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—Cariño, sé lo importante que es Pansy para ti—Gerard intentaba ser suave, aunque se encontraba un poco nervioso.—¿Por qué quieres cambiarla?.
—Ya no suena como antes, tiene muchos golpes—Insistía en que Pansy estaba realmente rota, aunque no era así.
—Entonces deberías cuidar más tus cosas, la guitarra que me estas pidiendo es demasiado costosa—Frank había rogado por una guitarra nueva hace días, pero tal vez su precio tenía demasiados ceros.
—¡Pero Gerard!.
—No es necesario que grites, vas a tener que seguir utilizando a Pansy.
—¡Gerard!—Gritaba de forma aguda, dando pequeños saltos con su cuerpo para hacer su berrinche más notorio.
—No voy a comprarla—Le parecía demasiado para una guitarra, que ni siquiera necesitaba. Además en ese momento no tenía el dinero.
—Oh—Frank inclinó sus cejas, se había puesto triste, pero al mismo tiempo molesto.—Eres malo—Masculló.
—No es mi culpa no poder comprarla, ¿comprendes lo que estoy tratando de decirte?—Frank puso sus ojos en blanco, observó los pequeños hilos sueltos de su overol, se encontraba molesto y buscaba tranquilizarse. Así que se puso de pie, haciendo que su cabello hasta los hombros se agitara.—¿Frankie?.
El nombrado no respondió, y solo caminó por el pasillo con pasos pesados, intentando sonar molesto.
—Corazón, no te pongas así—Dijo el apodo más tierno que se le ocurrió, pero aún así el contrario no le prestó atención, encerrándose en su habitación.
Gerard acomodó su corbata, ni siquiera se había cambiado del trabajo y ya tenía que lidiar con su novio casi adolescente. ¿Quién lo mandaba a meterse con con alguien tan caprichoso?.
Luego de unos minutos, Frank salió de la habitación nuevamente, pero solo para buscar algo en el refrigerador.
—No hay nada para comer—Mencionó en voz alta, sin mirar al pelinegro, pero dirigiéndose a él.
—Prepara algo o pide delivery—Respondió simplemente, pero al parecer eso enojó al castaño.
—Tampoco hay Coca-Cola—Esa era su bebida favorita y no podía existir con tranquilidad sabiendo que no había en el refrigerador.
—Entonces ve a comprar.
—No, ve tú.
—¿Tengo cara de esclavo?—Respondió Gerard, girando su rostro para verlo, pero a penas podía ver sus pies y la parte superior de su cabeza, lo demás era cubierto por la puerta del refrigerador. El menor se encontraba un poco inclinado para buscar algo decente para merendar.
—¿No vas a comprarme nada?.
—Estoy cansado, Frank...
—Está bien, deja que me muera de hambre—"¿Cómo puede ser tan caprichoso?", se preguntó el pelinegro, era impresionante su habilidad para tenerle paciencia, incluso cuando todos sus amigos le remarcaban su falta de paciencia en cualquier ámbito.
—Corazón, ven aquí—Frank no quería obedecer, pero la mirada que le ponía el contrario hizo que le prestara atención.—Ven—Volvió a repetir al notar que no se acercaba.
—¿Qué pasa?, estoy enojado contigo—Tomó asiento a una considerable distancia.
—Lo sé, pero quiero que hablemos—Se acercó a su lado, dejandole un poco de espacio personal. Aunque Frank fuese el rey de invadir el espacio personal, no quería continuar molestándolo.—¿Estas así solo por la guitarra?.
—¡No!, tú siempre eres malo conmigo, el martes pasado te pedí que me maquillaras y me mandaste a la habitación, después...—Recordó brevemente lo que había pasado, respirando para volver a hablar sin dejar ni un espacio vacío. Gerard lo observaba con las cejas arqueadas.—El sábado quería que pasaramos la tarde juntos y te encerraste en tu estudio, el domingo ni siquiera me diste un beso de buenas noches.
—Oh, lo siento mucho, amor, no sabía que te habías molestado por eso—Realmente esas razones no le parecían suficientes como para molestarse, pero igual iba a tratarlo como si fuera una delicada pieza de porcelana que vale oro. Era su hermoso y mimado novio, y le tendría toda la consideración del mundo.—Fui cruel contigo, ¿qué puedo hacer para arreglarlo?.
