Perder 2/2

¿Park Jimin?

¿El omega bajito y aspecto adorable?

¿El Park Jimin de Min Yoongi?

Seokjin no sabía cómo explicarle que aquel lindo omega de mejillas gorditas que había captado su atención ya estaba envuelto en una relación que aún no terminaba de definirse. Cómo decirle que Jimin ya tenía a alguien en quien volcaba toda su adoración, por más que Yoongi dijera que su mejor amigo estaba confundido. Ese par era por completo evidente, ¿acaso Jungkook no se daba cuenta? Jin estaba seguro que más de media escuela notaba como Jimin era cuidado celosamente por el otro omega de cabellos negros.

Ambos se cuidaban celosamente, pero Yoongi era más notorio, expelía un aura aterradora y un aroma amargo intenso que se adhería a Jimin cuando notaba que alfas se acercaban con dobles intenciones a su adorable chiquillo.

Jin pensaba que no debía ser quien tomara la responsabilidad de decirle y ventilar como si fuera un chisme la relación de su amigo omega. Por otra parte, suponía que sería el mismo Jimin quien lo rechazaría a su debido tiempo y su rol de buen hyung sería cuidarle y mimarle cuando se presentara con el corazón roto. Incluso podría prepararle su platillo favorito y dejarle dormir en su cama abrazando a su RJ —encontraba que era un efectivo alivio a las penas abrazar a su peluche—.

Eventualmente su dongsaeng lo superaría y quizá con el paso de las estaciones aparecería alguien más en su vida dispuesto a llenarlo de cariño.

"¿Acaso no lo lleno de cariño? ¿Necesita más?".

¿Por qué se instalaba esa extraña molestia en su vientre y preguntas que no tenían sentido en su cabeza inquieta? El cariño que le ofrecía no era similar al que podría darle una pareja omega con la que Jungkook probablemente fantaseaba —una persona dulce y de sonrisa bonita como Jimin—.

Suponía que veía en Jungkookie a ese hermanito menor que siempre quiso y le pidió a sus madres, mas ellas le decían que no era tan simple como si de comprar un regalo se tratara. "¡Pero hagan un bebé, puedo esperar!", exigía el niño. Ahora se reía solo al recordar que tan caprichoso podía ser. Para qué negarlo, seguía siendo caprichoso, pero no quería actuar de tal forma con Jungkook que merecía grandes dosis de alegría y un omega que lo quisiera a montones.

A Jin le gustaba su rol de hermano menor y ser el consentido de su familia, pero también por muchos años quiso un compañero de edad similar para hacer travesuras y quitarle los juguetes nuevos "porque lo tuyo es mío y lo mío es mío", le habría dicho.

También lo habría mimado justo como lo hacía con Jungkook.

¿Entonces en qué momento su dongsaeng comenzó a provocar reacciones extrañas en su estómago? Como cuando lo sorprendía mirándole los labios y apartaba la vista haciéndose el desentendido. El vientre de Seokjin cosquilleaba y algo desde el instinto lo llamaba a querer emitir más de sus feromonas y decirle con la voz ronca "adelante, puedes mirarme todo lo que quieras".

Debían ser las hormonas. Podía ser que se estuviera adelantando su celo o vaya a saber la razón, pero necesitaba frenar antes de volcar un deseo que no debía en su amigo, su adorable dongsaeng, su Jungkookie. Un alfa.

Un alfa que cuando estaba en la pista entrenando emitía un aura fuerte y dominante. Su mirada era fiera y determinada. Algo que no había visto en otras instancias en la expresión de Kookie y tenía a Jin encandilado.

"Mírame así, justo así".

Llegó a espantarse de sus propios pensamientos.

"Mírame como si quisieras saltar encima mío a ver quién domina a quien".

Iba directo a un camino sin retorno, todavía estaba a tiempo de frenar.

Al parecer no sabía frenar.

No cuando lo veía mordisquear la parte de atrás del lápiz y su mirada concentrada le otorgaban un aire de seriedad adorable. Le gustaba su expresión dura, tratando de analizar el esquema del libro como si liberara una batalla silenciosa con la química. A Jin casi le causaba pena no poder ayudarle porque ni recordaba como fue que pasó raspando el ramo.

—Aprendí, apliqué y olvidé —le dijo con su labio inferior abultándose en un puchero, días atrás cuando le pidió ayuda en física. Similar proceso ocurrió en química y biología, su cerebro decidió que información conservar y cual desechar.

Lo único que sabía de ciencias lo aplicaba en la cocina, en la cadena de frío de ciertos alimentos, la cocción y la mejor manera de conservarlo. Utilizaba las matemáticas para las proporciones y cantidades, porque algunas recetas no perdonaban agregar los ingredientes confiando en los ojos y la intuición.

Estaba perdiendo tiempo, haciéndole el quite a la responsabilidad. Debería leer su propia pila de libros, pero Jungkook era un distractor a sus sentidos y cuando alejaba el lápiz de su boca húmeda un finísimo hilo de saliva se estiraba hasta romperse, Seokjin tragaba duro, siendo consciente que no estaba avanzando en sus propios deberes principalmente por estar absorto en su menor. 

"Ya, es suficiente".

