Capítulo 7
Maddox
Mastico mi almuerzo como si mi vida dependiera de ello, no tuvimos entrenamiento gracias a que Raphael estuvo ocupado en una junta, menos mal que no lo he visto después de lo que pasó en la madrugada.
Joder, mi garganta aún está incómoda y me molesta bastante tener que asumir que me gustó.
Dios santo, soy el peor marido del mundo, mi esposa embarazada y aquí estoy yo pensando en lo bien que se sintió tenerlo en mi garganta, ver su cara de placer, los gruñidos.
—Madd ¿Qué tal todo? —Annie se sienta frente a mí y apoya una mano en su mejilla.
—Bien.
—¿Todo bien con la cuestión?
—No, eso sigue igual, hablar no funcionó, es... arrogante —termino, esa es la mejor palabra que lo describe.
Raphael ya habló y desgraciadamente no me molestan los términos, pensar en Yara no impide que quiera más de lo que ofrece, soy un hijo de puta que no le importa engañar a su esposa con un hombre.
Me da asco verme en el espejo y pensar en lo que estoy accediendo, a quien no le importa dañar a los demás con tal de disfrutar.
Annie arquea una ceja.
—No te veo enojado —me encojo de hombros.
—No me importa.
—Entonces llegaron a un acuerdo.
Hemos llegado no, en realidad no me sorprende que a Raphael no le guste dialogar, es de los que dicen se hace así y de esa forma debe hacerse, he llegado a un acuerdo conmigo mismo, ya que al parecer soy un maldito pervertido disfrutaré de esto y dejaré que las cosas fluyan.
Raphael me pegó su conciencia hija de puta a través del intercambio de fluidos, sólo eso puede ser.
—Hasta que se aburra de mí evidentemente.
—Que hijo de puta —gruñe dando un golpe en la mesa, asiento, yo soy tan malo como él, peor, ya que estoy dispuesto a ponerle los cuernos a mi esposa.
—Ujum...
—¿En serio estás de acuerdo con eso?
—Sí, también funciona al revés así que no hay problema —Annie achica los ojos, no está segura de mis palabras, hasta a mí me parece extraño lo que digo.
Si alguien pidiese una descripción de mí, dirían que soy el hermano bueno, amoroso, que pone a sus seres queridos primero ante todo, dispuesto a cualquier cosa por mi familia.
Por supuesto que mi familia es la prioridad, pero algo no me deja pensar con claridad cuando ese hombre está cerca y no lo culpo de esto, sólo soy yo siendo débil al pecado del placer.
—¿Vas a decirme quién es?
—No, ven conmigo —digo jalándola, Annie camina con apuro detrás de mí.
—¿A dónde vamos?
—Ven —ella me encaja las uñas en el brazo al ver la dirección que tomamos, su futura conquista amorosa está sentada en la mesa de la esquina, me aseguré de que estuviese solo antes de ponernos de pie.
—¿Por qué nos acercamos a Thomas? —no contesto, ella hace fuerza hacia atrás, eso es inútil, la sigo arrastrando conmigo-. Maddox, no, Dios, qué vergüenza.
—Quédate quieta y actúa con normalidad.
Annie mira hacia la mesa y se abanica con una mano, su cara está roja, ahora me da vergüenza a mí viendo su comportamiento.
—Oh, Dios, es tan...
—Normal. ¿Recuerdas?
—Sí.
—Hola, Thomas —saludo al llegar a la mesa.
Thomas nos lanza una mirada fea mientras Annie se derrite a mi lado, cabello rubio corto y ojos verdes, no es tan atractivo si lo comparo con Raphael, pero bueno, no sé mucho del atractivo masculino y mi percepción ya está manchada gracias al Teniente Coronel.
—¿Qué quieren los mejores Capitanes de la IMS1?
—¿Podemos hablar? —no espero mi respuesta y me siento, hago que Annie se siente, sonríe como estúpida y me toca pellizcarla para que entre en contacto con la realidad.
—Si, supongo.
