xCoincidencex
Frank jaló la corbata que tenía perfectamente anudada en su camisa, y se sentó al borde de la tina. Su cabello cayó frente a su rostro cuando de rodillas aterrizó en el suelo.
Las lágrimas brotaron por sus ojos y se deslizaron rápidamente por sus mejillas. El rostro congestionado se hacía notar, y era imposible disimular lo abrumado que estaba, la situación lo superaba y ahogaba de una manera indescriptible.
Alzó su rostro, frotó sus ojos con las mangas de su traje y observó su reflejo en el espejo gigante que ocupaba gran parte de la pared, se veía destrozado, y no era para menos, acababan de dejarlo en el altar cual película de Hollywood.
Se quitó el rastro de maquillaje manchado en su rostro, refrescando su piel con agua fresca del grifo. No había un momento que más lástimado se sentía como en ese, Jamia, la mujer que amó por mucho tiempo, aquella que estuvo en los momentos más difíciles de su vida, lo había abandonado. Lo había humillado.
La imagen de él mismo yéndose completamente roto y lastimero atravesaba su mente a cada momento, tener que andar por el lado de su familia y amigos con los ojos llenos de lágrimas, cuando en realidad debería estar feliz y recién casado. Simplemente Jamia después de dejarlo esperando por una hora, envió a su mejor amiga a dejarle una carta, que con poca delicadeza describía cómo el amor de su prometida se desvaneció hace tiempo, y el anillo dorado se encontraba acompañando el papel.
Y luego de alejarse corriendo, subió a su auto y no se le ocurrió ninguna idea además de dirigirse a la casa de sus padres, de todas formas ellos no estarían ahí. Tenía miedo de encontrar a Jamia en el departameto que compartían, y no deseaba verla por mucho tiempo.
Ya encerrado en el amplio baño en casa de sus padres, a solas con él mismo, la imagen en el espejo lo hacía sentir aún peor, y supo que aunque tenía derecho a sentirse así, y llorar y sufrir, no podría dejarse abatir por alguien que se deshizo de él como si no significara nada.
La idea atravesó su mente y sin pensarlo tomó las tijeras del botiquín.
Sostuvo con una de sus manos uno de sus mechones de cabello rubio, y lo cortó sin vacilar, así con otro, y con otro, hasta darse cuenta de que tenia la mitad de su cabello descansando a sus pies. Su nuevo peinado se veia desordenado y rebelde, recordandole a los peinados un poco desalineados que usaba cuando era aún más joven.
Sus treinta años no estaban siendo los mejores hasta el momento, pero tan solo el recuerdo de sus años en la universidad lo hicieron sonreír, y se preguntó si aún existía aquel bar que solía visitar con sus amigos. Ese donde la música sonaba tan alto que apenas oías tus pensamientos y en donde besó a un chico por primera vez, quizá ese lugar podría ofrecerle algún consuelo en esa noche.
Salió de ese cuarto y se encaminó hacia las escaleras anchas en medio de la sala, anduvo por el pasillo de paredes color marfil y llegó a su antigua habitación.
Los muebles estaban tal y como los había dejado años atrás, aunque era notorio que allí ya nadie dormía, un poco de polvo descansaba sobre la lámpara en su mesa de noche, y las persianas estaban completamente bajas.
Se quitó el saco y sacudió los restos de cabello de sus hombros. Enrolló las mangas de su camisa, quedando con el chaleco perfectamente ajustado a su cuerpo encima de la blanca tela. Revolviendo en los cajones de su buró encontró los piercings que usaba cuando era un adolescente. Los tomó y con mucho cuidado los colocó en el antiguo lugar, riendo frente al espejo al verse tan diferente a solo unas horas atrás.
Salió y cerró la puerta de su habitación y se dirigió al cuarto de sus padres, tomó el maquillaje de su madre. Con un poco de base, sombra y delineador en sus ojos adorno su rostro de facciones perfectas, además brillo con sabor a frutas en sus finos labios terminó de hacerlo encantador.
