Lo que nunca llega 1/2
We should have run
I would go with you anywhere
I should have kissed you by the water (Bloc Party).
Todo salió acorde a lo esperado, pero no deseado: ser descubiertos. Ambos asumían que las probabilidades eran muchísimo más altas de meterse en problemas que salvarse de los ojos de algunos conserjes que merodeaban por las instalaciones. Aún así decidieron dar el salto de fe a la piscina sin importar el frío y las consecuencias.
La consecuencia de hacerse cargo del desastre que fue la llegada de un conserje y un profesor. La incomodidad de contener las risas, salir entumecidos con los labios casi morados, tiritando y recibir un par de toallas de parte de los adultos con expresiones severas. Después llegó el inevitable sermón del director sorprendido de ver a dos alumnos de buena conducta en su despacho, semi mojados y con miraditas de chiquillos inocentes hasta que Seokjin explotó en carcajadas en su lucha por retenerlas. Finalizó con los apoderados y sus semblantes enojados agarrando del brazo a su respectivo hijo con la amenaza silenciosa de un par de sanciones.
Jin sentía una mezcla de emociones arremolinadas. Partiendo por la risa nerviosa que bailaba en sus labios que apretaba fuertemente, sus madres no estaban de ánimos para un chiste. Seguido por la frustración ardiendo en su estómago y el dolor que pinchaba en su pecho.
Su nariz congestionada, el reto y algún posible castigo era lo de menos para Seokjin. Tenía otro conjunto de preocupaciones alimentando su ansiedad.
Le dolía pensar que quizá se estuvo armando ideas erróneas todo el tiempo entre idas y vueltas de señales ambiguas compartidas con su amigo alfa.
Habían estado tan cerca, tanto que si hubiera avanzado chocaba con su boca. Realmente quería, pero estaba paralizado con los labios entreabiertos, esperando, intentando hacer funcionar la telepatía porque las palabras no salían. Repetía como si fuera un hechizo "hazlo, hazlo, hazlo, por favor, hazlo".
No llegaba el calor anhelado de la boca contraria que no estaba encontrándose con la suya. Seokjin quería y su cuerpo se limitaba a permanecer quieto, quizá su cabeza funcionaba a mil y su pobre organismo no daba abasto para tanto. Imploraba que Jungkook diera el paso y los segundos parecían eternos y tortuosos. Esperaba el jodido beso, la madre de las señales que le diera a entender que el deseo era mutuo. Estaba convencido que si eso pasaba, por todas las deidades y la misma luna, habría mandado cualquier posible prejuicio en ellos dos a la mierda y hubiera dado todo por estar con su dongsaeng alfa.
No fue así. Esperó agonizante los segundos por un beso que nunca llegó. Aquello le daba a entender que solo fue deseo unilateral y signos malinterpretados.
Sus pensamientos estaban en una guerra. Los atisbos de optimismo le sugerían que fue solo la interrupción del profesor y el conserje alzando la voz, haciéndoles alejarse brusco el uno del otro, que tal vez no era hoy, pero sí mañana, que habría más oportunidades y que si Jungkook no daba el paso tendría que hacerlo él mismo y así no sería solo un beso, sino montones de ellos. Luego venía esa parte fría y racional a mostrarle la otra cara de la moneda, le atormentaba pensar que posiblemente puso a Jungkook en una situación incómoda y su menor solo por no querer rechazarlo sin tacto se mantuvo cerca. Quizá nunca miró su boca con hambre y eran deformaciones ideadas en su cabecita enamorada.
Después de todo eran alfas. ¿Por qué Jungkook habría de fijarse en un semejante? No era exactamente normal.
Jin nunca se vio a sí mismo como el ejemplo de normalidad encarnada, pero hasta a él le generaba un tirón en el estómago hacerse la idea que estaba enamorado de un alfa y que nuevamente no sería correspondido.
Si había de ser sincero, reconocía que el hecho que le gustara un alfa no era realmente el problema. Más bien lo era fijarse en uno que no parecía interesarse en él en esa forma. A Jungkook le gustaban los omegas adorables y de olor dulce como Jimin.
Jungkook le ofrecía amistad, el problema era de Seokjin por esperar algo más y fantasear con ser correspondido.
Estaba enamorado de Jungkook y ponerle nombre a ese cúmulo de emociones y reacciones corporales en su presencia, si bien clarificaba, no aliviaba el malestar.
Mejor empezaba a sepultar la idea de que habría un beso algún día, ya que daba por asumido que una relación sería un camino difícil. Y de ser un beso casual, de aquellos que quedan sepultados y son llamados "desliz", sería un golpe para el autoestima de Seokjin que prefería no tenerlo a tenerlo a medias y sufrir por no poder aspirar a más.
La realidad seguía siendo que no podía ni debería aspirar a más con Jungkook.
Estaba en una posición similar a la de Yoongi y ahora creía entender un poco esto de querer refugiarse y alejarse del sufrimiento.
Estaba enamorado.
Lo estaba al punto que el dolor clavaba en su pecho.
¿Por qué se había dado el permiso de acercarse tanto y pasar tantos límites? Se vendió ilusiones a sí mismo.
