OUTSIDE - VI

Su mirada se encontraba clavada en la mía, ella estaba confundida y yo por otra parte, vuelto un manojo de nervios. No sabía cómo empezar, no sabía cómo se lo tomaría, pero, a pesar de todos los pros y contras que pudiera tener... estaba decidido a continuar con esto. Zoe en poco tiempo se había vuelto una persona extremadamente especial para mí, y aunque me prometí a mí mismo que no me metería en asuntos humanos, que no me metería en sus vidas o en sus caminos, lo había hecho y peor aún, había dejado que una humana se metiera en mi vida, y muy dentro de ella.

Ella esperaba que las palabras salieran de mi boca, después de todo yo había sido el que la había interrumpido, pero, estaba demasiado nervioso, debía calmarme primero. Retire mis manos que descansaban en sus hombros y me aleje un poco de ella, mas no tanto, no podía hacerlo, o dejaría de sentir dentro de mi alma el confort y tranquilidad que ella podía brindarme.

— Zoe... hay algo excesivamente importante que tengo que decirte —Dije, ella me miro con una mezcla entre confusión y emoción.

— De acuerdo, dime —Respondió con una de sus características y deslumbrantes sonrisas. Podía sentir su pequeña alma humana brillar en su interior, sus ojos se habían vuelto más verdes y hermosos pero, esto en vez de hacerme sentir feliz estaba doliéndome, siento que si algo sale mal... El peso de haber apagado el brillo de tu alma será demasiado para mis hombros. Pero, no tenía otras opciones, si esperaba más tiempo sería peor, como me hubiera gustado conocerte en otras circunstancias, en unas donde yo fuera mejor de lo que soy ahora.

— Zoe, yo... no soy lo que crees, no soy como tú crees yo... en realidad soy un mon-

"¿Qué diablos es ese ruido?" Pensé. Un insoportable pitido de un momento a otro había comenzado a sonar y provenía de... ¿Su bolso de mano? ¿Era eso su celular? Ya veo, como dicen los humanos "Salvado por el timbrar del móvil" ¿Qué? ¿Qué no es así el refrán?

Su rostro cambió de felicidad extrema a enojo total, frunció su ceño por unos segundos y suspiró sonoramente. Metió una de sus manos en el agujero negro que las mujeres llaman bolso, mientras intentaba conseguir su teléfono celular. Éste, no paraba de sonar y sonar, la situación se estaba volviendo un poco rara y graciosa a la vez.

"¡Deja ya de sonar, maldito aparato! ¡Aja! Te tengo, engendro del averno ¿Quién es? ¿Jule? Voy a matarlo si no es algo importante, voy-a-matarlo" Decía hablando con ella misma, como si yo no estuviera ahí, yo por otra parte no podía evitar sonreír y morder mi lengua para no reír en su cara ¿Cómo fue que llegamos a esto?

— Dame un segundo —Dijo mientras me miraba y contestaba la llamada de su celular.

— Sí, claro, no hay problema —Respondí hacia ella intentando ocultar mi sonrisa mientras asentía con mi cabeza.

"¿¡Que mierda quieres, Jule!?" Dijo ella, luego de haberme dado la espalda y bajado un poco el tono de su voz, pero, a quien vamos a engañar, yo había escuchado eso.

Sin poder evitarlo más comencé a reírme, ella se giró unos segundos para mirarme con los ojos entrecerrados, yo solo intente sonreírle como forma de disculpa. Con el paso de los minutos deje de reírme sobre el tema, mientras ella aún estaba al teléfono, aunque no podía negar que seguía pareciéndome una respuesta muy graciosa, obviamente estaba enojada y no se había molestado ni un segundo en ocultarlo.

La llamada de Jule por lo que podía entender iba sobre que ya era un poco tarde, él había llegado al bar, pero como Zoe estaba aquí conmigo, el local estaba cerrado y no sabía cómo entrar. Así que llamo a Zoe amablemente para preguntarle donde estaba y si estaba bien. Que atento. Pero, había salido mal su jugada y se había llevado un pequeño regaño.

