Capítulo 16
Raphael
Me froto la frente, estas reuniones se tornan cada vez peores y Stella está entrando en pánico a pesar de que todavía queda mucho para las elecciones, todos están nerviosos.
Stella planta su mirada sobre mí, cruzo los brazos desde el sofá.
— ¿Por qué no estás trabajando en lo que te pedí?
— No ha pasado mucho tiempo, ni siquiera llegamos al mes, no te estreses, dije que lo haría y lo haré, pero tienes que esperar, interrumpes mis planes. — Stella frunce las cejas, ahora parece escéptica.
— ¿Qué planes?
— ¿Qué quieres, que desconfíen de mi? — Achico los ojos mirando hacia ella, las cosas tienen que hacerse correctamente, sino no se hacen — Si no hago las cosas bien es el puto final y no estoy dispuesto a pasar una temporada en Iron Grills por matar a un Coronel.
Uno de mis hermanos mayores se echa a reír desde su asiento, su risa es exasperante como siempre, tengo que aguantar bastante para no agarrar la pistola y dispararle en el medio de la frente.
Coronel Simon Williams.
Indeseable, pronto vas a estar llorando.
— Si necesitas ayuda puedes decirnos, creo que se te está haciendo grande el trabajo.
— Simon, nadie pidió tu ayuda y si la necesitara, créeme que no pediría la tuya, eres un completo inútil de mierda.
— ¿Inútil, lo dice el que no pudo proteger a nadie? Ella y tu hijo están muertos por tu maldita culpa. — me pongo de pie, saco la pistola y quito el seguro, Stella se levanta y coloca una mano en mi pecho.
— Están muertos porque eres un jodido soplón de mierda y no vuelvas a mencionarlo.
— ¿Qué, te trae malos recuerdos? — lo fulmino con la mirada.
— Ten cuidado Simon, el karma puede revirarse en cualquier momento.
— No soy tan estúpido, a mí nunca se me ocurriría embarazar a una mafiosa y huir con ella.
— Ni siquiera has podido convencer a tu General para que estés metiéndote en mis asuntos.
— Eso es cuestión de tiempo.
— Lo mío también, ahora me voy. — Gruño colocando el seguro y guardando la Sig, miro a Stella — Vendré a esta reunión cuando ya sea Coronel, así que no vuelvas a llamarme para pequeñeces.
Salgo y al instante un auto se estaciona del otro lado, reconozco al mismo italiano de la gala de Simon así que camino hacia allí.
— Tenente Colonnello, puedo darle un aventón.
— Claro, espero que hayan tomados medidas para que nadie los viese.
— Ovviamente. — subo en la parte de atrás, él extiende su mano con una cinta roja — Ahora, entrégueme su arma y amárrese esto en los ojos.
— Cuídala. — le digo cogiendo la venda y dejando el arma, la coloca en la guantera.
— Si.
Amarro la venda y me acomodo en el asiento, esto es inútil, no me hace falta ver para saber el lugar, puedo contar las paradas, cada vez que doblamos, pero no me importa, no quiero ir a matar a nadie, una hora más tarde el auto se detiene.
— Ya puede quitarse la venda.
— Ya era hora. — dejo la cinta en el asiento y bajo, la casa es grande, más que la última vez, sigo al italiano hasta una oficina donde hay un hombre de espalda, el humo de su tabaco inunda la habitación.
— Teniente Coronel Raphael Williams — menciona, las palabras gotean con su acento italiano, me siento sin pedir permiso y él se gira.
Diago tiene la piel morena, el pelo castaño rizado y los ojos verdes, parece una bestia, sonrío de medio lado, este hombre no me intimida, yo también puedo ser una bestia cuando lo requiere la cuestión.
— Diago Salvatore.
Apaga el tabaco en el cenicero y coloca una mano llena de anillos de oro blanco sobre el escritorio, excepto por el dedo pulgar que tiene el emblema Salvatore en un anillo de oro.