Despertó con la desagradable sensación de ojos hinchados, volvió a acurrucarse bajo sus mantas, no tenía intenciones de asistir a la charla del orientador, solo deseaba volver a dormir con la esperanza de despertar en aquellos días que las cosas con Jungkook eran sencillas, antes de que le descubriera mirando su boca, antes que le contara que le gustaba Jimin.
Antes de darse cuenta que estar a su lado provocaba cosas.
Cosas que ahora tenían nombre.
O por lo menos dormir hasta que sus párpados no se sintieran pesados y su rostro se viera presentable.
Su madre omega parecía no tener intenciones de colaborar en su plan porque irrumpió en su habitación, abriendo la cortina, exigiendo que se levantara.
Se tragó el sollozó, restregó sus ojos y puso los pies en el suelo. Iba a enfrentar todo como el alfa fuerte que era.
Siguió el día como si lo hubieran programado en piloto automático. Cubrió sus ojeras y disimuló la cara de semi muerto con un maquillaje muy ligero que profundizara su mirada.
No podría decir que aguantó la charla del orientador que además de querer indagar sobre su futuro, le recordaba que no estuvo bien su comportamiento ayer. Jin solo asentía y respondía con monosílabos, pero su cabeza estaba a millas de distancia de ese sujeto y aquella insípida conversación.
A sus compañeros de clases les bajó todo el amor y la nostalgia de golpe y estaban más aglutinados que nunca, haciendo promesas de no perder el contacto y reencuentros periódicos. Jin quería reír y decirles que en un par de meses apenas recordarían las caras de quienes tenían al lado.
Vagamente le contaba a sus amigos que ya se enteraron de su pequeña aventura nadando en la piscina con Jungkook. No dio muchos detalles, pero sí imitó el tono de voz del director al regañarlos.
—Siempre tuve ganas de hacer algo antes de graduarme —decía—, ya saben, para contarle a los nietos que el abuelo hizo locuras en sus tiempos de estudiante.
Sus propias palabras le hicieron acordarse de las veces que Jungkook le comentaba que quizá le gustaría tener una familia, un par de hijos.
Lo máximo que Seokjin podía ofrecerle eran perros, gatos y petauros, porque la opción de adoptar para una pareja de alfas estaba vetada, al menos en su país.
¿Por qué se permitía siquiera fantasear con un "nosotros" y una "familia" cuando Jungkook daba claras señales de no querer eso de él?
Pero Seokjin no sabía frenar y a su mente hiperactiva le estaba gustando eso de imaginar a Jungkook a su lado ensuciando la cocina, mutilando comida mientras Jin reiría hasta ahogarse. Fantaseaba con tardes acurrucados frente al televisor, besos de buenas noches y algún animalito colándose entre las frazadas. "Podríamos ser una familia perfectamente bien constituida".
Sonreía como tonto y sus amigos no dudaban en preguntar si por fin revelaría de quién estaba enamorado. Jin mentía y decía que se acordó de un chiste.
—¿Lo quieren oír?
Y el coro de "Nooo", no se hizo esperar, causando más carcajadas en el apuesto alfa. Un poco de risas para atenuar las punzadas en el pecho ahora que su propia bomba interna había terminado la cuenta regresiva.
Luego estaba Jaehwan insinuando un encuentro cuando comentaba que podría ir a verlo el fin de semana puesto que tendría la casa a solas.
—Te aviso si puedo —respondió en lugar de un no, pero sin intenciones de ir.
No se le estaba antojando meterse en la cama de alguien. Ahora que se admitía enamorado muchos de los pensamientos escondidos rompieron el filtro y se dieron el permiso de tomar mayor forma en su cabeza, quisieron elaborarse como fantasías y escenas que no se cumplirían. Menos cuando la realidad le recordaba cuál era su posición en la vida de Jungkook.
Aquel pequeño pinchazo de tan solo mirar a su adorable dongsaeng alegre compartiendo el receso con Jimin, apoyado en su hombro, exigiendo que el omega lo alimentara.
Él tendía a alimentar a Jungkook o dejar que le sacara comida, fingiendo estar molesto, pero siempre traía más pensando que el chiquillo metería sus palillos sin permiso.
Y aquella parte egoísta se asomaba a su mente a meter cizaña: "debería pasar tiempo conmigo, estoy por graduarme, a Jimin podrá verlo muchísimo más".
Aunque bastaba que Jungkook lo esperara a la salida para caminar juntos de vuelta a casa —una de las últimas veces—, topándose con aquella mirada de grandes ojos oscuros y brillantes, entonces su corazón se derretía, incluso si en el trayecto le contaba con pucheros que le suspendieron la mesada y que deseaba tanto comprar ingredientes para muffins con chispitas de chocolate y saciar un antojo de Jimin.
—Mis mamás llegan por la noche, podemos prepararlos en mi casa.
Le costaba no complacer a Jungkook, quien conteniendo la sonrisa le mentía descaradamente a sus padres diciéndoles que se quedaría un rato más a estudiar en la biblioteca.
Su travieso dongsaeng que lo miraba con agradecimiento y aquel sencillo gesto solo terminaba por derretir al mayor por dentro.
