisfecho, sintiéndose deseado también, aquello le incentivaba a seguir, a desplazar su mano empuñada por la longitud dura, con pequeñas pausas para dibujar con el pulgar cada relieve.
Quería darle un buen espectáculo. Gemidos y "Seokjin hyung" que sonaba entrecortado cuando aumentaba la velocidad, tan cerca, saboreando el orgasmo hasta que el placer lo paralizó unos segundos, viajando como una corriente por sus nervios.
—Ah, Seokjin hyung, quiero un orgasmo que llegue en medio de un beso, ¿me lo podrías dar? —No fue una pregunta premeditada, salió espontánea, susurrada y suplicante.
Y aún sin obtener una respuesta, mantuvo las piernas abiertas, tocándose lento, sobreestimulando, extendiendo por su piel el líquido tibio. Pequeñas corrientes que bordeaban entre un poco de placer y dolor. Apretaba su nudo e incluso, con la vergüenza escondida y sin intenciones de aparecer, insinuó un poco más al delinear el pequeño agujero estrecho que se contraía al más ligero tacto.
—Jungkookie, ¿por qué eres tan cruel con tu hyung?
¿Cruel? El menor de los alfa cerró los ojos, los dedos que sostenían el celular estaban acalambrados y batallaba por no soltar el objeto, débil y con las emociones revueltas en su vientre intentó responderle, decirle que también era un alfa cruel, pero apenas logró coordinar un "Jin hyung" lleno de anhelo.
De repente la vergüenza volvió a hacer acto de presencia como queriendo preguntar "¿qué pasó aquí? Vuelvo y vaya con lo que me encuentro, no puedo arreglar este desastre" y Jungkook sentía las mejillas quemar cuando después de varios segundos y un prolongado silencio enfocó su rostro nuevamente.
Jungkook se atrevía a afirmar que no sabía cómo volver a mirar a Seokjin sin que se le cayera la cara de la vergüenza. Incluso si retrocedía un poco más, no se había atrevido a escribirle después de aquel extraño encuentro, lo pensó varias veces redactando mensajes que aludían a no querer generar incomodidad entre ambos, con "lo siento, hyung", a veces con excusas como "el celo"; mas nada le terminaba de convencer y los borraba todavía con las mejillas ardiendo.
Fue su hyung quien habló primero como si nada, avisándole de su vuelo a Corea en un par de semanas para no volver a descoordinarse como ocurrió con el viaje a Japón.
A puertas de volver y se preguntaba qué haría apenas lo viera además de saludar. Ni siquiera quería saludar, sino actuar impulsivo y sin medir consecuencias, sujetar su cara y besarle, porque no podía ser que no se hubieran besado, pero sí que se hubieran masturbado juntos -no juntos, juntos, uno al lado del otro, pero fue al mismo tiempo y Jungkook ya lo consideraba como un fuerte momento de intimidad compartida-, aunque sospechaba que balbucearía pretextos en su presencia.
Quería saber si para su mayor significó tanto como para él. Luego recordaba el último mensaje que recibió y se preguntaba si acaso no estaba siendo atravesado por mil emociones, porque ninguna de ellas podía interpretarse tras su palabras: "vuelvo en un par de semanas".
¿Y si para su hyung no significaba tanto más que un juego?
Fue inevitable que la presión lo aplastara hasta reventar y desparramarse una tarde que miraba videos ridículos junto a Yugyeom y su novio, ambos insistiendo que los Pocky sabían igual a los Pepero. Se tragó la timidez y les preguntó qué tan normal era compartir trabajos manuales con un amigo.
Yugyeom se encogió de hombros y admitió que un día con uno de los chicos de su grupo en el instituto de ver memes pasaron al porno y del porno a las manos dentro del pantalón y las miradas curiosas.
—Extraño no es —afirmaba—, no creo que seas ni es primero ni el último en hacerlo.
Jungkook parpadeaba confundido al igual que el otro chico beta que miraba a su novio no preparado para ese tipo de detalles.
Ahora la próxima junta con compañeros de instituto no podría evitar pensar en esa confesión.
Aún así, seguía sin estar preparado para mirar a Seokjin a la cara sin querer morir.
🌿
El último tiempo había sido un torbellino, sus clases, el trabajo y empezar a trazar planes a seguir, no pretendía mantenerse como eterno viajero, quería volver a su hogar. Volver a sentir nuevamente la estabilidad que le producía estar rodeado de las personas que quería y dejar de hacer malabares con los idiomas.
