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Frank tenía puesto su pijama gris con bordes rosados, el short junto a la camiseta parecía ser al menos dos tallas más grandes de lo que su cuerpo necesitaba, pero eso no era molesto, todo lo contrario, le causaba mucha comodidad.

Quitándose sus pantuflas gigantes con forma de perritos, se acostó en su cama, las sábanas estaban frías y no pudo evitar quejarse por ello, haciendo sonidos extraños.

—¿Estas haciendo un llamado de apareamiento?—Gerard preguntó en forma de broma, refiriéndose a los sonidos. Frank rió un poco, cubriéndose hasta la cabeza.—Porque funcionó—Con esa frase se acercó al contrario, riendo y luego dejando un beso sobre sus labios. También había entrado a la cama, y se encontraba cubierto por todas las mantas.

—Tengo frío, amor—La voz del castaño se escuchó luego de un momento en el que ya se habían preparado para dormir.

Gerard ya no podía estar más abrazado a él, y al parecer eso no funcionó para calentar su cuerpo, así que se puso de pie en la oscuridad y después de haber encendido su lámpara de noche, buscó un par de medias bastante abrigadas.

Se acercó hasta la cama nuevamente y corrió las mantas para descubrir las piernas de Frank, colocándole las medias a rayas que llegaban hasta abajo de sus rodillas.

—Se te ven bien—Mencionó sonriendo. Le encantaban las piernas delicadas y suaves del contrario, eran como las de una modelo, solo que a Frank le faltaba un poco de altura.—¿Estas mejor así?.

El castaño asintió, volviendo a cubrirse, lo mismo hizo Gerard en el lado de su cama, retomando su posición anterior, con sus brazos rodeando al contrario.

Se dieron besos lentos antes de caer dormidos. Ambos estaban bastante cansados por el trabajo, en especial Frank, que ademas estaba terminando su carrera universitaria. Gerard era cuatro años mayor, así que ya podía solo trabajar. Aunque muchas veces el pelinegro haya querido darle dinero para que no tenga que trabajar y estresarse doblemente, el menor se negó, quería ser lo más independiente que se pudiera.

Frank, mientras dormía, su rostro mostraba un poco de molestia. Estaba apretando sus puños levemente y sus rodillas se habían doblado. Dentro de su sueño estaban pasando cosas para nada agradables y no podía controlar la tensión de su cuerpo.
Poco a poco la molestia en su rostro fue aumentando, y sacudía su cuerpo de una manera más hostil. Luego de unos segundos comenzó a negar, acompañando sus plegarias inentendibles con un movimiento de cabeza que reafirmaba la negación. Pronto comenzaron a caer lágrimas de sus ojos, cuando en su sueño estaban a punto de llevarlo debajo de la cama.

—¿Frank?—La voz adormilada del pelinegro se escuchó opacada por las respiraciones agitadas del contrario.—¿Qué te pasa?—Inmediatamente se incorporó al sentir cómo temblaban las manos del castaño. Comenzaba a asustarse un poco.

—¡No!, déjame, déjame—Musitaba dificilmente y con un tono pastoso, como si estuviera borracho. Aún seguía en su sueño, y apenas el mayor lo tomó por sus hombros para intentar despertarlo, el terror en su cuerpo se intensificó, diciendo desesperado que iba a caerse.

—Frankie, solo es un sueño, despiértate—Agitaba sus hombros, pero no lograba lo que quería, al parecer el otro estaba en un sueño demasiado profundo.—¡Frank!—El castaño abrió sus ojos, pero no se movió por varios segundos.

Esos pocos segundos bastaron para que Gerard entrara en pánico, creyendo que el contrario estaba teniendo un ataque cardíaco o algo por el estilo. Ni siquiera sabía bien qué pensaba, pero no eran cosas agradables.

Cuando finalmente pudo incorporarse, Frank dejó caer su cabeza sobre el hombro del mayor, dejando su cuerpo a merced del contrario, llorando. Gerard lo tomó con delicadeza, acariciando su cabello y dejando besos en su coronilla.

