OUTSIDE - VII
Mi mirada como tantas veces se encontraba clavada en sus ojos, pero por más que intentara decirme a mí mismo que lo hacía porque me parecía hermosa, esta vez no era más que porque estaba nervioso. Sus ojos, sonrisa y expresiones parecían las mismas de siempre, pero siento que estoy olvidando algo... siento que paso algo por alto, más no sé qué es.
"¿Sans?" Dijo ella mientras movía lentamente sus manos frente a mis ojos, me había perdido tanto en mis pensamientos que ni siquiera la había escuchado hablar.
La miré y ella me sonrió levemente, fue entonces cuando lo recordé, aquel hombre que había visto en el bar, me había mirado de esa manera, que portaba el uniforme que tantas veces había visto mientras esos humanos cometían atrocidades contra nosotros. Me acerqué hacía el con paso decidido, no podía dejar que se fuera con vida o sino me delataría y todos correrían peligro.
Nuevamente un gran puñado de huesos aprecio sobre mi cabeza, todos en dirección a ese hombre que descansaba sobre el suelo dándome la espalda mientras abrazaba sus piernas, se notaba dolorido, yo... intentaré que sea rápido. Entonces bajé mi brazo derecho, el cual se había mantenido extendido hacia él frente durante unos segundos. Para indicarle a mis ataques donde apuntar, estos salieron disparados bajo mis órdenes, pero al igual que la vez anterior, fui detenido.
— ¿¡Qué diablos crees que estás haciendo, Sans!? —Gritó ella a mi espalda haciendo que aquellos huesos desaparecieran en el acto, si seguía interrumpiéndome así, gastaría magia en vano solo para invocarlos. Más lo que ella no esperaba, era mi respuesta.
— Me deshago de la evidencia, cómo dicen en las películas... —Poco a poco me giré encontrándome con su rostro de nuevo, mi ojo derecho no dejaba de emitir su característico fulgor azulado acompañado de una pequeña llama y por otro lado lo que antes en mi ojo era de un puro color blanco, se había vuelto completamente negro— Estoy sacando la basura —Dije con una sonrisa, a lo que ella me miró con seriedad.
— ¿Por qué? —Preguntó ella.
— ¿Por qué, qué?
— ¿Por qué tienes que... matarlo?
— No puedo dejar ni un solo testigo de lo que éste hombre vio, mi ojo, mis ataques... mi rostro —Dije mientras le daba la espalda nuevamente y guardaba mis manos en los bolsillos de mi sudadera.
— ¿Y qué hay de mí? ¿Me mataras también? —Preguntó. Eso sí que había dolido ¿Ella realmente creía que yo sería capaz de lastimarla? Pareciera que no me conociera... bueno, después de todo lo que vio ahora, seguro piensa que no lo hace.
— Él es un caso especial, Zoe. Tú... no lo entenderías...
— Te repito lo que te dije aquella vez en ese sillón, Sans. "Tenemos tiempo" —Dijo con seriedad mientras se acercaba hacia mi colocando una mano sobre mi hombro, para luego ambos bajar la mirada hacia aquel hombre, que ahora se encontraba... ¿inconsciente?— Solo se quedó dormido.
— ¿Dormido? ¿Ahí? ¿Ahora? —¿¡Qué diablos le pasa a la humanidad!?
— ¿No lo notaste antes en el bar, Sans? Esta drogado.
— ¿Qué?
— Mira esto... —Dijo mientras se inclinaba junto al sujeto y yo imitaba su acción. Ella giró su cuerpo dejándolo boca arriba, acerco su mano a uno de los ojos de éste y separó sus parpados, dejando al descubierto su esclerótica la cual se veía muy rojiza, parte de su iris y pupila que se encontraba más grande de lo normal— ¿Ves su pupila dilatada y el rojizo en su ojo? Eso significa que esta drogado.
— Drogado... —Repetí, sin entender muy bien del todo la situación.
— Eso significa que no recordará nada de lo que pasó aquí, o incluso puede pensar que no fue más que una alucinación por la droga.
— ¿A sí? —Dije mientras bajaba mi mirada a la chamarra que tenía colocada él, viendo nuevamente el logo en esta.
— ¿El puerto? —Preguntó ella al verme pasar mis dedos sobre aquel trozo de tela. Yo la miré extrañado— ¿Qué pasa con el puerto? ¿Tiene algo de malo?
