OURSIDE - II

Simplemente en mi cabeza no había una explicación lógica para aquella situación, ellos se encontraban simplemente viéndome con una combinación extraña en sus ojos, ambos sorprendidos, pero Papyrus con un particular temor a ser reñido mientras Zoe con una extraña felicidad. A nadie iba a engañar, mi alma había dado un giro al verla... fuera lo que fuera, hiciera lo que hiciera, ella seguía siendo la humana de la que me había enamorado y como había dicho antes, eso claramente no iba a cambiar.

Luego de mirarme en silencio por un par de minutos sin responder yo suspiré, ellos no iban a hablar tan fácilmente, estaba enojado de que Papyrus hubiera pasado mis advertencias sobre ella por alto pero, después de todo él me lo había dicho... él sencillamente no la sacaría de su corazón. No parecía estar armada, ni llevar aquel uniforme de los cazadores que vienen aquí, entonces ¿Qué se supone que hace en este lugar? Al ver que había bajado un poco la guardia mi hermano me sonrió pero no, no iban a ser las cosas como él creía.

— No.

— Pero hermano... ella...

— No Papyrus, he dicho qu- —Reafirme mientras lo miraba con severidad, siempre había sido muy complaciente con mi hermano porque me llena el alma el verlo feliz, pero hay cosas que simplemente no se pueden soportar y esto era peligroso e irresponsable de muchas maneras.

— Esta herida —Respondió él interrumpiéndome.

— Pues déjala donde las has encontr-

— Me alegra saber que estas bien... —Dijo ella y sentí como un escalofrío empezaba en mi columna vertebral y terminaba pasando por cada hueso de mi cuerpo.

Yo en ese momento no sabía que decirle, ella no podía quedarse aquí, no debía. Ella era peligrosa para nosotros... aunque Papyrus ya la había traído al pueblo, ya le había seguramente mostrado el camino de cómo llegar aquí y ahora mismo claramente algún humano de su equipo vendría a buscarla. Los minutos pasaban velozmente mientras los veía hablar sobre algo, Papyrus al parecer había notado que ella tenía graves heridas pero... ¿Cómo? ¿Por qué? ¿Vino aquí sola y los guardias reales la atacaron? Pero... ¿Cómo supieron que era una cazadora si no lleva el uniforme? ¿Por qué vino a plena luz del día, no era mejor venir sigilosamente en la noche? No tiene sentido.

Aunque odiara admitirlo el hecho de que estuviera aquí conmigo me hacía realmente feliz, me preocupaba sí... más de lo que incluso aparento pero, también me hacía muy feliz el poder tenerla conmigo de nuevo, aunque fuera por solo unos minutos. Volver a ver su rostro, las sonrisas que le regalaba a mi hermano de vez en cuando solo por el hecho de intentar curar sus lesiones, sus ojos cuando me miró al preguntar el porqué de que estuviera aquí. Sin embargo aunque odie admitirlo, no soy lo suficientemente cruel como dejarla ir si está herida... ¡Diablos! ¿Qué se supone que haga contigo, mi alma confundida?

— Solo primeros auxilios y la dejare en la ciudad, nada más que eso —Dije mientras me acercaba un poco más a ellos para mirar su pierna, esta parecía tener unos raspones bastante feos y por alguna razón por más que mi hermano limpiara el área no dejaba de sangrar levemente.

— Pero Sans, podríamos preguntar cómo llegó aquí ¿no crees? —La verdad, aquello me ocasionaba bastante curiosidad, aunque la respuesta estaba más que clara. Vino con ellos.

— La verdad, Paps... Eso a mí no me interesa, no me interesa como llegó ni como se ira. Solo me importa el hecho de que lo haga y ya —Dije mientras sujetaba con fuerza aquella flor que permanecía en mi mano guardada dentro del bolsillo de mi sudadera. Aquel pinchazo en mi alma había sido tan fuerte que incluso me sentí flaquear.

