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Gerard terminó de retocar el maquillaje en su rostro, llevaba la misma vestimenta que en el videoclip Desolation Row, pero por una razón, había una fiesta esa misma noche, y no una cualquiera, sería de disfraces.

Se le ocurrió disfrazarse del Gerard de ese video, porque ¿quién mejor para utilizarlo?

Los pantalones rotos por todas partes y básicamente su ropa tan desordenada lo hacían parecer un punk que realmente deseaba demostrar que lo era. Revolvió su cabello y salió del baño del autobús, pasó junto a Raymond, con su vestimenta de cowboy y continuó caminando luego de elogiarlo.

Su hermano también se encontraba allí, pero era tan aguafiestas que solo se pondría un antifaz llamativo. Al momento en que estaba por decir "¿y Frank?" El mismo abrió la puerta, admirando al pelinegro y desviando la mirada.

—¿Qué vas a usar tú, Frankie?

—No voy a disfrazarme—Senteció, sacando un cigarrillo de la cajetilla. Llevaba esa camiseta negra de bordes blancos que tanto le gustaba, junto a sus característicos guantes con los dedos cortados, parecía que estaba a punto de dar un concierto.—Es un poco raro verte vestido así.

—¡Sí! Parece que estamos a punto de grabar—Rió el pelinegro, volviendo a la primer frase dicha por Frank.—¿Por qué no vas a disfrazarte? Es divertido, como tu cumpleaños.

—No estoy de ánimos—Hizo un ademán para irse hacia la zona de las literas, pero antes le dedicó una sonrisa tenue a su amigo, no quería ser grosero, pero realmente no estaba de ánimos para disfrazarse de vampiro (siempre era lo mismo), alcoholizarse y terminar vomitando al lado de un árbol.

—Y a éste qué le pasa—Indagó Mikey desde el sillón, quitándose el antifaz verde con lunares.

—No lo sé, ¿crees que debería hablar con él?—Dudó, acomodando un poco su "disfraz" le gustaba usar esa vestimenta, le recordaba lo divertido que fue grabar ese video, pero era un poco incómodo.

—Debe haber peleado con Jamia, siempre que se pone así es por eso ¿no?—Mikey decidió no darle demasiada importancia, haciendo que Gerard intentara hacer lo mismo, pero no podía, no le gustaba ver a su mejor amigo decaído.

Frank también vió a Raymond disfrazado, y le sonrió, metiendose en su litera y cerrando la cortina detrás de él. Estaba molesto, aunque era más un poco de desilusión con respecto a Jamia, porque la única semana de la gira en donde podía verla después de mucho tiempo, se llevaban mal y discutían demasiado.

Tenía un nudo en el estómago, no podía culpar a la mujer, si no funcionaban era también su culpa, pero en ese momento no quería aceptarlo así que prefería permanecer allí, tranquilizandose.

***

—Oye, Gerard—Nombró Bert, en un tono extremadamente alto, porque en ese lugar no se escuchaba nada más que la música.—¿Por qué tienes esa cara?

Era un poco rara la situación, porque aún continuaba gritando, estaba un poco borracho y lo sostenía por la cintura con una de sus manos.

—Solo estoy un poco cansado—Intencionalmente habló a un volumen normal, sabiendo que no se oiría bien, pero no le dió demasiada importancia, aunque Bert le entendió, con un poco de esfuerzo.

—¿Quieres hablar?—El cabello enmarañado de Robert, con algunas mechas rojas, era bastante gracioso, porque realmente parecía que no lo peinaba en años. Gerard negó, despreocupandolo con una corta conversación, sabía que a Bert le encantaba ser excesivamente cariñoso con todo el mundo, pero no estaba con el mejor humor para tontear.

—Nos vemos luego, ¿si?—El contrario asintió, dejandolo ir, y continuando con la fiesta que aturdía sus oídos.

El pelinegro se alejó de esa casa, intentando ordenar un poco el cabello desparramado que llevaba, se cruzó con algunos sujetos de bandas conocidas, uno un poco más drogado que el otro, pero no le importó, siguió caminando hacia el bus. Vió su reflejo en un lado del autobús, increíblemente estaba impecable y sonrió por un momento, ¿en qué momento lo habían limpiado?

Ingresó ejerciendo bastante fuerza en la puerta, se sentía un tanto mareado, pero aún estaba lo suficientemente consciente. Observó su propia ropa, había una mancha en su chaqueta, no sabía qué era, y tampoco quería averiguarlo.

Había un sonido agudo en sus oídos debido a haber escuchado la música tan alto, pero además podía escuchar música a un volumen bajo, proveniendo de la zona donde dormían. Alguna balada, esas canciones antiguas y mágicas, pero luego de notarla, un sollozo se añadió, rompiendo el ambiente tranquilo que tenía allí en el sillón.