— ¿El puerto?
— Si, ese es el logo del puerto, ya sabes, el que queda al lado este de la ciudad, donde sacan y traen mercancía nueva. Ya sabes, Sans el... puerto —Mi mirada de confusión seguía igual ¿De qué estaba hablando? — No sabes del puerto ¿no? No sabes que aquí hay un puerto porque... no eres de ésta ciudad ¿cierto?
— Zoe... —Dije volviendo mi mirada nuevamente hacia el logotipo en aquella chamarra, notando algo un poco extraño en él... no era exactamente como yo lo recordaba.
— ¿Qué pasa? ¿Por qué esa mirada? —Dijo mientras se ponía de pie nuevamente y se acercaba a mí, deteniéndose justo a mis espadas mientras descansaba sus brazos en mis hombros y se inclinaba hacia delante, intentando ver que era lo que yo observaba con tanto interés.
— ¿Sabes dónde queda ese puerto?
— Sí.
— ¿Sabes cómo funcionan las cosas ahí?
— Sí.
— ¿Sabes quién es este tipo?
— No lo conozco para nada, pero por el logotipo en su chamarra puedo decirte que es un obrero cualquiera —Respondió.
— ¿A que te refieres? —Dije mientras me colocaba de pie lentamente, haciendo que ella se alejara un poco y retirara sus brazos de mis hombros.
— Como todo, en el mundo del trabajo existen diferentes cargos. Según tengo entendido los altos rangos del puerto como gerentes y esas cosas, usan un logotipo más similar al original de la compañía. ¿Cómo sabes todo eso? —Pregunté.
— Yo... bueno... ¿Prometes no reírte?
— ...
— Encargué algo por internet y resultó ser una farsa. Pero yo no sabía eso, hasta que fui a poner la queja en el puerto sobre mi paquete, más la cosa era que mi paquete nunca llego y bueno, hablas con muchas personas cuando haces una verdadera queja ¿sabes? —Respondió encogiéndose de hombros, intentando restarle importancia, y yo sonreí nuevamente— ¡Oh! Mira eso —Exclamó.
— ¿Qué pasa? —Pregunté confundido mientras ella se acercaba a mi rostro de forma repentina, para rápidamente alejarse.
— Tu ojo volvió a la normalidad.
— Ah, ya veo —Yo ni siquiera lo había notado.
Por un momento entre nosotros se plantó un enorme silencio, que a diferencia de todos los anteriores era bastante incómodo, o por lo menos para mí lo era. Ella solo se quedó allí viéndome sin decir ni una palabra, sus ojos subían y bajaban, observándome de pies a cabeza, al parecer, esto iba a terminar igual de mal que como yo lo creía, pero por lo menos tengo toda la información que necesito ¿cierto?
"Después de todo, para eso vine aquí. Por información" Pensé.
Ella se acercó nuevamente al cuerpo de aquel hombre a mis espaldas, lo miró por algunos minutos mientras yo... no era capáz de volver a verla, lo mejor sería que tomará la poca dignidad que me quedaba, mi amor, mis emociones, mi alma y me fuera de allí. Prefiero pensar en que me rechazas dulcemente como sueles ser siempre a qu-
— Sans... —Llamo ella. Yo ni me gire a verla, no podía— Oye... —Escuchaba sus pisadas en el suelo, se dirigía hacia mí. Poco a poco sentí como por los costados de mi cuerpo empezaban a rodearme unos brazos, pasando por debajo de los míos, abrazándose a mi estómago. Sin poder evitarlo una sonrisa se formaba en mi rostro, ella colocó su barbilla sobre mi hombro como pudo, y me sonrió— Copito ¿Estas bien?
— Si es solo que...
— ¿Demasiadas emociones para un día? —Asentí— Entiendo, para mi igual. ¿Por qué no vamos a casa? —Preguntó sin soltar su agarre.
— Si, suena... bien.
— Pero primero, hay que mover al grandote de allí, no podemos dejarlo en medio de la carretera —Dijo, a lo que yo reí.
— No está en medio de la carretera, por dios —Me giré, haciendo que ella me soltara y me mirase de brazos cruzados— De acuerdo, de acuerdo —Dije con resignación mientras colocaba mis palmas extendidas hacia ella a la altura de mi pecho, intentando cubrirme de su filosa mirada de enojo— ¿Dónde lo coloco?
