Capítulo 38
Maddox
A penas piso el Comando me llevo miradas indiscretas, Ares frunce el ceño mirando alrededor, como no estoy muy bien para manejar todavía no me dejaron conducir el auto de mi hermana.
Aunque es lo mejor, esa cosa que Abby llama auto es una pesadilla, está más tiempo en reparación que funcionando.
—¿Qué mierda les pasa a estos chismosos, es la primera vez que te ven? —el pobre de Ares parece ser el único que no se ha dado cuenta de la situación, a veces puede ser un poco entretenido.
—No, creo que es porque Raphael está follando con Naomi, y en la última misión con ella dio a conocer que estábamos en algo.
Ares se detiene y me mira como si estuviese loco.
—¿Has dicho que está follando con Naomi?
—Sí —frunce el ceño.
—¿Y tú como sabes eso?
—Thomas me dijo, al parecer no son muy discretos.
—¿No estaban saliendo? —me echo a reír, porque incluso yo fui tan estúpido de creérmelo.
—Claro, porque soy tan especial que haré que Raphael Williams tenga una relación estable por una vez en su vida.
—Ese imbécil lo que se merece un buen puñetazo —niego, no me hace falta una pelea con ese hombre.
—Déjalo, no vale la pena pensar en él, hoy tengo que hacerme cargo de los nuevos reclutas, ese tema terminó posponiéndose.
—Vamos al campo de entrenamiento entonces.
Las tropas empiezan a formar a penas me ven en mi lugar, Naomi parece más feliz de lo normal, está radiante, parece que Raphael la tiene satisfecha, bien por ella y por él, no me importa.
—Formación —gruño en cuanto me incorporo.
Mi antiguo Teniente y ahora Capitán, Connor Holm se cuadra en su puesto y es el primero en hablar.
—Tropa MS1 reportándose, Capitán Connor Holm.
—Tropa MS2 reportándose, Capitán, Ares Knight.
—Tropa MS3 reportándose, Capitán, Thomas Pierson.
—Tropa MS4 presente, Capitán, Simone Pietro —por una vez, Simone no se ve burlón hacia mi persona, parece normal, incluso retraído.
—Tropa MS5 presente, Capitana, Naomi Santos —Naomi se echa a reír, esto es una total falta de respeto, Ares aprieta la mandíbula consciente de que no lo dejaré pasar.
—Capitana Santos. ¿Algo que le gustaría compartir con el resto? Ilumínenos.
—No, Señor —responde con una sonrisa de medio lado, noto las marcas en su cuello, por supuesto que se revolcó con él.
No puedo caer en sus niñerías, aunque me recuerdo eso no puedo evitar odiarla, se burla de mi porque el hombre que me gusta se la está follándo, no me respeta.
—Trescientas lagartijas, a ver si le quedan ganas de seguir riéndose frente a su superior —Naomi aprieta la mandíbula y obedece—. Cuente en voz alta, Capitana.
Mientras escucho a Naomi sigo caminando, me he convertido en una jodida burla en este Comando y no voy a seguir permitiéndolo, tengo a casi todos los Capitanes a mi favor, pero aún así, las tropas son una historia distinta.
No me importa convertirme en un maldito tirano, haré que me respeten a la fuerza, que se lo piensen dos veces antes de hablar cualquier porquería de mí.
Veo a Raphael a la distancia, deja caer su mirada en Naomi haciendo las lagartijas y luego en mí, su sonrisa es burlona, no hago esta mierda por celos, que no se lo tenga tan creído.
Les ordeno a las tropas los ejercicios al doble, grito todo lo que quiero y hago que repitan el ejercicio, una vez los tengo formados de nuevo, sucios, agitados y sin energía coloco las manos detrás.
—Espero que estén satisfechos con la rutina, porque la harán a diario, y recuerden que soy vuestro superior, la próxima vez que decidan hablar, o tan siquiera pensar algo sobre mí, será mucho peor —veo a varios apretar la mandíbula, Naomi jadea con cansancio, con esa mierda de resistencia ni siquiera debe aguantar un polvo con Raphael.
—Si al Teniente Coronel le gustan los hombres no es vuestro maldito problema, con quien folle no es de interés, sois militares, no unas viejas chismosas, lo único que les tiene que interesar es que haga bien mi trabajo y les de las órdenes correctas. ¿Entendido?
—Sí, Señor.
—Pueden retirarse.
Recibo a los nuevos sin Raphael, ya que el Coronel anda perdido por algún lado, no me importa, explico todo lo que les hace falta y doy el primer entrenamiento, son terribles, nada de resistencia, fuerza o mentalidad para estar en el campo.
Los dejo con los Capitanes y me voy a mi oficina, la clave para esto es relajarme, no cederle tan siquiera un pensamiento a ese hijo de puta.
Me importa un carajo a quien se esté follándo, definitivamente a mí no volverá a tocarme.