Seokjin estaba convencido que Jungkook era un torpe cachorro alfa que había puesto su mundo de cabeza.
—Hyung, eres el mejor.
Dolía.
—Lo sé —respondió con arrogancia.
"El mejor", repetía las palabras en silencio, un eco en su cabeza.
Pero no era lo que Jungkook deseaba como compañero. Se forzaba a hacerse la idea y digerirla, el sufrimiento gratuito no iba con él, pese a que seguir ayudándole en sus planes de conquista al omega fuera tensión directa a su estómago, pobre órgano procesador de las tantas emociones entintadas de negatividad que le dejaban hasta el sabor amargo en la boca y uno que otro retorcijón desagradable.
Era una maldita tormenta porque el malestar colisionaba con una nube de sonrisas tiernas y Jungkook con la cara salpicada de harina y comiéndose las chispas de chocolates que añadirían a la mezcla.
Seokjin sonreía y nuevamente traspasaba las barreras que no debería al darse el permiso de abrazarlo por la espalda y susurrarle lo que querría decirse a sí mismo: —eres un desastre, Jungkook-ah.
Estaba agotado de lidiar consigo. Debía mantenerse entero. Era un alfa fuerte y su vida no se reducía a Jungkook. Tenía que prepararse para exámenes especiales si quería ingresar a una academia prestigiosa, lo que no estudió con ganas para el test de aptitud, sí lo había estado haciendo con su biblioteca de gastronomía, digital y en papel. Desde los platillos tradicionales de sus tierras hasta internacionales. Llevaba años aprendiendo sobre propiedades de los alimentos y la mejor forma de prepararlos. Su meta era clara, ni aún con el corazón camino a romperse pensaba decaer.
Un fracaso en la esfera sentimental no era sinónimo de fracaso en la vida entera.
Aunque convencerse no era tan fácil y su actitud pesimista lo delataba, pero no podía evitar que su cuerpo delatara su frustración.
Sus madres podían oler que algo pasaba con su precioso alfa por más que Jin quisiera fingir normalidad.
—No queríamos ser duras contigo, cielo —su madre alfa rompió el silencio con su voz gentil—, pero no estamos acostumbradas a que te metas en problemas y quedamos desconcertadas.
Seokjin negó como diciendo "no es eso". El reto por la travesura ni por asomo le hizo sentir mal. Ni siquiera un gramo de culpa.
—Entonces, ¿qué es? Has estado decaído estos días.
Seokjin pudo haber inventado una excusa, algo como "la graduación", "la nostalgia", mas no pudo. Si había dos personas con las que volvía a sentirse un cachorro asustado frente a la hostilidad del mundo era con sus madres. Apretó los párpados con fuerza sin que le ayudara a contener las lágrimas y estrechó fuerte a la mujer alfa envolviéndose en el aroma que le evocaba a la protección, un escudo a los males. Su madre omega se unió al gesto y el olor dulce fue un tranquilizante, sumado a las caricias en el cabello que arrastraron fuera un poco de esa angustia molesta alojada en su pecho.
No era hermético con su familia, ahora no fue la excepción mientras entre sollozos les hablaba sobre lo que sentía por un amigo alfa y lo imposible que algo pudiera resultar entre los dos.
—Un alfa —repetía.
—Cariño, ya sea alfa, beta u omega; nosotras siempre te apoyaremos —afirmó su madre alfa con un beso en la coronilla.
Seokjin jamás dudó que su familia le daría soporte. Incluso imaginaba que de estar su hermano mayor también diría frases similares.
El problema nunca fue sentirse rechazado por las personas que quería.
—Por último si me hubiera fijado en uno al que le gusten los alfas también —masculló sintiéndose tonto—. Busco la forma de complicarme la vida.
Disfrutó la ganancia secundaria de estar triste. No desperdició ni un minuto de ser consentido por su madre omega que tenía el día libre. Se acurrucó a su lado y almorzaron frente al televisor, viendo alguna película de humor que le sacara carcajadas. Por la tarde se unió su hermano a la cena familiar, había llegado para estar presente en la ceremonia de graduación que Jin tendría mañana.
Su hermano beta no necesitó olerlo para saber que estaba triste. Lo abrazó fuerte y escuchó sus variadas quejas respecto a las injusticias de la vida. Tampoco se resistió a consentirlo y dejarle que durmiera arrimado a su lado, aunque de dormir hubo poco porque gran parte de la noche transcurrió en conversaciones a susurros y risitas contenidas.
Su familia era realmente un bálsamo. Seokjin los adoraba.
El día siguiente fue un caos. Su madre alfa insistía que se peinara despejando su frente, al principio se negó porque había un par de granitos traidores que decidieron perturbar el aspecto liso de su piel, terminó por aceptar, reconociendo que se veía guapísimo. Cubrió sus ojeras y se colocó el uniforme.
Lucía tan ordenado que pensaba que Jungkookie de estar a su lado querría desacomodarle el pelo, sonriéndole como un niño, todo dientes, ojitos cerrados y olor a travesuras. Un cachorro.