—Si fuera un omega, créeme que habría preparado galletas para ti y me habría declarado lleno de esperanzas porque semejante ejemplar de alfa me acepte —bromeó en voz baja, sumándose al conjunto de suaves murmullos que zumbaban ligero en el ambiente.

No es suficiente.

Estaban por cerrar el semestre y la semana llena de exámenes. ¿Acaso era el estrés de tener que presentar un trabajo de literatura y la posibilidad de reprobar ciencias si no sacaba una buena calificación que le hizo decir tamaña estupidez? Jin le había hecho muchas bromas a Jungkook, pero no con ese tipo de temas.

¿Qué demonios le estaba pasando?

—O quizás habría sido yo otro admirador de Jinnie sunbae, el dulce omega más hermoso del instituto.

Jungkook no debió seguirle el juego, ahora su corazón latía desembocado y sus mejillas quemaban. Decidió voluntariamente arrojarse al pozo, tenía el agua al cuello y sarcásticamente se felicitaba, "muy bien, Jin, sigue así".

Su dongsaeng lo dijo prácticamente sin inmutarse, apenas levantando la vista del libro un par de segundos y continuar en lo suyo. Seokjin sentía que era el único que olía a nerviosismo y el palpitar retumbando en sus oídos, queriendo que aquello no fuera una broma.

No, no estaba bien que su deseo se canalizara en el pequeño alfa estudioso y de futuro prometedor. 

Quizá necesitaba buscar con quien liberar aquella tensión acumulada. ¿Hacía cuánto que no se permitía compartir un par de caricias con alguien sin que implicara un compromiso? Había estado tan centrado en sus clases, la cocina, Jungkook, la imagen que mantenía en la escuela que evitaba cualquier detalle que diera lugar a rumores.

¿Qué tanto importaba en realidad? Pronto iniciarían las vacaciones, si no aprobaba ciencias tendría que asistir a clases de verano —tiempo que quería usar para su curso de repostería—, luego terminaría el último semestre y la secundaría quedaría atrás.

¿Qué importaba que hubiera rumores?

Estaba comenzando a desesperarse.

Quería llamar a Yoongi, pero la última vez que habló con él fue agobiante escucharle. Ese omega estaba en un tira y afloja, justo en la fase "evito a Jimin por su bien". Seokjin rodaba los ojos, diciéndole que no fuera cobarde y Yoongi reclamaba que no lo estaba entendiendo, que se pusiera en su lugar.

...Jungkook.

Su adorable dongsaeng.

Por la luna que no quería estar en el lugar de Yoongi.

Aunque darse cuenta que algo estaba cambiando en su sentir por Kookie, su amigo, era bastante similar.

Un alfa.

Su gusto por hombres betas ya era socialmente cuestionable, que le gustara un alfa era incluso un escalafón más bajo.
 
  
 
   
  
  
  
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La vida puede cambiar en un segundo. 

Jungkook había escuchado tal expresión más de una vez, habitualmente ante calamidades y agradecía no tener la oportunidad de corroborarlo de forma tan dolorosa y reveladora. Fuera de ello, nunca le prestó real atención a los eventos que iban modificando su realidad y solo fluía en ella día tras día. 

Podría partir diciendo que su vida cambió el día que se acercó voluntariamente a Seokjin. Justo en aquel segundo que sus piernas no quisieron obedecer y seguir de largo. Incluso antes, en el preciso momento que el aroma triste despertó su preocupación.

Aunque fue navegar en la corriente, no un impacto violento.

No fue el brusco segundo que separaba explícito el "antes y después".

Hasta que lo experimentó de primera fuente.

Ahora lo reafirmaba y no por un acontecimiento calamitoso. Fue una escena simple, pero algo estalló por dentro y se liberaron un conjunto de deseos bien escondidos en alguna parte a la que no tuvo acceso hasta ese instante.

De repente tenía sentido que sus ojos viajaran con tanta frecuencia a los labios gruesos de su hyung.

Y todo por mirar tras esa puerta entreabierta.

Si tan solo no se hubiera ofrecido a acompañar a Jimin.

  
 
 
  
  
  
Por inercia los pies de Jungkook querían avanzar a la salida, pero su cerebro lo frenaba a medio camino recordándole que debía seguir la senda hacia la biblioteca. Aquella tarde no volvía junto a Seokjin a casa, no era que todo el tiempo libre lo destinara al alfa en cuestión, en proporción eran tres de los cinco días de la semana escolar que tendían a regresar juntos y, a veces, armaban algún plan para un día del fin de semana.

Pasaban bastante tiempo juntos, pero su hyung tenía su grupo de amigos y Jungkook por su parte también.

Tenían actividades y responsabilidades cada uno por su lado.

Su responsabilidad más urgente era una próxima exposición grupal para inglés, se había quedado con sus compañeros utilizando los computadores de la biblioteca, porque eran conscientes que si se repartían el trabajo y luego lo pegaban a última hora sería un desastre y Jungkook estaba desesperado por salvar el curso.

Jimin rozaba su hombro sin intención sentado a su lado, ambos batallaban con la traducción de un párrafo, porque textual no tenía sentido. A segundos breves sus dedos se tocaban casuales al compartir el teclado y Jungkook pasaba saliva por su garganta seca producto de la repentina timidez de sentir al chico bonito tan cerca, temiendo balbucear alguna tontería en su presencia y ponerse en ridículo ante el omega. 

