xSlow 2x
Frank no tuvo la oportunidad de responder en aquel momento, porque sus compañeros de banda los habían interrumpido. No tuvo la posibilidad de contestar, y después de las burlas y olímpicas risas que se armaron sus amigos con lo que habían visto ya no tuvo el suficiente valor para retomar la conversación.
Claro que Michael, Raymond y Bob no tenían una mala intención, solo les pareció un poco divertido e incómodo, pero después de todo no les importaba que salieran, a decir verdad era de esperarse.
—Gerard, ¿quieres una galleta?—Había abierto sus galletas favoritas y no quería dejar afuera a su amigo del placer de degustarlas.
Estaban completamente solos, en la habitación de hotel que en Alemania consiguieron. Después del momento en las flores amarillas (inolvidable en sus memorias) dejaron que las cosas se apaciguaran un poco, no volviendo a tocar el tema, ni siquiera superficialmente.
¿Y por qué estaban en la misma habitación? Porque era noche de videojuegos, ya que estaban en un hotel, siempre hacían pequeños torneos entre los compañeros de la banda, aunque se sentían un poco estafados.
Se suponía que estarían todos, pero Mikey decía estar enfermo del estómago (¿dos veces en un mes?), Raymond decía estar demasiado agotado para juegos de niños y Bob simplemente dijo que no le apetecía ir, siguiendo el plan, todo eso fue dicho después de que Gerard y Frank estuvieran en la habitación.
—No, gracias.
—¿Estas seguro?—Le enseñó una de las galletas de chocolate, intentando tentarlo, pero el pelinegro no cedió, solo lo observó llevar una de ellas a su boca.—¿Vas a poner el videojuego o no?
—Voy—Se puso de pie, conectando todos los cables y volvió a la cama, con dos joysticks en las manos. Le tendió uno a Frank y decidieron todos los términos de la partida.
Al comenzar a jugar, su acompañante parecía demasiado interesante para prestar atención en la pantalla, haciendo que perdieran constantemente.
—Eres muy malo jugando—Se burló el castaño. Aunque él tambien estaba distraído. En ese momento parecían demasiado juntos, parecía que hacía demasiado calor y la tensión pesaba en sus cuerpos.
Continuaron sobrellevando la situación un momento, tirando comentarios que se convertían en incómodos. Finalmente Frank terminó con esa tortura, consiguiendo la victoria.
—¡Te gané! ¡eres un...!—Gerard ni siquiera lo dejó terminar, dejando caer el joystick al suelo, y tomando al contrario por su cabello, envolviendolo en un beso desesperado.
Frank reaccionó inmediatamente, comenzando a mover sus labios, sintiendo nuevamente el calor de su boca, sin querer detenerse ni por un segundo, tratando de mantener el mayor contacto posible. Era desordenado, lleno de deseo. Se dejaron llevar por todas las emociones contenidas de extensos días, impulsos que Frank tuvo en el escenario al ver a Gerard merodeando a su alrededor, con su rostro angelical, su voz tan intensa y lo provocativo de sus movimientos.
—También me gustas—Murmuró el menor, reteniendo al contrario contra él, hablando sobre sus labios de aquella confesión que Gerard le había hecho. Sentía el calor que desprendía naturalmente, en ese momento parecía quemar su piel, o tal vez era sólo él.
Gerard escuchó esas palabras y algo se revolvió en su interior, gustaba de su mejor amigo desde mucho antes de lo que hubiera deseado, y había sufrido por verlo con Jamia, pero en ese momento no le interesaba todo eso, parecían solo simples recuerdos lejanos y poco relevantes.
—Solo pensé en ti todos estos días—Confesó el pelinegro, tumbado en la cama, con el castaño sobre su cuerpo, besuqueando sus labios y acariciando su pecho.—En tus labios, en tus ojos, tenerte tan cerca y no poder sentirte.
—Por suerte estoy aquí...—Tomó el borde de su camiseta y comenzó a levantarla, dejando todo su pecho a la vista. Gerard relamió sus labios al observar todos los tatuajes, sus brazos marcados llenos de tinta arrojaron la camiseta a un lado, continuando con los besos en el cuello del pelinegro.—Contigo.
El mayor enredó sus dedos en el cabello del contrario, tomando el control de la situación. Frank se dejaba a merced de sus manos, con las mejillas sonrosadas por tener a su mejor amigo besando su pecho, deslizando su lengua por todas las líneas de tinta.