—Comprarme...—Gerard entrecerró sus ojos, sabiendo de antemano lo que pediría.—Una Coca-Cola—El contrario sonrió, enternecido por lo dulce que había sonado eso, Frank le generaba una sensación similar a la que se tiene cuando una mascota está en una posición tierna y quieres sacarle una fotografía.
—Está bien, eres demasiado lindo para negarme, solo espera a que me cambie—Dejó su bolso del trabajo sobre la mesa pequeña frente al sofá, para dirigirse a su habitación a cambiarse. Ignoró el hecho de que en su clóset hubiera más ropa de Frank que de él, ni siquiera vivía realmente allí, pero eso parecía.
Gerard salió de la casa hacia algún supermercado, para comprar además algo para la merienda del castaño. Pero no se esperó que hubiera tanto tráfico, tal vez habría alguna avenida cerrada y por eso todos los autos se desviaban justamente a la calle por la que debía cruzar.
Frank jugaba con sus dedos, estando impaciente por la llegada del pelinegro. Decidió preparse un jugo mientras esperaba a su preciada bebida mala para la salud.
—Seguro esta cosa está horrible—Habló en voz alta, aunque se podría decir que le hablaba a su gato, que se encontraba recostado en el sillón.
Antes de que pudiera darse cuenta tropezó torpemente, dejando caer el jugo, y asustando a su gato, que salió corriendo a toda velocidad. A penas levantó su vista, además de ver el vidrio quebado sobre el suelo, todo el líquido cayó sobre el bolso del pelinegro.
La desesperación que sintió en ese momento solo podía expresarse a través del grito que dió, sin poder hacer otra cosa, intentó secar la tela, pero era imposible, y ya era demasiado tarde para evitar que se mojaran las cosas de adentro. Resignado a ver las consecuencias, sacó los papeles de Gerard, que suponía eran importantes, del bolso, lamentándose al verlos mojados y manchados, ni siquiera sabía qué decían, pero ya estaba a punto de llorar.
—Oh por dios, no, no—Abrió uno de los cierres y sacó todos los papeles que restaban, pero se le hizo un desorden sobre toda la pequeña mesa, dejando caer alguno sobre el jugo desparramado en el suelo.—¡No!.
Abrazó los papeles con desesperación, alejándose y apoyándolos lejos. Luego volvió al lugar, recogiendo las últimas hojas. Y antes de dejarlas en un lugar apartado, con servilletas para que se secara, leyó algunas palabras, varias firmas había al final de los textos.
No supo qué hacer, así que solo las dejó ahí, corriendo hacia su habitación, sin siquiera limpiar los vidrios rotos. Quiso buscar alguna manera para esconder los hechos, pero cuando se le ocurrió hacerlo, escuchó el cerrojo de la puerta.
—¿Cariño?—Gerard dejó la bolsa con las compras sobre la mesada, pasando a ver el desorden que había en la sala. Tomó las hojas del suelo, viendo todos sus papeles del trabajo llenos de jugo de naranja.—¡Frank!.
El menor no respondió, y solo escuchó cómo el pelinegro lo continuaba llamando con gritos. Ninguna situación lo ponía más nervioso que escuchar a Gerard molesto, siempre era él quien se molestaba, pero cuando era al revés no podía soportarlo.
—¡Te estoy llamando Frank!—Dijo ingresando a la habitación, y viendo a su novio revisar algo en el clóset, con el sonido de la puerta dió un pequeño salto, pero inmediatamente intentó tranquilizarse.
—No te escuché—Mencionó tímidamente, girando su cuerpo.—¿Qué pasa?.
—No te hagas el tonto—Respondió.—¿En serio te importa tan poco mi trabajo?, ¿cómo pretendes que pague tus caprichos si eres tan torpe?—Frank tenía su cabeza gacha, sin interrumpirlo.—Ni siquiera lo limpiaste, ¿te parece bien?.
—No...—Susurró en un volumen demasiado bajo, sin mirarlo a los ojos.—Fue un accidente, no es necesario que me grites.
—Es que te preocupas tan poco por mis cosas, ¿y ahora qué hago con esos papeles?, eran importantes.