Ninguno dijo nada, yo miré su herida nuevamente y esta vez con ayuda de ambas manos pude verlo mejor, parecía haberse herido con algún tipo de garra o algo puntiagudo, la herida era un poco profunda pero, nada que un reposo bueno no pudiera curar. Mis manos poco a poco habían comenzado a temblar, me sentía impotente... si yo hubiera estado ahí cuando esto sucedió ella posiblemente no estaría herida, yo seguramente la habría salvado... aunque no lo mereciera.

Aquella pelea conmigo mismo en mi interior se estaba haciendo realmente difícil de sobrellevar, lo mejor era mantenerme lo más alejado posible de ella por el momento, no obstante no planeaba dejar a Papyrus solo con una cazadora. Me puse de pie y simplemente la miré con indiferencia, ella lo notó pues aquella pequeña sonrisa en su rostro con la que me veía había desaparecido.

"Dios... ¿Qué hice?" Pensé, suspiré muy disimuladamente porque la opresión en mi pecho estaba matándome, ya ni siquiera podía respirar con facilidad. Había matado su sonrisa con solo una mirada y ella ni se había quejado ¿Qué había pasado con la rebelde mesera de aquel bar?

Ella bajo la mirada hacía mi hermano y este le sonrió intentando hacerla sonreír como ya desde hace unos minutos llevaba haciendo pero, aquella vez no funcionó. Podía ver como con el paso de los segundos su alma comenzaba a dejar de brillar en su interior y yo me sentía simplemente morir. Camine hacía una pared que se encontraba un poco retirada de ellos y comencé a pensar... intentar sacar mis conclusiones sobre el porqué de Zoe estaba aquí.

Papyrus parecía susurrarle cosas como "Todo está bien" "¿Te duele acá?" "¿Crees que esto esté bien para ti?" "Realmente no sé cómo funcionan ustedes los humanos" y ella solo se limitaba a asentir, negar o encogerse de hombros, ni siquiera estaba hablando, tal parecía que Paps había notado eso también, este me miró con preocupación y por una fracción de segundo yo lo miré de la misma manera.

Él había sujetado su pierna y comenzado a vendarla cuando de un momento a otro ella había empezado a llorar, su herida parecía bastante imponente pero, no creo que lo suficiente como para el punto de hacerla romper en llanto. Tal vez era peor de lo que yo creía y en ese caso lo mejor sería llevarla a la ciudad de los humanos a uno de esos sitios que llaman "hospital".

Me acerque a ellos volviendo a inclinarme frente a ella y entonces me percate de su precaria situación, sus pantalones estaban rotos al igual su abrigo, las mangas de este se mantenían remangadas lo que me dejaba ver sus brazos... era como si se hubiera peleado con algún gato. Pero algo entre todo había llamado mi atención, su mano derecha, ella se encontraba llorando aún muy en silencio pero cubriendo su rostro, más lo más sensato en esas situaciones es que uses ambas manos para cubrir tu rostro... por su parte Zoe solo estaba usando su mano izquierda, la derecha permanecía reposada sobre el sillón sin siquiera moverla.

Con cuidado tomé su mano para ver que sucedía pero, con solo haberla rozado ella la alejó de mí y me miró con sus ojos llorosos. A pesar de que el verla llorar partida mi alma seguía viéndose tan hermosa que me fue simplemente imposible no sonreír un poco, ella lo notó y con mucha lentitud acerco su mano hacía mí, la tome y solo me basto un segundo para ver que estaba mal... ella tenía la muñeca fracturada.

— Zoe ¿Qué fue lo que paso? —Ella intento responder pero, no podía. Le era imposible el dejar de llorar y si no paraba no podía entender nada de lo que decía.

Ojitos de conejo... Ni siquiera yo logro entenderte. Ven, el gran Papyrus te dará algo que hará que tu alma vuelva a brillar un poco —Dijo Paps mientras se quitaba su bufanda y con ella abrigaba un poco más a Zoe. Luego de aquello ella parecía un poco confundida lo que le dio a él la facilidad para abrazarla— Si esto no funciona siempre podía preparar un poco de espagueti para ti.

