xPinkx
Gerard tenía un gusto por vestirse con ropa que usualmente usan las mujeres, o al menos eso le decían las dependientas cuando la compraba.
En ese momento llevaba una camiseta bastante grande, rosada, con varias flores dibujadas por todas partes. Su cintura era envuelta por una falda del mismo tono, a tablas, y en su cuello un choker blanco.
Agradecía haber hecho esa dieta que consistía en básicamente no comer, para poder disfrutar de su magnífico cuerpo en ese momento.
Su rostro se encontraba perfectamente maquillado, con colores pasteles y pestañas postizas. Su peinado era simplemente el cabello suelto hasta sus hombros, no podía hacerle demasiado, además de las hebillas decoradas que siempre se colocaba.
Esperaba que no hubiera ningún conocido en la fiesta, además de su novio Frank, claro. La única vez en que eso ocurrió, fue bastante desagradable, porque no soportaba las típicas y estúpidas preguntas luego, le gustaba esa ropa y ya.
Giró sobre sí mismo para ver su cuerpo en la parte de atrás, la falda era lo suficientemente corta y sus piernas se veían muy bien. No tenía nada que envidiarle a las chicas que llamaban la atención en las reuniones.
Y mientras le daba los últimos retoques a su outfit, un golpeteó se escuchó en la puerta de entrada. Al ir a atender, se encontró con su novio.
—Hola bebé—Su voz era rasposa, le resultaba muy excitante lo varonil que se veía, siempre se mostraba serio y fuerte. Eso hacía sentir seguro a Gerard.—Te ves muy bien, corazón.
—Hola, Frankie. Gracias, tú también te ves bien...—Su voz era bastante melosa, parecía un adolescente avergonzado.—Ven, pasa.
—Está bien, pero no te tardes demasiado, ya casi es la hora—Se adelantó a lo que ocurriría, seguramente su novio comenzaría a querer mostrarle sus dibujos y vestidos, y aunque le encantaba verlo emocionado mostrandole sus pertenencias, no quería llegar tarde.
—Pero amor, hice una pintura de una calandria y quiero que la veas—Al menos el ochenta por ciento de sus cuadros eran pájaros, y le parecían muy bonitos, pero Frank no distinguía cuáles eran los nombres.—¿No te gustaría?.
Frank lo observó con una expresión de seriedad, no quería ser cruel con él, así que terminó asintiendo, siendo guiado por el contrario hasta su habitación. Aunque él fuera el menor, sentía que Gee era al menos cinco años más pequeño por su comportamiento. Al ingresar, Gerard buscó entre sus cuadros, hasta encontrar el indicado. El castaño tomó entre sus dedos el pequeño lienzo, observando los colores y la perfección que tenía.
—Wow, qué bonito pintas—El pelinegro sonrió tímidamente, recibiendo el alago con mucha emoción.—Deberías publicar tus cuadros en internet.
—No soy tan bueno—Se negó el más alto, regresando el lienzo a su lugar original.—Seguramente se burlarían de mí.
—Claro que no, Gee. Tienes que ser positivo—Aunque fuera el menos indicado para decir esas palabras, Gerard lo escuchaba e intentaba tomar el consejo.
—Está bien, pero es muy difícil, solo soy bueno para trabajar de cajero—Ese era su aburrido trabajo, Frank lo observó, parecía triste.—Aunque me suspendieron, así que soy un bueno para nada.
—Mi amor, sabes dibujar, pintar y cantar—Enumeró las cosas que le gustaba hacer.—Y también ser la persona más hermosa de todas—El pelinegro sonrió tontamente.—Me haces el hombre más feliz del mundo.
Gerard sonreía, le encantaba recibir el cariño del contrario, era el único que tenía desde que se mudó de su ciudad natal. Se sentía solo la mayoría del tiempo y Frank llegaba para salvarlo de la tristeza.
El castaño lo tomó por la cintura, atrayéndolo hacia sí, luego dejó un beso en sus labios color fresa. Su rostro era angelical, según Frank, los ojos verdes que se notaban mejor estando cerca eran maravillosos, en especial porque solo él podía verlos desde esa distancia. Y sus labios suaves, siempre se veían humectados, como si estuvieran listos para ser besados en todo momento.
