xFirst kissx

—Bien, ¿por dónde comenzamos?—Frank dejó caer sus libros de historia en el suelo, donde se encontraban sentados.—Yo creo que sería mejor dividir las preguntas, así podemos hacerlo más rápido, pero luego podríamos intercambiarlas para...—Gerard lo observaba mientras bebía su té helado con una pajilla, ignorando absolutamente todas las palabras que estaba diciendo, y prestándole toda su atención a los húmedos labios del contrario, completamente atrayentes.—¿Me estas escuchando?

—Claro.

—Entonces, ¿cómo prefieres hacerlo?—Preguntó inocentemente el castaño, impaciente por su respuesta, porque debían terminar el trabajo ese mismo día, y su profesora de historia no se caracterísaba por ser cariñosa con sus alumnos. El contrario se sonrojó un poco, pensando en las maneras que quería hacerlo con él, pero no precisamente las tareas.—¡Gerard!

—Como tú quieras—Frank dió un suspiro, pensando en lo distraído que era ese chico. Nunca había tenido demasiada relación con él, solo tenían amigos en común, pero la profesora los había emparejado para hacer el trabajo, y luego de ponerse de acuerdo habían decidido reunirse en casa del pelinegro.

—Está bien.

A medida que pasaban los minutos, Gerard se sentía más extraño. Sabía que Frank le gustaba, pero no sabía que podía ponerlo tan nervioso. En vez de responder las preguntas se la pasaba observando la manera en que el castaño mordía su labio inferior mientras pensaba.

—¿Terminaste las preguntas?—Frank acomodó sus hojas, dando por finalizada la parte de su trabajo.

—¿Qué?—Gerard miró hacia abajo, observando el borrador de apenas unos renglones que había hecho, y sus mejillas se sonrojaron al máximo.—Aún no.

—¿Por donde vas?, puedo ayudarte—Acercó un poco su cuerpo, revisando rápidamente las hojas de contrario.—¿Eso es todo lo que hiciste?—Gerard asintió tímidamente.—Pero es para mañana.

—Lo sé, es solo que...—Fingió un poco de malestar, agachando su cabeza.—No me siento muy bien hoy.

—Oh, ¿te duele algo?, ¿quieres que llame a tu madre?—Recordaba a la señora agradable que conoció en la sala.

—No, ya se me pasará—Frank lo observó, sospechando que solo estaba mintiendo. De todas formas apoyó una mano sobre su frente, revisando su temperatura.

—No pareces tener fiebre.

—Solo me mareé por un segundo, pero ya voy a seguir con el trabajo—Intentó continuar, pero el contrario lo detuvo.

—Si te sientes mal podemos descansar un momento, no te preocupes—El pelinegro asintió, y ambos se quedaron en silencio. Aunque luego de unos segundos comenzaron una conversación amena, riendo de vez en cuando.

—Oye, estas saliendo con Jamia, ¿verdad?—Preguntó, intentando ser precavido con lo que decía.

—Claro que no, ella solo es una amiga—Gerard sonrió en su interior, aún tenía una oportunidad con él.—A mí me gusta otra persona—O tal vez no.

—¿En serio?—Intentó que su ánimo no decayera, ya sentía su corazón roto, y apenas tenía quince.—¿Y cómo se llama?

—No voy a decírtelo, es un secreto—Llevó uno de sus dedos a sus labios, haciendo la típica señal de "silencio".—Pero tú la conoces.

Oh, genial...—No quiso continuar con la conversación, pero Frank insistía en hablar sobre ese tema.

—Es una persona muy linda, pero tengo miedo de hablarle, no tengo nada de experiencia en el "amor"—Gerard sonrió un poco, pareciéndole gracioso ese comentario.—Además siento que va a rechazarme.

—¿Por qué lo crees?.

—No lo sé, es demasiado para mí, su belleza es impresionante—El pelinegro intentaba pensar en una chica con una belleza impresionante, y que sea su amiga, no pensaba en nadie más que Lindsey, y no creía que fuera ella.

—Deberías arriesgarte.

—¿Tu crees?

—Claro.

—Pero...nunca he dado un beso en mi vida, tal vez lo arruine.

—Si tú también le gustas eso no es importante.

—¿Crees que debería darle un beso?

—Ajá—Ya no quería mirarlo, se había vuelto demasiado incómodo para él, el chico que le gustaba estaba enamorado de otra, y encima le estaba dando consejos para conquistarla.

