veintitrés
| ENFRENTAMIENTO |
No toleraba las miradas de los ajenos, no cuando estaba acostumbrada a trabajar detrás del escritorio, sin embargo, lo único que podía hacer era colgarse bien del brazo del apuesto joven que le llevaba y saludar cortésmente cuando era necesario.
—Lo estás haciendo bien, miss —motivaba el heredero de Pax cada que sentía como agachaba la mirada por la vergüenza.
Con ayuda de Themis, Roselle quedó perfecta para la velada. Llevando aquel vestido discreto en color negro que se abrochaba en su cuello con un lindo botón, mangas largas de tela elegante y de también discreto escote, pero espalda medianamente descubierta; falda larga volada y lisa, con unos tacones tan preciosos que eran envidiados en el momento, junto con aquellas joyas nada falsas que Marius le había hecho adquirir -con el dinero del hombre- a última hora.
Era lo más semejante a una princesa en el recinto, y por supuesto, era notado por todo aquel que la veía lucir aquel moño bien hecho, del que destacaban aquellos mechones blancos, como si estuviese despeinada, pero no era así.
—Es mi acompañante esta noche, su nombre es Roselle Wright, una compañera de importantes negocios —le presentaba el chico rico cada que tenía la oportunidad, aunque cuando cuestionaban su procedencia, callaba diciendo que era un secreto que les gustaba mantener entre ellos dos.
Marius, sin duda alguna no se quedaba atrás. Si la agente era la envidia de las damas y el sueño de los caballeros, él era lo contrario para los géneros presentes esa noche.
El traje negro le quedaba de maravilla, su peinado, elegante y al mismo tiempo casual, le hacían ver mayor de lo que era, sin embargo aquello era en buen sentido; de igual manera, no permitió a la dama ir desacompasada, y por ello, tanto sus joyas y demás adornos eran pareja.
Destacaban tanto, sobre todo por la posición del menor, que tardaron en obtener un momento a solas, fingiendo conversar con un trago en mano en una de las esquinas.
—Nuestro objetivo se encuentra del otro lado de la sala, con la hija del presidente de una empresa competitiva con Pax —señaló el hecho, no obstante, siendo discreto.
El apuesto muchacho sonreía como si no tuvieran un segundo trabajo esa noche, y por más que la elegante dama lo intentaba, sabía que al devolverle la sonrisa se podía notar a distancia lo nerviosa que se encontraba.
—Me da la espalda, pero puedo ubicarlo —confesó la agente, tomando un trago de su copa, del que segundos después no pudo evitar pornerle un gesto rancio.
No estaba acostumbrada a beber, quizo intentarlo, mas, solo causó que Marius soltara una carcajada al ser testigo de ello.
—¿Distinto a lo que esperabas? Puedes dejarla si no te gusta —se burló él, refiriéndose a la copa.
—Oh, no, no se burle, por favor —pidió ella enseguida, avergonzada—. Si la dejo voy a estar en desventaja, todo el mundo aquí está bebiendo con el dedo meñique hacia arriba.
A donde sea que mirara, cada dama y caballero llevaban encima una copa. No mentía sobre ello, antes bien, su preocupación le causó más gracia a su acompañante, que con gentileza le quitó el expensivo cristal y tomó todo el contenido por ella. Fue un movimiento seductor, que hubiese hecho desmayar a cualquier mujer, incluso Roselle se sintió inquieta.
—No tienes que encajar con todos ellos. —Guiñó uno de sus encantadores orbes y dio la copa vacía a uno de los meseros que pasaban—. Solo se tu misma.
Ella suspiró, más tranquila, ya que, a pesar de parecerlo, no le fue tan fácil llegar hasta ese lugar, no cuando el hombre que casi le arruina la vida estaba a solo unos pasos y la idea era enfrentarlo por el bien del equipo. Por ello, Marius se tomaba el tiempo de desviar su atención y hacerle sentir que tenía todo su apoyo, no importaba en qué.
—Estaré lista cuando lo decida, señor Von Hagen. —Entonces dejó claro, sintiéndose valiente.
Segundos después, caminaban, sin embargo, ella ya no se colgaba de su brazo, sino que con confianza, Marius le guiaba con una mano sobre su cintura, haciendo más notoria su delgada figura.
