Comienzos difíciles

El aire era frío y la habitación estaba llena de un silencio pesado. Los rostros de los ancianos, marcados por las arrugas de los años, miraban con tristeza al chico de 14 años que se encontraba en el centro de la habitación.

—¿Es ese? —preguntó un anciano, sus ojos fijos en el joven.

—Sí, pobrecito, Kazou era un gran abuelo —respondió una señora, mientras el joven se desplomaba en los brazos de su madre, incapaz de contener las lágrimas.

Presente

Mi nombre es Kazuma Satou. Tengo 17 años, pronto cumpliré 18. Soy un chico normal, aunque en este momento estoy siendo echado de mi casa. ¿Por qué? Mis padres me odian por ser un hikikomori, mi hermano menor no soporta mirarme a la cara y según él, lo avergüenzo.

—¡Y no regreses hasta que logres algo con tu maldita vida! —gritó el cabecilla de la familia, tirando las maletas de Kazuma a la calle.

Con el corazón pesado, Kazuma recogió sus pertenencias. Su madre se acercó y le entregó un papel.

—Ten esto —dijo, con una mezcla de resignación y desdén—. Es la dirección de la casa que te dejó tu abuelo antes de fallecer. Está en Kioto. Aún no puedo creer que te la dejara a ti y no a mí —escupió con desprecio antes de entrar a su casa y cerrar la puerta de un golpe.

Kazuma miró el papel, el único legado de su abuelo Kazou, la única persona que alguna vez había mostrado verdadero afecto por él. Con la dirección en mano y su futuro incierto, decidió que esta sería su oportunidad de empezar de nuevo.

Kazuma llegó a Kioto con poco más que un par de maletas y una mezcla de miedo y esperanza. La casa de su abuelo era antigua pero bien cuidada. Al entrar, se encontró con un espacio lleno de recuerdos, fotografías de un pasado más feliz, y libros que su abuelo había coleccionado a lo largo de los años.

Mientras desempacaba, Kazuma encontró una carta dirigida a él. Era de su abuelo Kazou.

_"Querido Kazuma,

Si estás leyendo esto, significa que las cosas no han ido bien en casa. Quiero que sepas que siempre he creído en ti. Esta casa es tuya ahora, un lugar donde puedes encontrar tu camino. No te rindas, hijo mío.

Con amor,
Kazou"_

— Abuelo... Muchas gracias —dijo el joven sollozando— ahora —dijo el joven mirando el interior de la casa— Supongo que tendré que buscar un empleo

2 horas después

— ¡Puta madre! ¿Como que no tienen campos para peluquero de perros? —preguntó Kazuma tirado en el piso

— ¡Como ya se lo dije joven no tenemos campos para peluqueros de perros,
ahora sí me hace el favor deje de llamar aquí hijueputa! —dijo una voz femenina cortando la llamada

— Ah, mejor me pongo a limpiar la casa —dijo Kazuma resignado

Una hora y treinta minutos más tarde

— ¡Al fin, después de matarme como esperancita la casa está limpia! —grito Kazuma como si hubiera ganado la lotería

Kazuma se desplomó en el sofá, agotado pero satisfecho con el trabajo hecho. Observó su alrededor y notó cuánto más acogedor se veía todo con la casa limpia. Mientras descansaba, su mente vagaba, pensando en sus próximos pasos.

De repente, escuchó un suave golpeteo en la puerta. Se levantó, preguntándose quién podría ser. Al abrir la puerta, se encontró con un hombre de mediana edad, vestido con un traje negro elegante, sosteniendo una carpeta.

—Buenas tardes. ¿Kazuma Satou? —preguntó el hombre con una voz seria pero amable.

—Sí, soy yo. ¿Quién es usted? —respondió Kazuma, desconcertado.

—Mi nombre es Higuchi. Trabajo para Vanir. Su abuelo dejó instrucciones para que le entregara esto a usted en caso de que alguna vez se mudara a esta casa —dijo, extendiéndole la carpeta.

Kazuma tomó la carpeta, sintiendo una mezcla de curiosidad y temor. —Gracias, señor Higuchi.

—No hay de qué. Buena suerte, joven Satou —respondió Higuchi antes de dar media vuelta y alejarse.

Kazuma cerró la puerta y se sentó de nuevo en el sofá, abriendo la carpeta con manos temblorosas. Dentro había una carta y un conjunto de documentos.

_"Querido Kazuma,

Si estás leyendo esto, significa que has tomado la decisión de empezar una nueva vida. Dentro de esta carpeta encontrarás los detalles de una oferta de trabajo en una tienda local que pertenece a mi viejo amigo Vanir. Él te ayudará a encontrar tu camino.