—Te amo—Le apenaba decir esas palabras, pero aún así las decía cada vez que estaba tan cerca de su novio. No sabía si esa era la palabra correcta para el calor que sentía en su pecho, pero tal vez era la más acertada.
—Yo también te amo—Respondió el contrario, y luego de besarse nuevamente, permanecieron abrazados, Frank se mecía lentamente mientra acariciaba la espalda del pelinegro.
Tardaron unos veinte minutos en salir, porque tenían ganas de besarse y Gerard no podía parar de retocarse el maquillaje.
Finalmente salieron del pequeño departamente donde el pelinegro vivía, quien sacudió su cuerpo por el frío, tenía las piernas apenas cubiertas por unas medias de color blanco casi transparentes que sobrepasaban sus rodillas.
—¿No quieres buscar un abrigo, cariño?—Detuvo la caminata hacia el auto, no quería que su novio se enfermara, aunque no sonara tan mal la idea de acurrucarse juntos para cuidar al contrario.
—No, bebé, ya voy a entrar en calor—Sonrió de manera coqueta, observándolo. Frank tomó su cintura, bajando un poco su mano, pero el pelinegro se escabulló en el auto, cerrándole la puerta en la cara mientras reía.
—¿Mi princesa no me quiere dar un beso?—Gerard rió, cuando el castaño quiso besarlo apenas subió al auto, no se lo permitió, Frank le continuó el juego, porque sabía que solo estaba jugando.
—Ven—Acercó su rostro al del contrario, y cuando Frank quiso besarlo, Gerard se alejaba. Hizo eso un par de veces, molestando al castaño.—Ay, bebé—Alargó la "e", sonando muy tierno.—No te enojes—Lo tomó por sus hombros, jalando de su ropa, porque el contrario ya se había molestado un poco.
—No, ya nada—Quería mantenerse serio, pero los besitos del pelinegro en sus mejillas le ganaban. Giró su rostro y finalmente se besaron de una manera profunda, entrelazando sus lenguas.
—Frankie...—Gimió cuando el contrario mordió uno de sus labios. El castaño metió una de sus manos bajo la falda rosada, tocando la lencería de encaje del pelinegro.—Amor...
El contrario se separó bruscamente, dejando a Gerard deseando un poco más de contacto, y aunque quiso dejarlo de esa manera, no pudo resistirse a sus labios húmedos pidiendo por él, regresando a sus brazos.
Con una de sus manos separó las piernas del pelinegro. Era un poco incómodo tocarlo estando en los asientos del auto, pero eso no impidió que jalara la ropa interior de Gerard, dejando su pene ante su vista.
—¿Así piensas ir a la fiesta?—Cuestionó, refiriendose a la erección que tenía. Gerard mordía su labio inferior, con una mirada perdida, disfrutando de los movimientos que hacía el contrario sobre su miembro.
El pelinegro se inclinó en el asiento, apoyando su espalda en la puerta del auto y abriendo sus piernas en dirección a Frank, dejando todo ante su vista.
Si alguien prestaba un poco de atención a ese auto, podía notar que había un chico haciendo expresiones de placer, con una de sus piernas apoyadas en el tablero del auto. Además de pensar en lo incómodo que debía ser, probablemente llamaría a la policía.
—Frank...¡ah!—Chilló cuando el nombrado metió dos de sus dedos dentro de él. Los vidrios estaban bastante empañados, y rogaron que los gemidos no se escucharan fuera del auto.—Más rápido...—Pidió el pelinegro, luego de unos segundos, suspirando por la manera en que su novio frotaba la punta de su pene.
Frank obedeció, retorciendo sus dedos en el interior del contrario. Estaba muy caliente, y los gemidos, que parecían grititos agudos, no lo ayudaban a calmarse, se sentía incómodo con sus pantalones, que apretaban demasiado su entrepierna tan dura.