— De acuerdo, adiós, nos vemos en un momento —Dijo para luego colgar la llamada y suspirar pesadamente dejando caer sus hombros — Sans ¿Podemos hablar de esto un poco más tarde?

— Claro, no hay problema —Respondí más calmado, no es que no quisiera contarle pero, me era bastante difícil saber cuál sería su reacción y a quién engaño, me asustaba el perderle para siempre.

— Debo ir a llevarle la llave a Jule ¿Por qué no aprovechas el momento y vas a casa para prepararte para el trabajo? Yo debo ir de volada y luego volver súper rápido —En su rostro aún se reflejaba una sonrisa pero, no era como las de siempre, esta era una sonrisa de resignación y eso no era propio de ella, así que ¿Por qué no darle una mano? aunque no fuera literalmente.

— Yo lo haré.

— ¿Qué?

— Yo lo haré, le llevaré la llave del bar a Jule y luego iré a casa —Dije, mientras tomaba las llaves que estaban en su mano, luego de que las sacara de uno de los bolsillos de su bolsa.

— Pero ¿No te será demasiado cansado?

— ¿De qué hablas? Prácticamente puedo llegar a casa en un parpadeo luego de dejar la llave, me sé muchos atajos —Respondí guiñándole un ojo, y ella solo rio, aceptando mi oferta.

— Si tú lo dices comediante, no tengo más opciones que creer en ti.

— Así es.

— Entonces ve, Jule dijo que me esperaría en la puerta delantera del local —Dijo sonriéndome al igual que siempre, de una forma dulce y magnifica.

— Iré entonces... Nos vemos en un rato, linda.

— De acuerdo...

— Adiós... —Dije, para luego darme la vuelta y comenzar a bajar los pequeños escalones que daban paso a la puerta del edificio donde ella vivía.

Cuando había bajado solo dos, me decidí a despedirme como era debido ¿no? A la forma humana. Me giré de nuevo volviendo a verla, ella estaba confundida por mi acción, me acerque nuevamente a donde ella estaba y deposite un rápido beso en su mejilla, ella me miraba con una tierna sonrisa, pero por otra parte yo sentía una opresión en mi pecho, mi cara ardiendo, las mismas emociones que cuando nos habíamos besado minutos antes y muchas otras cosas más.

Me di la vuelta rápidamente y comencé a bajar de nuevo los escalones. "Nos vemos" le grité cuando ya iba por la esquina, sabía que ella seguía viéndome, sentía su mirada taladrar mi espalda. Paso tras paso, el palpitar de mi alma había vuelto a la normalidad y ya me faltaba poco para llegar al bar así que pensando que Jule estaría desesperado aceleré el paso.

Al llegar no pude encontrarme con otra escena más que la de Jule hablando con Henry, su pareja. Esto sería incómodo. Camine hacia ellos en silencio para poder escuchar si hablaban de algo importante, al darme cuenta que no hablaban más que del clima cambiando, aceleré el paso llegando justo frente a ellos.

— ¡Heya! —Salude mientras sacaba del bolsillo de mi sudadera la llave para Jule.

— Hola Copito llegaste tempr- ¿Esa es la llave de la puerta?

— Si, le ofrecí a Zoe traértela, pero debo irme luego de hacerlo, así que, te debo la ayuda para ordenar la barra hoy —Dije mientras llevaba mi otra mano libre detrás de mí cuello, sabía lo que venía ahora.

— Déjame ver si entendí... Zoe, nuestra Zoe, te pidió que me trajeras la lla-

— No, yo me ofrecí a traerla.

— Bien, tu, te ofreciste traerme la llave que obviamente Zoe tenía o en su casa, o en su bolso. Preferiblemente en su casa... Lo que significa que... Estabas con Zoe en su apartamento, porque están saliendo ¿cierto?

— ...—

— ¡Di algo, grandísimo vago! —Era la primera vez que veía a Jule realmente emocionado e interesado por algo, aunque bueno, después de todo tenía sentido, Jule y Zoe eran casi mejores "amigas".

— Espero que nunca planees dedicarte a ser detective, se te da fatal, chico —Y entonces por fin su pareja hizo sonido alguno, había dejado escapar una pequeña risa por mi comentario.

