xHigh Schoolx

Frank: Vas a ir a esa porquería?

Ray: Claro, quiero verle la cara al idiota de Jeremy
Y los hijos de Natasha

El castaño puso sus ojos en blanco, su mejor amigo estaba entusiasmado por ir, pero él sentía todo lo contrario. No tenía los ánimos para recordar sus épocas de secundaria.

El salón al que iba no era el más agradable, y de todas formas harían una reunión, ni siquiera entendía cuál era la razón, pero el rizado iba a obligarlo a asistir.

Toda la diversión que tenía planeada para el viernes se fue a la basura, había planeado leer libros con Sweet Pea a su lado, pero fue reemplazado ese pequeño festejo, que amenazaba con arruinarle toda la semana.

—Deberías estar más entusiasmado, no puede ser tan malo—Raymond esperaba al contrario en su sala.—Seguramente ya maduraron, ¿no crees?

—Tu la pasaras bien, pero a mí me tiraban restos de sándwich en los recesos, aún lo recuerdo—Terminó de arreglar su cabello, observándose frente al espejo, los tatuajes en su cuello y básicamente la mayoría de su cuerpo. Sus ex-compañeros seguramente lo verían como un bicho raro.

Una de las cosas que más odiaba eran los reencuentros de ese tipo, en donde todos fingían estar felices y conformes con sus vidas, compitiendo por quién tenían más carreras universitarias o el auto de más alta gama.

—No seas tan reencoroso, Frank, eso paso hace unos diez años, ahora tienes veintiocho, eso debería ser una tontería para ti—Raymond intentó animarlo.—Además ahora eres famoso, todos van a amarte.

El castaño chasqueó su lengua, pensando en lo tonto que sería acercarse solo por esa razón, cuando antes era inexistente para ellos.

Subieron al vehículo de Frank y mientras él conducía, el rizado le daba las indicaciones para llegar a la casa de Christa. Iba a llevar a su novia.

—¡Hola!—La mujer era muy agradable, y estaban muy enamorados. Allí el castaño pensó en lo solitario que estaría, no tenía ningún acompañante y Ray probablemente estaría distraído con su pareja.

Cada kilómetro que los acercaba era aún más molesto que el anterior, y casi regresa sobre sus pasos al ver el gigantesco establecimiento ante ellos. Colocó la alarma al auto y comenzó a caminar, observando a lo lejos algunas personas.

Inmediatamente el rizado saludó a algunas personas, presentando a Christa y siendo encantador con todos. Pero el contrario era todo lo opuesto, apenas daba un saludo por educación e intentaba evitar a las personas.

"¡No puedo creer que seas tú!", "¿En serio tienes una banda?, creí que terminarías en la calle", "Sigues teniendo la misma estatura" y "¿Por qué te hiciste tantos tatuajes?" Eran solo algunos de los comentarios que recibía, por gran parte de las personas. Lograba reconocer a la mayoría, pero debía admitir que a pesar de algunas frases desafortunadas, habían madurado bastante, y quizá no eran tan malos como los recordaba.

Volvieron a hacer una presentación, como la típica que se daba al principio de todos los años escolares, pero esa vez se sentían menos nerviosos, debían contar un poco de lo que habían hecho en esos años.

—Soy Frank Iero, y...—Se le cruzó por la mente la frase "estas viendo Disney Channel", pero evitó decirla.—Me mudé a New York un poco después de haber salido de aquí—Movía sus manos para explicarse mejor, relatando brevemente lo que había ocurrido en su vida, desde que comenzó su vida como adulto, hasta ese momento.

Estaba en New Jersey en unas pequeñas vacaciones, debido a su gran estres por los tours y la grabación de música, estaba demasiado afligido con eso, y sus amigos decidieron darle un descanso de todo ese mundo, no querían verlo enfermarse de tanto trabajar.

Los presentes prestaron atención a sus palabras, sonriéndole y luego haciendole preguntas, siendo totalmente agradables. Querían conversar con él, para todos se veía completamente interesante, específicamente para uno de ellos.

Un chico de cabello rojo brillante se encontraba entre las personas. Se trataba de Gerard, el adolescente que apenas mostraba su rostro en clases, y que era mayormente ignorado por todos, excepto el grupo de bravucones, y no por buenas razones.

