Capítulo 27
Maddox
Nos levantamos temprano para el desayuno, incluso más temprano de lo normal ya que somos los visitantes y todos no cabemos en el comedor, bueno, gracias a Ares estoy sentado en una mesa y mirando el refresco.
Thomas se incorporó a nosotros, sin embargo Abby siguió de largo hacia otra mesa con Irina y otra chica sin darme una segunda mirada o desearme un buen día.
Me siento tan mal por eso que ni siquiera puedo tomarme el maldito refresco.
—¿Alguien sabe el motivo por el que mi hermana me ignora?
—Nos ignora a todos —murmura Ares, abro los ojos, mi hermana no suele ser así.
—¿En serio?
—Sí.
—¿A ti tampoco te ha dicho nada? —Thomas se encoge de hombros.
—No, sólo soy su Capitán.
—Ya que hablamos de eso. ¿Por qué está él aquí? —Ares habla conmigo como si Thomas no estuviese en la mesa, después de lo de ayer no puedo decirle que no se acerque a mí.
—Desayunará con nosotros.
—¿Sólo hoy, o es permanente?
—No lo sé, no seas absurdo —replico, Ares pone los ojos en blanco y Maricarmen se acerca a nosotros con una vasija, no lleva sus anteojos por lo que los ojos azules resaltan bastante.
—¿Puedo sentarme con ustedes?
—Por supuesto, no sabía que tú también estabas aquí —Maricarmen se sienta y abre el pote, tiene una pequeña porción de postre dentro.
—¿Quieren? —negamos—. Ayudo al Teniente Coronel, sus papeles se acumulan.
—Claro.
Sólo la mención de ese hijo de puta me hace sentir ansioso, sé que es orgulloso y no se acercará de nuevo, era justo lo que quería, pero me siento mal por el hecho de querer que se acerque, de darle lo que quiere.
Joder, el amor no funciona así, si cedo ahora siempre seré el perdedor, tengo que establecerme límites porque desde que me di cuenta de que lo quiero dejo de preocuparme por mí mismo.
Raphael no hará que me pierda.
—Mmm… entonces. ¿Creen que Abby me ignora por el rumor o es algo más?
—Quizás esté un poco enojada por eso —dice Ares mirando hacia la mesa de mi hermana.
—¿Por qué?
—Me reclamó porque no le dijiste nada.
—Bueno, era incómodo hablar de eso con mi hermana menor y tú lo supiste porque… —Thomas y Maricarmen levantan una ceja, todos lo supieron porque me vieron con Raphael, enrojezco un poco—. Bueno, porque lo viste y ataste cabos.
—No tienes que darnos explicaciones.
—Sólo demuestro mi punto —replico, Raphael toma ese segundo para entrar en el comedor, todos se quedan en silencio mientras camina directamente hacia mí—. Joder ¿Por qué viene hacia aquí? Espero que sea para hablar con Maricarmen.
—¿Ellos también lo saben?
—Sí, con Raphael nunca puedes ser discreto —Ares coloca los ojos en blanco.
—Tú tampoco eres discreto.
—Capitán —levanto la vista topándome con los endurecidos ojos verdes de Raphael, sigue enojado.
—Teniente Coronel.
—Necesito su informe.
—Se lo haré llegar con mi Teniente —Raphael levanta una ceja ante mi intervención, no quiero estar a solas con él porque a pesar de establecerme limites sé que no sirven de nada en su presencia.
—Quiero que vaya usted, en quince minutos.
—Estoy…
—Eso fue una orden, no una sugerencia, no me interesa lo que tenga que hacer.
—Sí, Señor —lo veo retirarse y por fin puedo soltar lo que se quedó en mi garganta—. Jodido hijo de puta —todos se ríen por la ofensa, no me parece tan gracioso—. Hablaré con Abby.
Me levanto y camino hacia su mesa, Abby está escuchando a Irina hablar sobre algo, le toco un hombro y se tensa por completo.
—Abby —ella se pone de pie y recoge sus cosas en la mesa, vuelvo a interceptarla a medio camino.
—Lo siento, estoy ocupada.
—Siento no habértelo dicho, espero que sea por eso que estés enojada y no por… bueno, eso.
Abby me mira como si fuese un extraño, la mirada es poderosa y dañina.
—En realidad no lo entiendo, esto me ha tomado de sorpresa porque no imagino a mi hermano mayor con otro hombre, eso es… —se queda callada y luego niega—. Dame tiempo, voy a lidiar con esto y luego todo volverá a ser igual.
Vuelvo a la mesa en piloto automático, Ares me ayuda a sentar, estoy tan impactado que ningún pensamiento coherente sale de mi cabeza.
—Maddox.
—No puedo creer esto —murmuro frotándome la cara, Thomas ladea la cabeza.