El diseño grosero es de una cabeza de león con esmeraldas en los ojos, sin duda una referencia a esos estúpidos ojos verdes color claro que heredan todos.
— Grazie per il favore.
— No hay de qué. — Cruzo las piernas, ya hice mi parte, pero aún no recibo mi recompensa por ello — ¿Qué pasa con mi pedido, por qué aún nada?
Diago niega.
— Pazienza, los Williams no son conocidos por su impaciencia. — me levanto y lo agarro por el frente de su camisa, el matón a un lado me apunta con su pistola.
— Diago, te hice un favor y espero que no estés tratando de joderme porque sabes de lo que soy capaz.
— Lo sé, no tienes que recordármelo. — lo suelto y tomo asiento de nuevo.
— ¿Y entonces?
— Presto, necesito unos días más, no es fácil meterse con alguien tan importante, sabes lo que me pediste, tengo que burlar la protección de un Coronel.
— Pues rápido, como mismo metí a tu hermano en Iron Grills puedo dejar que salga, o hacer que lo visites indefinidamente. — arquea las cejas, no le gusta demasiado que lo amenace.
— No hay necesidad de exaltarse, te dije que lo haré.
— Está bien, pero pronto.
— ¿Hasta cuándo es la inmunidad?
— Luego de que hagas esto por mí estamos a mano, si hay que ir detrás de tu familia no lo evitaré de nuevo. — deja salir el aire con decepción.
— Fue bueno mientras duró, una pena que se acabara.
— Supongo, es hora de que me vaya.
— Que tengas un buen viaje. — me dice al llegar a la puerta, sonrío mirándolo.
— Claro, voy en tu auto.
Subo al mismo auto en el que vine, tomo mi arma de vuelta y me coloco la venda.
— ¿A dónde lo llevo?
— Ya sabes dónde.
No mucho tiempo después llego al aeropuerto, tomo el Jet privado de Stella directo al Comando, verifico la ubicación de Maddox, está en casa, así que subo al Audi que dejé en la pista en cuanto aterriza y me dirijo a su casa.
Subo al segundo piso y entro sin dificultad gracias a la ventana rota, no está en la habitación, bajo las escaleras, hay una película reproduciéndose en el televisor y veo a Maddox tomar una cucharada de su helado mientras presta atención a la pantalla, es una película clásica por lo que estoy seguro de que la ha visto cientos de veces.
— ¿Por qué estás en la oscuridad tomando helado? — Maddox gira la cabeza hacia mí — Que patético, Maddox.
— No sigas entrando a mi casa sin permiso.
— Nos vamos, te llevaré a un lugar. — mira hacia mí como si estuviese loco, me señala con la cuchara y luego a sí mismo, creo que lo hice perder una neurona.
— ¿Tú y yo?
— ¿Acaso ves a alguien más?
— No, pero…
— Vamos, apaga el televisor y sígueme — se pone de pie, lo miro de arriba abajo, está usando ropa de dormir, la camisa y el pantalón están llenos de nubes, paraguas, gotas de agua, incluso osos de peluche.
Infantil, Maddox, eres infantil.
— Estoy usando mi piyama.
— Difícil no verlo, no importa, ven. — abro la puerta, Maddox agarra la chaqueta de la percha y me sigue.
— ¿A dónde vamos? — le doy la vuelta a mi auto y abro la puerta, Maddox cruza los brazos.
— Entra al auto y deja de preguntar, iremos por ahí. ¿No confías en mí?
— La verdad es que no.
— Bueno, te prometo no ser tan malo esta noche.
Maddox no parece convencido a pesar de mi oferta, sorprendentemente lo digo en serio, doy un golpe en el asiento y lo miro.
— ¿Y bien, entras o no? No te obligaré a ir conmigo.
Se sienta a mi lado sin pronunciar palabra alguna, conduzco por la atestada carretera hacia el mejor restaurante de la ciudad donde tengo pase libre.
— ¿Qué le pasó al Maserati?