—Ella es Annie Novak... — Thomas frunce el ceño.
—Conozco a la Capitana Novak, no es necesario que me la presentes.
— Te la presento como Annie Novak, mi mejor amiga que está interesada en ti.
Annie me golpea la espalda casi haciendo que escupa los pulmones.
—¡Maddox!
Por primera vez en años veo a Thomas nervioso, sus mejillas se colorean un poco de rojo mirando a Annie, ambos son unos tontos.
—Yo... uh... ¿interesada?
— Si — murmura, niego al ver que todos nos quedamos en silencio, Annie se frota las manos con nerviosismo y Thomas mira su vaso de agua como si tuviese los secretos de la tierra.
—¿Ahora son tímidos? Por Dios, intercambien números y queden esta noche.
Annie fija su atención en Thomas, se muerde el labio y lleva un mechón de pelo detrás de su oreja.
—¿No estás ocupado?
—No, puedo pasar por ti.
—Creo que es hora de que me retire —digo al darme cuenta de que mi trabajo ya está hecho, Annie también se pone de pie.
—Ahora vuelvo —le dice a Thomas que sólo asiente, lo que daría Ares por verlo así de callado—. ¿Dónde vas a dormir hoy?
—Supongo que aquí.
—Ven conmigo a casa, necesito ayuda con la ropa —hace un puchero, asiento, no me molesta, suelo quedarme en su casa de vez en cuando.
—Está bien, nos vemos ahí, trata de no espantarlo ¿sí?
—No le digas a Ares, pero eres el mejor, te quiero —me da un beso en la mejilla antes de volver con Thomas.
Me dirijo a mi oficina y me detengo al ver a otra pelinegra corriendo hacia mí, la ropa desarreglada enseñando más de lo que debería, el pelo fuera del moño y los espejuelos amarrados con cinta alrededor de su cuello rebotando contra el busto.
Maricarmen.
—Capitán Werner, el Teniente Coronel quiere verlo en su oficina —está agitada y tratando de arreglarse la falda, hago un ademán y trato de pasar a su lado.
—Iré en unos minutos.
—Ahora, dijo que tenía que ser ahora y de eso hace quince minutos.
Perfecto, tú y tus malditas órdenes.
—Gracias.
Me dirijo directamente hacia allí, sólo con saber que voy a verlo mi cuerpo me traiciona, es como tomar un afrodisíaco, uno que me hace jodidamente consciente de él, escucho la respuesta luego de tocar, cierro la puerta y me planto sobre la alfombra.
Lo miro, ya no está bien peinado, el cabello cae por todas partes, los ojos verdes me devoran y no puedo evitar reaccionar a eso, hace mucho tiempo que nadie me mira así, como si me deseara.
—Tarde como siempre, Maddox —dice dejando los documentos en el escritorio y poniéndose de pie.
Trago viendo como se acerca, lleva su uniforme de entrenamiento y las chapillas relucen contra la tela negra de su camisa.
—Acabo de ver a su secretaria pa...
—No te pedí explicaciones.
—Lo siento —Raphael se coloca a mi espalda y respira contra mi cuello, me estremezco, estoy completamente excitado.
—Capitán. ¿Está desesperado?
—Sí, te corriste las últimas dos veces sin consideración a mí.
—Te dije que podías buscarme cuando quisieras, pondré en pausa los asuntos de estado para atenderte —me empuja hacia el escritorio por lo que tengo que apoyar las manos en él para evitar golpearme, gruño mirando de reojo.
—Ten cuidado.
— No eres de cristal, aguantas que sea un poco rudo — se acerca a mi espalda, siento la erección rozando mi trasero, una de sus manos afloja el cinturón de mi uniforme — Si no me equivoco eso te excita.
Suspiro.
—¿Qué haces?
— ¿Tengo que decírtelo? Estoy bajando tu pantalón —me deja el pantalón y ropa interior a nivel de las rodillas, no estoy seguro de si debo quejarme o evitar que haga algo más, pero es más rápido bajando la ropa interior.