— Ya se está haciendo de día, deben de ser ya casi las cuatro de la mañana, empezará a amanecer pronto y los autos comenzaran a transitar las calles de nuevo, deberíamos sentarlo contra alguna pared en la acera —Dijo mientras volvíamos a mirar a aquel hombre.
— Lo dejaré en el callejón ¿de acuerdo? Ahí nadie lo verá y nadie intentara hacerle daño ¿está bien?
— No, hay que llevarlo a una estación de policía.
— No voy a cargar a ese sujeto hasta una estación de policía ¡apesta a alcohol! —Dije, ella soltó una pequeña risa acompañado de un "Esta bien", mientras yo dejaba escapar un suspiro de resignación.
Luego de llegar a un acuerdo entre ambos me acerque hacia ese humano, lo tome en brazos y lo cargue hasta el callejón, el mismo que daba paso a la puerta trasera del bar. Lo deposité con cuidado sobre el suelo dejándolo sentado y recostado contra una de las paredes, éste ni se inmutó ante la situación, realmente había sido un golpe bajo para él.
Al terminar, sacudí mis manos y volví hasta donde estaba Zoe, esperándome frente a la puerta del bar. Sin decir nada simplemente me detuve a su lado unos segundos, la miré, me miró y comenzamos a caminar. Ninguno decía palabra alguna y de nuevo a diferencia de hace unas horas o días, este silencio sí que era tenso, me traía de los nervios.
"Quiero que hablemos de lo que paso ¿Te parece ir por un café o a comer algo? Debe de haber algún lugar abierto" Dijo ella mientras fijaba su mirada en mí y yo por otra parte la desviaba de la suya.
No estaba listo, pero no podía seguir huyendo de la situación, el momento de hablar había llegado y era ahora o... ahora, no había elección, ya no más. Después de un par de minutos caminando a su lado volví a verla, ella esperaba una respuesta de mi parte, ya que durante ese tiempo no había dejado de poner atención en mí.
"Creo que prefiero un lugar más... privado" Dije, para luego subir la mirada de nuevo y verla a los ojos, ella los cerró por un fragmento de segundo y luego asintió sin decir nada más.
Por el camino que estábamos tomando, al parecer, Zoe creía que el lugar más privado para hablar sería su apartamento, ya que estábamos a solo unos metros de encontrarnos con aquella escalera. Donde justo esta mañana ella... me había besado... y luego yo la besé y bueno, ya saben lo que pasó. Ella con sólo llegar al lugar subió la escalera mientras yo le seguía, me acerqué hacia el panel que se encontraba pegado a la pared. Éste tenía un montón de números, junto a cada uno de ellos un pequeño botón y también un parlante con el que poder hablar luego de que tocaras el timbre, porqué sí, cada botón servía para timbrar a la puerta de uno de aquellos apartamentos.
"¿Qué haces?" Preguntó ella riendo un poco, mientras yo me alejaba unos centímetros de aquél panel. Ella tenía razón, no necesitaba tocar, Zoe estaba ahí mismo y ella abriría la puerta. Tengo la cabeza en las nubes en este momento.
Pasaron sólo unos minutos más hasta que entrara por primera vez en aquél gigantesco edificio, tenía una recepción ahora vacía y tras ella unos elevadores. Subimos en uno de ellos y Zoe presionó uno de los botones de este, el cual indicaba el piso en el que estaba su departamento. Al elevador detenerse en el piso seleccionado, salimos de allí.
En ese piso se encontraba un pasillo que contenía cuatro puertas, ella se acercó a una de ellas mientras yo solo la seguía. Abrió y entramos, su apartamento era realmente muy hermoso, era de un diseño bastante similar al del bar, moderno pero antiguo a la vez. Ella suspiró dejando sus cosas sobre el mesón de la cocina, muy similar al que teníamos en casa Paps y yo pero, más pequeño.
A pesar de que Zoe venía de una familia con una buena situación económica, ella era una chica humilde, le gustaban los espacios que fueran lo "suficientemente grande" un gran ejemplo de ello era BlueMoon o su departamento, solo el espacio para lo necesario. Al tan sólo traspasar la puerta podías encontrarte a la izquierda con aquel mesón de la cocina, si seguías de largo por la extensión de este podías entrar tras de él, dando paso a un pequeño lugar para cocinar. Una encimera extensa, un refrigerador, un lavavajillas, algunas repisas y poco más.
