veinte •
| REFORZADO |
—Buenas tardes, señor Wing, ¿no le han llamado? —saludó e inquirió cuando encontró al de -por ese momento- ropa casual esperando en la respectiva área.
—Buenas tardes, señorita Wright, en realidad acabo de llegar y aún faltan diez minutos para la hora acordada —contó y señaló el asiento libre junto a él, el mismo que la nombrada ocupó segundos después con naturalidad.
—Entonces esperemos —atendió tranquila, colocando su bolso encima de sus piernas.
—¿No tiene mucho trabajo? —preguntó el mayor, preocupado por quitarle su tiempo.
—No, está bien, puedo encargarme más tarde, además, Luke puede hacerse cargo por un momento, y también de la investigación del NXX. —Le tomó la palabra al pelirrojo, despreocupada.
Durante los últimos días estuvo tomándose con tranquilidad su trabajo, porque la mayor parte del tiempo lo pasaba con Artem. Y si bien su carga no sa había reducido, se tomaba el momento para descansar como era debido antes de estresarse y llegar a las últimas consecuencias.
—Me alegro por ello —concluyó el castaño—. Hoy, si no tiene tiempo para ir a comer fuera, estaría encantado de cocinarle algo —siguió; había pensado en como invitarle desde temprano.
—Oh, la verdad es que me encantaría. Estoy esperando ver qué hará. —La agente rio con suavidad, pues él se veía nervioso. No era una sorpresa sabiendo que durante sus cuidados ella no le dejó tocar la cocina ni por error.
Mientras conversaban pasaron los diez minutos, y aunque el doctor del abogado le llamó con cinco atrasados, a ninguno le importó porque así tenían más tiempo para hablar.
—Lo espero aquí —dijo la joven cuando llamaron por fin, pero esos no era los planes que él tenía.
—Es solo una cita rápida, venga conmigo. —Atrevido, le tomó de la mano y le llevó consigo hasta el consultorio.
Sus mejillas casi explotaron al encontrar el agarre, sabiendo que en el lugar no eran los únicos presentes. En definitiva aquello se veía tan comprometedor como era, mas soltarle era algo que no deseaba, así que le siguió el paso por voluntad propia.
En casa del abogado, nada más al llegar, Artem pidió a la dama que esperara en la sala mientras cocinaba algo bueno para los dos, cosa que ella negó, pero al final terminó convencida por el hombre cuando mencionó que había hecho tanto en las últimas semanas al cuidarlo, que lo merecía, así que miraba la televisión a un volumen considerado mientras escuchaba de fondo el sonido de los instrumentos de cocina utilizados.
Quería autoconvencerse de que no estaba nerviosa, después de todo, no era la primera vez que estaban a solas, no obstante, verle andar por el lugar con libertad cuando antes le ayudaba en todo lo que podía, le hacía pensar que no era necesario que estuviese ahí y que era mejor no haberle aceptado la invitación.
Cohibida, en el asiento, pensó entonces en las palabras de Luke esa mañana; no eran una pareja, ni siquiera sabía si ella misma lo deseaba de esa manera, mucho menos él, porque para ser sincera con el mundo, no creía que eso fuese posible ni veía la manera en como podía resultar.
—Está listo —anunció el mayor, caminando hacia ella mientras limpiaba sus manos con un trapo de cocina.
—Huele bien —atendió la joven, procurando no verse afectada por sus mismos pensamientos. Ya que estaba ahí, al menos lo disfrutaría.
Comieron en la barra de la cocina, pues los dos estaban acostumbrados a conversar durante las comidas, sin embargo, a ese penthouse definitivamente le faltaba una mesa, pero al vivir solo el abogado era un poco estorbosa con su día a día, aunque, comenzaba a considerar la idea más a menudo desde que Roselle estuvo acompañándolo.
Una vez terminaron, la agente no permitió que se ocupara solo de los desperfectos que habían causado los dos, por lo que se ocupó de lavar los trastes que habían usado mientras él reacomodaba su cocina. Hicieron un verdadero trabajo en equipo, y como recompensa, tomaron un vaso de helado y encendieron el televisor para acompañarlo.