Podía reconocer que su compañero olía un poco a triste y si bien quería preguntarle si pasaba algo, en lugar de ello dio un par de torpes palmaditas en su espalda y le ofreció una barrita de chocolate a escondidas —si el encargado de turno de la biblioteca los descubría comiendo, los echaría—.

El omega le dedicó una sonrisa de esas que hacían desaparecer sus ojitos y sus mejillas rosadas sumaban ternura.

Muy lindo.

Park Jimin le parecía muy lindo.

—Un amigo de mi mejor amigo es muy bueno en inglés, podría pedirle que revise lo que estamos haciendo —propuso Jimin al grupo que lo miraba entre suplicantes y esperanzados.

Jungkook estaba mentalmente agotado y todavía tenía que repasar la pronunciación —otro fiasco—, pero de eso dependía salvar el maldito curso. Apoyó su cabeza sobre el escritorio suspirando frustrado y saltó ligero de sorpresa cuando una mano acarició con suavidad su cabello.

Jimin dijo un bajito "fighting" antes de frenar la caricia.

Realmente le agradaba Jimin.

Al cabo de un par de horas acordaron continuar mañana después de clases. Jungkook se ofreció a esperar al omega y así caminar juntos. Pensaba preguntarle que tan cerca vivía para acompañarlo a casa, claro, si Jimin deseaba que lo hiciera.

—Olvidé mi libro de matemáticas.

Jimin acababa de hacer un puchero adorable y Jungkook sintió el brutal deseo de apretarle la mejilla, justo de la forma que lo hacía con Seokjin cuando su hyung ponía expresiones tiernas.

Jungkook ni siquiera lo pensó al encogerse de hombros y decir casi avergonzado un "te acompaño".

Caminaba a su lado en un silencio confortante. Disfrutaba de su aroma a caramelo y macchiato, sabía que este último era la esencia impregnada del mejor amigo de Jimin que iba un curso superior, Min Yoongi, aquel tétrico omega cercano a Seokjin, a veces su hyung mencionaba una que otra cosa vaga acerca de él.

Era habitual que entre personas cercanas los aromas se terminaran mezclando, tendían a notarlo más otros alfas y omegas que uno mismo. Se preguntaba que tan adherido estaba el olor a menta de su amigo a su piel y a sus ropas.

La verdad era que Jungkook pensaba en Seokjin y su memoria en seguida activaba el recuerdo del fresco olor a menta. Tanto que lo sentía emergiendo al ambiente.

Había dejado de ser su imaginación, el aroma de Jin estaba dejando una estela ligera en el aire.

También escuchaba su risa suavecita, comedida, un sonido incluso atrayente, distando del ruido escandaloso a cuando estaba eufórico. Era distinto.

Jin no se reía así a su lado.

Buscó la dirección de los estímulos que atacaban sus sentidos. Lo distinguió a un par de salones de distancia. La puerta estaba entreabierta y la curiosidad era tal que no resistió a asomarse y corroborar que Seokjin estaba ahí.

—Eres un desvergonzado, nos van a descubrir en cualquier momento.

—Uno más —reía su hyung sobre los labios de un sujeto que le igualaba en estatura.

Jin tenía las manos en su cuello mientras su compañero apretaba su estrecha cintura. Debería dejar de fisgonear, lo que pasaba ahí no era asunto suyo, pero su cuerpo no obedecía y el tiempo transcurría como en cámara lenta.

Su olfato era inundado únicamente por el aroma a menta. Tan intenso que quemaba en su vientre, pugnando entre un placentero estremecimiento y el espeso desagrado.

El otro chico debía ser un beta, asumía.

Tragó saliva y percibió un nudo en su estómago que le indicaba que esto trascendía la mera incomodidad.

Seokjin estaba entregado a uno de aquellos besos que distaban de los que Jungkook había experimentado. Su hyung mantenía cerrado los ojos, el contacto se prolongaba y sus cuerpos reducían la escasa distancia hasta anularla por completo.

No debería seguir mirando. Escuchaba los pasos de Jimin acercarse. Debía voltear.

Tampoco tendría que estar empuñando su mano y con ganas de interrumpir con un gruñido molesto.

Suficiente.

Pero su cabeza decidía que no era suficiente y la escena lo acompañó durante la tarde mientras caminaba junto a Jimin, tratando de seguir la conversación trivial que proponía el omega. También decidió quitarle horas de sueño.

No sabía por dónde comenzar a sentirse ofendido. Quizá porque no le contó y Jungkook esperaba que si a su amigo le gustaba o salía con alguien compartiera aquella noticia con él.

¿Por qué no le contó?

Sabía que tampoco era la norma ver a hombre betas y alfas, pero no podría mirar mal a su mayor por ello si le decía que estaba enamorado. Aún así no entendía por qué le sabía amargo.

¿Por qué no dejaba de pensar en ese beso?

Y cuando creía que las cosas no podían ponerse más raras. Su creativa cabecita decidió mostrarle otro rumbo: los labios de Jin y qué tan suaves habrían de sentirse. ¿Así besaba su mayor? ¿Cómo si entregara la vida a los brazos ajenos en el gesto?

