xHuehuehuex

《—Rachael quiere saber si Gerard duerme desnudo—Mencionó de manera despreocupada el entrevistador, fingiendo que esa pregunta no era para nada incómoda.

—Sí, lo hace.

—¡No!—Respondió inmediatamente el pelinegro, moviendo uno de sus pies de manera nerviosa. No entendía por qué Frank había contestado por él.

—Oh, lo hiciste cuando dormiste conmigo—El castaño soltó esas palabras de una forma seria, mirando la expresión de Gerard, quien comenzó a reír de una manera bastante estruendosa, era obvio los nervios que había demostrado en ella.

—Wow—Opinó simplemente el periodista.》

—No puedo creer que hayas dicho eso, Frank—Reclamó el pelinegro.—Van a enviar demasiados mensajes en twitter.

—No los respondas, solo estaba bromeando, cálmate—El contrario puso sus ojos en blanco, recordando lo dramático que era Gerard con ese tema, no podía entender que solo estaba haciendo una broma, nadie podría descubrir que salían de verdad.

—Para ti todo es una broma—Continuó el pelinegro, caminando hacia su litera, intentando ignorar al menor.—Nunca tomas las cosas en serio.

—¿Qué quieres decir con eso?—Sus palabras habían sonado como un reclamo, y eso hizo a Frank responder de esa manera, siguiendo al contrario a través de su autobus.—Gerard, te estoy hablando.

Raymond puso sus ojos en blanco mientras jugaba al Plantas vs Zombies en su celular, solo había dos maneras en las que esa conversación podía terminar, y ninguna era agradable. La primera estaba llena de gritos por parte del pelinegro, y en la otra igual, pero por distintas razones.

—Frank, quiero que hablemos—La voz del mayor se hizo escuchar, y Ray decidió irse de allí, no deseaba escuchar su conversación.—Ven.

El castaño notó que ya no quedaba nadie más que ellos en el bus, acercandose al contrario con una expresión extraña, Gerard nunca le había dicho esa frase. Y daba algo de miedo.

—¿Pasó algo?—Indagó, tomando lugar en el camarote del pelinegro, donde ambos estaban sentados.

—Es sobre lo que dijiste.

—No voy a volver a decir nada si tanto te preocupa—Frank cedió incluso antes de haberlo escuchado.

—No quiero que hagas eso—Negó el contrario.—Solo estaba pensando en que quizá lo mejor sería demostrárselo a todo el mundo, y dejar de estresarnos tanto por lo que hacemos en público—Inclinó un poco su cabeza, mirando hacia ningún lugar en específico.—Quiero darte besos cuando salimos, como una pareja normal.

—¿Estas hablando en serio?—Frank se encontraba sorprendido, desde meses atrás había deseado aquello, pero Gerard siempre intentaba ocultar su relación por miedo al qué diran.

—Claro—Asintió de manera suave, sonriéndole mientras lo miraba fijamente.—¿Estas de acuerdo?

—¡Por supuesto!—Soltó una risita, abriendo sus brazos para tomarlo entre ellos.—Pensé que me regañarías por lo que dije.

—¡Podría hacerlo!, me hiciste sentir muy avergonzado—Comenzaron a hablar tranquilamente, aunque el pelinegro podía notar la atención especial que ponía el castaño en su cabello.—Ahora todos van a creer que duermo desnudo—Frank sonrió al escucharlo, finalmente teniendo sus dedos entre el cabello de su novio.

—Solo cuando estas conmigo—Ambos rieron, mientras el castaño dejaba un beso rápido en sus labios.

—¡Espera!—Gerard detuvo las caricias abruptamente, sientiendo cómo Frank comenzaba besarlo en el cuello. El castaño se alejó, aunque continuaba besuqueandolo.—Vamos a hacerlo público, pero...

—¿Qué?—El menor se asustó, pensando que el pelinegro ya se había arrepentido de su decisión.

—De todas formas no me digas de esas maneras en público—Mencionó torpemente, sin mirar directamente a los ojos del contrario. Se refería a esos apodos extremadamente melosos que solía decirle Frank cuando estaban a solas, y que no deseaba supieran más personas.—Por favor.

—¿Por qué no, caramelito?—Gerard chilló riendo al escucharlo, con solo oír ese apodo sus mejillas se ponían rojizas, haciendo que Frank lo repitiera varias veces.—Voy a llamarte así en todas las entrevistas.

—¡No!—Gerard rió, recostándose en la cama al sentir las cosquillas que Frank le estaba haciendo, pero casi inmediatamente se transformaron en caricias, llenas de besos por todas las porciones de piel.—Frankie, puede vernos alguien—Murmuró el pelinegro, aún así dejándole un lugar entre sus piernas al contrario, para poder besarse con más comodidad.