Pequeños besitos dejó sobre ambas palomas en su vientre, provocándole un cosquilleo al castaño, apenas podía hacer nada, Gerard estaba manejando el momento a la perfección.
El mayor pudo notar el vello corto que aparecía cuando comenzó a quitar el pantalón junto a la ropa interior del menor, mientras el castaño solo lo observaba con los ojos brillosos, se sentía más caliente que nunca, pero cuando sintió la respiración cálida del pelinegro sobre su pene supo que podía estar aún más excitado.
Movió su lengua con suavidad alrededor del miembro completamente duro. Ya se había quitado gran parte de su ropa también, solamente le quedaba su ropa interior, a diferencia del castaño, que estaba completamente desnudo. Su cuerpo era muy bonito, pensó el mayor, aunque no pudiera pensar otra cosa más que eso, con su boca llena, desparramando saliva y disfrutando los suspiros pesados del contrario.
No le interesaba si luego de ese día ya no pudieran verse de la misma manera, o qué demonios sucedería, lo único que sabía era que estaba duro y sus ojos se volvían acuosos debido a los roces en su garganta, cortesía de Frank.
Para el menor era bastante impresionante la suavidad con la que hacía cada movimiento, asegurandose de que absolutamente todo fuera placentero y acertado, sin movimientos bruscos, Gerard era muy delicado con sus manos, y su lengua, con cada uno de sus besos. Parecía que estuviese frente a una obra de arte, y así lo veía exactamente el mayor, con sus ojos enamorados y la dulzura que le causaba tenerlo tan cerca.
Pero dentro de ese momento, además de cariño y cuidado, podía notarse la lujuria que los envolvía. Gerard alejó sus labios del miembro del contrario, aún goteando saliva, y después de varios besos extensos, llenos de caricias subidas de tono, donde Frank no podía contenerse a frotar su mano sobre la ropa interior del pelinegro.
Finalmente el castaño giró su cuerpo y se apoyó sobre sus rodillas en la cama, luego apoyando también sus manos, y Gerard mordió su labios inferior, incluso antes de volver a tocarlo sentía que iba a acabar, un golpe de electricidad pareció recorrer toda su espina dorsal, haciendo que empujara su lengua en la entrada del menor. El chasquido que formaban sus labios al dejar besos por toda la zona entretenían al contrario, formando sonrisas de vez en cuando, que luego se convertían en expresiones de placer.
Gerard se incorporó en su lugar, luego de haber dejado completamente mojado al castaño, preparado para su pene. Tomó su propio miembro entre sus manos, sosteniendo la cadera del contrario, y Frank inmediatamente doblegó sus brazos, dejando caer su rostro en la cama, arqueó su espalda de la mejor manera posible, y antes de que pudiera si quiera girar su rostro para admirar al pelinegro, él comenzó a penetrarlo, obligándolo a cerrar los ojos.
Tenía su mandíbula cerrada con fuerza debido al ardor en su interior, la sensación de que no saldría caminando de esa habitación, en el momento en que sintió el cuerpo del pelinegro rozando el suyo, supo que todo estaba dentro de él, pero apenas tuvo tiempo de asimilarlo, porque Gerard salió y volvió a entrar, con cuidado y lentitud.
La situación transcurría sin que Frank pudiera decir una sola palabra, estaba demasiado ocupado gimiendo y jadeando, apretujando las sábanas bajo sus manos. Gerard se movía con un ritmo constante, jadeante de la misma manera que el contrario. Acariciaba constantemente la piel a su alcance, y preguntándose constantemente qué dioses lo habían bendecido para estar viendo esas dos armas tatuadas en la espalda baja de Frank, de esa manera. No tenía demasiada cordura en ese momento, y no podía controlar las frases subidas de tonos, casi pornográficas que decía.
Aunque para el menor eran como la música perfecta, no estaba acostumbrado a escucharlo de esa manera, incluso después de haberlo oído de tantas formas; cantando en el escenario con toda su energía, los pequeños y suaves versos mientras se cocinaba algo, incluso los gemidos exagerados que a veces soltaba frente a todos los fanáticos en las presentaciones, pero como en ese momento nunca hubo algún otro parecido, sonaba ronco, rasposo y a veces se entremezclaban las palabras con suspiros.
El leve tono de pregunta en algunas frases le encantaban, y lo único que respondía eran afirmaciones, casi a gritos pedía que continuara, que fuera más rápido, y Gerard no se hacía rogar.
