Capítulo 32

Raphael

Me levanto con un dolor de cabeza insoportable que hace que me baje de la cama, Philippe sigue zapateando, joder, este hombre no tiene descanso, son las cinco de la mañana, ni siquiera es militar para estar tan fresco como una lechuga a esta hora.

Y aquí se va mi segundo día libre con otra discusión.

—Sólo dime lo que vayas a decir y vete —Philippe arquea una ceja, tiene los brazos cruzados y más que intimidar parece un chihuahua cabreado.

—No puedes hablarme así en mi casa.

—Hablo como se me da la gana —replico agarrando una toalla del estante, necesito un baño y él simplemente está molestando, Phil achica los ojos, cuando se pone así no hay manera de evitarlo.

—Cuidado.

Suspiro y me apoyo en el mueble, tampoco quiero que este hombre esté cabreado conmigo por mucho tiempo.

—¿Qué pasa ahora?

—No pude dormir por tu culpa.

—Yo dormí bien y fue al que metieron en la reja. ¿Cuál es tu drama?

—¿Qué pasa con el chico, Maddox, creo que era su nombre?

Lo miro fijamente, no me gusta que me cuestionen y lo sabe perfectamente, Maddox es alguien de quien no deberíamos estar hablando, no quiero que Phil intervenga en mis cosas.

—No pasa nada. ¿A qué viene esto?

—No lo conocí la primera vez, pero ayer sí, es el hijo del General —arqueo una ceja.

—Ya no es General y deja los delirios.

—Nada de delirios, no intentes burlarte de mí, sé lo que planeas, escuché tu historia mientras curaba tus heridas, también cuando estabas muriéndote con una maldita fiebre —lo fulmino con la mirada.

—Déjalo ahí.

—No, el chico parece enamorado de ti y te conozco lo suficiente para saber que lo utilizas —me acerco y lo miro directamente a los ojos, Phil es pequeño, pero tiene actitud suficiente, yo no lo intimido.

—¿Tan poca fe me tienes, crees que soy un manipulador, un hijo de puta sin corazón?

—¿Actualmente? Sí, lo eres y es lo que me asusta.

—No te metas en mis cosas y gracias por no tener ni un ápice de fe en mí.

—¿De verdad lo estás utilizando para llegar a lo que quieres? —agarra mi muñeca y evita que me aleje—. Raphael, no destruyas lo único bueno que tienes en tu vida actualmente.

—¿Qué, te parece que quiero casarme con él o algo? —gruño jalando mi mano —. No somos nada, entiende eso y si forma parte de mis planes o no, ese no debería ser tu problema.

—Te arrepentirás en algún momento de lo que estás haciendo y será demasiado tarde.

Niego.

—Sabes el motivo por el que respiro todavía, así que no pierdas el tiempo tratando de hacer que me sienta mal, hago lo que tengo que hacer.

—Dios, eres… —el gruñido se detiene cuando lo miro, levanto una ceja.

—¿Qué, que soy?

—Te conocí alrededor de los quince y no eras así, eras arisco, no puedo negar eso, pero tenías buenos sentimientos, ahora… —aprieta los labios y luego lo dice— Es como si ya nada de eso existiera, como si estuvieses completamente seco.

—Ya no hay nada, no esperes mucho de mí.

—Deja esto y sólo vive tu vida, tienes a alguien que te quiere como eres, no jodas eso.

Me echo a reír por lo que dice, sabe que ya no puedo vivir mi vida como si nada y Maddox es una constante temporal en mi vida, eso no durará mucho, tarde o temprano se irá.

—No puedo seguir respirando el mismo aire de los Williams, y Maddox no tiene idea todavía de quien soy, cree que tengo remedio, pero en algún momento se dará cuenta de la verdad.
Phil me mira como si estuviese mirando a su cachorro.

—Raphael…

—Cuando lo sepa correrá tan lejos de mí como pueda, permanentemente, soy esto —gruño palmeándome el pecho—. Soy sólo un cascarón vacío. 

—Te desconozco.

—Voy a darme un baño, me iré antes de que la bruja despierte.
Phil tuerce los ojos, nunca ha comprendido porque nos llevamos mal, la respuesta es simple, Miri y yo somos como el agua y el aceite.

—Está despierta y probablemente con el desayuno listo, así que desayunarás con nosotros.

—No es necesario —su mirada se endurece, cuando quiere tiene un carácter horrible.

—No te pregunté.

—Saldré en unos minutos.

Luego de darme un baño escojo cualquier cosa de mi armario, como suelo quedarme con regularidad tengo una habitación aquí, me gusta la compañía de Phil, la de su esposa no tanto.
Miri es una maldita perra cuando se trata de mí, yo tampoco tengo buena actitud cuando se trata de ella.

—Hasta que al fin bajas, pensé que nos haríamos viejos esperando por ti —la mujer de pelo rubio cenizo muy bien peinado viste un vestido color lima, sus ojos azules son acusadores.