— No lo quería dejar esperando en la pista de aterrizaje, demasiado importante para llevarse el rayón de algún tonto.
Maddox pone los ojos en blanco y se tensa cuando ve el lugar donde me detengo.
— ¿Un restaurante de lujo, me trajiste a un restaurante de lujo? — replica.
— Si.
— No tengo ropa adecuada para… — miro mi ropa, estoy en vaquero, una camisa y abrigo negro, tampoco ando muy bien para ello, gracias al cielo tengo la solución.
— Yo tampoco, vamos a comprarla justo ahí.
— ¿Qué? Ese lugar está cerrado, no podemos… — jalo a Maddox hacia la tienda mientras envío un mensaje de texto.
— Puedo hacer lo que sea, le pago un montón de dinero a esa mujer, si quiero un traje a esta hora lo consigo.
Jun nos abre la puerta a los cinco minutos, la mujer está con el teñido cabello rosado hecho un desastre y un piyama pastel.
— Raphael, que sorpresa verte.
— Queremos trajes y por favor, hazlo lucir todavía más. — le digo señalando a Maddox, Jun sonríe de medio lado, llevo un tiempo comprando aquí y nunca he traído a nadie, él es un suceso nuevo.
— ¿Es un novio?
— No realmente, pero hace la función. — Maddox arquea una ceja, Jun le agarra un brazo y se lo lleva.
— Ven, vamos por aquí, te ayudaré.
Escojo un traje azul marino de mi talla y me lo pongo, Jun trae a Maddox vistiendo un Armani negro, está peinado hacia atrás, sus ojos azules se plantan sobre mí, repasándome.
Eso es, mírame.
— ¿Cómo se ve? — interrumpe Jun, Maddox aleja la vista de mi al darse cuenta de su verificación.
— Espectacular, pero falta algo.
— ¿Qué podría faltarle? — camino hacia él y me quito el Rolex Day-Date de oro amarillo, extiendo mi mano.
— Dame tu mano.
— ¿Qué vas a…? — Agarro su mano izquierda y coloco el reloj, Maddox comienza a entrar en pánico, lo sé, las cosas con él nunca son fáciles — No ¿Por qué estás poniéndome tu reloj?
— Para que vaya bien con el conjunto ¿Ves? — Pregunto enseñando mi trabajo después de abrocharlo — Perfecto, nos vamos.
— Espera…
— Envíame un mensaje con el precio, lo tendrás mañana en tu cuenta.
— Si, disfruten de la noche.
— Gracias.
Subo las escaleras al Phil Royal hasta que el guardia de seguridad se planta delante de mí, levanta las cejas mirándonos.
— Buenas noches. ¿Reservación? — Maddox tira de mi mano.
— Raphael, no tenemos una reservación.
— Lo siento, si no tienen una deben marcharse, las reservaciones tienen espera de tres meses.
— No haré una reservación, dile a Philippe que Raphael Williams está aquí. — el portero habla por el comunicador y luego de unos minutos por fin obtiene su respuesta.
Debe ser nuevo.
— Siento el malentendido, puede ir directamente al segundo piso.
Sigo de largo al lugar que conozco, Philippe tiene una mesa en un balcón rodeado de flores, es cursi, pero agradable, además, la comida es de primera, de todas formas a Maddox le gustan este tipo de tonterías.
— ¿Qué fue eso?
— Tengo contactos, eso pasa cuando eres influyente.
— Ajá.
Maddox sonríe al ver el balcón, el decorado es excesivo, hay enredaderas por todo el balcón blanco, flores rojas y blancas, una mesa redonda está justo en el centro con un mantel blanco, los cubiertos ya están organizados.
— Siéntate, vengo en unos minutos, no desesperes.
Maddox se echa a reír.
— No voy a morir porque me dejes unos minutos solo, por si no recuerdas estuve solo hasta ahora mismo en mi sala de estar.
Lo agarro de la nuca y planto un beso en su boca.