Un adorable cachorro alfa que no estaba destinado a ser su compañero. Habría sido todo más sencillo si alguno hubiera sido omega. Volvía a entender a Yoongi cuando decía "debí ser alfa", ahora le respondería, "cambiaría de casta contigo si se pudiera".
Aunque Seokjin cambiaría con un beta si le dieran la oportunidad. No le gustaba batallar con sus instintos, especialmente con los celos y depender de supresores para permanecer regulado un par de veces al año.
¿Habría tenido un porcentaje mínimamente mayor de oportunidad con Jungkook de haber sido beta? Quizá estaría en la misma situación.
Debía frenar, sumaba malestar sin razón. Demasiada autocompasión era penosa y Seokjin no pensaba mostrarse débil. Era un alfa orgullo después de todo.
Llegó a la escuela con la frente en alto, postura recta y regalando sonrisas por montones hasta que dolieron sus mejillas. Varios hoobaes se despedían afirmando fervientes que extrañarían verlo por los pasillos, Jin los animaba a preocuparse de sus metas personajes, en especial a los que enfrentarían el terror del tercer año.
Los lloriqueos y abrazos no paraban, sus compañeros de grado estaban más sentimentales que nunca. Varios daban micro discursos cursis sobre los buenos tiempos, el fin de una etapa y nuevos caminos. Si Seokjin sentía ganas de llorar no era por el cúmulo de emociones que estaba respirando en un ambiente sobrecargado de aroma a nostalgia anticipada y ansias, pero no negaba que se llevaba buenas amistades y que seguramente mantendría el contacto con algunas de ellas.
Tuvieron que subir en orden al escenario, Seokjin estaba en la última hilera entre sus otros compañeros altos. Sus ojos viajaron por los asistentes, divisando a sus madres, a su hermano mayor y bastante más atrás estaba Jungkook junto a Jimin, Yoongi, Namjoon y el novio de este último.
Hoseok era un buen chico, muy alegre y de sonrisas brillantes, no dudaba que hacía feliz a Nam. No se dio el tiempo de conocerlo más allá de sus vagas impresiones, había optado por mantener una distancia temporal con su amigo omega en lo que reordenaba sus sentimientos.
Tal vez debería repetir el procedimiento con Jungkook, darle su espacio con Jimin y darse un espacio sano a sí mismo para asimilar el rechazo no explícito.
Antes dudaba que omega con aroma a caramelo pudiera hacer feliz a Jungkook, pero mientras más veía como ese chico y Yoongi se distanciaban ya no sabía qué pensar.
Jimin también era un buen chico. Más importante aún, era un omega que llenaba las expectativas de Jungkook, podía darle un lazo y familia. Le dolía admitirlo —"Lo siento, Yoongi-yah"—, pero se veían muy bien juntos.
Respiró profundo y volvió a centrarse en su familia. Jin era firme, mantendría la frente en alto y sonreiría al recibir su diploma. Aunque una de sus amigas parada delante de él le dio un pequeño codazo para señalar de forma muda que su nombre fue pronunciado hacía unos segundos atrás. Su cabeza seguía en las nubes.
Sus madres guardaron el diploma luego de los abrazos y fotos, su hermano revolvió su cabello, desacomodando algunas hebras de sitio. Después sus pies ansiosos lo llevaron a pasos rápidos esquivando a la gente directo a donde estaba Jungkook.
—¡Felicidades, Jin hyung! —exclamó su menor antes de estrechar su cuello y colgarse de él.
Quiso envolver su cintura con fuerzas y apegarlo aún más contra su cuerpo, pero había varios pares de ojos encima y Jimin sonreía con cariño. Notó la rigidez en su mandíbula al sentirse escrutado y procuró hacer del abrazo algo que no fuera tan íntimo como deseaba.
El abrazo de Nam fue más suave y el de Yoongi un poco torpe y con palmadas en la espalda. Jimin y Hoseok mantuvieron su distancia, aunque lo felicitaron con tímidas sonrisas. No fue una conversación grupal extensa, incluso se podía oler cierta incomodidad.
Yoongi fue el primero en retirarse, seguido de Jimin que sujetaba su brazo para enlentecer su ritmo al caminar. Su amigo omega se había delatado con el aroma amargo y su mirada que parecía analizar cada mínimo detalle en Jungkook, quien no se daba ni por aludido por estar centrado en decirle a su hyung que estaba tan grande y que se veía muy bien con la frente despejada, recorriendo con los ojos el pulcro uniforme, agregando que extrañaría verle usarlo.
Namjoon le sonrió con dulzura, labios cerrados y hoyuelos marcando sus mejillas. Algo en su expresión le decía "lo sé" y Seokjin se tensó y quiso negarlo de inmediato, pero estaba seguro que era tan evidente como Yoongi, que de seguro sus ojos destilaban cariño al igual que su olor a menta con matices frescos y alegres. No podía evitarlo cuando Jungkook era tan lindo. Siempre tan adorable.
Su amigo no tardó en retirarse con su pareja beta. Jin apenas se dio cuenta que pronunciaba un "hasta pronto" con retardo mientras Jungkook se dedicaba a desordenar su cabello.