— Oye niña... —Ella intentaba parar de llorar pero al parecer su alma aun no brillaba lo suficiente como para hacerla sentir mejor— Porqué mejor no dejamos esto en lo temporal y nos concentramos más en parar lo lagrimal ¿eh?

— ¡Sans! No es momentos para juegos de palabras, hueso desconsider- —Y ella dejo escapar luego de unos segundos una pequeña y corta risa, yo sonreí y Papyrus parecía un poco sorprendido... ella ama mis juegos de palabras, Paps.

— ¿Que fue exactamente lo que le paso a tu mano? —Pregunté.

— Esta lastimada —Dijo, a lo que yo la miré de una forma un tanto sarcástica.

— Eso ya lo sé, preciosa. Hablo de cómo te lastimaste.

¿¡Qué fue lo que dije!? El silencio se hizo presente en el lugar. Yo que no había dejado de ver a Zoe que aún era abrazada por mi hermano, notaba como poco a poco su rostro comenzaba a pintarse un ligero rosa, ella no se lo había visto venir... la verdad yo tampoco. Ni siquiera me preocuparía en ver el rostro de Papyrus, sabía que él estaría sonriéndome con esa mirada de "Lo sabía" y si lo veía comenzaría ponerme más nervioso de lo que ya estaba.

Deje con cuidado la mano de Zoe sobre el sillón de nuevo, para luego colocarme de pie sin decir nada más, me giré y comencé a subir al segundo piso. "Iré por una manta, si sigues así podría darte hipotermia o algo... cuando vuelva me dirás como llegaron aquí... ambos" Dije aun dándole la espalda, intentando esconder el sonrojo ya presente en mi rostro, caminé con calma a mi habitación y al entrar cerré la puerta tras de mí, me recosté contra ella y sonreí como no lo había hecho en semanas. Pequeña humana ¿Qué haré contigo?

Sinceramente odiaba y amaba esta situación, ella estaba aquí, conmigo de nuevo, aunque no de la manera que yo quisiera pero, estaba aquí y eso me alegraba. Más al mismo tiempo detestaba el hecho de que a pesar de que sé lo que realmente ella es yo aún no pueda dejar de sentir lo que siento en estos momentos, esta incontrolable felicidad y ganas de correr a abrazarla, de verla sonreír, incluso no pude soportar el haberla hecho llorar... porque sí, sé que fue mi culpa, tal vez fui un poco duro con ella y-... ¿De qué estoy hablando? ella es una cazadora... Ya me estoy confundiendo, a este paso voy a terminar volviéndome loco.

Después de algunos minutos de charla y discusión conmigo mismo decidí bajar y llevarle aquella manta a Zoe, antes de cualquier movimiento debía primero escuchar su versión de la historia o por lo menos el de cómo había llegado aquí. Como dije antes, ya estoy al tanto de lo que ella es en realidad así que sabré cuando está mintiendo. Al llegar al sillón ya ni ella ni mi hermano estaban allí...

— ¿Her-mano? —Dije mientras me acercaba al sillón y tomaba la bufanda que descansaba en aquel lugar vacío. ¿Qué había hecho? ¿Por qué los había dejado solos? ¿Qué había hecho ell-

— ¡Sans! Apresura el paso, hueso flojo —Escuche a mis espaldas, ocasionando que me girara y me encontrara con un Papyrus un tanto enojado y una Zoe riendo ante el comentario de este— ¿No ves que la señorita ojos de conejo pescara un resfriado?

— No tienes por qué preocuparte tanto, Papyrus —Dijo ella que se encontraba sentada en una de las sillas frente al mesón de la cocina, ella tenía una taza entre sus manos. Seguramente Papyrus decidió darle un poco del té que el rey Asgore le había enseñado a preparar.

Yo me acerque a Zoe con paso tranquilo, coloque la manta sobre sus hombros y con una voz dulce y casi melodiosa me agradeció, me dedicó una sonrisa y entonces sentí como mi alma volvía a dar un vuelco ¡Diablos, Sans! Concéntrate. Ellos me miraron expectantes mientras me sentaba junto a ella en otra silla, Papyrus por otro lado se encontraba de pie tras el mesón viéndonos con sumo interés.