— Niégalo todo lo que quieras, Sans. Ya te descubrí —Dijo mientras arrebataba las llaves de mis manos y empezaba a abrir la puerta.

— Como digas —Respondí mientras me encogía de hombros restándole importancia— Nos vemos en un rato, Jule. Adiós Henry —El último solo me sonrió al decir su nombre y luego de haberle extendido mi puño, él lo golpeo muy suavemente con el suyo, como forma de despedida.

Después de eso no pude hacer más que volver a casa, camine tranquilamente hacia el pie de la montaña, lo bueno, era que a estas horas de la tarde, nadie pasaba por allí, así que podía ser todo lo despreocupado que quisiera. Después de colarme un poco entre los árboles, tome uno de mis clásicos atajos a mi habitación, sin pensarlo demasiado volví a mi esquelética forma habitual y entre al baño para tomar una ducha, la necesitaba, al igual que ropa limpia.

Me encontraba vistiéndome tranquilamente luego de bañarme cuando el sonido de mi teléfono me había sacado de mis pensamientos, un mensaje de texto ¿Quién será? Zoe...

"Tal y como tú dices "¡Heya!", solo te escribía para decirte que gracias por acompañarme hoy, por la flor, por llevarle la llave a Jule, por todo... puede que a veces no seas tan vago. Como recompensa, de camino al bar pase por el supermercado y te compré una botella de kétchup. Además de que si quieres puedes llegar un poco más tarde.

Te advertiría sobre no faltar, pero que tenga la kétchup te atraerá a mí, es como un regalo y un secuestro a la vez"

Es demasiado lista, y eso me preocupa. Una sonrisa aún más amplia de la que solía tener se había formado en mi rostro y yo sabía por qué, iba a irme directo al trabajo pero, ya que me había dado unos minutos de más ¿Por qué no bajar y hablar un poco con Paps? seguro debe extrañarme un poco.

Al llegar al piso de abajo no lo encontré en el sillón viendo el programa de Mettaton que tanto le gustaba ver, entonces fui hasta la cocina y ¡bingo! Estaba haciendo un espagueti, justo lo que necesitaba, un poco de comida para subir mis niveles de magia. Me acerque hasta el mesón y me senté en una de las sillas frente a éste.

— Sup, bro —Dije, haciendo que éste dejara de refunfuñar a su olla de espagueti y me mirara.

— ¡Wowie! Hola, hermano ¿Cuánto tiempo llevas ahí? No te oí llegar —Respondió con una inocente sonrisa.

— Quizá sea porque no tenemos orejas.

— ¡SANS!

— De acuerdo, de acuerdo —Dije riendo mientras él me miraba con severidad. Amaba a mi hermano pero, también amaba hacerlo enojar.

— Hermano...

— ¿Si, Paps? ¿Qué sucede? —Pregunté.

— Te noto diferente, bueno, no a ti, sigues siendo igual de molesto pero, tu alma se ve rara.

— ¿Mi... alma? Que extraño no me ha pasado nada rar- —Entonces lo recordé, pudo haber sido por culpa de lo que paso esta mañana con ella, con Zoe. Ese beso... —Te contaré luego algo importante, ahora... debo ir al trabajo

— ¡Sans, no me dejes con la intriga! ¡SANS!

— Lo siento, bro. La jefa no perdona —Dije mientras me levantaba de aquella silla, tenía que irme rápido antes de que hiciera más preguntas, al diablo el comer algo antes de irme.

— Tu jefa es señorita ojos de conejo, ella te perdona lo que sea —Respondió él mientras dejaba el cucharon en la olla y sacaba del refrigerador una bolsa de papel con lo que seguramente era sándwich de espagueti.

— Ella es bastante... estricta y regañona —Tomé aquella bolsa mientras le guiñaba un ojo, para volverme humano de nuevo. Él me miró extrañado por unos segundos, para luego sonreírme y yo de vuelta. Después de todo "esta sonrisa era la de su hermano" ¿no?