Sentía que a pesar de estar rodeado de cuerpos, voces, risas y llantos de un lado y otro, estaba como en una burbuja junto a Kookie. Brincó ligero cuando el menor apretó una de sus manos y tiró de él para alejarlo de la multitud.
—Tienes que prometerme algo —dijo tras envolver sus dedos con las dos manos.
—Depende —contestó reprimiendo la sonrisa, aún cuando la respuesta era un: "dime, no sé decirte que no".
—No puedes olvidarte de mí.
—¿No puedo? Eso lo veremos.
—No puedes —insistió con uno de esos tiernos pucheros que le hacían pensar que estaba frente a un cachorro.
—No podría.
—Te quiero, Jin hyung.
No de la forma que Seokjin quisiera.
—Qué cursi, Jungkook-ah —prefirió bromear como primera barrera para bloquear aquella pequeña espina que se hundía lentamente.
—Yah, hyung...
No podía...no cuando recibía esa mirada de oscuros ojitos con un destello travieso.
—Yo también lo hago —comentó en voz baja con la sonrisa cariñosa y los dedos rascando el cabello castaño de su amigo—, por supuesto que me quiero.
—Hyu...
—Y te quiero —interrumpió la queja.
Se dedicó unos segundo a observarlo, intentaba leer la expresión indescifrable en la mirada casi negra del otro alfa. Por lo general Jungkook era muy transparente con sus emociones, pero esta vez no lograba entender, su aroma también tenía una mezcla compleja de matices que estaba lejos de ser una ayuda.
—Deberías darme un botón de uniforme.
—¿Y eso por qué? —cuestionó intrigado.
—Solo dámelo.
Los dedos de Jungkook buscaron el segundo botón y comenzó a tironear.
—¡Yah, lo vas a sacar! —Reclamó intentando apartar esas manos toscas.
—Eso es lo que quiero.
—Yo lo hago, quita tus manos —volvió a quejarse, apartándolas de encima, siendo él con carente capacidad de negarse quien empezó a forcejear con la pequeña pieza de su uniforme.
—Tiene que ser el segundo botón —especificó Jungkook.
—¿Por qué?
—No preguntes y hazlo.
—Bien, bien, crío consentido.
Jungkook guardaba el botón en su bolsillo y soltaba una risita suave apenas mostrando sus dientes. Seokjin golpeó sin fuerza su hombro y su dongsaeng devolvió el ataque empujando sus dedos entre las costillas haciendo saltar al mayor.
—Extrañaré esto —comentaba Jungkook abultando su labio inferior y sin pensarlo demasiado, abrazó a Jin sin ningún tipo de cuidado. Torpe y apretado.
Olía a nostalgia entre varias cosas más. Seokjin se apoyó en su hombro, llenándose de su aroma a tierra húmeda. Muy cerca de su cuello, pero sin tocarlo. Era una batalla impedir que su cuerpo se mandara solo y hundiera el rostro contra su piel.
—No es como si fuera la última vez que nos veremos.
—Pero ya no nos veremos tan seguido.
—Mejor, así guardas ganas para verme —dijo presuntuoso, sin despegarse. No todavía, quería prolongar el abrazo lo más posible.
"Detente, Seokjin", se recordaba a sí mismo cuando rebasaba sus límites, pero sus extremidades seguían estrechando a su amigo.
Jungkook tampoco parecía tener la intención de alejarse y a Jin le entibiaba el pecho. Hasta que su madre omega los llamó con suavidad y no dudó en invitar al amigo de su hijo a una pequeña cena.
Jin evitaba mirar a sus madres por más de cinco segundo a los ojos, convencido que ellas sabían que el "amigo alfa" de quien estaba enamorado era justamente el chiquillo que almacenaba comida en sus mejillas y asentía cada vez que le ofrecían más.
Al despedirse de su dongsaeng se dio un permiso más —qué más daño podía hacerse con uno más— y sujetó su rostro. Palmas acunando sus mejillas tibias antes de tirar y presionar los labios sobre su frente, notando el hormigueo del pelo, antes de agradecerle por la compañía que le dio durante el año, tiempo en el que se había vuelto una persona fundamental en su vida.
—Extrañaré verte seguido, Jungkook-ah —decía sin soltar su mejillas suaves—. Esfuérzate en lo que vale la pena, me gustaría ver que consigues cada cosa que te propongas. —Lo último lo mencionaba aludiendo especialmente a la presión que ponían los padres de su amigo.
Jungkook le dio el último abrazo apretado de la jornada, asintiendo y sin ganas de soltarlo. Fue un par de segundos que Seokjin notó como su amigo fijaba la vista en su boca antes de desviarla en un movimiento brusco.
Seokjin tragó saliva, así como también lo hizo con las enormes ganas que se cargaba de robarle un beso, asumiendo que quizá no sería hoy, ni mañana, porque Jungkook lo quería, pero no hablaban del mismo tipo de afecto, pese que a momentos creía percibir señales que le daban esperanzas.
Lleno de curiosidad y las emociones revueltas acumuladas en el día, abrió el buscador en su teléfono móvil, queriendo averiguar de dónde demonios salió esa idea del botón. Bloqueó la pantalla tras leer y su mirada quedó clavada en el techo.