— No es algo por lo que debas sentirte orgulloso, me parece muy estúpido de tu parte, siempre rodeado de personas y hoy te dejan abandonado como un cachorro.
— ¿Qué tiene hoy de especial? — le beso el cuello, gime agarrándome el pelo.
— ¿Crees que no sé que es tu cumpleaños?
— ¿Cómo…?
— No soy estúpido, vengo en unos minutos. — Maddox agarra mi muñeca antes de que pueda retirarme.
— Raphael.
— ¿Si?
— Gracias. — muerdo su labio inferior.
— No te pongas sentimental conmigo que soy capaz de dejarte aquí.
— Mientras pagues la cena no me importa.
— Chistoso.
Voy a ver a Philippe, el pequeño hombre está como un loco gritándoles a todos en la cocina, lo abrazo por la espalda y le beso el cuello, ríe como un tonto.
— ¿Te recuerdo los problemas que me diste con mi esposa por hacer esto?
— Te conozco primero, por lo que tengo más derecho.
Phil me abraza, tiene prácticamente un metro sesenta y tres, con el cabello castaño recogido en una coleta, un cuarentón sexy según su esposa, me reservo la opinión, ya que no puedo verlo de esa manera.
— Que no te escuche, podrías morir accidentalmente.
Me echo a reír, lo conozco de hace diez años cuando escapé de la escuela militar, me acogió y cuidó de mí por un tiempo, a pesar de que mi familia me llevó de vuelta colaboré con la condición de quedarme con él.
Es lo único bueno en mi vida.
— Me dijeron que trajiste a alguien. — lo suelto.
— Si, es su cumpleaños. ¿Podrías hacer algo?
— Por supuesto. ¿Qué no haría por ti? — pregunta agarrándome las mejillas, quito sus manos, odio que haga eso.
— Gracias.
— ¿Y quién es el chico, un novio?
— Amigo, dejémoslo ahí. — Phil me mira con escepticismo.
— Está bien, llevaré un pastel para tu “amigo”. — hace comillas con los dedos, me dice mentiroso a la cara, pongo los ojos en blanco y me retiro.
Maddox está revisando su teléfono, evidentemente aún espera alguna excusa de parte de su rebaño.
Sólo olvídalos, no dejes que te hagan daño.
Por este motivo no me gusta nadie, no tengo que esperar nada de ninguno, no me decepciono si no pasa lo que quiero, lo mejor es estar solo, ser el centro de tu propio universo.
Sólo importo yo, al carajo los demás.
— ¿Todo bien? — pregunto tomando asiento, Maddox guarda su teléfono, no obtuvo la excusa que quería, puedo notar su decepción.
— Si, es un bonito lugar.
— Es el lugar privado de Philippe, lo hizo para compartir con su esposa.
— Entonces no deberíamos…
— Te dije que está bien, no pasa nada. — suspira y toma un poco de vino, lo estuvieron atendiendo mientras no estuve, bien, no puedo quejarme del servicio.
— ¿Estabas trabajando?
— No, tuve que ir a reunirme con mi familia, fue una reunión tediosa.
— Así que sigues llevándote mal con ellos. — resoplo.
— Me llevo peor.
— Aquí traemos la tarta para el cumpleañero. — dice Philippe entrando con un pastel, supongo que era un encargo para otra persona ya que no tuvo tiempo de hacerla.
Algunos trabajadores le cantan las felicitaciones y Phil coloca el pastel con velas en la orilla frente a él, tiene la palabra Felicidades escrita en rojo, Maddox se cubre la cara con las manos.
Que tierno, quiero follarlo hasta que se desmaye.
— Dios, qué vergüenza. ¿Es en serio?
— La tarta fue cosa mía, la canción no, así que no me mires así. — Philippe se carcajea.
— No podemos entregarle la tarta al cumpleañero sin felicitarlo, mucho menos si es el novio de Raphael.
Maddox parece confundido.
— No somos…
— ¿Apagas las velas? No olvides pedir tu deseo.
