7

—¿Qué tienes? ¿Pasa algo? —preguntó Calum. June llevaba todo el día con los ánimos por debajo del piso.

—No pasa nada... —intentó mentir, pero Calum sabía perfectamente que June no estaba diciendo la verdad, no tenía caso que ella continuará haciéndolo—. Hace unos años, mi padre murió en un accidente, lo habían atropellado y él no logró pasar la cirugía... —explicó, pero fue interrumpida por Calum. Su voz empezaba a temblar y sus ojos a cristalizar.

—No tienes que continuar June... —comentó. Él sabía que a ella le dolía aquello y no quería que sintiera más dolor, y mucho menos si era por su culpa.

—No, está bien. Además creo que deberías saberlo —soltó un pesado suspiro para continuar—. Yo era muy pequeña cuando pasó, pero aun así me dolió bastante. Un par de años después, mi madre contrajo una enfermedad muy rara, sin cura. Duró meses en el hospital, hasta que falleció.

Calum no podía evitar ver a June con compasión, pero le dolía demasiado verla de esa manera, tan destruida. Por lo usual, ella era una persona que intentaba no darle importancia a esas cosas por más dolorosas que fueran, pero ese dolor siempre estaba ahí, solo decidía cuándo sacarlo o cuándo ocultarlo.

—Como los dos fallecieron en días diferentes, decidí —corrigió—, decidimos, mi familia y yo, que los iríamos a visitar al cementerio una vez al año, para no sufrir el doble —soltó una pequeña risa sarcástica, conteniendo las lágrimas, aunque le era tan difícil aguantárselas—Pero la verdad es que no puedo olvidar la fecha exacta en la que murieron mis padres, así que ahora sufro tres veces al año, sin contar el resto de los días en los que me siento sola. —Y se echó a llorar.

Calum no lo pensó dos veces y la envolvió en un abrazo. Enrolló sus brazos en ella y June los suyos en su cintura. Sumergió su cabeza en el pecho del chico y comenzó a sollozar, soltando todo lo que el resto del año ocultaba, pero al darse cuenta de que estaba mojando la playera de Calum se separó un poco de él para no ensuciarlo. Le mencionó esto mismo.

—Es lo que menos me importa ahora, June —respondió y la volvió a acercar para seguirla abrazando. Ella se sintió tan segura entre sus brazos; sintió tanta tranquilidad en el momento el cual pegaron sus cuerpos. Después de unos minutos, June paró de llorar y se separó de él completamente.

El recuerdo la dejó putrefacta. No sabía cómo sentirse al respecto, y al estar tan confundida con sus emociones, empezó a respirar pesado y después muy cortado. Seth se dio cuenta de esto y no tardó en ponerse como loco.

—¿Qué tienes? ¡June! ¿Qué pasa? —exclamó Seth muy preocupado. No lo pensó dos veces y se fue a la enfermería junto con June.

Una vez ahí, la enfermera le había dicho que mantuviera la respiración por unos segundos. Cuando por fin paró de respirar entrecortado, les explicó a los primos que June había sufrido de hiperventilación.

—En unos momentos volveré para ver cómo sigues —avisó la enfermera y salió del cuarto. June no quería quedarse sola con Seth, ella sabía que su interrogatorio comenzaría.

—¿Qué pasó June? —preguntó Seth con una seriedad muy inusual en él.

—Ya escuchaste a la enfermera, tuve una hiperventilación —respondió con obviedad.

—Sabes perfectamente de lo que estoy hablando June. ¿Viste algo en el pasillo? ¿Viste a alguien? ¿Te acordaste de algo? —preguntaba buscando la mirada de ella.

—Sí, sí recordé algo. Era sobre mis padres, sobre sus muertes —contestó con la voz un poco dura, como si estuviera enojada. Seth no sabía qué decirle, las palabras no salían—. Nadie nunca me pudo decir lo que les había pasado. Además, ¿visitarlos en el panteón solo un día, diferentes a los de sus muertes? ¿No pensaron en que cuando toque el día en el que murió uno de los dos, dolería de igual manera? ¿Pensaron que el dolor en esos días se iba a ir? ¿Y por qué solo un día al año? ¿No puedo ir cuando quiera? —lo bombardeó de preguntas, molesta, furiosa.

—June, tu estuviste de acuerdo con todo eso, no tenías ningún problema —mencionó mientras subía su tono de voz.

—Pues no recuerdo nada de eso. ¡No recuerdo nada! —exclamó, pero hizo una pausa—No puedo recordar sus caras, solo tengo esta especie de imagen de ellos, ni siquiera sus muertes puedo recordar —agregó y su voz comenzó a quebrarse y su vista se volvió un poco borrosa por las lágrimas que se le estaban juntando—. Pero no recordar sus muertes no es todo, lo peor es no sentir nada al saber que no los recuerdo, no recuerdo sus voces y aspectos, nada Seth. Siento maldita indiferencia —exclamaba por tantas emociones que sentía, le causaban ansiedad. Así que se echó a llorar. Seth la abrazó y June se estremeció un poco por el repentino abrazo pero terminó aceptándolo.

—No te diré que no llores, por qué claramente sería una pérdida de tiempo, pero sí te voy a decir que está bien no recordar nada. Nadie te está juzgando —la tranquilizó serenamente. June limpió unas cuantas lágrimas y sorbió la nariz—. ¡Ew, June! No te sorbas los mocos —se burló Seth con intención de sacarle una sonrisa, y lo logró, ella había soltado una risita con una pequeña sonrisa—. Vayamos a clases, no queremos llegar tarde —Seth miró el reloj que se encontraba colgado en la pared—, no queremos llegar más tarde de lo que ya vamos.

