Capítulo 17

Maddox

Raphael se marchó pasadas las dos de la mañana después de follarme como quiso, no me quejo, fue placentero a pesar de lo brusco, comienzo acostumbrarme a eso.

Me doy una ducha y luego conduzco al Comando, Raphael se planta frente a nosotros con su uniforme, muerdo mi labio inferior al notar las marcas de mis dedos en su cuello.

Ni si quiera te esforzaste para cubrirlo.

Raphael hace el ejercicio con nosotros y nos deja ir, más tarde tenemos una reunión, yo investigo sobre César en mi tiempo libre hasta el almuerzo, no he visto a mi hermana o a Ares para variar.

Le doy una visita al Coronel para pedir un permiso y luego me dirijo al comedor.

Entro buscando a mi manada, Abby no está, pero Ares está sentado en una mesa sin ni siquiera tocar su almuerzo, no parece el mismo de siempre, como si estuviese arrepentido por algo.

— Ares…

— Lo siento. — dice al instante, me siento frente a él y muevo la cabeza, no me importa tanto.

— Está bien, cumpliré otra vez el año que viene.

— ¿Cumplir? — Ares abre los ojos en grande, no se estaba disculpando por eso, ni si quiera lo recordaba aún — Oh, Dios, tu cumpleaños.

— ¿Por qué estabas disculpándote? — se frota la cara y luego el pelo, tiene ojeras, es un desastre.

— No me siento bien, siento perderme tu cumpleaños. ¿Estuviste solo?

— Salí con Raphael en la noche. — Ares achica los ojos reclamando por mi compañía.

— ¿Con Raphael?

— Si, nadie más estaba disponible que recordara mi cumpleaños.

— Dios, lo siento. — ladeo la cabeza y me permito buscar a Abby otra vez, no hay rastro, tampoco contesta su teléfono, es preocupante.

— ¿Dónde estuviste?

— No puedo decirte eso.

— ¿Qué hay de Abby? — Ares palidece y le tiembla el labio inferior, sabe algo, pero no está dispuesto a decirme, puedo verlo.

— No sé nada de ella.

— Ares, si me estás escondiendo algo… — me levanto y lo agarro del uniforme, Ares me mira con sorpresa hasta que alguien me empuja, el golpe es demasiado brusco para ser un accidente, la bandeja se entierra en mi costado.

— ¡Ups! Error mío, no pude verte.

Simone, menudo imbécil buscando problemas.
Por desgracia hoy no estoy de humor y los va a encontrar.

— No te preocupes, algunas personas son así de torpes. — sonríe como si no fuese su culpa, me reviso la camisa, el muy hijo de puta me ensució el uniforme.

— Si lo sabes deberías tener cuidado.

— Simone, escuché que tu novia tuvo un colapso nervioso, envíale mis deseos de que se recupere pronto cuando la veas, es una pena. — Simone pierde la paciencia y me jala de las chapillas.

— Eso fue tu culpa hijo de puta.

— ¿Mi culpa? No recuerdo hacerle nada a la Capitana Santos, ni siquiera me cae bien.

— Tú…

— Sois tal para cual. — gruño empujándolo — ¿Sabes cómo se llama esto? — Simone parece confundido — Se llama karma, ya era hora de que fueses  tú el cornudo del Comando, mis felicitaciones para la Capitana Santos.

Todos en el comedor se quedan en silencio, lo sé, no soy estúpido, Naomi folla con quien quiere y cuando quiere, igual que este cerdo que se metió con mi hermana y la hizo el hazmerreir de todos, me carcajeo viendo su perplejidad.

— Voy a matarte.

Simone lanza un golpe hacia mi rostro, no lo esquivo por completo y lo recibo en el hombro, lo agarro del pelo y le doy un rodillazo en el estómago, Simone gime, luego tose.

— ¿Has terminado? — gruño, no conforme se abalanza de nuevo y logra darme un golpe, mi labio comienza a sangrar.

Con un gruñido lo lanzo al suelo y a horcajadas sobre él comienzo a golpear su cara, intenta zafarse, pero no lo dejo ir hasta que alguien me levanta, otra persona ayuda a Simone, su cara está llena de sangre, estoy seguro de que le rompí la nariz.

Ojalá quedes horrible.

— Dejen de pelearse. — miro a Ares, es él quien me aguanta, me echo a reír viendo a Simone pataleando para que lo suelten.

— ¿Estás enojado, vas a ir a pegarle a todos los tipos con los que compartes una vagina o sólo a mi por decírtelo? Ridículo, poco hombre.

— Maddox.

— Estoy calmado. — replico ante el regaño de Ares, dije que iba a cobrármelas, nadie humilla a un Werner.

— Tu hermana es una maldita frígida en la cama, por eso le puse los cuernos.

Lo fulmino con la mirada, que agradezca el agarre de Ares, él me aprieta el hombro.

— Repítelo y la próxima vez te apuñalo.

— A mi oficina, los dos.

El gruñido de Raphael me estremece, está de brazos cruzados del otro lado del comedor, genial, lo que me faltaba, sé que no puedo pelear en el Comando, pero este imbécil ya venía buscándome desde el principio.

