OUTSIDE - VIII
Nos quedamos en aquella posición durante un poco más de tiempo, ella aún apoyaba su frente contra la mía y yo no tenía la intención alguna de romper aquel momento, en pocas palabras, podría sin problema quedarme así, a su lado para siempre. Pero, muchas de las cosas que queremos en este mundo no se hacen realidad cuando así lo queremos, con el paso de los minutos ella comenzó a alejarse, pero mantenía su mirada fija en mí en todo momento ¿y cómo no?
Ahora Zoe sabía todo, bueno... casi todo. Uno de mis mayores temores en estos últimos meses había sido el ser rechazado por ella, estaba tan nervioso pensando en lo malo que sería, que nunca me detuve un segundo a cuestionarme el cómo sería si ella me aceptase, y ahora que ha sucedido me alegró de no haberlo pensado nunca, ha sido todo una hermosa sorpresa y no me arrepiento de habérselo contado.
Mi alma por otra parte se encontraba en una enorme batalla para mantenerse entre mis costillas, está tan conmocionada que pareciera que fuera a saltar de mi pecho y correr a sus brazos pero, a quién quiero engañar, si no fuera a verme tan extraño, yo también correría hacia ella, aunque... está a tan solo un paso ¿Por qué no? Un abrazo no mata a nadie ¿cierto?
Sin pensándomelo demasiado la abracé con fuerza a mi pecho, ella al principio se sorprendió de mi reacción, pero con el paso de los segundos no pudo hacer más que corresponderme. Me sentía un poco raro en esta forma, ahora ella era un poco más alta que yo, aunque también tenía sus ventajas que me mantuviera así, sin aquella capa de magia sobre todo mi cuerpo me era más fácil el poder sentir realmente su calidez.
— Sans... —Dijo ella casi en un susurro.
— Dime, cariño.
— No te vayas nunca de nuevo ¿De acuerdo?
— No me iré nunca... nunca dejaré sola a tu alma, lo prometo. — Dije mientras poco a poco nos separábamos de aquél abrazo y ella se acercaba a besar justo en el agujero donde debería estar mi nariz.
Luego de aquel momento, las cosas entre ambos se apaciguaron, ella se veía más calmada o simplemente menos preocupada, mientras yo realmente sentía un peso menos en mi interior. Mentirle a Papyrus había sido difícil, al principio él era en lo único que yo debía preocuparme, pero con el paso del tiempo esa sensación que al comienzo sentí al ocultárselo a Paps, había ocurrido también con ella, aunque me arriesgaría a decir que mucho peor.
Ella había tomado asiento en el sillón que se encontraba en el salón de su apartamento, mientras yo solo me quedaba ahí de pie viéndola. Ella me había prohibido solo por un par de horas volver a ser el Sans humano que ella conocía tan bien, imagino que pensará que no volverá a verme de esta forma. En realidad sin saberlo me estaba haciendo un enorme favor, había usado mucha magia en aquel combate... o intento de combate, como para volver a transformarme.
Realmente no tenía muy en claro como era que aún me mantenía de pie en ese lugar, estaba tan agotado que fácilmente podría dormirme en donde sea... aunque ahora que lo pienso no necesito estar cansado para eso. Pero, aún había un par de cosas más que Zoe necesitaba saber y solo me encontraba esperando a que el momento en el que preguntara sobre eso llegase.
— Sans... ¿Por qué estás sólo ahí de pie? —Preguntó. Eso no era lo que yo esperaba...
— Bueno, básicamente porque no me dejas ser humano de nuevo.
— ¿Eso que tiene que ver?
— Me incomoda ser más bajo que tú, es todo —Ella rio y en mi caso sólo se ensanchó un poco más mi característica sonrisa.
— Ven, siéntate a mi lado, no le prestes atención a eso.