—¿Podría ir a uno de tus conciertos?—Mencionó el pelirrojo, cerca de Frank, tratando de formar una conversación.

Desde que comenzó la secundaria había estado enamorado de él, observandolo en los pasillos y escribiendo su nombre en todos los cuadernos. Al pasar el tiempo, y no volver a verlo, aunque formó una vida, nunca pudo terminar de olvidar a ese jóven tan interesante.

—Claro—Respondió Frank, girando su cuerpo y observando la belleza de Gerard. No podía recordar su rostro, parecía ser la primera vez que lo veía, y quizá se pudo notar en su rostro.

—¿No me recuerdas?—El castaño se quedó sin palabras, y vió al contrario reír un poco, no podía creer lo bonito que era ese chico.—Soy Gerard Way, estaba en la mayoría de tus clases—Frank arqueó sus cejas, intentando tener al menos un recuerdo de él.—Antes tenía el cabello negro, ya sabes, soy el idiota al que siempre molestaban.

El castaño cambió su expresión al ver la naturalidad que había tenido al decirlo, sintiendose un poco mal después de escuchar eso, en especial porque de esa manera sí lo había recordado.

Gerard Way era un adolescente diferente, no hablaba con nadie y se pasaba los recesos en un rincón, apenas era notado por los profesores, pero no lo suficiente para que hicieran algo bueno por él. Se encontraba bastante sorprendido de ver el cambio que habia tenido, desde su físico hasta la manera de expresarse, incluso sus ojos se veían más felices, y dejó de querer ocultarse.

—Eres muy diferente ahora, lo siento por no haberte reconocido—Se encontraban sentados en la parte trasera del colegio, completamente alejados del resto de personas, incluso de Ray, que se sentía preocupado por él y su desaparición.

—No te preocupes, casi nadie lo hizo—Rió un poco, y sacó de su bolsillo una cajetilla de cigarrillos, encendiendo uno y comenzando a fumar.—Incluso me preguntaron si era Katherin, ella siempre quiso hacer un cambio de género—Ambos dieron una carcajada, realmente se mostraba diferente para que pensaran eso.

—¿Y qué has hecho con tu vida?, siempre dibujabas en los recesos, ¿no?—Gerard comenzó a hablar sobre su carrera de Bellas Artes, y su gran interes por los cómics, que lo llevó a crear uno propio.

Frank se sentía maravillado por él, y su forma de expresarse, incluso de la manera en que inhalaba el humo de su cigarrillo, y podía notar los tenues roces discretos que se daban mutuamente, junto a las miradas que el contrario le dedicaba.

Podía darse cuenta de que estaba coqueteando, y no le molestaba en lo más mínimo, devolviendo algunas indirectas. Sus ojos verdes eran atrayentes y los silencios de varios segundos no lo ayudaban a calmar su ansiedad por estar más cerca de él.

—¿Frank?—El contrario le prestó toda su atención, notando las mejillas sonrojadas y la mirada titubeante de Gerard.—Recuerdo que me gustabas, eras el único que no me molestaba, y probablemente eso no es suficiente para gustar de alguien, pero...—El castaño escuchaba sus declaraciones atentamente, quizá las horas que estuvieron juntos fueron suficientes para encontrar el encanto en él, aunque eso no era difícil.—Estaba tan enamorado de ti, y ese sentimiento...No se desvaneció incluso hasta ahora.

Ambos guardaron silencio, Frank pudo ver brevemente al adolescente asustado entre el cabello teñido que caía en su rostro, y cuando estaba a solo un segundo de tomar el rostro de Gerard entre sus dedos, Raymond apareció a sus espaldas.

—¿Qué hacen aquí?—Preguntó intrigado, mientras Christa también se acercaba.—La fiesta está adentro.

Frank solo giró su cabeza levemente, mientras el pelirrojo se ponía de pie para irse, el contrario no tuvo otra opción más que hacer lo mismo, viendo al rizado con la mejor expresión de odio que tenía.

Christa rió nerviosamente, notando lo inoportunos que fueron, tomando al moreno por su brazo e inventado una excusa tonta para irse rápidamente.