—Perdón...—Musitó, pronunciaba las palabras con cuidado, Gerard se veía bastante molesto, y aunque tenía ganas de que se callara y lo besara, tuvo que seguir escuchando sus sermones.
—Tus "perdón" no sirven de nada, siempre es igual...—El cerebro del castaño se desconectó, después de tantos regaños, se había aburrido.—¿Me estas escuchando?.
—Sí—Asintió suavemente, esperando que no se hubiera dado cuenta de su falta de atención.
—Entonces responde lo que te pregunté—Frank tragó saliva, intentando decifrar solo con el rostro molesto del pelinegro la supuesta pregunta.
—Sí...—Volvió a responder, aunque sonó más como una pregunta. El contrario inclinó aún más sus cejas, ¿era posible enojarse más que eso?. Frank supo que tal vez había dado una respuesta incorrecta.
—¿¡Sí te gusta molestarme!?—El castaño quiso reír, no podía creer que justamente haya preguntado eso.—¡No estabas escuchando!—Lógicamente el "sí" de Frank había sido al azar, pero no sabía que le molestaría más, si el hecho de que no le prestaba atención o su respuesta.
—Gerard—Mencionó su nombre, chasqueando su lengua, pero el contrario no lo dejaba hablar.—¡Gerard!.
—¿¡Qué pasa!?—Exclamó el pelinegro, deteniendo su cátedra, y Frank se puso de pie, acercándose a su cuerpo.—¿Qué quieres?.
El menor no respondió, solo formó una pequeña sonrisa coqueta y tímida, acariciando con una de sus manos la mejilla del contrario.
—No te pongas tan nervioso, te ves más bonito con tu carita tranquila—Gerard se cruzó de brazos, sin poder evitar el sonrojo en sus mejillas, le encantaba que Frank le hiciera cumplidos, en realidad le encantaba Frank, pero no iba a decírselo en ese momento.—¿Me das un beso?.
Gerard negó, queriendo que el castaño fuera más insistente, no deseaba dejarse besar tan fácilmente. Y aún continuaba un poco molesto, pero no podía evitar calmarse con el menor tan cerca, él podía doblegarlo fácilmente.
—¿Por favor?—Frank se acercó aun más, casi rozando sus labios, tomando a Gerard por la cintura.—Sabes que voy a esperar lo que sea necesario, y no pienso dejarte solo hasta que me dejes besarte.
—Eres un pesado—Después de unos cuántos "por favor" más, el mayor accedió, juntando sus labios por unos segundos, o al menos esa era su intención, pero Frank lo tomó por el cabello, besándolo intensamente.
—Me encanta cuando te pones así—Dijo, refiriendose a su molestia, que en ese momento casi se había desvanecido totalmente.—Te ves tan agresivo, pero yo sé que eres un ángel.
Gerard ya tenía un sonrojo permanente, aunque siempre fuera tan serio y pareciera una especie de padre para Frank, gracias al cuidado que le tenía, en la cama era siempre el niño del menor. Y le encantaba que se lo cogiera de todas las maneras posibles.
—Me hiciste enojar mucho—Musitó el pelinegro, mientras el contrario besaba su cuello.
—Voy a tener que recompensarte—Frank volvió a besar sus labios, mordiendo de vez cuando, haciendo que Gerard soltara pequeños gemidos.—¿Qué quieres que te haga?.
El pelinegro se puso nervioso, titubeando sobre lo que iba a decir, y al final no necesitó palabras, solo lo llevó hasta la cama, después de besarse y tocarse por un buen rato, Gerard se apoyó sobre sus rodilla y manos sobre la cama, quedando con la cadera levantada.
Frank sonrió de manera tenue, desabrochándose el tierno overol corto que llevaba, también bajando los pantalones del pelinegro, acariciando un poco su pene por sobre la tela. Luego de buscar el lubricante que iba a necesitar, pasó sus manos por los muslos del contrario, sintiendo como se estremecía por la impaciencia.
—¿Ya no estas molesto, cariño?—Preguntó para provocarlo, mientras bajaba lentamente su ropa interior.
—Cállate—Apretó las sábanas con sus dedos al sentir la lengua del contrario en su entrada, lo había tomado por sorpresa, porque estaba mirando hacia otro lugar.—¡Frank!.
