xChristmas 2x

Frank aún tenía las bolsas llenas de moños y colores en sus manos, preguntándose en dónde demonios podía esconderlas, no existía ningún lugar en la casa donde los niños no jugaran.

—Bueno, son un par de enanos así que no llegan allí—Musitó, hablando solo, había encontrado el lugar perfecto, la parte superior de la biblioteca de Gerard. Y se sentía avergonzado de haber llamado a sus hijos enanos, porque él tampoco llegaba hasta ahí arriba.

Al escuchar la puerta de entrada entró en pánico, dejando las bolsas en algún cajón, esperando que a los niños no se les ocurriera justamente abrir ese. Le dejaría la tarea de esconderlos a Gerard, con sus centímetros más de altura podría ayudarlo.

—¡Papi!—Chilló Lily y luego se abrazó a su pierna, Frank la tomó entre sus brazos para cargarla y dirigirse a su esposo, dejándole un beso rápido en los labios. Lily hizo una expresión de asco que le provocó ternura a los adultos.

Miles se acercó con pasos torpes y descoordinados hasta el pelinegro, exigiendo con sus brazos en alto que quería ser cargado también. Gerard obedeció, y lo tomó con dulzura, besando su coronilla.

Al tener a sus cinco amores, Frank pudo comenzar a cocinar, con la ayuda de Bandit, que ya tenía siete años y Cherry junto a Lily, que solo buscaban las cosas que Frank necesitaba en la cajonera de cubiertos. El castaño ya sabía que harían aquello, y separó todos los cuchillos de allí, para que no hubiese absolutamente ningún peligro de tenerlas en la cocina.

Gerard se encargaba de acunar a Miles en su pecho, para que permaneciera tranquilo respecto a los fuegos artificiales que ya comenzaban a escucharse, el pequeño les tenía miedo, así que las Navidades resultaban bastante difíciles para él.

—¿Cómo está?—Indagó el castaño, ingresando a la sala y viendo a su hijo más pequeño entre varias mantas, acurrucado en los brazos de Gerard.

—Bastante tranquilo, ¿ya deberíamos colocarle sus auriculares?—El pelinegro se sentía bastante inseguro, no quería que su hijo llorara, ni sufriera.

—Creo que sería lo mejor, pero espera que primero voy a darle algo de comer, así puedes llevarlo a dormir temprano—Apenas eran las ocho, y comenzaba tan temprano a cocinar para hacer algo elaborado en la cena de Navidad, pero a Miles le preparía algo sencillo.

Junto a Bandit se encargó de hacerle su pequeña cena, con todo lo que a un niño de dos años y medio le podría gustar, y Gerard lo alimentó en la sala, distrayendolo con los dibujos animados de los ruidos en el exterior.

Casi al dar las diez de la noche, cuando pasó un poco de tiempo luego de haber cenado, el pelinegro acunó a Miles en su pecho nuevamente, pero esa vez el menor cerró sus ojitos para dormir, lograndolo en menos de cinco minutos.

—Hasta mañana, precioso—Musitó Frank, dejando un beso en su frente. Ambos lo llevaron a la cama y le desearon buenas noches. Cerraron todas las ventanas y encendieron su luz de noche, dejando la puerta entreabierta por si los llamaba. Y cuando estaban a punto de volver a la sala, un ruido bastante fuerte se escuchó de la cocina, haciéndolos asustar.

Se sintieron aún más asustados cuando escucharon a Cherry llorar. Gerard fue el primero que llegó a la cocina, y soltó una risa bastante escandalosa, luego Frank vió el desorden y se enterneció de que haya comenzado a llorar.

Bandit se encontraba parada sin hacer nada, solo observando, Cherry estaba cubierta de harina, en el suelo, con un bolt en sus manos, llorando intensamente por la desesperación de reparar lo que había hecho, y Lily recogía harina del suelo, intentando ayudar a su hermana.

—¡Fuera de la cocina!—Exclamó Frank, dandose cuenta de que debía limpiar todo ese desorden. La pequeña Cherry comenzó a llorar más fuerte al escuchar a su padre gritando, refugiandose en su otro padre, que la abrazó para reconfortarla, y Lily también lo hizo.—¡Los cuatro!.

—¿Yo qué hice?—Preguntó Bandit, pero de nada sirvió, tuvo que irse de todas formas, a regañadientes.

Gerard llevaba a Cherry hasta el baño, para darle una ducha, y reía mientras lo hacía, porque no paraba de estornudar.

