Capítulo 22
Raphael
Miro a la mujer frente a mí y no puedo calmarme, mi ira ya subió a un lugar bien lejos, esta jodida familia utilizándome siempre a conveniencia, la niña indiscutiblemente es una Williams, se parece a mi madre, Camila la esconde detrás de ella cuando ve que fijo mi atención en su hija.
—¿Qué, vas a esconderla en un lugar donde no pueda verla mientras llega tu marido? —aprieta la mandíbula, en realidad las quiero aquí tanto como quiere ella quedarse.
Esto es una tortura.
Maddox me fulmina con la mirada, es sobreprotector con los niños y se lleva bien con ellos, por eso quise que se quedara, así no tengo que escuchar las quejas de Camilla y a la niña jodiendo.
—Pequeña, ven aquí.
Maddox se sienta en el sofá y palmea a su lado, mi sobrina mira a su madre, esta le asiente.
Tiene alrededor de seis años, tímida como ningún Williams, Maddox saca una moneda de atrás de su oreja y la hace sonreír, este hombre nació para ser padre de familia, no tengo duda de eso.
—¿Cómo te llamas?
—Amara —contesta con voz suave.
Camila sigue mirándome y es insoportable, no es como si de un momento a otro fuese a matarlas.
No hago esas cosas.
—¿Se te perdió algo, quieres decirme algo?
—No, gracias por dejar que nos quedáramos — levanto las cejas, sabe bien que fue una obligación así que no es necesario agradecer.
—Maddox, estaré en mi oficina, es a la derecha.
—Entendido.
—No suban al segundo piso y tu puedes instalarte en la habitación que quieras por aquí, olvida las escaleras —advierto a Camila otra vez, asiente.
—Si, gracias.
Pongo los ojos en blanco y camino a mi oficina, agarro el teléfono y marco, ni siquiera le dejo contestar cuando toma la llamada, me tiene realmente jodido que este imbécil no cumpla con lo que le ordené.
—Diago, sono stanco, ti avevo detto di occuparti del problema. (Diago, estoy cansado, te dije que te ocuparas del problema) —Diago suspira del otro lado.
—Williams, dammi più tempo. (Williams, dame más tiempo)
—¿Quanto, un anno, due? Non voglio niente per quella data. (¿Cuánto, un año, dos? No quiero nada para esa fecha) — gruño con exasperación, hace rato dice lo miso y nada.
—Lo farò. (Lo haré).
—Uccidila, non farmi più arrabiare, posso fregarti in mille modi diversi. (Mátala, no me hagas enojar más, puedo joderte de mil maneras distintas)
Diago gruñe.
—Attento Williams, non dire cose di cui potresti pentirti. (Cuidado Williams, no digas cosas de las que puedas arrepentirte) — me echo a reír con ganas, arrepentirme, esa es una palabra que no conozco, a estas alturas ya no hay vuelta atrás.
—Non mi pento mai di nulla, se me prendi per il culo ho giurato che ti troverò ovuque ti nasconderai. (Nunca me arrepiento de nada, si me jodes te juro que voy a encontrarte donde quiera que te escondas)
—Non sono la tua puttana personale. (No soy tu puta personal)
—Hai ancora una settimana. (Tienes una semana más)
Cuelgo.
Odio que me den largas, saco mis documentos y comienzo a leer, jodido día de mierda, justo cuando traigo a Maddox vienen a molestarme, esto es tan jodido.
Adelanto trabajo por una hora y salgo a verificar todo, el televisor está alto con unos animados, la risa de mi sobrina me taladra los oídos, Maddox se ríe con ella.
Dios Santo, esto es insoportable.
—Tío —me paralizo cuando la niña me mira, los ojos verdes oscuros son el retrato vivo de los Williams, Camila gruñe un regaño—. ¿No vas a quedarte con nosotros?
¿Por qué debería?
—No, tengo trabajo —voy a la cocina y tomo un vaso de agua, Maddox me acaricia la espalda y besa la parte posterior del cuello.
—No es necesario ser tan rudo con ella, es sólo una niña, no sabe de los problemas que tienes con tu familia —dejo el vaso en la encimera y lo agarro del pelo, ladeo la cabeza, su cuello queda directamente frente a mí.
—No me gustan los Williams, apenas me soporto a mí mismo —le muerdo la piel suavemente.
—Están en la sala.
Lo suelto, Maddox no se rinde con el tema, en cuanto me giro me acorrala contra la encimera, como quisiera follarlo, me encanta que se ponga demandante.
—Teniente Coronel, su sobrina quiere jugar, ella no tiene la culpa de que su hermano sea un hijo de puta —acaricio su pecho y lamo su labio inferior.
—No me importa, no la quiero cerca.
—Maddox, no sé si… Oh… — Camila se queda en blanco cuando nos ve, Maddox se aleja enseguida, pero ella saca sus conclusiones al instante, no es como que me importe, no estoy guardando ningún puto secreto.
—Esto no es lo que parece.