Y, eventualmente, fue el hombre rubio quien se acercó a ellos acompañado también, cuando conversaban amenamente con otros invitados.
—Señor Von Hagen, es siempre un agrado contar con su presencia. Gracias por venir a la reunión que organizó mi padre, él seguro también estará contento cuando lo vea. —Interrumpió a su espalda la voz de una joven mujer.
—Ah, señorita Marianne, es un gusto, igualmente —respondió enseguida el muchacho lindo, soltando a la albina solo para darse la vuelta con propiedad, luego volvió a poner sus manos sobre ella al darles la cara a los nuevos oyentes.
—Asi que usted es el afamado Marius Von Hagen. Es un placer conocerlo, soy James Moore, el prometido de Marianne —interrumpió sin permiso el objetivo de todo aquello, y King se vio obligado a estrechar su mano con la de él.
Roselle asintió, bajando la mirada con tranquilidad. Frente a ellos, de pronto se encontraba aquel rubio y joven hombre, ese mismo de las fotos y de sus amargos recuerdos; sonreía con elegancia, y no era más apuesto que Marius, pero tampoco pedía nada a cambio. A diferencia, la notable belleza de la agente opacaba a la rubia dama de orbes esmeraldas, en especial en vestimenta, así que está no tardó en darle una buena mirada a su "enemiga".
—Un gusto, mi nombre es Roselle Wright. Acompaño a Marius esta noche —se presentó, sin quedarle de otra al notar como era observada.
—¿R-Roselle? —titubeó el rubio enseguida. Era tan arrogante, que no tenía ojos para otra mujer en esa sala, y tarde reconoció a la joven. Muy tarde, ya que no pudo esconder su sorpresa.
—¿Se conocen? —inquirió Marianne, sintiéndose confundida al sentir como su acompañante se turbaba y le soltaba en consecuencia.
—No —pero Roselle negó enseguida, siguiendo el plan—. No recuerdo haber visto jamás al señor Moore, lo siento —Con inocencia, observó al peliazul y este asintió con un gesto complaciente.
—S-sí, yo de igual forma, seguro la confundí con otra persona —corrigió enseguida el contrario ante su prometida, y cuando observó a su antigua superior, ella le sonrió con naturalidad.
—Suele suceder a menudo, no te preocupes, cariño —justificó la mayor del grupo—. Bien, ya que estamos aquí, ¿les gustaría hablar en una de las mesas? Estoy segura de que podemos encontrar un tema de conversación en común.
Marius no torció el gesto, porque arruinaría su fachada, ya que, ciertamente la mujer no le agradaba, mucho menos la compañía que su padre dirigía, pues estaba tan llena de corrupción que le daban ganas de vomitar solo de pensarlo. Y, por supuesto, saber que el hombre había casi arruinado la vida de Atenea, le hacía hervir la sangre.
Pasaban de las doce cuando Roselle recibió un mensaje de Themis preguntando si todo había marchado correctamente, a lo que sincera, repitió a la abogada que no sabía exactamente qué estrategia estaba utilizando el heredero de Pax, siendo aquel parte de su trabajo, y ella solo le asistió como su compañera, sin ahondar en lo profundo por lo delicado del tema.
Mientras se mensajeaban, el auto que la llevaba a casa siguió su rumbo y perdió la atención de Marius a su lado en el asiento, ya que justo recibió una llamada, y lo menos que podía hacer era no escuchar estando tan cerca.
—Padre... Si, todo ha salido bien... —Era evidente que su progenitor estaba del otro lado de la linea, así que con más razón se hizo la sorda, aunque una oración llamó su atención poco después —: No es mi novia, lo siento... solo me acompañó a la fiesta porque se lo pedí. Roselle es mi amiga.
Al escuchar la oración, ella se sonrojó y dejó de escribir su respuesta a la castaña, y no porque el joven le gustara, sino, porque recordó que ya tenía una pareja. Artem Wing, exactamente el hombre a quien no había respondido un solo mensaje desde la tarde temprana.
"... ¿El señor Wing aún tiene mucho trabajo?"—Roselle.
Añadió al mensaje, avergonzada de sus acciones, sin embargo, no le parecía demasiado tarde para saber sobre la situación del senior abogado. Bien podía justificar su distracción con la cena a la que acababa de acudir, además, él lo sabía de antemano.