—¿Frank? ¿eres tú?

—Sí—Se oyó luego de un momento, un poco distorcionado, y luego apagó la música, pero Gerard no mencionó nada, solo se quitó la chaqueta sucia y las botas, dejandolas desparramadas en cualquier lugar.

—¿Estas bien?—El castaño respondió un "ajám" en un tono bajo, sin mover la cortina que lo ocultaba, aunque por los sonidos, Gerard podía saber que se estaba removiendo en la cama.—¿Seguro?

Movió la cortina hacia un lado repentinamente, haciendo que Frank diera un pequeño sobresalto, tomando su almohada y lanzandosela al pelinegro para que no lo viera; tenía el cabello desordenado, sus ojos rojizos, junto a sus mejillas de la misma manera. El pijama cubría su cuerpo, y se veía extremadamente tierno recostado cubierto con su manta favorita.

Lástima que esa imagen le duró demasiado poco, porque Frank lo alejó de él, volviendo a su escondite.

—¡No me molestes, Gerard! ¡no estoy para bromas!—Agregó el final para sonar más serio, pero Gerard no se detuvo, estando un poco borracho eso sonaba como "sigue molestandome".—¡Dije que basta!

—¿Estas llorando?—Luego de un forcejeo en donde Frank tenía las de perder, se detuvieron, y Gerard pudo observar claramente su rostro, indagando con preocupación sobre eso.—¿Te hice daño?

—Claro que no, si tú eres...—Limpió su rostro de mala gana, no deseaba que lo vean llorando.—Un débil.

Gerard sonrió, a una distancia bastante corta de su rostro, sosteniendo su muñeca para no recibir un golpe horrible con una almohada.

—Bueno, ¿quieres hablar de lo que pasó?—Se alejó, dirigiendose de nuevo a la especie de sala/cocina en el autobús, alzando la voz para ser oído correctamente.—Puedo hacerte un té.

Frank afirmó, poniendose de pie y siguiendo al contrario.

Cuando el té estuvo listo, el castaño lo recibió gustoso, siendo acompañado por Gerard, que se había hecho un café gigante para sentirse un poco más lúcido.

—¿Y bien? ¿terminaste con Jamia?

—¿Cómo supiste?—Musitó el contrario, un poco entrecortado, ni siquiera había tenido que decir nada.

—Llorando como una Magdalena, escuchando canciones de desamor...—Comenzó a enumerar.—Esa carita de perrito abandonado... No es difícil de descubrir—Frank se sentía un poco avergonzado.—Además, el otro día los vi discutiendo, apenas te reconocí, cuando estas molesto no pareces tú.

—Todo el tiempo estoy molesto.

—Eso es cierto, pero... Me refiero de otra manera, no te veías ¿feliz?—Parecía que estaba metiendo cizaña, pero solo se preocupaba, era su amigo y quería ayudarlo.

—No lo sé, he estado tan enamorado de ella hace tanto, se siente muy raro—Frank pasó uno de sus dedos por el borde de su taza, observando el líquido humeante.—Es difícil imaginarme amando a otra persona.

—Es porque acaba de suceder, pero el tiempo va a acomodar todo ¿si?—Acarició un poco la mano del contrario, formando una sonrisa genuina, intentando darle apoyo. Frank sorbió un poco de su taza, continuaron un momento en silencio, ocupandose de vaciar las tazas frente a ellos.—Todo va a estar bien, vas a encontrar a alguien, no te preocupes.

—Eso creo, pero ahora...—Dió un suspiro extenso.—No estoy bien.

Gerard se movió hasta sentarse a su lado, dándole un abrazo. Creyó que Frank se alejaría, o que solo sería un cariño rápido, al castaño no parecían gustarle demasiado esas cosas.

Se llevó una sorpresa al notar las manos tatuadas del contrario envolver su cuerpo y recargarse en su pecho, comenzando unos leves sollozos completamente llenos de tristeza.

El mayor no pudo evitar hacer una expresión que demostraba lo enternecido que estaba, como si alguien lo estuviera viendo. Sostuvo al castaño de manera delicada, acariciando su cabello y musitando palabras de ánimo al escuchar que volvería a comenzar a llorar.

Frank se encontraba más vulnerable que nunca, con su corazón roto y su felicidad muy por debajo de lo normal.

Gerard se dedicó a protegerlo en ese momento, escuchando cada una de sus palabras y respondiendo todas sus incógnitas, aunque muchas veces no había una respuesta en concreto, Frank se sentía reconfortado con la conversación filosófica en la que terminaban.