Si por otra parte decidías ignorar por completo el recinto culinario, podías continua caminando hacia el frente, encontrándote con el salón. Este poseía una redonda alfombra rosa, pero no cualquier rosa, sino un rosa muy viejo, casi llegando a un tono marrón, acompañado de un sillón moderno color naranja. No puedo quejarme en colores, yo tengo uno verde.
Las paredes por otro lado eran de un color beige, un tanto oscurecido. En la pared de la derecha se encontraban tres puertas de madera, habitaciones imagino. Más antes de llegar a ellas, se podía ver en la pared una serie de cuadros, sin pensarlo demasiado me acerque a ellos y comencé a ver las imágenes.
Un sonriente joven rubio, en una foto. Una realmente muy hermosa mujer de cabello pelirrojo, sonriente con un pequeño rollito de mantas en sus manos, seguramente cargaba a algún bebe. Otro de los cuadros mostraba a un hombre castaño, sonriente y bastante carismático, mientras sostenía lo que parecía ser una cerveza en sus manos. Este se encontraba con una camiseta sin mangas color gris y unos pantalones con un estampado extraño, eran como las manchas de una vaca, pero de colores negros y verdes, fácilmente serviría para poder camuflarse entre la hierba. ¿Quién es él?
Por último, dos ancianos que parecían bastante felices mientras se abrazaban a una pequeña y adorable niña pelirroja, mi niña pelirroja. Esa foto me hizo sonreír sin poder evitarlo, iba a tomarla en mis manos para poder observarla mejor cuando ella me habló.
"¿Quieres una taza de café? ¿Sans?" Preguntó. Yo solo asentí
Necesitaba alguna excusa para poder escapar unos segundos de esto, aunque ella al parecer no lo notara, la situación para mí se hacía cada vez más y más tensa. Estaba empezando a llegar un punto donde comenzaba a divagar, mi mente ya no estaba pensando con claridad, así que para poder tomarme un tiempo, respirar a solas y aclarar mis ideas, decidí fingir que necesitaba hacer lo que obviamente un esqueleto no necesita hacer.
— Oye Zoe... ¿Me prestas tu...?
— ¿El baño? Claro, es la puerta que se encuentra en el medio —Dijo sin retirar la vista de lo que estaba haciendo.
— Gracias.
Caminé a paso tranquilo hacia la puerta que ella había mencionado, la abrí con cuidado y miré hacia adentro antes de entrar. Sí, efectivamente era el baño. Me adentré en él para luego cerrar la puerta, me acerque al lavabo y lo abrí, necesitaba refrescar mis ideas. Tomé un poco de agua entre mis manos y la estampé en mi rostro para luego subir la mirada y encontrarme con... conmigo en el espejo.
"¿Qué se supone que estás haciendo, esqueleto estúpido?" Dije para mí mismo mientras me había dado el lujo de volverme un esqueleto nuevamente. Aunque no lo pareciera, me era incomodo verme como un humano al espejo por demasiado tiempo. Me sentía extraño, como si viera a alguien más.
Luego de tomar unas buenas bocanadas de aire, y secar mi rostro, volví a mi forma humana y salí del baño, encontrándome directamente con el salón. Éste, ahora que podía observarlo mejor, poseía una mesa de cristal en la que reposaba una taza humeante de café recién preparado. Me acerqué y la tomé entre mis manos con cuidado, entonces escuche un pequeño ruido a mi espalda y me giré para encontrarme con la mirada de ella.
Se encontraba recostada contra la pared que dividía la cocina del salón mientras me miraba con una sonrisa y una taza de lo que yo sabía era chocolate caliente entre sus manos, a Zoe no le gusta el café. Ella no decía palabra alguna y se limitaba solo a verme, mientras por otra parte, yo me sentía incapaz de probar tan solo un sorbo de aquella taza entre mis manos.
— Y dime ¿Sans? —Dijo mientras me miraba, a lo que yo empecé a sentirme confundido, ya era la segunda vez que lo hacía ¿Por qué decía mi nombre con duda?— A parte de los que ya vi... ¿Qué otros súper poderes tienes?
— ¿Súper qué?