— Bien, primero que nada ¿Cómo llegaron aquí? —Pregunté y ellos solo se miraron el uno al otro, ella sonrió un poco y mi hermano no pudo evitar erguirse aún más, justo como solía hacer cada vez que realizaba según él, una gran hazaña— ¿No dirán nada? —Y ella solo alcanzó a susurrarle un "gracias" a mi hermano.

— No tienes por qué agradecerme, humana... aunque ya es la quinta vez que lo haces. Yo, el gran Papyrus te traje porque necesitabas ayuda.

— Pudiste haberme solo dejado ahí.

— Estabas herida y llorando... nunca dejaría a un amigo solo en esas condiciones, sin importar lo que Sans diga de ti —Y ella por un segundo lo miró confundida.

— ¿De qué diablos están hablando? —Pregunté, no lograba entender nada y eso me estaba colocando un poco de mal humor— ¿Alguno va a decir algo que yo pueda entender o planean seguir habland-

— Comenzaré por el principio ¿de acuerdo? —Dijo ella mientras me sonreía y colocaba una de sus manos sobre la mía, haciendo que me calmara en solo un instante.

Ella comenzó tranquilamente a relatar la historia, al principio me costó creer y asimilar la situación... yo realmente no me esperaba eso de ella pero, aun así había muchas cosas que no encajaban ¿Tanto problema solo por eso? No me malentiendan, no menos precio sus actos me pareció muy valiente pero... mejor dejo que juzguen ustedes mismos.

. . .

Habían pasado un par de días desde que sencillamente había desparecido de la vida de Zoe, ella al principio creyó que había sido una emergencia con Paps, y que debía irme pero... cuando la siguiente noche no me había presentado al trabajo comenzó a preocuparse. Los días pasaban y yo no daba señal de vida en sus días lo que la hizo pensar lo peor. Claramente yo había vuelto a la montaña pero, ella no sabía bajo qué condiciones había vuelto, ni porque.

Los días se volvieron semanas y todo en su vida se había tornado gris... no solo para ella sino también para aquellos humanos que trabajaban en el bar, el simple hecho de que yo hubiera hecho "Puf" y desaparecido, los llenaba de angustia.

"Él está bien, Zoe. No te preocupes" Le decían, pero ella sabía que en esa montaña poco se podía esperar.

Aquel día, Zoe había decidido acudir a su arma secreta o como a ella le gustaba llamarlo "Papá". Había tomado su teléfono, estaba decidida a hablarle más sobre aquel esqueleto que en un principio había presentado como amigo ante su padre, hablarle de mí. Él para esas estancias ya conocía sobre mi extraña desaparición pero, a diferencia de Zoe no se había quedado de brazos cruzados llorando en su departamento... eso no tendría mucho sentido para el padre de ella ya que nosotros no hemos tenido una relación cercana y- como sea.

Lo que Zoe no esperaba es que en ese mismísimo instante su teléfono comenzará a sonar, dando pasó a la llamada de aquel hombre al cual ella planeaba en un primer momento acudir.

— ¿Bueno? —Dijo ella mientras sorbía por su nariz, había estado llorando toda la mañana y los días anteriores.

— ¿Cariño? ¿Estás bien, mi vida? —Preguntó aquel hombre con voz dulce tras el teléfono.

— No... —Respondió mientras hacía un pequeño puchero... aunque el contrario no pudiera verlo.

— Si... lo veía venir pero, adivina quién es un gran padre y te trae magnificas noticias, mi sol.

— ¿Tu?

— Si... aunque me duele un poco que lo hayas dudado, no te voy a mentir —Dijo, haciendo que ella riera un poco. Había querido durante un buen rato subirle el ánimo y lo había logrado de alguna manera.

— Lo siento, capitán —Respondió y él también rio. Ambos callaron por un tiempo hasta que él decidió romper el hielo con lo que para Zoe sería la campana de salida para hacer una locura.