Lo más seguro que tenía de momento era la propuesta de Joohyun, quien le comentaba que uno de los profesores de la academia pretendía abrir otra sucursal de su restaurante y ella sugirió su nombre para integrar el equipo de cocineros, por lo que estaba invitado a dar una prueba.
De todos modos tenía la certeza que encontraría un trabajo, pese a ello volver nunca dejaba de generar una tensión en su estómago. Mientras más cerca estaba de la fecha de viaje la ansiedad le jugaba malas pasadas y despertaba muchos de sus temores.
Desde sueños en que perdía su pasaporte o sus maletas no llegaban hasta pesadillas que involucraban a las personas que adoraba, cuando las tenía aparecía su faceta supersticiosa hasta la médula, olvidando que la clarividencia no quería nada con él, pero calmaba la tensión llamando a su familia, a Jungkook.
Su dongsaeng era protagonista frecuente de sus sueños. En varios de ellos volvía a buscarlo. Los más amigables sugería que aquel alfa ya tenía su vida y no tenía nada que hacer ahí porque cada uno hizo sus elecciones. Otros eran un poco más crueles y le hacían despertar con angustia y pensando en el montón de cosas que no había podido decir.
Lo llamó por la tarde, luego de dormir gran parte de la mañana tras un turno de trabajo nocturno. No estaba preparado para lo que se encontró, a Jungkook luciendo desordenado, atractivamente desastroso, hermoso como siempre, y mirada de alfa hambriento. No supo en qué momento su mano se apoyaba en su entrepierna. Su intención era tan sencilla como verle, decirle que le extrañaba y que volvería pronto.
Jungkook observaba su boca, lo sentía, reconocía esa mirada que tantas veces iba directo a su labios cada vez que estaban juntos y luego se enfocaba en cualquier otro punto haciéndose el desentendido.
Evocaba su olor y notaba aquel vacío en el estómago, de querer sentirlo cálido al lado suyo y verlo a través de una pequeña pantalla estaba lejos de ser suficiente.
Lo deseaba tanto.
Juraría que oyó un suspiro y algo en su voz sonaba distinto, lograba distinguir un ligero movimiento, sus labios se apretaban y necesitaba saber si acaso ese alfa en celo tenía la otra mano ocupada. Desde ahí dejó de planear las cosas y las preguntas salían, demandando saber. Tanteaba que tan lejos quería llegar Jungkook y eso le hacía avanzar un poco más, sugiriendo sin mostrar.
El otro alfa desde hace tiempo que empezó a ir un paso por delante, a pasar por encima de los temores de Seokjin y ofrecer todo cuanto estaba dispuesto a dar. Sin inhibición alguna le mostró los efectos de la curiosas conversación que estaban teniendo. Lo miraba tan hinchado y rojizo, imaginaba la piel caliente y el tacto áspero de los vellos oscuros si sujetaba la base. Estaba deseando famélico esconderse entre sus muslos gruesos dispuesto a probar. Fantaseaba con el aroma almizclado mezclándose con la tierra húmeda que debía estar llenando el apartamento.
No sabía cómo recuperar el habla y las respuestas solo las reproducía en su mente. "Muchos besos, Kookie, muchos", todos los que pudieron haber compartido.
Pasaban los días y Jungkook no escribía nada, él tampoco sabía que decir exactamente. ¿Y si Jungkook estaba, además de avergonzado, arrepentido? ¿Y si solo fue el calor y las hormonas revueltas por el celo?
Podría dar por sentado que su vida y sus fantasías se reducían a muchos "y sí...", desde el instituto abrazados en la piscina.
Un conjunto de cosas poco claras, incluso cuando insinuaban aquello que había estado deseando de hacía tanto. Alcohol de por medio, las brumas de un celo...quería reclamarle a Jungkook por no decirle todo aquello en otras oportunidades. Luego se quejaba consigo mismo porque no ayudó a crear un escenario sencillo para ambos y tampoco tuvo la valentía de decirle que estaba enamorado.
Que seguía estando enamorado.
La única diferencia era que pretendía hacer algo al respecto fuera o no a resultar bien.
La postal se repetía, su familia lo estaba esperando. Tenía un atisbo de esperanza de ver a Jungkook, pero sabía que estaba lidiando con evaluaciones. Aunque recibió un "¿llegaste bien?" de parte de su menor y sonrió como tonto.