Hice lo que me pidió y me senté junto a ella en aquel sillón naranja, ella giró su rostro para mirarme y entonces, soltó una pequeña risita, cubrió su rostro y se disculpó, yo por otra parte no entendí el porqué de su reacción hasta que ella misma se dio la tarea de aclarármelo.
"Es sólo que se siente raro" Dijo, e incluso en ese momento su rostro era adornado con sus tiernos ojos y sonrisa. Claro, para ella esto de ver un esqueleto debía ser complicado.
Ella comenzó poco a poco a colocarse más seria de lo que solía ser, se giró un ligeramente hacia donde yo estaba sin levantarse del sillón y me miró. Entonces ocurrió, lo que había tenido tanto tiempo esperando, por fin se había hecho presente. Aquel montón de preguntas que desde un principio me veía venir y no hablo de ¿Cómo es posible que sea un esqueleto? sino más bien ¿Qué hace este esqueleto en su ciudad?.
— Sans, tengo una pregunta.
— Soy todo oídos... bueno, en realidad no tengo orejas, pero continua —Ella rio un poco, para luego golpear mi hombro intentando hacerme entender que era un tema serio.
— ¿Recuerdas lo que hablamos aquel día en el bar? —Preguntó y yo sabía a lo que ella se refería— El día que me enteré que tenías a Papyrus... que te conté sobre los chicos y sobre mi herm-
— Lo recuerdo, Zoe —Dije.
— Lo que dijiste aquella vez... sobre lo que te había traído hasta ese bar a trabajar con nosotros... —Habló, mientras desviaba su mirada para disimuladamente jugar con las uñas de sus manos— Eso... ¿Es cierto? —Yo callé por unos minutos, para luego retomar la conversación.
— Hablas de los asesinatos que comenté —Pregunté y ella solo asintió— Claro que es cierto, cada palabra niña.
— Y... ¿Por qué no pediste ayuda a alguien?
— ¿A quién? ¿La policía humana? —Asintió nuevamente, a lo que yo solo deje escapar de mi boca el sonido de un pequeño chasquido— Sigues sin entenderlo, Zoe. Ellos no podrían buscar información en los cadáveres.
— Lo entiendo, imagino que no son humanos ¿cierto? Son como tu ¿no es así? —Poco a poco comenzaba a desesperarle el no saber nada sobre el tema, y en su tono de voz podía notarlo.
— Así es, no son humanos los que han muerto —Dije— Y es por esa misma razón que no pueden ayudar.
— Aún pueden buscar información en los rest-
— ¿En los restos de qué? —le interrumpí para luego suspirar pesadamente, era obvio que ella no lo sabía— Zoe, los monstruos al morir no dejamos un cadáver.
— ¿Entonces...?
— Nos volvemos simplemente polvo...
— ...
Ella sencillamente no podía creerlo. Una lluvia de preguntas sobre el tema vinieron después de aquella aclaración, definitivamente era momento de contarle a Zoe la verdad... incluso sobre aquellos cazadores. No voy a engañar a nadie, estaba temeroso de que tal vez ella se asustara o pensara que era falso, después de todo eran los humanos los que nos habían atacado en primer lugar y llegar a creer algo así de su gente podría ser casi imposible.
Los minutos pasaron en aquel salón como si fueran horas, pregunta tras pregunta se hacían presentes y obviamente las respuestas no podían faltar, ella se limitaba solo a escuchar cuando las respuestas llegaban a sus oídos, varias veces incluso cubría su boca o intentaba esconder sus ojos cuando las lágrimas amenazaban con salir. Ella siempre había sido una luz brillante en mi camino pero, ahora que sabía mi polvoriento y oscuro problema, no había forma de saber si querría quedarse a mi lado. Tal vez me acompañe en este viaje por unos días más y luego me abandone.
Con el paso del tiempo nuestra posición en el sillón había ido cambiando, y con esto quiero decir que solo yo me moví, heh. Ella se encontraba allí de la misma manera en la que estuvo desde el principio mientras por otra parte yo me situaba acostado ya en aquel sillón, estaba realmente agotado y el haber descansado mi cabeza sobre sus piernas no había ayudado a que la batalla contra mi cansancio fuera más sencilla.