Finalmente tomó las llaves del auto nuevamente y salió de la casa, notando que ni siquiera había ni un rastro de alguna persona, seguramente todos aún estarían alborotados en la parroquia o quizá buscándolo en su hogar, lo que sería lo normal, así que sin ninguna preocupación arrancó los lazos sobre el auto que le demostraban al mundo lo que debería haber pasado; su casamiento.
Intentó desahogarse insultando a la mujer que lo dejó en el altar, pero no podía, simplemente pensar en ella lo dejaba fuera de juego, y su cerebro se quedaba en blanco, asi que mejor trataba de olvidarla al menos por el momento.
Condujo por el centro de la ciudad, y aunque se vió tentado a pasar frente a la iglesia, se contuvo, y simplemente le envió un mensaje a su madre diciendo que estaba bien, y que no se preocupara, porque su madre era lo único que a él le preocupaba.
Linda lo llamó luego de eso, pero decidió no responder, y reafirmarle que estaba bien, y que a lo sumo se emborracharía con amigos de una noche en algún bar.
***
Frank dió un suave golpe con su cadera hacia un lado y luego hacia el otro, tomando la cintura de una chica que se movía frente a él al ritmo de la música, tenía el cabello largo y rubio, algo que le parecía muy atractivo, pero luego de un momento la joven lo abandonó para buscar a una de sus amigas, dejandolo un poco aburrido.
Dicidió alejarse completamente de la pista de baile, buscando un lugar en la barra, cuando lo encontró se pidió un vaso de cerveza y simplemente descansó mientras observaba a las personas bailar y tomar por todo el bar. Ya había pasado la medianoche, así que el lugar se encontraba más recurrido que nunca.
Observó una mesa tan solo a algunos metros de distancia, donde un chico de cabello platinado reía e intentaba ocultarse con verguenza, al parecer estaban festejando su cumpleaños. Tenía el cabello muy corto, y aquello dejaba a la vista su bello rostro, aún con pocas luces y todas las personas pasando por en frente.
Decidió no darle tanta atención, simplemente era un chico guapo igual que todos los demás ahí dentro, pero no pudo y se sintió muy afortunado cuando inesperadamente ese mismo hombre tocó su hombro después de al menos media hora.
—Hey—el joven platinado apareció a sus espaldas, acomodándose el cuello de su chaqueta con total tranquilidad. El mencionado no respondió, solo permaneció observándolo por unos segundos. Admiraba sus largas pestañas y los ojos verdes que se escondían tras ellas.—, ¿hay alguien ahí?
Se sintió confundido al no recibir respuesta, intentando hacer una broma que le sacó una sonrisa al contrario, quien luego asintió.
—Disculpa, solo me distraje—
mencionó, intentando que no adivinara con qué lo hizo. El platinado rió, y Frank se sorprendió un poco por el timbre agudo en su risa.
—No te preocupes, pero me gustaría saber si querías bailar conmigo—antes de que acabara la canción, Frank tomó la mano del contrario y lo llevó al medio de las personas que se movían en un intento de bailar. Deslizó su mano por su cintura, tratando de adivinar si eso estaba bien por el momento.
—¿Puedo saber tu nombre?—El castaño alzó un poco su mirada, porque una de sus características no era ser alto.
—Frank—sonrió tímidamente, estaba un poco atrapado por la mirada suave y coqueta que le daba su pareja de baile, junto a la tenue sonrisa—. ¿Y tú cómo te llamas?
—Gee—respondió simplemente, dando un leve suspiro para luego continuar—, Gerard en realidad, pero me gusta más Gee.
—Está bien, Gee—sonrió y recordó brevemente la imagen que había visto solo un momento atrás—. Por cierto, feliz cumpleaños.
—¿Estabas mirándome?
—Un poco—admitió, moviendo un poco su mano por la espalda del contrario, levantando casi accidentalmente la chaqueta liviana que llevaba.
—Gracias, cumplí veintinueve, ¿tú que edad tienes?
—Treinta—Gerard alzó sus cejas, dejando ver aún más el color de sus ojos—. Me encantan tus ojos—soltó sin pensarlo demasiado, la cerveza no lo estaba ayudando a ser discreto específicamente.