Jungkook se disculpaba por no poder ir a verlo tan pronto como quisiera, que estaba luchando con una semana horrible de evaluaciones y el inicio de una práctica, pero que apenas se hiciera un espacio de tiempo se lo dedicaría. Seokjin insistía que no se presionara y que seguramente se verían el sábado en la pequeña celebración que Yoongi le había organizado a Jimin, quien consiguió entrar a una prestigiosa compañía de danza, además de inaugurar la nueva casa a la que se habían mudado.
Seokjin sorprendido le preguntaba a su amigo omega arisco si acaso alguien murió en esa casa que la consiguieron tan económica en tanto le ayudaba a cargar cajas, de paso se quejaba que lo invitaba para tenerle trabajando como esclavo, que esperaba un almuerzo rico y no un posible dolor de espalda. Yoongi respondía alzando los hombros, que ni idea si tendría algún pasado siniestro y que la consiguieron gracias a un pariente de su novio.
—Aún nos quedan años para terminar de pagarla —comentó dejándose caer como peso muerto en el sofá—. Alfa, podrías cocinar hoy.
El aroma transmitiendo tranquilidad y la suavidad de su entonación poco habitual era algo perturbador. A veces olvidaba que Yoongi era un omega y que su esencia tenía notas cremosas y dulces.
—No lo digas así, viniendo de ti da escalofríos. —Fingió un temblor—. Además, ¿me llamas para que cargue tus cajas y cocine? Eres un dongsaeng terrible —repitió.
Yoongi rio entredientes y como buen hyung se encargó del almuerzo. No lo cocinó, pero sí pidió a domicilio.
Le causaba ternura la forma en que su amigo hablaba de Jimin y lo feliz que estaba, además de sus planes para ir remodelando la casa a futuro cuando se fueran estabilizando económicamente. Agregó también lo salvadora que fue la ayuda de Jungkook con un préstamo que les ayudó a cubrir el último mes de arriendo antes de mudarse.
—Todavía recuerdo cuando le decía a Jiminnie que era un buen alfa para él y no pienso estar equivocado del todo, es decir, es buen alfa.
—Lo sé —respondió con suavidad.
—Y lleva años detrás de ti aunque quieras poner kilómetros de mar y tierra entres ustedes, ¿por qué no dejas de hacer sufrir al pobre mocoso y le das una respuesta directa? Acéptalo o recházalo, pero sabes tanto como yo que permanecer en la incertidumbre solo lleva a pasarlo mal voluntariamente.
Asintió en silencio. Ya era demasiado tiempo buscándose y esquivándose, de jugar a hacerse el desentendido cuando se habían estado enviando tantas señales confusas.
El par de días posteriores además de comenzar a agendar entrevistas de trabajo en los lugares que Joohyun le sugería, ensayaba una declaración, reproduciendo el discurso en su cabeza, modificándolo una y otras vez, a momentos se tentaba en simplemente llamarlo y decirle "mira que llevo años enamorado de ti" y quitarse el peso de los hombros, pero quería algo un poco más especial y con Jungkook al frente.
El sábado llegó temprano a la casa de Yoongi y Jimin, no estaba en una zona céntrica, sino más bien en una vieja zona residencial. No dejaba de pensar que aquel lugar emitía vibra de albergar muchas historias y uno que otro fantasma. Al menos ya no olía a madera vieja y humedad como la primera vez que hizo su visita. Reconocía que era espaciosa para dos personas y el pequeño jardín se mantenía verde y fresco.
Le ayudó con los bocadillos y también trajo un par de regalos prácticos para que modernizaran un poco esa cocina con artefactos tan viejos como la casa misma —quizá exageraba, pero aquella procesadora de alimentos seguramente agonizaba cada vez que la ponían en uso, si acaso la usaban alguna vez—.
Yoongi lo miraba con agradecimiento infinito, aunque sus palabras expresaran bastante menos.
Namjoon y Hoseok fueron los primeros en llegar trayendo un par de regalos para contribuir a la casa. Las manos del omega alto se aferraban con fuerza al macetero con la planta como si temiera romperla. Era bonito ver que esos dos seguían juntos con el pasar de los años y lo feliz que estaba Joonie, oliendo dulce y mostrando sus hoyuelos cada vez que sonreía y bajaba la mirada con timidez cuando el chico beta susurraba algo en su oído.
Cada vez que alguien cruzaba el umbral su corazón se agitaba con antelación a la espera de ver a Jungkook.
Y justo cuando no estuvo atento a la puerta por disfrutar de los halagos por la comida que hacían algunos de los invitados —Seokjin con porte orgulloso sonreía y tratando de parecer humilde decía "gracias"— el aroma a tierra del alfa fue una alerta, lo sentía cerca, Jungkook caminaba a paso lento en su dirección y parecía debatirse entre mantener la mirada en alto o fija en sus pies.