Ella se encontraba acariciando mi cabeza muy suavemente, luego de que había terminado ya mi relato las preguntas habían cesado y por primera vez en mucho tiempo realmente me sentía tranquilo conmigo mismo. Aquél misterio sobre los humanos que frecuentaban el bosque aún no estaba resuelto pero, el haber contado a Zoe la situación y no tener que seguir fingiendo era algo que ayudaba mucho a mi situación.
Poco a poco comencé a quedarme dormido en su regazo sin poder evitarlo, demasiada magia había salido de mí ya para estas horas y debía reponerla como fuera posible, incluso en contra de mi voluntad. El sol comenzaba poco a poco a asomar por el ventanal que existía en el salón de su apartamento pero ¿Cuándo el sol ha sido un impedimento para mí?
"Descansa un poco, Sans" Fue lo último que escuché decir de ella antes de quedarme profundamente dormido.
Desperté al cabo en un buen rato, había tenido una pesadilla otra vez. Hace unos meses atrás pensaba que no volvería a tener nunca más una de esas luego de hacer jurar a Frisk que no haría una tontería de nuevo, pero aunque estaba al tanto de que ese niño no haría nada estúpido, el temor muy en el fondo de mi corazón seguía ahí.
Al percatarme de que tal vez sería tarde y Papyrus estaría preocupado me levanté del sillón, busqué en el bolsillo de mi chamarra mi teléfono celular pero este no estaba en ningún lugar, me fijé en el suelo, en la mesa frente al sillón e incluso en el sillón, podría haberse caído mientras dormía, pero nada, no estaba ¿Lo habría dejado en el parque ayer?
Entonces noté como a parte de mi celular faltaba algo más en esta escena, Zoe. ¿Dónde se habrá metido esa humana? Caminé en dirección a la cocina para ver si estaba por allí y fue cuando lo vi, mi celular. Este se encontraba sobre el mesón de la cocina, acompañado de un trozo de papel y lo que parecía ser un plato de comida cubierto por papel transparente. Me acerqué al mesón y tomé mi teléfono.
Al cogerlo entre mis manos y desbloquearlo pude ver que en el registro marcaba muchas llamadas perdidas de mi hermano, pero la última de ellas a diferencia de las otras, había sido recibida. Tomé la nota que se encontraba anteriormente junto a mi teléfono y comencé a leerla con detenimiento, seguro aquí abría algo que pudiera aclararme un poco más la situación.
"Hola Huesito, espero hayas dormido bien. Seguro te preguntaras que hace tu teléfono en la encimera de la cocina, es una larga historia...
Unas horas después de que te durmieras tu teléfono comenzó a sonar como loco en el bolsillo de tú sudadera, así que para que no te despertaras decidí sacarlo de allí. Al ver la pantalla vi el nombre de tu hermano y como hace unos meses habías mencionado que se ponía a veces muy nervioso, imagine que debía estar preocupado por ti. Espero que no te molestara que atendiera tú llamada.
Hablamos durante un rato, es un chico maravilloso. Me preguntó sobre ti y como estabas, se nota que te quiere muchísimo. Le conté que llevabas un par de horas durmiendo y el habló sobre algo un poco raro, decía que tal vez habías consumido mucha cantidad de magia o algo así. Últimamente las cosas contigo carecen de sentido común, así que opte por creerle. Después de todo es tu hermano y seguro te conoce mejor que yo.
Él dijo que el que llevaras tanto durmiendo era algo normal en ti, con eso yo sí que no tenía dudas, pero también habló sobre que necesitas reponer tu ¿magia...? No lo sé. El punto, me dijo que te hiciera un plato de espagueti y yo... decidí no preguntar más. Él se ofreció a darme la receta pero, necesitaba un montón de cosas que no estaban en mi despensa ¿Qué clase de espagueti preparan allí? Como sea, hice un espagueti normal y lo deje en el mesón. Mientras tanto fui al mercado a por las cosas que tu hermano mencionó, quien diría que el espagueti de los monstruos llevara ositos de goma. Espero disfrutes del espagueti normal si despiertas.