Sin esperar más, me despedí de él y en menos de los que dices Hotdog ya me encontraba en el pie de aquella montaña, realizando la misma rutina de cada noche, con la excepción de que hoy podría llegar un poco más tarde. Camine con tranquilidad hacia el bar, debía saborear el resto de los minutos de paz que tenía, mientras tanto, decidí ponerme a pensar un poco en cómo estaba siendo mi vida.

El único monstruo en esta ciudad, mintiendo a sus amigos monstruos y humanos, mintiendo a su rey, a su reina, y hasta al alma que lo había hecho sentir vivo de verdad después de un mucho tiempo. Había tenido la oportunidad de decirle todo pero, a pesar de eso me había colocado tan nervioso que empecé a dudar en si contarle la verdad o no.

"¿Realmente no quiero hacerlo para que su mirar no se apague, o no quiero hacerlo para que su mirar no se apague cuando me vea a mí?" Dije para mí mismo mientras daba los últimos pasos antes de llegar a BlueMoon.

Vi la hora en mi celular, en estos momentos el local debe estar hasta reventar, entrar por la puerta de adelante es llamar la atención, así que... decidí que entrar por la que se encontraba en el callejón era mejor. Justo cuando me detuve frente al callejón llame a Robert para que me abriera la puerta, él era el único que podía ahora mismo darse el lujo de dejar su puesto de trabajo por unos minutos. Éste me dijo que no había problema y cortó. Mientras esperaba hasta que él llegará a abrirme me adentré más en el callejón, parándome frente a la puerta, pero entonces fue cuando vi a lo lejos como un humano bastante familiar pasaba por la acera de la calle. ¿Pero dónde lo he visto antes?

Iba a dirigirme hacia él cuando la puerta frente a mí se abrió, haciéndome girar la vista involuntariamente viendo a un Robert sonriente, luego volví a girarme para ver a ese hombre de nuevo pero, ya no estaba, eso era muy raro. Sin más preámbulos entré al local y fui a cambiarme.

El resto de la noche paso tranquila, poco más de lo mismo como suelo decir, pero, había algo, había alguien que no dejaba de llamar mi atención. Un humano que incluso se había acercado a la barra a pedirme un trago ese día, era de tez blanca, con ojos ojerosos y pequeños, de cabello castaño al igual que su mirar, llevaba lo que parecía ser rastro de una barba afeitada y su mirada se veía agotada, parecía enfermo. Éste llevaba una chaqueta en su mano y unos pantalones negros, además de una camisa del mismo color. Pero, era la tela de su pantalón y chaqueta lo que no dejaban de llamar mi atención.

Ese hombre humano, por alguna razón no dejó de mirar a Zoe durante toda la noche, incluso al darse cuenta de que lo había atrapado mientras le miraba el trasero me sonrió descaradamente, humano asqueroso. Personas como tú deberían arder en el inf-... el mundo no los necesita. Aquel extraño enojo que me había ocasionado el solo verlo en la barra, logró incrementarse cuando lo vi sonriéndome de esa forma.

Por otra parte Jule había notado que no podía dejar de mirarlo, y me había susurrado algo al oído para tranquilizarme ¿Cómo había notado que quería golpearlo? ¿Soy tan obvio? Pensé que tenía controlado lo de las expresiones en mi rostro.

Al fin después de mucho tiempo, mis minutos de descanso habían llegado, el volumen de personas en el bar había bajado pero, cuando salí de detrás la barra y comencé a buscar a ese imbécil con la mirada, no podía encontrarlo. De la nada aparecieron un montón de jóvenes humanos que con suerte cumplían la restricción de edad para estar ahí. Pasaron como si fueran una manada de lobos frente a mí. Solo debía esperar a que cruzaran, era algo normal que sucediera ese tipo de cosas aquí.

Pero, lo que realmente ocasionó que un escalofrío recorriera mi columna, fue el haber notado eso con solo el refilo de mi mirada. Gracias a los pequeños espacios de visión que habían dejado esos jovencitos hacia el camino frente a mí, pude ver lo que había esperado tanto para encontrar, aquel logo, el logo que diferenciaba a aquellos humanos que nos cazaban en el bosque.