—Y yo pensaba que dormías más, por eso estás tan fea —se sienta con tranquilidad en la mesa, Phil nos mira desde el otro lado como si fuésemos idiotas, ya está acostumbrado.

—Phil no piensa lo mismo y es lo que me importa, tú puedes irte al infierno.

—Ya estoy en él, mirarte es el peor castigo —replico tomando asiento, Miri me fulmina con la mirada, Phil por fin interviene.

—Deténganse los dos, no son niños.

—¿Estás seguro de que no me puso veneno?

—Ya quisiera.

Mastico el primer bocado, no está excelente, diría comestible, no es lo que acostumbro comer, Phil tiene unas manos maravillosas, no hay alimento que se resista.

—No cocinas tan bien para ser su esposa.

—Como bien dijiste, soy su esposa, no una de las cocineras que contrata.

—Ajá —murmuro tomando otro bocado, Miri me mira como si fuese loco.

—Si no te gusta no lo comas.

—No voy a morirme de hambre sólo porque no sepas ni freír un huevo —replico mientras sigo comiendo, ella mira a su marido sin poder creerse la situación.

—¿Por qué tengo que soportar esto, en serio Phil, no podía ser un poco más agradable?

—Sabes que es difícil —dice con un sonrisa.

Miri tuerce los ojos y por fin se concentra en su desayuno, una vez termino deslizo el plato y me pongo de pie.

—Me voy.

—¿A dónde?

Camino hacia Phil y le doy un beso en el cuello haciéndolo reír, a su esposa no le hace tanta gracia, si supiera que lo hago sólo para molestarla no me prestaría tanta atención.

Sabe que también me gustan los hombres, pero por Dios, no veo a Phil de esa forma.

—No tienes que saberlo, no soy un niño al que tengas que controlar, nos vemos luego.

—No hagas tonterías —advierte.

—Nunca, deja que me despida de tu adorable esposa —camino hacia ella, Miri me observa con precaución, me arqueo y le doy un beso en la mejilla mientras le quito la banda del cabello.

Antes de alejarme por completo le revuelvo el pelo arruinando su peinado por completo, Miri me mira entre sus greñas  cenizas y fulmina con la mirada.  

—¡Raphael, no te atrevas a venir aquí de nuevo o te juro que la pasarás mal!

Me voy mientras la veo ponerse de pie, subo a mi auto y verifico la ubicación de Maddox, está en el hospital militar, probablemente visitando a su queridísima esposa.

Conduzco hacia allí y entro enseñando mi placa, Maddox está recostado a una pared y le brillan los ojos en cuando me ve, no parece tan amoroso ese brillo.

—No puedes aparecerte en los lugares así como así —gruñe a penas me ve, levanto una ceja.

—¿Por qué no?

—Estoy en una clínica a punto de ver a mi esposa embarazada, deberías tener un poco de raciocinio.

—Ni siquiera te gusta. ¿Por qué tanto misterio? —Maddox pone los ojos en blanco.

—No empieces.

—Señor Werner, ya está lista, venga conmigo —miro al doctor que viene a buscarlo, Maddox me mira y señala con un dedo. 

—Espérame, pero ni te muevas de aquí.

—Me tratas como si fuera un perro.

—No debiste venir, ella está susceptible y si te ve podría… —es mi turno para poner los ojos en blanco.

—No quiero verla, puedes irte con ella, estaré aquí esperando por ti.

—Está bien.

Me apoyo en la pared más cercana viéndolo caminar por el pasillo, en algún momento desaparece y pasan varios minutos, mi fuerte no es la paciencia así que le enseño mi placa a un doctor y pregunto la ubicación exacta de la habitación.

Camino hacia allí y me detengo cerca, sólo me acerco por curiosidad, puedo verlos a ambos por el cristal de la habitación, Maddox le habla a Yara en voz baja y le acaricia el vientre, parece estar bien.

Me quedo cerca viendo la interacción, Maddox está feliz, creo que más por tocarle el vientre que hablar con ella, a Yara parece no importarle nada, no da ni pizca de señal de estar escuchando sus palabras.

La escena es repugnantemente acogedora, Maddox espera a la niña con ansias y luego de que nazca quizás vuelva a ser el de siempre, nada de escapadas conmigo.

Sólo será él, con su hija y esa mujer.

Supongo que es mejor de esta forma, no acabará tan mal.

Maddox por fin me nota, suspira, le dice algo a su esposa y luego se retira, no pasa mucho tiempo para tenerlo delante de mí.

—Te dije que…

—Shshsh… —pongo un dedo en sus labios haciéndolo callar, sonrío—. Nos vamos.

—¿A dónde? —pregunta mientras me sigue.

—A conducir, hoy tenemos documentos.

Me sigue calmadamente hasta detenernos frente al Maserati.

—¿Vas a dejar de consumir?

—¿Es en serio? —gruño mirándolo directamente, Maddox asiente.

—Sí, no quiero más sorpresas —le agarro el mentón y detallo su ojo, hay maquillaje ocultando un moretón.