— Súper poderes, ya sabes cómo los súper héroes de la televisión. Por qué eso eres ¿no? Un humano con poderes —Yo dejé escapar una pequeña risa de entre mis labios.
— No, Zoe. No soy un humano con poderes —Dije, a lo que ella me miró confundida.
— Entonces ¿Qué ere-
— ¿Recuerdas algo sobre un extraño suceso que ocurrió hace unos meses? —Pregunté mientras concentraba mi mirada ahora en aquella taza de café entre mis manos— En la montaña cercana de este lugar.
— ¿El monte Ebott? —Preguntó a lo que yo asentí— ¿Qué pasa con eso? Vamos, no me digas que crees en todo lo que sale en la televisión, no vas a creer lo de que en serio habían monstruos en esa montaña ¿o sí? Si es esto alguna "excusa" para no decirme que eres un súper héroe, te está saliendo fatal.
— ¿Alguna vez has visto a un súper héroe real? —Le dije, a lo que ella negó— ¿Entonces como sabes que son reales, ah? ¿Cómo sabes que esos sujetos realmente pueden llegar a existir?
— ¿Acaso tú has visto entonces a un monstruo de verdad, ah? Como para decir que son reale-
— Si.
— ¿Quién?
— Yo, Zoe —Dije mientras subía mi mirada para mirarla, ver su reacción— Ella había abierto un poco los ojos ante la sorpresa, imagino que no se esperaba esa respuesta tan directa, aunque había lanzado varias suposiciones antes pero, ella solo no quería verlas.
Silencio. Solo silencio era lo que reinaba ahora en ese lugar, ella no sabía que decir, y yo no sabía cómo continuar. Habíamos chocado con esta misma pared un montón de veces y no habíamos aún entendido como romperla. Ella se giró y caminó hacia la cocina nuevamente a dejar su taza ya vacía, con el pasar de los segundos había vuelto, se acercó a donde yo estaba y se detuvo justo frente a mí.
— Tengo... unas cuantas preguntas —Dijo a lo que yo solo asentí nuevamente, no sabía a donde se había ido mi voz y mi valentía— ¿Quién... eres?
— ¿Quién soy? Ya te lo dije Zoe, vengo de esa colina, soy un monstruo.
— No, me refiero a... ¿Cómo... cómo te llamas? —Auch, eso dolió ¿Hasta ese punto piensas que te he mentido, niña? ¿Al punto en el que ni siquiera crees que ese sea mi nombre?
— Sans, me llamo Sans —Eso explicaba ciertamente porque dudabas de mencionarlo a cada rato.
— Eso es... un verdadero alivio —Dijo mientras suspiraba y colocaba una de sus manos en medio de su pecho— Siguiente pregunta ¿Cómo fue que un monstruo llegó aquí? ¿No se supone que su líder les tiene prohibido el estar aquí, el convivir con nosotros los humanos?
— ¿Nuestro líder? Imagino que hablas del rey Asgore.
— ¿Rey? ¡Oh, ya veo! aun trabajan con eso, es muy antiguo.
— Sí, pero, seguimos prefiriendo eso a un "presidente" como ustedes le llaman —Respondí, mientras sujetaba con un poco más de fuerza la taza entre mis manos, aunque, el hecho de que preguntara esas cosas... que preguntara sobre mí sin juzgarme, me hacía sentir un poco más calmado— El rey Asgore no nos prohíbe venir aquí, más bien han sido los propios pueblerinos los que han decidido no venir, todos piensan que es una orden del rey pero en realidad, Asgore nunca hizo tal cosa.
— ¿Y por qué no quieren venir?
— Miedo —Nuevamente silencio en el lugar, ella se encontraba pensativa ¿Asustada? No lo creo pero, siempre podía ser una opción— No tuvimos buenas experiencias con los humanos hace muchos años y nada les garantiza que las cosas vayan a ser diferentes ahora.
— Entiendo... Sans ¿Puedo pedir una cosa más? —Preguntó mientras volvía a mirarme fijamente a los ojos con seriedad.
— Mientras pueda hacerlo, no hay problema pero, no prometo nada.
— ¿Puedes... dejarme ver como... como luces en verdad? —Preguntó, a lo que una sensación de pánico invadió mi cuerpo de nuevo, pero esta vez mucho peor que las anteriores, miles de reacciones de su parte ante verme venían a mi cabeza y ninguna era buena— Mientras estabas enojado yo... vi que cambiabas, una y otra vez, muy rápido, pero realmente no se diferenciaba nada. Yo... me gustaría verte en verdad, Sans —Y de un momento a otro...— ¿Sans? —Ya no estaba.