Como pude me hice camino lo más rápido posible entre ellos, pero, para cuando había logrado cruzarlos... ya no había nadie. Y solo me encontraba frente a la puerta de salida del local. Tome la barra de acero que había en la puerta, la abrí y salí del lugar, miré a ambos lados de la calle, pero estaba desértico. No había ni un alma allí.

Entonces sentí una mano en mi hombro, por instinto me giré dando un paso hacia atrás, pero a diferencia de lo que creía que vería, se encontraba una mirada verdosa confundida. Zoe se encontraba con una mano extendida en el aire y en la otra, la bandeja con la que solía llevar los cocteles.

— ¿Pasa algo, Sans? —Preguntó confundida por mi reacción.

— No... yo solo... creo que estoy alucinando cosas, heh —Dije mientras le sonreía y me acercaba a ella de nuevo, sin dejar de mirar a los lados, buscando tan solo una sombra que me diera una pista.

— ¿Volvemos adentro?

— Sí, creo que es... lo mejor.

Zoe se giró sobre sus talones y comenzó a caminar hacia adentro del local, mientras yo le seguía. Ambos fuimos directamente a la habitación donde solíamos descansar, ella deshizo la coleta que llevaba en su cabello, para luego volver a atarlo, mientras por otra parte, yo me sentaba en uno de los sillones. Colocando mis piernas abiertas y mi cuerpo hacia adelante, sujetaba mi cabeza a la altura de mi cien, estaba pensando en miles de cosas al mismo tiempo, tanto que hasta mi cabeza poco a poco comenzaba a doler.

No dejaba de pensar a dónde podía haber ido, siempre había querido que uno de esos humanos llegara al bar pero, por alguna razón ahora odiaba que lo hubieran hecho. ¿Acaso me miraba de esa forma porque sabía que yo era un monstruo? ¿Acaso me había seguido hasta aquí? ¿Por eso miraba a Zoe de esa forma? ¡Mierda, ahora ella estaba en problemas por mi culpa! Pero, ellos no serían capaces de hacerles daño a su propia raza ¿Cierto? ¿¡Cierto!?.

De un momento a otro sentí un peso a mi lado izquierdo en el sillón, rápidamente me enderecé en mi lugar, girando mi vista hacia allí, sabía que era Zoe, incluso antes de que ella se sentara a mi lado yo sabía que ella estaba en la habitación conmigo pero, por alguna razón todo me ponía de los nervios, todo me ocasionaba un respingo, un susto, un pequeño frenar en mi alma que latía aceleradamente.

Ella se acercó más a mí y sujeto mi mano izquierda con suavidad, mientras me extendía un vaso de agua fría. Yo lo tomé de entre sus manos y le di un pequeño sorbo. No podía soltarme del confort de su agarre, parecía un niño pequeño escondiéndose tras las piernas de su padre, lo sabía, parecía un completo cobarde pero, después de todo si algo le pasaba a mi hermano, a cualquier habitante de esa colina, o incluso a los humanos de éste lugar por mi culpa. Nunca me lo perdonaría, nunca me perdonaría el perderlos... el perderla.

— Sans... Copito... Huesitos ¿estás bien? —Preguntó mientras suavemente acariciaba la comisura de mi mano con sus dedos. Huesitos, un apodo gracias a mis chistes.

— Estoy... bien.

— Estas bastante pálido ¿Estás seguro que estas bien? ¿Has estado comiendo todas tus comidas?

— Si —Dije sin desviar mi vista del agua restante en el vaso que sujetaba con mi mano derecha.

— Sans... estás comportándote muy extraño, tu mano está helada. Puede ser que se te haya bajado la presión o estés enfermo por el cambio del clima. Creo que lo mejor sería decirle a alguno de los chicos que te acompañe al hospit-

— No, no necesito a los chicos... necesito... —Respondí, mientras mi agarre hacia el vaso de cristal, era cada vez mayor— Necesito... encontrar a ese tipo... —Susurré.

— ¿Qué? —Preguntó al no haberme oído con claridad.