Miro a Maddox, parece aterrado, quizás la cuestión de su esposa y la hija lo asusten, por supuesto que tengo que ser su secreto, Camila abre y cierra la boca unas cuantas veces.
—Yo… uh… esto… ¿Simon lo sabe?
—¿Vas a irle con el chisme?
—Pensé que te gustaban las mujeres —esta mujer me molesta grandemente.
Me gustan las mujeres tanto como los hombres, pero ella no es nadie a la que tenga que decirle sobre eso, no deberían estar interesados en eso, sólo a mí debería importarme.
—No tengo que darte explicaciones, ni a ti, ni a mi hermano, hago lo que se me da la gana con mi vida.
—Sí, claro, yo no… —me acerco, con su poca estatura la intimido prácticamente sin querer.
—Escucha, no viste nada y hay de ti si me entero que alguien sabe de esto, ni siquiera Simon podrá salvarte de mí.
Maddox me empuja, su mirada fulminante cae sobre mí, como siempre siendo un salvador, es patético.
—No es necesaria la amenaza, Camila, tengo algunos problemas legales, me harías un gran favor si no le dices a nadie.
—Claro, volveré con Amara.
Camila se va dejándonos completamente solos, Maddox se gira, estoy a punto de ser regañado, lo sé, lo conozco.
—¿Por qué haces eso? No es necesario tener esa mala actitud o amenazar a alguien de esa forma, eres un ser humano, compórtate como uno.
—Es risible que consideres que me puedo comportar como alguien normal, esta es mi maldita personalidad y no va a cambiar, metete eso en la cabeza —gruño tocándole la frente, Maddox resopla.
—Eres imposible.
—Lo sé, no intentes cambiarme.
—Sólo quería que te relacionaras con tu sobrina, ella quiere…
—No me importa.
—Está bien, voy a volver con ellas, ve a tu oficina —gruñe marchándose con mala actitud.
Genial, ahora te enojas conmigo.
No me importa, una vez te folle vas a olvidar siquiera el motivo por el que peleamos.
Salgo y lo veo hablando animadamente con ellas, eso me molesta a niveles extremos, Maddox siempre ha sido un santurrón, un pan de Dios, siempre agradable, el mejor cuando se trata de los demás.
Odio su maldita personalidad mojigata.
Voy a mi oficina de nuevo, no puedo concentrarme, es insonorizada, no es el ruido lo que me molesta, es imaginarlo fuera con ellas en vez de conmigo, se suponía que iba a tenerlo en mi cama.
Lo tendría toda la tarde y noche hasta saciarme, pero estoy aquí rellenando papeles como un idiota, huyendo de una mujer de metro sesenta y una maldita niña de seis años.
—Tío.
Miro al frente, la puerta está abierta y Amara me mira como una cachorra, me recuerda a Simon y todo mi odio hacia él.
—Largo de aquí —gruño.
—Papá dice que…
—No me importa lo que diga tu padre, largo de aquí —Maddox la carga y me fulmina con la mirada.
—Detente, no le hables así, vino por error.
—No me importa, llévatela.
—Mi hija no te hizo nada —replica Camila, pongo los ojos en blanco cuando la niña se pone a llorar.
—Por Dios, lo que faltaba, debiste cuidarla mejor para que no viniera aquí, váyanse de una vez.
—No llores, nos vamos de la oficina del hombre malo —Maddox pretende irse, Camila no se da la vuelta.
—Es tu sobrina.
—Camila, vamos.
—Déjala, que se desahogue —Maddox suspira, Camila sigue mirándome.
—Simon te quiere y la dejó aquí porque confía en ti.
—Que tonta, tu marido te llena la cabeza de cosas estúpidas, él no quiere a nadie, mucho menos a mí y no me consideres parte de la familia porque no lo soy.
—Simon… —saco la pistola y quito el seguro, Camila me mira asustada.
—Deja de mencionar su nombre en mi casa, odio al jodido enfermo, a ti y también a su prole, así que deja de joderme si no quieres que te mate.
Maddox por fin se la lleva, coloco el seguro otra vez y guardo la Sig, una hora más tarde Laura me avisa que Simon está fuera, camino a la sala de estar y le sonrío en cuanto lo veo.
—Regresaste rápido —recalco, Simon niega.
—Mi esposa llamó diciendo que está incómoda contigo y la amenazaste de muerte.
—Entonces llévatela.
—Sigues enojado por una nimiedad, no fue para tanto —tengo un tic sólo con escucharlo, haciéndose el santurrón delante de su familia, pero es una víbora muy venenosa.
Deberías morderte a ti mismo y terminar con todo de una vez.
—¿Crees que no fue para tanto que mataran a mi hijo? —Maddox jadea, Camila se cubre la boca.
Jalo a mi sobrina y saco el arma de mi pantalón, nadie se mueve cuando le apunto directamente a la cabeza, Amara se pone a llorar y Camila a rogar para que la suelte.