—Amo esa película —señaló al llevarse la cuchara a la boca, con su atención tan pegada a la pantalla que no pudo evitar soltar el comentario.
—Igualmente, es de mis favoritas —respondió Artem, sonriendo por conocer el dato, además, se sentía ligero por el suave sabor del helado dulce, uno al que no estaba muy acostumbrado.
De esa manera pasaron el siguiente rato, y una vez el helado se terminó, Roselle se ofreció a lavar los vasos durante un comercial. Fue obstinada a pesar de que Artem se negó y terminó yendo hacia la cocina. Mientras aquello sucedía, el hombre se volteó en su mismo lugar sobre el sofá subiendo una pierna sobre los cojines y colocando el brazo en el respaldo, así, observó a la dama ocupada; por un momento pensó en la imagen que proyectaba, una muy parecida a una mujer cercana para él y una que podía compartir sin contratiempo aquel lugar.
—No pienses en eso... —se regañó al tallarse los ojos con insistencia, obligándose a desviar la mirada en consecuencia.
Ciertamente, aquel tema era complicado para él.
Cuando la albina falsa terminó con su tarea, secó sus manos con una toalla desechable de papel y la lanzó al bote de la basura, entonces se dispuso a ir a la sala nuevamente. En el camino, no observó al hombre que le esperaba, en lugar de ello, la pequeña cortada en su dedo ardía por haberla mantenido bajo el agua y jabón, por lo que eso se llevó toda su atención, antes bien, hubiese querido ver a su alrededor, pues una inconsistencia en la alfombra del lugar le hizo tropezar en sus tacones bajos, ello justo al llegar al sofá.
—¿Estás bien? —alcanzó a escuchar la voz del mayor.
Todo sucedió muy rápido. El tropiezo le hizo balancearse hacía el frente, mas, para su fortuna, Artem alcanzó a moverse con agilidad. Terminó así, en ella con una rodilla sobre el sillón y un tacón sobre el suelo, las manos sobre el pecho del abogado y el rostro no muy lejos; contrario, el ojiazul pegó la espalda en la cómoda superficie mientras la sostenía de la cintura sin pensar claramente en el hecho, pues él solo quería salvarle de un buen golpe.
—Estoy bien, yo, lo siento tanto —aseguró la agente y se disculpó, aunque tarde fue cuando notó la posición tan comprometedora como resultado de su distracción.
Levantó el rostro, encontrándose con el del hombre más cerca de lo que hubiese deseado.
—Lo importante es que esté bien, la culpa ha sido de la alfombra —consoló el contrario, como ella, también apenas dándose cuenta de su posición.
Roselle, prácticamente se encontraba encima de él, y el hecho, aunque le avergonzaba al abogado, de igual forma le agradaba. Estaban tan cerca, que podía oler su suave perfume, y ello le hizo sonrojarse.
—Seré más cuidadosa, lo prometo... —mientras decía, se alejaba para no incomodar más al que vivía ahí.
Sin embargo, aquello no le gustó al castaño. Sentir que se alejaba le ocasionó un extraño malestar que no pudo explicar, y justo cuando ella volvió a sentarse, fue él quien enseguida se cernió sobre su cuerpo.
—¿S-señor Wing? —llamó, confundida al sentirse intimidada. Con el movimiento, su espalda tocó los colchones y su cabeza cayó en la recargadera de brazos.
—Solo llámame Artem —corrigió él, desviando la mirada y mostrando sus mejillas rojizas. El movimiento fue repentino, ni siquiera sabía que había hecho, pero no podía retroceder.
Colocó una mano junto al rostro de la dama para mantenerse estable en esa posición y la otra fue a parar a su mejilla, la que acarició por un segundo antes de rozar sus labios con los de ella. Necesitaba al menos el permiso después de su "ataque", así que esperó; pese a ello, no pasaron minutos, cuando Roselle correspondió. Ella levantó un poco la cabeza y sus labios se encontraron una vez más.
La película siguió corriendo en la televisión, sin embargo, la atención de aquellos dos se encontraba centrada solamente en el otro, disfrutando de la caricia. Incluso no fue solamente un beso, en realidad aquello podía llamarse una "sesión de besos", su primera, y por tal motivo no hubo tiempo para pensar en lo que hacían.