—¿Qué te dijo?
—Que necesitaba tiempo, no pensé que esto me traería tantos problemas —Ares le resta importancia.
—No te preocupes, Abby volverá a ser la misma de siempre.
—Eso espero.
—Si no quieres más problemas ve por ese informe.
—Sí, nos vemos más tarde.
Camino a mi habitación asignada y justo cuando abro la puerta Thomas me toma del brazo, me giro para verlo, se ve preocupado, al menos alguien que lo hace y se siente bien.
—Maddox. ¿Estás bien?
—Sí, no te preocupes.
—Cualquiera se preocuparía si ve esa mirada —me echo a reír ligeramente, este hombre me pone nervioso.
—¿Cuál?
—Esa mirada de cachorro apaleado.
—No pensé que ella…
—Está bien, tu hermana sólo está un poco confundida, se le pasará. —niego, aún no puedo creérmelo.
—Nadie tuvo esta reacción, sin embargo, ella es mi hermana, pensé que...
—No se enteró de la mejor forma, quizás si te hubieses sentado a hablar con ella las cosas serían diferentes.
—No se suponía que supieran esto, sería un secreto.
—Comprendo.
—Lo siento —digo cuando me doy cuenta de que hablé de más—. Debo llevar el informe —me giro y busco el informe, Thomas se queda recostado en el marco de la puerta.
—¿Quieres saber lo que siente por ti?
—¿De qué estás hablando? — por fin encuentro la carpeta y me detengo frente a él.
Thomas deja caer su mirada sobre mí.
—Estás enamorado de Raphael, pero no tienes ni la más mínima idea de lo que siente él por ti, podemos comprobarlo —me acorrala contra la pared, coloco las manos en su pecho, no tengo idea de lo que planea.
—Thomas. ¿Qué haces?
—Por ahí viene tu Teniente Coronel —avisa, los latidos de mi corazón se disparan cuando proceso la información, Thomas sigue acercándose, su boca está cerca de la mía.
—No me…
Junta sus labios con los míos, su lengua roza y abro la boca para que profundice, es totalmente lo contrario a Raphael que besa con pasión y crueldad, Thomas besa de forma cariñosa.
Como un imbécil sigo pensando en ese hombre.
—Maddox, te dije que… —empujo a Thomas y me limpio la boca, Raphael se echa a reír—. Veo que ahora le agarraste gusto a los hombres.
—Raphael…
—¿Por qué me miras así? —da un paso al frente y desliza el dedo pulgar por mis labios, su sonrisa sigue siendo irónica—. Puedes hacer lo que quieras, si quieres acostarte con él no es mi problema, pero hay que ver el trabajo que me das para follarte y aquí te veo.
—No es…
—Me doy cuenta de que el problema es sólo conmigo —replica agarrando la carpeta que tengo en las manos.
—Espera.
—Me llevo el informe, ya que no tienen nada que hacer ahora aprovechen el tiempo, en la tarde estarán ocupados.
Raphael se retira sin dejarme explicar la situación, de todas formas no lo necesita, en realidad no le interesa.
Sé que no te importo, pero esto es… simplemente decepcionante.
—¿Por qué has…?
—Lo siento, pero creo que eso deja las cosas claras — trago ante las palabras de Thomas, tiene razón, Raphael no me quiere de la misma forma en la que yo lo quiero.
Me siento en la cama y me froto la cara, Dios, me duele el pecho, lo vi a los ojos cuando hablaba, no había pizca de enojo, de nada, simplemente nada.
Como lo que siente por mí.
Absolutamente nada.
Thomas se arrodilla frente a mí y me baja las manos, suspira.
—Lo siento, no debí hacer eso, fue demasiado impertinente de mi parte —lo jalo hacia mí y vuelvo a besarlo.
Thomas se apoya en la pared detrás de mí y mete la lengua en el interior de mi boca, el beso es bueno, pero no hay nada de la pasión que me gusta últimamente.
Deslizo una mano bajo la camisa de su uniforme tocando los músculos firmes, Thomas muerde mi labio inferior suavemente, hace las cosas con delicadeza, es agradable ser apreciado por alguien.
Pero no es Raphael.
Thomas desliza una mano debajo de mi camisa, la caricia es suave, lo detengo de una vez colocando las manos en su pecho.
—Lo siento, esto está mal y yo…
—Lo sé, te gusta Raphael —dice contra mis labios, luego me deja un beso en la frente—. Ve por él.
Suspiro levantándome y acomodando mi ropa, ir por él es como darse cabezazos contra la pared, totalmente infructuoso, Raphael no me escuchará, no le interesa.
—No le importo, ya lo viste —Thomas levanta las cejas.
—¿Estás bien con eso?
