Un Dolor Compartido.

"Así que, por favor, sólo dame algo para el dolor, porque mi corazón se ablanda a tu nombre y cuando te vas me deshago... Y cuando te vas, ¿Por qué soy débil?, Camino por cables y tiro dientes... Y estoy cansado de perseguir sueños, necesito a alguien que me despierte... Necesito a alguien que me despierte".


  Al finalizar la llamada, Leyna agradeció poder respirar como Wöller y no como Betzler, si bien era ambas, odiaba la idea de empezar de nuevo con una mentira. Su actuación como la recién llegada de Bensberg había sido convincente, pero tuvo que esforzarse mucho por aparentar naturalidad cuando todo lo que veía era idéntico, pero totalmente diferente al Winden que ella conocía... "No existes en su mundo, recuérdalo"... Se recordaba constantemente para no meter la pata frente a aquellos que consideraba sus amigos, pero ese era el problema... No eran sus amigos, aún no al menos.

  Otra cosa que la estaba molestando era la desaparición de Mikkel, supuso que alguien lo haría, pero jamás imaginó que el más pequeño de los Nielsen fuera una víctima de todo esto como lo fueron Erik y su amiga. El sólo pensarlo la destrozaba, quería intervenir, investigar como lo había hecho antes y tratar de resolver el problema, pero ambas versiones adultas le habían prohibido involucrarse en eso.

  Lo único que podía hacer ahora era acercarse a Jonas, su equivalente en este mundo y, tal vez, su único y más vulnerable aliado. La noche anterior había sido horrible para todos, en especial para Kahnwald... Verlo ahí, paralizado en la oscuridad, hizo que el corazón de Wöller se detuviera por completo. Ella lo entendía, claramente lo hacía, pero también comprendía que el dolor de ese muchacho lo estaba hiriendo demasiado, quería ayudarlo, pero aún no sabía cómo... Lo único que realmente sabía, era que debía intentarlo.

  En cuanto se sintió lista para continuar, la chica se dió una ducha, se vistió, tomó su mochila y salió rápidamente del hotel. En el camino, la chica no podía dejar de pensar en la desaparición de Mikkel, "¿Por qué?"... Justamente fue lo mismo que pensó cuando su amiga desapareció, "¿Por qué?", "¿Por qué ellos?"... Creía tener la respuesta, pero no estaba segura... Cada vez que creía estar cerca de algo, esto sólo se alejaba cada vez más de ella. Sin embargo, la rubia no pudo seguir pensando en eso debido a que vió un auto afortunadamente familiar cerca de un remolque.

-Hola- Saludó Leyna al tiempo que bajaba de su bicicleta y se acercaba a Wöller.

-Hola, ¿Cómo estás?- Preguntó Torben preocupado al verla.

-Bien dentro de lo que puedo- Admitió la chica con cierto pesar al recordar lo sucedido la noche anterior. -Quería disculparme por lo del otro día, no estaba en mi mejor momento-

-Tranquila, no hay problema- Respondió el policía con una leve sonrisa dando a entender que todo estaba en orden. -Recuerda, si necesitas algo, no dudes en llamar-

-Lo haré, gracias- Le agradeció la chica mientras tomaba su bicicleta para retomar su camino, sin embargo, aún tenía una duda y quería saber la respuesta. -¿Puedo preguntarte algo?-

-Claro, dime- Respondió el hombre del parche tranquilamente.

-¿Qué te pasó en el ojo?- Preguntó la rubia haciendo que el policía se acercara nuevamente hacia ella.

-Es una historia muy divertida, pero no puedes decirle a nadie. ¿Entendido?- Dijo Torben con una sonrisa cómplice haciendo que Leyna soltara una igual.

-Su secreto está a salvo conmigo Oficial Wöller- Aseguró la chica con total convicción al recordar la de veces que había hecho de confidente cuando su padre quería sorprender a su madre y viceversa.

-Muy bien, fue durante el verano pasado... - Quiso decir el policía antes de que su teléfono comenzara a sonar llamando la atención de ambos. -Hola- Dijo Wöller una vez que respondió a la llamada. -Entiendo, voy para allá-

-¿Es sobre el caso?- Preguntó Leyna al ver la preocupación grabada en su cara.

-Sí, creo que tenemos algo- Respondió Torben al tiempo que regresaba a su auto. -¿Quieres que te alcance a algún lado?-

-¿No tienes que ir a la comisaría?- Preguntó la rubia pensando en la urgencia de la llamada.

-Charlotte puede esperar diez minutos más, sube- Ordenó Wöller haciendo que ambos subieran la bicicleta al vehículo. Luego de eso, la chica subió al auto y le indicó al policía que debía ir a la casa de los Kahnwald.