Frank acercó aún más su cuerpo al contrario, tomando el rostro de Gerard entre sus dedos y dejando un suave beso en sus labios, casto y casi inexistente.

Me gustas...—Acarició un poco su mejilla, notando que el contrario no decía ni una palabra, y tampoco tenía una expresión en concreto.—¿No vas a decir nada?.

Gerard se encontraba jodidamente sorprendido, no podía formular una frase y se encontraba embobado por el rostro del contrario. Pero al escuchar las palabras de Frank, un poco apagadas, reaccionó.

Tomó al castaño por su cabello, suavemente, y volvió a besarlo, pero con más profundidad, guiando los labios inexpertos del contrario, que intentaban seguir el ritmo correctamente.

Ambos pudieron sentir como si una bala los atravesara, impresionados por todo lo que se podía sentir con una acción tan sencilla. Aunque la razón verdadera era que se gustaban desde mucho tiempo atrás, y finalmente probar sus labios era lo mejor que podían hacer.

—A mí tambien me gustas—Murmuró cerca de sus labios, justo antes de volver a besarlo, y continuar haciéndolo por un largo rato.

Extensos minutos pasaron mientras se besuqueaban en vez de hacer el trabajo, rozando sus lenguas y descubriendo la boca del contrario. Se podía escuchar en toda la habitación el chasquido de sus labios, y Gerard no podía evitar ponerse duro con eso.

Frank intentaba dejarse llevar, copiando un poco los movimientos del pelinegro, pero siendo un poco más torpe, tratando de ser lo suficientemente bueno para Gerard.

—¿Quieres ir a la cama?—Preguntó el pelinegro, y el contrario asintió, sin querer pensar en lo que podía ocurrir allí, aunque no iba a negarse, tenía un poco de miedo.

Ambos se pusieron de pie, deteniendose un segundo para besarse de esa manera. Gerard se sintió enternecido por las puntillas de pie del castaño, y finalmente lo llevó hasta su cama, sentandolo en su regazo.

—Hay personas en la casa—Frank afirmó, pensando en que alguien podría verlos o escucharlos.

—Vamos a ser silenciosos, ¿si?—Gerard no lo dejó responder, avalanzandose sobre sus labios y atrayendolo hasta sentir su pecho.—No te preocupes.

Frank asintió, dudando un poco sobre sus palabras. No sabía exactamente en qué tenían que ser silenciosos, pero ya comenzaba a ponerse nervioso, y la verguenza lo atacaba al darse cuenta del bulto en sus pantalones, aunque se resitió demasiado a tenerlo, no pudo evitarlo, Gerard acariciaba sus piernas y le daba besos en su cuello.

Con toda la tranquilidad del mundo, el pelinegro desabrochó el cinturón de Frank, mirándolo fijamente de vez en cuando.

Al encontrarse nervioso, el castaño parecía escuchar pasos por el pasillo constantemente, entrando en pánico por un segundo, hasta que Gerard le aseguraba no haber escuchado nada.

—Cálmate, voy a hacerte sentir bien—Acarició su mejilla, tomándolo por el cabello y dandole un beso, mientras bajaba la ropa interior.

Frank dió un pequeño salto al sentir una de las manos de Gerard envolver su pene, estaba totalmente descubierto. Nadie antes lo había visto desnudo, y le causaba demasiada verguenza, podía verse en sus mejillas ardiendo o en la manera en la que intentaba cubrirse con su camiseta.

—Gee—Dió un muy suave gemido, interrumpiendo su frase.—No me veas—Tomó una manta que se encontraba sobre la cama, desdoblandola y colocandola sobre sus muslos, llegando hasta su vientre.

—¿No quieres que te vea?—Preguntó el pelinegro, y el contrario negó efusivamente.—Puedo solucionarlo—Gerard alzó la cadera del castaño, haciendo que se pusiera de pie. Se acomodó en la cama, abriendo un poco sus piernas, aún permaneciendo sentado e hizo que Frank se colocara en el espacio que dejaba entre ambos muslos, dándole la espalda.—Ya no puedo ver nada.

—Eres un...—El pelinegro tomó nuevamente su miembro, ejerciendo más fuerza que antes, y moviendolo rápidamente de arriba hacia abajo. Frank se sobresaltó, apoyando su espalda en el pecho del contrario, inevitablemente.—Idiota.