Ares y el amigo de Simone nos acompañan hacia la oficina del Teniente Coronel por si hay más altercados.

Por mi parte ya estoy satisfecho, así que me da lo mismo.

— Señor. — decimos los dos entrando a la oficina, Raphael destila ira, coloca las manos en su escritorio y nos fulmina con la mirada.

— ¿Qué fue ese comportamiento, se creen que están en una secundaria para poder darse porrazos cuando quieran?

— No, Señor.

— Son Capitanes en el IMS1, recuerden eso la próxima vez que quieran pelear, si van a golpearse que sea fuera de mi Comando, y que no esté cerca la próxima vez, porque se arrepentirán toda la vida. ¿Entendido?

— Si, Teniente Coronel.

— No voy a poner esto en sus registros, pero a partir de mañana duplican su ejercicio, creo que tienen demasiada energía. ¿Entendido? — Respondemos y mira a Simone — Capitán Pietro, puede retirarse, vaya a la enfermería.

Simone se retira y nos deja completamente solos, Raphael desliza su mirada sobre mí, el único golpe visible que tengo es en mi labio aunque ya no sangra, los demás los obtuve bajo la camisa cuando lo tiré al suelo.

— ¿Desde cuándo te peleas en el Comando?

— Desde hoy. — me agarra del pelo y hace que ladee la cabeza.

— No me vengas con esas, me gusta que me respondan bien.

— No te cubriste el cuello.  — respondo en cambio, Raphael baja el cuello de mi uniforme con la punta de su nariz y desliza la lengua por mi piel, luego chupa dejando otra marca.

— ¿Por qué debería, te da vergüenza ver las marcas que hiciste?

— No, me excita verte marcado por mí. — acaricio las marcas de dedos, recuerdo cómo se las hice, donde estaba su boca, sonríe.

— ¿Si?

— Ujum… — lamo mis labios — ¿Quieres tirarte un rato en el sofá? Debes estar cansado.

Lo llevo al sofá y lo empujo para que se siente, Raphael me mira con una sonrisa descarada y coloca las manos detrás de su cabeza.

— Que considerado es mi Capitán. ¿Hará el trabajo duro?

— Si, dejaré que descanse, Teniente Coronel. — murmuro desabrochando el pantalón y sacando su erección, suspira por mi caricia.

— ¿Por qué tan condescendiente hoy?

— ¿Cree que es el único que puede tener ganas de coger? — voy a su escritorio y rebusco en los cajones viéndolo acariciarse a sí mismo, la imagen que me brinda es exquisita.

Agarro el frasco de lubricante y vuelvo con él, Raphael humedece sus labios dejando que vea su lengua, me apoyo en el respaldo del sofá y tomo su boca en un brusco beso.

Mi corte en el labio comienza a sangrar otra vez, sin embargo Raphael parece más emocionado.

— Me alegra confirmar que no. — gruñe contra mi boca.

Me separo dejándolo con ganas de más, le lanzo el lubricante, me quito las botas seguido del pantalón y ropa interior.

— Eres el hombre más sexy con el que he tenido el placer de revolcarme.

Me echo a reír, menudo alago de porquería, me siento a horcajadas sobre sus muslos, se ve tan decepcionado que casi me hace reír otra vez.

— ¿En serio tengo que esperar a que te prepares?

— Me temo que sí. — murmuro agarrando su mano con el lubricante, Raphael no lo suelta.

— Hagámoslo así, te gusta rudo.

— ¿Quieres seguir haciéndolo o no? — Le chupo el cuello y luego deslizo la lengua por la marca — Si me haces daño no podrás follarme en un buen tiempo.

Raphael me entrega el frasco enseguida y dejo caer el líquido viscoso en mis dedos, llevo el primero a mi interior, Raphael me sube la camisa, presiona uno de los golpes que dejó Simone haciéndome gemir.

— ¿Ves? Eres un poco masoquista. — dice contra mi pecho, muerde uno de mis pezones, luego lo succiona aliviando el escozor.

— Raphael. — gruño agarrándolo del pelo, lame mi pecho otra vez.

— Vamos, rápido Maddox. — pongo dos y me muevo sobre él, su erección se mueve contra la mía y él agarra ambas para moverlas juntas.

Jadeo, el estímulo es realmente bueno, saco mis dedos y dejo caer más lubricante en mi mano, nos acaricio juntos, Raphael me agarra una nalga con fuerza mientras desliza la lengua en el interior de mi boca.

— ¿Ya puedo?

Respiro con fuerza, no estoy lo suficientemente preparado, pero da igual, ninguno de los dos tiene mucha paciencia.

— Si. — Raphael hace que me levante y nos acomoda, siento la punta de su polla contra mí, me estremezco de placer.

— Vamos, Capitán Werner, mónteme como quería.

Agarro su polla y lentamente voy deslizándola en mi interior, Raphael agarra mi cintura, hace que baje de una vez, encajo los dedos en su hombro y le muerdo el cuello como castigo.