Solo se dejaron llevar.
—E-espere un segundo... —interrumpió Roselle, cuando por inercia sus manos quisieron tocar al contrario.
Se separaron entonces. Se notaba a kilómetros que Artem no mentía conque podía aguantar la respiración por al menos tres minutos debido al nado, no obstante, ella no pudo seguirle el ritmo; estaba más roja que de costumbre, jadeando para tratar de recuperar la compostura, y de ello fue testigo el hombre, que embelasado, beso su mejilla con dulzura antes de volver a sentarse con normalidad sobre el sofá.
—Lo siento, no medí mis acciones. —Se sintió obligado a disculparse, aunque en realidad no sentía arrepentimiento de haberle besado cuánto quiso.
Pero Roselle, al volver en sí, se levantó del lugar a manera veloz y le dio la espalda. No deseaba que la mirara más, no a su rostro increíblemente rojo por la vergüenza, y no, por lo que pronto de manera natural dejó ver el gesto de su rostro.
Era pura y evidente culpa.
—Luke tiene razón —soltó entonces, apresurada.
—¿Razón en qué? —Inmediatamente, al escuchar el nombre del pelirrojo salir de su boca, Artem pidió una explicación. De igual forma, su tono defensivo resaltó.
—No sé qué es lo que usted desea exactamente, y no sé qué pensaba al aceptar este trato. ¡Es tonto por donde lo vea! —exclamó, aunque no alcanzó a gritar—. Si al final, ninguno de nosotros está siendo serio al respecto, no importa cuantas veces lo diga.
El castaño se levantó del sofá, recapacitando ante sus palabras. Sabía, mejor que nadie, que el trato que le daba a la dama era egoísta, pues tenía razón; su deseo era que los dos tuvieran la oportunidad de olvidar a Luke y a Themis, pero al final del día, no estaba yendo enteramente por el camino correcto.
—Roselle... —apenas le llamó, ella se dio la media vuelta y lo encaró con un gesto preocupado.
—No deberíamos cruzar esta línea, no me siento bien, ¿entiende? No soy ese tipo de mujer que va por ahí sin compromiso... —interrumpió y siguió hablando, histérica, rodeándo el punto, ya que decirle, en pocas palabras, que no era fácil, hacia a su lengua trabarse.
—Roselle... —habló por encima de su balbuceó, y al saber que no le estaba escuchando, decidió ser directo—. No más palabras bonitas, está bien, lo entiendo. Si es así como te sientes, entonces no hay necesidad de seguir con esto.
Cuando ella le escuchó decir aquello, calló abruptamente y le observó lastimada; fue una mirada que no pudo apreciar el hombre al ver el suelo.
—Se mi pareja entonces. Es lo que sigue, ¿no es así?... ¡S-se mi novia! —ofreció segundos después, levantando su zafiro mirar y llevándose una mano al pecho con decisión, pero al mismo tiempo con un bochorno increíble debido a sus palabras.
Como resultado, la agente abrió la boca como una despistada.
Creía que Artem le pediría terminar aquel circo de una buena vez, en realidad no esperó tan repentino ofrecimiento. Su cabeza dio vueltas, el rojo aumentó en sus mejillas y se extendió por todo su rostro, si hubiese estado en una escena animada, tal vez sus orejas hubiesen lanzado humo de la pena que sentía, afortunadamente aquello no sucedió.
Pasaron algunos segundos, los dos en total silencio y con la película aún de fondo. Ello, hasta que Roselle mostró que le había escuchado; colocó las manos sobre su estómago, tímida, y con la voz temblorosa le dio la respuesta:
—Bien, seamos una pareja entonces, señor... —corrigió, con valentía—. Quise decir, A-Artem.
Y aunque nunca antes había pedido aquello a otra mujer, el mencionado se sintió aliviado de que la albina correspondiera sus sentimientos, y que con ello, su compromiso por hacerse felices mutuamente no quedara más que reforzado.
Debían, así, comenzar a tomar el asunto con más seriedad que antes.
Se me va la carta 😭
En fin, esperemos que me salga una bonita en el nuevo evento. Fue ayer, pero feliz cumpleaños Artem hermoso, divino, precioso!!! 🎂🎁
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