—Hay alguien debajo de la cama—Decía aún entre sueños, al parecer estaba teniendo la pesadilla de toda su vida, era un poco difícil entenderle.—Había alguien...—No sabía exactamente qué decir, pero con su voz entrecortada y desesperada quería expresar lo que veía en su mente, aunque fuese un simple sueño.

Daba pequeños saltos mientras se quejaba, intentando alejar a la amenaza de su pesadilla. Pero solo estaba dándole suaves golpes a Gerard, que trataba de mantenerlo en sus brazos. Sus piernas se flexionaban y estiraban constantemente, con fuerza, intentando retroceder en la cama.

El pelinegro se alteraba cada vez más al no poder despertarlo del todo, en los tres años que llevaba viviendo con Frank nunca había ocurrido algo similar, pero le recordaba cuando Michael tenía pesadillas a los siete años y tenía que acostarlo en su cama.

—No hay nadie más que nosotros, Frank, despiertate—Continuaba moviendo su cuerpo, incluso lo había pellizcado, pero Frank no se despertaba.—¡Frank!—Gritó tan fuerte que esa vez sí abrió los ojos de verdad, sin seguir en el sueño.

Gerard—Su cuerpo había dejado de estar tan tenso, pero comenzó a llorar más intensamente, como si fuese el último día de su vida.—Enciende la luz, por favor—Tenía una expresión de miedo, sus cejas estaban arqueadas hacia abajo, y sus mejillas rojizas. Se frotaba sus ojos, intentando cubrirse, estaba un poco avergonzado de la razón por la que lloraba.

Gerard obedeció, y la encendió bajando la tecla de la luz que tenía junto a su cama. Frank no lo soltó ni un segundo, estaba sosteniendo su pijama con fuerza. El pelinegro tomó el vaso de agua que siempre dejaba sobre su mesa de luz, y se lo ofreció al menor, quien lo tomó con ambas manos y bebió de forma lenta. Luego de tragar suspiró, aún continuaba con su respiración agitada, estaba muy nervioso y no podía controlarlo en absoluto. Mientras más quisiera ocultarlo, más se notaba.

—Tranquilo—Acercó la cabeza del contrario a sus labios y dejó un beso en su frente.—Todo está bien, voy a quedarme aquí contigo—Gerard volvió a dejar el vaso donde estaba cuando Frank terminó de beber.—Ven—Al mismo tiempo que decía esa última palabra, el castaño ni siquiera esperó a que la terminara, se lanzó hacia el mayor para acurrucarse en sus brazos.

El pelinegro lo movía lentamente, meciéndolo, intentando que se calmara totalmente.

—En el sueño...—Comenzó a hablar, su voz sonaba amortiguada por tener su rostro contra el pecho del contrario, pero antes de continuar hablando se alejó un poco para poder modular correctamente.—Alguien me estaba llevando debajo de la cama.

—Oh, pobre monstruo, debe estar harto de que sacudamos su casa.

Hubo un silencio en el que Frank no comprendió esas palabras, pero después entendió lo que quiso decir.

—Eres un estúpido—Le dijo en forma de broma, riendo. Se zafó de sus brazos simulando haberse molestado.—No voy a contarte nada más.

—Era broma—Alargó la última "a", tomándolo de nuevo entre sus brazos, y besando sus labios.

Después de un momento, el mayor salió de la cama diciendo que quería ir al baño, pero Frank jaló de su brazo para que no se alejara.

—No me dejes solo—Tenía ojitos de cachorro mojado.

—¿Vas a ir al baño conmigo?—Frank de quedó mirándolo, esa no era una opción.—Oh, mira quien viene ahí—Mencionó al ver a Bela caminando por el umbral, aún era una cachorra.—Quédate con ella.