— Uno de los chicos lo vio en el bosque hace unos días. Se encontraron en mal momento pero, supo cómo afrontarlo, se escondieron en unos arbustos juntos, mientras el peligro pasaba de largo.

"Él está bien... está con vida" Pensó mientras dejaba escapar un suspiro de alivio.

Poco más duró aquella conversación, ya que Zoe tenía cosas que planear. Una aventura como esa no se realiza de un día para otro... ¿o sí? Aquella noche ella simplemente no logró pegar un ojo, no podía dormir sabiendo que el esqueleto que ella amaba estaba bien pero ¿Por qué yo no había ido a verla?

A la mañana siguiente inició su rutina como siempre pero, con la diferencia de que ese día no iría al mercado o al bar. Tomo un buen desayuno ya que no sabía cuándo volvería a comer algo, con las llaves de su departamento y teléfono en su bolsillo se colocó un abrigo y salió con dirección a aquella montaña. Estaba decidida a encontrarme fuera a como dé lugar, incluso si algún monstruo la hería por pensar que ella venía a hacerles daño... ella me encontraría.

. . .

— ¿Estas intentando decirme que llegaste aquí... tú sola, en medio del invierno? —Pregunté un poco exaltado por aquel relato.

— Así es... tenía que encontrarte, estaba muy preocupada copito —Dijo ella mientras colocaba con cuidado una de sus manos en mi mejilla y yo la veía con culpa... su mano estaba helada.

¿Copito?

— Ay no...

— ¿Quién es copito? —Preguntó.

— Tu hermano, Papyrus. Es un apodo bonito que le hicimos en el bar —Le respondió ella sonriendo, mientras yo simplemente comenzaba a avergonzarme.

— Zoe no frente a Paps —Susurré mientras bajaba la mirada.

— ¿Por qu-

— Hermano ¿Puedo decirte copito también?

— ¡No, definitivamente tú no puedes decirme así!

— De acuerdo, de acuerdo —Él miró a Zoe la cual había reído un poco por mi reacción, entendió el porqué de mi respuesta y rio también. Me retracto, ya no los quiero juntos— ... —Callé unos segundos— Pero, aun no me dices como se encontraron tú y Paps —Por alguna razón que desconocía me encontraba más calmado.

— Claro, déjame continuar.

— Te traeré más té, ojos de conejo.

— De acuerdo Papyrus —Le sonrió mientras seguía contándome la historia. Su encuentro había terminado siendo un poco raro pero, nada que el destino no tuviera premeditado ya.

. . .

Aquel día había transcurrido de una forma muy larga para ella, todo el día simplemente había estado subiendo aquella montaña que aunque no era empinada si lograba cansar a cualquiera, pero no estaba en sus planes rendirse. Ella iba a dar con mi paradero, si uno de los soldados de su padre me había visto, entonces yo estaba bien.

Continuó y continuó subiendo, la noche había llegado y pronto comenzaría a nevar, o eso creía ella. Hasta ahora no se había topado con nadie... ni con nada y eso de alguna forma la hacía sentir aliviada y al mismo tiempo desanimada, aquello significaba que aún faltaba mucho más. Cuando salió de casa nunca pensó que el viaje fuera tan largo y en ese momento era cuando se daba cuenta de que no había venido del todo preparada... Muy inteligente de tu parte ¿No es así preciosa?

Los copos de nieve, y no hablo de mí, no se hicieron esperar. En menos de lo que ella había estimado una pequeña tormenta daba comiendo, sin saber realmente que hacer intento buscar un lugar para refugiarse. Luego de rápidamente deambular por los alrededores, encontró un lugar bastante seguro pero, poco cálido y su abrigo no estaba para aquellas condiciones, aunque era mejor eso que nada.

Los minutos comenzaban a pasar y ella realmente sentía que no estaba avanzando, se sentía fracasar, estaba a punto de quedarse dormida cuando escuchó unas voces, estas poseían un acento bastante raro y no lograba ver quiénes eran a la lejanía.