Acaricia mi erección y mueve la cadera contra mí, siento el contorno de su pene presionado contra mis nalgas, es una sorpresa que aún no esté asustado, pero la bruma de placer me tiene estúpido.
Me toca con más rapidez y gimo perdido en el toque, quiero más, me contraigo escuchando la cremallera de su pantalón, me muerde la oreja y se ríe suavemente.
—Tranquilo, Maddox —pide, jadeo al sentir la erección recorrerme el trasero, mi corazón se desboca y por fin siento el miedo recorrerme.
—Detente.
Raphael me agarra del pelo y me obliga a dejar la cabeza contra el escritorio, frota la erección desnuda por mi trasero descubierto otra vez, estoy avergonzado, excitado y aterrado a partes iguales.
—No voy a detenerme.
— Raphael — gimo, agarra una de mis nalgas e intenta penetrarme, los ojos se me humedecen.
Jodido imbécil.
—Tienes que usar lubricante, sabes que no puedes hacerlo así —gruñe haciendo presión.
—¿Quién me manda a enseñarte los malditos videos? No tengo paciencia para...
—Teniente Coronel —la voz de Maricarmen lo detiene, suspiro con alivio—. El Coronel Harrell está aquí y solicita hablar con usted con urgencia.
—¿Escuchaste eso? —pregunta dejando una mordida en el hombro—. Salvado por el Coronel, pero mañana voy a tenerte y más vale que te prepares para eso, porque no voy a hacerlo, sólo quiero follarte con urgencia.
—Mañana hay que trabajar —su polla se desliza arriba y abajo, trago evitando pedirle que lo haga.
Últimamente padezco de un serio problema cerebral cada vez que me acerco a este hombre, no puedo evitarlo, mi erección no puede estar más dura, bajo una mano y me acaricio, Raphael quita mi mano.
—¿No me escuchaste? —gruñe agarrando mi erección, me muevo sintiendo su excitación acariciarme—. Mañana, no me importa si terminamos a las cinco de la mañana, te cojo a esa hora ¿entendido?
—Sí, Señor.
—Ahora cierra las piernas —obedezco.
—¿Qué va a...?
—No te preocupes —desliza su polla entre mis muslos y empieza a moverse a medida que acaricia mi erección.
Se siente extraño tenerlo dando embistes contra mí, la fricción entre las piernas me daña la piel, pero se siente tan bien, tan incorrecto y a la misma vez placentero, me muevo buscando más roce.
—Joder, más vale poder follarte mañana o perderé la cabeza —gime apretando la punta de mi pene, me estremezco—. Dime. ¿Quieres que te folle?
No respondo, el movimiento se torna más brusco, está enojado.
—Respóndeme, Maddox. ¿Quieres que te folle o no?
—Sí, si quiero —admito enterrando las uñas en el escritorio, no entiendo cómo, pero desde que vi a su secretaria de rodillas y él jodiendo su boca demasiadas cosas cambiaron, el momento en el bar concretó todo esto.
Raphael me saca de quicio, me vuelve loco y es sólo verlo para caer de nuevo en la tentación.
Ahora mismo sé que no puedo alejarme aunque lo quiera.
—¿Vas a dejar que esté aquí dentro? —pregunta apretando una nalga y deslizando un dedo alrededor del anillo de nervios.
Sigue moviéndose, pero cubre la punta de mi pene, es doloroso, quiero correrme con tanta fuerza que no puedo soportarlo.
—Sí, donde quieras, pero deja que me corra.
—Eres tan desvergonzado —el dedo se desliza más adentro y gimo su nombre entre temblores, por fin cede—. Córrete para mí, Maddox.
Me corro manchando el escritorio, él saca su polla de entre mis piernas y me mantiene fijo sobre el escritorio presionando una mano en mi espalda, lo escucho jadear, los sonidos húmedos de su mano trabajando en su erección.