"Temo decirlo, pero aún se encuentra en la oficina. Hace nada salí de ella y él se quedó a resolver algunos pendientes. Conociéndole, estará hasta tarde, o hasta que Celestine vaya y lo eche del edificio"—Themis.
Sonaba, ciertamente gracioso si lo decía de esa manera, pero la agente se preocupó enseguida por el sobre esfuerzo que estaba haciendo el castaño. Por ello, esperó paciente hasta que el del traje elegante colgara el teléfono, y cuando este lo hizo, enseguida le habló:
—Señor Von Hagen...
—Es hora de que me llames Marius solamente, miss —interrumpió el peliazul al guardar su móvil dentro de su bolsillo, entonces le miró y sonrió vivaz.
—Marius... —murmuró ella, sintiéndose extraña por hacerle caso.
—Bien, de ahora en adelante puedes confiar en mi, Roselle —motivó, para dejarle continuar.
—¿Podría pedirle un favor? M-me llevaría al edificio de Themis Law Firm —pidió, por fin. No quería molestar al joven, pero le entró una inquietud que no pudo sobrellevar.
—¿Tan tarde? —Se vio un tanto sorprendido por la petición, pero negó de inmediato—. Tus razones tendrás... Ya escuchó, conductor, vayamos a Themis Law firm, por favor —ordenó poco después a su empleado.
Cuando el auto se desvió de su objetivo inicial, ella agradeció, y mas aun por no ser atacada con preguntas sobre sus motivos. Incluso, una vez de vuelta al camino el chico rico comenzó a conversar con naturalidad sobre la reunión, hasta que el auto se estacionó frente al elegante edificio y se bajó antes que ella para abrirle la puerta.
—¿Necesitas que te espere? —inquirió, preocupado por la hora que era. Le dio la mano y ayudó a salir del asiento trasero.
—No, muchas gracias —negó la del vestido enseguida, y para quitarle de encima la inquietud que sentía por concederle su petición, se vio obligada a explicar—. El señor Wing sigue en el edificio... Y-y Themis me pidió que viniera a convencerlo de ir a casa —mintió al final, de manera automática por el nerviosismo.
—Bien, ojalá puedas hacerlo. Suerte —deseó el muchacho.
Una vez se acercó a las puertas de cristal llamó al guardia de seguridad que se encontraba dentro, pues evidentemente el edificio ya estaba cerrado. Habló con él, explicando su situación, y una vez le permitió entrar al recibidor, Marius se marchó al ver que ya estaba en buenas manos.
La estancia estaba a oscuras, que daba miedo, el elevador por el momento era el mejor iluminado, pese a ello, Roselle avanzó hasta llegar al último piso en dónde se encontraba la oficina del abogado; sus pisadas resonaron bastante fuerte por el eco mientras dejaba atrás los demás escritorios, y cuando sus nudillos tocaron la puerta con suavidad, esperó.
—Adelante —se escuchó desde dentro.
Tomó la perilla, dio la vuelta y terminó por asomar la cabeza.
—Estaba por irme, Celestine, siento haberme quedado, pero estos casos tienen demasiadas incongruencias que deben ser resueltas a la brevedad... —explicó el mayor detrás de su escritorio.
Roselle, al ver que no levantaba la cabeza, sonrió por lo distraído que estaba siendo, sin embargo, no pudo evitar notar el hecho sobre su descuidada imágen. Llevaba las mangas de la camisa hasta los codos, la corbata mal puesta y el primer botón desabrochado, por no decir que su flequillo estaba desordenado.
Descuidado, sí, pero también atractivo.
—Soy yo, señor Wing —habló la dama, entrando la oficina y cerrando detrás de su espalda—. Lamento venir tan tarde a verlo.
Artem, impresionado por la visita, enseguida recordó su aspecto, por lo que de manera nerviosa comenzó a acomodarse el cabello al menos, pero Roselle rio con simpatía y le interrumpió.
—Está bien, me gusta como se ve de esa manera —confesó, tan confiada que no sintió pena por sus palabras.
Artem, entonces sonrió con las mejillas rojas.
And then they fu*... Digo no, todavía no hahaha 👀
Les dejo a Marius, porque sí 🙏
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