— Que te necesito a ti... te necesito a ti —Dije mientras subía mi mirada para verla, ella se veía preocupada, afligida. Al verla así me sentí fatal, yo no quería preocuparla pero, imagino que era lógico... si la persona que es importante para ti sufre, tu sufres.

— Sans, yo- —Y la abracé. Deje el vaso de cristal sobre una pequeña mesa de café frente a nosotros y la abracé. Ella no dijo nada y solo me correspondió, después de todo, si lo necesitaba... la necesitaba.

Permanecimos en esa postura durante unos minutos, necesitaba calmar un poco mis nervios, ahora mismo sentía que lo sabían todo. Se suponía que yo era el que había venido a buscar información, cuando en realidad había caído en su trampa como un ciervo estúpido. Había estado haciendo todo lo que ellos habían querido durante todo este tiempo y ni siquiera lo había notado, soy un completo inútil.

Poco a poco nuestro abrazo se había comenzado a deshacer, ella me miraba aún preocupada mientras yo por otra parte si me sentía mejor, aunque seguía pensativo. Ella se levantó del sillón y se asomó por la puerta que daba paso a aquel bar, entro nuevamente, cerró la puerta y volvió a mi lado.

— Casi no hay personas afuera, seguro es uno de esos días tranquilos —Dijo mientras me mostraba una sonrisa, pero podía verlo, no era una sonrisa sincera, ella solo intentaba calmarme... para poder calmarse ella misma.

— De acuerdo.

— Volveremos pronto a casa hoy ¿Si? Ya cambia esa cara ¿Está bien?

— De acuerdo.

— ¡Sans! —Se quejó.

— ¿...?

— ¿No me quieres? ¿es eso? ¿Estás así de raro por lo que paso esta mañana, verdad?

— De acuerd- —Yo, que durante todo este tiempo me había encontrado divagando en mis pensamientos desperté ante esa pregunta— ¡NO! Claro que no es por eso... ¿Qué pasa? —Pregunté confundido al verla reír un poco por mi respuesta.

— Sabía que esa pregunta te haría reaccionar. Tómate el tiempo que necesites, Copito ¿de acuerdo? Incluso puedes quedarte aquí mientras terminamos la jornada, por lo que se ve, no parecen ser mas de dos horas —Dijo, para luego depositar un dulce beso en mi mejilla e ir hacia la salida de la habitación, dejándome solo.

Pero, no podía darme el lujo de dejar que ese humano volviera y le hiciera algo a ninguno de los que estaban allá afuera, así que reuniendo todas mis fuerzas y el coraje que tenía, me levante del sillón. Alcé mi mirada hacia la puerta y tome camino hacia ella, sujete el pomo y salí de allí colocándome tras la barra de nuevo.

"Prometo ser muy cuidadoso, Papyrus. Espero estar haciendo lo correcto" Pensé.

Los segundos parecían horas y los minutos siglos, por más que miraba y miraba a todos lados no podía ver esa cara de nuevo, ni nadie que se me hiciera similar al humano aquel. Aunque eterna, el resto de la noche pasó rápidamente, y en menos de lo que pensaba, mi tortura termino. Zoe nos dio el día de mañana... bueno hoy, ya que el reloj ya marcaba las tres de la mañana, el punto es que nos dio el día libre, el bar no abriría esta noche, no sé si será por mi o porque está tan preocupada que... bueno, quién sabe por qué será.

Jule y Robert se adelantaron esa noche, mientras Zoe y yo terminábamos de ordenar un poco las sillas del lugar. Al terminar fui a la habitación a cambiarme, Zoe normalmente volvía a casa con el uniforme porque el bar quedaba solo a un par de cuadras de su apartamento. Ella dijo que me esperaría afuera mientras yo terminaba, tardé solo unos minutos, pero al salir de aquella habitación ella no estaba en ningún lugar del bar ¿Ella se refería a esperarme "afuera afuera"? ¿En la calle?

Fue entonces cuando con un trote acelerado llegue a la puerta que daba paso a la calle, los vidrios estaban polarizados, eso impedía la vista hacia adentro del local, no hacia afuera. Del otro lado de la puerta se veía como un hombre se acercaba a ella e intentaba sujetarla del brazo. Al abrir la puerta y encontrarme frente a frente con aquella escena no podía aceptarlo.