Antes de que Frank pudiera replicar, Gerard la subió a la cama y salió de la habitación. La pequeña cachorra movía su colita, mirándolo, pero cuando quiso tomarla entre sus manos, Bela dió media vuelta y se bajó de la cama, yendo nuevamente al sillón de la sala.

Se quedó en silencio, y pronto volvió a llorar, solo por berrinche, y porque Bela, que él mismo la había adoptado, no quería estar con él.

—¿Ahora qué pasa?—Preguntó el pelinegro al verlo acurrucado sobre las mantas, lloriqueando. Inmediatamente se subió a la cama, y con sus manos, aún un poco húmedas por haberselas lavado, levantó sus medias que se le habían doblado en sus tobillos.—¿No quieres dormir más, amor?—Sospechaba que ya no quisiera dormir esa noche para no volver a tener pesadillas.

—Nadie me quiere—Estaba haciendose el dramático para causarle pena, sin ninguna finalidad, solo ser mimado por él.—Ni siquiera Bela.

—Oh, ¿se fue?—Rió un poco y luego se acostó a su lado, abrazándolo por la cintura y cubriendo a ambos con las mantas. Frank asintió a su pregunta.—¿Y por qué dices que nadie te quiere?—Se acomodó para besarlo.—Yo te amo muchísimo.

—Yo no—Quiso parecer serio, pero no pudo evitar reírse y comenzar a decir "mentira" repetidas veces.—Sí te amo, sí te amo, mucho, mucho—Se reía y le daba rápidos besos en el rostro.

—Aw, me hiciste asustar muy mal, bebé—Frank siempre hacía la misma broma, y Gerard siempre respondía lo mismo.—Que bueno que sí me amas.

—Sipi—Sonrió tímidamente, haciendose lugar en el cuerpo del pelinegro, encajando perfectamente. Pero en unos segundos recordó su sueño.—¿Ya vas a dormir?.

—¿Hay otra cosa por hacer?—Su voz estaba adormilada, en un par de minutos seguro se dormiría.

Mm—No sabía cómo pedirle lo que tenía en mente, así que se quedó esperando a que tal vez leyera sus pensamientos.

—¿Frank?.

—¿Sí?.

—¿Qué ibas a decirme?—El castaño mordió su labio inferior.—¿Pasa algo malo?.

—¿Podrías asegurarte si no hay nada debajo de la cama?—Gerard se hubiera reído de esas palabras si las hubiese dicho cualquier otra persona en la faz de la tierra, hasta su sobrina Rowan. Pero como eran de Frank, y Frank siempre iba a ser su punto débil, solo asintió.

Se puso de pie para luego arrodillarse al costado de la cama, del lado del castaño, agitó su celular para que se encendiera la linterna y cuando se iluminó, no había nada más que un espacio en donde Frank tenía una caja con el título de "cosas", eso podría significar demasiadas cosas, pero en realidad eran algunos juguetes que de vez en cuando utilizaban. De todas formas decidió dar un grito, fingiendo haber visto algo y al mismo tiempo apagó la linterna de su celular.

Solamente estaba bromeando, pero el próximo sonido que siguió después de su grito fue el llanto del menor.

—¡Era una broma, no hay nada!.

—Idiota—Musitó, y como si no lo acabara de insultar, jaló de su camiseta para atraerlo hacia sí mismo.—Abrazame—Gerard obedeció, y se acostó a su lado nuevamente.

—No hay nada ahí abajo, estas más tranquilo, tenemos sueño...—Decía el pelinegro mientras el contrario se acurrucaba.—Todo indica a que en menos de cinco minutos caemos muertos.

Rieron un poco, y luego se quedaron en silencio, obviamente fueron ciertas las palabras del mayor, incluso en menos tiempo se quedaron dormidos.

Aunque la alarma haya sonado más de tres veces, ninguno movió ni un dedo para levantarse, prefirieron quedarse en la cama, abrazados, habían tenido una noche demasiado larga.

* * *

Me lo imaginé tan tierno que no pude agregarle nada sexual jsjajs, tal vez haga una segunda parte ❤

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