Su hyung lucía tan dócil, opuesto de cómo se comportaría un alfa. Llegó a brincar de la cama cuando se cruzó el fugaz deseo de sentirlo así entre sus brazos, una especie de interferencia, un mensaje que se coló a su línea de llamada.

Ese instante fue como si mucho de lo que sentía de pronto fuera canalizado y Jungkook con un nudo en el estómago hubiera preferido jamás ser consciente de aquello, recordando la cantidad de veces que le miraba la boca. Labios que lucían tan rosados y mullidos que ya no solo quería apretarlos con los dedos, también deseaba morderlos.

Quizá se sentía estúpidamente ofendido porque su hyung no lo miraría a él como un candidato merecedor de sus besos a ojos cerrados.

Jamás había reído bajito y seductor con los brazos en su cuello y dudaba siquiera que hubiera pensado en la posibilidad de algo más.

Ambos eran alfas y era la barrera más clara y reconocible para Jungkook.

¡Pero había besado a un hombre beta! ¿Qué tan diferente sería si probara con un alfa? ¿Había probado con un alfa antes?

Suficiente.

No debería siquiera estar pensando en besar a Seokjin, a su amigo, a su hyung.

A un alfa.
  
  
  
  
  
  
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Estaban compartiendo uno de los últimos recesos antes que llegaran las vacaciones de verano. Seokjin recordaba que su menor le había comentado que viajaría un par de semanas a Busan con su familia y ya se anteponía a echarle de menos.

Solo que en lugar de reír de tonterías recostados sobre el pasto como era habitual, miraba a un silencioso Jungkook juguetear con el muffin que acababa de regalarle. Estaba extraño, inusualmente callado, su aroma terroso y húmedo también insinuaba que algo pasaba y si su amigo no le ponía palabras, no era adivino para entender.

Lo sospechaba desde días atrás, si bien apenas se veían entre trabajos y exámenes, los saludos eran tensos, Jungkook no le devolvía los golpecitos en la nuca o intentaba hacer chocar sus pechos y juntar puños. Emitía el buenos días y desviaba la vista.

Empezaba a jugar a descartar posibilidades en lo que esperaba alguna frase clarificadora. ¿Alguna mala calificación? No, era del tipo de cosas que le diría de inmediato. ¿Problemas con su familia? ¿Con algún amigo? ¿Con Jimin?

"Oh". Negó para sus adentros cuando su mente decidía dar luces. "Imposible".

Mejor le preguntaba directamente.

—¿Tienes novio, hyung?

No fue necesario preguntar, Jungkook lo hizo primero, incluso dejó claro que no había sido imaginación suya el aroma a tierra mojada que percibió mientras dejaba que Jaehwan le devorara la boca. Incluso se asustó ante la idea que lo que estaba sintiendo por su dongsaeng fuera tan fuerte que ni su olor se salía de su memoria al punto de evocarlo mientras besaba a alguien más.

No imaginó el olor a tierra. Estuvo ahí porque Jungkook lo vio. Había sido descuidado, sabiendo que era un riesgo besarse en la escuela, pero era un adolescente con ganas de un poco de adrenalina, mucho calor quemando en sus entrañas ansiosas y un amigo apuesto y dispuesto a compartir beneficios sin compromisos.

—¿Me viste? —esta vez preguntó sin rodeos y su dongsaeng asintió quedito—. No estamos saliendo, ni tenemos nada.

—¿Te gusta?

¿Jungkook estaba molesto porque no compartía aquellos pequeños detalles de su intimidad con él? Se contuvo de reír y llamarlo "cachorro" a la par de revolver su cabello castaño. Provocar a un alfa y molestarlo era tentador, pero Jungkookie tenía esa expresión seria que no daba lugar a juegos y le causaba agradables escalofríos bajando por la espalda.

"Algo anda mal conmigo".

—Me parece atractivo —respondió sincero mirando como estrujaba la pobre masa esponjosa que no tenía culpa alguna del temperamento de su amigo alfa—. ¿A qué viene todo este interrogatorio? Si fuera importante y si estuviera enamorado de alguien serías el primero en saberlo.

Jungkook habría querido sentirse medianamente conforme con la respuesta, pero no. Todas las atormentantes revelaciones permanecían causando un molesto eco y hacía el esfuerzo consciente de no mirar su boca cuando hablaba. Miraba sus ojos de cervatillo, oscuros y brillantes.

En lugar autotorturarse debería estar aprovechando el tiempo con su hyung, porque apenas iniciaran las vacaciones volvería a su ciudad natal por dos largas semanas en las que extrañaría la risa escandalosa de Seokjin y escucharla por llamadas no sería lo mismo. A la vez que pensaba que un poco distancia le ayudarían con aquella tensión que se anudaba en sus entrañas, que hiciera desaparecer ese extraño revoloteo de insectos.

—Hyung, tienes mirada de ciervo.

Seokjin se atragantó con su muffin.

—Quien tiene mirada de bambi eres tú.

Intercambiaron un par de pequeñas sonrisas con migas en los labios que se fueron extendiendo hasta adquirir sonido y formar carcajadas, sin apartar la vista del otro.

Así disfrutaban el tiempo juntos, drenando la tensión en risas por cualquier bobada, justo como debiera ser y continuar.

Seokjin no quería seguir envolviéndose en sentimientos confusos.