¿Cómo se suponía que debía interpretarlo?
¿Por qué Jungkook seguía enviándole señales ambiguas?
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Jungkook limpiaba un poco su habitación, no era un caos de ropas y desperdicios tirados por doquier, incluso se lucía bastante bien a simple vista, pero necesitaba quitar la ligera "capa de polvo protector" de los objetos de su repisa.
Jimin lo visitaría por la tarde y todo tenía que mirarse perfecto para que siguiera halagando el hecho que fuera un alfa ordenado.
Dejó el paño a un lado y como en cada ocasión que hacía limpieza siempre se detenía para abrir algún viejo cómic o destapar una caja. Una pequeña sonrisa con tintes nostálgicos se asomó en sus labios, cogiendo con cuidado el botón que le había pedido a Seokjin el día de su graduación. Delineaba la forma y trazaba los relieves con la yema del pulgar.
Todavía se preguntaba si tal vez fue demasiado. Se había dejado llevar por el remolino de emociones y actuó por impulso como un crío caprichoso, "lo quiero, lo tengo", cualquier otro proceso mental de por medio quedó anulado. Quizá no debió. Había dejado un mensaje confuso para su hyung...para sí mismo.
¿Qué esperaba que Jin dijera? Podía ser que una broma o alguna de sus frases cargadas de suficiencia: "Qué impaciente, ¿quieres que te diga que me gustas?".
¿Entonces qué? Cómo le hubiera respondido.
De partida, Seokjin ni siquiera entendía lo que representaba regalar el segundo botón y Jungkook por su parte se sintió demasiado avergonzado para explicarle, además dejaba claro que había leído demasiados mangas y ahí estaba su referente de malas ideas.
Apretó el pequeño objeto en su palma. Esperaba que Seokjin no se le hubiera ocurrido buscar el significado o si ya lo hizo, simplemente se limitara a continuar sin decirle palabra alguna al respecto.
En general Jin se había hecho el desentendido y él por su parte también, comenzando por ese extraño momento en la piscina. Jungkook todavía conservaba aquella sensación que cosquilleaba sobre sus labios de un casi beso. Todavía podía evocar la mezcla intensa de sus aromas y el calor recorriendo su cuerpo a tan pocos centímetros de haber saciado todas sus curiosidades —o al menos gran parte de ellas—. ¿Hablar de ello con su hyung? No, ambos parecían descartar la opción.
Y si lo hubiera besado, si se hubiera arriesgo a avanzar... ¿qué habría pasado? Tal vez Seokjin le correspondía, luego ¿qué? ¿Cómo seguían?
A momentos quería convencerse que las cosas ocurrieron de la mejor forma posible y se había ahorrado complicaciones innecesaria. En seguida su cabeza reclamaba: "¿Evitar complicaciones innecesarias? ¿Qué hay del segundo botón?". Bien, no debió hacerlo, tarde, pero lo sabía.
Tenía un torbellino de pensamientos y emociones demasiado revueltas como para lograr separarlas. Todavía más si le sumaba la ansiedad que le producía saber que el omega que le gustaba vendría a pasar la tarde con él.
Devolvió el pequeño tesoro a su sitio, lo conservaba dentro de una caja que resguardaba pequeños objetos de valor sentimental. Lo dejó entre fotos, láminas especiales, llaveros y boletos de algún recital.
El celular vibrando en la superficie de madera del escritorio lo hizo saltar por la sorpresa. Era su amigo omega avisando que llegaría en quince minutos.
Aquella tarde entre chocolate caliente, videojuegos y risas, se dio cuenta que Jimin lentamente iba aceptando mayores dosis de cercanía física, lo cual lo llevaba a intentar avanzar un poco más sin presionar. Aunque haberle sujetado la mano y el posterior abrazo fue porque notó que olía triste, queriendo de alguna manera traspasarle apoyo y calidez.
Jimin era un omega triste cuyo aroma llamaba a consuelo y abrazos. Estos últimos los devolvió aferrándose y escondiendo su rostro de mejillas gorditas, rozando apenas su cuello con su pequeña nariz. El alfa no pudo evitar sentirse complacido y útil para el chiquillo que representaba el perfecto complemento que la vida y la luna le pusieron en el camino.
—Cada vez que estés triste, puedes buscarme —decía a susurros, arriesgándose a hundir los dedos entre las hebras teñidas y suaves.
El omega respondió estrechando más el abrazo, susurrando que era muy dulce. Los minutos pasaban, Jimin no lo soltaba y no dejaba de oler como si cargara el peso de la derrota en los hombros.
No tenía que soltarlo, Jungkook quería sentirse un alfa capaz de protegerlo, esperando paciente que llegara el momento que Jimin abriera su corazón para contarle aquello que tanto parecía dolerle.
Y a medida que la presencia de Jimin se hacía constante en su día a día, se preguntaba si acaso estaba triste con frecuencia. La mayoría de las veces olía el amargor del azúcar quemada, como si el caramelo se pasara en su punto. Entonces le recordaba al omega que tenía infinitos abrazos para dar y que podía tomar todos los que quisiera si los necesitaba para sentirse un poco más aliviado.