—Eres lindo, Frank—musitó el contrario, riendo tímidamente, notaba perfectamente el interés del castaño en él—. Podría besarte.
《Hazlo.》
Ese pensamiento atravesó la mente de Frank, pero no le daba el coraje para decirlo, así que solo formó una sonrisa nerviosa, sin saber qué decir al respecto y no sonar desesperado.
—Yo también podría besarte—Gerard simuló que se abanicaba con una de sus manos, riendo. Era tan risueño—,¿no es una coincidencia?
—Claro que sí—el menor pasó una de sus manos por el cabello de Frank, que tenía sus raíces castañas, pero en las puntas aún permanecía el rubio de la decoloración—. ¿Puedo saber por qué estas tan formal en un bar?
Frank inclinó sus cejas, sin esperarse esa pregunta en lo absoluto, y después de meditarlo por un segundo, eligió decir simplemente la verdad.
—Porque vengo de un casamiento.
—¿Tan aburrido estaba?
—Considerando que no se concretó, lo menos que fue es aburrido.
—Oh por Dios, ¿en serio? ¿alguien se opuso?
—No fue tan interesante, solo dejaron al novio en el altar—Frank esbozó una sonrisa tonta, tal vez porque le daba incluso verguenza decirlo en voz alta, y Gerard se sorprendió por lo que acababa de contarle.
—Pobre, eso debe ser como...—pensó por un momento el adjetivo, apenas se lo imaginaba se sentía pésimo por ese hombre—, una de las cosas más dolorosas, ver que a quien le pediste matrimonio te abandone, te humille frente a todos, creo que no podría soportarlo.
Gerard posó su mirada sobre el contrario de nuevo, después de divagar con sus palabras mientras hablaba, notando la expresión un poco disgustada de Frank, dándose cuenta de algo que no había pensado antes.
—¿Tú eras el novio, verdad?
—Así es—Gerard murmuro un "lo siento", soltando un poco sus manos de los hombros del castaño, sabiendo que sus mejillas estarían del color de una manzana en menos de un segundo—, no te preocupes, tienes razón en pensar de esa manera.
—Pero... ¿no se supone que deberías estar triste?, quiero decir, me alegra que estes aquí pero me sorprende que solo decidieras salir a un bar y coquetear con un chico.
—Soy bisexual.
—¡No me refiero a eso!—rió, pensando en lo positivo que debía de ser el castaño para bromear despues de algo tan doloroso.
—Si no estuviera en un bar con un chico lindo haciendome preguntas quizá además de cortarme el cabello me hubiera cortado las venas—sonrió hacia el final, Gerard solo mordió su labio inferior sin saber qué responder exactamente.
—¿Y privar al mundo de tus habilidades en peluquería?
—Hey, solo yo puedo hacer chistes de mis desgracias—ambos soltaron una carcajada, y continuaron mirandose disimuladamente mientras la música sonaba estruendosamente.
Sin mencionar absolutamente nada, Gerard mantuvo una sonrisa suave en su rostro, con sus ojos fijos en el rostro del contrario, hasta que finalmente se acercó hasta su boca para dejar un beso en la comisura de sus labios. Frank entrecerró sus ojos y se dejó llevar buscando su boca nuevamente, terminando por alcanzar su lengua y disfrutar de ella.
Gerard recordó brevemente que todos sus amigos estaban en el lugar, aunque aquello no le afectaba demasiado, asi que simplemente continuó acariciando el cabello del castaño, mientras sentía sus manos envolver su cintura.
Sin pensarlo dos veces, el platinado besó su mandíbula para bajar directamente a su cuello, y llenar de besos cortos esa zona, sintiendo la piel del contrario erizarse bajo su tacto.
—¿Quieres ir a mi auto?
En menos de dos minutos, Frank jaló al menor por su chaqueta y se dirigieron hacia afuera del bar, al sentir el aire fresco, Frank notó que estaba algo borracho, pero el contrario se veía sobrio, al parecer no había tomado nada.