Había huido como un cobarde, había simplemente desaparecido ante sus ojos, aquella cosa que había prometido a mí mismo nunca usar frente de un humano, me había roto mi propia promesa. Ahora mismo había simplemente escapado al lugar más cercano del departamento de Zoe, el parque frente a éste, donde habíamos venido la primera vez que salimos juntos.
Aún era de noche, así que ni una sola alma se encontraba en ese parque, esporádicamente pasaba alguno que otro coche, lo sabía porque veía la luz, pero estando sentado sobre el césped, haciendo coronas de flores, ninguno podía verme. Mi teléfono celular por otra parte, no actuaba esporádicamente, más bien era un constante, vibraba sin parar a mi lado, habían pasado solo unos minutos pero ya la pantalla marcaba unas ocho llamadas perdidas, perdidas porque no me había dignado a contestar ninguna.
Entonces cesaron, ni una llamada más, me pareció extraño al principio, pero luego empezó a tener sentido. A mi espalda había comenzado a escuchar los pasos de alguien sobre el césped, ese alguien solo se sentó a mi lado sin decir nada, mientras una brisa helada comenzaba a golpear.
— ¿Cómo?
— Podía ver una pequeña luz azulada parpadear en una de las partes oscuras del parque desde la ventana del salón, aunque me asustaba decidí venir a ver si eras tú, luego seguí solo el sonido de la vibración descontrolada de tu celular —Dijo ella mientras reposaba su cabeza en mi hombro.
— Te hice un obsequio.
— Gracias, cariño —Respondió mientras la tomaba con cuidado entre sus manos y me miraba con una delicada sonrisa— Me encanta.
— Me alegra.
— ¿Sans...?
— ¿Si?
— ¿Por qué estás tan... receloso? —Preguntó, a lo que yo callé unos minutos.
— Estoy, asustado, es todo —Dije, para luego mirarla también. Ambos callamos unos segundos antes de retomar la conversación.
— ¿Tienes miedo... como tus amigos los monst-
— No, no esa clase de miedo —Interrumpí— No temo a que tú me hagas daño, es más bien... Temo que, me odies porque te he mentido, porque no soy como tú, porque soy... diferente.
— ...
— ...
— ¿Por qué no volvemos a casa y lo intentamos de nuevo? —Preguntó a lo que yo asentí.
Me coloqué de pie antes que ella, ayudándola a levantarse. Ella comenzó a buscar en su bolsillo algo, al encontrarlo lo sacó, eran las llaves de su apartamento y yo reí. Tenía una mejor idea, caminar hasta el edificio y luego subir por el elevador era un trabajo demasiado largo para mí, y soy un hueso demasiado flojo.
"¿No prefieres tomar un... atajo?" Pregunté a lo que ella me miró confundida "Solo ven aquí" Dije mientas me acercaba a ella y la abrazaba a mí, ella se tensó, mas no se reusó y en menos de lo que ella pudiera imaginar estábamos nuevamente en el salón de su hogar.
Simplemente no podía creerlo, al separarse de mí miraba hacia los lados, buscando un por qué, una razón y un cómo, pero obviamente no lo había, no era más que magia. Cuando finalmente aceptó que estábamos en su apartamento, me sonrió, su mirada parecía brillar, me miraba como si de un cantante famoso se tratara, como si yo fuera una estrella o algo demasiado grande para ser descrito con palabras. Ella no iba a rechazarme ¿cierto? Hueso tonto, dudaste del amor por un momento.
Yo le sonreí y guiñé uno de mis ojos, tranquilizarla un poco era lo único que estaba buscando en aquel momento. Ella me sonrió como siempre lo hacía y volvió a abrazarme, mas esta vez con mucha más fuerza de lo normal. ¿Qué ocurría? Ella subió su rostro sin soltarme, sólo para poder verme a la cara, me sonrió nuevamente y yo de vuelta.
"Estoy lista... para conocerte de nuevo" Dijo y en ese momento fue cuando aquel abrazo tenía sentido. ¿Es acaso esta tu técnica para que no escape de nuevo?
