xFear of spidersx
—¡No quiero!—Frank se encontraba gritando en medio de la sala, con su cabello despeinado y sus mejillas sonrojadas. Llevaba puesta una camiseta de color negro que tapaba su cuerpo hasta la mitad de sus muslos, que le pertenecía a Gerard.—¡Estoy cansado!.
—Hazlo mañana, pero hazlo—Remarcó la última palabra, sentía que se estaba comportando un poco duro con él, y nunca se comportaba así, Frank era como un pequeño pompón de algodón que protegía siempre, y quizá por eso el castaño tomaba tan mal las órdenes.
—¿Por qué no lo haces tú?.
—¡Porque son tus cosas, Frank!—Intercambió el típico "cariño" con el que lo llamaba por su nombre, con una intensidad que retumbó en los oídos del contrario, molestándolo y haciendo que llenara sus ojos de lágrimas.
Estaba siendo un poco exagerado, pero desde un tiempo atrás sentía que Gerard no le estaba dando la misma atención y cariño que al comenzar la relación, aunque él se negara y le dijera todas las palabras bonitas que pudiera.
Frank hizo un puchero, apretando entre sus dedos la tela de la camiseta. Desde que podía recordar, el pelinegro acomodaba su vida; sus cosas, sus horarios, y hasta los proyectos de su trabajo. Y creía que estaban bien con eso, porque el castaño era demasiada distraído, solo se ocupaba de verse lindo y atender de vez en cuando a su novio, o así lo sentía Gerard.
—En la mañana me esforzé para hacer tu almuerzo...—El pelinegro alzó su cabeza, recordando lo salada que estaba esa comida, además de otros aspectos bastante desagradables.—Eres un mal agradecido.
—Yo no te pedí que lo hicieras, es más, no vuelvas a hacerlo, por favor—Sonrió un poco, sabiendo que eso haría rabiar al contrario, y le interesaba muy poco, se encontraba bastante agotado de tener que sobrellevar la parte más pesada de la relación y siempre quedarse con sus emociones dentro, porque Frank no se preocupaba por preguntarselos.—Deberías tomar algunas clases sobre cómo preparar un poco de arroz correctamente.
—Vete al diablo—Mordió su labio inferior, conteniendo sus ganas de llorar. Se sentía muy enfadado, y no quería volver a hablar con el pelinegro ni en un millón de años.
《Idiota, idiota, idiota》
Lo único que pensaba el castaño era esa palabra, mientras cubría su cuerpo con las mantas. Estuvo a punto de tomar para dormir el peluche de cachorro que Gerard le obsequió, pero se abstuvo, dejando salir su ira, arrojándolo contra la puerta de madera que anteriormente vibró de un portazo.
En su interior se sintió extremadamente mal de haber lanzado el peluche, y aunque quizo dejarlo allí, no se resistió, poniéndose de pie y recogiendolo.
—Lo siento, Señor Oso—Acarició un poco su felpa, volviendo a la cama.—Es que Gerard se comporta mal conm...—La puerta se abrió bruscamente, y la figura del pelinegro se hizo notar, presionando el interruptor de la luz.
—¿Qué fue ese ruido?—Intentó ignorarlo lo mejor que podía, cubriendose nuevamente y dándole la espalda.—Te estoy hablando.
—No quiero hablar contigo—Aplastó su rostro contra la almohada, y Gerard decidió dejarlo en paz, seguramente estaría así hasta que se olvidara de la discusión o le pidiera disculpas.
El pelinegro estaba en la sala y el contrario en la habitación, ambos pensando sobre el problema que se había creado, pero aunque creyeran que lo mejor era hablar, el orgullo del castaño no se los permitía.
Frank cerró sus ojos, intentando relajarse, sin creer que se dormiría en menos de dos minutos. En sus sueños todo era extremadamente lindo, y Gerard lo abrazaba, dándole un calor inexplicable, pero de la nada su novio se alejó de él y comenzó a sentir un pequeño cosquilleo en una de sus manos.
Se despertó asustado, y un poco confundido por la extraña sensación en su brazo, así que decidió alzarlo sobre su rostro para revisarlo, notando que había una araña realmente grande—a su parecer—caminando sobre su piel.
—¡Gerard!—Gritó de una manera aguda y alta, con todo el terror del mundo. Cualquier persona creería que estaban intentando matarlo.
El pelinegro salió corriendo hacia la habitación, completamente asustado. Y al ingresar lo único que vió fue a Frank gritando y llorando, con una araña moviéndose por las mantas.
—¡Cálmate!—El castaño lo observó, tomando aire como si fuese la última vez de su vida, solo para volver a chillar con miedo. Le tenía fobia a las arañas, sentía que podría tranquilamente morir antes de convivir con una de ellas.