—Jungkook-ah —dijo alegre junto a un ligero golpecito en su nuca a modo de saludo, pero su amigo parecía dudar si devolver o no gesto, como luchando con sus reacciones, mano que se alzaba y luego volvía a esconderla.
Su dongsaeng le contagiaba la vergüenza, no había querido concentrarse en los detalles de la última videollamada, su cabeza estaba centrada únicamente en verlo y decirle todo, en lo mucho que lo extrañaba cada vez que estaban lejos. Ahora sus mejillas también comenzaban a calentarse.
No resistía la incomodidad de no hablarse y Jungkook parecía tan confundido que lo exasperaba. No era como si hubieran hecho algo terrible.
—No somos ni los primero ni los últimos amigos en prestarnos una mano —comentó en un susurro, haciendo que su menor saltara ligero en su sitio y lo encarara con las mejillas rojísimas— o casi, fue parecido.
La mirada de Jungkook era determinada y fija, como queriendo decir otra cosa en medio de la vergüenza. Una pelea interna con las palabras. Conocía demasiado bien aquella expresión.
—Hyung, ¿te quieres reír de mí?
No alcanzó a responder porque toda la atención común se desvió a Jimin cruzando la puerta con expresión sorprendida y Yoongi extendiendo los brazos para recibirle, besando su frente, diciendo bajito que había que celebrar su logro.
—Ese par es adorable —comentó Seokjin bajito, esperando lograr disipar un poco la tensión. Jungkook solo asentía.
Intentó hacer fluir la conversación preguntándole acerca de la universidad, al menos las variadas quejas sobre profesores y exceso de carga académica fue un salvavidas. Quiso animarle comentándole sobre cada platillo nuevo que aprendió y que podría prepararle, porque en su imaginación Seokjin cocinaría y mimaría a ese alfa con creces —claro, si Jungkook aún quería—.
Jungkook no dejaba de poner en él una mirada firme, su aroma lo sentía espeso inundando su olfato, acortando la distancia con un par de pasos. Seokjin notaba el hormigueo en su estómago y no podía evitar relamer sus labios a la espera de alguna acción ajena que le señalara qué curso seguir.
Qué quería Jungkook que envolvía su mano de forma repentina. Palma amplia y presión cálida.
—Varias veces perdí la oportunidad de hacerlo.
Justo eso. Aquello que resumía los vaivenes de su relación.
—También. —Jin apretó más firme, entrelazando sus dedos, disfrutando de algo tan sencillo como el tacto de su piel caliente.
Los dos sabían que hablaban de lo mismo. Podían olerlo.
Seokjin tiró de él, intentando alejarse de la gente, se toparon con Jimin quien sonriendo hizo un pequeño gesto con la cabeza señalando el pasillo. Entraron a la primera habitación vacía con la puerta abierta, en el escritorio se extendían los planos de Yoongi, los libros y los materiales estaban desordenados y varios todavía en cajas abiertas; intentaron no tropezar, pero fue difícil no estrellarse contra la puerta cuando su talón chocaba con algo y las manos de Jungkook hacían presión sobre sus caderas.
Todo ocurrió a la vez, Jungkook acercándose determinado y Jin repitiendo "hazlo, hazlo, hazlo" mientras acortaba la distancia también.
Presión blanda y el primer contacto de sus bocas hizo gemir bajito a Seokjin. Sintió como si algo explotara dentro de su pecho. Consideraba la descripción de los fuegos artificiales como una exageración, pero su sangre bullía caliente y su corazón daba rápidos brincos, volviendo a reconsiderar sus palabras.
Jungkook jadeó ahogado y empujó un poco más, apretando y resbalando sobre su boca, disfrutando a cabalidad de la sensación tibia y mullida.
Por fin Seokjin rodeaba su cuello y se entregaba como si le cediera la vida entera en un beso ansioso cuando empujaba suavemente con su lengua los labios del alfa que hundía más firme los dedos en sus caderas como si temiera que ahora que recibía tanto fuera a escaparse de sus manos.
El ruido de los pasos y voces les hizo separarse, no del todo, solo sus bocas, seguían tan cerca como para sentir la respiración ajena hacer cosquillas en la piel.
—Mi auto está cerca —Jungkook soltó la primera idea que cruzó por su cabeza.
—¿Desde cuándo tienes auto?
—Desde que mi hermano cambió de modelo y se apiadó de mí.