Reí por lo bajo al pensar de ese modo, ella me miró confundida, después de todo ella aun no sabía lo tierna que me parecía cuando se ponía berrinchuda, como sea, solo cerré mis ojos durante unos minutos y le asentí "Solo no te asustes demasiado, esto puede ser un poco fuerte para ti" le susurré lo suficientemente alto como para que pudiera escucharme.
Ella asintió sin soltarse de mi torso y entonces sucedió. Aquel pequeño resplandor que emergía de mí cada vez que me liberaba de aquella ilusión se hizo presente, haciendo que Zoe cerrara sus ojos con fuerza, yo por otra parte, estaba acostumbrado. Al volverme completamente un esqueleto de nuevo, los papeles habían cambiado, ahora era yo el que tenía que subir solo unos escasos centímetro mi mirada para verla.
Al abrir sus ojos, estos no podían creer lo que veían, lentamente deshizo nuestro abrazo mientras me miraba de pies a cabeza. Estuvo de esa forma un par de minutos hasta que se detuvo viendo mi rostro, poso su mano derecha en lo que debería ser mi mejilla y la acarició con su pulgar. Luego recorrió con ayuda de sus dedos el resto de mi rostro, lo delineaba y acariciaba a veces, mientras una delicada y sutil sonrisa adornaba su cara.
Su acto no me molestaba pero, ella no había soltado palabra alguna y eso comenzaba a ponerme nervioso, además de que el hecho de que me mirase con esos ojos y esa sonrisa me hacían pensar en lo muy hermosa que siempre solía ser, en la deslumbrante humana de la que me había enamorado, de la que me sentía orgulloso.
Eso solo ocasionaba que poco a poco mi rostro se tornada de aquel celeste tan común en mí cuando estaba de esta forma, ella por un segundo retiró su mano, pero luego rio, lo sabía, sabía que había hecho que me sonrojase. Aunque me hubiera quejado un montón de veces de mi forma humana y la enorme cantidad de emociones que un rostro con músculos puede expresar, como esqueleto al final había sido más difícil ocultarle lo que siento, después de todo, los monstruos nacemos del amor.
— Eres un... esqueleto —Dijo.
— Así es... Zoe yo...
— No, no digas nada, tonto —Respondió mientras reía un poco, pero algo no parecía encajar del todo, si ella reía ¿Por qué estaba llorando?
— Zoe yo... en serio lo siento, cariño no llores, por favor ¿sí? —Dije mientras le tomaba del rostro e intentaba desesperadamente limpiar aquellos pequeños hilos de agua que corrían por sus mejillas— Lo siento, sé que fui un imbécil al ocultarte la verdad pero, no quería hacerte daño y mira lo que paso, ahora estas llorando por mi cul-
— Solo estoy muy feliz, es todo —Comentó mientras sujetaba mis manos que aún estaban en su rostro y las acercaba a sus labios, dejando un pequeño pero perceptible beso en ellas.
— ¿Feliz?
— Así es... de poder al fin, realmente conocerte.
— ¡Oh vamos Zoe, no es para tanto! —Reí un poco nervioso para luego sonreírle.
Entonces ocurrió, ya había visto esa mirada antes. Ella liberó mis manos y con ayuda de las suyas tomo mi rostro sonriendo ampliamente, sabía lo que diría y eso me hacía realmente feliz, tanto, que incluso sentía mi alma saltar entre mis costillas, dentro de poco si seguía así comenzaría a brillar y como se supone que le explicaría eso a ella.
— Esa es la sonrisa de mi huesito bromista — Dijo a lo que yo solo atiné a sonreír más— Si que eres tú, Sans.
— Claro que soy yo ¿A quién esperabas, preciosa? ¿Algún príncipe azul? —Pregunté, intentando jugarle una broma.
— ¿Príncipe azul? Pues, ese papel te queda muy bien, señor sonrojado —Pero no salió como esperaba.
— ¿No te... asusta? —Dije, luego de unos minutos de silencio tras su comentario.
— ¿Qué cosa?
— Yo.
Ella solo se acercó aún más a mí, colocó su frente contra la mía, podía oír su respiración e incluso imaginar cómo su alma se encontraría latiendo en este momento ¿Estará tan acelerada como la mía? Ella cerró sus ojos y en un pequeño y delicado susurro dijo.
"Sans, con o sin piel, para mi sigues siendo una gran persona, mi huesito de la risa"
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