Gerard se acercó a él, sacandolo de la cama de un solo jalón. Frank se escondió detrás de su espalda, sosteniendose por su camiseta y cubriéndose el rostro, mientras gritaba repetidas veces "mátala".
Al pelinegro le daba un poco de pena asesinar a la pobre araña, pero no tuvo opción, así que la arrojó al suelo y la aplastó con la suela de su calzado.
Cuando pensó que la tortura del sonido más agudo nunca antes escuchado se había acabado. De la araña, que de verdad era gigante, salieron muchas arañas pequeñas. Haciendo que el pelinegro riera un poco nerviosamente por lo asqueroso que había sido, y Frank casi se desmayara del susto, gritando.
El castaño no soltó al pelinegro, le temblaban un poco las piernas y no planeaba volver a descubrirse el rostro hasta que Gerard le asegurara la muerte de esos insectos.
El pelinegro comenzó a aplastar tambien las pequeñas arañas, y Frank sintió algo extraño en su pie descalzo y suponiendo que era una de las arañas empujó un poco a Gerard y se subió a la mesita de noche junto a su cama, dando gritos agudos.
—¡Me tocó el pie!—Lloriqueaba mientras se quejaba, haciendo una expresión de asco absoluto, se veía extremadamente nervioso y paranoico, sacudiéndose cada vez que tenía la leve sensación de que algo lo rozaba.
Giró su rostro hacia otro lugar, evitando ver los restos de los insectos, y el pelinegro continuaba pensando que era una pena haberlas matado, pero si no lo hacía Frank tendría un ataque de nervios y era capaz de tirarse por el balcón. Tal vez exageraba pero realmente les tenía miedo.
—Ya estan muertas, Frank—Le dijo, al ver que no planeaba bajar del mueble.—Acuéstate, es tarde.
—No...—Musitó, su voz estaba entrecortada por su llanto, respiraba rapidamente y de vez en cuando tenía espasmos, interrumpiendo sus palabras.—Debe haber más en la sábana.
A Gerard no le costó demasiado saber qué era lo que quería Frank, así que cambió las sábanas de la cama, junto a las mantas y absolutamente todo lo que hubiera allí, incluso sacudió a Señor Oso para demostrarle que realmente no había nada.
—¿Ahora sí?—El castaño asintió levemente, aún inseguro, y el contrario levantó sus brazos frente a él, haciendo que Frank sonriera tímidamente, aceptando ser cargado por su novio.—No hay más arañas, ¿si?.
Lo meció un poco entre sus brazos, estaba sosteniendolo como a un niño, y solo hasta que el contrario tranquilizó un poco su respiración, Gerard lo dejó suavemente sobre la cama, alejándose de su cuerpo.
—Lamento haberte tratado de una mala manera—Musitó el castaño, mirandolo fíjamente y tomando una de sus manos.—Creo que deberíamos hablar con calma y solucionarlo, no me gusta estar peleado contigo.
—A mí tampoco me gusta eso, y lo siento por haberte dicho cosas malas, no las pienso realmente—Dejó un beso en su mejilla, quedándose unos segundos allí, solo disfrutando de su cercanía.—Te amo.
—Yo también te amo, Gee—Sonrió de manera tierna, intentando abrazarlo, pero antes de que se sentara a horcajadas de él, sintió algo extraño en su pierna y cuando se movió abruptamente, Gerard vió una de las arañas pequeñas en su pierna, inmediatamente tirándola al suelo con su mano y pisándola, incluso antes de que Frank la viera, aunque se dió cuenta de lo que era.
—¡Gerar...!—Antes de que comenzara a llorar nuevamente, el mencionado lo atrajo hacia su pecho, silenciándolo con el típico "shh" de manera suave, ayudándolo a tranquilizarse.
Lo acunó por bastantes minutos, dando pequeños golpecitos en su espalda, mientras murmuraba lentamente palabras como "tranquilo", "todo va a estar bien" y "no llores", seguidas por apodos cariñosos y dulces.
Frank lloraba a un volumen muy bajo, casi convirtiendo su llanto en pequeños suspiros. Y se acomodó mejor en los brazos de su novio, que lo recibió con muchos besos.
Gerard acariciaba el cabello castaño del contrario, mientras lo ayuda a sentarse sobre su regazo, y de vez en cuando dejaba besos en sus labios bastante extensos. Unos minutos después, cuando Frank estaba mucho más calmado, el pelinegro levantó un poco su camiseta, viendo la ropa interior del contrario, y rozando un poco sus dedos con ella.
Frank se dejaba tocar con toda la tranquilidad del mundo, necesitaba relajarse si quería dormir, y no había una mejor manera que esa. Gerard lo estaba haciendo para tranquilizarlo del todo, y poder dormir a gusto con él, además de disfrutar cualquier tipo de placer con su novio.