"¿Humanos? ¿Monstruos?" Realmente ella no lo sabía con exactitud, pero no tardaría en averiguarlo.

Ellos se acercaban a paso lento hacía ella pero, al verla simplemente comenzaron a correr... eso no era buena señal. Cuando estuvieron lo suficientemente cerca pudo verlos mejor. Eran altos, robustos y poseían unas extrañas lanzas pero, no podía ver sus rostros ya que estaban cubiertos por armaduras de acero ¿Quién usa armaduras de acero en el siglo veintiuno? Solo alguien que no es del siglo veintiuno.

Al notar que aquellos eran un par de monstruos que la habían confundido simplemente comenzó a correr, gracias a la pequeña nevada no lograba ver con claridad el por donde caminaba o hacia donde se dirigía, a lo lejos logró divisar ¿una casa? Que en realidad había terminado siendo una cueva. Entró en ella corriendo pero, no noto que dentro de esta había un enorme agujero en el suelo. Lo que ocasionó que el muy cliché se repitiera de nuevo, con algunas extrañas alteraciones, en esta ocasión aquella que caía no era una niña y tenía un mínimo de conciencia de cómo tratar con algo así.

Su caída no había comenzado demasiado lejos de las paredes que aquel extraño agujero en el suelo que parecía ser infinito y recubierto de raíces que mostraban no ser afectadas por el frio. Fue entonces cuando con ayuda de su fuerza de voluntad se aferró a una de ellas, quedando colgada. Con el paso de los minutos la adrenalina en su cuerpo en vez de disminuir acedia, ella sabía que una raíz tan delgada no aguantaría su peso, por lo que comenzó a poco a poco acercarse más a otras de ellas, tomando varías.

Aunque para su mala suerte no todas eran raíces lisas, algunas tenían espinas, lo que ocasiono que inconscientemente hiriera su pierna. Duró en esa posición horas, sabía que si gritaba para pedir ayuda aquellos monstruos solo ayudarían a que su caída se realizara pero, también sabía que tarde o temprano caería y no viviría para contarlo ¿cierto?

. . .

— Pero... eso sucedió anoche ¿no es así? —Pregunté a lo que ella asintió mientras continuaba jugando con los dedos de mis manos, por alguna razón ella no parecía querer romper el contacto físico conmigo ¿También me extrañaste, cariño?— ¿Entonces como lograste subir?

— Yo la ayude a subir —Dijo mi hermano.

— Si pero tu saliste a caminar esta mañana... ¿Intentan decirme que Zoe estuvo colgando de ahí toda la noche? —Y ella asintió nuevamente con una sonrisa mientras poco a poco sus heridas comenzaban a tener sentido— Eso explica el esguince de tu muñeca y las heridas en tu pierna

— ¿Tú también puedes hacer eso? —Preguntó a lo que yo la miré confundido.

— ¿Hacer qué?

— Muéstrale, Papyrus —Dijo emocionada. De un momento a otro Zoe se encontraba levitando levemente sobre su asiento.

— Magia azul —Dije sonriendo, ella se veía muy hermosa cuando se emocionaba por algo así.

— ¿Magia qué?

— Es magia azul, humana. Maneja la gravedad —Respondió Papyrus.

— Así es, hace que tu gravedad pueda ser equivalente a cero coma cero dos o por el contrario puedas sobrepasar los nueve coma ocho al cuadrado que es lo que normalmente poseemos todos. Por otra parte podrías incluso llegar a los diez, volviéndote eso demasiado pesada, incluso para caminar.

— Sans... te amo pero, eres un nerd —Dijo riendo un poco, se veía hermosa... Yo también te amo, Zoe.

Entonces así era como Zoe había logrado llegar hasta aquí... o eso decía ella. Pero habían cosas que aún no tenían mucho sentido para mí. A que se refería cuando dijo que un soldado me había visto ¿Hablará acaso de aquel humano con el que me tope en el bosque aquella vez? ¿Él estaba ahí por Zoe? Más... Eso no tiene lógica ¿Qué haría un humano aquí por ella?