Trago, por supuesto que no estoy bien con eso, pero no puedo hacer mucho si Raphael no siente nada por mí, es en vano, de todas formas no espero mucho de él.
—Si no haces nada seguirás con este amor no correspondido por mucho tiempo —murmura—. No voy a darte un buen consejo porque se trata de Raphael, pero aférrate hasta que no puedas más.
—Si que es un mal consejo, eso no terminará bien.
—Bueno, estoy aquí para cuando me necesites, está bien si no incluimos los besos, no hay ningún compromiso.
—Gracias.
—Es estúpido que te anime a ir por él cuando sé que no terminará bien y siento algo por ti —me echo a reír.
Thomas se despide y se retira de mi habitación, muerdo mi labio inferior pensando si debería hablar con él realmente.
Mientras camino decido que no pierdo nada, Maricarmen me saluda a penas me ve, por ser Teniente Coronel y un Williams, Raphael goza ciertas comodidades como tener su oficina y una habitación grande.
—¿Puedes decirle que estoy aquí? —Maricarmen asiente y levanta el teléfono, informa de mi llegada, luego apunta a la puerta.
—Puedes pasar, buena suerte.
—Gracias.
Entro a la oficina pidiendo permiso, Raphael está apoyado en el escritorio y me mira de forma aburrida.
—Ese sí que fue un polvo rápido —aprieto la mandíbula.
— ¿De verdad no te importa?
— No, pero si fue así de rápido me imagino que fue bastante decepcionante.
Lo dice completamente en serio y con una tranquilidad aplastante, soy un completo estúpido, ahora deseo cosas que este hombre no puede darme, estuve advertido.
—No me acosté con él, deja de molestar con eso.
—¿Por qué no? —pregunta con un resoplido—. Thomas parece prometedor, quizás pueda hacerlo bien, se ve de los tiernos. ¿No te gusta eso?
—Deja de joder, no sigas diciendo estupideces.
Raphael se pone de pie y me agarra el pelo con furia, sus ojos están completamente negros.
—No intentes darme celos, a diferencia de ti, no me importa a quien te folles o dejes que lo haga.
—No intentaba hacer semejante cosa —lo empujo, con este hombre nunca hay paz, siempre cree que todos conspiran en su contra.
—¿Por qué viniste a darme explicaciones?
—No vine a eso.
—Vete, de todas formas pareces bastante molesto cuando te doy mi atención.
Gruño.
—No es así, es sólo que tu maldita atención debe tener un límite, a esta edad deberías saber cuándo puedes proponer cosas y cómo.
Pone los ojos en blanco.
—Si quisiera estar llevando flores y asistiendo a cenas románticas como un imbécil no te escogería para eso.
Las palabras hacen más daño del que cree, ciertamente no quiero flores, pero no estaría mal que me tratase como a una conquista, no como alguien que siempre está disponible para follar.
—No quiero que me des flores, ni que me lleves a ningún lado, sólo que seas un poco más considerado.
—Le ladras al árbol equivocado, sólo sé dar sexo, pedir más, es absolutamente ridículo.
—Así que ahora soy ridículo —replico, Raphael no se echa atrás.
—Sí, le pides a tu amante, el hombre con el que sólo follas consideración, creo que ya te ayudé lo suficiente.
—Sé que me ayudaste con el abogado, no tienes que recordármelo, escucha, no quiero pelear. ¿Arreglamos esto? —propongo deslizando una mano por su pecho.
Raphael mira mi mano y luego a mi otra vez, la agarra con tanta fuerza que me saca un quejido.
—No vas a quitarte las ganas que te dejó él, conmigo —le coloco una mano en la nuca y jalo el pelo, somos así, nos gusta lo rudo, el daño, Raphael parece interesado, me gruñe.
—Creo que sí —replico dejando un beso en sus labios.
Raphael corresponde con intensidad, no espera mi permiso, él exige más y hay que cumplir la petición.
Se separa y me empuja al escritorio, me golpeo el muslo y quito las cosas para sentarme, Raphael se mete entre mis piernas al instante.
—No hay quien jodidos te entienda —gruñe dándome otro rudo beso.
—Eres tú quien me tiene completamente loco —Raphael me quita la camisa y me acaricia el pecho.
—Sí, prepárate, porque vas a volverte aún más loco —advierte quitándose la camisa, le ayudo con el cinturón y saco el pene completamente duro para acariciarlo.
Suspira.
—¿Ves, qué te cuesta estar así de dispuesto para mí? —aprieto la mandíbula, no dejo que me moleste, no estoy dispuesto, estoy estúpidamente enamorado y sé que cuando lo sepa lo usará a su conveniencia.
Me desabrocha el cinturón y ayuda a quitar el pantalón.
