xChristmasx

—Estoy muriendo de calor—Mencionó Frank entre los brazos de su novio. Se encontraban sobre el sofá de la sala, en casa de sus padres, y con absolutamente toda su familia alrededor.

—Yo también, maldita sea—Gerard se abanicaba suavemente con su mano, sosteniendo a su novio por la cintura con la mano que quedaba libre.—¿Vamos a parecer malagradecidos si nos quitamos los suéters?.

Ambos tenían puesto gruesos suéters de lana, tejidos a manos por la abuela de Frank. Eran realmente bonitos, con un montón de dibujos navideños, pero estar junto a la chimenea, con ese abrigo y además Gerard realmente meloso con él no los ayudaba. Afuera tal vez había más nieve de la que podrían ver en sus vidas, pero estaban pasando la Navidad más calurosa.

—Podemos fingir que no queremos ensuciarlos—El castaño tuvo la maravillosa idea, y aunque sonara extraña, funcionó, o tal vez no, pero realmente querían quitárselos.

El pelirrojo dejó un beso en los labios de su novio, mientras veían a los niños de la familia abrir sus regalos realmente emocionados. Frank se sentía muy feliz de estar allí, aunque solo haya recibido los mismos regalos de todos los años, a excepción del cachorro de peluche parlanchín por parte de Gerard, que sólo decía "te amo", siempre regalaba cosas realmente tiernas.

—¡Aquí hay otro regalo!—Exclamó la abuela de Frank, buscando la tarjeta en donde decía para quién era.—Es para tí, cariño.

El castaño rió un poco, sintiendose como un niño, no se esperaba recibir otra cosa, ya había recibido bastante.

—Bueno, espero que esta vez sí sea un millón de dólares—Rió, y los demás también lo hicieron. Entonces comenzó deshaciendo el moño, y rompiendo un poco el envoltorio.—¿Fuiste tú?—Le preguntó en tono bajo a su novio, pero el contrario negó, haciendo la mejor expresión de seriedad que podía.

Hacía cuatro años era pareja de Gerard, y sabía que estaba ocultando algo, lo podía notar en sus ojos, pero no iba a mencionar nada, tal vez lo descubriría al terminar de romper el envoltorio.

—¡Oh, muy gracioso!, ¿no seras comediante?—Preguntó en general, porque no sabía quién era el que se lo había regalado. Apenas terminó de abrir el regalo, encontró otra caja dentro, perfectamente envuelta.

Comenzó a romper nuevamente el papel de regalo, deshaciendo el moño nuevamente. Solo para descubrir lo mismo.

Gerard reía junto a él, acariciando su hombro, cada vez más emocionado, ¡demonios!, casi no podía respirar de los nervios.

—Esto dejó de ser gracioso hace cinco paquetes—Mencionó el castaño bromeando, que no podía llegar al final de ese juego.—Espero que en serio sean un millón de dólares.

—Puede ser algo mejor que eso—Le comentó Linda, mirando de reojo a Gerard.

—¿Qué puede ser mejor?—Rió, para después atacar a su madre con preguntas.—¿Fuiste tú?—Linda alzó sus hombros, fingiendo que no sabía.—¡Vamos!, tú siempre haces estas bromas.

Sin obtener una respuesta en concreto continuó con su tarea, en serio se estaba poniendo nervioso, y al parecer ni siquiera faltaba poco para llegar al final.

De vez en cuando soltaba alguna risa, desperándose y rompiendo el envoltorio un poco apresurado. Hasta que llegó a un papel con un cartel en color rojo.

《Falta poco, no te desesperes.》

—Oh, gracias señor cartel—Tenía su regazo lleno de papeles, y Gerard casi podía rozar su cabello con una de sus mejillas de lo cerca que de encontraba. La risa de Frank era realmente adorable, tanto que podía tranquilizar a su novio.—Bien, creo que ya voy a llegar.

Rompió un brillante papel color dorado, encontrándose con algo que realmente no esperaba, y todos los presentes comenzaron a reirse y burlarse de él.

—¿¡Un cupcake!?—Gritó decepcionado, tomando entre sus manos el bonito cupcake perfectamente formado, era de vainilla, su sabor favorito.—¿¡Quien fue!?—Linda reía demasiado extraño, e intentaba respirar con tranquilidad. Gerard solo sonreía tímidamente, esperando el momento.

—Dale un mordisco—Mencionó su madre, mientras se aseguraba de tener a todas sus sobrinas filmando disimuladamente.—Al menos es tu sabor preferido.