La enfermera no tardó en llegar y dar de alta a June. Le dio algunas recomendaciones que pudiera seguir, pues nada grave le había pasado. Entonces los dos se fueron a sus respectivos salones de clases.

Las clases del resto del día fueron como cualquier otro día, aburridas sin nada emocionante. Ese día era uno más en la vida de June. Y cuando se acabaron, se fue a la mesa en la que solía sentarse con Calum por las tardes. Ella llegó hasta ahí, se sentó y empezó a hacer tarea.

Cuando creyó que Calum no vendría, por fin apareció y se sentó en frente de ella. Se saludaron y se pusieron a hacer sus respectivas tareas. Como June no tenía mucha, la acabó rápido. Calum dejó de hacer lo que estaba haciendo para poner su atención a lo que hacía June, vio que sacaba un libro y lo abrió en la página donde se había quedado.

—Al parecer seguiste con la lectura —comentó Calum iniciando la conversación.

—Al parecer sí —soltó una pequeña risa amistosa—. Creo que ahora tengo tiempo de sobra —agregó haciendo una mueca. Calum volvió al trabajo pero sin dejar de hablar.

—Escuché que estuviste en la enfermería, ¿todo bien? —preguntó angustiado.

—Tuve una hiperventilación, eso es todo —explicó con una sonrisa de lado intentando disimular aquello, pero Calum sabía que había algo más.

—Te conozco demasiado bien como para saber que eso no fue todo. ¿Causa de la hiperventilación? —cuestionó mirándola directamente a los ojos, June se quedó pensando en qué decirle, pero su mirada quedó estancada en él. Pensaba en mentirle pero al ver sus ojos, supo que no podría llegar muy lejos.

—Recordé algo, eso fue lo que la causó —respondió apartando su mirada. A este punto, Calum estaba casi seguro qué era aquello que provocó su malestar.

—Solo hay una cosa que puedes recordar que te haya puesto en ese estado —Hizo una pausa—¿estás bien? —preguntó con una clara seriedad en la voz, aunque muy preocupado. June se dio cuenta que él ya sabía qué había recordado, después de todo, él había estado en ese recuerdo y la había visto llorar, muy dolida.

—No es tanto el hecho de sus muertes, es más el hecho de no poder recordarlos, y el único recuerdo que tengo sobre ellos es sobre su muerte —su voz comenzaba a temblar.

—¿Qué te parece si hoy salimos a algún lado? —propuso Calum—Podemos ir al estudio otra vez, o al río —sugirió una vez más para intentar convencerla, pero June estaba muy triste como para aceptar cualquier propuesta.

—Creo que debería hablar con mis tíos, sobre mis padres —miró a Calum —Será en otra ocasión —declinó la invitación. June estaba muy decaída como para darse cuenta de que Calum estaba haciendo un intento de invitarla a salir.

—Entonces será otro día —comentó, ligeramente decepcionado.

La verdad era que él no sabía si iba a haber otra oportunidad de salir con June. Ella estaba muy cerca de recordar todo, incluso lo que pasó antes del accidente.

Los dos terminaron de hacer sus deberes y después Calum se despidió y se fue. June le pidió a Iris que si le podía dar un aventón hasta su casa pues tanto Seth como Calum no podían llevarla.

June se notaba un poco desconcertada de camino a su casa, Iris lo notó por lo que decidió preguntar qué pasaba. June le contó un poco de lo que había recordado y tenía que ir a hablarlo con sus tíos. Iris intentó animarla pero en esos momentos casi nada lo haría. La dejó en su casa y se fue casi al instante de que esta entrara por la puerta. June llamó a su tía la cual se mostró un poco angustiada al escucharla tan desesperada por querer hablar con ella.

—Necesito hablar con los dos. Contigo y con Albert —dijo June. Ella solo le respondió con una mirada sumamente tierna, aunque por dentro estaba sumamente preocupada.

—Él está en el trabajo. Pero yo estoy aquí, ¿sobre qué quieres hablar? —preguntó mientras ella intentaba hacer que June se sentara en la sala para hablar.

—Necesito hablarlo con los dos. Tiene que ser con los dos —respondió sentándose. La tía de June estuvo de acuerdo y fue directo al teléfono para hacer una llamada. June dedujo que era su tío. Conversaron por unos segundos y cuando la llamada terminó, Alice se dirigió a June nuevamente.

—Tu tío tardará un par de horas más en llegar. Si quieres puedes ir a tu cuarto a terminar los deberes —habló su tía. June decidió no decirle a Alice que ya los había terminado desde mucho antes, solo se fue a su cuarto y se sumergió en su mundo. Se puso sus audífonos y dejó que la música la inundara y la dejara en un profundo sueño.

***

Cuando June despertó, se quitó los audífonos con la música aun reproduciéndose. Escuchó unas voces en el primer piso de su casa por lo que decidió ir a investigar. Se asomó un poco por las escaleras, lo suficiente como para enterarse sobre lo que estaban hablando.

—¿Dónde está ahora? —preguntó su tío Albert.

—Está dormida. Albert... —respondió su tía Alice con una clara preocupación en la voz—. Creo que ha recordado algo y tiene que ver con sus padres —comentó nerviosa. June pensó que ese era un buen momento para bajar. Apareció en la cocina junto con ellos y solo esperó a que le hicieran preguntas.

—¿Sobre qué nos querías hablar? —le preguntó Alice afligida.

—Es sobre mis padres...

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