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—¿Quieres ordenar algo, mientras esperamos a mi representante?—Preguntó aún con la vista en su celular.
—No, estoy bien así.—Respondió con una sonrisa.
Sonrisa que fue ignorada pues Taehyung tenía la vista puesta en su celular, ignorándole a una gran escala.
Jungkook empezó a jugar con sus dedos mientras movía sus pies algo nervioso, iba a ser la conversación más larga que tuviese con Taehyung después de mucho tiempo y en verdad él quería que las cosas salgan de la mejor manera o que el golpe que vaya a darle no sea tan duro.
—Tae...
—Dime.
—Uhm, ¿puedo preguntar algo?
—Ya lo estás haciendo.—Por un instante dejo de mirar su celular para prestarle un poco de atención a Jungkook.
—Okay, okay.—Suspiró.—Lo qué pasó entre tú y Seokjin...
Jungkook creía que fue un milagro, pero Taehyung bajo su celular y lo puso contra la mesa, pasando sus manos por su rostro y soltando una bocanada de aire.
—¿Qué? ¿Te vas a burlar y decir que soy tan asqueroso como tú?—Dijo a la defensiva.
—Yo no iba a hacer eso...solo quería saber ¿por qué?
—¿Por qué?—Sonrió de lado.—Yo también quisiera saber eso, saber el por qué del maldito año que te dedicaste a engañarme.
Jungkook cerró sus ojos en signo de frustración, Taehyung había hecho que la conversación se tratara de él y nuevamente iba a escupirle lo atroz que era, ya no había que hacerlo, Jungkook sabía muy bien lo mala persona que fue.
—Tae, yo no te pregunté aquello para atacarte, solamente quería saber—Fue interrumpido.
—¿Por qué hice lo que me hicieron a mi? Yo también me pregunto lo mismo.
Al igual que un abismo el silencio era predominante, entre ellos solamente podían escuchar la respiración del otro mientras aún tenían la vista puesta en el otro. Dándoles tiempo a analizar los orbes de su acompañante. Percatándose que en los orbes de Jungkook existía pena y remordimiento, percatándose que en los orbes de Tae sobresalía la rabia y la tristeza. Aún conservaban algo parecido después de todo.
—Aquello pasó porque estábamos muy ebrios, no es una justificación buena pero es la qué hay. Yo nunca hubiese querido hacerle esto a Irene, yo nunca hubiese querido que ella sienta lo que yo sentí, pero lo hice, logré hacerla llorar y sin ningún motivo alguno. La lastime. Yo no quería eso, Jungkook. Pero por lo menos traté de que ella se diera cuenta de lo que había pasado, por lo menos tuve algo de piedad por ella.
Con cada palabra la voz de Taehyung iba rompiéndose un poco más, con cada palabra Taehyung dejaba una grieta nueva en su ser.
El silencio fue interrumpido por el mesero que traía la orden de Taehyung. Era alguien joven, de cabellos negros y de ojos rasgados, parecía que su presencia de cierta forma había alegrado a Taehyung, pues solamente sonrió cuando el mesero dejó el café a su frente.
No quiso decir nada más, no quería decir algo más. Taehyung se encontraba entretenido nuevamente con su celular y con el café de su taza, iba a dejar que disfrute de su lugar favorito, no quería amargarle más.
[...]
Se tumbaron en la cama dejando que la felina se subiera a sus estómagos inspeccionándolos, habían pasado toda la tarde en el pequeño pueblo, comiendo queso y bebiendo jugo de ciruelas en diferentes puestos, fue un día bueno a pesar de haberlo empezado tarde.
—¿Quieres té?—Ofreció Jimin.
A lo que Irene se negó, solamente giró por la cama hasta estar al lado de Jimin, pasó un brazo sobre su estómago y lo abrazó.
—Gracias por haberme traído.—Susurró.
—Gracias a ti por haberme acompañado.
Aunque su mundo se haya venido abajo al final del día se tenían entre ellos, compartiendo un abrazo mientras recordaban toda su travesía.
—¿Quieres hablar?
—Ya lo estamos haciendo, Irene.—Sonrió.
—Ya sabes a lo que me refiero.
—Oh.
Había estado evadiendo aquel tema durante mucho tiempo, siempre que Irene le preguntaba por aquel día él solamente desviaba el tema, no se creía listo para hablarlo y ventilar lo mucho que le dolía.
—¿Qué fue lo qué pasó ese día? ¿Por qué estabas en tu baño durmiendo y por qué...lloraste tanto?
Pero era tiempo de hablarlo, necesitaba sacarlo de su pecho y empezar a sanar de aquella herida que había sangrado tanto por las noches.
Se sentó en la cama, con una sonrisa y la mirada clavada en algún punto de la lisa pared empezó a soltar cada una de las palabras que habían sido dirigidas a él el día de su-no-cumpleaños.
Mordiendo sus labios de vez en cuando y parando para tomar aire, fue soltando todo.
No supo cuándo o cómo, pero Irene se encontraba limpiando sus lágrimas con un pañuelo. No supo el momento exacto en el que se encontraba aferrado al cuerpo de Irene llorando en su hombro, sollozando todo lo que quería hacerlo durante tanto tiempo.
Estaba tan roto que no quería romper a su amiga con las tormentas que se llevaban a cabo dentro de su cabeza.
El primer paso para detener todas esas tormentas que derribaban todo en su interior fue hablar sobre cada una de las astillas que estaban en su columna.
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3/5
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