treinta y uno
| FAVORES |
Se acomodaba la corbata con parsimonia aquella mañana fresca y animada, aunque en silencio dentro de su apartamento y meditando acerca de sus siguientes acciones.
—Creo que hoy tenemos tiempo para cenar... —murmuraba, perdido en el nerviosismo incluso estando seguro—. Creo que hoy puedo decirle que la quiero...
Sí, era el día perfecto, o al menos así lo pensaba Artem después de algunas intranqulas vísperas. Desde "terminar" su compromiso con la bella Roselle, tener tanto trabajo que incluso se sentía ahogado, hasta convivir con Themis normalmente cuando deseaba confesarle que compartían los mismos sentimientos, y que no haberse dado cuenta a tiempo había lastimado a más personas de las que creía.
—Habrá que explicarle acerca de mi relación con Roselle —planteó, sintiéndose incómodo al sentarse frente a su escritorio. Debía revisar un par de documentos de casos vigentes antes de salir, y eso, por supuesto, lo sabía Celestine y su compañera de trabajo.
Ocupado con su profesión le hacía sentir incluso más ligero que pensar en cosas personales, así que se entretuvo un buen rato meneando una pluma en su mano mientras leía y revisaba su tableta. Así, hasta que su celular comenzó a sonar y su calma escapó con ello.
—¿Mamá?...
—Luke, tenemos una junta de emergencia del NXX, seguro Themis ya te avisó, pero no puedo dejarlo pasar. Haz el favor de presentarte, y temprano, todavía no sabemos el motivo exacto —colgó, dejando el mensaje en el buzón de voz del pelirrojo, que no contestó el teléfono por más que Roselle estuvo llamando.
Era una emergencia, no tan grave, pero por supuesto que le molestaba a la agente. Realmente, no entendía porqué debían combinar sus vidas profesionales y personales, incluso, ya pensaba seriamente en que el tema de los mejores amigos y mejores compañeros de trabajo no influía en aquel conflicto que parecía no existir.
—¿Qué le pasa? Ya ha pasado tiempo desde que se enteró de mi relación, además esta ya no existe, ¿por qué me sigue escondiendo la cara? —susurró observando su número y foto en la pantalla táctil de su celular, incapaz de adivinar la respuesta a su pregunta.
Algunos minutos después, el conductor de la NSB entró en territorio Von Hagen y luego la bajó en la puerta principal como siempre acostumbraba. Una vez ella le dio las gracias y el auto se fue, se acomodó la bolsa más cerca del hombro y avanzó, no obstante, tarde fue cuando notó que frente a ella la pareja de abogados iba llegando al mismo tiempo.
Cómo siempre, se veían inalcanzables juntos, tan bien, que sin quererlo quiso esconderse de aquella belleza que ella nunca podría compartir.
—Buenos días, Roselle, iba a mandarte un mensaje de la junta, pero Marius me dijo que ya habías sido avisada —fue lo primero que la castaña le dijo al detenerse a unos pasos.
Y era que, incluso Themis, la más afectada de todos, habíase olvidado del conflicto una vez estuvo enterada de que Artem le había dejado por motivos que Roselle no quería divulgar, y aunque fuese descarado el hecho, la misma estaba agradecida de que no se comportara de la misma manera que cierto detective de orbes corales. Así era más fácil sobrellevar su error.
—Buenos días, señorita Wright —saludó Artem después, un tanto serio, aunque nadie lo notó porque no hubo mucho cambio en su tono original.
—Ah, buenos días a los dos, y gracias, pero como dices, el señor Von Hagen me avisó más temprano —mencionó un tanto avergonzada al recordarse leyendo el mensaje a las tres de la madrugada, porque al parecer, el niño rico no tenía nada mejor que hacer a esas horas, más que avisarle.
—Bien, entremos y veamos de que se trata esta vez. —Con sus palabras, el abogado abrió la puerta para las dos. Primero Themis entró en la mansión y luego Roselle le siguió el paso.
—Gracias —dijo brevemente la albina después del agradecimiento de la castaña, pero cuando menos lo esperó, Artem le tomaba el brazo con delicadeza para que se detuviera.
—¿Puedo hablar contigo cuando la junta termine? —habló bajito, muy discreto ante la dama de la chaqueta roja, que no se dio cuenta ni siquiera cuando la de tacones bajos accedió.
Así, los tres avanzaron hacia la sala de juntas, en donde Vyn y el que los había citado ya estaban presentes. Sin embargo, fue evidente para la señorita Wright el cambio en la sala; para empezar, ya no había más sillas para compartir, sino sillones individuales, y la mesa redonda del centro mostraba más información que antes; para varíar, los colores grises inundaron la estancia y parecía más oscura que de costumbre.
—Podemos comenzar una vez Luke esté presente, mientras tanto, eligan sus lugares —avisó el menor de todos desde su asiento no mucho después de que los dos saludaran.
Roselle se sentó junto al albino cuando Themis le ganó el lugar disponible junto al de los orbes morados y Artem junto a ella, y era que ya tenía preferencia si recordaba como Vyn le había amenazado y puesto en un aprieto cuando todo el mundo se enteró de su relación con el castaño, sin embargo, no le quedó de otra y esperó a su compañero detective en silencio aparentando estar ocupada con su teléfono cuando los otros conversaban.
Tenía muchas dudas; sobre la reunión de emergencia, sobre Artem, sobre Luke, y llegando se le sumaba de nueva cuenta el actuar del psiquiatra, al que sí era sincera, tenía miedo.
—Lamento llegar tarde, no tengo justificación. —El agente entró en la sala repentinamente haciendo callar a todos y ocupó el lugar junto a Artem y por consecuencia junto a Roselle.