¡Oh! Y si tu hermano vuelve a llamar, dile que estoy en el supermercado.
PD: Si Papyrus es el de tu fondo de pantalla... Es realmente adorable.
Con cariño, la chica ojos de conejo."
Luego de haber terminado e leer aquella carta se me hizo casi imposible el no reír, aunque quién lo diría... Zoe había podido encajar con mi hermano. Papyrus normalmente suele ser demasiado confiado en sí mismo y demasiado desconfiado a la vez. Posiblemente esto sucedió ya que tenía una buena imagen sobre ella y sus ojos de conejo. Conociendo a mi hermano como lo conozco posiblemente no dejo de llamarla de ese modo todo el tiempo, aunque ya él tuviera muy en claro su verdadero nombre.
Me senté en una de las sillas frente al mesón, retiré aquel plástico transparente del espagueti que aún se mantenía caliente y comencé a comerlo. La verdad no me esperaba el que estuviera tan bueno, los humanos tienen buenas habilidades culinarias, o quizá es sólo Zoe... Definitivamente estoy empezando a pensar en que tal vez pueda expandir un poco más mi menú si la comida viene de ella.
Habían pasado solo un par de minutos cuando la puerta de aquel departamento comenzó a sonar, no como un tok tok sino más bien como un juego de llaves intentando entrar. Me acerqué a la puerta y la abrí, encontrándome con un montón de bolsas cargando a una Zoe. ¿Se empieza siempre por la mayoría no es así? Ella me miró con una sonrisa mientras poco a poco comenzaba a ayudarla con la pesada carga. Me dijo que no tenía que hacerlo, que ella podía pero, sus pasos torpes no parecían encajar con sus palabras así que obviando su opinión terminé cooperando. Ella me pidió las dejara sobre el mesón y eso hice, luego volví a mi silla y continúe comiendo aquél espagueti, la verdad si estaba un poco hambriento.
— No tienes que comerlo, podemos llamar a tu herman-
— No llamaremos a Papyrus para que te de la receta perfecta para incendiar este edificio —Dije riendo un poco— Los monstruos no necesitamos comer un espagueti especial para recuperarnos, o bueno, los ositos de goma no son quienes hacen al espagueti especial.
— ¿A qué te refieres? —Preguntó.
— Aunque sigas la receta de mi hermano, no tendrá el mismo resultado. Los monstruos colocamos magia en todo lo que hacemos, es por eso que sin importar la receta que tengas, si un humano prepara un espagueti...
— No podrá subir tu nivel de magia, porque no estoy colocando magia en ella... ¿Comes comida mágica?
— La comida normal también funciona, solo toma un poco más de tiempo.
— Está bien ¿Quieres... un osito de goma para tu espagueti? —Dijo y reímos ante la situación.
— No te preocupes —Dije, para luego dar el último bocado a aquél platillo— Esta perfecto así, gracias —Me había bajado ya del asiento y acercado a ella abrazándola y depositando un beso en su mejilla, como ella solía hacer para demostrarme cariño.
Pero, en ese momento me había sentido realmente tonto, darle un beso en la mejilla sin ser un humano era sinónimo de solo haber chocado mis dientes contra su cara, ahí es donde todo el romanticismo se va a la basura. Ella me miró por unos segundos y luego rio dulcemente, le había parecido gracioso, imagino que pensó lo mismo que yo. Eso es, búrlate niña. Me aleje de ella un poco luego de eso.