Ambos sentían un cosquilleo constante en todo su cuerpo, pero se concentraba profundamente en sus vientres. El mayor sostuvo con más fuerza la cadera del contrario, empujando con más velocidad y rozando el punto de placer más sensible en el interior de Frank, pero además de disfrutar aquello, la fricción del pene grueso de Gerard penetrandolo, y golpeando su piel enrojecida lo volvían loco. Todas esas cosas no se comparaban con todo el placer que le causaba girar un poco su cabeza y observar la expresión de concentración en el pelinegro, con el cabello desordenado, su mirada un poco perdida y la boca entreabierta soltando maldiciones.
Alzó aún más su cadera al sentir que iba a acabar, mordiendo las mantas para no provocar demasiado ruido, le causaba desesperación estar justo al borde del orgasmo, y muchos nervios la ansiedad por recibir la embestida que lo haría venirse. Cuando la tuvo, cerró sus ojos, sintiendo su semen ensuciar su abdomen y probablemente las sábanas, el hormigueo en su cuerpo se hizo presente por todas partes, dejándolo sin fuerzas ni siquiera para respirar, parecía que un tren lo había arrollado, y que el miembro de Gerard continuara entrando y saliendo de su interior lo hacía permanecer incluso más tiempo sobre su orgasmo. Quería retorcer sus piernas por el placer, pero el pelinegro las mantenía abiertas y firmes, mientras lo cogía aún con más rapidez.
Sintió a Frank más estrecho debido a su orgasmo, y no pudo contenerse demasiado, se dejó ir en el apretado interior del castaño, con gemidos inentendibles inundando la habitación.
Frank podría interpretar perfectamente a una persona inconsciente en ese momento, porque apenas el contrario salió de su interior dejó caer su cuerpo en la cama, sin moverse ni un centímetro más. Gerard, recostado a su lado, acariciaba su espalda con delicadeza, y luego notó que hacía un poco de frío, así que cubrió sus cuerpos con una manta abrigada.
—¿Estas vivo verdad?—Indagó el pelinegro, mientras continuaba por acariciar los mechones un poco largos del cabello castaño.
—No puedo verte después de lo que acababamos de hacer—Frank mantenía sus ojos cerrados, mencionando esas palabras con gracia, estaba avergonzado.
—No tienes por qué, ¿acaso no soy tu mejor amigo?
—Justamente por eso, idiota—Gerard rió al escucharlo ser como siempre era.
—¿Y qué deberíamos hacer entonces?—Estaba haciendose el desentenido, solo quería hacerlo molestar.
—No lo sé...—Había creído que Frank respondería con un "¿eres estúpido?" "¿Acaso no te das cuenta?" O algo por el estilo, pero él solo mencionó un "no lo sé" de manera tranquila y dulce, abriendo sus ojos, mirándolo fijamente, formando una sonrisa muy bonita.
Gerard sintió sus mejillas sonrojadas, recordaba al resto de la banda a veces mencionar que Frank era muy malhumorado y que no comprendían cómo era que Jamia podía ser tan cariñosa con él cuando nunca lo habían visto dar una muestra de amor considerable.
Pero en ese momento, viéndolo ser tan tierno y genuino lo comprendió, era incluso más cariñoso que muchas personas, hasta parecía vulnerable y confundido, cosa que jamás demostraba, más que aquella vez en donde quebró en llanto frente a él.
—¿Ser novios sería suficiente?—Indagó el pelinegro, y Frank asintió entusiasmado, acercándose a su cuerpo.—Entonces... ¿Quieres ser mi novio?
—Claro—Musitó lentamente, uniendo sus labios en un corto beso, y luego recostando su cabeza sobre el pecho del pelinegro.—Eres como un bonito príncipe, no puedo creer que estemos así ahora.
—¿Si yo soy un príncipe tú serías la princesa?—Rió, y Frank lo hizo con él, aunque luego dejó de hacerlo, tenía sueño y estaba cansado, en menos de unos segundos ya se encontraba casi dormido.—Buenas noches...
—Buenas noches, Gee—Musitó, y el mencionado presionó el interruptor al lado de la cama, dejando la habitación a oscuras. Frank cayó dormido, acurrucado en el pecho del contrario, recibiendo aún las caricias de las manos cálidos del mayor.
* * *
Espero que les hayan gusado ambas partes.
Dedicado a -HouseOfTears- tkm ❤
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