—Podemos comenzar entonces —Marius se levantó y lo primero que hizo fue extender unas carpetas negras a todos, ignorando que la tecnología podía hacer eso y más con la información, aunque por algún motivo decidió hacerlo de esa manera.
Así comenzaron, retomando su investigación sobre la sustancia 10X3 que tanto estaban buscando, ya que nuevas pistas se habían presentado, sin embargo, si Roselle hubiese tenido que decirlo, aquella junta no era del todo emergencia como tal, pero sobraba decir que tenía importancia para ellos.
Al final, todos aceptaron continuar investigando después del gran descanso que se habían dado, comenzado por las pistas que James Moore les había facilitado en el incidente del secuestro.
—No olviden que tenemos un nuevo sistema de emergencia —advertía Luke al final, mostrando su celular con la aplicación del NXX.
El pelirrojo enseñó las mejoras, pues debido a todo lo que había sucedido, ahora era más factible presionar el botón de encendido tres veces seguidas y todos sabrían que algo estaba mal, obteniendo junto con ello la ubicación precisa y audio en vivo tal como una caja negra de avión.
—Bien, ya saben lo que tienen que hacer —despidió el artista.
—Roselle... —Antes que nada, Artem llamó a la pecosa y le señaló la puerta para que lo acompañara, aunque saliendo él primero y siendo imposible ocultar el hecho de los demás.
Mientras Themis se quedaba conversando con Luke acerca de las mejoras de la aplicación y los demás estaban en lo suyo, la llamada siguió el paso al abogado, hasta encontrarlo en el recibidor de la puerta principal. A sus ojos curiosos, el ojiazul de pronto se vio muy nervioso mientras se peinaba el cabello con las manos.
—¿Puedo ayudarle con algo, señor Wing? —se acercó y cuestionó, manteniendo la distancia.
—Sí —respondió, manteniéndose un breve rato en silencio después, hasta que se atrevió a hablar—. Seré directo, Roselle, mi madre quiere conocerte.
¿Su madre? Que extraña manera de ponerle los cabellos de punta a la agente, porque sin duda el solo hecho de mencionar a su progenitora le daba escalofríos, como si las suegras fuesen tan fatales como en los cuentos de hadas, sobre todo, ella ni siquiera era su suegra.
—Ahora no es necesario ser tan directo, realmente necesito el contexto de esta situación —pidió segundos después, casi parpadeando fugazmente e incontables veces para entender el secreto detrás del truco.
—Mi madre siempre ha estado obsesionada con mi vida amorosa —le dijo primero, aunque luego se arrepintió, ya que eso sonó patético—. Nunca tuvo fe en que conseguiría a una persona especial, y ciertamente yo tampoco la tenía. Pero luego apareció Themis y ya conoce toda la historia, el problema fue que luego apareció usted, señorita Wright.
Como si fuese una culpa inmesa, la mencionada se llevó una mano al pecho pidiendo que siguiese con la explicación.
—Le dije a mi madre que había conocido a la mujer perfecta para mí, y ni siquiera tuve el tiempo de decirle su nombre, así que cuando nuestra relación comenzó no me quedó de otra más que sustituir el nombre de Themis nombre con el suyo —explicó, avergonzado.
Roselle entendía, o más o menos.
—Quiere decir que a ojos de su madre, usted, señor Wing, consiguió su cometido de enamorar a Themis, es decir, a mi, y ahora no sabe cómo decirle que en realidad nunca fue ella. —Poco se entendía si se escuchaba a ella misma, pero el punto estaba ahí y los dos lograron entenderlo.
Artem asintió, aunque luego se vio limitado y lo mostró con sus movimientos nerviosos, cosa que pocas veces alguien tenía la oportunidad de ver, porque él siempre era decidido y firme.
—Sí, eso es exactamente lo que sucedió, y soy muy cobarde para pedirle a Themis que actúe, sobre todo explicarle el hecho completo cuando no estoy preparado. —Quizá por la mañana estuvo convencido de hablarle con la verdad a su compañera de trabajo, no obstante, la llamada de Kimberly Garner había arruinado sus planes.
—No estoy segura de que esto vaya a funcionar... —se interrumpió la dama con sus propios pensamientos. Aparentar ser su novia no le iba a hacer ningún bien, no cuando antes lo había sido realmente.
—En ese sentido, es más cercana para mi que Themis. Por favor, se lo pido, después podremos arreglarlo, ahora solo necesito que cene con nosotros y vuelva a comportarse como mi novia —pidió por fin, está vez en una voz tan apresurada, que descolocó a la agente.
¿Era tan importante para él? ¿Su madre en verdad tenía tanta influencia en su vida amorosa, que le obligaba a comportarse tan fuera de su papel? Era una mala idea, ellos por fin se habían separado después de tomar una mala decisión, aunque eso no quería decir que mientras estuvieron juntos no se disfrutaron el uno al otro, sin embargo, ahí, de pie y frente a frente, la realidad era que ninguno se sentía lejos del otro.
—Bien, le ayudaré, pero solo por esta vez, y luego, por favor, pida favores normales —advirtió rendida.
—Comprendo, y agradezco que acepte —dijo mientras se veía más tranquilo—. La cena es hoy a las siete, si le parece, puedo pasar por usted más temprano para hablarle sobre mi madre, así no la tomará con la guardia baja.
Si le decía eso, la pondría más nerviosa, así que negó dos veces seguidas.
—No se preocupe, sé cómo llegar a su casa, le prometo que estaré ahí puntual y me comportaré como lo desea, por ahora, necesito hacerme a la idea. —Sí, hacerse a la idea de que tendría por toda una noche la mirada de una mujer que le inspeccionaría hasta la forma de caminar.
Artem asintió, pese a que no estaba de acuerdo, pero si ello hacía sentir mejor a Roselle, estaba bien con aceptar sus condiciones.
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