¿Acaso ella lo mando a buscarme? Demasiadas preguntas rondaban en mi cabeza pero, la tenía a ella justo frente a mí, podía preguntar lo que quisiera ¿No es verdad? Fue entonces cuando sentí una mano posarse en mi hombro trayéndome de golpe a la realidad ante mis ojos.

Ella se encontraba revoloteando en el aire, parecía una niña con algún juguete nuevo, creo que el no tener que cargar con el peso de su cuerpo le venía bien, se encontraba de alguna forma un poco más tranquila o eso apuntaba su alma que poco a poco había vuelto a brillar en aquel intenso verde que inundaba de igual forma sus ojos. Se había detenido frente a la estantería de libros que había en el salón, rebuscaba en ellos mientras flotaba rodeada de aquella aura azulada que indicaba estaba bajo los efecto de la magia azul de mi hermano, pero... si ella estaba allá... ¿Papyrus?

Al girarme lo vi a él justo detrás de mí, retirando su mano de mi hombro poco a poco, este se acercó a mí levemente con aquella característica sonrisa suya decorando su rostro, se le veía emocionado ante la situación. Aunque él no había tenido idea de por todas las cosas que Zoe había pasado... ni siquiera se tomó la molestia de saber por qué ella estaba allí en un principio, él la había salvado y eso era algo de lo que yo le estaría agradecido siempre.

Si no hubiera sido por Paps, y su gran corazón, su extraña inocencia y su inusual pero a veces acertada forma de ver el mundo, ella ahora no estaría aquí. Ella no estaría ahora... ni nunca más aquí y eso era algo que por más que yo no quisiera aceptar... eso hubiera sido algo que posiblemente ni siquiera yo hubiera hecho. Yo que me había quedado durante unos minutos observando su rostro y su sonrisa no sabía cómo reaccionar, sabía lo que esa sonrisa significaba, sabía lo que él quería decirme con sus actos pero, él no lo hacía como alguna forma de demostrarme que estuve equivocado... él lo hacía para que aprendiera de ello y no volviera a hacerlo.

— Se ve mejor... —Dijo sin dejar de mirarme con aquella sonrisa.

— Sí, creo que la magia azul hace que sus heridas sean más llevaderas... o simplemente el levitar le divierte y hace que se le olvide la situación —Respondí riendo un poco por solo pensar que aquella fuera la razón.

— No hablo de sus heridas, ni hablo solo de ella, hermano.

— ¿A qué te refier-

— Su alma, está mejor... —Dijo mientras se giraba al igual que yo para mirarla, eso era algo que había notado minutos antes— Y la tuya también, Sans.

— ¿Eh? Bueno... imagino que sí —Posiblemente Paps tenía razón... el estar lejos de la humana estaba apagando el tenue brillo de mi alma. Aquello no significaba que estuviera muriendo, aunque así se sintiera... o por lo menos no significaba que fuera a desparecer.

Él se alejó de mí nuevamente, se colocó detrás del mesón de la cocina y tomó algo de allí. Más deje de prestar atención a sus actos cuando éste grito a Zoe diciéndole que si podía alcanzarle su bufanda, aunque en realidad no era como que ella tuviera la capacidad de moverse donde quisiera, en realidad Papyrus la guio durante todo este tiempo. Él salió de detrás el mesón y mientras se acercaba a donde ella estaba me dio un extraño papel que parecía había pertenecido antes a algún tipo de cuaderno para anotar.

"Ni siquiera sé cómo pudiste dudar de ella en aquel momento. Pareciera que no pudieras ver el brillo de su alma todo el tiempo" Dictaba aquel papel, más fue imposible esconder la sonrisa en mi rostro al leer la última frase. Mi hermano con el paso del tiempo realmente si había madurado de alguna forma, más yo nunca me había percatado de ello "Deslumbra con un verde que grita amabilidad. No importa de que tanto creas que es capaz, un alma nunca miente COPITO" esa vez si lo había hecho para molestarme, pero me había encantado.

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