Miro el teléfono cuando suena, ese aparato sólo me da malas noticias, probablemente tenga que ir a la oficina de Raphael, con un suspiro lo levanto y confirmo mis sospechas.
Salgo de la oficina a encontrarme con mi pesadilla, veo a Ares de camino y le hago una señal de que tengo que irme.
Maricarmen enrojece en cuanto me ve, por supuesto que sabe de Naomi.
—Maddox...
—Fui ayer el partido, gracias por las entradas, lo disfruté —con mi interrupción cambia el semblante enseguida y sonríe.
—Me alegro. ¿Nos vemos en el almuerzo?
—Claro.
—Pasa, está esperando por ti.
Maricarmen se va y por fin entro a la oficina, coloco las manos detrás y me quedo de pie mirándolo directamente.
—¿Quería verme, Señor? —Raphael levanta la cabeza y coloca el mismo archivo que dejé días atrás con él.
—Sí, las misiones que quería están aprobadas, planifique con sus Capitanes y desmantele los clubes.
—Gracias, Señor —recojo las carpetas, Raphael agarra mi muñeca, sus ojos verdes hacen que quiera besarlo.
—Ayer.
—No me importa —replico jalando mi brazo y alejándome de él, Raphael levanta las cejas.
—¿No?
—No, no fuiste y ya, no quiero saber el motivo, no quiero excusas si es que pensabas darlas, no me importa —apoya la mejilla en su mano y me mira como si fuese una aparición.
—Vaya, es la primera vez que me sucede esto.
—Bien, ve acostumbrándote.
—No seas celoso, no hay nadie como tú, puedo follarla un montón de veces, pero no se compara contigo —lo fulmino con la mirada, este hombre es demasiado descarado.
—Que mal que no sea un polvo glorioso, porque a mí no vas a tocarme de nuevo.
—No hay que ponerse así —niego.
—Me das asco, Raphael —se pone de pie, retrocedo cuando lo veo acercarse a mí, me agarra de la cintura y nos junta.
—No, eso no es lo que debes decirme, di la verdad —aprieto la carpeta en mi mano, lo amo, pero a la misma vez lo odio tanto que empiezo a creer que estoy loco.
—No voy a seguir alimentando tu maldito ego.
—Eres tan quisquilloso —dice contra mis labios.
—No puedo seguir en esta situación de mierda donde sólo yo pierdo, no te dejaré tener más control sobre mí.
—Maddox.
—Permiso para retirarme, Coronel.
—No hagas tonterías —gruñe, no dejo que me afecte.
—Coronel.
—Permiso concedido.
Raphael da un paso atrás y por fin deja que me retire, me tiemblan las piernas y el corazón me late a mil, estúpidamente quiero entrar de nuevo y besarlo.
Pero, joder, que también tengo mi orgullo, mientras estuve en el hospital y esperando en el estadio, él estaba follándo con esa maldita mujer.
Dejo los documentos en la oficina y me dirijo al comedor, las conversaciones se apagan en cuanto me ven, camino hacia la mesa donde están Ares, Thomas y Maricarmen.
—¿Todo bien? —tomo asiento, ni siquiera cogí comida, no quiero nada, de hecho, tengo el estómago hecho un lío.
—Sí —Thomas me mira, parece querer decir algo.
—¿Qué?
—Siento lo de ayer.
—Está bien —las mejillas de Maricarmen enrojecen, estoy seguro de que es por la posición en la que Raphael la puso.
—Maddox, yo no…
—Dejémoslo ahí —muerde su labio inferior, fijo la mirada en la mujer frente a él, Naomi se ríe a carcajadas con sus amigas y de pronto se levanta mirando el teléfono.
Me lanza una mirada burlona antes de salir del comedor, por supuesto que irá a verlo.
—Me voy —Ares suspira.
—No caigas en su maldita provocación.
—Ya caí.
Me voy directo a mi oficina, lo mejor es ignorarlo, no pensar en ellos, no tiene que importarme si la toca, la besa.
Por Dios, lo tengo demasiado mal por ese hombre.
El teléfono suena, trato de ignorarlo hasta que se hace insoportable, suspiro y respondo, Raphael me gruñe que vaya a su oficina, cuelgo, no puede ser en serio.
Naomi debe estar con él, si el hijo de puta hace que los vea follándo de nuevo, correrá sangre.
Camino y entro a su oficina cuando me da el permiso, no veo una escena sexual, en cambio, Raphael está apoyado en el escritorio, tiene la pistola en una mano y Naomi está frente a él, de rodillas, con las manos esposadas en su espalda.
—Mierda, tus fetiches van tornándose cada vez más extraños, no me llames para ver cosas que no me interesan —intento irme, Raphael me agarra con fuerza.
—Eres un maldito desesperado, odio eso.
—Estamos a mano, porque yo no puedo odiarte más.
Raphael pone los ojos en blanco y niega, me suelto, pero esta vez estoy curioso así que no me retiro.