Ella sin dejarme ir demasiado lejos tomo mi rostro entre sus manos y acerco sus labios, depositando un beso sobre mis dientes. Para ella había posiblemente sido solo eso, un beso contra mis dientes, pero para mí se sentía igual que el beso del día anterior. Sin poder evitarlo mi rostro comenzó a pintarse de un intenso color azul y mi pecho inconscientemente comenzó a brillar, cosa que llamó notoriamente su atención.
— ¡Sans! Tu... tu pecho esta brilland-
— Ya lo sé. Solo no lo mires ¿está bien? Ignóralo —Dije mientras intentaba esconderlo tras mi sudadera, cosa que no estaba funcionando.
— ¿Qué es? ¿Por qué pasa eso? —Preguntó mientras poco a poco se acercaba más a mi pecho, moviendo mi sudadera para poder ver mejor aquel brillo tras mi camiseta blanca. Lo cual, cada vez me colocaba más y más nervioso.
— Es... mi alma.
— ¿Tu alma?
— Podía decirse que ustedes lo llaman "corazón" aunque son cosas diferentes. Es lo que hace que los monstruos podamos mantenernos vivos. Los humanos existen de sus almas y de sus cuerpos también. El alma es la culminación de quienes somos, es lo que nos mantiene aquí —Expliqué.
— Ósea que es tu corazón ¿Cierto? —Asentí— Entonces... si tu corazón brilla, es porque estas feliz ¿Verdad?
— Eres lista, niña. Muy lista
— Y tu muy tierno, pero tengo otra duda.
— Dime.
— ¿Cómo es? —Preguntó.
Sin siquiera dejarme responder, bajo sus manos hasta donde culminaba mi camiseta y la levantó sin pudor alguno. Yo por otra parte había quedado inmóvil ante su acto, la verdad eso no me lo esperaba, con el paso de los segundos comencé a sentirme muy avergonzado pero ¿Cómo la detengo? Ella bajó mi camiseta y su rostro se veía serio.
"Literalmente eres puro hueso, pensé que lo decías de forma retórica. Como una metáfora o algo" Dijo, para luego percatarse de mi inexpresivo rostro. Este se encontraba azul, pero por otra parte mis cuencas se habían oscurecido por completo "¡Ups!... Lo siento" Eso no me devolverá mi dignidad, preciosa.
Al caer la noche de aquel día me encontraba ya regresando a casa, había sido un día duro y tanto ella como yo debíamos descansar, el hecho de que ahora ella supiera que yo era un esqueleto y mis intenciones en su ciudad no hacían que mi misión hubiera terminado, al contrario creo que acababa de comenzar realmente. Al llegar a casa, mi hermano me recibió con un sermón de cómo había sido un irresponsable pero, de igual forma agradeciéndome por haber encontrado una "amiga" humana tan... como dijo él "Nyencantadora".
Los días fueron pasando uno tras otro sin problemas, seguían siendo exactamente iguales que antes, cada noche al bar y en las mañanas una margarita y una visita pero, la única diferencia de ahora es que pasábamos la mayoría del tiempo en su departamento, intentando buscar entre ambos quién era el responsable de aquellas atrocidades por las cuales aún al sol de hoy teníamos que vivir en esa montaña.
Zoe al contrario de haberse sentido enojada al contarle lo que su raza humana nos había hecho, lo aceptó y prometió apoyarme y ayudarme de forma constante hasta que esos... como ella los llamó "infelices" pagaran por lo que nos habían hecho. Cada día en la mañana yo iba a verla, la esperaba en la entrada de aquél edificio hasta que llegara con ese exquisito café que compraba en una cafetería cerca de aquí. ¿Café o chocolate? Ya no lo recuerdo, mejor léanlo ustedes mismos cuando vayan allí.
Al llegar de aquél lugar, subíamos juntos a su apartamento y pasábamos el resto del tiempo leyendo o buscando información y en su caso... en el caso de ambos, a veces durmiendo un poco.