El menor volvió a besarlo, y al separarse, el chasquido tan característico que formaban sus labios se hizo escuchar. Rápidamente corrió la cortina a un lado de ellos, haciendo que Gerard pusiera sus ojos en blanco.

—Eso no ayuda demasiado—Aunque tuviera un poco de miedo por ser atrapado en esa situación, se dejó llevar por las manos del castaño, recibiendo sus besos.

—La próxima vez necesitamos un maldito hotel—Se quejó Frank, porque el espacio era bastante reducido, pero de todas formas le quitó la camiseta al contrario.—Lo planearía, solo si no fueses tan caliente—Gerard sonrió, pensando en que ni siquiera había hecho nada para insinuar algo.

Sonrió por el comentario, pero Frank no pudo verlo, se encontraba demasiado ocupado dejando besos sobre su pecho y bajando lentamente hasta llegar a su cintura.

Gerard intentó relajar su cuerpo, aunque ya se encontraba en una posición que no le permitía hacer demasiado, apoyó su cabeza sobre la almohada, solo observando la parte inferior del camarote de arriba, y sin poder evitarlo cerró sus ojos, esperando pacientemente a que las manos rasposas de Frank desabrocharan su pantalón.

El menor se sentía muy enamorado de ese hombre bajo él, en especial cuando simplemente se dejaba a su merced. Deseaba besarlo, hacerle caricias y lograr que se sintiera muy bien. Lo mejor que se le ocurrió para eso fue deslizar la tela de jean por sus piernas, dejando al descubierto su ropa interior y el bulto que formaba su pene. Rozó suavemente la tela de color negro, escuchando un suspiro por parte del contrario, estaba demasiado sensible.

Gerard tomó entre sus dedos el cabello castaño, ejerciendo un poco de fuerza, y sintiendo el calor que soltaba la boca de Frank a través de la tela. Era bastante interesante acostarse con él, porque a pesar de estar tonteando solo unos escasos minutos, estaba prendido y sentía una excitación muy intensa.

Gee...—Musitó suavemente, descubriendo el miembro frente a él. Lograba sacarle un suspiro de su boca, pero no se dió demasiado tiempo para admirarlo, porque casi inmediatamente dejó a su lengua lamer gran parte de su piel, intentando concentrarse en la textura tan característica.

Gerard trató de incorporarse en la cama al sentir los labios del contrario rodear su pene, para poder observarlo, pero rápidamente Frank se alejó de él, evitandolo.

—Es más divertido si no lo ves—Mencionó de manera graciosa el castaño frente, rozando levemente con sus manos la entrepierna del pelinegro, fingiendo que no lo notaba.—¿Tú qué crees?

—¿A qué te refieres?—El menor tomó entre sus manos la bufanda de color oscuro que solía usar Gerard cuando su garganta dolía, dándole otro uso. Después de darle un suave beso en sus labios, cubrió sus ojos con la tela, haciendo un moño detrás de su cabeza y dejandolo firme, lo que provocó la total falta de visión por parte del contrario.—Frank, ¿estas seguro de esto?

—Claro, solo si tú también lo estas—Gerard titubeó un poco, nunca habían hecho algo así, y aunque no fuese la gran cosa, el pelinegro se sentía un poco extraño.

—Está bien—Afirmó finalmente, buscando su rostro para poder volver a besarlo. Sus piernas estaban bien abiertas, con el castaño entre ellas, disfrutando la sensación en sus labios.

Gerard jaló con sus dedos la camiseta del contrario, queriendo sentir con sus manos la piel de su espalda, y poder recorrerla cuando quisiera. Frank se concentraba en besar su cuello, acariciando su pene con el propio, pero aún con capaz de tela separandolos.

—Acercate más—Musitó el pelinegro, al notar el desapego entre ambos, deseando el calor que se desvanecía de su piel. El castaño estaba de rodillas, con sus pantalones apenas bajos, acariciando su propio miembro con la imagen del mayor.

Los labios húmedos de Gerard brillaban considerablemente, y sus manos recorrían con su suavidad su pecho, extrañando las caricias del castaño. Con su voz ronca le rogaba a Frank volver a tocarlo, pero él tan solo lo observaba de arriba hacia abajo, poniendo especial atención en el intento de vaivén que formaba el cuerpo de Gerard.