Jungkook quería que todo siguiera un curso normal.
  
  
  
  
  
  
  
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Jungkook se daba cuenta que ni aún con kilómetros de por medio dejaba de pensarle. Llegaba la noche, caía rendido a una cama distinta compartiendo habitación con un primo, pero su rutina de intercambiar mensajes con sus amigos, especialmente Jin, seguía siendo la misma de cada día.

Su hyung le adjuntaba fotos de los postres y pasteles que había aprendido a preparar, a veces diciendo que ya los conocía, solo que perfeccionó su técnica. Jungkook sentía que se hacía agua su boca, le exigía que preparara algo delicioso cuando volviera y le enviaba videos de las tardes en los puntos turísticos de la ciudad.

El problema era al momento de apagar la luz e intentar desconectarse de los estímulos que le impedía quedarse dormido pese al cansancio. Su mente traidora lo llevaba de vuelta la escena del beso y aquellas preguntas que no se atrevía a formular respecto a la vida íntima de su hyung.

A quiénes besaba, qué era lo más lejos que había llegado con alguien...

La primera vez, ¿la tuvo? ¿Fue con un omega? ¿Con un beta? ¿Un alfa? Si hubiera estado con un alfa seguramente alguien lo habría olido y los rumores se propagarían como un virus.

¿Cuánto había hecho con ese chico beta del salón? ¿Cuánto conocía aquel sujeto de su hyung que él no? Sus besos encabezaba lo primero en la lista.

Maldita curiosidad.

Era más fácil culpar a la curiosidad. A ella le atribuía los deseos de explorar lo que no conocía. Experimentar y confundirse.

Porque eso era: confusión y ganas de probar, trataba de autoconvencerse.

Inmensa curiosidad por saber qué tan blanditos podrían sentirse los labios de Jin y cómo sería la sensación de esa lengua fundiéndose en su boca. El simple acto de pensarlo provocaba un tironcito en la entrepierna.

Mal. Debía frenar.

Seokjin derritiéndose entre sus brazos, riendo bajito y besándolo segundo tras segundo, entregándole hasta el último de los suspiros amortiguados en su boca.

Jungkook tenía que reconocer que su experiencia no pasaba de un par de besos. El primero, segundo y tercero a una omega que encontraba bonita, aunque ella le dijo que era muy joven y estaba preocupada de sus estudios como para aceptar una relación —la misma a quien le estornudó en la cara— y otro en un juego bobo de pasar una carta de boca en boca. Apenas hubo un roce de lengua con la chica y fue la sensación más extraña y ajena que había experimentado en la vida entera, húmeda y viscosa, más que cuando sostuvo por primera vez un caracol en la palma de su mano. 

¿Y si le pedía a su hyung que le enseñara?

No. Los amigos no se pedían ese tipo de favores.

Y así sumaba otra noche más en que se dormía con la enorme curiosidad y deseos de un beso que jamás se atrevería a pedir. No a él.

Luego despertaba y se daba cuenta que a la vida le gustaba mostrarle como siempre podía torturarlo un poco más, ya que apenas tomó su celular se encontró con un video de tres segundos que Seokjin subió a su historia lanzando un beso al aire, vestido de blanco y un gorro de cocinero.

Segundos agónicos en que esos labios gruesos se fruncían y, maldición, que Jungkook los deseaba sobre los suyos.

Ya no sabía cómo excusarse cada vez que alguien de su familia le preguntaba qué lo tenía con la cabeza en las nubes. 

Pero a veces la vida decidía ser generosa y ofrecerle distracciones. Fue un evento más que agradecido encontrarse con Jimin en la playa, el omega le contaba que visitaba unos cuantos días a una de sus abuelas. Jungkook se armó de valor para invitarle a pasar alguna tarde juntos y su compañero de clases sujetó su brazo diciendo "solo si me acompañas a nadar".

Jimin era una linda casualidad más que bienvenida. Un poco de su presencia y aroma a caramelo conseguían atenuar el curso caótico de sus pensamientos y deseos que quemaban. 

Los labios del omega lucían tan rellenitos y suaves como los de Seokjin. 

Quería consolarse pensando que el tema central no era su amigo alfa, sino algo tan simple como un gusto por los labios gruesos. Eso debía ser.

Jimin que cuando emergía del agua las gotitas dibujaban la forma abultada y mullida de su boca. Entonces Jungkook recordó lo tímido que se podía llegar a sentir frente a los omegas y desvió su mirada.

 —¿A qué hora nos encontramos mañana?

El alfa notó que su pulso se aceleraba y la sonrisa se formaba involuntaria, sabiendo que esa noche habría otra cosa ocupando sus pensamientos ansiosos impidiéndole dormir una vez más.

Estaba tan emocionado por el suceso que la primera persona que se vino a su mente para verbalizar todo fue a Seokjin.
 
 

[En la playa]
[Me encontré con Jimin!] 
    

[Foto, sin pruebas no lo creo ;) ]

[No hay fotos]
 

[Entonces no lo creo]

    
[Créelo]
[Pasamos la tarde juntos y mañana saldremos!]
  

[¿Una cita ;)?]  
 
