El imbécil que me derrotó
A Yurio le tocó patinar el flamenco árabe de la cantante Dalida, aunque la música era rápida, eso no era un problema para Yurio puesto que conocía la canción mejor que nadie. Además la había practicado con Victor. Sin embargo, a mitad de la canción Yurio comenzó a tener una crisis nerviosa, puesto que los nulos errores de Otabek y el hecho de que lo estuviera mirando al lado de su hermana lo empezaban a poner nervioso. Había algo en la personalidad de Otabek que le inquietaba al joven patinador ruso, quizás por sus excelentes pasos de baile o porque lo tenía justo enfrente, y lo contemplaba de una manera que a Yurio no le gustaba. Otabek lo estaba mirando como si estuviera desnudo con unos ojos lujuriosos. Yurio involuntariamente se acordó de Victor y cómo cuando se quedaban los dos solos se entregaban a Eros.
Flaschback
La primera vez que Víctor se dispuso a entrenar a Yurio, fue cuando éste contaba con tan solo 12 años. Recordaba Yurio que nunca en su vida se había sentido tan emocionado y tan extasiado. Una vez que Yakov se había retirado se habían quedado los dos adolescentes, Víctor mantenía aquel cabello largo gris, y Yurio tenía su cabello corto lo que le daba un aire angelical. Esa tarde después de hacer calentamiento y bailar Las Selfides de Chopin, los dos chicos se quedaron solos en la pista. Víctor le agarraba la cabellera a Yurio de forma juguetona.
-Bien, hecho. Mi joven amigo, cada vez mejoras en tus prácticas.
-¿En serio? Bueno es que hacer Las Selfídes de Chopin, es muy difícil. Creo que no lo hice tan bien como tú.
-Tonterías cualquier canción es fácil de bailar. Estoy pensando en montar la coreografía de Eros.
-¿quieres que vayamos a mi casa para que te lo pueda mostrar?
-A Talia no le gustará que me viera contigo. Tú estás saliendo con ella, y..
-¡Shh! No tiene porque enterarse.
Sin meditarlo mucho Yurio accedió irse a casa de Víctor un bonito departamento que se encontraba en los suburbios de San Petsburgo, Yurio vio el lugar muy acogedor con un refrigerador unas pequeñas rosas colocadas en macetas en las ventanas, y un estante con varios vídeos y libros. Era extraño que a pesar de que Víctor fuera campeón no tuviera nada de él o de sus triunfos, Yurio estuvo tentando a preguntarle el motivo pero la presencia de un perro caniche se lo impidió. El perro se le abalanzó al niño, mientras que Víctor se reía de él.
- Oye, Víctor, controla a tu perro.
-Ja, ja. Lo siento, lo siento. Dijo Víctor no dándole importancia al asunto mientras con un leve silbido llamaba de vuelta a su mascota.
El perro se alejó del muchacho y se fue con su dueño, mientras éste le daba cariños y jueguetaba con sus orejas.
- A Makkachin le agradas.
-Sí pues deberías ponerle una correa. No está bien que se le ande encimando a la gente. Creo que me confundió con una hembra.
Ante está afirmación, Víctor soltó una carcajada que por supuesto a Yurio no le gustó. Víctor riéndose de cosas que eran serias, en palabras de Yurio, parecía que su entrenador no le tomaba en serio a absolutamente nada.
-¿Eyy, Víctor por qué no tomas en serio nada?
-Porque estás muy equivocado, gatito.-. Dijo mientras se acercaba provocadoramente hacía el joven chico, mientras el pre-adolescente lo miraba de forma atónita. Como si todos sus sentidos le pertenecieran a su joven entrenador. -En realidad Makkachin está castrado, la idea de que te confundan con una hembra es improbable. Aunque la verdad yo si podría confundirte con una hembra. Eres tan tierno y hermoso más hermoso y agraciado que esa malvada que tienes por hermana.
-Media-hermana . Dijo rápidamente Yurio.
-Bueno, como tú digas. Quizás deberíamos seguir practicando un poco más, ¿te parece gatito? Dijo Víctor mientras se le acercaba de una forma bastante seductora. Casi tocándole los labios al joven Yurio. Tengo un libro que quizás te pueda ayudar a perfeccionar tu eros.
Fin del Flashback
-Estúpidos Víctor y Otabek. Se dijo Yurio mientras intentaba deslizarse por la pista, aquellos idiotas lo trataban como si fuera un pedazo de carne para satisfacer sus necesidades carnales.
Debido a los enojos, Yurio tropezó en uno de los lutz, Otabek lo miró con más atención, no era común que Yurio se equivocará, algo lo debía tener nervioso. El joven siguió contemplando al joven muchacho con cierta avidez. Mientras tanto la mente de Yurio estaba en un gran revoltijo, no debía permitirse más distracciones, ni Otabek ni los recuerdos de Víctor lograrían dominarlo y hacer quedar en ridículo, aunque Otabek no dejó de mirarlo ni un solo instante. Por lo que al final los lutz y los axeles a pesar de que logró clavarlos no le salieron como él esperaba. Esto se notó porque cuando la canción de Dalida terminó, él terminó exhausto y Talia con una mueca de satisfacción. Tanto ella como Otabek se acercaron a la pista.
-Otabek me comentó mientras hacías esa penosa presentación que le encantaría instruirte en ciertos pasos. Quizás puedas aprender algo de él.
- No es necesario. Rugió Yurio. Sé que puedo mejorar y bailar bien la canción de Dalida. Solo es cuestión de practicar más.
-Oh, pero con esa penosa presentación nunca le ganarás a Víctor. Comentó de pronto Otabek.