***

—¡Al fin!—Dijo Frank, dejando la última fuente con comida sobre la mesa, observando a sus niñas perfectamente vestidas, y a su esposo tan hermoso como siempre, esperandolo para comenzar a comer.

Cenaron con tranquilidad, y pasaron un buen rato hablando, prestandole atención a las anécdotas de las niñas sobre la escuela, hasta que llego la hora de dormir, y en ese momento las tres comenzaron a quejarse, pero no tuvieron opción, ambos padres las dejaron en sus respectivas habitaciones.

—¿Dejamos los regalos ahora?—Mencionó el castaño, recordando que al final no había necesitado cambiar de escondite los regalos. Gerard asintió y rápidamente desplegaron todo lo que necesitaban para que los niños fueran los más felices con sus regalos. Incluso rociaron un polvo brillante en los regalos para luego mentir que lo había dejado Santa Claus.—¿Lo recuerdas?.

El pelinegro asintió, sabiendo perfectamente a qué se refería, el día en que le pidió casamiento era uno como ese. Y gracias a eso sus vidas fueron cada vez más hermosas, desde nueve años atrás, el año en el que la Navidad obtuvo otro significado para ambos.

—Sigues igual de perfecto—Mencionó el pelinegro, ejerciendo un poco más de fuerza en la cintura del contrario. Se encontraban en el sofá, Frank sobre el regazo de su esposo, con una copa de vino y una sonrisa brillante.

—¿Y tú?, ni siquiera hay una palabra para describir tu belleza.

Ambos comenzaron a decirse palabras bonitas, como casi todos los días de su vida, y pronto a besarse, cada vez más intensamente.

—¿Qué hacen?—Frank dió un salto por el susto, Lily apareció de la nada detras del sofá, y agradecían que haya visto a Gerard de espaldas, porque el castaño tenía su mano acariciando el bulto en los pantalones del pelinegro.

—¿¡Qué te he dicho de acercarte sin hacer ruido!?—Era una costumbre de la pequeña caminar y no hacer ningún tipo de ruido, provocandoles sustos horribles en cualquier situación. Y debido a esa razón comenzaron a ponerle cerrojo a la llave de su habitación.

—No fue mi intención—Musitó la niña, dirigiendose a la cocina y sirviendose un vaso de agua.—Buenas noches.

—Buenas noches—Respondieron al unisono, rogando para que no notara los regalos bajo el árbol navideño. Apenas escucharon la puerta de su habitación cerrarse, se dirigieron directo a su propio cuarto, para no sufrir ningún otro susto.

—Asegura la puerta—Recordó el castaño, pero Gerard ya se había encargado de eso.

—Tú solo relajate—Recorrió toda su espalda con sus manos, mientras besaba suavemente el cuello de su esposo. Ambos se encontraban bastante desesperados, así que sin ninguna delicadeza se quitaron las prendas entre ellos.

—Feliz Navidad—Murmuró Frank cerca de los labios del contrario cuando bajó sus pantalones y descubrió la lencería de color rojo oscuro bajo el.—Espero que te guste mi regalo.

Después de susurrar esas palabras, su ropa terminó de dejarlo, quedando solamente con sus bragas y la parte de arriba del conjunto, que aunque no lo necesitaba se le veía extremadamente lindo.

El castaño tumbó a Gerard sobre la cama, empezando a dejar marcas por todo su cuello y pecho con sus besos, mientras simulaba estar montandolo, dando muy leves saltitos sobre su pene duro, que aún estaba cubierto por su ropa interior y pantalones.

Bajó lentamente sus labios por su vientre, dejando pequeños besos justo antes de llegar al elástico de su ropa interior, deslizando la tela fuera de su vista, deleitandose con el hinchado y grueso pene de su esposo frente a sus ojos.

Gerard ni siquiera tuvo que mencionar palabra, porque el contrario comenzó a dejar besos húmedos en la punta de su miembro. Ni siquiera recordaba la última vez que se sintió tan excitado como en ese momento, tenía a Frank arrodillado frente a la cama, con ambas manos sobre sus muslos y llenando su boca con su pene, además de estar usando un encaje bastante transparente.

—Cada vez me encantas más—Mencionó de manera entrecortada, sintiendo el calor de la boca de su esposo envolverlo, podía notar su campanita rozar la punta, pero él no se quejaba en ningún momento, solo continuaba chupándolo.—Tan hermoso—Frank miró fijamente al contrario por unos segundos, causándole más calentura, y ya no pudo resistirse más, no quería esperar para estar en su interior.—Ven aquí, cariño.