 
  
No era una cita. Su corazón daba unos brincos brusco al imaginárselo como tal. A veces en las citas las personas se sujetaban las manos y las del omega lucían pequeñas y suaves, seguramente la suya podría cubrirla con facilidad.

Quizás a futuro, prefería ir tanteando lentamente el terreno y no ilusionarse rápido. Además, era muy probable que tuviera que enfrentar la mirada furiosa de Min Yoongi si intentara acercarse al omega de aroma a caramelo.

No habrá sido una cita y menos con manos agarradas, pero compartir junto a Jimin parte de su estadía en Busan fue asombroso. Había tanto que no sabía del omega, como que estudiaba en una academia danza contemporánea y era sumamente talentoso. Tuvo que tomar valentía de una parte recóndita de sí mismo para decirle que le encantaría poder asistir a una de sus presentaciones algún día. 

—¿Me contarás tu historia de amor de verano? —Preguntó Seokjin cuando hablaban por teléfono un día antes de regresar a la capital.

—No tengo una historia de amor aún.

Aún.
 
  
  
  
  
  
 
Apenas logró ver a Jin las dos semanas restantes de vacaciones y sus otros amigos bromeaban diciéndole si acaso eran el segundo plato ahora que el apuesto sunbae estaba ocupado. No quería mentir y decirles que no, pero tampoco corroboró con un. Simplemente se largó a reír.

También empezó a frecuentar en sus panoramas la presencia de Jimin que lucía muy bien con su cabello rosado —a juicio personal el color endulzaba su imagen—. Hasta que se transformó en una constante. No quería pensar que era debido a que su hyung había estado más ocupado en el último periodo, primero con su curso de verano y luego el estrés del último semestre, buscando llenar el espacio que dejaba la falta de su compañía y aroma a menta.

A veces su mayor le comentaba que era un estrés colectivo en todo alumno de tercero, que era todo producto de ese examen de mierda destructor de salud mental que incluso sabiendo que por su parte no esperaba entrar a una universidad prestigiosa, aún así aspiraba a un puntaje decente.

Cuando Seokjin no estaba estudiando en los bloques de almuerzo o en la biblioteca con su grupo de trabajo después de clase, por fin regresaban juntos por el parque haciendo una pequeña parada en los columpios.

Jungkook no podía evitar contarle feliz cada pequeño avance que había tenido con Jimin y lo cómodo que se sentía a su lado. Aunque no sabía si acaso lo imaginaba, pero algo cambiaba en la expresión del mayor cada vez que le hablaba del omega con aroma a caramelo.

Como si forzara la sonrisa y tras varios segundos de extenso silencio lograra decir "sigue así".
  
  
  
  
    
  
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Para Jin había sido extraño como avanzaba la relación entre su dongsaeng y el omega amigo de Yoongi. Eran compañeros de clase, no resultaba raro que fueran cercanos el uno al otro, pero de repente era demasiado para ser normal.

Jungkook compartía varias fotos en su historia con Jimin, su pequeño amigo alfa se veía tan feliz que el corazón se le estrujaba dentro del pecho. Ni siquiera quería preguntarle a Yoongi cómo se sentía al respecto, que si actuaba alejando a ese adorable chiquillo terminaría por crear una brecha a la fuerza.

Jimin parecía ser terco y no dar su brazo a torcer. Seokjin no quería admitirlo, pero lo percibía como un alivio.

La idea que la relación con Jimin no estuviera destinada a funcionar tranquilizaba la ansiedad que pesaba en sus entrañas. Luego su egoísmo le sentaba como un trago amargo y creía que estaba siendo un pésimo hyung.

A momentos también se sentía cruel por no decirle "si sigues por ahí vas a sufrir", que mientras más alto subiera más dolía caer —también se lo recordaba a sí mismo—.

Lo máximo que logró insinuar fue un "es que Yoongi y Jimin son una dupla de omegas inseparables", una tarde que estuvo a poco de sentirse intimidado por el dominante aroma del omega arisco y temió por un alfa torpe como Jungkook.

Claramente Jungkook no entendió su indirecta poco clara ya que seguía acercándose cada vez más y perdiéndose en los tiernos ojitos que formaban medias lunas cuando se reía —según la descripción de su embobado dongsaeng—.

Tampoco pudo negarse cuando le pidió juntarse un domingo por la tarde para preparar galletas de regalo para el omega, apareciendo en su puerta con su mirada de bambi y sonrisa de crío.

—¿Quieres cortejarlo? Quizá lo conquistas por el estómago —comentó recargando el peso de su cabeza en el huesudo hombro de su menor, mirando atento que tan gruesa extendía la masa.

¿Por qué lo alentaba? Se sentía cruel.

—Le pregunté si podía, pero no me dio una respuesta.

"Su corazón ya está ocupado, Kookie".

—Quizás está tanteando el terreno con este apuesto alfa que tenemos aquí —apretó su mejilla con la mano que aún tenía restos de harina.

Era cruel al alimentar sus ilusiones.

Lo decía por Jungkook.

Lo decía por sí mismo que aún no aprendía cómo frenar. En teoría lo sabía, pero quizá el freno estaba tan averiado como su sentido común.
  
  
  
  
  
  
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Jimin sonrió bonito cuando recibió las galletas. Quiso probar con brownies y como siempre su hyung favorito hacía un espacio en su estrecha rutina sobrecargada para él.