— No soy un niño. — resopla, Phil es insistente.
— Maddox, si no haces lo que quiere no se irá.
Maddox cierra los ojos por un momento, detallo las pestañas rubias contra su piel, la luz de las velas en la noche lo hace más atractivo, vuelve a abrirlos y sopla las velas, todos aplauden, yo sólo quiero saber que deseó.
— Listo.
— Soy Phil, el dueño del lugar y padre adoptivo de nuestro Raphael.
— Maddox. — murmura estrechando su mano, me mira con confusión — ¿Padre adoptivo?
— Estuve más tiempo con él que con mi familia así que podrías definirlo así.
— No lo digas con tan poca importancia. — Phil me da un golpe en la frente,
— ¿Puedes dejarnos solos ya?
Phil suspira, ya está acostumbrado a mi mala actitud, es el único que me soporta.
— Un placer conocerte, eres bienvenido cuando quieras. — coge la bandeja con el pastel y nos sonríe — Volveré a traerlo luego de la cena.
— Gracias.
— ¿Qué pediste? — niega.
— No puedo decirte.
— Eso es una tontería.
— No. — niego, odio cuando me niegan algo y este hombre es experto en eso, también lo odio.
— Espero que no sea nada desagradable.
— ¿A qué te refieres con eso?
— No lo sé, siempre piensas en los demás, tienes unas manías extrañas que no me gustan.
— ¿Cómo escoger a otros y nunca a ti? — levanto las cejas, no puedo creer que recuerde eso.
— Si, justamente esa, ni siquiera de niños, escoges lo que no te conviene.
Maddox sonríe de medio lado, me encanta cuando se pone juguetón.
— ¿Y tú me convienes? Eres la peor persona en la que podría confiar. — me encojo de hombros, en realidad tiene toda la razón, no soy confiable y por su bien, lo mejor es que se aleje.
— Pero sabes que esperar de mí y que no, con los demás es diferente.
— Aquí tienen, disfruten de la cena. — dice un camarero colocando la comida frente a nosotros.
— Gracias.
Comemos en silencio, Maddox deja su comida a la mitad y me mira, humedezco mis labios, quiero besarlo, tocarlo, follarlo, no tengo idea de cómo he resistido tanto hasta ahora.
— A veces me asustas.
— Lo sé, suelo causar ese efecto, pero soy el único que está aquí contigo esta noche. — me limpio con la servilleta, Maddox levanta las cejas.
Y ahora vas a defenderlos, tan predecible.
— Eso es bajo, no sabemos…
— Olvidaron tu cumpleaños. — le recuerdo, Maddox aprieta la mandíbula.
— …
— ¿De qué te sirve ser tan devoto a ellos?
— ¿Ahora hablaremos de lo malos que son mis amigos?
— No me gusta perder el tiempo en babosos. ¿Cuál fue tu deseo?
— Si lo digo quizás no se haga realidad. — pruebo el vino y remuevo la copa.
— Si lo dices haré que se haga realidad, puedo hacer lo que sea mientras sea para ti, no me pidas algo para otra persona.
Maddox sonríe, sus ojos brillan, está provocándome.
— Creo que puedes hacerlo.
— ¿Qué quieres?
— Tu boca alrededor de mí. — le hago una señal.
— Eso no es difícil, no tenías que malgastar un deseo, ven aquí.
— No.
— ¿No querías…?
— No podemos ahora.
— Sube aquí. — le digo deslizando el plato y acariciando la mesa, me fulmina con la mirada.
— No seas falta de respeto, es el lugar especial de tu padre adoptivo.
Tú y tu moralidad.
Me levanto y le agarro la muñeca, lo llevo conmigo al baño, Maddox me mira con las pupilas completamente dilatadas, luego a la puerta.
— Raphael… — le agarro el mentón y gruño, me enoja su actitud de chico bueno.
— ¿Para qué juegas conmigo si al final te da miedo?