—Siento como si me hubiera perdido tu crecimiento y de repente mi adorable cachorrito fuera un animal enorme.
—Jin hyung, admítelo, estás viejo. —Besó sonoramente su mejilla y Seokjin respondió con un cabezazo sin fuerzas, murmurando algo sobre el respeto y que lo llevara a su auto de segunda mano.
El espacio era pequeño, Jin se sentía enorme recostado sobre el asiento trasero, riendo al recoger las piernas y ver la batalla de Jungkook y sus extremidades igual de largas intentando situarse lo más cómodo posible dentro de la incomodidad.
Daba igual, Jungkook llegó a sus labios y era todo lo que importaba en ese segundo.
Un beso tras otro como si quisiera recuperar todo el tiempo que dejaron ir. Algunos eran intensos con mordidas y lenguas resbalando hasta la falta de aire, luego seguían los de ritmo lento como queriendo memorizar cada detalle en la boca del otro y terminaban con besos castos antes de volver a repetir el ciclo.
Al final no hubo declaración romántica y palabras dulces de parte de ninguno, solo besos y sus aromas combinados. Miradas cargadas de cariño y manos que se aferraban. Seokjin tenía la respuesta que deseaba en esos ojos de ciervo con expresión llena de adoración.
—No quiero que esto termine —comentaba bajito el menor de los alfa apoyando su frente sobre la contraria.
—No tiene que terminar.
—Asumo que volverás a irte.
Jin analizó aquel semblante que traducía una mezcla de emociones, pasando por la felicidad hasta el miedo. Besó con delicadeza la punta de su nariz y el lunar bajo su labio inferior. Jungkook sentía que se deshacía con aquellos gestos tan dulces e íntimos con los que había estado fantaseando. Necesitaba una respuesta por parte de su hyung, quería comenzar a prepararse para el poco tiempo que tendrían, aprovechar cada minuto a su lado y dejarle en claro que después de todo por lo que habían pasado la distancia era el menor de los problemas.
Se mentalizaba para juntar dinero y viajar un poco más, también imaginaba cómo acumularía ganas para cada reencuentro. Había cargado a cuestas por años el sentimiento, dejarlo partir así como así no era posible, no ahora. Le ofrecería a Seokjin todas las opciones y sin vías de escape que no fuera un sincero "no quiero estar contigo" en el peor de los casos.
Seokjin tardaba en contestar o quizá su ansiedad jugaba con los segundos que se percibían como largos minutos. Estaba por decirle que era este tipo de cosas que hacían de él un "hyung cruel".
—He vuelto para quedarme —respondió sujetando sus mejillas, mirando directo a esos ojitos que brillaban sorprendidos y felices.
Jungkook ahogó el suspiro de alivio sobre los labios contrarios. Por fin Seokjin estaría a su lado.
***
Por fiiin, fin de mes, fin de la historia.
Muchísimas gracias por haberme acompañado con este bebé, les adoro 💕
Hace tiempo quería escribir una historia de esas en que es desesperante que no logren estar juntos y muchas veces por elecciones y miedos y así, hasta que dices "ya era hora, por fin".
Y por lo mismo es que había momentos en que me estresaba con este par y espero haber transmitido un poco de esto 😂
Más datos random que nadie necesita, pero los comento igual:
-Esto iba a tener una extensión similar a Brújula, un capítulo para Jin, otro para Jungkook y capítulo final para los dos, pero no imaginaba que las ideas se terminarían extendiendo taaanto, tengo poco poder de síntesis (sepan que leyeron algo largo ahora y me halaga que hayan llegado hasta aquí ;_; )
-Doja Cat hace que termine escribiendo más smut del presupuestado. Iba a ser solo una mención.
-La menta~ uwu, así como lo comenté en otros de mis bebés, me inspiro con cosas comunes y cuando me recraneaba pensando en el olor de Jin miraba las plantas de mi patio y ahí estaba el rincón de mi jardín lleno de menta. Antes junto a ella había poleo y llantén, pero la menta terminó matándolas x'D y una vez la sacaron y yo triste dije "por qué ;_;", me respondieron volverá a crecer y ahí está, dueña de ese sector.
De ahí que me hacía sentido con un sentimiento arraigado que por más que quitas, vuelve a salir y ahoga todo lo demás (a menos que quieras extirparlo realmente de raíz y remover tierra, justo lo que Jungkook no quiso hacer) ->por eso ambos olores xD.
Eso, les adoro >u<
Recuerden lavar sus manitos y cuídense mucho.
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