Su orgullo de alfa incrementaba cada vez que el omega que tanto deseaba veía en él a alguien en quien apoyarse. También disfrutaba mucho de los abrazos que iban aumentando y sentía que algo, como fuegos artificiales, explotaban en su pecho cada ocasión que su adorable compañero tomaba la iniciativa de sujetar su mano o estrecharlo por la espalda cuando lo saludaba.
Quería contarle acerca de cada uno de estos avances a Seokjin, pero así como sus días con Jimin aumentaban, ocurría la proporción inversa en los días compartidos con su hyung, quien estaba viviendo tiempos complejos estudiando y preparándose para las pruebas en las academias a las que pensaba postular.
Pero las veces que hablaban por las noches, algo variaba en su voz risueña y escandalosa cuando entre anécdotas, le mencionaba de cómo iba su relación con aquel omega que le gustaba. Tal vez era impresión equívoca o no, pero si su hyung estuviera al frente le vería fruncir los labios y podría oler su incomodidad.
Lo corroboró un día que se suponía que debieron celebrar felices que Seokjin pasó las pruebas para una de las mejores academias de la capital. El alfa se quejaba que le quedaba muy lejos de su casa y tendría que atravesar media ciudad, pero valdría la pena, insistía metiéndose un enorme trozo de pizza a la boca, para luego regodiarse en su triunfo agregando que lo llamaron de más de una buena academia. Jungkook se había disculpado debido a que su presupuesto no rendía para una cena con más clase, pero su mayor rodeaba su hombro y le decía que a veces era un dongsaeng increíble.
—Me lo dices porque te estoy alimentando.
—Sí, pero no te olvides las veces que este hyung preparó cada capricho que quería el cachorro consentido que tenemos aquí —lo estrujaba con un poco más de fuerza y chocaba su cabeza sin cuidado contra la de su menor.
Cómo extrañaba la presencia de Jin y su fuerte aroma a menta. Echaba de menos la risa aguda del mayor y conversar por horas olvidando que el tiempo podía desvanecerse.
No pensó que decirle que casi besó a Jimin de repente cambiaría la atmósfera. Su hyung estaba incómodo por la forma en que sus labios se apretaban y su olor se volvía un poco más amargo.
Quiso preguntarle por qué, pero Seokjin volvía a sonreír y revolvía su cabello con la misma mano que sostuvo el pedazo de pizza, de no estar la extraña tensión presente, Jungkook se habría quejado.
—Eres todo un ejemplar de alfa, te lo dije antes.
Si bien su hyung intentaba decirlo con un tono divertido, Jungkook respiraba la frustración ajena y sintió que su garganta se apretaba.
Esa frase. Recordaba cuando se lo dijo, acompañado de la insinuación de haber sido diferente las cosas, de haber sido su hyung un omega, se habría fijado en él. A veces creía que era una de sus bromas, en otros momentos quería preguntarle "¿lo dices en serio?" porque si Jin hubiera sido omega Jungkook definitivamente habría intentado cortejarlo.
¿Acaso no podía cortejarlo porque era un alfa?
Su buena memoria no le dejaba olvidar que hubo meses que fue perseguido por el deseo de probar los labios justamente de ese alfa.
Debería dejar de pensar en ello, no tenía sentido mirar universos alternativos cuando en este ya tenía sus propios desafíos y problemas.
Desafío: invitar a Jimin a una cita.
Problema: la distancia que despacio y silenciosa lo iba alejando de Seokjin.
No le gustaba que las cosas fueran incómodas y raras con su amigo. Le desesperaba darse cuenta que de repente no sabía cómo actuar a su lado cuando antes era espontáneo y todo marchaba bien.
Inició el nuevo año escolar con el pie derecho, pensaba Jungkook. Hacía un par de días atrás Jimin había aceptado una cita, fueron a un museo interactivo y se tomaron varias fotos juntos que le gustaba mirar de tanto en tanto. Jimin sonriendo a su lado, apegado a su costado, se veía pequeño y muy dulce. Comieron hasta colapsar en varios puestos callejeros y lo acompañó a casa sujetando su mano.
Le encantaba lo fácil que cubría la mano del omega con la propia, pero le gustó muchísimo más el tacto ligero y blando de aquellos labios rosados. Fue un beso bastante delicado e inocente, Jungkook juntó todo el valor que tenía para avanzar hasta quedar cerca y al ver que Jimin no se apartó, se impulsó a chocar con cuidado contra su boca. Un poco de presión, roce esponjoso como si fueran malvaviscos tibios y su compañero apoyó la palma pequeña acunando su mejilla.
Un beso ligero bastó para que el hormigueo se extendiera por su estómago junto a la sensación de triunfo. "Lo hice, lo besé". Habría querido escribirle a Seokjin, o mejor aún, llamarlo y decirle hiperventilado su gran hazaña. No lo hizo, no quería molestar a su amigo, menos ahora que sabía que su tiempo lo absorbían las estrictas clases.
Su problema seguía sin resolverse, pero su desafío iba bien encaminado. El siguiente paso sería proponerle salir, plenamente dispuesto a ser su alfa y rendirse a sus pequeñas manos.