— Maldición, hijo de puta, eso dolió. — Raphael hace que me mueva sin ponernos a esperar un segundo.

— ¿Y cómo es que estás más duro, Capitán?

Gruño cuando su extensión sale y vuelve a entrar, es él quien está guiando las cosas lo cual me molesta bastante, quito sus manos y las coloco detrás de su cabeza como al principio, Raphael se echa a reír.

— ¿Quieres que te deje a cargo?

— Si. — digo comenzando a moverme.

Raphael aprieta la mandíbula tratando de contenerse, lo beso mientras sigo con lo mío, él lleva una mano a mi pene y acaricia al mismo ritmo.

— Tan sexy. — Jadea mordisqueándome el cuello — Dime lo mucho que te gusta mi polla.

— Me gustaría más si no dijeras tantas tonterías. — deslizo la lengua en el interior de su boca.

Raphael coloca una mano en la parte posterior de mi cuello y profundiza, la otra me agarra la cintura, gruño cuando comienza a embestir bruscamente.

— Si te dejo seguir vamos a morir aquí. — replica.

Imbécil.

Se levanta de pronto haciendo que me aferre a su cuello con los brazos y coloque las piernas alrededor de su cintura, no puede ser jodidamente en serio, este hombre me eleva como si no pesara nada.

— Si me dejas caer juro que voy a matarte. — gruño, su polla se entierra más profundo.

— Entonces tendré que esforzarme porque quiero seguir jodiéndote.

Jadeo, me apoya en la pared para seguir embistiéndome, los minutos pasan rápidamente, le araño la espalda y lo beso resistiendo, parece un maldito animal insaciable y me encanta saber que está así por mí.

— ¿Cuándo vas correrte, Capitán? — murmura en mi oído, gimo y me derramo manchándonos.

Los embistes aumentan hasta que Raphael se tensa contra mí y termina corriéndose en mi interior.

— Voy a irme unos días. — digo por fin, Raphael me deja en el suelo, las piernas me tiemblan.

— ¿Irte a dónde?

— A casa, con mi familia. — me agarra del cuello y fija a la pared, se ve ofendido.

— ¿Está tu esposa ahí, vas a follártela? — Susurra sobre mis labios, muerde sacando más sangre — Créeme, después de que mi polla estuvo dentro de ti ya no eres el mismo.

Desliza los dedos en mi interior, jadeo, su mano me aprieta aún más.

— ¿Crees que su pequeña vagina te hará sentir algo?

— Ah, que intenso. ¿Celoso?

— ¿Celoso? — Pregunta soltándome, me froto el cuello, Raphael coloca los ojos en blanco — Eso es para idiotas, para imbéciles que están enamorados, yo sólo te cojo.

— ¿Entonces cuál es el problema?

— Ninguno, puedes ir a follar con quien quieras, sé que vas a terminar aquí rogando por esto. — dice tocando su polla, joder, este hombre es ambicioso, está duro otra vez.

— Iré a darme un baño.

Recojo mi pantalón y me meto bajo la ducha, Raphael me sigue, se apoya en el lavamanos mirándome, aún se ve indignado.

— ¿Cómo es que conseguiste tiempo libre? Faltaste una semana luego de lo de Annie.

— Tengo vacaciones acumuladas. — gruño llevando los dedos a mi interior para limpiarme, Raphael me mira con atención.

— Eso es una pena.

— ¿El qué?

— Derramar todo eso. — saco mis dedos cuando lo veo entrar a la ducha conmigo, es tan impulsivo, aún lleva su uniforme.

— ¿Qué estás haciendo?

Raphael me fija a la pared y levanta la cadera, desliza dos dedos en mi interior haciendo que jadee.

— Te ayudaré, y no vamos a desperdiciar nada, es la única manera en la que dejaré que te vayas de aquí.

— Ya tengo el permiso del Coronel. — me muerde la oreja.

— Me importa un carajo el Coronel. — dice sacando sus dedos y colocándolos frente a mí, tienen la evidencia de su corrida — Chupa.

Obedezco llevando los dedos a mi boca y deslizando la lengua por ellos, Raphael se frota contra mí, su pantalón mojado me hace cosquillas.

— Mmm… es lindo que seas obediente, ahora ponte de rodillas y consigue mi permiso.

— No.

— Te gusta el peligro, maldito hijo de puta. — gruñe apretándome el cuello.

— ¿En serio eres peligroso? Hasta ahora no…

Aprieta mas fuerte cortando mis palabras, escucho la cremallera de su pantalón y luego me embiste con fuerza, no puedo respirar, él sigue arremetiendo.

— ¿Ves lo que te buscas?

Me suelta y toso, jadeo con fuerza buscando aire, sigue jodiéndome como si nada, es placentero por lo que me dejo llevar.

Ya estoy en el maldito infierno con él, formo parte de esto.

No me importa arder hasta las cenizas si tengo su compañía, soy un jodido pecador como dice, me gusta tenerlo conmigo, me gusta cada cosa que me hace, no soy una víctima aquí.

Soy un cómplice.

Y quiero seguir siéndolo.

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