—¿Por qué se fueron así?—Indagó el más alto, tratando de no verse tan avergonzado como realmente se sentía.—¿Crees que les caigo mal?

—Claro que no—Musitó el contrario, intentando volver al momento anterior, donde se encontraba cerca de sus labios.—Gerard, ¿puedo besarte?

El pelirrojo sintió las manos de Frank en su cintura, y solo asintió suavemente, mirando sus labios y apoyando sus manos sobre sus hombros.

El pelirrojo acercó su rostro levemente, y el contrario unió sus labios tímidamente, besándose de manera lenta y calmada.

Ray y Christa los observaron a lo lejos, riendo con ternura en el caso de la mujer, y a Raymond le daba un poco de asco ver a su mejor amigo besarse con alguien, sea quien sea.

—Son tan lindos—Comentó la castaña, pero en ese momento comenzaron a darse besos un poco subidos de tono, haciendo que borrara su sonrisa, y luego quisiera irse; Frank y Gerard habían empezado a alejarse hacia los baños.—Me retracto.

***

—Nunca pensé que Gerard Way pudiera ser tan caliente—Mencionó Frank mientras lo empujaba contra la pared, besando su cuello.

Apoyó su espalda en la fría pared de un cúbiculo en los baños, ni siquiera quiso recordar lo sucios que eran esos lugares, porque ya estaba desabrochando sus pantalones.

—Hace mucho tiempo que no hago esto—Gerard dejó su miembrl ante la vista del contrario, tocándose un poco y cerrando sus ojos al hacerlo.

Frank tomó el cabello brillante entre sus manos, besándolo intensamente, rozando sus lenguas, mientras tomaba su pene entre sus dedos y lo deslizaba desde abajo hacia arriba.

El pelirrojo soltaba suspiros, su cuerpo se sentía pesado, ese tipo de lugares eran los más odiados por él para hacer esas cosas, pero no iba a decírselo al contrario, solo quería tenerlo cerca, sin importar la manera.

—No te preocupes, no haremos nada que no quieras—Con esas palabras bajó un poco más los pantalones del contrario, junto a la ropa interior, dejando a la vista toda la piel hasta la mitad de sus muslos.

Frank dejó algunos besos rápidos en los labios del pelirrojo, justo antes de arrodillarse y besar su pene, dejando saliva por toda la extensión, sin prestar ni un mínimo de atención a las personas que ingresaron al baño.

—¿Crees que pueda conseguir el número de Iero?—Preguntó una chica, y se dieron cuenta de que habían entrado al baño de las mujeres accidentalmente.—No creí que ese nerd cambiara tanto.

Frank escuchaba los comentarios incómodos desde su lugar, con la boca llena del duro pene de Gerard, que intentaba guardar silencio absoluto. El castaño empujaba más profundo en su garganta, completamente apropósito, intentando hacer que el contrario se desesperara por hacer algún sonido.

—Soy más rápido que ustedes—Mencionó el pelirrojo, haciendo referencia a la conversación de las chicas, pensando en lo sorprendidas que estarían si se enteraran de lo que estaba ocurriendo en el baño de donde acababan de salir.

—Y mejor, mucho mejor.—Respondió el contrario, tenía las mejillas sonrojadas y su mandíbula un poco cansada, no estaba acostumbrado a utilizarla tanto de ese modo.—Abre la boca—Pidió al ponerse de pie, llevando dos de sus dedos hasta sus labios, haciendo que Gerard los llenara de saliva, para después girar su cuerpo.

—No seas brusco conmigo, ¿si?—Susurró apoyando sus manos en la pared, sintiendo los dedos del contrario rozar su espalda baja, para luego hacerlo estremecer con su toque.

Frank puso especial atención a el rostro del pelirrojo, se veía completamente caliente, con sus ojos entrecerrados y su intento de guardar silencio. ¿Cómo pudo haber ocultado ese hermoso rostro por tantos años?. La mente de Frank no podía entender por qué en los lejanos años de secundaria todos estaban tan empeñados en hacerle la vida imposible; no existía una explicación lógica.