—¿Qué es… eso es un golpe?

—Suéltame —gruñe retirando mi mano—. No hay nada de qué alarmarse, tuve un pequeño accidente cuando regresaba anoche a casa.

—Piensas que soy un estúpido. ¿cierto? Sé reconocer golpes y eso es…

—Tuve una pelea. ¿Contento?

—¿Hay más?

—Sí, unos cuantos, deberías ver al otro —Maddox no me mira a los ojos y eso hace que dude de su palabra, incluso intentó ocultarlo con maquillaje.

—¿Estás mintiéndome?

—No. ¿Por qué lo haría? A penas te importa algo sobre mí, mentirte es una tontería.

Lo que dice tiene bastante lógica así que ya no hago más preguntas.

—Supongo. ¿Conduces tú o yo?

—Tú, sorpréndeme y llévame a un buen lugar.

—Está bien, sube.

Entro al auto y le doy el comando de voz a Laura, me pongo a conducir enseguida, Maddox está demasiado callado, lo cual es un tanto extraño.

—¿Qué pasa?

—¿Qué?

—Parece que quieres decirme algo —niego.

—Sólo estoy sorprendido de que no estés hablando sobre la visita. 

—Ah… ¿Te interesa eso? No digo nada porque sé que te molesta.

—¿Desde cuándo me molesta lo que dices? —Maddox se echa a reír.

—Desde siempre.

—Claro, entonces no hables nada, realmente no me interesa.

Suspira, como siempre termina ignorándome. 

—Yara me reconoció, pero se mantiene recelosa por alguna razón, los doctores dijeron que quizás la niña nazca prematura.

—¿Tendrá algún problema?

—No están tan seguros, pero por lo pronto la respuesta es no —doblo en una esquina y resoplo, preocuparse es estúpido.

—Por Dios, es tu hija, ese debe ser el ser más testarudo que va a nacer en este mundo, estará bien —Maddox muerde su labio inferior y sonríe, sus ojos están brillosos.

—Me gusta que me animes.

—No te animo, sólo digo lo obvio, llegamos.

Maddox sonríe cuando ve el lugar, solía visitar las playas con Phil, este tipo de lugar me reconforta, más ahora que no hay nadie, hace un tiempo descubrí este camino y por lo que he podido notar son pocos los que lo toman. 

—No pensé que me traerías al mar.

—A Phil le gusta, en Francia solía llevarme a la orilla y hablaba por horas, una vez nos mudamos a Londres estaba todo depresivo hasta que le enseñé este lugar.

—¿Cómo lo conociste?

—¿A Phil o al lugar?

—A Phil.

—Me escapé varias veces del Comando, no quería estar ahí de ninguna manera y en una de esas entré a su casa, no le importó que estuviese cubierto de sangre, golpes, simplemente cuidó de mi sin hacer preguntas —Maddox se echa a reír.

—No te lo mereces.

—Tienes razón.

—Vaya, es la primera persona que veo que aprecias —pongo los ojos en blanco y me quito el cinturón, Maddox me mira confundido.

—Dejemos el sentimentalismo barato y follemos —gruño acomodándome en su lado con una pierna entre las suyas.

El espacio es incómodo, terrible, pero voy a tener la experiencia que quiero en el maldito Maserati así tenga dolor de espalda por una semana.

—¿Quieres una multa por indecencia? No quiero que me agarren follando contigo —le desabrocho el cinturón y corro el asiento hacia atrás.

—Casi nadie viene por aquí y los vidrios son tintados, no van a vernos.

—No —lo beso profundamente y comienzo a dejarle besos por cuello, gime bajo mi tacto.

—Vamos, no seas aburrido.

Le saco la camisa y sigo dejando mordidas por doquier, detallo los golpes, tiene dos en las costillas y uno en el estómago, quizás fue más que una pelea, pero evidentemente no está dispuesto a contarme.

Supongo que no es importante.

—Aún no entiendo cómo es que me dejo convencer tan fácil de ti —gruñe agarrándome el pelo, me río, luego de soltarle el cinturón deslizo una mano dentro de su ropa interior y acaricio.

—Yo si lo entiendo, me amas.

—Y estás orgulloso de eso —gruñe jalándome con fuerza, no me importa, me gusta que se ponga demandante.

—Sí, dímelo —acaricio con fuerza, con la otra mano bajo su pantalón y ropa interior permitiéndome mirar.

Maddox no responde al instante, últimamente está pensándolo mucho para decirlo y no me gusta.

—Dímelo —exijo otra vez gruñendo en su oído, jadea.

—Te amo, Raphael.

Las palabras hacen que me sienta en el cielo, le preocupa que siga drogándome, no debería, le debería preocupar lo poderoso que me hace con sus palabras, lo que me dice es adicción más que suficiente, me gusta lo que significan esas palabras.

El control que me da sobre él.

Probablemente se arrepienta toda su vida de decírmelo.

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