Ahora cuando le besaba la frente o la mejilla Jimin sonreía con cariño y procuraba mantenerse cerca. Eran enorme avances para Jungkook.
Un paso tras otro y de a poco se convencía que podía resultar.
Le sentaba bien que el omega lo buscara en los recesos y en la hora de almuerzo para compartir tiempo juntos. Era aún mejor cuando lo sorprendía con un abrazo o apoyándose en su hombro.
Tenía que arriesgarse más.
Volvió a invitar a Jimin a salir después de clases. Recientemente se había inaugurado cerca de la escuela una cafetería con temática inspirada en historietas. Muchos de sus compañeros hablaban del menú cuyas bebidas y pasteles tenían nombre de superhéroes y villanos. Necesitaba ir y de paso creía que era un buen lugar para una cita.
Los viernes solía llenarse y tuvo que reservar con anticipación si no quería hacer una fila. Estuvo bastante rato frente al espejo probándose ropa y jugando con su cabello hasta que su madre riendo le decía que a Jimin ya le gustaba justo como era.
Cada gesto mínimo provocaba grandes dosis de cosquillas en el vientre. Desde las sonrisas de ojitos cerrados que le dedicaba Jimin hasta los dedos rozándose. Jungkook se contuvo de temblar cuando el omega limpió el chocolate de la comisura de sus labios.
Tuvo que hacer un esfuerzo todavía más grande para mostrarse entero y relajado, pero su aroma de seguro exponía lo ansioso que se sentía cuando detuvo sus pasos, tirando suave de la mano de Jimin a medio camino a su casa.
—Me gustaría —hizo una pausa a un tercio de oración para ordenar el desastre verbal que tenía en la cabeza—...quisiera que...
¿Por qué tenía que ser tan difícil preguntarlo? Se decía a sí mismo que por más difícil que fuera, tenía que sacar pecho, era un alfa, debía ser seguro y firme.
Jimin lo miraba con ternura, ladeando la cabeza, esperando que continuara.
A veces fantaseaba con que Jimin fuera quien tomara la iniciativa y le dijera "me gustas", "quisiera que salieras conmigo". Aunque si miraba su dinámica en la relación con su compañero, el omega no solía dar el primer paso, sino más bien se mostraba receptivo a cada uno de sus avances.
Tenía que intentarlo.
—Me gustas —confesó aquello que era tan obvio a tales alturas— y quisiera tener la oportunidad de estar contigo —logró decir de corrido y sin tartamudear.
Jimin se limitaba a observarlo, guardaba silencio como si meditara la respuesta. Jungkook solo quería que dijera algo, ojalá un "sí" o por último un "no" porque hasta la fecha todo con el omega era tierra de nadie, no lo rechazaba, pero tampoco le decía continúa, entonces el alfa castaño quedaba dónde mismo y prefería seguir hasta donde hubiera barreras.
—Sé que somos jóvenes y que esto puede que no sea para toda la vida, pero propongo intentarlo y ver qué resulta entre los dos —intentaba explicarse—, quiero estar a tu lado, hacerte sonreír y que no huelas a omega triste —prefirió callar antes que su confesión se tornara vergonzosa y no supiera cómo frenar las frases torpes que escapaban de su boca.
Muchas veces había escuchado que el sentimentalismo y la sensibilidad era cosa de omegas, pero el alfa castaño se admitía a sí mismo que era jodidamente sensible.
Jungkook creyó morir y estar en el paraíso cuando el aroma a caramelo invadió su olfato, Jimin había acortado la distancia, asintiendo antes de dejar un beso suave sobre sus labios.
Jimin había tomado la iniciativa y Kookie estaba eufórico por dentro. Riendo nervioso y sonrojado por fuera, sujetando firme su mano con la palma y dedos sudorosos mientras caminaban a casa del omega.
Jimin...su omega.
Era como si flotara, quería reír y no pudo contener la noticia por demasiado, apenas llegó a su hogar le contó a sus padres, quienes si bien se alegraban, no dudaron en recordarle firmemente que aunque estuviera saliendo con alguien no debía descuidar sus calificaciones por nada del mundo. "Prioridades", insistían, pero Jungkook apenas les prestaba atención.
Se echó sobre su cama, rodando alegre en el colchón como si se revolcara en la dicha misma. Moría de ansias por contarle en persona a todos sus amigos cercanos. A Seokjin, aunque fuera difícil encontrar un espacio en su agenda estrecha o que contestara una llamada por la noche.
Jimin, su omega. Repetía su cabeza, convenciéndose.
El lunes estarían en la boca de media escuela que propagaba los chismes como la peste, pero su lado alfa estaba orgullo de poder decir que Jimin era su pareja.
Miró su uniforme colgado en la silla, sus ojos recorrieron los botones.
Y de repente comenzaba a aterrizar de su viaje al espacio. Estaba feliz, pero no entendía por qué había dejado de flotar.
Por qué no era suficiente.
***
Actualización de fin de mes! Maldito enero, siento que no se acaba nunca, despierto con la sensación que estoy como en el 80 de enero.
Solo falta una parte y media más uwu
Gracias por acompañarme con este hijo, les quiero un montón ;A; 💖
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