Se corre dejando que el semen caiga en mi espalda baja manchándome la camisa y también el trasero, lo empujo con enojo, no soy una jodida fulana a la que pueda marcar con su corrida.
—Tienes mal carácter —me subo la ropa interior y pantalón sintiendo la incómoda pegajosidad.
—Y tú tienes malas manías, no era necesario ensuciarme.
Se encoje de hombros mostrando su sonrisa maliciosa.
Imbécil.
—No, pero quise hacerlo, no sabes lo sexy que fue la vista.
—Hijo de puta.
—Pero aún así quieres que esté dentro de ti, nos vemos mañana —dice dejando un beso en mis labios y marchándose.
Voy al baño, me limpio lo mejor que puedo y ocupo del escritorio, salgo mirando directamente al frente e ignorando a la secretaria, creo que si alguien me viese descubriría enseguida lo que acabo de hacer.
Estoy paranoico.
Hago las investigaciones concernientes con el trabajo que nos ocupa mañana, llamo a casa y luego de cambiarme conduzco directamente a casa de Annie, ella me jala a su habitación en cuanto cruzo la puerta.
—¿Cuál es el problema, a qué hora es la cita?
—A las siete —miro la cama llena de ropa, es un completo desastre, los zapatos andan por todo el suelo, ni siquiera digo nada sobre eso.
—Faltan dos horas. ¿A dónde van a ir?
—Un restaurante, lo busqué en línea —dice enseñándome la publicación, se ve caro, elegante, no lo que acostumbra Annie— . Creo que no tengo ropa elegante para poder ir.
—A ver, algo debes tener —empiezo a rebuscar en el desorden y le enseño un vestido corto de color negro, niega.
—No voy a ponerme eso.
Miro el vestido rojo con volantes, demasiado atractivo, provocador, sexy, atuendo perfecto para una fiesta a la que no va.
—Creo que tampoco.
—Dios, mejor cancelo -le quito el teléfono evitando alguna tontería y le escribo a mi hermana, por supuesto que ella debe tener algo acorde, aparece en galas con mis padres.
—Espera.
—¿Qué haces?
—Abby traerá algo adecuado y puede ayudarte con el maquillaje.
Entre los dos recogemos la pila de vestidos y zapatos, el timbre de la puerta suena media hora más tarde y voy a recibir a Abby, es Ares al primero que veo.
—Ares ¿Dónde está Abby? —Abby aparta a mi amigo, con su tamaño ni siquiera se veía, coloca los atuendos que trae en el sofá.
—Ares me trajo porque mi auto se descompuso, era la opción más cercana —él tuerce los ojos.
—¿Y para qué tanto apuro?
—Tengo una cita con Thomas —dice Annie repentinamente, Ares traga y Abby se la lleva a la habitación con los atuendos.
—Vamos.
—¿Es en serio? —me fulmina con la mirada —. Joder, no puedo creer que en serio los juntaras, es un imbécil, ya Annie tuvo suficiente de idiotas.
—Deja que sea ella la que saque esa conclusión, quizás no sea un idiota con ella.
Ambos nos sentamos en el sofá, Ares está más callado de lo normal, incómodo como si no estuviese en su casa, nos adaptamos lo suficiente unos a otros, antes nos quedábamos en la casa que mejor nos acomodara, teníamos ropa de cada uno en casa.
Ya no solía juntarme con ellos con regularidad por mi matrimonio, pero nunca estuvimos incómodos los unos con los otros.
—¿Qué tal, cómo me queda? ¿Estoy bien? —pregunta Annie sacándome de mis pensamientos, tiene un vestido negro con escote en v lo suficientemente recatado que le llega a los tobillos y unas plataformas a juego, muevo la cabeza dando mi aprobación.
—Perfecta.
—¿Y tú qué dices? —Ares mira hacia la pared como si no le importase la cuestión, pero lo conozco más que eso, está enojado.
—Te ves bien.
—Poco entusiasta como siempre —se queja Annie, Abby la jala.
—Vamos a maquillarte.