Ahí estaba él, el hombre de hace tan solo unas horas, aquel que me había mirado de esa forma y la había mirado a ella con esos ojos que... me hacían... querer atravesarlo justo por la mitad.

Ella forcejeaba con él mientras éste había logrado cogerla por uno de sus brazos, la atrajo hacia sí, colocando el brazo de ella justo a un costado de cuello de él y un poco por encima de su hombro ¿Él acaso quería que ella lo abrazase? Fue entonces cuando todo hizo cortocircuito en mi cabeza, no me importaron las apariencias, ni el que podía ella pensar de mí.

Cerré la puerta del local de un solo golpe, ocasionando el ruido suficiente para llamar su atención y me acerque un poco hacia ellos, sentía como poco a poco la ira comenzaba a carcomer de mi alma y como en mi ojo izquierdo sentía aquel pequeño pero reconfortante calor que daba la bienvenida a mi verdadera magia. Aquella que no era usada para una simple ilusión.

"Tú, realmente... vas a pasar un mal rato por esto, colega" Dije mientras me detenía frente a ellos.

Sentía como por alguna razón, de a momentos, ellos a la lejanía se hacían altos y bajos, no entendía el porqué, pero tampoco me importaba. Fue entonces cuando el primer puñado de huesos se hizo presente sobre mí, apuntando en dirección hacia ellos, mi mirada se centró tanto en él, que aunque sabía que poco daño podía hacerle no me importaba, de uno en uno podría matarlo, aunque me tomara la eternidad.

Aquella parvada de huesos fue directamente disparados hacia él, gracias a la orden dada por mi mano, pero justo antes de impactar contra aquel humano, ella se movió. Colocó ambas manos sobre los hombros de él y con ayuda de su rodilla lo golpeo justo en medio de sus piernas. Éste con solo ese movimiento cayó al suelo abrazando con fuerza sus propias piernas. Estaba confundido ¿Qué acababa de suceder?

Aquellos huesos habían desaparecido en el acto luego de presenciar tal escena, Zoe, por otra parte, caminaba hacia mí, veía como ella de a momentos de hacia ligeramente más alta que yo y en otros volvía a su tamaño natural pero ¿Por qué?

— He sido durante años la mesera de un bar, la chica que sale sola a las tres de la mañana, la que se ha cruzado con hombres ebrios que intentan sobre pasarse o incluso drogados que intentan herirte. ¿Realmente pensaste que no sabría cómo manejarlo? —Preguntó mientras se detenía justo frente a mí con una sonrisa tierna y se acercaba para besar mi mejilla, luego se alejó y miró fijamente mis ojos— No creas que por mi tono de voz calmado no estoy sorprendida, al contrario, pienso que estoy serena porque no puedo creer lo que acabo de ver... lo que estoy viendo.

— Zoe... yo... —No sabía que decirle ni cómo empezar.

— Dos cosas, Sans. Primero... Espero que tengas una buena excusa para lo que acaba de suceder.

— Yo... juro que puedo explicarlo —Dije mientras intentaba calmarla, ella no se veía molesta mi mucho menos decepcionada de mi pero, yo sí que estaba asustado por lo que pudiera pensar, aun así no dejaba de cambiar ¿Qué estaba pasándome? Confundido, solo atine a buscar respuesta en mis propias manos, y vaya que había encontrado la respuesta. Estas no dejaban de cambiar, volviéndose piel humana y huesos, piel humana y huesos, una y otra vez. Cerré mis ojos unos segundos y respiré profundo. Tenía que calmarme, al volver a abrirlos había vuelto a mi humana normalidad.

— Y segundo... —Calló por un momento, para luego mirarme con una de sus sonrisas, esas que hacia cuando soltaba algún chiste pero ¿Por qué hacía una de esas ahora?

"Quiero que me digas, donde compraste ese lente de contacto en tu ojo izquierdo, el que cambia de color" Dijo, haciendo que yo también sonriera un poco. ¿Qué haría yo sin ti, humana? ¿Qué estuve haciendo todo este tiempo sin ti?

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