Frank quitó el papel decorado de uno de los bordes del pequeño pastelito, llamando la atención de todos, y sospechosamente todos permanecieron en silencio, algo que extrañó al castaño, pero no le dió demasiada importancia, tomando un trozo de su regalo en su boca.

Cambió su suave expresión por una de disgusto cuando sintió algo para nada esponjoso en la masa, dejando el cupcake a su lado, sobre el sofá, y tomando de entre sus dientes el extraño objeto que interfirió con su degustación del pastelito.

Al tomarlo entre sus dedos, le quitó algunos restos de masa rápidamente con dedos, notando su forma, era un anillo. Uno bastante característico, dorado y realmente muy brillante. Podía ver los destellos de las luces de navidad reflejarse en el.

El resto de la familia solo observaba atentamente mientras permanecían en silencio, y su madre ya había comenzado a lloriquear.

Gerard tomó el anillo entre sus dedos y se arrodilló frente a su novio, quien ni siquiera podía realmente procesar lo que estaba ocurriendo, y solo lo observaba paralizado desde su lugar en el sofá.

—Frank...—Tomó un poco de aire.—Eres el amor de mi vida, y nunca va a existir una persona tan especial como tú lo eres para mí, quiero pasar el resto de mi vida disfrutando de tu amor y la manera perfecta que tienes de ser. ¿Quieres casarte conmigo?.

Su discurso no fue demasiado extenso, había decidido las palabras más exactas que sentía, para finalmente hacer la pregunta por la que todos esperaban, con un tono tan delicado y nervioso que podría emocionar a cualquiera.

—¡Claro que sí, Gerard!—Frank quitó rápidamente las lágrimas que caían por una de sus mejillas, aceptando como si lo hubiese esperado por toda su vida.

Ambos estaban sonriendo. Los aplausos y gritos de emoción de los demás los hizo salir del pequeño transe en el que se encontraban, y Frank se avalanzó sobre el pelirrojo, abrazándolo con todas sus fuerzas. Luego de el extenso y cariñoso abrazo, Gerard se alejó un par de centímetros, tomando la mano derecha de su futuro esposo.

—Te amo tanto que no puedo explicarlo—Mencionó Frank, observando cómo el contrario colocaba el anillo en su dedo anular, dejando un beso sobre el.—"Te amo" es demasiado pequeño para describir todo lo que siento por ti.

—Tus besos me son suficientes para entenderlo, contigo puedo comprender hasta el sentido de la vida—Frank dejó caer más lágrimas inevitablemente mientras escuchaba esas palabras, para luego tomar su rostro y juntar sus labios en un beso.

Podían sentir el cariño y la delicadeza de sus movimientos, desvaneciendo cualquier sentimiento de intranquilidad y convirtiendolo en felicidad, porque cualquier sufrimiento era insignificante si se tenían entre ellos.

La familia de Frank se encargaba de tomar fotografías y filmar, mientras ellos no podían parar de darse cortos besos. No podían alejarse del todo, querían permanecer realmente juntos, y lo hicieron, luego de recibir las felicitaciones y tener a su madre hablando por largos minutos sobre lo feliz que se encontraba, no se despegaron ni un solo segundo, dándose besos, caricias y palabras bonitas.

—¡Oh!, lo olvidé—Mencionó el pelirrojo, y sacó su teléfono de su bolsillo. Colocó la cámara frontal y Frank ya sabía lo que debía hacer, sonreír y enseñar su mano con el anillo de compromiso. La fotografía fue enviada al grupo de WhatsApp de la familia de Gerard, y pronto llovieron los mensajes de felicitaciones.

—Estoy muy feliz por esto, Gee, en serio soy la persona más alegre de todas...—Su voz se quebraba constantemente, sin poder terminar de explicar todo lo que quería, solo dedicándose a llorar en su hombro.

—La persona que más amo en la vida me acababa de decir que sí quiere casarse conmigo, imagínate la felicidad que siento en el pecho—Continuaron con sus abrazos, haciendo que los niños comenzaran a decir "ew" por tanto cariño, y ellos solo lo hacían peor, para molestarlos.

—¡Ahora ya podemos tener un hijo!—Mencionó el castaño, y Gerard lo miró sorprendido, casi todos los días le recordaba lo hermoso que sería tener un pequeño o una pequeña correteando por la casa, pero no se lo esperaba en ese momento, frente a toda la familia.

—Un paso a la vez, Frankie—Le respondió Linda, riendo por la expresión del pelirrojo.

—Luego de casarnos vamos a tener todos los niños que podamos—Ambos rieron, y los demás tenían un poco de miedo, realmente creían en que eso sería realidad, y no podían esperar a tener al menos tres niños más abriendo sus regalos.

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