Con amor,
Kazou"_

Kazuma sonrió, sintiendo una renovada esperanza. Entre los documentos encontró la dirección de la tienda de Vanir y una carta de recomendación escrita por su abuelo.

—Así que el abuelo realmente pensó en todo... —murmuró Kazuma, conmovido por la previsión de su abuelo.

Decidido a no desperdiciar esta oportunidad, se levantó, se puso una chaqueta y salió rumbo a la tienda de Vanir. Al llegar, fue recibido por un hombre alto y enigmático, con una máscara que le cubría el rostro.

—Bienvenido, joven Kazuma. He estado esperándote —dijo Vanir con una voz profunda.

Kazuma, sosteniendo la carta de recomendación, respondió—. Mi abuelo me envió. Necesito un trabajo.

Vanir asintió lentamente—. Tu abuelo y yo éramos viejos amigos. Él confiaba en que podrías encontrar tu camino aquí. ¿Estás listo para empezar?

—Sí, estoy listo —dijo Kazuma, con una determinación renovada.

—Entonces, ven conmigo. Hay mucho que aprender —dijo Vanir, girando y llevándolo al interior de la tienda.

Kazuma supo en ese momento que estaba en el camino correcto, listo para enfrentarse a los desafíos financieros que se avecinaban.

— Trabajaras en la cocina de mi cafetería —dijo el demonio sentándose en su escritorio, este abre uno de los cajones y saca una tarjeta— Está es la dirección, la encargada se llama Wiz, pídele las instrucciones y tú uniforme, empiezas el lunes

Kazuma miró la tarjeta con la dirección y asintió

— Gracias señor Vanir —dijo Kazuma inclinándose

Vanir sonrió detrás de su siniestra máscara— Estoy seguro de que no lo harás. Recuerda, Kazuma, estos solo es el comienzo. Aprende bien y trabaja duro. Y te encargaré trabajos más remunerados

Kazuma salió del local, guardando la tarjeta en su bolsillo

— Ahora solo me queda buscar una preparatoria

De vuelta en casa, se sentó frente a su computadora y comenzó a buscar preparatorias en Kioto. Quería encontrar una que ofreciera horarios flexibles, ya que tendría que balancear el trabajo en la cafetería con sus estudios. Después de revisar varias opciones, encontró una escuela diurna que parecía perfecta.

— Entonces, Satou-san, puede comenzar a asistir a partir del lunes —dijo una señora de 40 años

— Gracias —dijo Kazuma retirándose en dirección a su casa

Este abrió la puerta de su casa topando se con una hermosa joven de cabello celeste durmiendo en su sofá

— ¿Que carajo? —dijo el castaño antes de tomar un vaso con agua de la cocina y tirarlo en la cara de la joven

— ¡Oye estúpido, que te pasa! —preguntó la joven levantándose del sofá

— ¡Que mierda haces en mi casa!  —preguntó Kazuma antes de tomar un tenedor

— Uy si es cierto... Soy Aqua, pero para ti soy la gran Aqua-sama, y ahora tienes la gran bendición de cuidarme, mi queridísimo hikineet

— En primera, nunca te pregunté tu nombre, segundo, qué bendición ni que nada, tercero, ¡No soy un hikineet y por último, estás allanando mi casa así que voy a llamar a la policía

— ¡Detente no lo hagas! —dijo la joven llorando mientras sacudía al castaño de lado a lado— ¡No tengo a donde ir waaaaa! —siguio llorando Aqua hasta que kazuma noto otra carta en el sillón

— ¡Quítate déjame leer la carta! —grito Kazuma empujando a la chica antes de tomar la carta

_"Querido Kazuma,

Si estás leyendo esto es porque necesito que te encargues una joven problemática llamada Aqua

Con amor,
Kazuo"_

— Oh viejo de mierda —dijo Kazuma arrugando la carta

Kazuma dejó caer la carta, incrédulo. Miró a Aqua, quien ahora estaba sentada en el suelo, lloriqueando.

—¿Así que mi abuelo te conocía? —preguntó, intentando mantener la calma.

—Sí, él era muy amable conmigo... ¡a diferencia de ti! —respondió Aqua, frunciendo el ceño.

Kazuma suspiró profundamente, tratando de procesar la situación. —Está bien, está bien. Puedes quedarte, pero con una condición: necesitas encontrar un trabajo y ayudar con los gastos de la casa. Yo ya tengo uno y voy a la escuela, así que no puedo mantenernos a los dos.

Aqua dejó de llorar y asintió con entusiasmo— ¡Trato hecho! Soy muy buena en muchas cosas, encontraré un trabajo enseguida. ¡No te arrepentirás de tener a la gran Aqua-sama en tu vida!

