XIX
No sé si debería asustarme porque todo esté bien.
El primer día tanta incomodidad era tan palpable que era difícil estar en un mismo sitio sin mirar más de diez veces hacia atrás. Estábamos tan acostumbrados a que todo tenía que ser a escondidas que esto, para nosotros no era normal.
—Siento que cuando salga de aquí tu madre va a comenzar a empacar.
Me había atrevido a decir aquella primera tarde. Ella se rió, pero sabía que también pensaba lo mismo, tratabamos de mantener la mayor calma posible a cualquier circunstancia que pudiera ocurrir en menos de un pestañeo.
Guardaba mis manos y enderezaba mi espalda cada vez que la señora pasaba al salón.
Lina se reía de mis actitudes, más cuando nunca las había visto. Y obvio cuando no había muros por la costa mis brazos la rodeaban, así como su cabeza se dejaba caer en mis piernas o en mi pecho.
Decir que no disfrute de esos momentos sería mentira, porque claro que lo hice.
—¿Cómo está Mercy?—me había preguntado un día que estábamos en su comedor.
Ella como tal a mi hermana la ha visto contadas veces, incluso escasas. Cuando le mencioné el nombre no creí que se lo memorizara tan rápido, pero al parecer si. No acostumbro a hablar de mi familia, no es un tema que me parezca que tenga que saber todo el mundo.
Las conversaciones y ámbitos familiares se quedan es eso, en familiar.
Sin embargo, no era porque me sintiera obligado, mucho menos presionado a contarle algo pero si había un cierto compromiso. Muchos problemas habíamos causado por no tener una mejor comunicación con lo que se relaciona con el otro.
Verdades, amigos, familia... La comunicación era lo principal, sólo qué es complicado.
—Bien—me limité a decir, ganándome una mirada recelosa de su parte.
No quería hacerle daño, pero tampoco veía necesario hablar de mi familia justo ahora.
—¿Y tú mamá?—murmuró como temiendo por la respuesta, hice una mueca con la boca. Restandole importancia.
—En casa.
Alzó la mirada, apoyándose el mentón en una mano.
—¿Es muy lejos?
«Uh»
Carraspeo intentando aclárame la garganta, mejor dicho, haciendo tiempo. Presentía el final de la conversación, no una frase sino una propuesta. Y no estaba listo, no por dar ese paso con ella, ya mucho había hecho por mi. Sino porque no había preparado el terreno, la zona, o como sea.
Para mí madre, no tenía a nadie.
La única que la medio conocía era Mercy, y justo ahora, me sentí un imbécil por eso.
—¿Cómo vas a hacer con las clases?—cambié de tema poniéndome de pie, dejándola con aquella mirada desolada que me dedicó al alejarme.
Insensible era la palabra que me podría describir en estos momentos, sino, ¿Cuáles?
—¿Tú mamá no te ha dicho nada de eso?—continué dejándome caer en el sofá.
Lina se acercó jugando con las mangas del suéter de lana rosada que cargaba, se aproximó a mi costado para sentarse. No arrecostada a mi hombro como ya teníamos costumbre, sino a mi lado. Con cierta distancia de por medio.
«La estoy cagando»
—Ahm, me había comentado de terminar el curso por aquí.
«¿Lejos?»
—No me parece, tus notas están es por allá,—señale a mi izquierda, haciendo referencia a dónde nos conocimos—: Terminar un curso, estando tan cerca de finalizar me parece un pecado.
Alzó los hombros—: No se, igual me queda bastante lejos.
Llevé una de mis manos a su nuca para acercarla a mí y darle un beso en la frente.
—Yo vendría por ti,—murmuré tras unos segundos—: Solo es levantarse más temprano.
—No creo que sea...
—Sólo hablá con ella, —la solté cuando hizo ademán de alejarse, estaba resentida—: O lo hago yo.
Negó rápidamente poniéndose de pie, le seguí los pasos hasta la cocina. Dejando salir un suspiro apoyé mis codos en las rodillas, llevando mis manos hasta cubrirme el rostro. Cuando pienso que puedo estar diez pasos adelante pasa algo mínimo que me lleva en retroceso.
Estaba dispuesto a levantarme e ir por ella cuando sentí pasos en la escalera, su madre iba bajando.
—Buenas tardes—saludé, ella me asintió en respuesta con una ligera sonrisa.
En otra circunstancia me hubiera dado miedo.
—¿Y Lina?—miró a su alrededor.
—En la cocina,—asintió de nuevo dispuesta a irse, la detuve poniéndome de pie—: Ahm, ¿Puedo preguntarle algo?
Tenía que aprovechar. No parecía tenerme mucha confianza a lo que le fuera a decir, sin embargo se acercó al sofá. Me senté nuevo, rezando para que Lina no apareciera todavía.
—¿Qué sucede?
—¿Qué piensa sobre de que su hija vuelva a estudiar dónde antes estaba?—directo a punto.
Sus cejas se alzaron.
—No creo que sea buena idea—intentó no parecer tensa con la idea, repito, intentó.
—¿Por qué?
—Despues de lo que pasó,—suspiró sobando sus rodillas con sus manos—: No me parece lo más razonable, ni seguro.
«Eso no fué ayer»
—Pasó hace mucho tiempo,—le recordé—: Lina iba bien con todo eso, yo estaba ahí para ella y..
—No lo sé—se me agotaba el tiempo.
—Estamos cerca de finalizar,—está era mi última carta—: Le va a costar mucho más adaptarse en un nuevo curso donde capaz y no la puedan recibir de la misma forma.
Me miró mal.
—¿Qué quieres decir?—pareció enojarse.
«Uh»
—Sólo digo, allá no estoy o no va a estar alguien que conozca, que se sienta segura y no se.. —miré hacia atrás—: Quizás no lo tomé bien.
—Mi hija es capaz de..
—Señora, no pretendo nada malo—me apresuré en decir—: Sólo que lo piense, yo podría pasar por ella porque sé que se iba a pie, ¿No?
Asintió.
—Y de aquí a allá es algo, no quiero que corra peligro de esa forma, sólo es cuestión de terminar el año y usted decide.
«No si puedo evitarlo»
Me tensé cuando escuché pasos a mis espaldas.
—Sólo piénselo, ¿Si?
Asintió y me levanté rápidamente antes de que pudiera continuar con la conversación, encontrándome a Lina con una bandeja en mano.
«Con que eso hacías»
—¿Te ayudo?—me ofrecí, no esperé a que respondiera antes de tomarla. No pareció notarlo.
Estaba más concentrada en su madre.
—¿Todo bien?—su mirada viajo entre nosotros con duda.
—Si,—respondí primero—: Solo hablábamos.
—¿De qué?—miró a su madre.
También lo hice, ella se levantó y sonrió sin mostrar los dientes. Negó con la cabeza aliviando mi tensión.
—No te preocupes—dijo y subió las escaleras de nuevo.
Ambos nos quedamos mirando el tope hasta que no se vio más. Mi castaña se volteó para encararme, quitando la bandeja de mis manos de nuevo para dejarla en la mesa del centro.
—¿De qué hablaban?—volvió a preguntar.
Sonreí, como un niño que intenta esconder su travesura.
—No te preocupes.
Instagram: heroscot_
Twitter: heroscotw
Tiktok: heroscot
Un beso, recuerden que son lo más bello de wattpad❤
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top