siete
| IMPOSIBLE |
—¡Espera, Luke! —gritaba la fémina en medio del estacionamiento, siguiéndole los pasos al sordo y molesto chico de chamarra militar.
Artem observaba la escena desde su auto, del que tuvo que bajar al ver como Roselle corría detrás del mirón. Pensaba, aún complacido, en la caricia que antes habían compartido los dos y en como ello iba a repercutir en su relación personal, pues no dejaría que ello interviniese en la laboral. Sabía que había cruzado una línea muy importante, sin embargo, se encontraba contento de haber dado el paso. El primero para olvidar a Themis.
—Si crees que necesito una explicación, estás equivocada, Roselle —masculló sin detenerse el detective—. No me importa que clase de relación tengas con el señor Wing.
—Pero, Luke... —Su pecho dolió por el desinterés, después de todo él no la amaba y nunca lo haría.
Pero, valiente, cuando estuvo a punto de entrar de nuevo en la mansión, le tomó de la ropa y jaló con brusquedad, logrando obtener resultados. El pelirrojo terminó dándole la cara, viendo con molestia hacía abajo, remarcando la diferencia de alturas como si desease intimidarle, aunque ella no retrocedió.
—No tengo ninguna relación con el señor Wing, además de la laboral, tienes que creerme —suplicó, pareciendo una tonta, pues entendía que estaba demás justificar sus acciones.
Luke solo era su compañero, ni siquiera su amistad era una excusa, no obstante, allí estaban, tratando de entenderse junto a la puerta, en especial ella.
—Se estaban besando, ¿cómo voy a creerte? Ahora sé porque tanta insistencia por seguir siendo su compañera —señaló el muchacho, aunque insensato, haciéndose callar segundos después de comprender que no tenía el derecho de reclamarle.
—No fue por ello... —Quisó seguir la agente, pero se vio interrumpida rápidamente por el contrario, que relajó los hombros y se mostró tranquilo.
—No, está bien —negó, sintiéndose apenado—. No tengo derecho de reclamarte nada.
Se mantuvieron en silencio después, sabiendo el drama que habían hecho al no pensar con lucidez. Aunque si bien fue uno muy corto, pesaba como ningún otro.
—Estoy preocupado, así que lo siento, no puedo evitar tratar de controlarte —confesó el pelirrojo poco después—. Como mi compañera, y sobre todo como mi especial amiga, solo intento protegerte del peligro de este caso. No deseo que termines igual que la señorita Kenders, mucho menos estando lejos de mi mirada, pero...
Pausó, y Roselle esperó paciente a que continuara, por lo que bajó la mirada hasta sus manos temblorosas, consecuencia de sentirse culpable. Él entonces tomó estas al notarlo y se las llevó al pecho con cuidado.
—Si confías en el señor Wing, en cualquier aspecto de tu vida, entonces ya no es mi tarea mantenerte bajo mis alas —expresó confiado.
Ella le miró, tratando de descifrar la sonrisa que le daba, pues era pura calma, como si se hubiese quitado algo de los hombros. Quizo llorar, ¿no significaba ello que las mínimas oportunidades se habían evaporado? Solo unas palabras y le dejaba a la deriva, como nunca antes lo había hecho.
—Lamentó no habértelo dicho —mintió, para no preocuparlo con otra elección de hechos; decirle que Artem le había besado sin su consentimiento haría enorme problema.
—Lamentó haberme molestado, tal vez fue ese hecho el que me irritó hace un momento. Esperaba que tuvieras la confianza de hablarme sobre lo que es importante para ti, así como yo lo hago contigo. —No le soltó las manos, en cambio, las cubrió totalmente con las suyas en un gesto cariñoso.
No podía hablarle sobre lo importante, si con ello se refería a sus relaciones personales. Luke podía hablar horas y horas sobre Themis, sabiendo que ella le escucharía y que guardaría el secreto a voces si lo infería; sin embargo, ¿qué esperaba que ella le contara? Un "siempre te he amado" era duro de expresar, y más cuando no era correspondido.
—Entiendo, pero es que no quería apresurar las cosas... —Su corazón terminó de romperse al aceptar aquella propuesta cruel del abogado.
—También comprendo, Roselle —Le soltó por fin, sin embargo, ella estuvo deseando que la sostuviera aun más tiempo, luego continuó—: Bien, te estaba buscando para informarte que Themis y yo viajaremos a la villa Opalina en busca de pistas, por lo que no estaré en Stellis hasta nuevo aviso, te pido de favor que avises de ello a la NSB —pidió al final, sin saber el mal trago que le hizo pasar a la joven con la noticia, quien solo asintió condescendiente.
Nunca en su vida se había sentido tan miserable.
El silencioso apartamento era aterrador para la que allí vivía, el sonido de sus intentos por controlar las lágrimas era aún peor de lo que esperaba, y tal vez si el abogado no estuviese en el sillón frente a ella, hubiese llorado hasta quedarse dormida como una adolescente inmadura.
Artem se mantenía recargado en el cómodo respaldo, mirando la mesita de adorno que los separaba. Pensando y pensando en la noticia que había recibido unas horas antes.
—Señor Wing, necesito unos días libres del trabajo, estoy viajando hacia la villa Opalina en compañía de Luke...
Había avisado Themis, haciendo uso de su teléfono en lugar de ir a buscarlo como Luke lo hizo con Roselle, ¿no era eso aún peor que la noticia en sí? Claro que lo era, porque a pesar de ser su jefe y mentor, la castaña no tenía espacio para él en su apretada agenda.