—Creo que no hay lubricante aquí —lo miro, utilizándolo duele, así que espero que no proponga hacerlo sin preparación.
Raphael se separa y rebusca en el baño, viene con las manos vacías así que supongo que no encontró nada.
— Gírate.
—Espera, podemos hacer algo más, no es necesario que… —Raphael levanta las cejas con sorpresa.
—¿Ahora me tienes miedo?
—No olvido que intentaste hacerlo sin preparación una vez.
—Obedéceme, o sí que lo haré sin preparación.
Me pongo de pie y le doy la espalda apoyándome en el escritorio, estoy nervioso, no quiero que…
Mi línea de pensamiento se interrumpe cuando siento sus manos a ambos lados de mi cadera, espero la brusca embestida, pero siento su lengua lamiendo los hoyuelos en mi espalda baja.
—Raphael.
—Quédate quieto —ordena bajando la húmeda caricia, me agarra el trasero y abre, su lengua se presiona contra el anillo de músculos haciendo que me estremezca.
—No, para con… —gimo cuando vuelve a humedecer, la lengua se presiona, es vergonzoso, pero escandalosamente placentero.
Raphael acaricia con el pulgar, el placer recorre mi espalda con un agradable hormigueo, dejo salir un vergonzoso gemido y me aferro a la madera con fuerza cuando la lengua regresa.
—Detente ahora mismo y hazlo así —gruño, Raphael me ignora llevando la lengua más lejos, dos dedos húmedos se deslizan en mi interior arrancándome un gemido.
—Claro, para que luego vayas quejándote de lo rudo que soy —me estremezco cuando roza la próstata.
Miro hacia atrás, Raphael está de rodillas y mirando lo que hace con sus dedos con una atención exquisita, palmeo su mano para que me mire, lo consigo al instante.
—Así está bien.
Vuelve a ponerse de pie y escupe en su mano, con lentitud acaricia su pene humedeciéndolo con su saliva, agarro el escritorio con fuerza, Raphael coloca la punta y luego se abre paso, tan brusco como siempre.
Me contraigo empuñando mis manos, Raphael me muerde la nuca y su mano derecha me da el placer que necesito.
—Relájate o no vamos a terminar nunca —gruñe.
Su otra mano me acaricia la espalda, la tensión cede y suspira su alivio, saca su polla y vuelve a deslizarla, jadeo, este tipo de conexión con la persona que quieres no tiene nombre.
Lástima que sólo yo sienta algo, lo único que soy para este hombre es placer, estoy tan al tanto de eso que me lastima pensarlo.
Sólo placer carnal, he llegado a unos límites en los que ya ni siquiera doy risa, doy pena enamorándome de este hombre sin alma.
—Deja de pensar, Maddox —gruñe en mi oído y muerde la concha.
Embiste con más fuerza, más rapidez, me da el placer que necesito, pero ya no es lo que quiero.
Ahora quiero más y esto no logra saciarme.
Raphael acaricia mi erección, los embistes no paran y siento que cada vez estoy menos metido en esto.
Sale de mi interior y me gira, se ve enojado, bastante.
—¿Cuál es el jodido problema?
Lo digo incluso antes de pensarlo.
—Te amo —Raphael da un paso atrás mirándome como si me hubiese vuelto loco, se pone el pantalón correctamente y recoge la camisa del suelo.
Se viste mientras yo sigo completamente desnudo, tanto literal como figurativamente ya que acabo de confesar algo que no quería.
Es que soy un estúpido que no puede controlar la lengua.
Raphael se sienta en el escritorio sin decir una palabra, creo que de todos los escenarios posibles este es el peor, me visto y vuelvo a mirarlo.
Nada.
—Raphael.
—Creo que hoy no es tu día, olvidaré lo que acabas de decir —dice agarrando un documento de la gaveta.
—No quiero que lo olvides, quiero que sepas que…
—No vuelvas a decirlo, vete de mi oficina, ahora —me fulmina con la mirada, es tan agresiva que me estremece.
—¿No hablaremos sobre esto?
—No, ya te dije que esto no pasó.
Salgo de la oficina sintiéndome peor de lo que entré, ignoro a Maricarmen y voy directamente a mi habitación, ni siquiera obtuve una respuesta y es lo peor de todo.
Si me hubiese dicho que no podría considerarlo un final bastante limpio y marcharme con el corazón roto lejos de él, sin embargo no contestó.
Su respuesta fue negar mi confesión.
Me meto debajo de las sábanas deseando que esté a mi lado consolándome, ilusamente en algún momento llegué a pensar que era posible que me quisiera, es estúpido quererlo aquí cuando gracias a él me siento tan mal.
Aún ahora estoy pensando en él.
Soy un gran estúpido.
El primer error fue dejar que se acercara.
******
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top