Luego quiso ser más osado e intentar con rollos de canela. Claro, sin ayuda de Seokjin imaginaba el desastre que haría por su cuenta siguiendo una receta de internet.

Todavía sonreía tontamente sentado en su cama, comiendo uno de los rollitos que había sobrado, recordando como la voz de Seokjin temblaba entre risas diciéndole: "ya entendí tu malvado plan, quieres engordar a ese omega, eres cruel, Jungkook-ah".

¿Cómo se acostumbrará a que el tiempo termine de alejarlos aún más cuando su hyung acabe el instituto? Las semanas pasaban rápido, una tras otra hasta que cambiaba el mes y la llegada del fin del año escolar era inevitable.

Seguro que estaría incluso más ocupado que actualmente, tendría poco tiempo para él y conocería un montón de personas que compartirían sus intereses y con mayor nivel de madurez que un chiquillo que se había puesto celoso de que su amigo besara a alguien más.

¿Qué era lo que sentía?

Partiendo por lo rara y amarga que resultaba esa territorialidad que afloraba sin razón, ni menos justificación con su amigo alfa.

Tal vez su amistad estaba siendo invasiva y los celos extraños eran por eso. Al menos se daba cuenta si quería cambiarlo y no hacer de su relación con Jin algo tóxico.

Tontos celos de amigo inseguro. No porque le gustara Seokjin de la forma en que le gustaban los omegas. Era imposible, una confusión o una etapa de curiosidad como decían.

A él le gustaba un compañero de olor muy dulce. Concentrarse en Jimin le había ayudado a enfocar mucho de ese deseo disperso que tenía en su amigo alfa. Ya no le quitaba el sueño fantasear con su boca —o no tanto—, puesto que ideaba planes que arrancaran sonrisas de los labios del omega que a veces olía tan triste.

Se cuestionaba si era mutuo. Jimin no lo rechazaba, pero tampoco era sinónimo de recibir un "sí". Suspiraba agotado, las relaciones humanas resultaban complejas y a Jungkook no le gustaba sobrecalentarse la cabeza pensando más de la cuenta.

Tampoco entendía a Seokjin. La última vez que le comentaba que pensaba pedirle a Jimin que salieran y su hyung decía que lo hiciera, notaba como si algo se quebrara, no sabía si interpretarlo por el aroma que delataba la incomodidad o por el amago de sonrisa que intentaba mantener.
    
   
   
   
   
   
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La graduación para los de último año estaba a pocos pasos. Estaban en proceso de cierre de actas de calificaciones y se respiraba una mezcla de calma y resignación. Había conversaciones personalizadas con el orientador y charlas grupales sobre estudios superiores en distintas áreas e instituciones.

Seokjin le contaba que había un antes y un después del temido examen. Teatralizaba el horror de estar horas y horas encerrado rindiendo pruebas, pensando en aquellos estudiantes que sí depositaban todos sus sueños y proyectos en aquello, dependiendo de ese resultado que lo haría posible o rompería las esperanzas. Le contaba de los compañeros que incluso se prepararon toda la secundaria y con clases extracurriculares, le hablaba de las personas ansiosas que mordían los lápices como él y del concierto de gruñidos de estómago en medio del silencio. "Por mi parte moría de hambre", le contaba.

Quiso hacer algo bonito por su hyung y con el dinero de su mesada le invitó a cenar a un lugar especializado en carnes. Seokjin sonrió tan feliz que se colgó a su cuello, envolviendo su cintura con las piernas. Jungkook reaccionó a tiempo para sostener su peso y se estremeció cuando el aliento rozó su oído con la frase "eres el mejor dongsaeng del mundo".

La cuenta regresiva ya había terminado.

Jungkook le dedicaba pequeños pucheros cada vez que recordaba que ya no se verían con la misma frecuencia.

—Sabes, del tiempo que estuve aquí habré nadado unas tres o cuatro veces en la piscina de la escuela...

Jungkook sonrió con ese aire de chiquillo travieso que a Seokjin tanto le gustaba. Un pequeño gesto que siempre le daba a entender que sería su cómplice.

—Si estás pensando en una locura, sabes que te sigo —afirmó el menor.

—¿Incluso si te metes en problemas?

—Tengo una buena conducta, una pequeña travesura no sepultará mi expediente.

Esa tarde se quedaron en la escuela, intentando pasar desapercibidos, primero en los jardines hasta que el lugar empezó a vaciarse y no faltarían tantas horas más para que recorrieran las inmediaciones, instando a los alumnos que volvieran a casa porque iban a cerrar.

Seokjin sin pensarlo sujetó la mano de su amigo para tirar de él y correr hacia el sector de la alberca. Su corazón latía a un ritmo acelerado, se habían encerrado en un estrecho cubículo, agudizando la concentración en los pasos del conserje merodeando del sector. La posibilidad de ser descubiertos y la poca distancia con Jungkook lo tenían batallando con sus nervios débiles. Llenaba su olfato de su aroma a tierra húmeda y una corriente cálida recorría todo su cuerpo, seguramente se mezclaba con las descargas de adrenalina hormigueando en sus extremidades. Una dosis mucho más alta que los besos a escondidas.