—¿Qué está pasando? —Naomi aprieta la mandíbula, Raphael sonríe.
—Aquí, nuestra querida Capitana me explicaba que le hizo a tu auto.
—¿Qué? —murmuro, él levanta las cejas.
—Lo que escuchas.
—¿Esto fue una maldita trampa desde el principio?
Raphael deja la pistola en el escritorio y mira a Naomi, se ve ofendida.
—¿De verdad pensaste que estaba follándote porque me cansé de Maddox? Me subestima, Capitana, aunque me canse de ese malcriado —me mira, luego a ella—. No vendría a follar contigo por placer.
—Raphael —se levanta y agarra la Sig, me estremezco, sé de lo que es capaz, la última vez dijo que la mataría.
—¿Qué deberíamos hacer con ella?
—No entiendo nada. ¿Qué está pasando?
—Aquí, la Capitana Santos, fue la causante de casi te mataras en ese accidente.
No puedo creer que el odio de esta mujer hacia mi sea tan grande que haya recurrido a eso, ni siquiera la mandé con esos tipos por placer, era mi maldito trabajo.
—¿Y cómo lo sabes? —desliza el cañón de la pistola por su sien, la mejilla y su boca, Naomi está aterrada, incluso yo.
—Por fin lo admitió, debo decir que se tomó su tiempo.
—¿Por qué no fuiste a verme al hospital? —ladea la cabeza mirándome.
—Porque no era necesario, ahí no sería de ayuda.
—Ayer…
—¿Ahora si quieres escucharme? —parece enojado, levanto las cejas.
—¿Qué pasó ayer?
—Estaba follándo con ella —admite—, pero eso no es lo importante, ya tenemos a la culpable, así que ahora…
—Ahora nada, haces lo que tienes que hacer, le quitas su maldito rango y la echas del IMS1.
—¿Es en serio?
—Sí.
—Muy bien, levanta —ordena.
Raphael guarda el arma y la agarra de la parte posterior de su camisa, Naomi intenta hacerse la fuerte, lo mejor es que no hable, sabe que Raphael es capaz de matarla si se intenta hacer la lista.
Caminamos directamente al comedor, Raphael da su orden a penas entramos.
—Vayan al campo y fórmense.
Subimos a la tribuna, Raphael hace que Naomi se arrodille, las tropas están confundidas, los nuevos reclutas se ven asustados.
—Hace casi una semana, el Teniente Coronel, Maddox Werner, tuvo un accidente de camino a casa, pero ahora se sabe que alguien cortó los frenos de su auto e intentó matarlo.
Trago ante la mirada gélida, si yo estoy nervioso, no imagino lo que debe sentir Naomi.
—No importa los motivos, atentar contra tu superior es un delito, lo cual me da la autoridad para encargarme del agresor —la levanta y hace que dé un paso hacia el frente—. La Capitana del MS5, Naomi Santos, admitió haber cortado los frenos, y hay varios testigos que la vieron en la sala de cámaras, probablemente alterando las cintas de la cámara de seguridad.
Todos lo miembros del Comando están impactados, aprieto la mandíbula porque sé lo que viene, yo se lo pedí, pero mi opción es mejor que la muerte.
—Piénsenlo bien antes de hacer estupideces, yo, Raphael Williams, Coronel del IMS1 Londinense, degrado a Naomi Santos de su cargo militar y bajo ningún motivo está autorizada a pisar otro Comando —le arranca las insignias del hombro haciéndola llorar—. Y esto va para todos, el próximo que lo intente no terminará tan bien como ella, retírate, no quiero volver a verte.
Le quito las esposas, Naomi se va llorando y las tropas se retiran luego del espectáculo, no quiero hablar con él así que intento irme también, eso no tiene sus frutos.
—¿A dónde vas?
—A la oficina, tengo trabajo.
—No.
—¿No, qué?
—¿Ni siquiera me agradecerás?
—No —menciono acercándome a él—. ¿Sabes siquiera lo que hiciste mal?
—No hice nada mal.
Me echo a reír, este hombre es un maldito témpano de hielo, va a su ritmo, vive la vida con sus propias reglas y yo siempre voy a estar por detrás.
—Eso pensaba, como mismo tuviste el descaro de follar con ella estando conmigo, consíguete a otra, porque no vas a volver a tocarme —me aprieta la muñeca.
—No lo hice por placer, además, nunca dijimos nada de ser exclusivos, ni siquiera salimos.
¿Debería sorprenderme?
No, ya lo sabía.
—Puedes irte al carajo, no quiero saber de ti, si lo que quieres es un agradecimiento, está bien —gruño jalando mi muñeca, hago un saludo militar—. Gracias por encontrar a la persona que atentó contra mi vida, Coronel.
Me alejo sin darle una última mirada, debí hacer esto mucho antes, alejarme de Raphael es la solución a todos mis problemas.
Tengo que empezar a pensar en mi mismo, como bien dice.
No hay nada más importante que yo.
No puedo perderme en él.
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