El mencionado respondió con un simple "¿si?", como si no acabara de meter un dedo dentro de él. Sabía que aunque Gerard se quejara en ese momento, le encantaba lo brusco que era. El menor acarició la espalda del contrario, empujándolo hacia su mano, mientras movía sus dedos frenéticamente.
Frank callaba suavemente con el típico "shh" al mayor cada vez que gemía, le encantaba escucharlo, pero sabía que a Gerard le excitaba ser callado. Al principio le pareció extraño, aunque luego también le empezó a gustar a él.
—Bebé, quedate quieto—Le pidió, alejando su lengua de la entrada del pelinegro, al sentir como el contrario movía su cuerpo levemente. Antes de que pudiera darse cuenta, Frank se enderezó detrás de Gerard, colocando un poco de lubricante y comenzando a entrar en su interior.
El mayor apretó las sábanas con sus manos, abriendo su boca pero sin decir una palabra, solo soportando el dolor que sentía. Frank se movía en su interior suavemente, sin haber ingresado totalmente, tenía una vista preciosa de su novio levantando sua caderas, y no pensaba desaprovechar la oportunidad para estirar un poco su mano y tomar el cabello del pelinegro.
—¡No!—Exclamó Gerard al sentir el brusco tirón de cabello, acompañado con unas embestidas bastante rápidas e inesperadas. Cerró sus ojos con fuerza, gimiendo entrecortado y agudo, casi no tenía tiempo suficiente para gemir porque se sofocaba con el mismo placer.
—¿Quieres que pare?—Frank se detuvo derrepente, causando aún más quejidos que antes. Gerard negó frenéticamente, deseando que continuara con sus acciones.—Entonces deja de quejarte—Lo regañó con un tono suave, penetrándolo con un ritmo rápido.
Gerard dejó caer su rostro sobre la cama, sintiendose un poco incómodo al tener tan arqueada su espalda, pero Frank tomó su cabello nuevamente y lo jaló hacia atrás, obligándolo a alzar su cabeza. En algún momento, abrió su boca dejando escurrir un poco de saliva, con los ojos empañados de lágrimas por las embestidas que recibía.
El pelinegro se esforzaba para tragar, sintiendo un nudo en su estomago que le impedía hacer las cosas más sencillas. Se encontraba ansioso por acabar, e inundarse por la sensación avasallante en su cuerpo. Aunque ya lo sentía en sus piernas, que cada vez hacían más esfuerzo por mantenerse sobre sus rodillas, y por medio de los gemidos entrecortados demostraba la exasperación que tenía en cada una de las penetraciones.
Los gemidos eran cada vez más altos, sonaban como pequeños gritos después de que el pene de Frank lo golpeara en su interior.
Finalmente, Gerard tensó su mandibula, oprimiendo sus dedos contra las sábanas, sintió contracciones en su vientre, junto a un calor que lo hizo sonrojar sus mejillas inevitablemente.
Frank soltó su cabello, permitiendo que el pelinegro dejara caer su cabeza en la cama, mientras con ambas manos sostenía fuertemente sus caderas, le encantaba sentir la piel del contrario, era delicada y pálida.
El menor llevó su mano al pene del contrario, moviendose rápidamente, hasta que sintió el líquido espeso caer en sus dedos, pero no se detuvo, continuando con las embestidas, haciéndolo quejarse un poco. Gerard estaba demasiado alejado de la realidad, perdido en el placer de su orgasmo, y con sus músculos tensados ni siquiera se dió cuenta cuando sus piernas se rindieron, cayendo sobre las sábanas. Frank no quiso hacerlo sentir incómodo, así que salió de su interior, masturbándose y acabando sobre su propia mano.
—¿Me haces un lugar?—Preguntó el castaño, recostándose a su lado, a penas apoyó su cuerpo cansado sobre la cama, Gerard los cubrió con las sábanas, atrayendolo a su cuerpo y envolviendolo con sus brazos.
Frank acercó su rostro al del contrario, dejando un pequeño beso en sus labios, luego presionando su cuerpo contra el del pelinegro. Gerard correspondió su cercanía, llevando la cabeza del castaño hacia su pecho.
—¿Ahora si me compras la guitarra?.
—Frank...
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Se lo dedico a fangirlwalker11 por ser 1 amor ❤❤❤
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