"Lo que me faltaba" se dijo mentalmente Yurio ahora ese imbécil se atrevía ayudarlo, pero no l daría el chance de que se burlarla de él. Estaban muy equivocados todavía tenía su orgullo y dignidad.
- Talia, dame tres días y mejoraré la canción. Puedo ganarle a tu alumno y probarte de que soy el mejor y no necesito ningún entrenamiento más que el tuyo. Dijo Yurio mirarlo fijamente.
Su hermana lo miró, Yurio sabía que estaba enojada, puesto que no logró humillarlo como ella hubiera querido. Pero sabía Yurio que como él, su hermana no se resistía a los retos. Otabek quien se encontraba al lado de ella, le sonrió por su temperamento. Yurio estaba tentado a decirle que era un imbécil pero se resistió hacerlo, si insultaba a Otabek, Talia se daría cuenta de que logró humillarlo y tendría que someterse a su voluntad. Finalmente en lugar de que Talia hablará, Otabek le dijo.
-Estoy dispuesto a tomar la revancha, señorita Talia. Estoy seguro que puedo derrotarlo.
-Bien. Dijo ella. Yuri te daré los tres días- Pero si no mejoras pondré a Otabek en tu lugar.
Al finalizar el enfrentamiento y todos los presentes se marcharon, Yurio practicó la canción una vez más, pero había algo que le fallaba. Le faltaba mostrar un poco más de sensualidad en sus pasos, eso le había dicho Yakov cuando inspeccionó su entrenamiento. Yakov le dijo que sus pasos eran perfectos pero permanecía más en empeñado en ganarle a Otabek que sentir el verdadero Eros, y un flamenco no podía bailarse si no se sentía el eros. Yurio intentó de todo para mostrar su mejor eros pero no podía lograrlo. No era porque no pudiera mostrarlo, sino que cada vez que se acordaba del Eros pensaba en Víctor haciéndole el amor, y eso le producían ganas de llorar y se distraía.
-Maldito seas, Víctor, maldito, maldito seas. Dijo Yurio, mientras se deslizaba e intentaba bailar.
-¿sigues aquí, no es cierto? interrumpió una voz masculina.
Yurio se fijó en la persona que le había hablado, se trataba de Otabek, aquel imbécil que lo había vencido en esa estúpida competencia. Yurio no quería hablar con él, todavía resentía que por culpa suya, Talia por poco y lo humilla. Sin más Yurio intentó irse de la pista pero Otabek lo agarró del brazo. Yurio se le quedó mirando con reproche esperando a que él lo soltará pero Otabek no lo soltó sino que estudió sus fracciones de forma detallada.
- Tenso. Dijo.
-¿disculpa?
-Que estás tenso.
- Eso fue por tu culpa. Estuve apunto de sufrir una humillación. La tonta de mi medio-hermana de seguro que te pidió que me entrenarás para hacerme ver como menos.
- Te equivocas, ella no sugirió tal cosa. Yo fui.
-¿tú? Ja, lo más seguro es que quisieras congraciarte con Talia para humillarme.
- Sabes que no lo haría. ¿tú crees que estoy de acuerdo con la filosofía de esa loca? Los Super star son los mejores pero carecen de remordimiento. Para ellos el competir en Grand Prixs no es por pasión al patinaje sino para humillar y destruir a los demás competidores. Estoy con los Super star desde los seis años. Lo único que quería era ayudarte.
- ¿ayudarme, por qué lo harías?
- Porque tú eres igual a mí.
-¿Qué?
- Tú no te dejas que te aplasten tan fácilmente. Eres un sobreviviente como yo.
- ¿sobreviviente? Se dijo Yurio.
- Sí. Pero veo que me equivoqué.Tú eres demasiado vanidoso como para pedir ayuda, a menos de que provenga de tu amado Víctor.
Yurio abrió los ojos, ¿qué? Cómo sabía Otabek que estaba sufriendo por Víctor si nunca le había hablado de él. Quién era ese Otabek, por qué de pronto estaba tan empeñado por acercársele, él había dicho que eran iguales que ambos eran sobrevivientes, pero si realmente lo eran Otabek no debía molestarse en ayudarlo. Un sobreviviente solo velaba por sí mismo y tenía que empeñarse en salir adelante. Sin más Yurio se le quedó mirando a Otabek, completamente confundido. Esperaba que le dijera algo más relacionado a Víctor pero el joven en su lugar dijo.
- Te hace falta soltarte más. Debes sentir el eros.
-Lo estoy sintiendo. Se quejó Yurio.
- Yo no lo veo de tal modo.
- Encontraré mi eros por mi cuenta. No necesito ayuda.
-Como quieras. Dijo Otabek.
El muchacho fornido se alejó de Yurio, y él se quedó practicando hasta sentirse cansado. Ya era momento de regresar a casa debía ocuparse de su abuelo quien de seguro lo estaría esperando. Yurio puso sus patines en su mochila, y dejó el edificio de los super star. En su camino se topó con las dos últimas personas que Yurio había querido ver en todo el día.
-Hola Yurio-. Dijo con voz inocente, su tocayo.
-Maldita sea-. Pensó Yurio. Víctor y Yuri se encontraba enfrente de él, agarrados de la mano con dos anillos de oro que claramente significaba compromiso. Verlos allí, hizo que Yurio sintiera que el aire se le iba ¿ya estaban comprometidos? Eso no podía ser, no podía ser. Habían venido para burlarse de él, y recalcarle su soledad. Malditos infelices, parece que ese día todos se pusieron de acuerdo para verlo sufrir.
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