Con sus mejillas completamente sonrojadas y la espalda arqueada, Gerard apenas podía observar una de las manos del castaño moverse, mientras la otra acariciaba su cabello torpemente. Sus dedos estaban húmedos y cálidos, resbalandose en su interior, haciendo que el pelirrojo se sintiera cada vez más ansioso.

No tardó demasiado en quitar esos dedos, y luego de desabrochar su cinturón, pensó levemente en el hecho de que no traía un condón, haciendo que detuviera sus movimientos por un segundo.

—¿Estas buscando esto?—Cuestionó el pelirrojo, tendiendole lo que estaba buscando. El contrario lo observó un poco confundido.—Es bueno... Estar preparado.

—Sí...—Dudó por un segundo si el dulce chico había pensado que algo así ocurriría, pero lo descartó casi inmediatamente, no era un momento tan bueno para detenerse a reflexionar.

Estando completamente preparado, comenzó a presionar la punta de su pene, tomando las caderas de Gerard y haciendo que abriera un poco más sus piernas.

El pelirrojo tomó aire profundamente, deseando haber elegido otro lugar, de ese modo podría recostarse sobre una cama y dejar a Frank hacer todo el trabajo, pero debía estar allí, de pie, y mordiendo su labio inferior para no hacer demasiado ruido.

Tal vez la mente de Gerard se encontraba bastante nublada para darse cuenta, pero realmente gemía alto y agudo, para Frank sonaba bastante afinado, incluso más que algunas de sus canciones.

En ningún libro podría encontrar un dios tan hermoso como el que tenía en frente, incluso solo con algunas horas de haberlo visto, no era capaz de encontrar algún defecto en su cuerpo, ni tampoco una pequeña muestra de ser difícil de tratar.

Frank rogaba porque nadie ingresara al baño y escuchara el sonido de sus pieles chocando o los gemidos, era obvio lo que estaban haciendo, y cualquiera podría notarlo en cualquier momento.

Más rápido...—Murmuró el pelirrojo entre dientes. Luego de haber soltado quejidos los primeros diez minutos de tener a Frank dentro, cambió radicalmente, debido al roce en su punto g, que no recordaba tan placentero.

Frank obedeció a la petición, siendo atrapado por los gruñidos de Gerard, parecía un gatito molesto, pero él arqueaba su espalda. Retorcía su cuerpo, sintiendose ahogado por la sensación en todo su cuerpo, arañando las paredes.

Su madre siempre había dicho que a las señoritas había que tratarlas con cuidado. Menos mal que no era una de ellas, y podía disfrutar de una cogida en el baño de su secundaria. Al diablo ese consejo, si todos pudieran ser cogidos, sin compasión, por Frank Iero el mundo sería mejor.

Sintiendo sus piernas doblarse y calor en toda su piel, llevó una de sus manos a su miembro, masturbandose rápidamente, llenando su mano de semen luego de algunos segundos. Agradecía haber cerrado sus ojos, así podía disfrutar mejor su orgasmo aún con Frank golpeando en su interior.

El castaño acabó algunos minutos después, tirando el condón al tacho de basura e intentando mantener la compostura. Gerard dió un suspiro pesado y giró su cuerpo, limpiando su desastre y acomodando su ropa. Tenía su rostro completamente relajado y una pequeña sonrisa en su rostro.

Frank hizo lo mismo luego de unos segundos, y cuando finalmente se sintieron lo suficientemente decentes salieron del cubículo, escapando rápidamente de ese lugar sin ser vistos.

Volvieron al espacio donde estaban, al aire libre, perfecto para tranquilizarse y continuar con sus besos rápidos y castos.

—¿Crees que podríamos salir algún día?—Tenía las mejillas con un tono rojo permanente, totalmente adorable. Frank no comprendía cómo podía ser tan agradable y dulce después de haber recibido tanto odio en esa misma institución.

—Claro, creo que incluso podría llevarte a mi casa justo ahora—Gerard rió de una manera poco sonora, para luego mirarlo fijamente y notar que Frank no estaba riendo.

Tomaron sus manos como dos adolescentes y comenzaron a caminar hacia el estacionamiento, olvidando completamente a Raymond y Christa.

* * *

Feliz año nuevo retrasado (^:
💘

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