  Fue bueno hacerlo de nuevo, le recordó a esos días en que su papá le enseñaba a conducir, le había costado bastante pero él era muy buen maestro. Sin embargo, la sensación era bastante agridulce ahora, si bien estaba feliz de estar con su padre otra vez, constantemente tenía que recordarse que no era él y que no podía decirle quién era ella en realidad... Odiaba eso, odiaba mentirle a la gente que amaba, pero no tenía opción... No existía y esa era su realidad ahora.

  Una vez que llegaron a destino, la joven bajó del auto, le agradeció y le deseó suerte en la investigación porque realmente la necesitaría. Luego de eso, Leyna dejó la bicicleta en el patio, subió la pequeña escalinata de la casa de los Kahnwald, tocó la puerta con la mano sana y esperó.

-¿Puedo ayudarte en algo?- Preguntó Hannah Kahnwald en cuanto abrió la puerta, se veía preocupada y la entendía, la noche anterior había sido un susto de muerte para todos.

-Mi nombre es Leyna, soy amiga de Jonas- Respondió Wöller respetuosamente, si quería acercarse, debía dar una buena impresión. -Quería saber cómo estaba-

-Claro, pasa- Dijo la Sra. Kahnwald logrando que la chica ingresara a la casa. -Aún está dormido, ¿Puedes esperar?-

-Sí, claro- Respondió la rubia al tiempo que la dueña de casa la invitaba a sentarse. -Disculpe que haya venido sin avisarle-

-No te preocupes, le hará bien una amiga- La animó Hannah con una leve sonrisa haciendo que ella soltara una igual. -Llámame Hannah si te hace sentir más cómoda-

-De hecho sí, gracias Hannah- Le agradeció Leyna sintiéndose un poco menos nerviosa que cuando entró. Era extraño, ella casi no tenía relación con la Hannah de su mundo pero, por algún motivo, logró llevarse bien con ella. -Lamento mucho lo de su esposo... Jonas me contó algo-

-Te lo agradezco- Le agradeció Hannah con tristeza antes de notar que se había hecho tarde. -Disculpa, debo irme- Informó la Sra. Kahnwald al tiempo que tomaba su abrigo y sus cosas. -Si pasa algo, por favor llámame-

-Claro- Accedió Wöller aliviando a la dueña de casa. Luego de eso, Hannah se despidió de ella y se fue dejándola sola en la oscura sala.

  Una vez que se sintió segura de que la dueña de casa se había ido, la rubia sacó su linterna y comenzó a explorar un poco lo que, en su mundo, era su hogar. No había electricidad, lo cual no la sorprendía, pero lo que sí llamó su atención fue una foto familiar. La misma había sido tomada en Navidad, se veían felices, lo cual no era muy habitual ni en su Winden, ni en este. Sin embargo, había dos cosas bastantes extrañas en la fotografía: La primera era que estaba cortada, tal vez por una pelea o simplemente alejarse de alguien... Sin embargo, lo que más sorprendió a Leyna fue el Sr. Kahnwald, no entendía como, pero le era demasiado familiar... “Es idea tuya, ni siquiera lo conociste”... Pensó Wöller antes de escuchar un leve sonido a su espalda.

-¿Jonas?- Preguntó la chica al tiempo que subía la escalera hasta su habitación. Al entrar, notó que en la mesita de noche había un pequeño frasco que decía Amitriptilina”... Por eso su versión adulta no quiso comentar nada al respecto, lo que tenía en la mano era un maldito antidepresivo. -¿Jonas?- Preguntó la rubia preocupada al tiempo que se dirigía a la última habitación de la casa, sintió temor antes de abrirla, pero debía hacerlo si quería estar segura. -¿Jonas?, ¿Jonas estás bien?-

-Sí, pasa- Respondió una leve voz haciendo que la chica finalmente abriera la puerta encontrando al muchacho tendido en el suelo.

-¿Seguro?- Preguntó Leyna preocupada al tiempo que se acercaba a él. -¿O lo dices para no asustarme?-

-Lo estoy, créeme- Respondió Jonas con pesar, pero sin volverse a ella, lo cual hizo que la joven se sentara en el suelo y se recostara junto a él. -Creo que... Estoy listo para hablar ahora-

-Entonces, te escucho- Aseguró Wöller comprensivamente haciendo que Kahnwald respirara hondo y se dispusiera a contarle todo.