Frank tomó una de las manos de su novio, colocándola en su vientre, y haciendo que él mismo se acariciara. Luego de jugar un poco con la ansiedad del pelinegro, el menor mojó dos de sus dedos con lubricante (siempre estaba escondido en el mismo lugar, entre las cosas de Gerard), y después de dejar algunos besos en la parte interior de sus muslos, rozó uno de sus dedos en la entrada del contrario.

—Hazlo rápido—Musitó el pelinegro, suspirando entre las palabras. Aunque el juego antes de comenzar la verdadera acción era divertido, en ese momento se sentía demasiado excitado, y las cosquillas en su estómago deseaban transformarse en un orgasmo rápidamente.

Frank abrió su boca levemente, soltando un pequeño gruñido al escuchar el quejido agudo que soltó el contrario. Había deslizado un dedo en su interior, retorciendolo un poco de manera rápida, provocando los bonitos suspiros en los labios de Gerard.

Al mojar lo suficiente la entrada del pelinegro, con mucho cuidado deslizó su pene a través de su entrada, notando la expresión un poco adolorida del pelinegro.

Al ver ese rostro sentía jodida envidia de su cabello, tan hermoso y con la dicha de rozar su rostro constantemente, incluso sentía envidia del aire, no deseaba que nada más pudiera despeinar esa hebras tan brillantes, y las mantas de suaves hilos que acariciaban su piel, deseaba ser el único que pudiera hacerlo, pero no podía, debía compartir a Gerard con el mundo, porque no era suyo, pero agradecía el hecho de que los ojos esmeralda lo elijan a él para verlo, para escuchar sus gemidos y deslumbrarse con sus expresiones.

Golpeó en su interior repetidas veces, sintiendo los duros arañasos en su espalda, y susurrando miles de palabras cariñosas, sonriendo de vez en cuando, al ver las contracciones en el cuerpo delicado de su novio.

Deseaba darle oro, llenar su cuerpo de oro, cubrirlo con todas las joyas existentes, y tal vez con eso podría pagarle todo el placer que lo hacía sentir, pero era imposible, y debía conformarse a sí mismo con saber que aunque su idea era no era posible, le daba todo lo que podía, todo lo que era.

Escuchar que Gerard deseó mostrarle al mundo su amor fue como un golpe en su corazón, pero de electricidad, por la bella sensación de amor que tenía.

—Quiero verte, Frank—Musitó de manera ronca el pelinegro, queriendo ver al fin los ojos pardos del castaño, y él asintió, quitándole esa bufanda. Había sido interesante hacerlo de esa manera, pero tenía miedo de seguir sin poder ver sus ojos, el calor de su alma se escapaba por ellos, y eso era lo que realmente le causaba el cosquilleo en su interior; las estrellas en su mente.

Entre esos sonidos tan excitantes y los besos húmedos, el orgasmo los atacó abruptamente, dejando salir el máximo de su placer, montando la jodida sensación en sus vientres.

—¿Crees que alguien haya escuchado?—Indagó de manera entrecortada el mayor, tratando de retener al contrario contra su cuerpo.

—No lo sé... Sólo me interesa que te hayas sentido bien—Gerard sonrió al escucharlo, y acarició con mucho cariño el cabello de Frank.

—Te amo, mi vida—El castaño alzó su cabeza, observando el rostro de su novio.—Lamento haber querido ocultar esto, yo...—Antes de terminar su frase escuchó un susurro; "no te preocupes", pero aún así continuó.—Tenía miedo.

—Lo comprendo, Gee, no te disculpes—Rozó con la yema de sus dedos las sonrosadas mejillas del contrario.—Eres perfecto para mí, y no me molesta nada de lo que hagas.

¿Ah sí?—Rió Gerard con sarcasmo, pensando en las discusiones tontas que tenían a veces.—¿Nada de nada?

—¿Sabes?, sí hay una cosa—Respondió, pensando rápidamente en algo ingenioso, y recibiendo una mirada divertida por parte del contrario.—Me molesta mucho...—Dejó una pausa dramática en el aire, mirando el escaso miedo que se encontraba atrapado el los ojos esmeralda.—Que no me estes besando.

—¡Aw!, eres muy lindo—Chilló el mayor, envolviendo con sus brazos al menor, y comenzando a besarlo, mientras cubría su desnudez con las mantas.

Ah, y...—Alejó los labios del pelinegro por un segundo.—Yo también te amo, cachorrito.

Ambos sonrieron, en especial Gerard, que rió nervioso por ese apodo. Pronto volviendo a besuquearse y darse muchísimo cariño.

* * *

Les gustó? Ando cariñosa, que pena que nadie quiera mi cariño ajdusjdjsj

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