Tomó al castaño por sus manos, interrumpiendo su tarea y notando el hilo de saliva que dejó, aunque luego se desvaneció, pudo sentir un cosquilleo en su vientre, Frank le resultaba tan excitante.

Gerard hizo al contrario colocarse sobre sus rodillas y manos, sin siquiera pedírselo, arqueó su espalda lo mejor que pudo, dejando todo a su disposición. El pelinegro jugó un poco con su ropa interior, estirándola y soltándola, haciendo un ruido contra su piel bastante característico, se escuchaba similar al sonido de sus pieles chocando.

Acariciaba la parte interior de sus muslos, provocándole escalofríos. Cuando finalmente notó la ansiedad del contrario, apartó las bragas con una de sus manos, y lamió su entrada, haciendo respingar a su esposo.

—¡Ah!—Frank sentía la húmeda lengua del contrario empujando en su entrada suavemente, apenas comenzando a prepararlo.

El pelinegro subía la intensidad de sus movimientos rápidamente, comenzando a presionar su lengua en el interior del castaño, dejando besos húmedos y calientes por toda esa zona. Pronto Frank gemía más fuerte, incitandolo a apretar sus caderas con sus dedos, empujándo su cuerpo hacia sí para poder hacerlo mejor, pero el contrario se retorcía con desesperación, siendo cada vez más ruidoso.

Shh...—Gee murmuró dulcemente, intentando tranquilizar la aguda voz de su esposo, alejando su boca de su entrada, al mismo tiempo que prácticamente arrancaba sus bragas.—No hagas tanto ruido.

Pero era imposible obedecerle cuando estaba introduciendo dos de sus dedos en su interior, sin ninguna delicadeza, y los movía lentamente, rozando su próstata de vez en cuando.

—¡Gerard!—Gritó con su voz entrecortada, casi babeando por la rapidez en la que movía sus dedos dentro y fuera, no tenía tiempo de respirar correctamente.

El mencionado dejó su tarea abruptamente, recibiendo las quejas y suspiros de su esposo, pero pronto lo silenció, llenándolo completamente con su pene, deslizándolo rápidamente gracias a su mojado interior. Ni siquiera tuvo una pizca de dolor, al contrario, en menos de un minuto se encontraba rogando por más.

El sonido intenso de sus cuerpos golpeando constantemente podía escucharse hasta la sala, y agradecían que sus hijos tuvieran el sueño pesado, sino tendrían que mentirle alguna tontería como "era el ruido de los renos de Santa caminando en el techo", y que sus hijos no sufrieran algún trauma, o al menos hasta que se dieran cuenta de lo que era realmente.

—Vas a romperme, hijo de puta—Masculló el castaño, apretando las sábanas con fuerza, intentando mantenerse en su lugar, las embestidas eran demasiado fuertes y duras, estaba seguro de que al día siguiente no podría sentir sus piernas.

—No digas insultos, cariño—Lo regañó, diciéndole las mismas palabras que Frank repetía cada vez que lo escuchaba maldecir.

Gerard cubrió la boca de su esposo con una sus manos, inclinando su cuerpo sobre él, haciendo que las embestidas sean más profundas. Observó lo caliente que podía ser su rostro de esa manera, mientras escuchaba sus gritos ahogados que al fin podía dejar salir.

Pasaron algunos minutos de esa manera, hasta que Frank, sin poder advertirlo, acabó sobre las sábanas, retorciendo y desesperandose por haber llegado al orgasmo, rasguñando el paraíso.

El pelinegro lo observó tan complacido, que no pudo soportar demasiado, y escuchando sus suspiros y suaves gemidos acabó en su interior, reparando en lo hermoso de su cuerpo desde esa posición, notando sus incontables tatuajes, específicamente las dos armas en su espalda baja, que siempre le habían parecido extremadamente calientes.

—Gracias por mi regalo, cariño—Mencionó Gerard recostándose a su lado, con un tono jocoso.—Pero creo que lo rompí.

—Cállate y abrázame—Frank apenas podía moverse, acurrucándose lo mejor que podía a su lado, sintiendo los latidos de su corazón cerca de los suyos, y teniendo la seguridad de saber que ambos latían al compás del otro.

* * *

Que pasen una Feliz Navidad preciosuras 💘💖💟

Son tan especiales para mí, llegué a conocer bastante de ustedes solo por sus comentarios, así que apenas publico un capítulo/historia espero impaciente por leer los comentarios de cada unx, tienen un lugar individual en mi corazón, todos/as💘

Y por si alguien es atea/o: Feliz nacimiento de Isaac Newton🍎💕

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