Masculino.

¿A quién no le gustan los hombres masculinos?

¿Quién es masculino?

¿Quién atrae a las chicas con su masculinidad?

¿A quién aman por su simpática personalidad?

Amable, honorable, alegre, valiente, fuerte, apuesto, simpático, gracioso, tierno y masculino.

Minoru buscó esa palabra en su minediccionario y salió la palabra: Eijiro Kirishima, con una foto adjunta de Red Riot.

—¡Eso es! —se chilló a sí mismo cuando los entrenamientos terminaron y las chicas felicitaron la valentía de Eijiro por esforzarse en el y después por consecutiva los hombres fueron a felicitarlo por su fuerza.

—¡Kirishima! —le llamó.

Los entrenamientos habían terminado y ahora estaban en las duchas.

El pelirrojo miró a los lados.

—¡¡No juegues!! —se quejó.

Eijiro miró al suelo y sonrió. —Hola Mineta ¿Qué sucede?

Demasiado para él, esos colmillos relucientes —,tan brillante. —Chilló por la sonrisa encantadora del pelirrojo.

—¿Cómo haces para que todo el mundo te quiera? —lo miró con los ojos entrecerrados.

Alzó una ceja dudoso. —¿Cómo?

—¡Oh vamos! No sean tan modesto~ es obvio que todos te quieren, las chicas, los chicos, incluso el amargado de Bakugou.—Finalizó.

—Hombre jeje~ no sé a qué te refieres. —Rascó su cabello puntiagudo.

—¿Es por tu cabello? —Entrecerró los ojos, no era un color que le favoreciera mucho. —Que envidia~ ser pelirrojo.

—Ah, no, no, teñí mi cabello, en realidad su color es oscuro. —Ya se sentía incómodo.

—¿¡Son tus músculos!? —si era eso, estaba muy lejos de convertirse en eso.

—No sé, hombre ¿Qué preguntas tan raras andas haciendo?

Lo miró suspicaz. —¿Por qué le gustas a Ashido?

—¿Ashido, qué? —Espetó.

Sintió el peligro en el ambiente. —¡Nada! ¡Nada! Ya me voy. Adiós~

○ ●●● ○

Era una gloriosa mañana y como todo buen admirador de la anatomía femenina intentó colarse a las duchas.

¿Se podía calificar la curvatura perfecta de cada una de ellas?

Momo Yaoyorozu con su elegancia y superficialidad se bañaba de manera armoniosa lavando con delicadeza, casi resitándole una poesía a la ducha. Sus enormes senos se movían al compás en el que ella estiraba sus brazos para tallar ciertas partes de su cuerpo, no tiene el mejor trasero, pero si los mejores pechos, luego sigue Mina. La novia de Eijiro, enérgica y confianzuda bañándose al lado de Ochako, con senos rosados de lo más exóticos, Mineta se preguntó qué color serían los botones de aquellos dulces frutos, pero la espuma blanca no lo dejaba ver, tenía buenos senos y toda su anatomía y fisiología eran llamativas, después estaba ¡Tsuyu! El mejor trasero de todas, de todas, con sus manos en esa posición característica, sentada en la bañera disfrutando de la humedad con sus senos amigables a cualquier tacto, con Kyoka y su pecho superficial al lado disfrutando del agua. Después estaba la dulce Ochako, siendo enjabonada del cabello por Mina, quién pegaba sus pechos contra la espalda de Uraraka sin ninguna vergüenza.

—¡Me entró jabón en el ojo! —chilló la castaña.

—¡Oh! Perdón, me emocioné. —Se disculpó Mina limpiando el rostro de Ochako con sus manos.

Las mujeres siempre se andan mirando, tocando y hablando de formas que jamás permitirían que hicieran lo hombre ¿¡Por qué son tan injustas!?

Ochako sonrió de lado juguetona.
—¡Esto es por meter jabón a mis ojos! —masculló apretando la cintura de Ashido y zambullendo su rostro entre los pechos rosados.

—¡Injusto! ¡Muy injusto! ¡Injusto! — Chilló Minete retorciéndose de la envidia.

—¡Yo quiero castigar a Ochako! — Se burló la espuma flotante.

—¡No me quedaré atrás! —gritó Mina divertida empujando a Ochako y haciendo lo mismo con ella, esta vez haciendo un puchero entre el cuello de la castaña que la hizo reír a carcajadas.

Era tan glorioso, tan hermoso, tan sublime, tan perfecto, tan excitante y angelical. Mina seguía torturando el cuello de Ochako que, ya tenía sus mejillas todas rojas de tanto reír. Ambas apretando sus cuerpos y sus senos chocaban entre sí de manera caprichosa.

—No me duele, no me duele. —Masticaba sus uñas en su escondite sin importarle el sangrado en su nariz.

—¡Chicas, compórtense como damas! — La seriedad de Yaoyoruzo hizo a las dos chicas separarse con un puchero, incluso las leves sonrisas que tenían Kyoka y Tsuyu por las monadas de sus amigas se esfumaron.

—¡Me quema! ¡Me lástima! —Chilló por el final forzado de su hermosa vista.

Salió de su escondite maldiciendoa Yaoyorozu por dar fin a tan encantador espectáculo.

—Fíjate. —Gruñó chocando con Denki.

—Casi te piso, fíjate por dónde vas. — Se burló.

Denki alzó una ceja, el rostro de Mineta estaba bañado de euforia. —Eres asqueroso. —Dijo Denki caminando de largo e ignorándolo.

¿Se imaginan las infinitas posibilidades de un Mineta masculino?

—¿¡Qué es esta mierda?! —gruñó Bakugou.

Ochako miró hacia el cenizo con una paleta de hielo a la boca. —¿Qué?

Mina hizo lo mismo.

—¿Ahora eres una puta fresa? — Bakugou ladeó una sonrisa.

—¡Pfff! — Ochako escupió la paleta de la risa.

—¡jajajaja! ¿¡Esto es en serio!? —Denki entró al salón.

Todos miraron al pobre Mineta con un pañuelo morado de puntos blancos sobre la cabeza, con unos lentes oscuros y llorando.

—Perdón, Mineta-kun. —Retomó la compostura después del ataque de risa por el comentario de Bakugou.

—No lo insultes Bakugou-kun, es una cereza. — Masculló ya llegando al lado de Katsuki.

—No jodas cara redonda. —Se burló por lo bajo con ella.

Eijiro entró animado y miró a Minoru llorando sobre su pupitre.

—¿Por qué llevas eso en la cabeza? ¿Pasa algo, hombre? —Miró a Bakugou. —Blasty ¿Qué le hiciste?

—¿¡Ah!? —bufó el cenizo.

Mineta levantó la cara llorando amares.

—¡¡Pffffl! ¡¡jajajajajajajajaja!! —Se empezó a carcajear Kirishima.—Joder jajajaja envidio tu cabello.

—¡No sé burlen! —Chilló desesperado. —Le dije a la señora que me lo pintara de rojo, pero por ser una anciana ciega confundió el rosa con el rojo. —Lloró inaugurando la risa del salón.

—¡Pinkie! —Gritaron Ochako y Mina mostrándole el pulgar a la mala suerte de Minoru Mineta.

—Deja de llorar fresita, que comenzará la clase. —Se burló Denki.

Definitivamente en su siguientecuartada lograría ganarse el salón entero. Ahora se preguntaba ¿El cloro serviría?