— No me da miedo. — Maddox me jala hacia un cubículo y acaricio su entrepierna cuando estamos dentro, está completamente duro.
— ¿Cuánto quieres esto? — se estremece.
— Mucho.
— ¿Cuánto es eso?
— Lo he soñado varias veces. — que lo admita hace que me suba el ego, me encanta saber lo que provoco en él.
— Tengo que cumplir el deseo del cumpleañero. — murmuro besando sus labios y poniéndome de rodillas.
Miro hacia arriba para no perderme su reacción, Maddox humedece sus labios, sigue esperando por mí, así que aparto el traje, le bajo el pantalón y ropa interior hasta las rodillas.
Su pene demanda acción, lamo la punta probando el sabor amargo, Maddox coloca una mano en mi pelo, sólo la deja ahí, succiono la punta y recorro con la lengua.
— Joder, no pensé que realmente accederías. — sus mejillas están rojas, los ojos azules sólo tienen un aro de ese color.
Humedezco mis dedos y deslizo uno en su interior, Maddox me agarra el pelo, parece un poco enojado.
— No quiero que…
— Sólo pondré mis dedos. — aviso acariciando su interior y llevando su pene a mi boca.
Paso la lengua por las venas sobresalientes y me animo a ir más profundo, Maddox suspira, con la estimulación doble no está tan seguro de cómo moverse.
— Oh, Dios, eso se siente bien. — gime, miro hacia arriba, está completamente perdido en el placer.
La puerta del baño se abre y Maddox se tensa, aprieta mis dedos en su interior y lleva su polla más profunda casi asfixiándome, me acaricia la garganta, hay alguien del otro lado, pero para mi sorpresa parece más excitado con la cuestión.
Bien, joder, pierde tus malditas inhibiciones cuando estés conmigo.
— Raphael ¿Puedo moverme yo? — le aprieto los muslos como confirmación.
Maddox se mueve contra mí, su mano sigue aferrándose a mi garganta y aprieta de vez en cuando, se hace difícil, pero no me importa, llevo mis dedos más profundo y resisto sus embistes.
— Mmm… eres tan bueno en esto que me da celos. — gruñe.
Curvo los dedos acariciando su lugar sensible, jadea y me aprieta más la garganta, acaricio su interior.
— Raphael… — gime mi nombre y se derrama en lo profundo de mi garganta, saco mis dedos y se retira dejándome respirar por fin con tranquilidad.
Me pongo de pie, lo acorralo contra la pared, Maddox respira con fuerza.
— ¿Y bien, fue como en tus sueño, como deseaste?
— Mejor. — gruñe tomando mi boca y dejando un furioso beso — ¿Podemos comernos el pastel ahora?
— Si, pero más tarde voy a follarte.
— No, hoy no. — dejo una marca en su cuello.
— ¿Entonces, cuándo?
— Mañana, hoy no.
— Está bien, pero me quedo contigo, así puedo follarte en la mañana y felicitarte como se debe. — Maddox pone los ojos en blanco, se arregla el pantalón y comienza a lavarse las manos, lo imito.
Supongo que eso es un sí.
— Toma tu reloj de vuelta, me da miedo romperlo — murmura quitándose la pulsera y ofreciéndolo, levanto las cejas, este hombre es tan entretenido.
— Es tuyo.
— ¿Qué? No puedes…
— ¿No te gusta? Si es así vamos y te compro uno nuevo.
— No es eso, es caro. — le muerdo el labio inferior.
— Deséchalo si no lo quieres.
— Raphael.
— ¿De verdad quieres discutir conmigo hoy? — Maddox suspira.
— No.
— Entonces vamos.
Maddox me sigue sin quejarse otra vez, así está bien, eso es lo que me gusta, vamos de vuelta a la mesa y come su pastel, no puedo esperar para follarlo, pero este hombre siempre me pone reglas absurdas.
Igual, no falta mucho para que termine tu cumpleaños, luego puedo hacer contigo lo que quiera.
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