El cielo estaba oscureciendo y al asomar las cabezas hacia los probadores corroboraban que estaba vacío. Avanzaron sigilosos, conteniendo las risitas y mordiéndose los labios para reprimirlas, hablándose a susurros casi sin sonidos, pequeños empujones y el pecho de Seokjin varias veces chocó contra la espalda firme de Jungkook. Ambos brincaron al escuchar el ruido de unos pasos pesados.

—Está vacío, se acaba de ir —señaló Jungkook con la respiración todavía agitada y el olor de los nervios combinados con la alegría.

Seokjin sentía su propio corazón queriendo salirse del pecho, estaba haciendo una locura junto a su adorable cómplice, aquel alfa que le contagiaba la adrenalina y despertaba el deseo de querer acercarse a olerle el cuello. Apretó los labios y se tragó el suspiro cuando lo observó quitarse la camisa, apenas se veía el relieve de los abdominales en su vientre plano, teniendo que reprimir las ganas de recorrerlo con las manos.

—Rápido, hyung.

El aludido con los dedos temblorosos bajó su pantalón, sin dejar de mirar de reojo aquellas piernas fibrosas, resultado de tanto correr, podía afirmar. Continuó desabotonando su camisa, pero no logró quitarla, tenía un par de brazos aferrados a su cintura, de forma sorpresiva lo arrastró hasta la orilla y antes de siquiera procesar que sus pies no estaban firmes, notó todo el peso del menor encima, sumergiéndolo.

Salió a flote tosiendo por el agua que respiró. Cuando recuperó la capacidad verbal lo hizo para quejarse a viva voz y el maldito chiquillo alfa no dejaba de reír diciéndole que fueran más silenciosos o serían descubiertos.

—Yah, muy disimulada tu forma de empujarme al agua, seguramente imperceptible.

Jungkook le sonreía extenso mostrando sus dientes y con los ojitos cerrados. Seokjin no podía evitar devolverse una sonrisa igual de amplia e incluso soltar carcajadas agudas, batallando con mantenerse a flote y lo incómodo de una camisa a medio quitar.

Los dos tiritaban por el frío.

—Cuando me comentaban que la piscina era temperada la imaginaba tibia como el agua de la ducha, no así —se quejaba el mayor con ligeros temblores, apenas nadando sin acostumbrarse a la temperatura.

—No está tan mal.

—Estás tiritando también —comentó Jin, arrojándole agua justo a la cara.

Jungkook le salpicó agua de vuelta y el mayor atacó nuevamente con más fuerza antes de nadar alejándose lo más posible, pero no consiguió llegar muy lejos cuando el otro alfa sujetaba su pierna.

—Te atrapé —Jungkook sentenció antes de acomodar un brazo alrededor de su pequeña cintura y atraerlo más cerca.

Hacía rato lo había atrapado, quiso confirmar Seokjin, quien no dejaba de sonreír y sin pensarlo, le cedió un poco de control a su sabio instinto para que actuara, rodeando los hombros de Jungkook. En un comienzo intentaba hundirlo, pero su menor se resistía firmemente, al final terminó por estrechar el abrazo y reducir la distancia entre sus cuerpos. Si continuaba tiritando ya no era por el frío.

Jungkook miraba a su hyung encandilado, no podía ni quería alejar los ojos de aquel alfa atractivo, conocía tan bien sus facciones, pero no por ello se aburría de analizarlas, encontrando la perfección en como componían su rostro. El agua goteaba desde el pelo trazando caminos por sus mejillas, por su nariz, se deslizaban como una caricia por sus labios abultados.

Sus labios, vaya tentación. Toda una fantasía a tan poca distancia.

Mullidos, voluptosos, mojados y tan cerca. Solo bastaba con avanzar algunos centímetros y podría encontrarlos.

Jin entreabría la boca y su pulso se disparaba violento, lo sentía retumbar en sus cabeza. No sabía si era idea suya o debiera tomarlo como una invitación. El alfa lo estaba mirando directo a los ojos y su olor a menta lo embriagaba.

Jungkook no sabía que hacer. 

Necesitaba más señales de las que tenía. 

Necesitaba estar seguro.

Si su hyung le decía "bésame" o "hazlo", caería sobre su boca, eso era una certeza.

Una palabra.

Solo necesitaba que dijera una palabra.

No la estaba pronunciado. Su boca seguía tan cerca y los ojos oscuros fijos en los suyos. Su aroma saturando fresco y fuerte, picando en su nariz. Había cosquillas en sus propios labios.

Jungkook sentía el miedo calando en su estómago.

Su hyung no lo dijo.

Jungkook no se atrevió a besarlo.
 
  
  
  
  
  
  
  
  
   
  
  
  
  
  
***
En mi forma de entender el omegaverse (que me gusta que sea un poco símil a nuestra realidad) las parejas que tenderían a ser discriminadas serían aquellas que no ofrecen posibilidades reproductivas o lazos u.u ya sean alfa/alfa, omega/omega, mujer omega/ mujer beta, hombre beta/ hombre alfa (más si es alfa bottom) y así.

Hace rato quería escena cliché de piscina uwu.

Cruzo dedos para que nada se desconfigure y ya estaré editando cualquier error que por más que releo se me arrancan igual uwu. 

Muchas gracias por llegar hasta aquí. Les adoro~ 💖

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