El mayor acorraló al contrario contra su auto, besandolo con euforia, y sin dejar de acariciar su cintura y caderas.
Gerard lo alejó suavemente, observando la calle desierta, el auto estaba a varios metros del bar. Los faroles alumbraban de manera tenue sus rostros, dejando ante la vista del castaño las facciones delicadas de su acompañante. Su nariz pequeña y fina, los labios delgados y el arco de cúpido dándoles una forma perfecta, sus cejas marcadas y las dos relucientes esmeraldas de sus ojos.
La piel pálida de sus brazos se dejó ver cuando se quitó la chaqueta, y luego alzó la prenda que cubría su torso, un bonito escote barco dejaba a la vista sus clavículas, pero no duró demasiado, porque se lo terminó de quitar en un segundo. Frank lo observaba atento, desabotonando su chaleco y camisa.
Era bastante incómodo desnudarse en el asiento trasero de un auto, mucho más si había dos personas.
El castaño apoyó sus manos a los lados del contrario y se inclinó sobre su cuerpo para poder besarlo de nuevo, mientras abría sus piernas con cuidado y un poco incómodo por el lugar.
Tomó sus caderas para acercarlo más, deshaciendo su cinturón y jalando lo que aún le quedaba de ropa fuera de su cuerpo. Gerard soltó un suspiro al sentir las manos tatuadas sobre su cuerpo, acariciando su piel más sensible mientras lo miraba fijamente, y no pudo desviar la vista de sus movimientos, observando cómo abría sus pantalones de vestir pero no se los quitaba, solo los bajaba lo suficiente para tomar su miembro y mover su mano de arriba hacia abajo.
Frank llevó sus dedos hasta su propia boca, llenandolos de saliva, que se deslizaba por su mano, e inmediatamente los llevó hasta el cuerpo de Gerard, quien cerró sus ojos sintiendo los dedos húmedos entre sus piernas, y mordió su labio inferior.
Le dió un segundo para tomar aire y movió sus dedos, sus piernas se movían de manera tenue con cada golpe que lo hacía tener escalofríos. No podía negar que la idea de que los vieran lo excitaba aún más, y su abdomen se estaba mojando con el líquido caliente que dejaba su pene hinchado.
Se sostuvo por los hombros del contrario cuando ya se habían aburrido de simplemente tocarse, y Frank de puso de rodillas frente al menor, acariciandose a sí mismo y acomodando su cuerpo para entrar perfectamente en el contrario.
—¡Ugh!—Gerard inclinó su cabeza hacia atrás soltando una queja, para inmediatamente incorporarse levemente, apoyando sus codos en el asiento, y viendo atentamente sus piernas abiertas con Frank entre ellas, moviéndose lentamente para penetrarlo. Sus ojos vidriosos entrecerrados alzaron la mirada y se encontraron con los de Frank, que sonrió coqueto, y empujó su cadera con fuerza—, ¡Ah!
El mayor no respondió, sino que continuó en lo que estaba, dejando besos en los labios del contrario de vez en cuando.
El vaivén de sus cuerpos agitados se detuvo abruptamente cuando Gerard alzó una de sus manos y de un sólo movimiento golpeó la mejilla de Frank, y en su rostro a pesar de notarse el desconcierto, Gerard inclinó sus cejas y gimió al ver cómo el contrario continuaba aún más rápido, y en su rostro la lujuria no se había desvanecido.
Los sonidos de sus pieles chocando, los insultos y gemidos constantes llenaban el pequeño espacio, casi pareciendo una melodía perfecta. La respiración de Gerard estaba agitada, parecía haber corrido kilómetros, con su rostro rojizo y el sudor adornando todo su cuerpo.
Frank acarició el rostro del contrario, rozando su cabello corto con la yema de sus dedos, lamentándose un poco por no poder jalarlo, y por eso sonrió un poco divertido, justo cuando confundido el menor iba a preguntar, las manos tatuadas del castaño rozaron suavemente su cuello, perfecto y pálido, y en menos de un segundo estaba envolviendo ese delicado cuello con una de sus manos, apretando levemente.