Y así llevaron tres semanas de cuchicheos, manteniendo una relación incluso más cercana que antes. Aquello no sorprendía a los demás, pero a veces se sentían confundidos por tanta confidencialidad, de todas formas no cuestionaban nada

—¡Frank!—Gritó el pelinegro, lanzándole un abrigo en la cara. El objeto le dió directo, sin darle tiempo a reaccionar, haciendo que se molestara (como era costumbre) y lo persiguiera por todas partes, repitiendo que no iba a hacerle nada, solo quería devolverle el golpe.—¿¡Crees que voy a dejarme atrapar!?

Dió un salto en la puerta del bus, que se encontraba abierta para renovar un poco el aire lleno de humo de cigarro. El día era soleado, y se encontraban a casi un mes del momento en que mantuvo a Frank acurrucado en su pecho, lloriqueando. Se alegraba de verlo feliz, aunque fuese porque iba a golpearlo.

Se habían detenido porque la monotonía de viajar tantas horas seguidas en el bus era molesta, y Mikey se había negado a viajar en avión, según él porque estaba mal del estómago e iba a vomitar con solo un pie dentro del avión. Así que, como buen grupo que eran, se sacrificaron a viajar en autobús esos kilómetros, no eran demasiados, pero continuaban siendo considerables.

Gerard continuaba corriendo como si no hubiera un mañana, pisoteando las florecillas crecidas en ese lugar, se habían alejado de la carretera, corriendo por un camino de tierra, rodeado de flores amarillas, en donde después de un momento se desviaron y comenzaron a correr en ellas, eran hermosas, pero no los ayudaban a correr con normalidad.

—¡Vuelve aquí! ¡vamos a perdernos!—Chilló el menor, respirando de forma irregular, completamente agitado.

Gerard lo consideró, acercandose al castaño, cayendo en su trampa y siendo traicionado. Frank se lanzó hacia él, haciendo que el contrario trastabillara un poco y cayeran ambos al suelo. El castaño nunca había sido delicado.

Comenzaron una batalla de broma, dando vueltas y vueltas sobre las flores, llenandose de pétalos y tierra.

—¡Hey pobres flores!—Reaccionó el castaño, distrayéndose, y allí aprovechó el mayor, arrojándolo a un lado, e intentando subirse sobre él, en señal de victoria.—¡No!—El castaño forcejeó un poco más, pero finalmente Gerard permaneció a horcajadas de él.

—Te tengo—Bromeó, sintiendo el vaivén del pecho del contrario, estaba realmente agitado.—¿Qué vas a hacer ahora? ¿tener un ataque de asma?

—¡No te burles de eso!—Gerard se recostó a su lado, descansando por un segundo, las flores tenían un bonito aroma, y el sol calentaba sus cuerpos levemente. Todo iba normal hasta que Frank comenzó a fingir que no podía respirar, poniendo una mano en su pecho y abriendo sus ojos.

—¿¡Tienes un ataque en serio!?—El castaño asintió, y Gerard se incorporó en una fracción de segundo, con una cara de susto digna de un cuadro.

—Es broma, miedosito—Comenzó a reír, mientras era el turno del pelinegro para molestarse.—Hey, ¿no soy yo el que se molesta en esta relación?

—¿Relación?

—Es una forma de decir—Mencionó tranquilamente el castaño, ante la atenta mirada del contrario. Ambos sentados en el suelo, teniendo un buen momento, y alejados de los demás, parecía una escena de película.—¿Gee?

—¿Sí?

Mantuvieron un silencio, observandose, pero desviando la mirada cuando el contrario la devolvía. Hasta que Gerard movió un poco su cuerpo, tomando el rostro de Frank con una de sus manos, yendo directamente a lo que deseaba, y el castaño lo recibió gustoso, entrecerrando sus ojos a medida que de una manera bastante rápida Gerard se acercó a sus labios.

Se besaron con experiencia, no era el primer beso, no era una película, solo eran dos personas besandose. Pero dentro de sus mentes pasaba una escena de cine con todos los detalles, sintiendo los labios suaves y cálidos del contrario.

Frank se alejó suavemente, aún sin abrir sus ojos, rozando sus labios por segunda vez en un corto beso, ¿estaba bien lo que hacía?, no lo sabía, pero los ojos verdes de Gerard estaban observandolo fijamente y a una distancia demasiado corta, y eso era todo lo que podía comprender en ese momento.

Gerard sostuvo nuevamente el rostro del menor, tomando su boca en un beso apasionado, sin pedir permiso, juntando sus cuerpos y siendo bien recibido.

El castaño no sabía qué demonios hacer, con una de sus manos envolvía suavemente el cuerpo de Gerard, y con la otra apretaba las flores del suelo, sintiendose nervioso y confundido.

—Me gustas.

Musitó el pelinegro, consiguiendo la atención del tatuado, que con sus manos llenas de tinta comenzaron a acariciar el cuerpo del contrario.

—¿Qué mierda?

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