Las pequeñas manos del castaño apretaban la tela de los pantalones de Gerard, mordiendo su labios inferior para no gemir demasiado alto. Pensaba en lo extraño que se sentía, pero era realmente bueno, mucho mejor que masturbarse a si mismo, cada movimiento era inesperado y especial, mucho más al recibir los besos en sus hombros.

Gerard sentía el roce de su ropa interior en su propio pene, queriendo tener una mejor sensación, pero primero deseaba ver al castaño disfrutando, y saber que podía hacer sus piernas temblar.

Frank daba suspiros ahogados, abriendo sus piernas y moviéndolas levemente por las contracciones que le daban a su vientre, Gerard no le daba ni un segundo de descanso, levantando su camiseta y acariciando sus pezones, pellizcándolos de vez en cuando.

Los minutos transcurrían y el castaño parecía estar más desesperado, dando pequeños y suave saltitos al sentirse tan cerca de su orgasmo, y el contrario comenzaba a mover sus manos más rápido, diciéndole frases muy subidas de tono en su oído.

Frank retorcía su cuerpo, y el pelinegro lo sostenía con toda la amabilidad del mundo, besando su cuello e intentando evitar ser brusco, pero no podía resistirse a los gemidos que ya ni siquiera trataban de ser bajos.

—Tranquilo, ¿si?—El castaño no comprendió por qué había dicho eso, ni tampoco por qué había lamido dos de sus dedos, pero no tardó demasiado en notarlo, cuando una de las manos de Gerard volvió a acariciar su miembro, pero luego se deslizó más abajo, rozando su entrada.

Aunque se encogió un poco sobre su lugar por la verguenza, el contrario no puso resistencia al sentir los dedos del pelinegro, tal vez era porque no podía pensar claramente mientras estaba masturbandolo.

Gerard quería estar en una mejor posición, más cómodo y poder ver el cuerpo de Frank, y esa vez él no tuvo ningun inconveniente. Con la ayuda del contrario se recostó en la cama, y terminó de quitarse sus pantalones.

—Eres tan hermoso—Acarició la suave piel del castaño, alzando su camiseta para poder observar su pecho, que subía y bajaba rápidamente por la respiración agitada. Se inclinó sobre su cuerpo, dejando un beso húmedo sobre sus labios, Frank apenas podía darse cuenta de lo que hacía, besandolo desvergonzadamente.

Luego de sentir la lengua del contrario rozando la suya, sintiendose conforme, acomodó su cuerpo para comenzar a darle delicados besos en la parte interna de sus muslos, eso causaba una mezcla de excitación y cosquilleo en el contrario. Cuando estuvo listo, lamió el pene de Frank, metiendo la punta en su boca y comenzando a llenar su boca poco a poco.

—¡Gerard!—Su agudo grito se escuchó por toda la habitación, mientras arqueaba su espalda. Nunca había sentido tanto calor en su piel como en ese momento, parecía estar rasguñando el cielo. Y no se esperaba la extraña sensación de tener un dedo en su interior, moviendose lentamente.

El constante roce de la punta de su pene con la campanilla de Gerard y dos de sus dedos retorciendose en su entrada estaban provocándole el momento más placentero de su vida. Nunca había pensado que terminaría de esa manera cuando en realidad estaba allí por su tarea.

Cuando Gerard comenzó un ritmo más rápido con el movimiento de su cabeza, Frank dejó ir su último suspiro de cordura, retorciendo su cuerpo y acabando en la boca del pelinegro, sin poder avisarle. Soltó un gemido bastante alto y luego permaneció quieto por unos segundos, disfrutando de los fuegos artificiales en cada centímetro de su piel.

Con sus ojos cerrados, suspirando constantemente. Gerard tragó su semen y sacó los dedos de su interior, admirando la carita de placer del contrario, sintiendose satisfecho de haberla provocado.

Frank abrió sus ojos, adormilados, y acercó al pelinegro para besarlo en los labios, sabiendo que él aún se encontraba duro, comenzado a acariciarlo por encima de la tela, fingiendo una expresión de inocencia.

Cuando Donna creyó haber finalizado su sufrimiento, volvió a escuchar gemidos, y el vaivén de la cama contra la pared. Tomó su bolso y se largó a algún lugar que no sea ese.

* * *

Les gustó? (^:

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top