Maddox se ve sorprendido.
—¿Crees que sabes lo que es perder a un hijo?
Simon da un paso al frente mirando a su hija, ella comienza a llorar y niego para que no se acerque.
—Raphael…
Me echo a reír, perdí la cordura hace un buen tiempo ya, no queda nada de mí, estoy completamente roto gracias a ellos.
—¿Crees que no fue nada porque tenía dos meses y la tuya tiene seis años, te dolerá más que a mí si aprieto el gatillo?
—No fui yo quien lo hizo —recuerda.
—Sabes que prácticamente fuiste tú, los llevaste a mí, a nosotros y te reíste de mí como quisiste —la niña se remueve, aprieto el agarre, no dejaré que se vaya hasta verlo llorar.
—Suelta a mi hija.
—¿Por qué, alguien dejó ir al mío? Ni siquiera podía pedirme ayuda, Simon, y tu esposa se llena la boca diciendo que me entienden, que me quieres —niega.
—Yo no tuve la culpa.
—Deja de joderme, tengo una mecha demasiado corta, dile a tu madre que la próxima vez que me ponga a prueba voy a matar a su nieta.
—No fue…
—¿Crees que le importe tan poco como el mío, o a esta si la quiere? —deslizo el arma por su sien, Simon se arrodilla y solloza.
—Por favor, suéltala.
La dejo ir, ella lo abraza enseguida, Camila corre hacia ellos y la revisa como si hubiese tenido un cuchillo en la mano, tan estúpida.
—¿Estás bien?
—Sí.
—Estás loco —gruñe mi hermano, levanto las cejas.
—Váyanse de mi casa y no vuelvan a poner un pie aquí.
Los veo irse, incluso Laura me dice que se alejan de la propiedad, bien, ni siquiera debieron poner un pie aquí para empezar.
—¿En qué te has convertido? —miro a Maddox, aún parece un poco choqueado, me encojo de hombros.
—En lo que ellos querían, soy la peor pesadilla de los Williams.
—Raphael. ¿Te diste cuenta de lo que hiciste? Le estabas apuntando a una niña a la cabeza —guardo el arma en mi pantalón.
—Ellos mataron al mío y a nadie le importó.
—Ni siquiera estaba al tanto de que tuviste un hijo —resoplo, por supuesto que no lo sabe, ese era el objetivo.
—Nadie lo sabe porque se aseguraron de que no existiera, ellos lo asesinaron.
Maddox se acerca a mí y acaricia mis mejillas, el pobre cree que aún tengo remedio, estoy más jodido de lo que piensa, esto es sólo la punta del iceberg.
—Raphael, no te conviertas en todo lo malo que te han hecho.
—No vas a cambiarme Maddox, vivo por la venganza, si me la quitas no soy más que un cascarón vacío —niega, hago que me suelte.
—Si quieres venganza vas a terminar tan destruido como ellos.
—Ya está decidido, mi tumba ya está cavada, pero los enterraré antes a ellos.
—Te desconozco —gruñe, lo agarro del pelo para que me mire directamente, esa es una verdad a medias.
—No, sólo que ahora te has quitado la venda de los ojos, te lo dije, soy el villano y no pararé hasta verlos hundiéndose en el lodo como yo.
—Necesito irme —dice de pronto, lo suelto, en realidad no me sorprende.
—¿A dónde vas?
—A mi casa, no puedo seguir aquí.
—¿Por qué?
—Me asustas —admite, la confesión es como un puñal directo al corazón—. ¿Por qué te acercaste a mí?
—¿Qué importa eso ahora?
—¿Soy parte de tu venganza, estoy involucrado de alguna manera?
Me mira pidiendo que le diga que no.
¿Cuál sería su reacción si digo que sí, se quedará?
Imposible.
Maddox es un cobarde, si le digo que sí huirá tan rápido como pueda.
No es como si fuese a quedarse ahora.
Suspiro.
—No, no eres parte de esto.
—Bien, entonces me voy.
—¿Vas a abandonarme ahora?
—Sí, se acabó, estás jodidamente loco —niego, este hombre sólo sabe correr cuando las cosas se ponen un poco extremas.
—Eres un experto huyendo.
—¿Quieres que me quede? —la pregunta es estúpida, ni siquiera debería contestarla, pero le hago el favor.
—Puedes hacer lo que te dé la gana, no me importa, estoy acostumbrado a que prefieras a otros antes que a mí.
—Entonces me voy —me da la espalda, se detiene cuando hablo de nuevo.
—Vete, pero no vuelvas, no necesito cobardes.
Maddox se va dejándome solo como al principio, es un jodido traidor como cada Williams, un hijo de puta que sólo le importa el bienestar de los demás, un imbécil que no mira por sí mismo.
Por eso está tan solo como yo de diferente manera.
No me importa, que se joda.
Cada cual cosecha lo que siembra.
No voy a dar marcha atrás por nadie.
Maddox no es una excepción a mis reglas, puede irse al carajo.
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