—Relájate, ¿si?—Musitó cerca de su oído, descubriendo el pene duro del contrario, luego de haberlo acariciado por encima de la ropa.—Dime si quieres algo en especial—Besó su mejilla nuevamente, luego pasando a su cuello.
Quitó la ropa interior y levantó la enorme camiseta, dejándo todo el espacio que necesitaba. Llevó sus dedos a rodear el pene del contrario, moviéndo su mano lentamente de arriba hacia abajo, y viceversa, logrando que Frank soltara algunos suspiros pesados, mientras besaba el cuello de su novio y dejaba marcas en él.
—Me encanta cómo me tocas—Se sentía muy feliz de poder estar bien con él después de haber discutido, y aún más si era de esa manera.—Eres muy lindo.
—Tú eres lindo, cariño, como una de las siete maravillas del mundo—Besó su frente, y luego abrió un poco sus piernas, rozando el interior de sus muslos y acariciando la punta de su pene, mientras intentaba acomodarlo en la cama.
—¿Quieres que me acomode así?—Ayudó a su novio, recostandose sobre la cama de espaldas, y abriendo sus piernas de la mejor manera que podía.—¿Está bien?—Titubeó un poco al preguntarlo, sintiendose inseguro por estar tan expuesto.
Intentó cubrirse con sus finos dedos y la camiseta, pero Gerard inmediatamente las quitó, observando el cuerpo descubierto y delicado del contrario. Tenía sus piernas abiertas, haciendo que la expresión lasciva en su rostro sea aún más excitante.
—Claro que sí—Afirmó, mientras acercaba su cuerpo al del castaño, tomando lugar entre sus piernas, que lo rodearon perfectamente.—De todas las maneras me gustas—Comenzaron a besarse, y Gerard no desaprovechaba ninguna oportunidad para mover su mano alrededor del pene de Frank.
El castaño llevó sus manos hacia los hombros de su novio, relajando su cuerpo al sentir las manos del pelinegro rozando su cuerpo. El tintineo del cinturón de Gerard lo hizo estremecerse, entreabriendo su boca para suspirar.
—Déjame tocarlo—Mencionó Frank, mordiendo su labio inferior mientras observaba con difícultad el pene grueso de su novio. A penas lo pidió, el contrario se alejó solo un poco, tomando la mano del castaño y llevándola a su propio miembro.
—¿Te gusta?—Musitó cerca de su rostro, observándo su expresión de concentración. Ambos se encontraban masturbando al contrario, mirándose frente a frente, y dándose besos entrecortados por los gemidos de Frank.
El castaño tenía sus ojos cerrados, era imposible poder disfrutar más de lo que lo estaba haciendo, Gerard lo estaba tocando y al mismo tiempo podía sentir su pene palpitante alrededor de sus dedos. Con la mano que tenía libre jalaba el cabello oscuro de su novio cuando las cosquillas en su vientre lo ponían demasiado caliente.
Las pequeñas contracciones de placer hacían que levantara su cadera y arqueara su espalda, apretando sus piernas alrededor del cuerpo del contrario. Su mente se desconcentraba con la idea de llegar a su orgasmo, haciendo que dejara de mover su mano inconscientemente.
Gerard decidió envolver ambos miembros con su mano, frotándolos entre sí rápidamente, haciendo que el contrario se retorciera aún más por el placer, además formó un pequeño vaivén con su cuerpo, simulando estar embistiendolo.
Frank gimió cada vez más agudo en su oído, alentándolo a hacerlo más y más rápido. Cuando el calor llenó su cuerpo, y sintió que su cuerpo ya no podía hacer nada más que gemir, el semen manchó su vientre. El pelinegro sintió el líquido en su mano, pero continuó moviéndola a la misma velocidad, logrando que Frank se retorciera y rasguñara su espalda.
Los gritos agudos, que parecían gruñidos, se dejaban escuchar en toda la casa, pero pronto cesaron, cuando Gerard acabó también y dejó de moverse. Solo suspiros pesados salían de sus bocas
—Ven, cariño—Luego de acariciar su cabello y rostro, lo tomó por sus manos para llevarlo bajo las mantas recién puestas, luego de limpiar su cuerpo con algunos pañuelos.—Duerme, ¿si?.
—Gracias por estar conmigo—Gerard dejó un beso en sus labios, siendo lo más tierno posible con él, dándole todo su cariño.
—Amo estar contigo.
Se besaron nuevamente, y el pelinegro se encargó de darle mimos a su novio, mientras él se acurrucaba en su pecho. Pero antes de que cayeran dormidos, Gerard se puso su pijama, para finalmente descansar a su lado, sin ningún tipo de interrupción.
* * *
Holaa, ¿cómo estan?, ¿ustedes tienen alguna fobia o miedo?
A mí me dan demasiado miedo las serpientes/lombrices/gusanos/cienpiés y todo lo que tenga forma parecida, solamente con imaginarlo me da impresión.
Espero que les haya gustado 💘
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