El platinado inhaló aire con dificultad y mordió su labio inferior, sintiendo un cosquilleo por todo su cuerpo, e inmediatamente dejó caer sus manos hasta su miembro, para acariciarse y dejarse llevar por el rasgo dominante de Frank. Sus mejillas estaban incluso más sonrojadas que antes, y el mayor se veía completamente extasiado por los sonidos ahogados que soltaba Gerard.
Apretó un poco más su cuello, haciendo lloriquear al contrario, mientras arqueaba su espalda y se masturbaba, intentando alzar sus piernas. Frank soltó su cuello, sin querer ir más allá de lo que pudiera soportar, y el menor dió una calada de aire desesperada, que le dió un escalofrío al castaño, pero antes de que pudiera pensarlo demasiado Gerard tomó su cabello con fuerza, inclinandolo hacia él, sin dejar de jalar con fuerza.
—¿Qué estas esperando?—su voz estaba un poco afectada, pero no le importó, Frank comenzó a embestirlo con fuerza, completamente fuera de algún tipo de ritmo, simplemente aturdido por la excitación y los gemidos del contrario, que rasguñaba su espalda.
Cuando el orgasmo golpeó al menor, su semen manchó su abdomen y no pudo evitar insultar a nadie exactamente, simplemente sintiendo su cuerpo contraerse en un solo segundo, sintiendo sus piernas temblar y cansadas, con un dolor característico en sus muslos.
Frank tardó solo un momento más, admirando la expresión de placer que tenía Gerard. Lo besó mientras acababa, aún en su interior, sintiendo el mejor orgasmo que había tenido en años, y pensó que tal vez su casamiento no hubiera sido la mejor decisión de su vida.
—¿Estas cansado?—Gerard tenía su boca entreabierta, su rostro agotado, y una imagen de cansacio absoluto.
—¿Tú qué crees?—el castaño sonrió, terminando de abrochar su camisa, viendo divertido cómo el contrario se volvía a poner sus pantalones con los movimientos más lentos del mundo.
—No lo sé, ¿vas a volver al bar?
—No, voy a ir a casa—sonrió de manera tenue y buscó su blusa, colocándosela con más rapidez que todo lo demás—, ¿tú?—sonrió un poco divertido—, ¿qué planeas hacer con Jamia?
El silencio se apoderó del vehículo, y Frank inclinó sus cejas, observandolo confundido.
—Nunca te dije su nombre.
Gerard se giró y abrió la boca para responder pero nada salió de ella.
—¡Eres un acosador!
—¡No!—se alteró abruptamente, y Frank intentó salir del auto, pero Gerard lo tomó por uno de sus brazos—, ¡Vivimos en el mismo edificio!
—¡Eso lo empeora!
—¡Claro que no!—movió sus manos para intentar explicarse—, solo te he visto un par de veces y sólo conozco el nombre de ella por simple coincidencia, ¡juro que no estoy acosandote!
Frank se quedó pensando por un segundo.
—¿Por qué no me lo dijiste?
—Yo, solo no pensé que valdría la pena, apenas salgo de mi departamento y dudo que siquiera me hayas visto—razonó, explicándole con las mejillas completamente rojas—, además antes tenia el cabello negro y largo, realmente pensé que no me reconocerías, y así fue.
—Es un poco extraño—Frank vió la expresión tímida del contrario, y acarició su cabello blanco juguetonamente—, pero es un poco divertido, al menos estoy seguro de que te veré de nuevo, ¿no?
Gerard rió y asintió, notando el rostro dudoso del contrario.
—Ah, y podrías avisarme la próxima vez que quieras darme un golpe en la cara—el contrario pasó por alto la idea de que aquello se repetiría, y simplemente respondió.
—Es mejor si no te lo esperas—ambos rieron y decidieron bajar del vehículo con la promesa de que volverían a verse, Gerard se dirigió a su propio auto para irse, pero antes dejó un casto beso en los labios de Frank.
* * *
Hola 👋 espero que les haya gustado 😘
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