Kazuma no estaba tan seguro de eso, pero decidió darle una oportunidad. —Bien, empieza por buscar un trabajo mañana. Ahora, ¿puedes ayudarme a preparar algo de comer? Estoy agotado.

— ¿Eh? Pero yo no sé cocinar —dijo Aqua con la cabeza inclinada

— ¡Y así dijiste que me ibas a ayudar! —

Kazuma suspiró, frustrado, pero intentó mantenerse calmado. —Está bien, no te preocupes. Te enseñaré lo básico por ahora, y con el tiempo aprenderás. Vamos a la cocina.

Aqua lo siguió, todavía un poco confundida. Kazuma le mostró cómo lavar y cortar las verduras, y a medida que avanzaban, Aqua comenzó a entender mejor el proceso.

—¡Esto no es tan difícil! —exclamó Aqua con una sonrisa mientras cortaba zanahorias.

—Exacto. Solo necesitas práctica. Ahora, mientras yo cocino el arroz, tú puedes encargarte de la ensalada —dijo Kazuma, sintiendo que al menos estaba logrando algo.

Trabajaron juntos durante la siguiente hora y, para sorpresa de Kazuma, Aqua mostró una rápida mejora. Finalmente, se sentaron a la mesa con un modesto pero satisfactorio almuerzo.

—¿Ves? No fue tan malo después de todo —dijo Kazuma mientras probaba su comida.

—Sí, tienes razón. ¡Gracias por enseñarme! —respondió Aqua, con una sonrisa de oreja a oreja.

Después de comer, Kazuma se levantó para lavar los platos. —Ahora, necesito descansar un poco. Asegúrate de buscar un trabajo mañana, ¿de acuerdo?

Aqua asintió vigorosamente. —¡Sí, lo haré! ¡Prometido!

Kazuma se dirigió a su habitación, sintiéndose un poco más esperanzado sobre la situación. Aqua era un desafío inesperado, pero con algo de suerte y esfuerzo, podrían hacer que funcionara.

A la mañana siguiente, Kazuma se despertó temprano, se preparó para su primer día de trabajo en la cafetería y salió de casa, dejando a Aqua con instrucciones claras sobre cómo buscar empleo. En la cafetería, fue recibido por Wiz, quien le mostró las tareas del día. Kazuma trabajó duro, decidido a demostrar su valía. Al final del día, Wiz lo felicitó por su esfuerzo.

—Buen trabajo, Kazuma. Sigue así y pronto te sentirás como en casa aquí —dijo Wiz con una sonrisa.

Kazuma agradeció el cumplido y se dirigió a su casa. Al llegar, encontró a Aqua esperándolo en la puerta con una expresión ansiosa.

—¡Kazuma, Kazuma!

— Hai Kazuma desu~

— Busqué trabajo en varias tiendas hoy. Pero me parece que es tu deber mantener a la gran Aqua-sama —dijo Aqua en un tono arrogante
Kazuma frunció el ceño, irritado por la actitud de Aqua.

—Escucha, Aqua —dijo, intentando mantener la calma—. No soy tu sirviente. Si quieres quedarte aquí, necesitas contribuir. Ambos estamos en esta situación y necesitamos ayudarnos mutuamente.

Aqua lo miró con una mezcla de sorpresa y desafío—. ¿De verdad esperas que una diosa como yo haga trabajos mundanos?

Kazuma suspiró profundamente—. No me importa si eres una diosa o no. En este mundo, todos tenemos que trabajar para sobrevivir. Si no te gusta, puedes buscar otro lugar donde quedarte.

Aqua, viendo la seriedad en los ojos de Kazuma, finalmente cedió—. Está bien, está bien. Buscaré un trabajo en serio esta vez. Pero no esperes milagros de inmediato, ¿entendido?

Kazuma asintió, sintiéndose un poco más aliviado—. Gracias. Ahora, vamos a hacer algo de cenar juntos. Quiero enseñarte más sobre cocinar.

Aqua resopló, pero lo siguió a la cocina. A medida que trabajaban juntos, Kazuma notó que, a pesar de su actitud arrogante, Aqua estaba realmente intentando aprender.

—No está tan mal, ¿verdad? —dijo Kazuma, señalando la cena que habían preparado juntos.

Aqua miró la comida y sonrió ligeramente—. No, no está mal. Gracias por enseñarme, Kazuma.

Kazuma asintió, satisfecho. Sabía que aún quedaba mucho por hacer, pero sentía que, poco a poco, estaban empezando a entenderse. Con el tiempo y esfuerzo, tal vez podrían encontrar una forma de convivir y enfrentar los desafíos que se avecinaban.

Fin
Escena post creditos

Una joven de baja estatura y cabello castaño caminaba por la noche sin dirección aparente, ignorante del grupo de chicos que la seguían

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