Mi relación con Zoe con el tiempo había cada día madurado más y más, ocasionando que fuera casi imposible no demostrarlo frente a los chicos en el bar, lo que daba como resultado una constante burla de parte de Robert hacia mí y suplicas de parte de Jule porque le contara lo que hacíamos cuando salíamos del trabajo ¿Cómo le explico que solo la llevo a casa y luego voy a dormir como el vago que soy? ¿Mataría eso su ilusión?
Aquél día por la mañana iba a ser la excepción de muchos anteriores, ese día se cumplía exactamente un mes desde que Zoe había descubierto que yo era... un monstruo y ella decidió conmemorar aquella fecha como si fuera muy importante, esperó todo un mes para esto pero, por fin el día tan esperado había llegado. Dijo que iríamos a algo llamado centro comercial y luego iríamos al cine, no tengo idea de que pueda ser.
Llegué por ella temprano, aunque seguía siendo un poco más tarde que los demás días, ella se veía incluso más hermosa esa mañana, lo que me ponía un poco nervioso, pero con el paso del tiempo había aprendido a disfrazar mis sentimientos hacia ella un poco también siendo un esqueleto. Desde que sabía mi secreto se habían acabado los atajos hasta el pie de la montaña, y comenzaban a ser más directos. De mi habitación a su salón, de mi salón directamente al callejón tras el bar... no tantas caminatas con los humanos merodeándome.
Ese día había aparecido nuevamente en su salón y la había encontrado lavando en la cocina al parecer los platos de su desayuno, ella al notar mi presencia me saludo, espere que terminara, me volví un humano antes de cruzar la puerta y nos fuimos hacia el centro comercial. De camino al lugar ella iba tomando mi mano mientras a mí me era casi imposible no sonreír ante aquél hecho. Ahora no era solamente para cruzar la calle, ahora lo hacía porque disfrutaba estar conmigo, o eso pensaba yo.
— ¿Listo para el centro comercial? —Preguntó mientras me miraba con una sonrisa en su rostro.
— Ni siquiera sé lo que es, pero sí.
— ¿Cómo no sabes lo que es un centro comercial? Eso es imposible.
— Bueno, la última vez que estuve aquí arriba eso no existía —Dije a lo que ella me miró con curiosidad.
— ¿A qué te refieres? Los centros comerciales son más viejos que tú y yo juntos.
— No lo creo —Reí, ocasionándole así incluso más confusión.
— Sans... No tienes veinticuatro años ¿cierto? —Preguntó con una pequeña sonrisa.
— No... pero digamos que eso se explica en otra historia —ella seguía confundida pero, decidió no darle más vueltas al asunto.
El camino hacia aquél centro comercial había resultado ser bastante corto, habíamos llegado en menos tiempo del que yo esperaba y al entrar por la puerta que parecía ser igual al del laboratorio de la doctora Alphys, de aquellas que se abren automáticamente por si solas, mis ojos no podían creer lo que veían. Aquél era un enorme edificio lleno de tiendas, y cuando digo lleno hablo de muchísimas tiendas que abarcaba todo lo que pudieras imaginar.
Al principio me puse nervioso, muchas tiendas significaban muchos humanos, incluso más de los que podías apreciar en BlueMoon por las noches. Pero, nuevamente ahí estaba Zoe para tomar mi mano y recordarme con sus pequeños detalles que podía contar con ella, con su hermosa sonrisa y brillante alma llena de amabilidad. Ella dijo que debíamos ir directamente al cine a comprar las entradas pero, al igual que muchas de las humanas que transitaban por el lugar, se le había hecho realmente imposible no distraerse con todo.
Habíamos inconscientemente llegado a una librería donde Zoe parecía conocer a la dueña de ésta, ella era una muy agradable señorita de cabello castaño, era un poco más adulta que Zoe pero aún seguía siendo joven. Según lo que pude entender de su conversación ella era una escritora novata pero Zoe se había vuelto muy fanática de sus libros. Quién diría que a Zoe le gustara la lectura. Entre ambas hablaron durante unos instantes por otra parte yo tenía una extraña sensación, como si me estuvieran observando pero debía ser mi imaginación, allí no había nadie más que nosotros. Es como si todo estuviera en mi cabeza.