Humedezco mis labios, ahora me siento mal por lo que hice, acabo de descubrir que mi amigo de la infancia tiene sentimientos por alguien que lo considera un hermano.
—Lo siento.
—¿Qué?
—No me di cuenta de tus sentimientos —Ares me mira con pánico.
—¿Qué demonios estás diciendo?
—Ares... —niega sin querer hablar de ello.
Nunca imaginé esto, Ares era mi vecino, sus padres son miembros importantes de la IMS1 se llevan de maravilla con los míos, por lo que fue casi obligatorio llevarme con él, pronto descubrimos que la compañía del otro no era tan mala y terminamos siendo amigos de verdad.
Annie se unió a nosotros un año después, era callada, tímida y miedosa gracias a sus padres, Ares siempre la hizo sentir cómoda y yo la hice una más de mis hermanas.
Estuvimos juntos en la primera borrachera, en nuestra graduación de la IMS1, primeras salidas, sabemos los secretos de cada uno, porque eso es lo que somos, hermanos.
—Déjalo así, sé que me ve cómo mismo te ve a ti, decidí callar esto ya que fue un error mío, no voy a joder las cosas, sólo creo que Thomas no se la merece.
—Ninguno la merece.
Annie sale completamente maquillada y una cartera pequeña, parece una mujer empoderada con su cabello negro recogido y un labial carmín.
—Deséenme suerte, Thomas está esperando fuera.
—Suerte —Ares tuerce los ojos.
—No te hace falta, ve y has lo tuyo, si se va no es el indicado.
—Eres exasperante, me voy —gruñe dando un portazo.
—¿Y qué hacemos?
Jugar cartas y pedir pizza.
Nos entretenemos hasta la madrugada hasta que alegando cansancio Abby se va a la habitación de Annie, Ares y yo nos quedamos en la habitación de huéspedes, no me doy cuenta de haberme quedado dormido hasta escuchar el ruido en la entrada.
Agarro la pistola en la mesilla, Ares asiente haciendo lo mismo, al llegar a la sala de estar nos quedamos de piedra viendo a Annie llorando contra la puerta, dejo el arma y corro hacia ella, sigue llorando en mi hombro.
—¿Dónde está ese maldito? Voy a matarlo ¿Qué te hizo? —gruñe Ares a mi espalda, es terriblemente sobreprotector a pesar de su actitud de me importa un comino.
—Annie...
—Bueno, primero lo matamos, luego hablamos —escucho que le quita el seguro a la pistola y lo miro.
—Siéntate.
—¿Qué pasó? —pregunto una vez compruebo que Ares está en el sofá esperando una explicación.
Annie se seca las lágrimas, el maquillaje es un desastre.
—No lo sé, fue bien, se portó como todo un caballero, comimos, hablamos, paseamos por el parque y luego nada, eso quiere decir que no le gusto.
Ares se pone de pie llamando nuestra atención, Annie se levanta por lo que la sigo, Ares se ve enojado.
—Menuda estúpida, te encuentras con el primer hombre que no quiere joderte en la primera cita y estás aquí lamentándote por eso, creo que hay algo mal con tu cerebro —Annie sorbe por la nariz y lo mira.
—¿Por qué me hablas así?
—Madura de una vez, me voy, ya tuve suficiente de estupideces.
—Ares —él abre la puerta y se va dejándola completamente confundida, la llevo a su habitación.
—No te preocupes, habla con él después, desmaquíllate y a la cama.
—¿De verdad crees que le guste?
—¿No quedaron en tener otra cita?
—Sí, pero pensé que lo dijo por lástima —sonrío.
—No, creo que quiere ir lento, conocerse, como debió ser con los anteriores.
—Gracias.
—Por nada, ve a dormir.
Yo también voy a dormir con la ansiedad carcomiéndome, sin saberlo lastimé a mi mejor amigo enamorado de Annie presentándole a un hombre y también está esa cuestión de tener sexo con el Teniente Coronel.
Mierda, ni siquiera ha empezado el puto día y ya tengo problemas.
******
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top