Gerard interrumpió la escena, en primer lugar porque una de sus vecinas estaba saliendo del edificio y no sería agrabable que lo viera de esa manera, aunque los vidrios estaban polarizados, sus gemidos podían llamar la atención. En segundo lugar porque en cualquier momento acabaría y no quería ensuciar su falda.
El castaño entendió inmediatamente la segunda razón, porque se daba cuenta si Gerard estaba cerca de su orgasmo. Cerraba sus ojos, y se retorcía con desesperación contra sus manos. Frank soltó el miembro del contrario, buscando en los asientos traseros alguna camiseta y cuando finalmente la encontró, volvió a lo que estaba haciendo.
Masturbó al contrario lo más rápido que pudo, apretando con bastante fuerza, como al pelinegro le gustaba. Solamente tardó unos minutos en observar cómo Gerard daba agudos gritos de placer entrecortados, mientras su semen caía en la camiseta que Frank había tomado para no ensuciarlo.
Movía sus piernas con nerviosismo, no quería que su orgasmo terminara, la sensación de cosquilleo que invadía todo su cuerpo lo relajaba extremadamente. Nada podía compararse a eso, la intensidad con la que apretaba los asientos ni siquiera era notaba por él, que solo se concentraba en los dedos del castaño, que continuaban entrando y saliendo de su interior con rapidez.
Cuando ya lo había terminado de arollar el tren del orgasmo, juntó sus piernas, haciendo que Frank se alejara. Inmediatamente posó su mirada en el bulto en los pantalones del castaño. Llevando su mano hasta allí, con la torpeza que le dejó haber acabado, desabrochó su cinturón, y ni siquiera tuvo tiempo de admirar el grueso pene, hinchado y duro.
Frank tomó su propio miembro y lo presionó contra los labios del contrario, jalando de su cabello. Apenas la boca del pelinegro estuvo llena, se dedicó a marcar el ritmo al que Gerard se debía acostumbrar. Le gustaba tener el control con él, ver cómo se esforzaba para tomar todo el pene de su novio, sin quejarse.
Pasaron largos minutos hasta que el castaño sintió que iba a acabar, minutos en los que Gerard apenas tenía tiempo para respirar, pero no le molestaba, sino todo lo contrario. Le encantaba que Frank le jalara el cabello y tomara el control.
El semen del menor se deslizó por la garganta del contrario, Gerard lamió un poco el miembro frente a su rostro, disfrutando del sabor dulce. Frank lo ayudó a incorporarse, y luego de limpiarse e intentar arreglar su ropa, encendió el auto, comenzando a conducir hacia la fiesta.
Gerard tardó un poco más en arreglar el desorden que era. Lo primero que hizo fue colocarse nuevamente su ropa interior, y subir sus medias, que se habían deslizado hasta debajo de sus rodillas. Luego retocó su labial, para finalmente dejar un beso en la mejilla del contrario.
—Eres el amor de mi vida—Musitó, realmente lo creía, Frank para él era lo mejor del mundo. Representaba todo lo que le gustaba, y se comportaba como la persona ideal que siempre soñó. Entendía cada una de sus expresiones sin necesidad de palabras, y cada una de sus palabras era mucho más que eso. Cuando estaba lejos de él lo extrañaba horrores, y no podía ni siquiera pensar en discusiones, no soportaría ser esas parejas que pasan la mayor parte del tiempo en peleas.
El castaño formó un "aw" extenso, con un tono de voz meloso. Le causaba demasiada ternura la carita de Gerard, y aunque no debía desviar su mirada de la carretera, no pudo evitar distraerse con la preciosa vista de su novio.
—Tú también eres el amor de mi vida—Le dió un rápido beso en los labios.—Y te voy a amar por siempre.
Luego de decir la palabra "siempre", la repitió varias veces pero con una tono que simulaba ser eco, haciendo que pareciera una sentencia. Gerard rió por eso, y después le devolvió el te amo, comenzando a hacer un monólogo sobre lo genial que sería la existencia de una palabra más importante que "te amo", para poder demostrar mejor sus sentimientos.
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Les gustóooo?? ❤❤❤
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