Luego de que Zoe comprara un par de libros decidimos finalmente ir a por aquellas entradas. Esa chica de la librería resultó ser bastante extraña pero muy confiable. Aunque en algunas ocasiones se quedara sonriendo leventemente hacia la nada. Zoe nunca mencionó su nombre, así que pónganle el que quieran.
Nuestra cita en el centro comercial había sido todo un éxito, habíamos hecho tantas cosas que me era complicado siquiera enumerarlas todas. Pero, después de un agotador día de diversión era momento de volver a casa y dar por culminado nuestro día libre y celebración en honor a mi sinceridad con ella. Todo estaba siendo tal y como no lo había imaginado, y eso me encantaba. En medio de la caminata a casa había comenzado a nevar, esto me traía tan buenos recuerdos. Pero a pesar de que ese fuera el sentimiento que ocasionaba en mí, en Zoe por otra parte podía ocasionar un resfriado estaba haciendo demasiado frio para ella, así que aquel día... fue el primero en el que la vi utilizar mi sudadera. Algo que luego se haría costumbre.
Al llegar a su edificio entramos juntos, ella me preguntó que si podía quedarme un poco más junto a ella, dando como excusa que estaba haciendo demasiado frio fuera y que podía enfermarme si me iba en estas condiciones. Aunque ella ya sabía que este tipo de cosas no afectaban para nada en mi salud, como dije antes, una excusa para que no me fuera. Últimamente las usábamos a menudo ya que era cada vez más difícil el despedirnos y separarnos.
Ella, segundos después de cruzar la puerta de su apartamento había mencionado algo sobre que iría a cambiarse a su habitación, yo por otra parte decidí solo esperarla en el salón seguramente luego tomaríamos algo de café para bajar el frio que me llegaba ya hasta los huesos. Todo estaba tranquilo y en calma en aquel momento, hasta que escuché detrás de la puerta de su habitación algo de vidrio romperse, fue entonces cuando me acerque a su puerta y decidí tocar.
— Linda ¿está todo bien? Llevas rato allí adentro —Pregunté, recibiendo al principio solo silencio por respuesta— ¿Zoe? —Estaba comenzando a impacientarme cuando...
— Sí, sí, estoy bien, no te preocupes ¿de acuerdo?
— ¿Qué ocurrió?
— Mi perfume se cayó y se rompió —Respondió.
— ¿Te has hecho daño? —Pregunté, si era una cortada profunda con vidrio podría ser peligroso para ella.
— No, estoy bien, gracias huesitos. Ya salgo ¿sí?
— De acuerdo.
La verdad esa historia no me convencía demasiado, fue entonces cuando decidí quedarme allí tras la puerta, quería escucharla quejarse de algo para saber si se había lastimado o simplemente escuchar cualquier cosa que me indicara si había ocurrido algo malo, pero nada. No pasaba nada raro, me encogí de hombros restándole importancia a la situación y me encaminé nuevamente al sillón, fue entonces cuando tuve la brillante idea de ¿Por qué no sorprenderla? Y preparar su chocolate caliente favorito para cuando terminara de cambiarse.
Había tomado rumbo a la cocina a prepararlo, después de sólo unos minutos ya estaba listo... ella aún no había salido. Fue en ese momento cuando tomé su taza de chocolate y comencé a caminar hacia la puerta de su habitación, pero algo me detuvo. Justo cuando iba a tocar la puerta la escuche decir aquella frase con una seguridad única en su voz, ella parecía estar hablando por teléfono.
"¿Qué esperabas de mí? Después de todo soy Zoe Walker y ya sabes lo que dicen" calló por unos segundos, para luego terminar con aquello que sentenciaría mi alma a un oscuro vacío para siempre "Cazadores por excelencia".
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top