Los dos estaban desechos, no cabía duda. Pensar en ellos dos viajando cómodamente por horas, trabajando en conjunto y haciéndolo tan bien que ameritaba un reconocimiento... Se complementaban, como nunca lo hicieron con sus respectivas parejas de trabajo en la NSB y Themis Law Firm.
—Así que fingió estar bien, y ahora el señor Pearce piensa que tenemos alguna especie de relación personal en la que no quiere entrometerse —dijo, no podían quedarse en silencio a compartir sus penas por siempre.
Una vez la llevó a casa, Roselle le invitó a pasar viendo lo decaído que él también se encontraba, y por supuesto, no le deseaba ningún mal, que prefirió invitarle a compartir su miseria a que siguiera frente al volante. Entonces le contó sobre su plática con Luke y él sobre el aviso de la castaña abogada.
—Básicamente —aceptó la muchacha, subiendo sus pies descalzos al sillón para recargarse en él de manera infantil, es decir, casi acostada sobre los cómodos cojines que le rodeaban.
—Sobre el beso del auto... —intentó tomar el tema que habían abandonado cuando descubrieron al detective observando, pero ella negó para que no continuara.
Sin embargo, no podían ignorar el hecho. Sobre todo porque los dos habían estado tan inmersos en la caricia y disfrutando de ella.
—¿Por qué debo ser yo? —cuestionó la joven—. Es algo estúpido pensar que solo porque Luke está con Themis y viceversa, sea una buena idea que nosotros intentemos olvidarlos juntos.
Si lo decía de esa manera, sonaba absurdo, y Artem lo entendió. Roselle no estaba de humor para ser cortés.
—Creo haberlo mencionado. Es la manera en que podemos entendernos, en como nuestra relación se ha basado en la naturalidad y no en los límites —mencionó seguro el abogado.
Lo recordaba, ¿cómo no hacerlo? La escena del librero era algo que jamás iba a olvidar. Él fue "salvaje" y ella se encontró tan nerviosa, que de alguna manera era emocionante, hasta ese momento caía en cuenta.
—Nos conocemos hace una semana —atinó a decir ella con un toque de gracia, pero enseguida el otro complemento.
—Una semana en donde hemos estado más cerca el uno del otro, en comparación de lo hemos estado con Themis y Luke —acertó, lo notó cuando la vio bajar la mirada, sin poner excusas a ello.
Ella lo pensó, con cautela, pero lo hizo.
—¿Está dispuesto a mantener una relación en dónde la otra persona piense día y noche en otra? —atacó sin salida la dama—. Porque yo no estaría bien —se respondió a ella misma sin esperar al contrario.
—Roselle —volvió a tutearle—. ¿Has escuchado lo que dije? El hecho de saber que puedes enamorarte de mí de igual manera o mucho más que de Luke, no es ser un remplazo...
—¿¡Y cómo sabe eso!? —exclamó la joven al sentirse ofendida por la gravedad de sus sentimientos. Era como si el hombre dijiese que no amaba tanto a Luke como creía.
—Lo sé, porque como tú, no me siento inútil cuando estoy contigo; porque una acción dice más que mil palabras, y aquel beso fue lo que nunca me atreví a hacer antes —explicó, sin perder la paciencia como ella.
Roselle escondió la mirada tras un cojín que llevaba entre las manos, pensando en que Artem tenía razón y al mismo tiempo la simple idea seguía siendo una estupidez. Por sobre todo ello, negó de nueva cuenta, y al verlo, el abogado se levantó del sillón, tomó su sacó de vestir y caminó hacia la puerta.
—Es imposible...
Volvió a martillarse la cabeza al compás de los pasos del otro, como si fuese ello un "tic tac" que ameritaba una respuesta rápida. Entendía que tal vez sí era absurdo tratar de olvidar a Luke, sin embargo, no deseaba vivir prendiendo de un hilo mientras Themis ya había alcanzado la meta mucho antes.
Para comenzar, nunca debió enamorarse del joven Pearce.
—Voy a tratar... —murmuró, lo suficientemente alto para que el abogado escuchara—. Pero no le aseguro que esto vaya a salir bien.
Artem se detuvo desde las primeras palabras y suspiró cansado. Así, le dio el rostro una vez más.
—Te lo agradezco, Roselle.
No tenía que agradecerle nada, porque de estar a punto de dejar ir mil problemas futuros, decidió ir directo hacia ellos sin ningún plan en mente. Olvidar a la Luke seguro sería difícil, y lo mismo sucedía con Themis, pero pensar en ello como algo considerado hecho, les traía a paz a cada uno, sin necesidad de sentir el pecho oprimido cuando Raven y Rosa se miraban en la sala de juntas y sonreían sin ningún impedimento.
¿Por qué no eran ellos?
Exactamente, la envidia los corroía, pero no deseaban que fuese así. Nunca harían algo malo para interferir entre ellos, porque aun fuese lejos, la felicidad de sus queridos era algo que siempre sería prioridad; nunca los lastimarían, preferían lastimarse ellos mismos, hacer de escudo, etc, y nunca traicionar sus propios sentimientos.
No obstante, Artem y Roselle también merecían felicidad verdadera, sabiendo que era cruel dejarse a sí mismos hasta el final de la fila, y entendiendo que nadie les había pedido perder la cabeza.
Pero allí estaban, siendo un tapete, que tarde o temprano terminaría lleno de aberturas imposibles de cerrar, por esa misma razón habían aceptado su destino, evitando más tirones.
Tratarían enserio, tratarían de verdad.
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