-Mi papá se suicidó el verano pasado... No pude manejarlo y... Pase unos meses en un loquero... Estrés postraumático dijeron- Confesó Jonas con gran dolor en su voz al recordar todo lo que había sucedido desde ese fatídico verano. -No quise decirte ayer por qué... No quería que pensaras que era raro-

-Lo lamento tanto- Lamentó Leyna con pesar al entender a que se refería su versión adulta cuando dijo que el golpe ha dicho había sido mucho más duro para él. -Pero jamás pensaría que eres raro... Créeme, sé exactamente lo que se siente-

-¿Qué?- Preguntó Kahnwald confundido ante esa última respuesta, lo cual hizo que la rubia se volviera hacía él.

-Mi mamá también murió hace poco... Sobredosis... Papá la encontró y la llevó al hospital pero... Llegamos tarde- Relató Wöller con tristeza al revelar parte de su pasado, no quería iniciar su amistad con una mentira, más cuando se trataba de alguien que había sufrido tanto como él.

-Lo lamento... No lo sabía- Se disculpó el chico nervioso por lo que acababa de escuchar, jamás esperó semejante respuesta... O tal vez jamás esperó conocer a alguien que hubiera pasado por lo mismo.

-No tenías forma de saberlo, yo tampoco soy muy abierta a hablar sobre eso... Al menos hasta hoy- Admitió la chica con una leve sonrisa al notar que ambos estaban llorando. -Esta mierda nos supera a ambos, sólo quiero que termine de una vez-

-Yo también- Confesó el chico sintiéndose mejor de lo que se sentía esa mañana... Hablar les había hecho bien ambos, ambos sufrían exactamente lo mismo pero, de algún modo, esa charla había aliviado un poco su dolor.

-Oye Jonas, ¿Es normal qué esa tabla esté así?- Preguntó Leyna al notar otra similitud en la historia, el techo de la última habitación de la casa no estaba bien.

  Ante esto, Jonas se levantó y alumbró el lugar indicado dándose cuenta de que su compañera tenía razón, había una madera que no estaba en su sitio. Así que la tocó levemente logrando que está se moviera y dejara ver un papel doblado en varias veces.

-Parece un mapa- Dijo Kahnwald sorprendido mientras examinaba el extraño descubrimiento que habían encontrado en el estudio de su padre. -Ven- Ordenó el rubio haciendo que ambos abandonaran el lugar y fueran a la habitación del muchacho. Una vez ahí, cerraron la puerta y comenzaron a revisar el mapa.

-“¿Dónde está el cruce?”- Leyó Wöller al ver como todo se volvía a repetir, así inició todo realmente... Un papel en la pared fue lo que la motivó a buscar respuestas. -Jonas, ¿Has considerado la idea de qué tu padre supiera algo más de lo que decía?-

-¿A qué te refieres?- Preguntó el confundido chico al no encontrar conexión entre el mapa y la conversación que habían tenido en el ático.

-Piénsalo, eso estaba escondido en su estudio... Tal vez hay algo en ese lugar, pero no llegó a encontrarlo- Explicó la rubia recordando su experiencia con el mismo mapa en su propio mundo.

-Y quiere que lo encuentre- Dedujo el rubio pensando en lo que su compañera decía, tal vez tenía razón, la cueva de Winden siempre había sido algo muy curioso para los que vivían ahí... “¿Qué habría estado buscando su padre ahí?”.

-¿Te parece si vamos mañana?- Propuso Leyna entusiasmada sorprendiendo Jonas, realmente no esperaba eso después de lo que sucedió la noche anterior. -No tengo nada mejor que hacer y creo que tú tampoco-

-Creí que no te gustaban esas cosas- Repuso Kahnwald pensando en lo reacia que se había mostrado ante la idea de ir a la cueva la noche anterior.

-Y yo creo haber demostrado soy más aventurera de lo que piensas- Le recordó Wöller haciendo que el muchacho soltara una leve sonrisa. -Eso también te sienta bien-

-¿Qué cosa?- Preguntó el chico confundido ante esa última respuesta.

-Que tienes una linda sonrisa- Afirmó la rubia haciendo que, inconscientemente, su nuevo amigo volviera a soltar una leve sonrisa.

  Pasaron el resto de la tarde charlando y estudiando el mapa para prepararse para la excursión del día siguiente. Fue así hasta que notaron que anochecía y tuvieron que buscar velas porque, como era de esperar, no había electricidad.

  No pasó mucho tiempo hasta que Hannah llegó a casa, al verla, lo primero que Jonas preguntó fue si Leyna podía quedarse. Su madre accedió, no sólo porque era tarde y llovía... Sino porque, por primera vez en mucho tiempo, veía sonreír a su hijo.

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